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Luis Abel Bastida Medina

Reseña de: La fabricación del arte nacional a debate


Esther Acevedo, ed. La fabricación del arte nacional a debate: (1920-1950), 1 ed.
México: CONACULTA Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2002.
El trabajo que aquí se reseña es una propuesta de lectura no solo de la modernización del arte

o de la construcción de un nacionalismo postrevolucionario, tampoco pretende de dar un

carpetazo al problema de la adaptación del arte mexicano a los intereses de la agenda política.

Dividido en IV partes y con un epilogo, este libro nos presenta diferentes vetas de análisis para

problematizar o renovar interpretaciones relativas a la consolidación de un arte con temática

nacional.

Las diferentes perspectivas aquí señaladas por una amplia lista de críticos dedicados al

estudio de los procesos históricos a través del arte, echan mano de los problemas que atañen al

ambiente artístico primero desde una reinterpretación de las perspectivas de autores como

Justino Fernández, Luis Cardoza y Aragón o en el mejor de los casos cuestionan las anotaciones

que estos críticos han asentado en sus textos.

Primeramente, en la introducción se nos plantea el problema de la impronta nacionalista

y el giro político que toma la plástica mexicana en tanto que proyecto/agenda de reorganización

ideológica social. Como proyecto cultural el “arte mexicano” tuvo a bien renovar o reconstruir

una nación que, recién salida de un proceso revolucionario vio su identidad amplia y

profundamente fragmentada. Este es el caso del ensayo de Francisco Reyes Palma que, dedica

sus líneas a analizar otros tipos de ser moderno. Nos propone a los estridentitas como la

vanguardia que logra aglomerar la idea del arte nuevo y la revolución que, a su vez, caracterizó

parcialmente la impronta modernista propia de una vanguardia, aunque no es una copia servil

de sus homónimas europeas.

Seguido del estridentismo una problemática contundente se cristalizó en la invención o

reinterpretación de iconografía nacional para reforzar la venta/apreciación del trabajo de

algunos artistas mexicanos que apostaron por la revalorización del “arte popular” como
Luis Abel Bastida Medina

estandarte moderno. Estamos hablando -desde luego- del exvoto como modelo simbólico y la

artesanía como temática nodal para la construcción de un lenguaje visual moderno.

Este cambio no solo iconográfico o temático tiene que ver –como ya he mencionado

líneas arriba- con la dirección que toma el discurso artístico y la necesidad de implantar una

nueva sensibilidad. El caso del método Best Mugard es singular para entablar esta

convergencia, pues, tiene que ver con retomar las grecas prehispánicas, o las líneas

ornamentales de las lacas de Michoacán, Jalisco o Guerrero y de esa manera lograr una

inserción del arte popular en el gusto burgués.

Uno de los principales problemas con la narrativa histórica es principalmente la lectura

historiográfica y sus fuentes. Puntualmente, en el artículo que Pilar García dedica a la huelga

de 1911 en la escuela de bellas artes, la autora examina algunos detalles historiográficos a la

luz de la utilización de nuevas fuentes para el análisis del problema que representa tal paro

estudiantil. A través del análisis fotográfico la investigadora cuestiona planteamientos de

Raquel Tibol, mayoritariamente.

El análisis de la conformación del Arte Nacional en este texto va más allá del

muralismo, el cine y otras expresiones que para las décadas de la llamada “modernización del

arte” estaban aún en pañales sirvieron perfecto para afianzar la representación de lo rural contra

lo urbano y vinieron a poner en crisis la decimonónica y unívoca representación de la sociedad

mexicana. Este libro recoge muy diversas aristas y rompe con el discurso hegemónico y

totalizante del muralismo como única expresión productora de una idea de nación que por

cuestiones de extensión no voy a sintetizar aquí.

Antes de terminar creo necesario profundizar más en aspectos que me interesan, por

una parte la arquitectura Neocolonial, fungió como estandarte y carta de presentación de

México al mundo y por otra parte el arte mexicano que se vio nutrido por la llegada de

intelectuales y artistas de muchas latitudes que huían de problemas bélicos o guerras civiles en
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sus países. Estas interacciones propiciaron una nueva expresión y una descentralización del

arte en Europa.

En conclusión, estoy convencido que lo que nos demuestra la lectura es que no todo se

redujo al muralismo, pero, la historia ha sido narrada desde esa lógica o es también idealizada

así. Como se señala en uno de los artículos, “No es cuestión ya de la historia con mayúsculas;

más bien se trata de la evocación de un pasado imaginario”, a este respecto creo importante

anotar que, ese pasado no ha sido tan imaginario, aunque en buena parte se ha pensado así, las

fuentes y los vestigios del pasado a los que nos vinculamos muchas veces traen esas narrativas

a colación para rellenar huecos de lo que no podemos conocer.

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