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Desde el año 2006 en Chile se ha luchado por una educación de calidad, en donde

nos hemos visto rodeados de marchas estudiantiles, toma de establecimientos educativos,


hemos sido testigo de cómo los estudiantes salen a las calles a pelear por sus derechos.
Sin duda alguna estos antecedentes han dado de que hablar respecto a cómo se maneja
la educación de manera general en el país, la búsqueda de esta “educación de calidad” se
basa más que nada en el mejoramiento de infraestructuras, mejores capacitaciones para
los profesores, que la educación no sea un bien de mercado, sino más bien que se enfoque
en un 100% a construir personas para el futuro, que la educación deje de ser un privilegio
para algunos y pase a ser un derecho para todos. Pero dentro de todas esas ideas y
propuestas de mejoramiento, siempre hay vacíos, siempre nos vamos olvidando de los que
no tienen voz dentro de las escuelas, de los que no se pueden pronunciar a pelear y decidir
por sus derechos. ¿Qué pasa con los derechos de los niños con necesidades educativas
especiales? ¿Son considerados a la hora de tomar decisiones respecto a su formación
educativa? Marchesi y Martín (2000), se refieren a la calidad educativa como aquella
que potencia el desarrollo de capacidades cognitivas, sociales, afectivas, morales de los
educandos y enfatiza que debe tener en cuenta las características de los estudiantes y su
entorno social y además apoyar especialmente a aquéllos con necesidades educativas
especiales o se encuentran en zonas social o culturalmente desfavorecidas.

¿Cómo podemos saber qué sistema es mejor, educación inclusiva o integración


escolar?

La integración escolar se asume como la existencia de una única institución


educativa, que debe acoger a todas las personas, sean cuales sean sus necesidades
educativas. Aparece ligada al concepto de normalización y es originada a partir de
colectivos de padres, profesionales y asociaciones ligadas a algún tipo de discapacidad,
que reivindicaron el derecho de quienes tienen algún tipo de discapacidad a participar en la
misma institución escolar que los demás, rechazando la obligatoriedad de internarlos en
escuelas de educación especial segregadas.

Es posible que la excesiva difusión de este término, tras las sucesivas leyes
educativas que trataron de promocionarlo, en muchos casos utilizándolo para justificar
prácticas escolares poco integradoras, esto puede que haya producido cierta
desvalorización e incluso desgaste de la palabra. Sin embargo, integrar supone exigir que
todas las personas, con o sin discapacidad, participen plenamente en la sociedad para que
ésta llegue a estar completa. La integración como modelo presenta limitaciones claras, por
su intento de amoldar a los alumnos a las exigencias del sistema educativo general, cuando
lo preciso es desarrollar e incluso transformar ese sistema para que se adapte a las
necesidades del alumno (Ainscow, 2001).

La educación inclusiva tiene un papel importantísimo para afrontar la exclusión ya


conocida por años dentro de las escuelas. Incluir viene del latín “concludere” que significa
cerrar, encerrar, terminar, entonces, en pocas palabras podemos decir que incluir es
encerrar dentro de algo y esa connotación no deja de impregnar el término inclusión,
dejando cierta sensación de que, al incluir a un niño en la escuela, le estamos encerrando
físicamente entre las paredes del aula. El énfasis de la inclusión es tratar de analizar,
eliminar o minimizar los obstáculos que impiden que los estudiantes con NEE puedan
acceder a un tipo de aprendizaje optimo y logren cumplir una participación dentro del
sistema educativo. No se trata solamente de poder lograr el acceso de un pequeño grupo
de estudiantes a la escuela común, sino más bien implica atender en diversidad y asegurar
la igualdad de oportunidades y derechos en el aprendizaje, y de su plena participación e
integración.

La discusión y difusión de ambos modelos es válido, ya que entendemos que cada


niño es un mundo, la integración escolar, como sistema está bien construido, pero no
podemos dejar de lado un factor importantísimo, y es que este sistema al ser de todos, nos
encontraremos con las personas que no están de acuerdo con él, con niños y padres que
desconocen e ignoran las dificultades de los niños con NEE, se pueden desarrollar casos
de bullying y en varias ocasiones son los mismos padres los que rechazan el sistema.
¿Chile está preparado para la integración escolar?

También tenemos niños que no desean estar escolarizados en escuelas comunes,


o muchas veces necesitan los estímulos que reciben solo en las escuelas especiales,
muchos son los padres que defienden este sistema, no lo encuentran segregador como
muchos otros dicen. Es más consideran que la integración escolar es la que segrega,
porque para ellos es obvio que sus hijos necesitan otro tipo de educación y al estar insertado
en educación formal estos quedan excluidos.

La educación debe entenderse desde una mirada interdisciplinaria, para poder


alcanzar todos los niveles de conocimiento que permita obtener los fines que esta tiene.

El cerebro aprende de manera óptima cuando hace el máximo de conexiones y


cuando es desafiado apropiadamente en un entorno que estimula el asumir riesgos, sin
embargo, no logra aprender ante algún tipo de amenaza, según Salazar (2005) “debemos
crear y mantener una atmosfera de alerta relajada”, lo que implica baja amenaza y alto
desafío. Los elementos de amenazas recibidas con sentimientos de desamparo y fatiga
como también de tensión y ansiedad que son repetitivo en niños con necesidades
educativas especiales, donde muchas veces son discriminados o excluidos del aprendizaje
colectivo que se pretende dar. El aprendizaje puede estar lleno de tensiones de manera
intrínseca, prescindiendo de la habilidad ofrecida por el educador.

Esto quiere decir que para crear nuevos lugares enriquecidos que ayuden a los
estudiantes a aprender, la formación previa pedagógica deber ser desarrollada en
competencias que les permita a estos mejorar la autoeficacia, comprometer la interacción
social y una mayor conexión con las emociones. Por otro lado, hay algunos procesos que
son fundamentales que deben ser rediseñados para que los aprendices logren objetivos
finales, un cambio de diseño en los curriculum que permita crear un aprendizaje contextual,
centrado en los intereses del estudiante y un proceso de enseñanza donde los profesores
deben promover el aprendizaje grupal y colaborativo. Es importante la estimulación de los
estudiantes, aprender en lugares fuera del aula de clases y fuera de la escuela, finalmente
la implementación de un cambio radical en el proceso evaluativo, donde se los evalúe por
sus propios estilos de procesamiento de información. Así, los estudiantes supervisarían y
mejorarían sus propios procesos de aprendizaje.

Pensar en el futuro de una educación inclusiva, no solo es un deseo por parte del
estado con la nueva ley de inclusión, sino que se requiere de una buena implementación
de esta política, que promueva el respeto por la diversidad y que toda persona tenga el
acceso a la educación. Se requiere de una gran inversión para preparar a la población
chilena frente a esta diversidad y generar nuevos y más programas de preparación para
aquellos estudiantes que desean seguir con sus estudios.

Por otro lado, es importante y necesario adoptar nuevas medidas en la educación


para comprender la diversidad como la educación intercultural, enfoque de género,
diversificación de la oferta educativa, adaptación de curriculum, respeto y aceptación de la
diversidad.

Claudia Agüero
Referencias

Ainscow, M. (2001). Desarrollo de las escuelas inclusivas. Narcea.

Marchesi, A., & Martín, E. (2000). Calidad de la educación en tiempos de cambio. Madrid: Alianza
Editorial.

Salazar, S. (2005). El aporte de la neurociencia para la formación docente. Revista Electrónica


Actualidades Investigativa en educación, 5(1).

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