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El objeto social de una empresa supone definir la relación de actividades que

la nueva sociedad va a desarrollar. El objeto social de una empresa tiene que


ser lícito, posible y concreto. Debe estar correctamente redactado para que el
Registro Mercantil no pueda rechazar la inscripción de la escritura y así la
organización pueda estar constituida de manera válida.

Los expertos recomiendan evitar en el texto de definición del objeto social


expresiones como “etcétera” o “todas las actividades que guarden relación con”
porque pueden incurrir en inconcreciones y, por tanto, dar pie a que el objeto
social no se considere determinado y pueda no aceptarse su registro.

Conviene especificar que el objeto social de una empresa debe aparecer en


los estatutos sociales de la misma. Este conjunto de normas, que rigen el
funcionamiento de la sociedad, además del objeto social deben contener la
denominación o el nombre de la sociedad, el domicilio social, su capital social,
las participaciones o acciones, su numeración correlativa y su valor nominal.

De igual manera, en los estatutos sociales deberá concretarse la manera de


organización de la administración de la sociedad, indicando el número de
administrados, el plazo de ostentación del cargo y en el caso de que existiese un
sistema de retribución, se añadiría.

¿Cómo definir el objeto social de una


empresa?
Una empresa puede tener previsto desarrollar varias actividades profesionales
que no guardan relación entre sí y esto debe registrarse en el objeto social,
que podrán incluir actividades múltiples. El objeto social de una sociedad
limitada debe estar detalladamente definido. A su vez, es conveniente que,
además de la actividad inicial, tenga varias actividades que la empresa tenga
previsto abarcar en un futuro.

El Registro Mercantil impone que el objeto social quede absolutamente claro a la


hora de inscribir las escrituras, para evitar posibles equívocos. Por ello, es
recomendable recurrir a la clasificación de los códigos del CNAE o el IAE, pues
haciendo uso de su categorización se puede identificar de una manera muy
concreta y precisa prácticamente cualquier tipo de actividad y así se podrá
ajustar adecuadamente la definición de la actividad de la sociedad.

En el supuesto de que la actividad sea muy nueva y no quede recogida en la


clasificación por códigos deberádefinirse lo más detalladamente posible en el
apartado de objeto social de la empresa.
A la hora de fijar los estatutos de una sociedad mercantil es importante definir
adecuadamente el objeto social. Se trata de concretar qué actividades va a
realizar la empresa, bien inmediatamente o en el futuro, y es un punto que si no
se detalla correctamente puede impedir su inscripción en el Registro Mercantil.
Generalmente se establece un objeto social bastante amplio. Hay que tener en
cuenta que cualquier modificación estatutaria requiere el acuerdo de la Junta, la
elevación a escritura pública de ese acuerdo y la inscripción en el Registro
Mercantil, por lo que habitualmente el objeto social no sólo incluye las actividades
principales que se van a llevar a cabo, sino que también contiene otras
accesorias que podrían interesar en el futuro.
La manera de definir las actividades
Uno de los requisitos que el Registro Mercantil impone para aceptar la inscripción
de las escrituras es que el objeto social aparezca perfectamente claro, y se
concreten las actividades a realizar de manera que no puedan surgir equívocos.
Para cumplir con este precepto, un sistema muy sencillo es definir las
actividades según la calificación que éstas tienen en los códigos del IAE o del
CNAE. Si identificamos las actividades a realizar con los epígrafes
correspondientes y utilizamos el título de esos epígrafes, podremos ajustar la
definición de la actividad de manera adecuada.

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