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Cerrito de Huajsapata, el mirador natural de la

ciudad de Puno

El visitante que llega a Puno puede contemplar el panorama de toda la ciudad y


el Lago Titicaca desde su mirador natural Huajsapata, de 60 metros de altura, en
cuya cima se encuentra el monumento a Manco Cápac, el fundador del Imperio
Inca.
El mirador también es conocido como el cerrito “testigo de mis amores” por su
ubicación, además de una belleza y paz natural que ha inspirado a músicos,
poetas y a la misma población.
En el lado norte y a media altura hay algunas cavernas o grutas, donde, según
cuentan mucha personas, discurren caminos subterráneos que comunican Puno
con el Templo de Koricancha, en la Ciudad del Cusco.
Mientras que en sus alrededores se observan parques con dos toboganes y
decorado con hermosos jardines; y miradores construidos por el hombre, siendo
el más grande el que se encuentra en el lado oeste. En este mismo lugar se
reúne la población durante las fiestas de carnaval, para bailar la tradicional
pandilla puneña mientras se baja hacia las calles de la ciudad.

Cerrito de Huajsapata, testigo de


amores y desamores
El amor es un sentimiento intenso, propio del ser humano, que hace que
busquemos naturalmente en otra persona lo que nos completa, alegra y da
energía para vivir y convivir; generando un deseo de unión para entregarse,
comunicarse y crear un mundo real o imaginario. Pero, ese sentimiento así como
genera felicidad, también nos puede traer infelicidad. Por ello a través del tiempo,
se han escrito muchos poemas, compuesto innumerables canciones y
perennizado diversos lugares en homenaje al amor. Uno de esos lugares es el
Cerrito de Huajsapata, testigo de amores y desamores, según la famosa y
siempre vigente canción que lleva el mismo nombre.

La canción Cerrito de Huajsapata, es un huayno tradicional de la ciudad de Puno.


Durante la etapa de mi niñez, mi padre en las primeras horas del día, siempre
sintonizaba su radio a pilas para deleitarse con la música del Perú profundo y la
indicada canción era una de las que escuchaba continuamente, por lo cual quedó
grabada en mi mente. Pero, también despertó en mi cierta curiosidad por conocer
el famoso cerrito, ya que la letra de la canción lo alude y expresa resignación,
desprecio y orgullo por un amor perdido, con el consecuente sufrimiento, propio
de uno de los extremos de ese sentimiento tan especial y a la vez controversial,
como es el amor.

Con el paso del tiempo, cada vez que escuchaba la canción me imaginaba al
intérprete, como en un video clip, quien en una tarde de clima frío, con el viento
acariciando su rostro y el sol perdiéndose en el horizonte, subía por una
pendiente, bien abrigada, con dirección al cerrito para recordar a su amada
ausente. Luego de llegar a la parte alta, se sentaba para calmar el cansancio y
controlar su respiración. Seguidamente cogía su pequeño charango y con
rápidos rasgueos, le extraía una sonora melodía que acompañaba a su canto
sentimental, expresando así sus penas y añorando los momentos que habría
pasado junto a la ausente, en el mismo lugar donde alguna vez sintió felicidad.

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