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Bloque I: “Ética como disciplina filosófica y las diferentes teorías morales a lo largo
de la historia”
Característica esencial del ser humano en sus acciones
La eticidad (del griego éthos como carácter o forma de ser de cada ser o individuo) es la educación de valores humanos. Posee dos
dimensiones, que son la social y la moral. La Eticidad es una unidad dialéctica de la moralidad con la socialidad. En la conformación del
sujeto de la Eticidad entran en juego tres procesos: a) la socialización, b) la enculturación y, c) el desarrollo. La Eticidad es la raíz de
todas las éticas de todos los ideales y valoraciones. El homo sapiens humaniza o deshumaniza a lo largo de su vida. Lo que distingue es
su libertad ontológica, constitutiva o radical. La eticidad consiste en la capacidad propia de la naturaleza humana de preferir, de no ser
indiferente. No podemos vivir sin valorar, la eticidad implica también la proyección y transformación del hombre. El homo sapiens nace
indeterminado, nace con la posibilidad de hacerse más humano, es decir, desarrollar sus potencias, crecer hacia el bien o lo contrario
descuidar sus potencias, abandonar el crecimiento. La humanidad se transforma a sí misma y trasforma el mundo con sus creaciones
culturales. A la naturaleza, el hombre añade la cultura, la cual se incorpora a él, como una segunda naturaleza. El ser del hombre es
indeterminado y posee contrastes, tiende a establecer diferencias, a preferir, a transformar y proyectar su ser en nuevas potencias y
características que enriquezcan su naturaleza inmediata con las creaciones culturales, con la adquisición de un carácter o ethos. La eticidad
se define como "segunda naturaleza" que va formando el ser humano a lo largo de su vida, aprendiendo a respetar a los demás y a sí
mismo, formando el carácter teniendo siempre en mente a la sociedad.
Ética y moral
En contexto filosófico, la ética y la moral tienen diferentes significados. La ética está relacionada con el estudio fundamentado de los
valores morales que guían el comportamiento humano en la sociedad, mientras que la moral son las costumbres, normas, tabúes y
convenios establecidos por cada sociedad. Estos términos tienen diferente origen etimológico. La palabra "ética" viene del
griego ethos que significa "forma de ser" o "carácter". La palabra "moral" viene de la palabra latina morales, que significa "relativo a las
costumbres".
La ética es un conjunto de conocimientos derivados de la investigación de la conducta humana al tratar de explicar las reglas
morales de manera racional, fundamentada, científica y teórica. Es una reflexión sobre la moral.
La moral es el conjunto de reglas que se aplican en la vida cotidiana y todos los ciudadanos las utilizan continuamente. Estas
normas guían a cada individuo, orientando sus acciones y sus juicios sobre lo que es moral o inmoral, correcto o incorrecto,
bueno o malo.
En un sentido práctico, el propósito de la ética y la moral es muy similar. Ambas son responsables de la construcción de la base que
guiará la conducta del hombre, determinando su carácter, su altruismo y sus virtudes, y de enseñar la mejor manera de actuar y comportarse
en sociedad.
La palabra moral proviene del latín morālis y se extiende como las reglas que se adquieren por la repetición de un acto (hábito). La ética
es la teoría que se encarga de estudiar, investigar, analizar y explicar el comportamiento moral en cuanto a su diversidad y variedad. Un
código moral es el conjunto de pautas que guían nuestro actuar respecto de la convivencia con los otros y con uno mismo, en favor del
ideal "bien vivir". Un código moral puede manifestarse de manera explícita en algún gravado o documento, o bien, puede encontrarse de
forma implícita en los diversos usos y costumbres de los individuos.
Autonomía y heteronomía
Para quienes se quedaron en la etapa de heteronomía, lo bueno es aquello que hace la mayoría, en concordancia con una autoridad. El
individuo piensa que si está vigente es porque está bien. No observa tanto el contenido de una norma moral, sino quién la emite. Esto no
se aplica solamente a niños, sino también a adultos. Eso explica por qué muchas personas y sociedades son capaces de actuar en contra
de sí mismos incluso, en función de una norma. Cuando se está en una posición de heteronomía tampoco se analiza un factor moral
decisivo: la intención. Lo único que se mira es el resultado de la conducta, no su causa motivación. Piaget le pidió a un grupo de niños
que juzgara dos acciones: en una, un niño derramaba tinta sobre un mantel, sin intención, pero la mancha era gigante. En la otra, un niño
derramaba una gota de tinta intencionalmente. Ante la pregunta de quién había actuado peor, los niños respondieron que quien había
hecho una mancha más grande. Una de las características de la heteronomía es precisamente esa: la rigidez. No se evalúan intenciones, ni
contextos, ni razones. Lo único que se observa es hasta qué punto se cumplió una norma. Es lo que hacen muchos adultos frente a un
caso de infidelidad, o el incumplimiento de una meta o cualquier comportamiento transgresor. En la autonomía, en cambio, la intención
es un factor decisivo. También lo es la justicia. Si un comportamiento va en contra de las normas, pero promueve la justicia, puede
considerarse válido. Se estima que lo moral es todo aquello que fomente la equidad, la cooperación, el respeto por los demás. Si eso está
consagrado o no en las normas de los demás, pasa a un segundo lugar. En este sentido, seguro construiríamos sociedades mejores si
avanzáramos en el desarrollo de la autonomía individual.
Una solución satisfactoria al respecto puede ser conceder la razón a ambas posturas. Y aceptamos que los valores son objetivos sin llegar
a ser cosas en sí absolutamente separadas de los bienes que apreciamos y, a la vez, subjetivos son cualidades que los individuos detectan.
De ahí surge que los valores son hechos racionales: se generan en la relación entre sujeto y objeto, entre el hombre y su mundo, entre el
deseo del hombre y las circunstanciales reales que pueden aportar bienes a los integrantes de la comunidad.
Para este filósofo (Max Scheler), los valores de la santidad son más elevados que los espirituales; los espirituales son superiores a los
valores vitales y estos por supuesto a los valores de lo agradable. Apoyados en esto se afirma que una acción es moralmente buena si pone
en práctica un valor superior o positivo y es mala si lleva a cabo un valor inferior o negativo.
Valores y antivalores
De este modo los valores nos guían en todos los espacios de la vida y, de esta manera, el hecho de llevar una vida ética exige que llevemos
a cabo en varias formas los valores y que analicemos constantemente como jerarquizarlos conforme se presenten las circunstancias y los
objetivos que busquemos. Los valores humanos son aquellos bienes universales que pertenecen a nuestra naturaleza como personas y que,
en cierto sentido, nos humanizan, porque mejoran nuestra condición de personas y perfeccionan nuestra naturaleza humana. Los valores
humanos también pueden ordenarse y clasificarse de acuerdo con los beneficios que nos proporcionan. Podemos clasificar los valores
humanos en cuatro categorías: 1) valores religiosos, 2) valores morales, 3) valores humanos infra morales y 4) valores biológicos. Dentro
de los valores podemos mencionar: Libertad, Felicidad, Honestidad, Humildad, Amor, Paz, Respeto, Responsabilidad, Sencillez,
Tolerancia Social, Unidad, Ayuda, Amistad, Caridad, Equidad, Justicia, Fidelidad, Conocimiento, Trabajo y Limpieza.
El concepto de antivalores es aquel que hace referencia al grupo de valores o actitudes que pueden ser consideradas peligrosas o dañinas
para el conjunto de la comunidad en la que tienen lugar. Los antivalores son lo opuesto de los valores tradicionalmente considerados
como apropiados para la vida en sociedad, aquellos que se dan naturalmente en el ser humano y cuya presencia asegura la convivencia de
unos con otros. Como antivalores tenemos la esclavitud, angustia, deshonestidad, arrogancia, odio, guerra, irrespeto, irresponsabilidad,
altanería, intolerancia, divisionismo, perjuicio, enemistad, envidia, desigualdad, injusticia, infidelidad, ignorancia, pereza, suciedad.
Individual: Este ámbito se refiere a la autoestima o amor propio. Que viene a ser la lucha constante por el autoconocimiento,
por cuestionarnos sobre quiénes somos, quiénes queremos ser, si hemos accionado bien o mal, pero de manera especial,
cuestionarnos sobre los que nos toca hacer como seres humanos en los individual y en los social. Además como afirma la
moral cristiana, en todo hombre está presente la imagen divina y esta imagen sobresale cuando está en comunión con otras
personas. La persona cuenta con un alma espiritual e inmortal y es la única criatura a la que Dios ha amado por sí misma.
Mediante su razón es capaz de comprender el orden de las cosas establecidas por el Creador. Por su voluntad es capaz de
dirigirse por sí misma a su bien verdadero. El ser humano encuentra su perfección en la búsqueda del amor, de la verdad y del
bien. Aquí también se puede hablar del ámbito interpersonal, el cual hace relación a las amistades y a las relaciones amorosas.
Estas relaciones implican reciprocidad que permiten descubrir habilidades y desarrollarse sin obstáculos. En libertad entre
iguales, respeto mutuo así como ayuda entre ambos en el desarrollo de la autonomía y libertad.
Social: Por sociedad entendemos la unión estable y duradera de cierto número de personas moralmente obligadas, bajo alguna
autoridad legítimamente establecida, a cooperar con miras a un bien común. La sociedad humana debe ser considerada, ante
todo, como una realidad de orden principalmente espiritual: que impulse a los hombres, iluminados por la verdad, a
comunicarse entre sí los más diversos conocimientos; a defender sus derechos y cumplir sus deberes; a desear los bienes del
espíritu; a disfrutar en común del justo placer de la belleza en todas sus manifestaciones; a sentirse inclinados continuamente a
compartir con los demás lo mejor de sí mismos; a asimilar con afán, en provecho propio, los bienes espirituales del otro.
Todos estos valores informan y, al mismo tiempo, dirigen las manifestaciones de la cultura, de la economía, de la convivencia
social, del progreso y del orden político, del ordenamiento jurídico y, finalmente, de cuantos elementos constituyen la
expresión externa de la comunidad humana en su incesante desarrollo. Dentro de la sociedad está la escuela que debe
comunicar el valor de la libertad de pensamiento. Esta también el trabajo y el descanso como medio para descubrir y
desarrollar las propias potencias y a su vez descansar para reconstruirse y recrearse positivamente.