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Nº 560 07-01-2008
SOBRE EFECTOS DEL FALLECIMIENTO DEL SOLICITANTE DE UNA
CONCESIÓN DE ACUICULTURA.

N° 560 Fecha: 7-I-2008


La Subsecretaría de Pesca ha solicitado a esta Contraloría General la reconsideración del dictamen N°
10.272, de 2000, mediante el cual se concluyó que debía dejarse sin efecto la concesión de acuicultura
otorgada en favor de una persona fallecida durante la tramitación del respectivo procedimiento, antes de la
emisión del acto administrativo correspondiente.

La solicitud que ahora se plantea dice relación con las resoluciones N°s. 1.413 y 1.444, de 28 de septiembre
de 2005 y de 4 de octubre de 2005, respectivamente, ambas de la Subsecretaría de Marina, que otorgaron,
cada una de ellas, una concesión de acuicultura de porción de agua y fondo de mar a don P.A., fallecido el 11
de abril de 2005. El extracto de la resolución N° 1.444 fue publicado en el Diario Oficial de 6 de enero de 2006,
en tanto que el de la resolución N° 1.413, lo fue en la edición del 17 de enero del mismo año, todo ello de
acuerdo a lo que disponía a esas fechas el artículo 18 del decreto N° 290, de 1993, del Ministerio de
Economía, Fomento y Reconstrucción, que contiene el Reglamento de Concesiones y Autorizaciones de
Acuicultura.

La mencionada Subsecretaría postula la necesidad de revisar el criterio expuesto, considerando lo


preceptuado en la ley N° 19.880, sobre Bases de los Procedimientos Administrativos que rigen los Actos de
los órganos de la Administración del Estado, en especial sus artículos 8°, 14, 21, 40, 51, 53 y 61, de todo lo
cual concluye que la muerte del solicitante durante la tramitación de una concesión de acuicultura, no puede
poner fin a los procedimientos ya iniciados por el organismo competente, los que deben afinarse mediante un
acto que se pronuncie sobre la cuestión de fondo.

Por su parte, requerida de informe, la Subsecretaría de Marina ha señalado que el criterio sustentado en el
dictamen cuya reconsideración se solicita no se ha visto afectado por la ley N° 19.880, por lo que debe
aplicarse en los casos en que la Administración tome conocimiento del fallecimiento de un solicitante de
concesión de acuicultura, antes que el acto administrativo que otorga la concesión comience a producir sus
efectos.

Finalmente doña J.H., viuda de don P.A., junto con pedir que se le informe sobre la tramitación de la presente
solicitud de reconsideración, explica las gestiones que ha realizado ante las autoridades sectoriales para
obtener en su favor la transferencia de las concesiones otorgadas a su cónyuge fallecido. Agrega que
mediante presentaciones de 3 de mayo de 2005, su sobrino, don C.B., solicitó ante el Servicio Nacional de
Pesca dos concesiones de acuicultura, las que coincidían en cuanto a su objeto y extensión con aquéllas
ingresadas por don P.A. y que seguían tramitándose luego del fallecimiento de éste. Estas dos solicitudes
fueron rechazadas por la Subsecretaría de Pesca, mediante las resoluciones exentas N° 1.716, de 21 de junio
de 2006, y N° 2.522, de 28 de agosto de 2006, ambas de la mencionada Subsecretaría, por cuanto el sector
solicitado por el peticionario se sobreponía a las concesiones de acuicultura otorgadas por las resoluciones
N°s. 1.413 y 1.444, de 2005, de la Subsecretaría de Marina, otorgadas, como ya se ha dicho, a don P.A., y que
dicha repartición entendía como actualmente vigentes a esa data.

Al respecto y como primera consideración, es necesario precisar que el asunto planteado difiere de aquel que
se resolviera en el dictamen N° 10.272, de 2000, puesto que en esta ocasión los órganos administrativos que
intervinieron en el procedimiento de que se trata desconocían que el solicitante había fallecido con
anterioridad a la emisión de los actos administrativos que otorgaron las concesiones de acuicultura en
cuestión, circunstancia que les impidió dar aplicación a la jurisprudencia vigente sobre la materia, por lo que
no se ha configurado la infracción a los artículos 6°, 9° y 19 de la ley N° 10.336, Orgánica Constitucional de
esta Entidad de Control.

Establecido lo anterior, cabe señalar que la ley N° 18.892 -cuyo texto refundido, coordinado y sistematizado
fue fijado por el decreto N° 430, de 1991, del Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción-, define a la
concesión de acuicultura, en su artículo 2°, N° 13), como el acto administrativo mediante el cual el Ministerio
de Defensa Nacional otorga a una persona los derechos de uso y goce, por tiempo indefinido sobre
determinados bienes nacionales, para que ésta realice en ellos actividades de acuicultura.

De la definición legal transcrita se infiere que la concesión de acuicultura es un acto administrativo singular -
puesto que se refiere a una persona determinada-; de carácter favorable -puesto que genera ciertos derechos
en favor de esa persona, llamada concesionario-, y que tales derechos sólo nacen con el acto administrativo
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que los otorga y a partir de él.

Siendo así, el fallecimiento del solicitante de una concesión de acuicultura, ocurrido durante la instrucción del
procedimiento, con anterioridad a la dictación de la resolución que lo afina, incide en un supuesto fundamental
de este particular acto administrativo, como es la existencia de la persona a quien se otorgan los derechos,
por lo que la concesión emitida en estas condiciones adolece de un vicio que le ha impedido producir los
efectos que le son propios.

Tal conclusión no puede verse alterada por la circunstancia de haberse practicado actuaciones administrativas
en relación a las concesiones de acuicultura otorgadas a una persona fallecida, como es el caso de la entrega
material de las mismas de que dan cuenta las actas de 4 de mayo de 2006 -contenidas en los ordinarios N°s.
12.210/44 y 12.210/45, de la Capitanía de Puerto de Quemchi-, suscritas por doña J.H. como "representante
legal" del concesionario, actuaciones que por su carácter accesorio, adolecen del mismo vicio que afecta al
acto principal.

Las argumentaciones que expone la Subsecretaría de Pesca no resultan atendibles, comoquiera que ellas se
refieren a los aspectos adjetivos o procedimentales de la materia en análisis, sin considerar los de índole
sustantiva, referidos a la concesión de acuicultura en cuanto acto administrativo, a sus supuestos, elementos,
objeto y efectos.

En efecto, al referirse al principio conclusivo previsto en el artículo 8° de la ley N°19.880 y a la obligación de la


Administración de afinar el procedimiento iniciado, la entidad solicitante desconoce el tenor literal del artículo
2°, N°13) de la ley N°18.892 que exige que la concesión de acuicultura se otorgue a una persona -
sobreentendiéndose que ella debe existir al tiempo de la resolución que la otorga-, así como el inciso segundo
del artículo 80 de la misma ley, conforme al cual esa persona no puede ser otra que el interesado solicitante.

En cuanto al principio de inexcusabilidad y a las formas de concluir un procedimiento administrativo, a que se


refieren los artículos 14 y 40 de la ley N°19.880, corresponde señalar que tales reglas no pueden
descontextualizarse de las normas sustantivas aplicables en la especie, las que prevalecen sobre las
disposiciones adjetivas a que se refiere esa ley. En el mismo sentido, se debe agregar que la ley N°19.880 no
ha pretendido agotar las formas de terminación de los procedimientos administrativos, sino que, definiéndose
a sí misma como supletoria de lo que establezcan las leyes especiales, reconoce la aplicación preferente de
éstas, tanto en los aspectos adjetivos o procedimentales, como en los sustantivos, como ocurre en la especie.

Respecto a los interesados a que se refiere el artículo 21 de la ley N°19.880, carácter que se pretende
tendrían los herederos del solicitante de una concesión de acuicultura que ha fallecido durante la instrucción
del procedimiento, cabe reiterar que los derechos que otorga tal concesión sólo existen por medio de un acto
administrativo válidamente emitido, bajo el supuesto de existir a esa data la persona del concesionario. Por lo
mismo que se ha explicado, no es admisible sostener -como lo hace la Subsecretaría de Pesca- que el
solicitante de la concesión de acuicultura tendría un derecho "a que se le otorgara la respectiva concesión
después de haber realizado todas las gestiones necesarias para ello", el que además sería "transmisible a su
cónyuge e hijo, quienes pasan a ocupar el lugar del causante desde el momento del fallecimiento".

En relación a la ejecutoriedad del acto administrativo a que se refiere el artículo 51 de la ley N°19.880, baste
señalar que dicho atributo sólo se refiere a un acto válidamente emitido, que se haya ajustado a los requisitos
sustantivos del mismo, y que los efectos jurídicos de una concesión de acuicultura -esto es, los derechos que
otorga a su titular-, exigen como supuesto ineludible la existencia de la persona del concesionario. Por lo
demás, el problema que aquí se examina no concierne al momento en que se producen los efectos de un acto
administrativo -que es a lo que se refiere el aludido artículo 51-, sino que a los requisitos y supuestos para que
dicho acto produzca tales efectos.

En cuanto a la improcedencia de la invalidación de las resoluciones que otorgaron las concesiones de


acuicultura por haberse cumplido "con todas las normas, con los plazos, y con todos los requisitos para que
las concesiones fueran otorgadas conforme a derecho, lo cual queda de manifiesto en el hecho de que el
organismo contralor tomó razón de ambas resoluciones", cabe señalar que, siendo concordante con todas las
demás argumentaciones de la Subsecretaría, este planteamiento adolece del mismo error conceptual al
desconocer las características de la concesión de acuicultura como acto administrativo y los requisitos que la
ley N° 18.892 le impone para producir sus efectos.

En cuanto a la toma de razón de las resoluciones de que se trata, debe reiterarse el criterio uniforme que la
jurisprudencia de este Organismo de Control ha expresado en el sentido que esta diligencia sólo otorga al acto
administrativo una presunción de legalidad, la cual no obsta a la obligación que tiene la autoridad
administrativa de invalidar sus decisiones cuando nuevos elementos de juicio o antecedentes demuestran que
ellos adolecen de ilegitimidad y de revisar su actuación en aquellos casos en que se ha basado en supuestos
de hecho erróneos (aplica dictámenes 17.799 de 1990 y 35.617, de 2006).
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Por último, en cuanto a la revocación de los actos administrativos, regulada en el artículo 61 de la ley N°
19.880, y a la improcedencia de aplicarla a la situación de la especie, cabe señalar que siendo ello efectivo, tal
conclusión resulta de la naturaleza de esta institución, que extingue tales actos por razones de mérito,
oportunidad o conveniencia y no por vicios de legalidad en su otorgamiento, como es el caso de las
resoluciones exentas N°s. 1.413 y 1.444, de 2005.

Ahora bien, respecto del artículo 82 de la ley N° 18.892, que regula la transmisión de los derechos del
concesionario a sus herederos, éste no resulta aplicable en la especie, puesto que tal precepto supone que el
titular de la concesión lo ha sido, efectivamente, en forma previa a su fallecimiento.

Por similares razones, tampoco es aplicable el artículo 2° de la ley N° 20.091, que declara vigentes, en las
condiciones que indica, las concesiones de acuicultura que han incurrido, entre otras, en la causal de
caducidad establecida en la letra f) del artículo 142 de la Ley General de Pesca y Acuicultura -esto es, el
fallecimiento del titular cuando no se cumpla lo establecido en el artículo 82 de la misma ley-, puesto que ello
supone que la persona fallecida haya sido titular de la concesión de que se trate, lo que, como se ha expuesto,
no acontece en la especie.

Por todo lo expuesto, ratificando el criterio sustentado en el dictamen N° 10.272, de 2000, no cabe sino
concluir que las resoluciones N°s. 1.413 y 1.444, de 28 de septiembre de 2005 y de 4 de octubre de 2005,
respectivamente; ambas de la Subsecretaría de Marina, no se ajustan a derecho, por lo que dicha
Subsecretaría deberá adoptar las medidas necesarias para invalidar los aludidos actos administrativos.

Por otro lado, en concordancia con lo que se ha expresado, corresponde señalar que no se han ajustado a
derecho las resoluciones exentas N° 1.716, de 21 de junio de 2006, y N° 2.522, de 28 de agosto de 2006,
ambas de la Subsecretaría de Pesca, que rechazaron las solicitudes de concesión de acuicultura presentadas
por don C.B., en razón de sobreponerse a aquéllas a que se refieren las resoluciones exentas N°s. 1.413 y
1.444, de 2005, de la Subsecretaría de Marina, de manera que la autoridad administrativa competente deberá
adoptar las medidas necesarias para la regularización del procedimiento iniciado.

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