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La primera versión fue publicada allá por 1948. Desde 1961 a 1976
vendió alrededor de 300.000 copias en cada edición. Samuelson per-
mitió la coautoría de Nordhaus a partir de 1985. Quien suscribe lo
tuvo como libro de texto de la asignatura cuatrimestral de economía
en el quinto curso de carrera, cuando Nordhaus todavía no había apa-
recido en el horizonte pero ya comenzaba a trampear con el cambio
climático.
Ambos autores son los referentes de la denominada “síntesis neoclá-
sica”, que integró la teoría económica neoclásica anterior, extrema-
damente liberal, con algunos postulados keynesianos. Son los de la
integración de modelos IS/LM, y más recientemente están en la base
del empleo de modelos DSGE[1] que parecen dinámicos por su deno-
minación pero apenas lo son. En el marco de la economía capitalista,
que ellos dan por natural, Samuelson y Nordhaus son la referencia
sistémica alternativa a la escuela económica “austríaca”, la de Ludwig
von Mises y Milton Friedman, partidaria esta última del laissez-faire
más estricto y por tanto de no intervenir en absoluto en los mercados,
considerados infalibles. En esta “nueva síntesis” se autoriza cierto
grado de intervención, razón por la cual resulta ser la favorita de los
partidos de centro derecha hoy llamados socialdemócratas.
¿Cómo sabe Nordhaus cuáles son estos costes evitados? Esta es una
ecuación clave, donde toda especulación es poca y se discute entre
modelos lineales, funciones exponenciales de distinto orden, etc., en
función de la temperatura media de la Tierra. Un sinvivir que revela a
las claras que esto es de cuantificación imposible, y que por tanto el
margen de probabilidad atribuido al resultado basado en estas suposi-
ciones resultará ser tan amplio que dejará de tener significación
alguna, el ejercicio habrá sido fútil y no servirá más que para confun-
dir.
Pero no. Nordhaus afirmó que, como la economía USA dedicaba sólo
el 3% a la alimentación humana, si eso iba a perderse por causa del
cambio climático no pasaba nada grave, pues ello podía ser sustituido
por otra actividad económica de PIB superior. Esa era su receta para
la “adaptación”. De verdad que no le saco de contexto afirmaciones
buscadas para impactar. En una obra académica de 2011 bajo el título
“The Second Law of Economics: Energy, Entropy, and the Origins of
Wealth” Reiner Kümmel, del Instituto de Física Teórica y Astrofísica
de la Universidad de Würzburg, señalaba, citando a Herman E. Daly,
que:
Todo esto no puede terminar sin señalar que, además lo que antecede,
los modelos climáticos que los economistas eligen de entre el elenco
que encuentran en la climatología no son cualesquiera modelos climá-
ticos. Para empezar, no solo son los más simples, y por tanto menos
precisos, sino que albergan una característica común: son, de entre
los disponibles, los que atribuyen parámetros más moderados en
todas las variables relevantes, por ejemplo una sensibilidad climática
que llega a ser inferior a 2,5 °C (8). Con todos estos artificios, inte-
grando a discreción modelos económicos y modelos climáticos, siem-
pre acaban encontrando un clima futuro lo suficientemente suave
como para sedarse ellos en primer lugar, no alarmar al respetable y
que todo siga igual. Mientras ellos siguen discutiendo lo del impuesto
al carbono y su precio justo, que puede llegar a variar en órdenes de
magnitud.
Había alternativas
Notas