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Depresión

Hay días en lo que simplemente todo es una mierda, días en los que es preferible no empezar
sin una buena dosis de trago, días en que la tristeza eterna de los domingos ataca de la manera
más pendeja posible, sientes como esa tranquilidad agobiante del séptimo día se vuelve
repetitivo a lo largo de la semana. Puedes estar triste pero no deprimido y es que lo último es
una escala incontable de tristezas.

Normalmente las tristezas no llegan a convertirse en depresión sin un detonante, que en su


mayoría de veces son continuas decepciones amorosas.

Es en esta etapa de la vida, en la que uno llega a pasar más tiempo consigo mismo que cuando
uno es feliz. Empiezas a meditar sobre tus acciones, sobre tu vida y te das cuenta que cada
cosa que piensas es una razón más para entrar en una depresión más profunda.

Tratas de sobrellevar esto de la manera más solitaria posible, ríes en el trabajo, sigues siendo
el buen tipo que están acostumbrados a ver tus amigos de la Universidad, tu familia te ve con
una sonrisa de oreja a oreja y todos piensan que todo va bien, pero dentro de ti sabes que
nada va tan bien como todos piensan, tu eres el único que sabe en verdad lo mal que lo estás
pasando, pero no quieres ayuda, no necesitas que nadie te sienta lastima o quizás es que
simplemente no quieres mostrar ese lado que es tan humano y tan puro como la felicidad.

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