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La principal consigna en la marcha que se llevó a cabo en la Universidad el pasado


miércoles fue acabar con los porros, Ustedes ven viable que se terminen con los
grupos como el de Ustedes.

En primer lugar, agradecemos el espacio otorgado por este medio de comunicación para
escuchar nuestra postura frente a las manifestaciones sociales, sobre todo de
universitarios, dentro de CU; todas ellas, a partir de la conciencia social adquirir, con la
finalidad de lograr una sociedad incluyente, segura, pacífica y respetuosa de los
derechos humanos de todos los universitarios.

Tenemos conocimiento de la marcha llevada a cabo el día cinco de septiembre del


presente año. Los reclamos sociales ahí levantados, se externaron no solo contra los
denominados “grupos porriles”, sino también contra otro tipo de exigencias que
preocupan y son trascendentes para el desarrollo armónico y pacífico de la comunidad
universitaria. En la marcha no solo hubo consignas relacionadas con la expulsión de esos
grupos de la UNAM, sino que también, acorde con la estructura plural que caracteriza a
la Universidad, se escucharon otro tipo de exigencias relacionadas con la seguridad
dentro y fuera de los planteles universitarios, al cese de la violencia en la cual la propia
Universidad se ha visto sumergida a través de desafortunadas y lamentables pérdidas
humanas y materiales; así como a la devolución de las áreas de la propia Universidad
que han sido tomadas por grupos ajenos a la organización administrativa; incluso,
existen demandas sobre la forma de vigilancia dentro de los planteles para evitar el
desarrollo de actividades ilícitas, entre ellas, el narcomenudeo; de la propia
administración de los recursos, de la forma en elección de los directivos y demás
personal administrativo; la denuncia y seguimiento por la autoridad competente, hasta
su total de resolución, de los procedimientos de responsabilidad contra las personas
que llevaron a cabo los sucesos del pasado lunes tres de septiembre; y de la
participación democrática del alumnado en la toma de decisiones de los temas que
atañen a la comunidad universitaria, entre ellos, la elección de los directivos; y de la
paralización de la violencia contra las mujeres, que ahora resulta un tema estructural y
de singular preocupación dado el aumento de feminicidios en todo el país.

Todas estas demandas que tuvieron cabida en la marcha, como lo externamos en el


comunicado del pasado cinco, son completamente respaldas y aceptadas por nosotros.
Por ello, creemos que ese movimiento social, esa marcha, sobre todo de exigencia
democrática y de seguridad, no puede tener como objeto nulificar un grupo en
específico, precisamente porque ello sería en contra de los principios que rigen la
institución. La finalidad perseguida va más allá, se exige una mejor Universidad, con
respeto a los derechos de los alumnos, y con la previsión de mayores garantías para ello.

La democracia y la pluralidad, así como el respeto a la libre expresión de las ideas, son
parte de los principios que rigen a la Universidad. Por ello, estamos ciertos y

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compartimos la preocupación, y exigimos un cese a los grupos violentos dentro de la
Universidad.

Ahora, nos parece importante realizar algunas precisiones en relación con la calificación
que se nos ha dado como “grupo porril”.

El concepto de “porros” es una construcción cultural, desarrollado como “un


movimiento que es pagado por las autoridades para crear o diluir conflictos sociales”,
entonces, deberemos cuestionar esa conceptualización. Recientemente, ese concepto
ha sido dirigido únicamente a quienes portan un “jersey” y acuden a eventos deportivos,
atribuido por personas, que a partir de una mera calificación unilateral identifican a
aquellas personas, matriculadas o no, que no comparten ideas, precisamente, con otros
grupos, incluso, que, ante la negativa de negociación, pueden calificarse como radicales.

Aquí es importante decir que el “porrismo” ha sido identificado en su contexto negativo,


como grupo de choque o disuasivo de las protestas estudiantes; que ha sido tal la
propaganda social, en todos los ámbitos, que se ha estereotipado a la gente por vestir
un “jersey”, o formar parte de un grupo que los demás califican de “porril”.

Una vez precisado lo anterior, es importante subrayar que no, no hay forma de acabar
con grupos como nosotros al ser una manifestación del ejercicio al derecho de libre
asociación.

Las protestas, dentro y fuera de la Universidad, son parte del ejercicio de la pluralidad
democrática; pero también una asociación como la de nosotros, es parte del ejercicio
de la democracia porque compartimos una ideología y una forma de entender el
mundo, incluso, siendo parte de la población económicamente activa, y muchos con
calificaciones sobresalientes. El problema es la descalificación de los grupos sobre la
base de meros prejuicios relacionados con una idea hechiza de lo que es el “porrismo”.
Estamos de acuerdo que una asociación, cualquiera que sea, dentro o fuera de la
Universidad, no debe tener como fin un daño social, y por eso nuestro grupo no debe
ser descalificado por una reacción a la inseguridad que todos vivimos en este país.

Somos un grupo cultural y deportivo que, como todos en este país, buscamos un México
mejor, por eso creamos y creemos en nuestro movimiento; el principio y sentimiento
de fraternidad guían nuestras acciones, la solidaridad no solo al interior sino al exterior
ha sido bandera de nuestras recientes acciones; por eso, incluso, en comunicado
reciente de rectoría, se puede observar que no existe señalamiento en contra de
persona alguna perteneciente a nuestra asociación.

Estamos conscientes del reclamo social y universitario, pero también pedimos no ser
estigmatizados ni discriminados, por el solo hecho de ser parte de un grupo y por vestir
un “jersey”; también somos estudiantes, padres y madres de familia, hijos y, sobre todo,

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universitarios; buscamos la perfección individual y social, cada día luchamos no solo por
nuestros ideales, sino por los que secundan a la propia universidad y México.

Por todo ello, creemos que debemos hablar y escuchar en democracia, sin que se nos
coarte nuestro libre desarrollo de la personalidad, traducido en el caso, en ser parte de
una asociación estudiantil, por eso creemos que los reclamos de los compañeros que se
manifestaron en la marcha del pasado cinco de septiembre son válidos, pero también
creemos que se debe escuchar nuestra voz sin prejuicios ni estereotipos que nos
discriminen por el solo hecho de ser parte del “3 de marzo”.

Finalmente, queremos manifestar que estamos en una constante transformación para


erradicar la violencia estructural que se vive en nuestras familias, escuelas, barrios y
comunidades; nuestras acciones y reclamos han sido institucionales, siempre
privilegiando el diálogo y la inclusión. Estamos dispuestos a seguir en esa posición
conciliadora, en donde todos los grupos encuentren cabida y desarrollo en la
universidad, pero condenando cualquier acto violento contra cualquier persona.

2. ¿Cuáles son los intereses o su motivo de ser en la vida de la universidad, qué fines
persiguen y qué buscan?

Los fines siempre serán precedidos por los principios. Hablando de principios, el grupo
cultural y deportivo “3 de Marzo” encuentra su origen, su nacimiento, en la hermandad,
en la fraternidad, en la amistad y en los lazos que se crean en la juventud y que, con el
paso del tiempo, están destinados a crecer y fortalecerse. Nuestro grupo busca y brinda
ayuda mutua, actividades deportivas, recreativas y culturales.

Debemos entender dos finalidades, lo individual y lo social. Desde la primera visión, los
fines que perseguimos son los de todo estudiante, tener los conocimientos necesarios
para tener mejores condiciones de vida con los conocimientos técnicos y profesionales
que ofrece la universidad.

A partir de una visión social, y como hemos aprendido y concientizado en la propia


universidad, no somos ajenos a la realidad mexicana; creemos en los principios de la
nación y, por ello, buscamos ayudar y mejor la vida de los que están a nuestro alrededor.
Buscamos no solo ser mejores personas, sino un México más seguro.

3. Se habla de que Ustedes son grupos de choque que funcionan por órdenes y
financiados por mandos políticos, ya sea de la universidad o de algún partido, ¿qué
tan cierto es esto?

Bajo la concepción de que “los grupos de choque” son manejados y financiados por
grupos políticos, debemos aclarar que nuestra asociación es y ha sido independiente de

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cualquier institución pública; las decisiones y actividades que desarrollamos no son
dirigidas por personas ajenas al grupo; y, hasta el día de hoy, no hemos contado con
apoyo de ningún tipo para el desarrollo de nuestras actividades, pues nuestra asociación
es soportada por los miembros de nuestro propio grupo, a partir de aportaciones
materiales o inmateriales que responden a situaciones particulares y no generalizadas,
pues todo ello depende del tipo de actividad cultural o deportiva, incluso humanitaria,
que decidamos llevar a cabo.

4. ¿Cómo es su forma de operar, cuál es su relación con otros grupos de choque


señalados por Rectoría?

A este respecto, enfatizamos que no somos un grupo de choque.

5. En su opinión ¿cuál creen que haya sido el fondo de los ataques contra activistas
del CCH Azcapotzalco el pasado lunes en frente dectoría?

No estamos en posibilidad de externar opinión alguna sobre el origen de la


confrontación que se advierte, a partir de los videos que han circulado en diversos
medios de comunicación, entre dos grupos en la explanada de rectoría el pasado tres
de septiembre de dos mil dieciocho; sin embargo, como lo mencionados en nuestro
comunicado, exigimos que las autoridades correspondientes investiguen y sancionen,
con respeto a los derechos universitarios y humanos, a través de las vías jurídicas
procedentes, y con base en el principio de presunción de inocencia, a los responsables
de esos hechos que han lastimado a toda la comunidad universitaria y al país en general.

6. ¿Qué mensaje le darían al rector y al mismo AMLO que pretenden acabar con el
movimiento porril?

Estimamos que la calificación de “movimiento porril” constituye un lenguaje


discriminatorio; por ello, creemos que no debe ser utilizado dentro de las instituciones
y de las aulas universitarias. Estamos ciertos de que cualquier persona, y no grupo, que
contravenga la normatividad universitaria, a partir del principio de autonomía y
autogobierno, deberá ser investigado a través de los canales jurídicos correspondientes,
en respeto de sus derechos no solo como universitario sino como persona humana.

Por eso, al igual que toda la sociedad, exigimos un cese a la violencia dentro y fuera de
las aulas universitarias; pero no con una discriminación o estigmatización hacia
cualquier grupo u organización estudiantil. La investigación de los hechos no debe ser
en función de descalificaciones y a partir de ideologías preconstituidas y negativas sobre
ciertos grupos, sino de hechos concretos y contrarios a la normatividad universitaria,
previamente investigados y sancionados con respecto a los derechos fundamentales.

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También solicitamos que el manejo de los planteles esté a cargo de autoridades
universitarias y no de personas ajenas a éstas. Los accesos a las escuelas y la vigilancia
dentro de éstas, no puede quedar al arbitrio de personas o grupos que se ostenten como
representantes de las autoridades administrativas, ni menos aún puede permitirse o
tolerarse actividades de señalamiento, marcas o identificación de los propios
estudiantes, ajenas a las exigidas en la normatividad, y que es de conocimiento público
que se traducen en el ingreso de los estudiantes a los planteles con la credencial
respectiva. En este sentido, exigimos el respecto y garantía de los derechos humanos de
todos los integrantes de la comunidad universitaria y, en su caso, las investigaciones
correspondientes.

A partir de un trabajo conjunto de la rectoría y del nuevo gobierno Federal, como ha


sucedido en otros temas de interés nacional, esperamos que se creen canales de diálogo
eficaces a la participación de todos los grupos estudiantiles y académicos, con el objeto
de revisar a organización, administración y procedimientos que puedan afectar al
estudiantado; todo ello dentro de sus respectivas esferas competenciales. Las
necesidades de hoy no son las mismas que las de ayer, y requieren de propuestas
innovadoras para a juventud.

7. ¿Tienen pensado tomar algunas acciones en caso de que en realidad se lleven


acciones en su contra?

Al igual que sucedió con la manifestación concentrada en CU el pasado cinco de


septiembre de este año, en caso de que nuestras demandas y derechos se vean
violentados, y en respeto a las propias instituciones y al Estado de Derecho, ejerceremos
nuestro derecho a la libre y pacífica expresión de nuestras ideas, siempre sobre la base
de los principios que rigen nuestra asociación y que son congruentes con los propios de
la universidad.

Sin embargo, confiamos en nuestras autoridades e instituciones, en el respeto a la


manifestación democrática dentro de la universidad; y creemos que, a partir de la
concepción cosmopolita y plural de ésta, coexistirán todas las manifestaciones de
opinión dentro de la comunidad estudiantil.

8. ¿Se sienten protegidos y por quién?

Estamos protegidos por el propio Estados de Derecho, por la legislación e instituciones


universitarias.

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9. ¿Qué mensajes le dan a la sociedad y a la comunidad universitaria, quiénes los ven
como violentos, ajenos a la universidad, agitadores?

El mensaje que le damos a la sociedad en general es que no somos “porros”, somos


parte de la comunidad estudiantil; somos un grupo de personas con conciencia social,
con una ideología común basada en principios de fraternidad, hermandad y amistad;
que día con día luchamos por ser mejores personas al servicio de la patria; y que
representamos, al igual que cualquier otro, valores y principios democráticos.

Asimismo, creemos que las instituciones son perfectibles, y que deben ser objeto de
revisión continua, y a partir del principio de democracia, debe garantizarse la
participación de los estudiantes de cada plantel en la integración de los tribunales que
juzguen los hechos que pretendan ser calificados como infracciones administrativas y
que representen una afectación a sus derechos de afiliación estudiantil.

10. ¿Firmarían un acuerdo de paz y de no agresión con activistas y estudiantes?

Trabajamos en conjunto con compañeros del CCH Vallejo y otros planteles para cuidar
la integridad de las personas, sobre todo de las mujeres, es decir, en solidaridad de
todos los integrantes de la comunidad ceceachera, para garantizar el acceso y
permanencia segura dentro y fuera de ésta.

Siempre hemos estado dispuestos a la cooperación y al diálogo institucional, con la


finalidad de construir consensos para mejorar las condiciones, la convivencia y el
desarrollo de todo el alumnado.

Dentro de nuestro grupo, ha sido constante la preocupación por la violencia del país,
por eso estamos en constante desarrollo de estrategias para combatir cualquier acto o
amenaza no solo contra personas de nuestro grupo, sino de todos los que somos parte
del CCH Vallejo.

Por ello, proponemos la creación de un grupo interdisciplinario de análisis sobre el


origen y causas de la violencia, con el objetivo de combatir eficazmente ésta dentro de
las instalaciones universitarias, pues es sabido que todos los estudiantes debemos estar
en un ambiente pacífico donde fluyan más las ideas que las agresiones. Todos nosotros
somos parte de la comunidad universitaria, y creemos en el mejoramiento institucional
y, de ser necesario, en la transformación, a través de la negociación, de ciertos aspectos
de la vida universitaria, tal como lo exigieron nuestros compañeros en la concentración
del cinco de septiembre de dos mil dieciocho y a los que ya nos hemos referido.

Finalmente, queremos expresar nuestra preocupación por el cierre prolongado de los


planteles. Por experiencias pasadas, específicamente de 1999, creemos que los
planteles no deben ser secuestrados por ninguna persona, porque su cierre es contrario

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a la finalidad primordial y principal de la UNAM, que es la impartición de la educación.
Los planteles deben estar abiertos para brindar la educación a la juventud, pero también
para, a partir del disentimiento y la libre expresión de las ideas, dialogar y consensar en
soluciones pacíficas y benéficas para la comunidad, siendo imprescindible que sean
escuchadas todas las voces, sin importar ideología, edad, ni condición alguna.

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