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Síntesis

En la actualidad, y según afirman los autores del libro "Educar la inteligencia emocional en el aula",
se está creciendo a favor de una nueva corriente educativa según la cual la educación de las
emociones por parte de los individuos pasa a ser fundamental de cara a la formación de ciudadanos
equilibrados y con garantías de éxito en la actual y futura sociedad del siglo XXI.

Esta educación emocional va a conformar la base de lo que recientemente se ha dado a llamar


inteligencia emocional. Este concepto, surge recientemente en el campo de la psicología y ha ido
cobrando fuerza en los últimos años como una parte importante en la educación de las personas, no
solo durante la infancia, sino que durante toda la vida. Sin embargo, la inteligencia emocional y el
papel que juegan las emociones en la conducta y en el aprendizaje sigue siendo objeto de estudio por
parte de los psicopedagogos. Esto es debido en gran parte a que el concepto de inteligencia emocional
aún no se encuentra bien delimitado conceptualmente debido al carácter subjetivo de las emociones
en las personas. Además, aún queda mucho por descubrir respecto a los factores fisiológicos que
influyen sobre el sustrato emocional, así como su relación fisiológica con los aspectos de la
inteligencia cognitiva. Sin embargo, a día de hoy, hay suficientes estudios que evidencian la relación
bidireccional que existe entre los aspectos emocionales y los cognitivos en cuanto a su influencia
sobre la conducta humana y sobre el aprendizaje.

Esta será la tesis, es decir, el pilar fundamental sobre el que se sostiene el libro a la hora de reconocer
la importancia y justificar curricularmente la introducción de forma organizada y planificada la
inteligencia emocional en las aulas. Esta tesis sostiene que en el desarrollo de la inteligencia
emocional también incide el aspecto cognitivo, ya que ésta se define como un proceso bidireccional
en el cual interactúan los factores emocionales y los cognitivos. Por tanto, se parte de la premisa de
que el objetivo de la educación de las personas será la correcta armonización entre los aspectos
emocionales y los cognitivos. De esta forma, el objetivo de la educación de la inteligencia emocional
será buscar un balance óptimo o equilibrio entre lo que sentimos y lo que pensamos, lo cual
favorecerá un correcto desarrollo personal con garantías de éxito futuro en la sociedad, ya sea en el
ámbito personal o en el profesional.

A raíz de esta idea, los autores del libro desarrollan una propuesta práctica para desarrollar la
inteligencia emocional en el aula de forma planificada y organizada. Para ello, establecen varias fases
de aplicación práctica. En primer lugar, consideran que deben ser los propios docentes quienes
realicen un proceso de autorreflexión sobre sus capacidades emocionales a la hora de impartir
docencia. Es decir, tratar de medir en cierta manera su propia inteligencia emocional aplicada al
ámbito educativo. Para facilitar este proceso, se idea un cuestionario sobre práctica educativa y
desarrollo de emociones (PEYDE), al cual debe someterse el profesor tratando de ser lo más sincero
posible en sus respuestas, puesto que este cuestionario está dirigido a uno mismo. De esta forma, se
realiza una toma de conciencia acerca de cómo actuamos y de cómo estamos educando el desarrollo
emocional. Este concepto hace referencia a la propia conciencia emocional, uno de los principales
factores de la inteligencia emocional el cual se desarrollará en el siguiente apartado de forma más
amplia junto con el resto de factores. Resumiendo, este primer paso nos permite conocer nuestro
punto de partida a la hora de desarrollar nuevos aprendizajes relacionados con el desarrollo
emocional.

En segundo lugar, se hace referencia a introducción de unas líneas de actuación para introducir la
educación emocional en el aula y eliminarla así de la lista de efectos no controlados de la educación.
Para ello, los autores se justifican basándose en su planteamiento teórico, según el cual, una vez más
partimos de la premisa de integración de prácticas educativas adecuadas para la armonización de las
capacidades cognitivo-emocionales. Por último, la última fase del programa consistiría en su propia
aplicación práctica en el aula siguiendo las directrices del programa PRIE para el desarrollo de la
inteligencia emocional ya sea o bien a través de sesiones de las distintas áreas a lo largo de un curso o a
través del plan de acción tutorial de forma específica.

Los primeros capítulos del libro están dedicados a establecer el marco teórico conceptual para tratar
de delimitar el concepto de inteligencia emocional, de forma que se comprendan mejor los factores
que la componen, los cuales se van a desarrollar con más profundidad en el siguiente apartado. No
obstante, a la hora de estudiar el concepto de inteligencia emocional es inevitable realizar una
revisión conceptual por separado de los conceptos que la componen, dada su doble dimensionalidad.
Por un lado, se realiza una revisión de cómo ha evolucionado el concepto de inteligencia desde el
punto de vista de los procesos psicológicos; y por otro, se realiza una revisión de la dimensión
emocional, es decir, la evolución conceptual de las emociones en los últimos años.

El concepto de inteligencia se ha visto modificado en los últimos años debido a la aparición de nuevas
teorías. En sus orígenes, y basándose en las teorías conductistas, se tenía la firme creencia de que la
inteligencia estaba determinada biológicamente en gran medida. En base a estas teorías surge el
indicador más extendido para medir la inteligencia: el CI (cociente intelectual). Este indicador ha sido
durante muchos años la referencia a la hora de medir la inteligencia llegando a aplicarse desde los
centros educativos hasta el ámbito laboral. Sin embargo, en la actualidad, este test o prueba ha
perdido fiabilidad al considerarse como una prueba limitada para la medición de la inteligencia,
puesto que se centra en las dimensiones de la inteligencia lógico-matemática y lingüística a la hora de
evaluarlas. Estos aspectos de la inteligencia, tradicionalmente han sido los más valorados y
fomentados por la mayoría de instituciones, entre las que se encuentran las educativas. No obstante,
gracias a las aportaciones de Gardner en el campo de la inteligencia, se señala que esta se compone de
múltiples dimensiones diferenciadas entre sí, a las cuales se les da el mismo nivel de relevancia. Por
otra parte, se señala que estas inteligencias son sensibles al entorno sociocultural en el cual se
desarrollan, con lo que se podrán modificar a través de la práctica educativa. De esta forma, surge una
nueva concepción de la inteligencia denominada inteligencias múltiples, entre las cuales,
posteriormente dará lugar a la definición de inteligencia emocional.

En cuanto al estudio de las emociones desde el punto de vista psicológico, el propio Darwin en el siglo
XIX señalaba en una de sus teorías la existencia de una relación entre el componente biológico y las
emociones. De esta forma surge una nueva concepción de las emociones la cual responde a una
función adaptativa al medio en el que se está desarrollando. No obstante la psicología tuvo relegada
durante muchos años a la teoría Biologista de las emociones centrándose exclusivamente en la relación
entre emociones y los procesos físico-químicos que se producen en el organismo. Sin embargo, a día
de hoy es sabido que las emociones son fenómenos multidimensionales que se pueden estudiar
desde diferentes perspectivas. Desde la perspectiva de psicología, las emociones serán los estados
afectivos subjetivos que nacen de nuestro aprendizaje, es decir, de la experiencia emocional. Por tanto,
tal y como ya dejaba entrever Darwin, estos estados afectivos van a cumplir una función social la cual
nos permite comunicar nuestros sentimientos así como entender los de los demás. Por otra parte, esta
necesidad de comunicación emocional, surge ya desde la primera infancia.

A raíz de estas teorías sobre el campo de estudio emocional, surge el debate sobre lo biológico frente
a lo cognitivo en el estudio de las emociones. De esta forma se intenta dar primacía a un aspecto sobre
el otro. Sin embargo, no se podrían entender las emociones si no es uniendo estas dos perspectivas.
Así lo expresa Damasio, a través de una posición unificadora basada en la distinción entre emociones
primarias y secundarias. Las primarias harán referencia a las emociones más básicas las cuales se
producen de forma espontánea como una reacción rápida ante un estímulo. Por otro lado, las
secundarias se refieren a la relación entre las primarias y una serie de situaciones o experiencias que se
van registrando en una especie de memoria emocional. Estas dos categorías de emoción se alojan en
áreas distintas las cuales están conectadas entre sí. De este ir y venir de emociones, surge una vez más
la tesis que se defiende en el libro la cual explica como la armonía entre emoción y cognición permite
el funcionamiento simultáneo entre las áreas encargadas de las emociones y el neurocórtex cerebral.
Por tanto, la educación emocional tal vez favorezca una evolución a través de la conexión entre lo
emocional y lo cognitivo.

En base a estas teorías, la educación de los padres va a ser clave desde las primeras etapas de la
infancia. Los padres, a través de su acción educativa van a configurar el entorno del niño lo que va a
tener una gran influencia en el desarrollo fisiológico de sus emociones. El niño, a través de su
imaginación genera juegos mentales que le permiten desarrollarse emocionalmente en su entorno.
Este desarrollo irá en consonancia con las normas o códigos sociales de cada sociedad los cuales
irán moldeando la personalidad del niño a través de su aprendizaje. Por lo tanto, los autores
coinciden en que tanto el desarrollo cognitivo como el emocional se pueden ver facilitados por los
procesos educativos a través de la escuela.

Una vez revisados los conceptos de inteligencia y emociones, se trata de delimitar el concepto de
inteligencia emocional. Desde las aportaciones de Mayer y Salovey, quienes realizan la primera
definición formal de inteligencia emocional se han dirigido las investigaciones hacia un desarrollo
científico de la teoría y la medición de la inteligencia emocional. El concepto de inteligencia
emocional alcanza su máxima difusión a través de las publicaciones de Goleman, quien basándose en
los estudios previos de las inteligencias múltiples de Gardner, aúna los conceptos de inteligencia
interpersonal e inteligencia intrapersonal para definir la inteligencia emocional. Sin embargo, el
ámbito de aplicación de éstas teorías guardan más relación con el ámbito profesional dada la nueva
realidad empresarial del momento donde prima el trabajo en grupo y las habilidades sociales a la hora
de lidiar con los problemas, lo que va a ser muy valorado por las empresas. Cualidades todas ellas
relacionadas con la inteligencia emoción Por otra parte, otro de los factores clave acerca de la
inteligencia emocional, es que se puede modificar a través de su correcta educación.

De esta forma, adaptando al ámbito educativo el trabajo previo de Goleman, hoy en día resulta evidente
que se debe educar en la escuela de forma conjunta tanto la inteligencia cognitiva como la emocional,
ya que se ha demostrado que es un factor clave de éxito tanto en lo personal como en lo profesional en
la actual sociedad.
El siguiente apartado se centrará por tanto, en tratar de explicar en qué consiste la inteligencia
emocional, así como desarrollar los factores que la componen de tal forma que nos permita conocer
cuáles van a ser las estrategias que nos permitan desarrollar la acción educativa de la inteligencia
emocional en el aula.
Desarrollo

La inteligencia emocional, tal y como se ha expresado anteriormente va a ser un factor clave del éxito
en la vida. Tal y como señala Goleman, en los últimos años la realidad social que afecta al ámbito
laboral ha cambiado drásticamente. Tanto es así, que es habitual que desaparezcan puestos de trabajo
tradicionales en detrimento de nuevos puestos de trabajo más relacionados con las nuevas tecnologías.
Por otra parte, la nueva realidad empresarial abarca cada vez prácticas más agresivas como pueden ser
fusiones, compras, competencia, y un largo etcétera en el que no adaptarse puede suponer la
desaparición. Tal es esa situación que a día de hoy, a la hora de realizar la selección de personal por
parte de las empresas, se van a valorar otra serie de habilidades que tradicionalmente no se tenían tan
en cuenta. Tales como la intuición, la capacidad para resolver conflictos en un grupo, la cooperación
con el resto de compañeros; resumiendo, una serie de habilidades sociales que a día de hoy se definen
como inteligencia emocional.

Es por eso, que dada esta nueva realidad empresarial, va a ser tan importante el desarrollo de la
inteligencia emocional en las nuevas generaciones de jóvenes para garantizar una buena adaptación a
su futura vida laboral. Por otra parte, una buena educación de las emociones, no solo va a ofrecernos
más garantías de éxito en el ámbito profesional, sino que nos va a permitir armonizar nuestra parte
cognitiva con nuestra parte emocional, ya que como veremos más adelante, una inteligencia
emocional bien desarrollada nos permite tener un buen autoconcepto, así como gestionar nuestras
emociones de forma eficaz e inteligente, y en definitiva, ser más felices.

Por tanto, a la luz de estos argumentos, resulta claro y evidente que la educación emocional va a ser
fundamental en el desarrollo de los jóvenes. En primera instancia, la educación por parte de los padres
va a ser decisiva en la configuración de la personalidad del niño. Sin embargo, a pesar de la
responsabilidad paterna, no siempre ocurre tal hecho, o en muchos casos escapa al control paterno.
Surge aquí la responsabilidad de la escuela como la responsable de garantizar la educación integral de
los jóvenes. Con educación integral, nos referimos a la educación tanto de la dimensión cognitiva como
la emocional. Es aquí, donde la escuela debe tomar las riendas en la formación intelectual de los
jóvenes, como puede ser el caso, de aquellos con desajustes en su desarrollo emocional. Más aún si
cabe, en los adolescentes, ya que esta etapa en sí misma supone un momento de cambios y desajustes
tanto emocionales como cognitivos.

Actualmente, corresponde a la educación la tarea de desarrollar la educación emocional en los


alumnos. Tanto es así, que la tendencia en cuanto a la legislación educativa, es dar cada vez más
cabida a los contenidos relacionados con el desarrollo emocional. De esta forma, ya en 1990 con la
introducción de la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE), en el currículum
educativo se habla explícitamente de favorecer una educación integral del alumno, de forma que se
abarque todo tipo de contenidos, y no solo los que tradicionalmente han tenido más peso, como son los
conceptuales y procedimentales. De esta forma surge un nuevo tipo de contenidos a tener en cuenta,
los actitudinales, los cuales se deben incluir en la programación de los docentes. Este tipo de
contenidos guardan estrecha relación con el desarrollo de la inteligencia emocional.

Sin embargo, el currículum establece el marco preceptivo con el que debemos trabajar, pero será
responsabilidad de los docentes establecer la forma en que se lleva a cabo la acción educativa. Con
esto, lo que está claro es que cada docente adapta estos criterios a sus propios métodos, sin embargo, tal
y como afirman los autores del libro, conviene realizar de forma planificada y estructurada esta
educación emocional, ya sea incluyendo contenidos de este tipo en las unidades didácticas o bien
trabajándolos de forma específica a través del plan de acción tutorial. De esta forma lo que se pretende
es eliminar la educación emocional de la lista de efectos no controlados de la educación. En muchos
casos, cuando trasmitimos este tipo de contenidos de forma no planificada o incluso inconsciente, lo
que realmente hacemos es transmitir lo que se viene a denominar el currículum oculto, en el que
muchas veces se transmiten aprendizajes erróneos o poco convenientes.

Por lo tanto, y según señalan los autores del libro, el primer paso será tomar la decisión de cambiar
esta realidad del día a día en las clases y realizar una autorreflexión sobre nuestras propias prácticas
docentes en relación a la educación emocional que tiene lugar hacia los alumnos. Esta va a ser la
primera parte del programa, el cual, se desarrollará posteriormente con más profundidad. Para ello,
en primer lugar, debemos conocer en que consiste exactamente la inteligencia emocional, así como
los factores que la componen.

La inteligencia emocional, tal y como se señala en el apartado anterior, se define formalmente por
primera vez por Mayer y Salovey como "una parte de la inteligencia social que incluye la capacidad
de controlar nuestras emociones y las de los demás, discriminar entre ellas y usar dicha información
para guiar nuestro pensamiento y nuestros comportamientos". Por tanto, definen la inteligencia
emocional como una serie de habilidades que solo pueden ser medidas en situaciones de la vida real.
Por otra parte, en su definición hacen referencia a la relación entre la parte emocional y la cognitiva,
siendo clave la armonización entre ellas para el desarrollo humano. Años más tarde, los mismo
autores realizan una redefinición del concepto relacionándolo con la teoría del procesamiento
emocional de la información, ya que este no abarcaba toda su amplitud. Estos autores consideran
que la inteligencia emocional es la capacidad para percibir con rapidez y precisión el acceso a los
sentimientos, facilitado por el pensamiento. Por otra parte, estos mismos autores serán los primeros
en proponer un test para la medición de la inteligencia emocional.

Otros autores han realizado diferentes aportaciones al concepto de inteligencia emocional, sin
embargo será Goleman el que alcance mayor repercusión tras la publicación de su libro "La
inteligencia emocional" y un artículo de la revista Time el cual tuvo una gran difusión, ya que
Goleman a través de su obra demuestra de forma razonada a la inteligencia emocional como
una de las claves para conseguir el éxito. Goleman adopta la idea de las inteligencias personales
que forman parte de las inteligencias múltiples propuestas por Gardner, y las aúna para definir el
concepto de inteligencia emocional. Por tanto, la inteligencia emocional estará compuesta de la
unión entre la inteligencia intrapersonal (en relación con uno mismo), e interpersonal (en relación
con el entorno). Goleman a partir de esta idea, resume la inteligencia emocional en cinco
aspectos: el autoconocimiento de nuestras emociones, el control de esas emociones, la
automotivación, el reconocimiento de las emociones ajenas y el control de las relaciones con el
entorno. Para él, la competencia emocional va a determinar el grado de destreza en el resto de
habilidades. Por ello, la inteligencia emocional va a determinar los procesos cognitivos, y en
definitiva, los éxitos que seamos capaces de alcanzar.

Por otra parte, el campo de la inteligencia emocional, sigue sin estar completamente delimitado, y
consecuentemente sigue siendo objeto de investigación. Por ejemplo, algunos autores señalan que la
inteligencia emocional es un parámetro muy difícil de medir objetivamente a través de un test, dado el
carácter subjetivo de las emociones. Hein señala una analogía que viene a decir que tratar de medir la
inteligencia emocional sería como tratar de medir el amor a través de un test escrito. Por otra parte,
parece ser que la dificultad para delimitar los factores que definen a la inteligencia emocional estriba
en la dificultad de ubicarla dentro del complejo mapa intelectual del ser humano.

Una vez revisado el concepto de inteligencia emocional, los propios autores del libro proponen su
propia definición tratando de completar las aportaciones anteriores. Según ellos la inteligencia
emocional consistirá en el proceso de armonización entre lo emocional y lo cognitivo. Estos autores
señalan, que esta relación está presente en todas las definiciones de una u otra forma, pero ellos
subrayan la importancia de reflejar este proceso de relación a través de este término. Esta capacidad
de armonía nos permite analizar, comprender, controlar y expresar todas aquellas emociones que
ocurren en nuestro interior, y en los demás. Además, todos estos procesos nos van a facilitar las
relaciones humanas, mejorando su eficacia sobre el entorno y sobre nosotros mismos y generando unas
repercusiones positivas.
Por último, cabe destacar, que el proceso de educación de la inteligencia emocional se prolonga a lo
largo de toda la vida según coinciden la mayoría de autores. Por lo tanto, nunca es tarde para
comenzar a educarla de forma consciente, simplemente es necesario un proceso de autorreflexión
previa y establecer el punto de partida para comenzar.

Una vez definido y delimitado el concepto de inteligencia emocional, es importante conocer los
factores de los que se compone con el objetivo de acotar aún mas nuestro campo de actuación como
docentes en lo que a educación emocional respecta. A pesar de las diferencias a través de la
diversidad de propuestas de cada autor a este respecto, encontramos un denominador común. Los
factores que intervienen sobre la inteligencia emocional se van a agrupar en aquellos factores que
guardan relación con uno mismo y los factores que guardan relación con el entorno. Esto se observa
de forma muy clara a través de la definición que hace Goleman de la inteligencia emocional
valiéndose de la teoría de las inteligencias múltiples. Para Goleman, tal y como ha mencionado
anteriormente, la inteligencia emocional será la unión entre la inteligencia intrapersonal y la
inteligencia interpersonal. En el libro, nos aportan aquellos factores que más se repiten a través de las
aportaciones previas, o aquellos que consideran más importantes. Por lo tanto, los factores decisivos
para el desarrollo de la inteligencia emocional son:

En relación consigo mismo:

Conciencia emocional
El control emocional

En relación con el entorno:

Empatía y capacidad de relación


Capacidad de resolución de situaciones problemáticas

Por otra parte, encontramos una serie de factores asociados a algunos de estos factores principales, los
cuales también se deben tener en cuenta a la hora de desarrollar la inteligencia emocional. Algunos de
estos factores van a ser la autoestima, la motivación, la intuición, la indefensión aprendida y la
personalidad.

En primer lugar se abordarán aquellos factores en relación con uno mismo. Estos factores se
resumen en una serie de capacidades y procesos que tienen lugar internamente en cada individuo.
Por otra parte guardan una estrecha relación con el yo personal y las experiencias que van a
conformar nuestra evolución personal.
1. Conciencia emocional

El primer aspecto a desarrollar es la conciencia emocional La conciencia emocional va a implicar


todos aquellos procesos que tienen que ver con la relación con nosotros mismos. La autonciencia
emocional se va a ir configurando desde edades muy tempranas gracias a la habilidad para imaginar
situaciones reales o ficticias por parte del niño, que le van a permitir desarrollar un bagaje emocional.
Por lo tanto, este aspecto está muy vinculado al factor social, ya que dependemos de la interacción
con los demás, ya sea de forma real o imaginada, para generar emociones en nosotros mismos que se
irán acumulando en nuestra memoria personal. Según afirman algunos autores, es necesario primero
desencadenar las diferentes emociones en nosotros mismos, para después tomar conciencia de tus
propias emociones. Con este proceso se desencadena nuestra inteligencia emocional. De esta forma,
en lo que respecta a la conciencia emocional se distinguen dos procesos. El primero consiste en
reconocer los estímulos del entorno así como las manifestaciones que producen en uno mismo, y el
segundo se centra en tratar de comprender racionalizando esas manifestaciones. Tal y como vemos,
una vez más se relaciona la parte emocional y la cognitiva.

En este sentido, es interesante la idea de inteligencia emocional propuesta por Cooper y Sawaf, según
la cual un signo característico de una elevada inteligencia emocional sería la capacidad para
aprender y enseñar a través de los sentimientos y de forma razonada. Consideran que la inteligencia
emocional se basa en cuatro pilares, uno de los cuales, va a estar estrechamente relacionado con el
concepto de conciencia emocional. Este es la alfabetización emocional, que será aquel proceso que
nos permita reconocer nuestras propias emociones y comprenderlas. Para ello, la clave radica en la
idea de feedback emocional, un proceso mediante el cual, podemos gestionar nuestras emociones
después de reconocerlas y armonizar nuestra parte emocional con la parte cognitiva para regular
nuestra conducta.

Dentro de lo que se considera conciencia emocional, se presentan una serie de factores asociados que
van a determinar el desarrollo de la inteligencia emocional. Estos factores, van a ser clave en el
desarrollo educativo en la escuela, por lo que se deben de tener muy en cuenta a la hora de trabajarlos.
En muchas ocasiones, van a determinar el éxito académico de los alumnos, ya que pueden tener una
gran influencia sobre la conducta, por ello, es tan importante educarlos como una parte más del
desarrollo integral del alumno.
El primer factor a tener en cuenta respecto a la conciencia emocional es el autoconcepto. Este
constructo, hace referencia a todos los pensamientos e ideas relacionadas con nosotros mismos, es
decir, implica nuestro autoconocimiento. Para ello es preciso, durante el desarrollo de la vida realizar
un proceso de introspección y de reflexión, en la medida que nos permita conocerse a uno mismo y
generar nuestros esquemas de conocimiento. Este proceso, implica gran parte de nuestra
emocionalidad. Por otra parte, el autoconcepto se va modificando con el paso de los años, ya que el
entorno va a tener una importante influencia en la configuración del autoconcepto, es decir, la imagen
de nosotros mismos que proyectamos en los demás.

A raíz de la valoración que realizamos sobre nuestro propio autoconcepto, surge el concepto de
autoestima. Es importante, que el nivel de autoestima sea lo más acorde posible al autoconcepto real.
Es decir, es importante conocernos bien a nosotros mismos para generar un buen autoestima y un
buen grado de aceptación personal, ya que en muchos casos, un nivel bajo de autoestima se puede
deber a un pobre autoconcepto. Por otra parte, es importante como docentes utilizar estrategias
didácticas que permitan al alumno desarrollar un buen autoestima, por ejemplo, generando en el
alumno experiencias exitosas en el aprendizaje que favorezcan el desarrollo de la confianza en sí
mismo.

Otro factor importante a tener muy en cuenta es la motivación. La motivación consiste en la


predisposición para la realización de una tarea y a la hora de fijarse unas metas u objetivos. Por otra
parte, guarda relación con el nivel de activación que tenemos a la hora de afrontar esa tarea. Es muy
importante fomentar en los alumnos la capacidad de automotivación, puesto que esta cualidad va a ser
el motor básico que va a guiar nuestras acciones. Esta, tal vez sea uno de los factores sobre los que más
debemos incidir como educadores, ya que el nivel de motivación determina en muchos casos el éxito
en cualquier tarea que afrontemos. En una buena parte de los casos de fracaso escolar, el bajo nivel de
motivación es uno de las principales causas que lo provocan. Es frecuente encontrarse con alumnos
con buenas capacidades, pero el bajo nivel de motivación actúa como un lastre que puede acabar
provocando el fracaso escolar de esos alumnos. Por ello es tan importante incidir sobre la educación
emocional, a través diferentes estrategias metodológicas.

Por otra parte, el tipo de expectativas que generamos en nosotros mismos y en los demás puede
determinar el estado de motivación posterior. Esta idea, va muy al hilo del factor principal
relacionado, el autoconcepto, puesto que tener un buen autoconocimiento de uno mismo nos va a
permitir generar unas expectativas de logro más reales y ajustadas a la realidad, de forma que
tendremos muchas más garantías de éxito en nuestras conductas y el nivel de motivación que se
genere hacia ellas será mucho mayor. Además, el tener desarrollado un buen autoconcepto, nos
permitirá ser más autoeficaces en nuestras conductas, ya que el nivel de destreza que consideramos
tener, se va a corresponder con bastante acierto con el desempeño real, lo que nuevamente, generará
en nosotros unas expectativas reales. Por último, un factor clave asociado a la motivación será el
optimismo con el que se afronta la vida. Esta postura, estará muy ligada al afán de superación
personal así como fijar expectativas de éxito a pesar de los fracasos en el camino. Como docentes, es
importante generar estas sensaciones en el alumno, ya que todas estas capacidades van a determinar el
desarrollo de su inteligencia emocional.

Otro elemento relacionado con la conciencia emocional va a ser la intuición. Es una característica
propia de los seres humanos, que nos ayuda a anticiparnos a la hora de tomar decisiones, en base a
"sensaciones" que vamos registrando en nosotros mismos, y que en un futuro nos va a permitir tomar
esas decisiones de forma mucho más rápida. En muchos casos, esta intuición nos va a servir para
evitar consecuencias desagradables. Esta intuición funciona como un filtro a la hora de atender a los
estímulos y elegir una respuesta. Tal y como se acaba de decir, es una característica exclusivamente
humana, y que en la actualidad nos sigue diferenciando de otras formas de inteligencia artificial, las
cuales no son capaces de generar esa intuición, a pesar de ser capaces de procesar una cantidad muy
superior de datos y en menor tiempo. Una vez más, vemos como el componente emocional es
esencial a la hora de ser eficaces en nuestras conductas.

Por último, hay otro factor relacionado con la conciencia emocional que los psicólogos han
denominado indefensión aprendida. Este estado psicológico se genera cuando se tiene la creencia de
que los resultados no dependen de nuestra conducta voluntaria, es decir, escapan a nuestro control.
Esta situación va a afectar a la motivación y los intereses personales. En el ámbito escolar es muy
frecuente, pues se da el caso de aquellos alumnos que creen tener poco control sobre sus aprendizajes
lo que acaba generando desmotivación y rechazo hacia el aprendizaje. Por tanto, es importante utilizar
estrategias diferentes para tratar de reenganchar a este tipo de alumnos, como puede ser facilitar los
aprendizajes graduando la dificultad de las tareas de forma que los alumnos puedan experimentar una
mayor sensación de control durante su proceso de aprendizaje.
2. El control emocional

El control de las emociones es un aspecto muy a tener en cuenta en el desarrollo emocional. Hay
muchas ocasiones, ya sea por el estrés, por un hecho imprevisto, o una situación que escapa a nuestro
control, los acontecimientos nos desbordan y no somos capaces de hacernos con el control de la
situación. Esto es lo que se denomina un embargo emocional, es decir, no somos capaces de controlar
nuestros primeros impulsos emocionales, y estos se adueñan de nuestra conducta con las
consecuencias que conlleva, en muchos casos negativas, un ejemplo de ello pueden ser los impulsos
de agresividad. Por ello, es muy importante desarrollar una buena conciencia emocional que nos
permita reconocer los signos que pueden desencadenar estas respuestas, y desarrollar mecanismos,
que nos permitan controlar estos impulsos, a través de la racionalización de estas emociones. El tener
un buen control emocional, no solo nos va a permitir mejorar en nuestras interacciones sociales, sino
que pude tener repercusiones sobre la salud tanto física como emocional.

Entre todos estos aspectos, guarda especial relación con todos ellos la personalidad. La
personalidad, a pesar de tener algunos componentes hereditarios, se va a configurar durante los
primeros años de vida a través de las relaciones afectivas con los padres. Sin embargo, el elemento
de la personalidad de mayor influencia en el control emocional va a ser el temperamento. El
temperamento va determinar nuestra motivación a la hora de generar conductas así como el hecho
del modo en que afrontamos l as diferentes situaciones que se planteen en la vida.

En segundo lugar se abordarán aquellos factores de la inteligencia emocional en relación con el


entorno. Estos van a ser las capacidades que se desarrollan en relación con el entorno, de tal
forma que nos permiten exteriorizar nuestros sentimientos e ideas, en definitiva, nuestro "yo" y
establecer la comunicación con los demás, ya que a fin de cuentas somos seres sociales
necesitados de interacción social para su desarrollo.

1. Empatía y capacidad de relación

La empatía es la capacidad para reconocer y entender los sentimientos que se producen en los demás,
es decir, coloquialmente hablando, ponerse en el lugar del otro y entender sus puntos de vista. La
capacidad empática requiere de la escucha activa por parte del que la práctica, ya que debemos volcar
nuestra atención sobre la persona a la que tratamos de comprender. Por lo tanto tratamos de entrar en su
mente emocional pero evitando emitir juicios de valor. Por otra parte, no es suficiente con empatizar
con el otro, sino que debemos atender y captar las reflexiones acerca de los sentimientos del otro, de
forma que podamos ponernos en su lugar y entender varios puntos de vista. Por último, es importante
saber, que la capacidad empática va más allá de la ayuda que realizamos sobre los demás, sino que es
un proceso recíproco que también genera beneficios sobre nosotros mismos, ya que nos permite mejorar
nuestras relaciones sociales, mejorando nuestra aceptación social, las relaciones de amistad, etc.

2. Capacidad de resolución de situaciones problemáticas

A lo largo de la vida siempre van a ir surgiendo conflictos o situaciones problemáticas con las que se
debe ir lidiando. Este tipo de situaciones, suelen generarse en grupo, donde suelen contraponerse dos
posturas distintas. Un ejemplo claro, es en el ámbito escolar, donde se generan continuamente
situaciones de conflicto por la propia convivencia en grupo. Lo interesante de este aspecto, es la
capacidad para gestionar estas situaciones conflictivas y que se genere un aprendizaje a raíz de ellas.
De esta forma, a través de diferentes estrategias se pueden resolver estos conflictos de manera que no
haya damnificados en el proceso es decir, que se llegue a acuerdos entre las partes. Este aspecto de la
inteligencia emocional se puede abordar a través de diferentes metodologías, sin embargo, una de las
más efectivas es el aprendizaje cooperativo, donde se realiza el aprendizaje en grupos, de forma que
tengan que colaborar entre sí durante todo el proceso, así como gestionar las diferentes situaciones que
surgen dentro del grupo. Está demostrado, que esta metodología bien utilizada genera un gran nivel de
aprendizaje, pero no debemos olvidar que también conlleva una mayor implicación por parte del
docente.

El conocer los factores que componen la inteligencia emocional, nos va permitir entender mejor el
concepto en si mismo, de forma que sepamos como docentes los aspectos que debemos desarrollar en
la educación emocional, como bien se ha explicado, tan necesaria en el desarrollo humano. Por otra
parte, los autores del libro, proponen que esta educación emocional se limite a los alumnos, sino que
también se dirija hacia los docentes. Como se ha explicado anteriormente es un proceso que se
desarrolla a lo largo de la vida. A este respecto, el primer paso para comenzar un programa de
educación de la inteligencia emocional es reflexionar acerca de nuestras propias prácticas en lo que a
educación emocional se refieren. Para tal fin, facilitan un cuestionario sobre práctica educativa y de
desarrollo emocional (PEYDE), en el que se enumeran una serie de items a valorar, agrupados en
función de cada uno de los aspectos que componen la inteligencia emocional visto anteriormente.
Conclusiones

Como se ha visto en los apartados anteriores, la inteligencia emocional es un elemento clave en el


desarrollo humano. Tal y como afirma Goleman, la competencia emocional puede llegar a determinar
el grado de destreza en el resto de habilidades. Todo depende del nivel de inteligencia emocional que
desarrollemos, ésta puede reportarnos grandes beneficios en cuanto al desarrollo personal o lastrarnos
cuando hay déficit, o bien no está adecuadamente desarrollada a pesar de tener unas buenas
capacidades intelectuales.

Por ello, resulta tan evidente la relación entre la parte emocional y la parte cognitiva, ya que tal y
como se ha señalado previamente existe un feedback constante entre ambas partes que va a
determinar el desarrollo intelectual íntegramente. De esta idea surge la tesis que sostiene el
planteamiento teórico y práctico propuesto en el libro. Los autores hacen especial hincapié en el
término armonización entre ambas partes, ya que coinciden en señalar que de la armonía entre la
parte cognitiva, es decir, lo que pensamos; y de la parte emocional, lo que sentimos, surge el
auténtico desarrollo humano en toda su magnitud, de forma que cada uno explote su potencial y a su
vez encuentre el equilibrio personal. Esta idea aún va más allá, a raíz de estudios recientes en el
campo de la neurobiología, se señala que existe una conexión física entre las áreas encargadas de
regular las emociones y las áreas del neocórtex que regulan la cognición. Esta conexión se puede
desarrollar a través de una educación que estimule todos los aspectos relacionados con la inteligencia.
Por otra parte, se lanza la hipótesis de que a través de la evolución se irá fortaleciendo esa conexión
puesto que cada vez se atiende más a la educación de los componentes emocionales en la sociedad
actual.

La competencia emocional, tal y como señalan en el libro, se comienza a desarrollar desde edades
muy tempranas. El niño tiene la capacidad de la imaginación, que le permite generar situaciones
ficticias, lo que va provocando en él una serie sentimientos que se van almacenando en su conciencia
emocional. Además, la interacción con sus padres va a determinar la personalidad del niño durante sus
primeros años de vida, ya que este es el primer agente socializador humano, el cual surge de la
interacción con los progenitores. De este trato afectivo, surge y se configuran los componentes
emocionales del niño, como puede ser la capacidad empática. Tal y como se ha explicado, estos
primeros años son determinantes en el desarrollo del niño, sin embargo, la inteligencia emocional se
puede educar a lo largo de la vida. En este sentido, toma especial relevancia la escuela como segundo
agente socializador del niño, ya que después de la relación con sus padres, la escuela va ser el lugar
donde se desenvuelva la mayor parte del día a partir de su escolarización.
A partir de este momento, la escuela como institución debe asumir el papel que juega como elemento
educativo decisivo en el desarrollo del niño. Y viendo los grandes beneficios que reporta la educación
integrada de la inteligencia cognitivo-emocional, no cabe duda de que estas van a ser las líneas a
seguir en materia educativa. Así lo reflejan las sucesivas leyes educativas que han surgido a raíz de la
LOGSE en 1990, donde se incluyen por primera vez los contenidos actitudinales además de los
conceptuales y procedimentales. De esta forma se especifica un tipo de contenido que guarda una
estrecha relación con el desarrollo de las competencias emocionales. Con la introducción de las
siguientes leyes, la tendencia es claramente hacia el desarrollo conjunto de todas las capacidades,
dando cada vez más importancia al desarrollo emocional.

Tanto es así, que en el actual currículum educativo, se fomenta el uso de metodologías de aprendizaje
cooperativo, ya que está demostrada que estas metodologías mejoran el aprendizaje a través del
trabajo en grupo, que genera colaboración e integra diferentes dinámicas para aprender a gestionar
eficazmente la actuación de cada uno de los componentes del grupo durante su proceso de
aprendizaje. Además, estas relaciones intragrupales generan sentimientos de afectividad, lo que
favorece la dinámica del grupo y en definitiva el aprendizaje. A lo largo del libro, se hace referencia a
la conveniencia de la utilización de metodologías de aprendizaje cooperativo para favorecer el
desarrollo emocional, sin embargo no se profundiza en esta idea, y tal vez sería interesante utilizar
algún ejemplo concreto de alguno de estos tipos de metodología.

Un ejemplo de esta metodología que promueve la educación emocional es el estilo actitudinal. Esta
metodología surge en sus inicios aplicada a la materia de Educación Física, sin embargo tiene
transferencia a cualquiera de las otras áreas y materias. Se trata de una metodología centrada en las
actitudes a modo de elemento vertebrador del proceso de enseñanza-aprendizaje con una orientación
hacia la significatividad de los aprendizajes, concepto que se desarrollará posteriormente. El valor
principal de esta propuesta es conseguir implicar a toda la clase en el proceso, de forma que todos
puedan llegar a lograr los objetivos propuestos. A través de esta premisa se genera el compromiso de
tratar de ofrecer a los alumnos experiencias positivas en su aprendizaje, de forma que se genera una
motivación hacia el mismo. Por lo tanto, vemos una vez más como el componente emocional es clave
a la hora de favorecer el aprendizaje.
Esta metodología se estructura en tres componentes fundamentales, partiendo de la idea
de grupo como elemento clave en su desarrollo.

Actividades intencionadas: el trabajo del profesor será saber elegir las actividades
adecuadas para que los alumnos logren los objetivos marcados.

Organización secuencial hacia las actitudes: se trata de una estrategia de agrupación


de los alumnos, partiendo de grupos pequeños por afinidad (parejas, tríos, etc.) para
terminar en grandes grupos trabajando de forma conjunta todo el grupo o clase. En
este proceso parte de grupos sencillos que se van uniendo poco a poco con otros
grupos formando grupos mayores hasta finalizar trabajando colectivamente como un
único grupo toda la clase.

Montaje final: como consecuencia de los procedimientos anteriores los alumnos


estarán preparados para participar en el montaje final. Este montaje implica a toda la
clase por lo que refuerza el concepto de grupo. Consiste en una actividad grupal en un
día especial, por ejemplo, las fiestas del centro, donde los alumnos ponen en práctica
los aprendizajes adquiridos previamente en un montaje grupal. Este proceso además
favorece la significatividad de los aprendizajes, ya que los alumnos ponen en práctica
lo aprendido previamente.

Este sería un ejemplo de metodología de aprendiza cooperativo, la cual tiene una gran
aplicación en la materia de Educación Física, sin embargo tal y como se ha comentado, puede
tener transferencia a cualquier otra área. Por lo tanto, en el desarrollo del libro, sería interesante
concretar algún tipo de metodología asociada al programa de aplicación práctica para el
desarrollo de la inteligencia emocional.

Por otra parte, siguiendo la idea de desarrollar más el aspecto relacionado con el aprendizaje
cooperativo, sería interesante ahondar aún más en los aspectos que conlleva la utilización de
estas metodologías, de tal forma que se genere el clima apropiado para producir
aprendizajes y permitir el desarrollo de la inteligencia emocional en el aula. Por ello, se
deben tener en cuenta los siguientes requisitos a la hora de utilizar programas de desarrollo
de inteligencia emocional.

En primer lugar, un elemento característico de estas metodologías es el clima de afectividad


que se genera en el aula. Los docentes deben buscar estrategias en su trato con los alumnos
que permitan generar este tipo de clima afectivo. Este factor es relevante, ya que la
afectividad genera un clima de confianza en el aula que favorece la participación activa de los
alumnos, ya que se supera el miedo a preguntar cualquier duda, y en definitiva, a participar en
la dinámica de la clase. Este hecho, está claro que va a dinamizar el desarrollo de las clases y
además favorece el aprendizaje de los alumnos.

En segundo lugar, es muy importante despertar la motivación del alumno hacia el aprendizaje.
Este tipo de metodologías suelen generar mayor motivación puesto que implican en mayor
grado al alumno en el proceso de enseñanza aprendizaje. Además esta motivación es la que le
va a permitir progresar de forma que se pueda ir cumpliendo con los objetivos marcados. Como
consecuencia directa, se favorece el desarrollo de la confianza en uno mismo y de la
autoeficacia, todos ellos factores relacionados con la inteligencia emocional.

Por último, a través del aprendizaje cooperativo se fomenta el desarrollo del sentido de
pertenencia a un grupo. Este sentimiento genera un buen clima de trabajo y convivencia
dentro de la clase que favorece el proceso de enseñanza aprendizaje. Además, va a favorecer el
desarrollo de los factores de la inteligencia emocional en relación con el entorno, tales como
la empatía y la capacidad de resolución de conflictos. De esta forma no solo estamos
mejorando la eficacia de las clases, sino que estamos transmitiendo unos aprendizajes
relacionados con la interacción social que pueden resultar de gran utilidad en el futuro
desempeño profesional de los alumnos así como en sus relaciones sociales.

Por otro lado, además de favorecer el desarrollo de los factores de la inteligencia emocional
relacionados con el entorno a través de estas metodologías, otra aportación muy interesante
relacionada con el desarrollo de la inteligencia emocional será la el proceso de facilitación que
se genera a través de la inteligencia emocional en la adquisición de aprendizajes significativos.
El aprendizaje significativo es aquel que se sustenta sobre los conocimientos previos del
alumno, de forma que los relaciona entre si formando un nuevo esquema de conocimiento. Pues
bien, a través de la educación emocional, se activa la zona de desarrollo próximo, que es aquella
sobre la que el alumno puede generar nuevos aprendizajes según sus capacidades y en base a los
aprendizajes ya adquiridos.

A través de esta activación, se generaran nuevos aprendizajes, los cuales a través del refuerzo
emocional adquieren mayor significatividad. De esta forma, se hace una reestructuración del
esquema mental, y este tipo de aprendizajes se archivan en la memoria a largo plazo.
Posteriormente estos aprendizajes se podrán transferir a otras situaciones, de tal forma que el
alumno adquiera la capacidad de aprender por sí mismo y va adquiriendo la competencia de
aprender a aprender, con lo que en cierta forma se cierra el ciclo y el alumno adquiere un grado
progresivo de independencia y eficacia en sus aprendizajes.

Tal y como vemos, una vez más los procesos emocionales se producen siempre acompañados
de procesos cognitivos. Existe una estrecha relación entre estas partes tal y como se ha
reflejado a lo largo de este ensayo ya que es la idea principal del libro.

El grado de desarrollo de la inteligencia emocional dependerá tal y como dicen los autores,
una idea la cual suscribo, de la armonización entre la parte cognitiva y la emocional. El
equilibrio en el desarrollo de ambas partes será el que nos permita utilizar nuestro
componente emocional de una forma inteligente.

Por último, está claro que en la sociedad actual cada vez es más importante el desarrollo de la
inteligencia emocional, puesto que tal y como se ha visto, genera una serie de beneficios en el
desarrollo personal, y además nos permite adaptarnos a la nueva situación social en la que
cada vez se demanda más el dominio de las diferentes habilidades sociales así como saber
gestionar de forma eficaz las propias emociones. Ante esta realidad, a la escuela le
corresponde una parte importante de la responsabilidad de educar la inteligencia emocional
de forma planificada, y en mi opinión esta debe ser la tendencia a seguir en la educación para
tratar de dejar atrás la figura del docente como mero transmisor de conocimientos.

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