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Instituto Superior de Formación Docente “Félix Atilio Cabrera”

Lengua y Literatura II

5to. IIda.

Prof. Hermelinda Vega

Estudiantes:

 Ruth Bareiro
 Rocío Fernández
 Yamila Otazo

Pasión de multitudes

Hay situaciones que forman parte del Deporte más importante en nuestro País: el
fútbol, el ingenio popular que nos enorgullece, de la cultura, del honor apasionante y
atractivo. Pero cabe reflexionar: ¿no se ha convertido acaso el folklore del fútbol una
excusa para avalar situaciones de violencia, menosprecio, en detrimento de la persona
humana?

Creemos que esto es así, los episodios de violencia y de discriminación tanto


dentro como fuera de la cancha se repiten constantemente que no nos sorprende,
prácticamente ya lo tenemos naturalizado.

Permanentemente caemos en la tentación de relativizar el acto de violencia


porque los incluimos dentro de la lógica del deporte. Pero esta concepción es
insuficiente, debemos evaluar las conductas desde una perspectiva humana.

El fútbol es una herramienta de transformación social que debe ser utilizada


para la construcción de una sociedad respetuosa de valores, derechos y normativas.

Los niños se esmeran en parecerse a sus ídolos, quieren su destino de gloria; en


eso incluyen sus destrezas y sus conductas. En un juego de equipo, debe prevalecer la
solidaridad y la lealtad.

Los argentinos nos sentimos orgullosos y nos auto proclamamos tener las
mejores hinchadas del mundo.

En los mundiales nos sentimos los mejores porque nuestros cánticos son los más
ingeniosos y se escuchan más que lo de los otros países pero, ¿qué hay detrás de nuestro
fervor?

Hinchas, políticos, dirigentes, entrenadores, periodistas, son parte de la


casualidad de la violencia en el deporte. Desde todos los estratos nos hacen creer que los
partidos son "de vida o muerte", dónde lo único que se consigue es alimentar un clima
de hostilidad. La violencia genera más violencia.
¿Por qué somos hinchas? Nos sentimos identificados con un grupo, nos gusta
pertenecer a algo que nos excede, qué otros miles llevan nuestros colores, muchas
veces, este sentimiento de respeto y de afinidad con aquel dura sólo la hora del partido.

En la siguiente observación una salvedad: no somos todos, hay muchos hinchas


que no pierden oportunidad de emborracharse, drogarse con lo que sea para decir que
"están de la cabeza", pero ¿por qué tienen que ir de la cabeza?, porque si no, no
alientan.

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