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PEDRO SAAD

Antes del Amanecer


Antecedentes de la Independencia

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Gobierno del Ec. Rafael Correa Delgado - 2007
COMISIÓN NACIONAL PERMANENTE
DE CONMEMORACIONES CÍVICAS

Doctor Wankar Ariruma Kowii Maldonado,


Presidente de la CNPCC.
Embajador, Alejandro Suárez Pasquel,
Vicepresidente Ejecutivo de la CNPCC.
Doctor Fernando Tinajero,
Miembro, Representante de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Coronel E.M.C. Arturo Cadena Merlo,
Miembro, Representante de las Fuerzas Armadas.
Doctor Guillermo Bustos,
Miembro, Representante del Ministerio de Educación.
Doctor Carlos Joaquín Córdova,
Miembro Asesor, Representante de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.
Economista Fabiola Cuvi Ortiz,
Miembro Asesor, Representante del Instituto Ecuatoriano de Capacitación
e Investigación de la Mujer.
Doctor Manuel de Guzmán Polanco,
Miembro Asesor, Representante de la Academia Nacional de Historia.
Soc. Fabián Bedón Samaniego, Secretario (e),
Lic. Lucila Lema Otavalo, Comunicadora Social, Jimmy Chung, Asistente.

Comisión Nacional Permanente de Conmemoraciones Cívicas


Av. Amazonas 477 y Roca, Telfax: 2 502 770 - 2 231 596
conmeciv@mmrree.gov.ec
Biblioteca electrónica de la CNPCC: www.conmemoracionescivicas.gov.ec
Libros: ww w. c o n m e m o r a ci o n e s c i v i c a s . g o v.e c /lib ro s .html
Cuadernos: w w w. c o n m e m o r a ci o n e s c i v i c a s . go v.e c /c c .html

© Comisión Nacional Permanente de Conmemoraciones Cívicas

Antes del Amanecer


Antecedentes de la Independencia
PEDRO SAAD

ISBN- 978-9978-92-5430
Diseño, diagramación, impresión
CREAR GRÁFICA - EDITORES - 097793525

Quito, diciembre de 2007

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Antes del Amanecer
Antecedentes de la Independencia

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Unas palabras previas……
La verdad es que no sé cómo vine a parar dedicado al estudio de la
Historia. Y no lo sé, porque las clases formales que recibía en el colegio
eran de un aburrimiento absoluto…
Un montón de nombres, una sucesión de fechas, una acumulación de
datos que no me explicaban nada…
Y lo peor es que todo este trágico panorama no era culpa de los
profesores, que se esforzaban porque sus lecciones resultaran amenas y
atractivas.
Pero, si esto era así – y yo así lo comprendía – la “culpa” debía
entonces ser de los planes de estudio…
Más tarde comprendí que no era así y que los tales “planes de
estudio” estaban elaborados por otros profesores, que eran tan
trabajadores y “buenas gentes” como los que a mí me habían tocado en
clase.
¿De quién era entonces la culpa de que la asignatura de Historia fuera
sólo una seguidilla de nombres y fechas?
Y un buen día se me aclaró el panorama… Lo que ocurría era que a
alguien le interesaba que nosotros no nos interesáramos por la Historia;
que a alguien le convenía que nosotros no comprendiéramos la
importancia de entender el pasado y las verdadera fuerzas que movían los
hilos detrás de esos personajes cuyos nombres debíamos recordar y de
aquellas fechas que teníamos que memorizar.
Por eso no figuraban los indios (o sólo aparecían cuando eran
sumisos y resignados). Por eso casi no aparecían las mujeres (o sólo

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8 ANTES DEL AMANECER

asomaban cuando acompañaban a un hombre – por lo común su marido


– que era el que en realidad hacía las cosas). Por eso no estaban los
obreros. Ni los artesanos. Ni los campesinos. Y por eso no estaban los
negros.
Y no estaba yo. Ni los que eran como yo: sencillos, buenos,
honrados…
Así que fue entonces cuando decidí dedicarme a estudiar de verdad
verdadera la Historia. Porque la Historia no es sólo el pasado; tal vez ni
siquiera sea fundamentalmente el pasado. Y hacía falta estudiarla para
saber.
Para entender.
Para que no me vieran la cara de?… bobo.
Y para tratar de que a mis hijos y a toda la gente más joven no les
hicieran aburrirse y detestar esa retahíla de fechas y de nombres, sino que
les contaran el pasado de su propia tierra como algo vivo e interesante.
Algo de lo que ellos mismos deben ser responsables, porque ellos
mismos deben ser dueños.
Así que a eso me dedico, a volver a contar la Historia, y a ése
concepto está consagrado el librito que tienen en las manos.
Si lo he conseguido o no, sólo ustedes podrán decirlo.
Si lo he logrado, les agradezco de todo corazón.
Si no he alcanzado esa meta, sólo espero que ustedes mismos se
propongan continuar este esfuerzo de volver a contar el Cuento de la
Patria (como lo llamaba Benjamín Carrión), para que esa Patria de
verdad verdadera sea finalmente de todos.
Pedro Saad

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PEDRO SAAD 9

Antes del Amanecer


Antecedentes de la Independencia

Todos los fenómenos, y muy especialmente los fenómenos sociales,


tienen unos antecedentes que los provocan y explican.
Para referirnos a los primeros signos de libertad del yugo español en
nuestro país, tenemos que remontarnos hacia atrás y tratar de retroceder
con la imaginación.
Porque las cosas cambian con el tiempo. Los que eran poderosos
pueblos o naciones caen de su pedestal, y otros que no parecían
destacarse los reemplazan.
Los clásicos solían decir: Sic transit gloria mundis (así pasa la gloria
terrenal), y tenían razón.
El mundo no fue siempre como lo vemos hoy: con una
superpotencia como los Estados Unidos y con una Europa unificada; con
China en pleno desarrollo y con una América Latina en fase de
transformación; con poblaciones indígenas que cada día son más
conscientes y organizadas y – quizá debía figurar en primer lugar de la
lista – con una mujeres que logran, elección a elección, ocupar más y
mejores lugares en el poder público.
Es que el tiempo cambia todas las cosas, aunque habitualmente esos
cambios se producen luego de procesos que los preparan – procesos que
a veces duran décadas o incluso siglos – y que sólo al final concluyen en
un acto que violentamente resume los procesos preparatorios y anuncia el
futuro.
Por lo común, ese “acto” que resume los procesos es una guerra, o
al menos una batalla; pero también hay fenómenos que empiezan con un

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10 ANTES DEL AMANECER

descubrimiento científico, una muerte individual, una manifestación del


pueblo o… un documento.

Nuestro relato de hoy, que va a concluir con la emancipación política


de nuestra Patria, comienza precisamente con uno de esos documentos…

3 de octubre de 1700.– Aunque el Rey de España, Carlos II, no


fallecería sino el 1 de noviembre, éste es el día cuando suscribió su
testamento. La cláusula 13 de ese documento decía…

“Conforme a las leyes de estos Reinos, subsiste el


derecho de la sucesión en el pariente más inmediato, y que
hoy se verifica este caso en el hijo segundo del Delfín (en
Francia se denomina así al heredero del trono) de Francia:
por tanto, arreglándome a dichas leyes, declaro ser mi
sucesor, en caso de que Dios me lleve sin dejar hijos, el
Duque de Anjou, hijo segundo del Delfín, y como tal le
llamo a la sucesión de todos mis Reinos y dominios, sin
excepción de ninguna parte de ellos. Y mando y ordeno a
todos mis súbditos y vasallos de todos mis Reinos y
señoríos que en el caso referido de que Dios me lleve sin
sucesión legítima le tengan y reconozcan por su rey y señor
natural, y se le dé luego, y sin la menor dilación, la
posesión actual, precediendo el juramento que debe hacer
de observar las leyes, fueros y costumbres de dichos mis
Reinos y señoríos.”

Razón tenía Carlos en apresurarse en dictar su testamento, pues,


aunque sólo tenía 38 años de edad, había sido toda la vida enclenque y
debilucho. Tanto que, violando toda la cortesía diplomática, el enviado
papal a España (hoy lo llamaríamos “Nuncio”) lo describía del siguiente
modo…

“El rey es más bien bajo que alto, no mal formado, feo
de rostro; tiene el cuello largo, la cara larga y como
encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los
Austria; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis
fino y delicado. El cabello es rubio y largo, y lo lleva
peinado para atrás, de modo que las orejas quedan al

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PEDRO SAAD 11

descubierto. No puede enderezar su cuerpo sino cuando


camina, a menos de arrimarse a una pared, una mesa u otra
cosa. Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en
cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta
vivacidad, pero no ahora; por lo común tiene un aspecto
lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo
estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues
carece de voluntad propia.”

Y no se trataba, como pudiese pensarse, de que ese “Nuncio” le


tuviera ojeriza o malquerencia, pues el propio médico del Rey,
cuando le hizo la autopsia encontró que “el cadáver no tenía ni una
sola gota de sangre; el corazón apareció del tamaño de un grano de
pimienta; los pulmones, corroídos; los intestinos, putrefactos y
gangrenados; tenía un solo testículo, negro como el carbón, y la
cabeza llena de agua”.
Parece evidente que el forense sí exageraba, pues es obvio que nadie
puede vivir con un corazón “del tamaño de un grano de pimienta” ni con
la cabeza “llena de agua”. Por lo visto el doctorcito se preparaba para
quedar bien frente a los herederos del trono, por aquello que dicen de que
“a Rey muerto, Rey puesto”.
Lo cierto es que pronto circuló la noticia de la muerte por todos los
extensos dominios de España a la época, y que el pueblo llano no se
preocupó excesivamente y más bien respiró tranquilizado, porque, aparte
de todos sus achaques físicos y psicológicos, Carlos tenía una reputación
espiritual extraña, y lo habían tratado por todos los medios: santos y no
tan santos. Uno de sus biógrafos más detallistas, Mar Rey Bueno, nos lo
dice del siguiente modo…

“Tradicionalmente, los más conocidos han sido los


exorcistas que intentaron conjurar el supuesto maleficio que
impedía al monarca una sucesión normal. Los exorcismos
aplicados al rey calaron tan hondo en la sociedad española
de la época, que fueron el motivo del sobrenombre con que,
hasta la actualidad, ha sido conocido Carlos II: el
Hechizado.”

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12 ANTES DEL AMANECER

Total, y aun descontando el porcentaje de malevolencia de los


testigos: Su Majestad moría sin hijos (y quizá incluso virgen) y en el aire
quedaban todos los largos títulos que, como Monarca, le habían
correspondido…
“Rey de León, de Castilla y de Aragón (con el
apelativo de Carlos II); de Nápoles, de Sicilia, de
Jerusalén y de Navarra (como Carlos V); de Granada, de
Valencia, de Toledo, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla,
de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de
Jaén, de los Algarbes, de Algeciras, de Gibraltar, de las
islas Canarias, de las Indias, de las Islas y Tierra Firme
del Mar Océano, Conde de Barcelona (como Carlos II);
Señor de Vizcaya y de Molina, Duque de Atenas y de
Neopatria, Conde del Rosellón y de Cerdaña, Marqués
de Oristán y de Gociano, Duque de Borgoña (como
Carlos III), de Brabante, de Milán, Conde de Flandes y
del Tirol, entre otros títulos.”

Pero, por curiosas y reveladoras que sean, todas éstas no son más que
anécdotas.
El núcleo de la importancia del testamento de don Carlos II era la
designación de su heredero, tanto más que el mismo legado establecía
que, en su último acto de vida, el Rey disponía “a todos mis súbditos y
vasallos de todos mis Reinos y señoríos que… le tengan y reconozcan
por su rey y señor natural”. Esto convertía al joven Duque de Anjou, que
aún no había cumplido los 17 años de edad, en amo y señor de toda
España (incluyendo, que es la parte que nos afectaría a nosotros, “las
islas Canarias, las Indias – es decir, toda América – y las islas y Tierra
Firme del mas océano”.
Por aquel entonces, todos los países –excepto Suiza que tenía un
régimen diferente – eran monarquías y tenían reyes y reinas que
mantenían un poder absoluto sobre sus súbditos.
Pero, como los países aún no estaban consolidados, se consideraba
que la población de todos los territorios sujetos a la voluntad de un
monarca eran integrantes de la misma nación, aunque tuviesen
historias diferentes y hablaran distintos idiomas. Por eso, la relación

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PEDRO SAAD 13

familiar entre los reyes era muy importante y, como veremos más
adelante, las relaciones entre los países eran entonces simplemente
“pactos de familia”, de modo que las relaciones familiares (por
nacimiento o por matrimonio) de unos reyes con otros equivalían a lo
que hoy llamamos “acuerdos” o “tratados”.

“De modo que al morir Carlos II no tenía hijos, y sólo tenía unos
sobrinos (“los parientes más inmediatos”) que no podían heredar el trono
por razones políticas, pues eran hijos de sus hermanas: María Teresa,
quien estaba casada con el Rey de Francia (Luis XIV), y de Leeonor,
casada con Leopoldo I, de Alemania”.

Por eso es que, cuando Carlos II nombraba heredero del trono al


duque de Anjou, esta transferencia venía a romper el equilibrio de las
potencias europeas, en el cual se basaba toda la política internacional de
Europa, pues esas poencias se habían mantenido relativamente en paz
desde la llamada “Guerra de los treinta años”, que había concluido en
1648, más de medio siglo antes del fallecimiento de Carlos.

Ahora, con la alianza previsible de España y Francia (porque el rey


de España era nada menos que nieto del rey de Francia), la hegemonía
de esa alianza, que nadie dudaba que estaría encabezada por Luis XIV,
quien había sido monarca francés desde 1643 (¡57 años antes de la
muerte de Carlos!)

Luis XIV, a quien se llamaba “el Rey Sol”, era un monarca tan
absoluto que nunca separó sus problemas (ni sus finanzas) personales del
Estado. De hecho, a él se debe la frase que define el absolutismo: “El
Estado soy yo”.

Francia y España unidas representaban una realidad que rompía el


equilibrio de los últimos 50 años y la reacción de las otras naciones no se
hizo esperar, de modo que provocó de inmediato la coalición de Inglaterra
– que se sentía la más afectada – con Austria, Holanda, Dinamarca,
Saboya y Portugal.

Para oponerse a la alianza franco-española, esta alianza multi-


nacional proclamó como nuevo rey de España al archiduque Carlos que,
como se verá en el cuadro 1, era también sobrino del difunto.

A nadie parecía importarle que el un pretendiente (el duque de

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14 ANTES DEL AMANECER

Anjou) tuviese 17 años y que el otro (el archiduque Carlos) acabase de


cumplir los 15. Al fin y al cabo lo que estaba en juego no era la supuesta
felicidad del pueblo español, que todas las partes decían buscar, sino el
poder político en el continente.
Lo cierto es que a fines de 1701 se inició la “guerra de sucesión
española”, que duró 12 años seguidos y provocó una terrible devastación
en Europa, pues la coalición formada por Inglaterra (llamada “Gran
Alianza de La Haya”) declaró la guerra a Francia, a lo que Luis XIV
respondió con una ofensiva sobre territorio alemán (los franceses llegaron
hasta cerca de Viena), a lo que los ingleses respondieron ocupando
Gibraltar y llevaron a su patrocinado, el archiduque Carlos, a Barcelona,
donde fue proclamado “rey” por algunos catalanes, adoptando el nombre
de “Carlos III”.
El duque de Anjou, también coronado rey de España (como “Felipe
V”), contraataca y consigue desalojar a los “aliados” (es decir, a los
ingleses) del propio Madrid, que había sido ocupado temporalmente.
Para 1713, todas las fuerzas de ambos bandos estaban agotadas.
Había quedado en claro que ninguno podría imponerse sobre el otro.
Comenzaron las negociaciones secretas y, desde abril de ese año, se
suscribieron varios tratados que se conocen con el nombre genérico de
“Paz de Utrecht” (por el nombre de la pequeña población holandesa de
ese nombre.
Entre los acuerdos de Utrecht y Rastatt (otra pequeña población: de
Alemania esta vez) se volvió al equilibrio europeo. Aunque al final se
reconoció a Felipe V como rey de España, ello resultó aceptable para las
potencias enemigas del fortalecimiento de Francia, debido a que España
perdía el Peñón de Gibraltar y unas islas (que fueron cedidas a
Inglaterra); mientras Sicilia se entregó a Saboya; y Milán, Nápoles y
Cerdeña se traspasaron a Austria.
Pero, como lo dijo años después el tratadista J.F. Bielfeld, “las
guerras provocan los tratados, y los tratados son el origen de todas las
guerras”.
Y así sería esta vez también: la guerra generalizada en Europa
provocó el tratado de Utrecht; pero éste engendraría una nueva guerra:
una guerra mundial.

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PEDRO SAAD 15

Para nosotros – acá, en América Latina – lo más importante de la


“Paz de Utrecht” fue que Inglaterra obtuvo el derecho de introducir
esclavos y mercancías en “las indias”.
Esto iba a cambiar totalmente la situación americana. Esa extraña
suerte de guerra mundial que había sacudido a Europa ahora iba a
extenderse a América.
Había comenzado el siglo XVIII.

Absolutismo y “democracia”
La monarquía absoluta es una forma de gobierno que se basa en el
principio de que el monarca (llámese Rey, Emperador, Zar, etc.) tiene el
poder absoluto y total en términos políticos. Esto quiere decir que no
existe una división de poderes – sobre todo ejecutivo y legislativo – ya que
la fuente de ellos (o sea quién los nombra: a los ministros o los diputados)
es el mismo monarca o soberano. “Soberano” se define como “autoridad
suprema, no superada en cualquier orden”.
Tampoco existen mecanismos por los cuales ese soberano deba
responder por sus actos. Si bien la administración de la justicia tiene una
autonomía relativa en relación al rey, éste puede cambiar las decisiones o
dictámenes de los tribunales en última instancia o reformar las leyes a su
necesidad o antojo.
Históricamente la monarquía absoluta se desarrolla en la Edad
Media tardía a partir del feudalismo y el predominio que adquiere el rey
en relación a los nobles que lo consideraban como un igual, pasando a ser
vasallos del rey.
El estudio del Derecho Romano en las Universidades a partir del
siglo XIII reforzó la posición de los reyes en cuanto pudieron
desprenderse de la prelación teórica de emperador y Papa.
La teoría de que el rey es emperador en su reino y que por tanto tiene
todos los poderes que pudieran atribuirse a los emperadores antiguos (el
princeps legibus solutus) fue apoyada por los letrados (la intelectualidad),
que tenían un origen social de no muy alta alcurnia, o incluso no
privilegiado, que sólo podrían aspirar a ascender socialmente sirviendo a
los intereses de un rey fuerte.

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16 ANTES DEL AMANECER

Esto ocurría en los países que tenían un sistema monárquico (es decir
con rey o emperador); pero, ¿qué pasaba en las repúblicas?
A la época no había muchas en Europa.
En la actual Italia quedaban como repúblicas las ciudades/Estado de
Génova y Venecia. Y aun éstas con muchos matices.
Génova vivía entre grandes divisiones de sus clases dominantes, y
con mucha frecuencia tuvo que enfrentar conspiraciones internas para
favorecer a invasores extranjeros, de modo que la “república” genovesa,
si bien era gobernada por un dux que sólo duraba dos años en el poder,
tenía que equilibrar su política, oscilando entre Francia, España y
Austria. La isla de Córcega era un buen ejemplo de los límites de la
“soberanía” genovesa. En medio de grandes sublevaciones internas y
conspiraciones políticas, Génova tuvo que vender Córcega a los franceses
en 1768, precisamente un año antes de que allí naciera Napoleón
Bonaparte, que sólo pudo ser Emperador de los Franceses gracias a ese
acto de comercio político.
Por su parte, Venecia era una república de nombre, pero no era
democrática en el sentido que damos hoy a esta palabra, pues su gobierno
era una pirámide, que tenía en la base a los comerciantes ricos, sobre los
cuales existía un Senado, que respondía a las instrucciones de un llamado
Consejo de los Diez. Todo esto coronado por un dux que era vitalicio.
A más de estas poblaciones italianas, pueden considerarse
“repúblicas” la Confederación Suiza y las Provincias Unidas de los Países
Bajos.
La Confederación Suiza era (y hasta nuestros días sigue siendo) la
más antigua democracia europea, con una serie de aspectos muy
especiales, que aún hoy son dignos de estudio y reflexión.
Por ejemplo, su Constitución, que fue adoptada (como pacto entre
cantones) el año 1291 (hace más de 700 años) y cuyos principios siguen
vigentes hoy, siendo la más antigua del mundo.
La Confederación Suiza está hoy compuesta por 26 cantones, que
gozan de gran autonomía y que mantienen entre sí relaciones muy
buenas, pese a que en ellos se hablan por lo menos 3 idiomas diferentes
(francés, alemán e italiano), a más de una lengua autóctona, llamada
welche.

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PEDRO SAAD 17

Muy pequeña en tamaño (todo el país tiene apenas 41,290 kilómetros


cuadrados: menos de la sexta parte de Ecuador) y ubicada en el centro de
Europa, la Confederación Suiza ha logrado mantener su independencia
nacional gracias a su invariable política de neutralidad en todos los
conflictos europeos (inclusive durante las dos guerra mundiales), para
garantizar la cual se ha establecido un aspecto que durante muchos siglos
fue único en el mundo: formalmente, Suiza no tiene ejército; pero
durante mucho tiempo consiguió buena parte de sus ingresos federales por
el “alquiler” de unos 70,000 soldados mercenarios, que estuvieron al
servicio de potencias extranjeras (unas veces de España y otras ocasiones
de Francia). Todavía hoy se conserva el recuerdo de esos “servicios
militares suizos”, pues el Estado Vaticano (la sede del Papa católico) tiene
como única fuerza armada una Guardia Suiza.
A primera vista, pues, Suiza es una sociedad perfecta y una
democracia absoluta, y muchas veces se la pone de ejemplo universal.
Pero esa “perfección” es sólo a primera vista. En Suiza las mujeres sólo
tienen derecho al voto desde 1971, y sólo en 1991 se permitió el voto desde
los 18 años de edad.
En el listado de los países europeos no monárquicos tenemos el caso
de las Provincias Unidas de los Países Bajos, la mayor de las cuales era
Holanda, que más tarde sería usado como nombre de todo el país.
También en este caso se trataba de una confederación de provincias
con mucha autonomía (hasta el punto que cada una de ellas podía tener
su propia flota).
Pero, también en este caso, esa “república” distaba mucho de ser una
“democracia” como las consideramos hoy, pues el poder real estaba en
manos de una clase media alta, que dominaba los concejos de las
ciudades, servían en los directorios de las grandes empresas, se vestían y
comportaban de un modo diferente a los demás, y controlaban las
elecciones a los “Estados Generales” que formalmente eran quienes
detentaban el poder, mientras el pueblo llano (campesinos y pequeños
artesanos) añoraba la monarquía que les parecía sinónimo de
“democracia”.
O sea que no se puede decir que automáticamente cualquier sistema
republicano sea mejor que cualquier monarquía, porque todo dependerá
de los hombres que estén a cargo de uno u otro sistema y de la situación
histórica en que se desenvuelva ese sistema. Como ya lo dijo el genial

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18 ANTES DEL AMANECER

poeta norteamericano Ezra Pound en sus “Cantos”?...1

“Es que el despotismo


o poder absoluto…
Soberanía ilimitada
es igual en una mayoría de una asamblea popular,
o un consejo aristocrático,
o una junta oligárquica
que en un solo emperador, si es igualmente arbitrario”

Finalmente esa limitada concepción “republicana” terminó en 1815,


cuando Holanda retornó a la monarquía, consagrando en las leyes (“de
iure”, como se dice en jurisprudencia) lo que ya era un hecho en la
práctica (“de facto”): la hegemonía de la “casa de Orleans”, de la cual
descienden todos los reyes de los Países Bajos, incluyendo la actual reina
(Beatriz), quien está en el trono desde 1980.

El siglo de las luces


El siglo XVIII constituye, en general, una época de progreso de los
conocimientos racionales y de perfeccionamiento de las técnicas de la
ciencia.
Fue una época de enriquecimiento generalizado, que potenció a la
nueva burguesía, si bien se mantuvieron los derechos tradicionales de los
órdenes privilegiados dentro del sistema monárquico absolutista.
Generalizando un tanto, podríamos decir que la historia del siglo
XVIII consta de dos etapas diferenciadas: la primera supone una
continuidad del Antiguo Régimen (hasta la década de 1770), y la
segunda, de cambios profundos, culmina con la Revolución
Estadounidense, la Revolución Francesa y la Revolución Industrial en
Inglaterra.
Por todos estos cambios, el siglo XVIII es habitualmente conocido
como El siglo de las luces o período de la Ilustración.

1 Estos versos están en el “Canto XXXIII”. La traducción es del gran poeta


nicaragüüense Ernesto Cardenal.

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PEDRO SAAD 19

El término Ilustración se refiere específicamente a un movimiento


intelectual de amplio alcance. Esta corriente abogaba por la razón como
la forma de establecer un sistema autoritario ético, estético y de
conocimientos, y surgió en contraposición al Absolutismo y al Antiguo
Régimen.
Todo cambiaba, y cambiaba a una velocidad vertiginosa. Casi no
había mes en el cual no se produjera una transformación importante, ya
fuese en la ciencia, la tecnología o las artes, al mismo tiempo que se
modificaban muchas leyes, para favorecer el desarrollo y surgían nuevos
hábitos y costumbres, incluso en el diario vivir, porque los hombres
trataban de amoldarse a este período de innovaciones.
Un breve recuento de los avances fundamentales del período nos
aclarará la importancia del final del siglo XVII y comienzos del XVIII.
La filosofía tiene un salto enorme, pues se vincula con la ciencia. Por
un lado, a fines del XVII el gran Isaac Newton: científico, físico, filósofo,
alquimista y matemático inglés, autor de los Philosophiae naturalis
principia mathematica, más conocidos como los Principia, donde
describió la ley de gravitación universal y estableció las bases de la
Mecánica Clásica mediante las leyes que llevan su nombre. Entre sus otros
descubrimientos científicos destacan los trabajos sobre la naturaleza de la
luz y la óptica, y el desarrollo del cálculo matemático, de modo casi
simultáneo con el alemán Leibniz.
Newton fue el primero en demostrar que las leyes naturales que
gobiernan el movimiento en la Tierra y las que gobiernan el movimiento
de los cuerpos celestes son las mismas. Este concepto, que hoy nos parece
obvio era a la época de una trascendencia filosófica muy grande.
En general, La Ilustración se nutrirá filosóficamente de varios
movimientos y corrientes del pensamiento. Entre ellos, cabe destacar el
Antropocentrismo, el Racionalismo, principalmente representado por
Descartes, el ya mencionado Leibniz y sobre todo por Baruch Spinoza y
muy particularmente el Empirismo, que es una teoría del conocimiento
que enfatiza el rol de la experiencia, especialmente de la percepción
sensorial, en la formación de ideas, al margen de las convicciones
religiosas o teológicas, como se había afirmado antes.
En el arte, el mundo está viviendo uno de sus mejores momentos
después del renacimiento. En 1656, el gran pintor español Diego

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20 ANTES DEL AMANECER

Velásquez había pintado Las Meninas2, un enorme cuadro (3.10 m. por


2.76 m.) que muchos estudiosos consideran la mayor obra pictórica del
mundo. Para nuestro análisis quizá es más importante otra pintura
monumental (3.67 m. por 3.07 m.) del mismo autor, La rendición de
Breda, también conocida como Las lanzas, que recoge un momento
especial de la guerra que sostuvieron en territorio holandés las fuerzas
conquistadoras españolas (que finalmente vencieron en el combate) y
las tropas de los Países Bajos, que buscaban preservar su
independencia.
Las crónicas de la época cuentan que la defensa holandesa llegó a ser
heroica, pero la guarnición tuvo que rendirse y levantar la bandera. El
general Justino de Nassau capituló el día 5 de junio de 1625. Fue una
capitulación honrosa que el ejército español reconoció como tal,
admirando en su enemigo la valentía de los asediados. Por estas razones
permitió que la guarnición saliera formada en orden militar, con sus
banderas al frente. Éste es el momento histórico que eligió Velázquez para
pintar su cuadro, y es una clara alusión a que el gran artista – pese a ser
español – simpatizaba con la resistencia y estaba contra la guerra
(¡incluso cuando se la ganaba!).
Pero son otros dos pintores los que nos ayudarán a comprender las
diferencias entre sus respectivos países. En Holanda, país de comerciantes
burgueses, el gran pintor Jan Vermeer está pintando, con maestría pocas
veces igualada, escenas de la vida familiar y laboral de esos burgueses;
mientras el francés Antoine Watteau (se pronuncia “Vató”) da inicio al
movimiento estético denominado “Rococó”. Watteau es el representante
más antiguo y más exquisito de este estilo. Realizó escenas galantes y
costumbristas. Con él comienza un género nuevo: las "fêêtes galantes"
("fiestas galantes"), reflejo de la vida cortesana que busca artificialmente
un contacto con la naturaleza.
Como vemos, el primero es el mejor pintor de la burguesía en
ascenso, mientras el segundo dedicó su corta vida (Watteau murió a los

2 La palabra “menina” es de origen portugués y es el equivalente a “paje” en femenino.


Llamaban así en España a las hijas de personajes de la nobleza que entraban en Palacio
como doncellas de honor de las Infantas y las acompañaban en su séquito a todas horas.
Sólo recibían este apelativo hasta que les llegaba el momento de la “puesta de largo”,
así pues eran siempre damas muy jóvenes.

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PEDRO SAAD 21

37 años de edad) a exaltar las supuestas virtudes estéticas de la


aristocracia.
Pero, si en la pintura estaba clara la disputa entre dos clases sociales
y dos conceptos del mundo, en la tecnología es donde vemos con más
claridad el avance de las ciencias y el anuncio del mundo que vendrá.
Los inventos o sus aplicaciones productivas se suceden casi año por
año?…

Primer paréntesis:
Avances culturales en el siglo XVIII

Desde 1700 se comienzan a utilizar métodos técnicos en la


agricultura inglesa, incluyendo la rotación de cultivos y la cosechadora
mecánica que ha inventado Jethro Tull.
En 1707 se inaugura el túnel “San Gotardo” en Suiza, facilitando las
relaciones comerciales entre la Europa central y el occidente.
En 1708 el también inglés Abraham Darby adapta un alto horno
(instrumento básico para el trabajo de los metales) para que emplee
carbón mineral, un elemento abundante en Europa, para la producción de
hierro fundido. Es un cambio que tendrá gran trascendencia.
En 1709 el inventor portugués De Gusmao le presenta al rey su
modelo de globo aerostático. Es la primera ocasión que un producto
humano vuela libremente.
En 1710 se desarrollan los tornos de precisión. Son máquinas-
herramientas indispensables para la industria pesada, la producción de
relojes y los instrumentos científicos.
En 1712 se construye el prototipo de la que va a ser la máquina más
influyente en el siglo: la máquina de vapor. Los trabajos se habían iniciado
en 1705, pero es este año cuando Thomas Newcomen ha logrado elaborar
un modelo que es comercialmente viable. El prototipo será luego
desarrollado por el también inglés James Watt.
Para 1720, el empleo de máquinas de diverso tipo se difunde
rápidamente por toda Europa. Incluso en la lejana y atrasada Rusia, el Zar
Pedro I promueve la modernización de su país con estos métodos.

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22 ANTES DEL AMANECER

En 1733 se introduce en el mercado la otra máquina esencial para la


industria: John Kay construye el primer telar mecánico, con lo cual la
producción de telas y confecciones se abarata y acelera.
En 1769 el inventor Richard Arkwright patenta una máquina
rotatoria, movida por la fuerza del vapor, que permite el cardado del
algodón y se anticipa a la máquina desmotadora. Otra máquina que
tendrá mucha repercusión.
En 1775 se comienza a utilizar la máquina de vapor en la minería y
otras operaciones industriales.
Como es lógico, frente a estos cambios trascendentales para la
producción, la vida diaria y sus conceptos cambian muy rápidamente…
En 1717 se funda la Gran Logia Madre de Inglaterra. El movimiento
de los francmasones, que defienden el empleo de la razón por encima de
la fe y que tienen por lema Libertad, Igualdad, Fraternidad, que luego
será adoptado por la Revolución Francesa.
En 1720 se introduce la moda de la “falda de campana”, que permite
a las damas elegantes lucir los magníficos tejidos que ahora han
comenzado a producirse industrialmente en los telares mecánicos.
En 1739 se inaugura el sistema de alumbrado de Londres (a gas), que
pronto será adoptado en todas las capitales europeas y norteamericanas.
Comienza a nacer la noche, antes propiedad de las tinieblas y del miedo,
proceso de nacimiento que se completará más tarde con el alumbrado
eléctrico.
Para 1740 estos procesos, que ya comienzan a llamarse “Revolución
Industrial” se extienden por toda Europa, influyen en Norteamérica y en
el Oriente; promueven el crecimiento de las ciudades, el sistema de
fábricas y una miríada de cambios en la vida cotidiana.
Esto se reflejaba también en el aparecimiento de las metrópolis,
grandes concentraciones urbanas, como el mundo no había visto desde el
apogeo del Imperio Romano. Londres, que en 1700 tenía unos 250,000
habitantes, llegó al millón para 1800, una cifra que París alcanzaría unas
décadas más tarde.
Y, naturalmente, la literatura no podía quedar al margen de todo este
proceso de transformaciones.

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PEDRO SAAD 23

En 1719 el novelista Daniel Defoe publica sus relatos de


aventuras con el título abreviado de Robinson Crusoe, aunque el
título original contenía 68 palabras. Traducido al castellano sería algo
más o menos así?…
“La vida y extrañas y sorprendentes
aventuras de Robinson Crusoe, marinero, quien
vivió veintiocho años en una isla deshabitada en
las costas de América, cerca de la desembo-
cadura del gran río Oroonoque; habiendo sido
arrojado a la orilla por el naufragio de un navío
que mató a todos los otros tripulantes, excepto a
él. Con un relato de cómo fue finalmente
rescatado por piratas. Escrito por él mismo”.

Es comprensible que sus lectores lo recordaran simplemente con


el nombre del personaje y supuesto autor del libro, que agotó cuatro
ediciones sólo en el año de su aparición, y que pronto se convertiría en
el libro más leído de los publicados en idioma inglés, aunque no
contiene ninguna trama o peripecia amorosa, como se consideraba (y
aún se considera) indispensable en una novela.
Tal vez fue el éxito de Robinson Crusoe el que impulsó la
magnífica acogida que, a partir de 1726, recibió la novela de Jonathan
Swift, también titulada de modo extenso (aunque sólo con 24
palabras): “Viajes a varias y remotas naciones del mundo efectuados
por Lemuel Gulliver, primero médico y luego capitán de algunos
barcos, narrados en cuatro partes”.
También en este caso los lectores abreviaron el título, recordando
la novela únicamente como “Los viajes de Gulliver”, o simplemente
“Gulliver”.
Aunque muchas veces se ha considerado equivocadamente que
éste es un libro para niños (como es el caso también de Robinson
Crusoe), se trata en realidad de una gran sátira sobre los tiempos que
le tocó vivir al autor. Considerado en general como una visión satírica
del Iluminismo (que es el término que se aplica a muchos de los
productos intelectuales del “siglo de las luces”), el libro de Swift trata
de desinflar el orgullo humano, que el autor consideraba
excesivamente presuntuoso en su tiempo.

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24 ANTES DEL AMANECER

Aparte de escritor, Jonathan Swift era un politico activo. Militaba


en el partido llamado Tory, opuesto y confrontado con los Whig.3
Lo cierto es que los “Tory” le confiaron a Swift la dirección del
influyente periódico “Examiner” cuando llegaron al poder en 1710. Al
año siguiente el gobierno Tory mantuvo negociaciones secretas con
Francia, que resultaron en el “Tratado de Utrecht” que terminó con la
guerra sucesoria en España, al cual ya nos hemos referido.
El tercer autor inglés del período es el poeta y dramaturgo John Gay,
quien estrenó en 1728 “La ópera de los mendigos”, que fue el más
grande éxito teatral del siglo XVIII y que, en el siglo XX, sirvió de base
para la gran obra del alemán Bertold Brecha “La ópera de tres
centavos” (o “de cuatro reales” como la habríamos llamado en Ecuador
cuando todavía existían el Sucre, las “pesetas” y los “reales”).
Pero, indudablemente, la palma literaria de los siglos XVII y XVIII
le pertenece a Francia. Comenzando porque su idioma se convirtió en la
lingua franca, literaria y diplomática de toda Europa, incluida Rusia,
donde la aristocracia hablaba más frecuentemente francés que ruso.
Pero no era sólo el idioma. Las letras francesas han tenido un
profundo impacto en todas las tradiciones literarias europeas y
norteamericanas mientras que, al mismo tiempo, han resultado muy
influidas por otras tradiciones nacionales (por ejemplo, el romanticismo
británico y alemán a comienzos del siglo XIX).
Saltándonos un poco en el tiempo pero sin salirnos del siglo XVIII,
la “Enciclopedia” (La Encyclopédie de Diderot, y D’Alembert se
publicó entre 1751 y 1780) fue el instrumento forjador de la nueva
mentalidad abierta y generalista4. Las nuevas ideas de la Ilustración se
difundieron a través de los salones y tertulias, en las que la aristocracia
recibía a literatos e intelectuales.

3 Es imposible hallar un parangón actual para estos dos partidos. Los “Whig”, una
palabra del gaélico escocés, originalmente significaba “abigeo” o “ladrón de ganado”,
pero se extendió el significado a algo como “los inconformes y rebeldes”. “Tory” por su
parte es una palabra irlandesa que se aplicaba a los defensores del derecho del rey Jaime
a la corona, a despecho de su religión católica.
4 Tal vez por ello mismo se llamaba “Diccionario razonado de las ciencias, artes y
oficios”.

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PEDRO SAAD 25

Dominan el pensamiento francés de la época Montesquieu, Voltaire


y Rousseau (se pronuncia “Russó”). Aunque se les llama “filósofos”, lo
cierto es que en el siglo XVIII francés se cultivó poca filosofía, en el
sentido que esta palabra tiene en Alemania, por ejemplo. Se trataba más
bien de intelectuales que reflexionaban sobre la reforma social mediante
medidas prácticas, y no sobre la metafísica. Utilizaban los diversos
géneros literarios para expresar estas ideas de reforma social. Así,
Montesquieu usó la sátira en sus “Cartas Persas”, obra de aguda crítica
social. Voltaire (se pronuncia “Volter”), en cambio, recurrió más al teatro,
exponiendo sus ideas a través de tragedias clásicas. No obstante, también
cultivó la poesía neoclásica y las novelas, de entre las que destaca
“Cándido”. Fue un excelente escritor, agudo e ingenioso, que gozó en su
época de fama extraordinaria, tratando con personajes como Federico el
Grande, de Alemania, o Catalina II, de Rusia.

La obra del ginebrino Jean-Jacques Rousseau5 es de orientación


diversa. Frente a la idea de la razón como reguladora de la sociedad, en él
predomina el sentimiento sobre la razón, no creyendo en la eficacia de las
leyes. Sus tesis las mostró en “Emilio”, obra basada en la libertad y el
naturalismo que anticipaba el sentimentalismo romántico.
Pero es el conjunto de su obra, y sobre todo, a más de “Emilio, o de
la educación”,“El Contrato Social” y el “Discurso sobre el origen de la
desigualdad entre los hombres” la que conforma la base de la cultura de
los grandes próceres de nuestra emancipación en América, y muy
especialmente en el Libertador Simón Bolívar, que recibió sus enseñanzas
a través de su maestro Simón Rodríguez.
Rousseau fue admirado y perseguido en Francia. En 1762, la
publicación de “El contrato social” fue causa de su expulsión de Francia6.
Los planteamientos que hacía Jean-Jacques Rousseau en esta obra fueron
la semilla de la Revolución Francesa, de la Revolución Norteamericana y
de la emancipación de América Latina?…

5 Como hemos dicho ya, en Suiza se hablan varios idiomas. Habitualmente a los
escritores de los cantones de habla francesa, como Rousseau en este caso, se los incluye
– un tanto injustamente – en los análisis de literatura francesa.
6 Las autoridades francesas, que habían recibido los elogios y halagos al escritor como
cosa propia, súbitamente “recordaron” que Rousseau era técnicamente un extranjero…
y lo expulsaron.

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26 ANTES DEL AMANECER

Es que hablaba de la “soberanía de la voluntad del pueblo”, de los


“soberanos” exclusivamente como mandatarios de ese pueblo, y de la
República como la forma más perfecta de gobierno. Para Rousseau, la ley
o “derecho de naturaleza” exige, como condición previa, ser conocida por
todos y aceptada por las conciencias y estar redactada de una forma
asequible para las personas con instrucción media.
En general, aunque quizá sea una simplificación, es posible decir que
– al menos durante este siglo – Inglaterra (luego de su fusión con Escocia
es mejor decir “Gran Bretaña”) es el país con mayores avances
tecnológicos y de instrumentos económicos; pero que Francia es el país
con mayores progresos en el campo artístico y de las ideas.
No obstante, un rasgo muy importante es similar para todos los
países durante este período: los avances tecnológicos y su difusión
aumentaron enormemente la productividad del trabajo humano, y
surgieron formas de producción con muchas personas vinculadas a
cada empresa, de las cuales el mejor ejemplo eran las fábricas
industriales.7 Junto con estos procesos, aparecieron dos nuevas clases
sociales, que hasta entonces sólo habían existido en forma
embrionaria: la “burguesía capitalista” (propietaria de las maquinarias
y las fábricas) y los obreros de aquellas fábricas, que únicamente
percibían un salario por su trabajo. Pronto se comenzó a llamar a esta
clase social “proletariado”; la contraposición de ambas marcó lo que
luego se llamaría “lucha de clases”.
Pero, como los hombres adecuamos nuestra manera de pensar a
nuestra manera de vivir, esos cambios en la “base” demandaban que las
formas de gobierno, la legislación y la enseñanza se amoldaran a esas
necesidades.8

Gobernantes de las potencias

Naturalmente que no son las personalidades de los gobernantes las


que determinan las orientaciones principales de una nación; pero es

7 Estos elementos – maquinaria y conocimientos para operarlas – se suelen llamar


“fuerzas de producción (o productivas)” y se consideran la “base” de una formación
económico-social.
8 Estos rasgos son los que suelen denominarse “superestructuras” o “relaciones de
producción”´´; es decir la relación entre las clases sociales.

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PEDRO SAAD 27

indudable que las personalidades de los reyes, los emperadores e incluso


los presidentes en los países republicanos y democráticos, condicionan el
ritmo del desarrollo y varios aspectos de la vida en sus territorios.
Comencemos por Inglaterra.
Prestemos atención a este relato, pues aquí se esconden algunos
conceptos que trascienden la época en que nacieron?…

T T T

A fines del siglo XVII, y luego de dos guerras civiles, se estableció en


Inglaterra una República parlamentaria (1649-1653), cuyo poder supremo
se confió luego a Oliver Cromwell con el título de Lord Protector (1659-
1660). Sin embargo, muy pronto entró en serias pugnas con el parlamento,
y lo disolvió en dos ocasiones, generando el resentimiento de los grupos
políticos, que comenzaron entonces su proceso de organización.
Cromwell falleció de paludismo y sus restos fueron depositados en la
Abadía de Westminster, junto a sus predecesores en el gobierno inglés;
pero, una vez restaurada la monarquía y coronado Carlos II, los despojos
de Cromwell fueron ahorcados en el lugar de castigo para los criminales,
y su cabeza fue puesta en una picota y dejada en la plaza pública.
La dinastía de los Estuardos, iniciada en 1603, fue instaurada una
vez más en el trono de Londres.
Los desdichados gobiernos de Carlos II (1660-1685), quien fue bien
conocido tanto por su proverbial ociosidad cuanto por su disipada vida
privada (dejó al menos 14 hijos ilegítimos y con varias damas, incluso de
alta alcurnia) y de James II (1685-1689), hermano de Carlos II, y un rey
de corta duración, pues su acendrado catolicismo (a despecho de la
religión anglicana, imperante en el reino desde el siglo XVI) le acarreó la
oposición del parlamento que, como hemos visto, había logrado
imponerse desde los tiempos de Cromwell. La población protestante,
especialmente aquella que conformaba los municipios y ayuntamientos,
temerosa de una sucesión igualmente católica, estableció contactos y
relaciones políticas con Guillermo de Orange, noble holandés, a la sazón
campeón de la Europa protestante y esposo de María Estuardo, princesa
inglesa que “legitimaba” su pretensión del trono británico. Estalló la

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28 ANTES DEL AMANECER

guerra, y James pidió la ayuda a la católica Francia, que le envió un


ejército completo, que se unió con las fuerzas que James había reclutado
en la también católica Irlanda. Los protestantes triunfaron, permitieron
escapar a James y convocaron al parlamento, que ungió como soberano
a la pareja de Guillermo de Orange y María Estuardo.
Mientras Guillermo de Orange se dedicaba a la guerra (en Irlanda
y en el continente), María reinaba en Inglaterra y fue bajo su gobierno
cuando Inglaterra y Escocia conformaron, en 1701, una alianza que
aún perdura en nuestros días. Cuando María falleció a los 32 años de
edad, los “derechos” de Guillermo se consideraron extinguidos, y el
parlamento coronó como nueva soberana a la princesa Ana, también
de la casa de los Estuardos, quien mantuvo la corona entre 1702 y
1714.
Pese a todo, la sucesión real de Ana era un problema. Aunque la
reina estuvo oficialmente embarazada nada menos que 18 veces, sólo
cinco de sus hijos nacieron vivos y, de ellos, sólo uno rebasó la infancia.
Cuando este último vástago murió (1700), Ana debió acogerse a lo
establecido en una “Acta de Compromiso”, que designó como herederos
al trono a los descendientes de James I, quien había sido rey de Inglaterra
a comienzos del siglo XVII. Estos descendientes eran de la casa de
Hanover; es decir, alemanes.
El primero de esos germanos en ascender al trono inglés fue Georg
Ludwig, quien discretamente tradujo su nombre por George (Jorge)
Louis I cuando fue coronado en 1714.
Desde el principio el reinado de Jorge I fue diferente a todos sus
predecesores. Primero, como el rey no hablaba inglés (no debemos
asombrarnos demasiado de que el rey de Inglaterra no hablara inglés,
pues Carlos I de España tampoco hablaba castellano cuando lo
coronaron rey de España), se comunicaba con sus ministros en francés
(idioma que era la lengua natal de sus enemigos principales en todas las
guerras de la “sucesión española”) y poco tiempo después, como esto era
incómodo, el rey decidió que no tendría reuniones de lo que hoy
llamaríamos “gabinete ministerial”. Esto hizo que Jorge nunca se
orientara del todo bien en la complicada política inglesa de su tiempo,
cuando los “whigs”, primero, y los “tory”, después, lo sedujeron a su
bando y lo traicionaron sucesivamente, hasta que el rey murió de un
ataque al corazón en 1724.

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PEDRO SAAD 29

Jorge I dejó dos hijos. El uno ascendió al trono británico como Jorge
II, mientras su hija, Sophia Dorothea, se casaba con el rey de Prusia,
Federico Guillermo I y el hijo de ella ascendería al trono germano como
Federico el Grande.
De su heredero en el trono británico, Jorge II (nacido como Georg
August, pues vio la luz en Alemania) lo más destacable es haber contado
con la compañía (en calidad de ministro) de Robert Walpole,
indudablemente uno de los mayores talentos políticos de toda la historia
universal, y un maestro de la sutileza y la capacidad de predicción de las
acciones de sus opositores, hasta el punto que muchos lo consideran como
“el primer Primer Ministro de Gran Bretaña”.
Ejerció su poderosa influencia desde antes del reinado de Georg
August, mediante el “sencillo” procedimiento de vincularse (nadie sabe si
en calidad de amigo simplemente o también de otras maneras) con su
esposa, Carolina de Ansbach, (nacida Karoline von Brandenburg-
ansbach), princesa de Gales (el mismo cargo que – unos siglos después –
ocuparía la Princesa Ana.
Ya nos volveremos a encontrar con sir Robert Walpole cuando
hablemos de la intervención británica en América.
En este relato, lleno de ardides, intrigas y traiciones, hemos visto a la
monarquía de cuerpo entero: unos gobiernos unipersonales, que advienen
únicamente por el “derecho divino” de ser descendientes de otros que
llegaron al poder del mismo modo; que no dudan en preferir sus propias
conveniencias personales (o las conveniencias de su grupo, su familia o?…
sus concubinas) a los intereses de la nación, porque no la conocen (en
ocasiones ni siquiera hablan su idioma), ignoran las necesidades o deseos
de su pueblo y no se detienen a la hora de imponerles yugos o sacrificios
(incluso, cuando hay guerras, el sacrificio de la propia vida).

T T T

Esto era lo que ocurría en el trono inglés. Crucemos ahora el Canal


de la Mancha y vayamos a París?…
La historia del trono francés es bastante más aburrida que la inglesa,
pero en el fondo imparten la misma lección: las monarquías absolutas sólo

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30 ANTES DEL AMANECER

se sirven a sí mismas y a los poderosos de su tiempo, pero jamás a los


pueblos, a los que desprecian y llaman con nombres peyorativos:
“chusma”, “plebe”, “vulgo”, “turba”, “horda” o “mala hierba”.
Pero lo cierto es que en Francia, durante todo el siglo XVI, todo el
XVII y una gran parte del XVIII, reinó una sola dinastía: la de Borbón,
que luego se extendió a España, donde todavía se mantiene, bajo el
reinado de Juan Carlos I.
Además, para agravar el “aburrimiento”, cada uno de los reyes duró
largos años, e incluso hubo uno, Luis XIV, que imperó durante la bicoca
de 72 años, porque recibió la corona cuando sólo tenía 5 años de edad.
En el período que nos ocupa, Luis XIV se mantuvo en el poder desde
1643 hasta 1715, y tan largo reinado lo dejó sin hijos que pudiesen
heredarlo, e incluso sin nietos, de modo que fue sucedido por su biznieto,
coronado como Luis XV.
Este nuevo Luis se mantuvo en el trono hasta 1774, cuando entregó
la corona a otro Luis, el decimosexto de ese nombre, que estaba todavía
en su sitio cuando llegó la Revolución Francesa, que terminó no sólo con
su reinado, sino con todos, pues instituyó la república.
Pero bueno será que aclaremos algunos puntos sobre el absolutismo
en Francia?…
El poder de los reyes y ministros había crecido enormemente en
Francia desde el siglo XVI, cuando el ministro de Enrique IV (1589-
1610), el duque de Sully, Maximilien de Bethune, promovió la
agricultura y las obras públicas, particularmente la red vial, que pronto
convirtió a Francia en la potencia europea con mejores medios de
intercomunicación entre sus regiones y ciudades. Cuando el capitalismo
se desarrolló más intensamente, estos medios de comunicación (que en
Francia incluyeron un excelente sistema fluvial, que sigue en operación
en nuestros días) se volvieron un enorme factor de progreso.
Lo sucedió en el trono Luis XIII, cuyo ministro (y virtual
gobernante) fue un señor que se llamaba Armand Jean du Plessis, pero
que es mucho más conocido por su remoquete eclesiástico: Cardenal
Richelieu, que sería quien más tarde fuera utilizado por el novelista
Alejandro Dumas como símbolo del poder y sus maldades en sus “Tres
Mosqueteros” y en “Veinte años después”.

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PEDRO SAAD 31

Si hubiera que elegir a un individuo que incrementara el poder


personal más que ningún otro, Richelieu (pronunciado “Richelié”) sería
el mejor candidato.
Pero fue el hijo de este Luis, que llegó al trono como Luis XIV (1643-
1715) quien se convirtió en el arquetipo delk monarca absolutista; tanto
que llegó a decir en una ocasión “el Estado soy yo”, frase que usamos
incluso hoy cuando queremos significar que un gobernante asume o
pretende todos los poderes.
El ministro de Luis XIV fue otro cardenal de la iglesia católica, Jules
Mazarin, que acumuló tanto poder que, cuando murió en 1661 (luego de
18 años de ejercicio del poder), el propio rey debió proclamar que, de allí
en más, él sería su propio ministro.9
Naturalmente, junto con estos personajes ministeriales, creció
también el poder de la burocracia, que se encargó de un ejército regular,
del cobro de los impuestos y del ejercicio de justicia, en calidad de jueces
y abogados, cargos por los que debían pagar ingentes sumas al monarca.
Había nacido el Estado, con todas sus características (las buenas y…
las malas).

A todo esto… en España


Como ya sabemos, luego de la muerte de Carlos II, un grupo
importante de españoles consideraba rey al heredero seleccionado por
Carlos: el duque de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y miembro de la
dinastía francesa de Borbón.
Luego de las guerras que precisamente esa designación desató, llegó
la paz suscrita en Utrecht y refrendada en Rastatt. Ahora España estaba
unida a Francia, porque sus monarcas respectivos eran de la misma
familia y tenían entre sí los lazos consanguíneos que unen a un abuelo con
su nieto.

9 Por supuesto que cuando decimos “ministro” queremos en realidad decir “primer
ministro”, ya que habían otros ministros por temas específicos. Pero en Francia, estos
personajes que hemos nombrado parecían pertenecer a la cultura musulmana, donde los
“visires” eran quienes gobernaban, mientras los “califas” solo de nombre ostentaban el
poder.

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32 ANTES DEL AMANECER

Recordemos: los reyes eran llamados “soberanos” y se consideraban


a sí mismos propietarios del país, cuyos bienes administraban como cosa
propia, cuyos recursos eran estimados como “bienes de familia” y los
habitantes no eran más que “vasallos”, palabra cuya raíz latina
significaba “mozo servidor de su amo”.
Felipe V, como decidió llamarse el duque de Anjou al ser coronado,
no era mucho más capaz que el último de los Asturias, Carlos II, de
modo que el gobierno fue entregado y conducido por ministros franceses
– y ya sabemos que los ministros en Francia eran quienes de verdad
ejercían el poder – y la política fue dirigida desde París.
Así que es a los “consejeros” franceses Orry y Amelot a quienes
debemos atribuir la paternidad de las primeras medidas que se tomaron
durante el primer reinado de Felipe V.
Y decimos “el primer reinado”, porque Felipe, que había caído bajo
el influjo de su segunda esposa, Isabel de Farnesio, decidió abdicar en
enero de 1724 a favor de su hijo Luis, que apenas tenía 16 años, pero éste
murió en agosto del mismo año, de modo que Felipe tuvo que
“sacrificarse” una vez más por España y volver a ceñir la corona.
Doña Isabel, inclinada por nacimiento hacia Italia (a la época
potencia de segundo orden), tuvo que presenciar cómo, en las cuestiones
realmente importantes, la última palabra la tenía París.
Para consolidar esa alianza, que podría convertirse en uno de los ejes
centrales de la política europea, el abuelo (Luis XIV) y su nieto (Felipe V)
firmaron unos acuerdos de alianza que pronto se conocieron con el justo
nombre de “Pactos de Familia”, del cual suscribieron el primero en 1735
y otro complementario en 1743.
No debemos mirar esta alianza con excesivo rencor, pues
Francia/España se enfrentaban a la alianza Inglaterra/Alemania,
potencias unidas debido a que, como hemos visto, el rey de Inglaterra
era… alemán.
Sin embargo, por mucha repugnancia que nos provoquen estos
enredos familiares, lo importante era que, en esos “Pactos de Familia”,
España llevaba la peor parte, porque se comprometía – sin retribución
ninguna – a apoyar a Francia siempre que ésta lo necesitara o pidiera; y
así ocurrió cuando Francia (es decir Luis XIV) le declaró la guerra
primero a Polonia, y luego a Austria.

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PEDRO SAAD 33

Pero peor fue la suerte de su sucesor en el trono que, ya que Felipe no


había tenido hijos, vino a caer en su hermano, que se coronó como Carlos
III, que hasta entonces había sido rey de Nápoles.
Este Carlos tenía una ventaja: era viudo. Y, como era viudo, España
se vio libre de las maniobras e intrigas que, hasta entonces, habían sido la
“especialidad” de las reinas.
Para renovar los “Pactos de Familia” se firmó uno nuevo en 1761;
pero la situación de Europa había cambiado en los veinte años
transcurridos desde el anterior.
El primer gran cambio era el surgimiento de Prusia como una gran
potencia, con el agravante (para los Borbones) que esta nueva potencia
rompió sus vínculos con Francia y los estableció con Inglaterra (no
olvidemos que, al fin y al cabo, el rey inglés era alemán). Aunque Francia
respondió estableciendo alianza con Austria, los austríacos habían
decaído y no podían competir con los prusianos en poderío militar. A la
subsiguiente guerra se la llamó “de los siete años”.
Finalmente, y esto es quizá lo más importante (por lo menos desde
nuestro punto de vista) la guerra entre Inglaterra y Francia, que ya cubría
prácticamente a todo el viejo mundo, se extendió, a partir de 1755,
también al continente americano, y las fuerzas británicas y francesas
comenzaron a enfrentarse, primero en el actual estado norteamericano de
Ohio, donde capturaron – sin previo aviso – nada menos que 300 barcos
franceses y luego – hacia 1758 – también en territorio del actual Canadá.
Inglaterra se había consolidado como la primera potencia naval del
mundo. Españoles y franceses les iban muy a la zaga. Esta superioridad
británica en el mar tendría enormes consecuencias para América, como
veremos un poco más adelante.
Aquí debemos resaltar la existencia del primero de los ministros
ingleses que podían competir con el poder alcanzado por sus colegas
parisinos. William Pitt (el viejo) fue ministro de 1756 a 1761 y más tarde
entre 1766 y 1768. A más de su indudable talento y su enorme capacidad
de maniobra, Pitt poseía una envidiable seguridad en sí mismo, al punto
que en 1756 – antes de asumir el ministerio, pero ya iniciada la “guerra de
los siete años” – dijo “de dos cosas estoy seguro: de que yo puedo salvar
a este país… Y de que nadie más puede hacerlo”.

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34 ANTES DEL AMANECER

Lo demostraría en la práctica.
Empero, todavía más importante para nosotros fueron las acciones
inglesas luego que ascendiera al trono londinense Jorge III (1760).
Prescindió de los servicios de William Pitt (el viejo) y se orientó aun más
claramente contra Francia y España. En 1762, sus fuerzas ocuparon
Manila en las islas Filipinas (a la época posesión de España) y, otra vez
en América, ocuparon la Florida y un lugar tan estratégico como La
Habana, en Cuba.
Era la primera vez que el conflicto entre las potencias europeas se
extendía al otro lado del Atlántico.
Desgraciadamente no sería la última.
No obstante, debemos tener claro que, en cualquier época; pero
quizá más que en ninguna otra en ésta, como lo dice el historiador Josep
Fontana, al que habremos de volver: “no son los soberanos quienes
configuran las realidades sociales de su tiempo; sino que, mirando las
cosas en sentido inverso, sería más correcto decir que son estas
realidades sociales las que hacen de los soberanos lo que son o lo que
fueron”.10

¿Reformas Borbónicas?

Durante el reinado de los tres primeros Borbones11 (Felipe V,


Fernando VI y Carlos III) entraron en vigencia una serie de reformas
administrativas, territoriales, económicas y militares que, en conjunto se
suelen llamar “Reformas Borbónicas”, y que alteraron muy
profundamente la vida en las Américas, aunque algunos especialistas
españoles nieguen su importancia para la península.12

10 En general, para no entorpecer la lectura, hemos evitado las citas “eruditas”. Pero ésta
es indispensable. Las expresiones de Fontana constan en el volumen IV de la “Nueva
Historia del Ecuador”. Pág. 173.
11 No consideramos aquí ni al llamado “Carlos III” que era, como hemos visto, sólo el
pretendiente de la Casa de Austria, ni a Luis I, de tan fugaz reinado.
12 Por ejemplo, Josep Fontana se pregunta “¿Reformas de los Borbones? Y ¿qué reformaron
las tales reformas? De ellas salió el imperio cuarteado y España empobrecida y
convertida en potencia de tercer orden. Parece difícil hacerlo peor”.

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PEDRO SAAD 35

1. REFORMAS ADMINISTRATIVAS
Antes, las funciones administrativas se resolvían por parte de un
Consejo. Ahora (a partir de 1705) sus funciones y privilegios fueron
transferidos a unas Secretarías, que eran ejercidas por una sola
persona. En 1705 se crearon dos; el año 14, dos más y sumaron 7 en
1787.
Un cambio muy “francés”, que seguía la línea de Luis XIV de
concentrar el poder, supuestamente en nombre de la eficacia del ejercicio.
El poder se concentró; lo de la eficacia?… lo seguimos esperando.
En 1716 se dictó el decreto llamado de “Nueva Planta”, que también
era de inspiración francesa. Se suprimieron los fueros locales, que hasta
entonces habían sacralizado las leyes regionales, las costumbres y los
privilegios locales. De este modo prácticamente se anularon las
autoridades y las autonomías provinciales y municipales.
Esto vino acompañado de un cambio muy profundo en la concepción
de las Cortes (parlamento), que antes limitaban un tanto el poder real, y
que ahora quedaron reducidas a reunirse muy de vez en cuando y casi
exclusivamente para actos protocolarios, como el juramento de un nuevo
rey y cosas de ese tipo.
Como vemos – y en nuestra terminología del siglo XXI – una enorme
concentración del poder en manos del soberano, que carecía de este modo
del contrapeso de un poder legislativo autónomo y de gobiernos
seccionales con capacidad de acción propia.
En otras palabras: la concentración propia del absolutismo.

2. REFORMAS ADMINISTRATIVAS EN AMÉRICA


Estas reformas, que tuvieron un éxito sólo parcial en la península,
repercutieron de un modo extremadamente fuerte en América.
Comenzando por los Virreyes.
Si bien nunca fueron “casi reyes”, como su nombre parecía indicarlo,
de todas maneras habían sido representantes personales del Rey de
España, y en ese sentido habían sido una extraña suerte de garantía frente

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36 ANTES DEL AMANECER

a los abusos de los encomenderos, primero, y después de los


hacendados.13
Ahora, a partir de las “reformas borbónicas”, esos mismos Virreyes
pasaron a ser simplemente directores del aparato burocrático de las
colonias, que administraban sus respectivos territorios respondiendo a
los intereses directos de las clases dominantes en tales regiones.
Los mejores ejemplos de este cambio los tenemos en Perú (Virreinato
de Lima), donde el virrey Agustín de Jáuregui y Aldecoa fue
absolutamente despiadado en la represión al movimiento indígena
encabezado por José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru.14
Igual – y casi simultánea – fue la brutal respuesta que dio el Virrey
de Nueva Granada (Santafé de Bogotá) cuando el levantamiento de los
comuneros del Socorro.
Otro sistema de concentración del poder ( también copiado de
Francia) fue el de las llamadas Intendencias, que manejarían los ramos
principales del gobierno local, y que comenzó a aplicarse en la península
a partir de 1718, pero que no llegaría a América hasta 1764, cuando se
creó la primera en La Habana.
Como se comprende fácilmente, las Intendencias disminuían aun
más la autonomía de las autoridades civiles y sobre todo de los cabildos.

3. REDISTRIBUCIÓN DEL ESPACIO


Desde el siglo XVI, cuando se comenzó a institucionalizar la
colonia, en América habían existido solamente dos Virreinatos: el de

13 No es éste el lugar para analizar a fondo la actitud “benévola y generosa” de la corona


española para con los indios y mestizos; pero sí debemos comentar que, por cuanto el
rey no percibía beneficios personales directamente del trabajo de los indígenas, sino
únicamente de las minas o los recursos estatales, podía ser más consciente con ellos que
los conquistadores y sus descendientes, que adquirían la mayor parte de sus ingresos
directamente de la explotación de los indios.
14 La historia de Túpac Amaru debería ser de estudio obligatorio en toda América, tanto
por el valor de los indígenas sublevados cuanto por la ferocidad de los “cristianos” que
mataron primero a todos sus hijos, luego a todos sus amigos y finalmente a su esposa,
Micaela Bastidas, antes de ordenar que fuera descuartizado por cuatro caballos que
halaban en distintas direcciones.

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PEDRO SAAD 37

Nueva España, con capital en México, creado en 1535, y el de Lima, con


sede en esa ciudad, creado en 1542.
Es cierto que los trámites, juicios e inscripciones se volvían
tremendamente difíciles, largos y engorrosos, porque en ocasiones había
que llevar una causa incoada en la península de Santa Elena, por ejemplo,
primero a Guayaquil, luego a Cuenca (de la que dependía Guayaquil); de
allí a Quito y de Quito a Lima; dándose el caso, que coronaba el absurdo,
de que, para ir de Quito a Lima, los papeles debían pasar de regreso por
Guayaquil y, en muchas ocasiones, retornar a la península de Santa Elena
(porque de ahí partía el navío hacia la capital virreinal).
Las “reformas borbónicas” cambiaron esto.
En 1717 se erigió el Virreinato de Nueva Granada, con capital en
Santafé de Bogotá, al que se adscribieron las actuales repúblicas de
Ecuador, Colombia, y Venezuela, que fue segregada (para fines judiciales)
de la Audiencia de Santo Domingo, a la que había estado adscrita
Caracas.
El primer virrey de este territorio, Jorge de Villalonga, solicitó él
mismo que se extinguiera el virreinato, que fue restablecido en 1739,
añadiéndole en esa fecha la Audiencia de Panamá.
Este territorio fue luego cercenado en sus atribuciones al crearse una
Presidencia en Quito y la relativamente autónoma Capitanía General de
Venezuela, en 1777.
Ese mismo año, a instancias del gobernador de Buenos Aires (el
mexicano Juan José Vertiz) se creó el Virreinato del Río de la Plata,
creado con el objeto de gobernar y defender mejor las posesiones
españolas en el Atlántico Sur. El virreinato comprendía los territorios de
Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Sierra,
Charcas (Alto Perú) y Cuyo, constituyendo una vastísima área ocupada en
la actualidad por los estados de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, el
sur de Brasil y una franja en la costa tropical de Chile.
Pero aquí no terminaba la complicación del sistema “borbónico”?…
Dentro del virreinato de México se creó la Capitanía General de
Guatemala, con atribuciones sobre toda Centroamérica (exceptuado
Panamá) y la Capitanía General de Chile. Finalmente se creó también una
Capitanía General en La Habana con jurisdicción sobre la Florida y la

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38 ANTES DEL AMANECER

Luisiana, según cambiaban de dueño esos territorios. Cuando España


recuperó la Florida (1783), se le anexó la Luisiana y se creó con estos dos
territorios (hoy parte de los Estados Unidos) otra capitanía que, al
perderse la Luisiana (1800) se extinguió.
Debemos separar claramente los conceptos y las atribuciones de las
Capitanías Generales de aquellos que correspondían a las Audiencias.
Las capitanías tenían atribuciones políticas y militares; las
audiencias eran fundamentalmente instancias judiciales; pero, cuando no
estaban adscritas a una entidad mayor, o en caso de hallarse lejos de ellas,
se creaba una Presidencia que, sin bien formalmente era parte de la
Audiencia, podía disponer en otras materias igualmente.15
La ubicación y extensión de las Audiencias cobró particular
importancia luego de la emancipación política de América Latina,
porque los límites territoriales de ellas fueron la base para marcar las
fronteras de los países que estaban por nacer.

4. CABILDOS Y AUTONOMíAS
Quizá no haya mejor medida para conocer el buen gobierno de una
nación que constatar cuánto respeta el gobierno central a los gobiernos
locales, y muy particularmente a los cabildos municipales.
En España, la pugna entre ambas instancias venía arrastrándose de
antiguo, y en su momento provocó enfrentamientos armados, que
confrontaron al poder central de Carlos I con los comuneros de varias
localidades vallesoletanas, en la decisiva batalla de Villalar.16

15 Esto es importante para nosotros, porque ubica el papel y la importancia de Quito a


fines del siglo XVIII, y porque nos permitirá comprender los alcances de la disposición
real de julio de 1803, cuando Guayaquil fue segregada, para fines de la competencia en
lo militar, de la Presidencia de Quito. Ya llegaremos a ello.
16 La Batalla de Villalar es también conocida como la “Batalla de la Guerra de las
Comunidades” entre las fuerzas imperiales de Carlos I y las de la Junta Comunera
capitaneadas por Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, ocurrida el 23 de
abril de 1521 en la localidad de “Villalar de los Comuneros”, provincia de Valladolid,
España. La batalla fue ganada por las fuerzas imperiales y puso fin a la Guerra de las
Comunidades en el norte de Castilla, donde fueron decapitados el día 24 de abril los tres
capitanes comuneros.

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PEDRO SAAD 39

La autonomía e independencia de los ayuntamientos era


exactamente lo contrario de lo que buscaban los borbones, cuyo objetivo
era centralizar el poder, aunque se hablase de un “despotismo ilustrado”,
que venía a ser algo así como “un gobierno popular?… pero sin el
pueblo”.
Esa contradicción se puso en evidencia, con claridad esquizofrénica,
cuando Carlos III17 dictó un decreto instituyendo unos “diputados del
común”, que habrían de posesionarse en los cabildos. Un evidente
absurdo, pues en los municipios, todos los integrantes (que ya entonces
se llamaban “concejales”, como se sigue haciendo hasta hoy) se
consideran “representantes del pueblo; es decir, del común”.
Pero, por importantes que estas reformas hayan sido, más
trascendentes fueron otras, en los campos económico y militar.

5. ECONOMíA Y COMERCIO
La organización mercantil de España, y especialmente su relación
comercial con las colonias, dejó de funcionar muy pronto, a partir de fines
del siglo XVII. Las brutales desigualdades en la distribución económica
interna en las colonias había creado una gran masa de desposeídos que
carecían de recursos para adquirir productos industriales locales, y una
elite económica y social, que prefería los productos extranjeros, que eran
de mejor calidad y menor precio que los peninsulares.
La gran masa de los excedentes coloniales fue a para a Inglaterra,
Francia, Holanda y otro países, no sólo (y quizá no tanto) por el
contrabando y la piratería, sino por las sencillas leyes económicas de la
oferta y la demanda.
En 1691, por ejemplo, salieron de Cádiz rumbo a América unos 53
millones de mercaderías. Ellas provenían de?…

Francia 13 ó 14 millones
Inglaterra 6 ó 7 millones

17 Carlos III de Borbón. No confundirlo con el pretendiente a la corona que inició la


“guerra de sucesión”, pues aquel pretendía ser Carlos III, y provenía de la casa de
Austria.

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40 ANTES DEL AMANECER

Holanda 10 millones
Génova 11 ó 12 millones18
Flandes 6 millones

La industrialización que, como hemos visto, cambió el panorama de


la economía mundial de un modo muy acelerado, hizo cambiar esa
especie monstruosa de “ranking” de las potencias, que se evidenciaba a
través de las guerras y sus resultados.
En Inglaterra, para 1677, había unas 700,000 personas que
dependían de la producción de la lana y sus confecciones (los aún
mundialmente célebres “casimires ingleses”), y esos productos
representaban entre un 20 y un 25 por ciento de las exportaciones del
país. Pocos años más tarde, entre 1699 y 1701, esas exportaciones de
productos de lana equivalían a dos tercios del total del comercio británico.
Era aproximadamente el mismo fenómeno que ocurría en Francia u
Holanda.
Comparada con esas naciones, la España del siglo XVIII estaba en la
ruina. Después de haber sido la primera potencia mundial y haber
controlado el imperio más extenso de la historia de la humanidad, fue
decayendo hasta transformarse primero en una más de las potencias
europeas y, ya hacia mediados del Siglo de las Luces, francamente en una
potencia de tercer orden.
Y, por paradójico que pueda sonar, buena parte de esa decadencia se
debía a la existencia de las colonias americanas y especialmente de los
metales preciosos que llegaban a la metrópoli desde el otro lado del
Atlántico.19
En el siglo XVI, y casi de modo simultáneo, hacia 1548, se
descubrieron enormes minas de plata: en Zacatecas al norte y en Potosí
en la actual Bolivia.
Esos ingentes recursos, que pudieron haberse invertido en la
industria o el mejoramiento de la agricultura, fueron derrochados
irresponsablemente, y generaron dos fenómenos coincidentes:

18 Bajo el genérico de “Génova” están todos los productos italianos, ya que la unidad de
Italia no se lograría sino en el siglo XIX.
19 Por supuesto que los habitantes de América fuimos totalmente inocentes del mal uso
que hicieron de los recursos de los que nos expoliaban.

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PEDRO SAAD 41

La falta de espíritu productivo, como resultado de la convicción de


que “si la plata y el oro – que son los metales con los que es posible
adquirir todos los otros bienes – llegan de América, nosotros mismos no
tenemos por qué ni para qué trabajar”.
Y así lo hicieron. Para 1800, la población total de España no excedía
de los 7 millones de habitantes, y de ellos:

1. 125,000 eran religiosos de conventos;


2. 478,000 eran nobles e hidalgos ociosos, que ocupaban
para su servicio a…
2. 3. 276,000 criados, pajes, etc.

Un especialista en historia económica del período, el Dr. Manuel


Rodríguez la Puente, constata que “la producción industrial se había
hecho absolutamente incosteable, y no podía en modo alguno competir
en precios con las manufacturas producidas en otros países de Europa”.
Con esas características económicas no se podía competir con unos
países en los cuales el capital industrial, basado y extraído de la
explotación de los asalariados de esas mismas industrias. En
consecuencia, van a producirse cambios muy importantes en las
relaciones entre el centro metropolitano y la periferia colonial.
Pero había un segundo elemento que distorsionaba la economía
española basada en las colonias: la inflación.

En la Europa de los siglos anteriores, la “inflación”20 había sido


prácticamente inexistente; pero, con la llegada de los metales preciosos de
nuestro continente, los precios, que ya se duplicaron en el siglo XVI,
mantuvieron desde entonces un alza constante.
Veamos un ejemplo dramático de inflación en el siglo XVI?…
El Inca Atahualpa fue capturado en Cajamarca el 15 de noviembre
de 1532. Se le exigió – para supuestamente perdonarle la vida – que
pagara el célebre “rescate” consistente en un cuarto lleno de oro y otro de
plata.

20 La inflación se define como “una elevación del nivel general de los precios, motivada
habitualmente por el desajuste entre la demanda y la oferta, con depreciación
monetaria”.

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42 ANTES DEL AMANECER

Unos meses más tarde, el 17 de junio de 1533, Alonso Riquelme, el


tesorero real que acompañaba a Francisco Pizarro, hizo finalmente las
cuentas del oro y de la plata y encontró que sumaban 4’605,670 ducados,
equivalentes a 1,700 millones de maravedíes. La cifra es tan grande que
vale ponerla con todos sus ceros?… 1,700’000,000 de maravedíes.
Para formarnos una idea de lo que este valor representa, bueno será
recordar que la fastuosa Corte del Emperador Carlos V, que ya es
criticada en Europa por el boato con que vive en compañía de sus 600
criados y sus continuas y jugosas “Mercedes” a los hijodalgos, incluso
secundones, sólo representa un gasto anual total de apenas 150,000
ducados.
Pero eso era antes de América. Luego de la conquista, sólo el rescate
de Atahualpa le hubiese durado al emperador para?… más de 30 años.
Allí mismo, en Cajamarca, se dio quizá el peor caso de inflación de
la historia?… Es que, cuando se hubieron repartido el rescate del Inca,
todos los españoles tenían una enorme cantidad de oro?… pero no tenían
en qué gastarlo.
Por eso, cuando a Hernando de Soto le pidieron nada menos que
una barra de oro por una hoja de papel para escribir a su madre, sin
dudarlo un segundo, desenvainó la espada y dio muerte al español
codicioso.
Pero eso había sido 200 años atrás, cuando las tareas de conquista y
colonia habían sido esencialmente privadas, y cada capitán o almirante
tenía que cubrir de su propio peculio la movilización, las vituallas y la
paga de sus tropas.
Ahora, en el siglo XVIII, cuando esas labores se habían vuelto
monopolios “estatales”21 y fue sólo hacia mediados del siglo – y muy paso
a paso – como la Corona, y más concretamente la Casa de Contratación
de Sevilla, fue desmonopolizando y liberando de cargas e imposiciones el
comercio con las colonias.
Lo primera señal del cambio de los tiempos fue que aquella “Casa de
Contratación” tuvo que trasladarse de Sevilla (que es un puerto fluvial,

21 “Estatales” en el sentido de que eran financiadas por la Corona.

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PEDRO SAAD 43

sobre el Guadalquivir) a Cádiz, porque los nuevos navíos de diseño


británico tenían un calado que ya no les permitía navegar por los ríos.
Pero tampoco el monopolio gaditano duró mucho. Al principio
lentamente y luego más y más rápidamente, se fueron permitiendo
actividades comerciales a otros puertos y, para 1778, ya estaban
facultados para negociar entre sí 13 puertos peninsulares y 24
americanos.
Como veremos un poco más adelante, la excepción era Guayaquil,
pero ese impedimento no era impuesto por Madrid, sino por Lima: una
capital virreinal que cada vez más subsistía de su expoliación a otras
ciudades de su dependencia.22
También su autorizado el comercio de algunos puertos coloniales
entre sí, cosa que antes estuvo terminantemente prohibida. Por ejemplo,
en 1631 se prohibió explícitamente que Guayaquil pudiese comercial
con Acapulco de un modo directo, y nuestros productos tenían que
efectuar un costoso “viaje” imaginario de Guayaquil al Callao (es decir,
de norte a sur), para de ahí volver a zarpar hacia Acapulco (es decir, de
sur a norte).23
Pero, para las colonias en su conjunto, más importante fue la
concesión que se hizo en el Tratado de Utrecht (1713) a los ingleses para
disponer de un “asiento comercial” (que los autorizaba para introducir
4,300 negros esclavos cada año) y el derecho a traer hasta 500 toneladas
de mercaderías británicas.
Esta era sólo la cobertura legal de los muchos miles de toneladas que
nos llegaban de Inglaterra a través de sus colonias en las Antillas.
Muy prontamente, hacia mediados del siglo, el comercio provocó
una contradicción entre la Corona y los empresarios privados, por un

22 Esta marginación de Guayaquil, que había tenido un explosivo crecimiento durante el


siglo XVIII fue la motivación para que sus clases capitalistas aceptaran luchar contra la
dependencia internacional; que, para 1820, era más de Lima que de Madrid o Quito.
23 Una vez más se trataba de una imposición limeña y de la metrópoli (aunque los poderes
limeños tuvieron que conseguir esa prohibición en Madrid). La ventaja para Lima – y
lo que encarecía nuestros productos – era que ellos cobraban en Callao los
almojarifazgos (aranceles aduaneros) comerciales.

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44 ANTES DEL AMANECER

fenómeno paradójico: la Corona necesitaba más comercio; los


mercaderes querían menos: la primera, porque la mayor parte de sus
ingresos provenía precisamente de ese intercambio; los otros, para
mantener un cierto nivel de escasez, que elevaba los precios.
Pero lo principal en cuanto a la crisis general del imperio, al un
lado y otro del Atlántico, era un modelo económico que hoy
llamaríamos de “maquiladora”. Hagamos un paréntesis para explicar
en qué consistía?…

Segundo paréntesis:
Las maquiladoras en el siglo XVIII

Una “maquiladora” en México, país en el que resurgió el término a


fines del siglo XX, es una empresa que importa materiales sin pagar
aranceles, siendo su producto uno que no se va a comercializar en el país.
La palabra “maquila” se originó en el medioevo español para
describir un sistema de procesar trigo en molino ajeno, pagando al
molinero con parte de la harina obtenida. Tal fue también la forma
tradicional de producción de azúcar en los ingenios de las Antillas, que
en el siglo XIX obtenían su caña de cultivadores llamados “colonos”;
éstos cobraban en azúcar el valor de la caña entregada, de acuerdo con las
normas establecidas por los mismos ingenios.24
El lector tendrá todo el derecho a preguntarse (y preguntarnos) ¿y
qué tiene que ver un sistema medieval, precisamente cuando estaba usted
hablando de la economía “moderna”?
Pues esto de “maquiladora” fue exactamente el papel que
desempeñó España a mediados del siglo XVIII y comienzos del XIX.
Para 1804 se había iniciado un modesto pero sostenido intento de
industrialización en México, que buscaba desarrollar un modelo que hoy
llamaríamos de “sustitución de importaciones”. La metrópoli peninsular,

24 Lo anterior está tomado de la Página correspondiente a “maquiladora” en la


“Wikipedia”: un moderno e interesantísimo sistema de intercambio de informaciones,
que el lector podrá visitar en…
http://es.wikipedia.org/wiki/Portada.

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PEDRO SAAD 45

única fuente legal de aquellas “importaciones” que la incipiente burguesía


mexicana buscaba sustituir, reaccionó rápidamente y – como aún
mantenía todo el poder político sobre las colonias – prohibió totalmente
la instalación de industrias en México. El propio monarca (a la sazón
Carlos IV) se dirigió a la “Junta de Comercio de Cataluña” (por lo
visto Su Majestad consideró que dirigirse directamente a los mexicanos
era rebajar su autoridad), diciendo?… “El bien de la Península, como
de sus colonias, imperiosamente exige que se fomenten en ellas los
consumos de los artefactos de la metrópoli y su trueque por los frutos
y los metales suyos (es decir “de las colonias”)?… No disminuyendo el
contrabando en América, y no suprimiéndose las fábricas de esta clase
que acaban de establecerse en el reyno (sic) de México, caerán
indefectiblemente las nuestras y, al fin, podrá ir perdiendo la
Península el consumo en América de las producciones de su
industria”. Traduciendo, el soberano lo que decía era: “si esos ‘indios’
y ‘sudacas’ arman fábricas propias, lo que ellos mismos produzcan les
resultará más barato y el abastecimiento será más eficiente, de modo que
dejarán de comprar nuestros productos, y nuestras propias fábricas
estarán en peligro de quiebra”.
Lo interesante era que esas “fábricas propias”, que elaboraban
aquellos “artefactos” que el rey decía querer proteger?… Ni eran
“propias” ni los “artefactos” eran españoles.
Lo cierto es que la ociosa burguesía española (más dada al jolgorio y
a los rezos que al trabajo y las finanzas), sabía bien que no estaba en
condiciones de competir – ni en calidad, ni en cantidad, ni en precio – con
los productos ingleses, franceses u holandeses, de modo que?…
importaban a la península aquellos productos industriales de los países
más desarrollados, les añadían uno que otro estampado o simplemente
una etiqueta y, ya convertidos en productos “españoles”, los enviaban
legalmente a América.
Eso fue todo. La suerte del comercio entre la metrópoli y las colonias
estaba echada?… El tráfico se multiplicó por cinco veces en menos de diez
años, y los ingresos fiscales se multiplicaron correspondientemente?…
Crecieron los impuestos, los almojarifazgos y prebendas y?… Y nada más.
Si aumentó el empleo, eso ocurrió en París o Lyon; si florecieron las
inversiones, aquello aconteció en Londres o Southampton?… Nunca en
México o en Buenos Aires?… Ni en Madrid o Barcelona?…

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46 ANTES DEL AMANECER

Para cerrar este paréntesis, digamos que esa es la verdadera esencia


del sistema de “maquila”, que ahora hay unos economistas neo-liberales
que tratan de “reinventar”, cuando lo conocemos desde el siglo XVIII;
que fue cuando lo “reinventaron”, copiándolo a su vez de la Edad Media.
¡Muy creativos los neo-liberales!
El retraso español es generalizado y se expresa en varias áreas?…
• Un mercado interior reducido y fragmentado. La razón
fundamental de compartimentación del mercado es la ausencia de
medios de transporte que conecten adecuadamente los distintos
mercados. El bajo nivel de la demanda venía motivado por una baja
densidad de población en comparación con los países vecinos y además
con un nivel de renta de la población que se encontraba también muy por
debajo de otros países europeos como Francia e Inglaterra.
• Una agricultura tradicional de subsistencia, con un fuerte
componente de autoconsumo, que intercambiaba escasos excedentes por
productos de la pequeña industrial artesanal local.
• La situación general del Estado, con déficit presupuestarios
sistemáticos, que condicionan la política económica; masiva emisión de
deuda pública y un sistema tributario incapaz de generar ingresos
suficientes.
• Se puede hablar de un efecto “expulsión de la economía privada” y
estrangulamiento de la misma, por parte del Estado, que se apropia de los
pocos capitales disponibles e impide el nacimiento de nuevos proyectos
privados necesitados de recursos.
• Instituciones financieras no adecuadas para impulsar el proceso de
industrialización.
• Unas realizaciones industriales muy limitadas.
La excepción a toda esta situación es Cataluña. Solo allí se pueden
encontrar indicios de un proceso similar al de Inglaterra, al menos en
parte.
En el caso catalán, la producción agrícola desde principios del siglo
XVII se va encauzando hacia la comercialización a través de una mayor
intensificación y especialización de los cultivos, reforzado por la
existencia de una fuerte demanda exterior.

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PEDRO SAAD 47

Otros factores de trascendencia en el retraso del proceso de


industrialización en España son:
• El escaso espíritu de empresa en España, sobre todo en
comparación con otros países como Inglaterra y Holanda.
• El nivel de la tecnología y la educación en España eran muy bajos,
incluso al compararlos con los niveles de algunas de las ciudades de las
colonias. Por ejemplo, tan tarde como en 1874, el nivel de analfabetos era
un 54,2 por ciento en los hombres y un 74,4 por ciento en mujeres.
Ya en 1631, el conde-duque de Olivares había dicho que “más le
hubiera valido a la corona española no haber nunca descubierto el nuevo
mundo”.
Entonces – a mediados del siglo XVII – era una conclusión falsa.
Un siglo más tarde quizá era cierta.
Hasta cierto punto es posible identificar con el caso catalán a algunas
“compañías mercantiles” establecidas en América según el modelo inglés
u holandés. Sin embargo, no tuvieron una vida excesivamente larga?…
La “Real Compañía de Comercio” de La Habana sólo operó de
1740 a 1765; según su modelo se creó la “Real Compañía de Barcelona”,
que inspiró a la de Burgos, la de Filipinas y algunas otras.
Pero la más significativa – y quizá simbólica – de todas fue la exitosa
“Compañía Guipuzcoana de Caracas”, que disfrutó del monopolio
absoluto del comercio de la metrópoli con Venezuela, que se creó en 1729,
tuvo un resonante éxito en el desarrollo de la Capitanía General, y
únicamente se extinguió en 1783.
Es más que una coincidencia que este último año (1783) viera el
nacimiento en Caracas, en una familia que había disfrutado de los
beneficios de la “Guipuzcoana”, de un niño al que bautizaron como
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de Bolívar y Palacios, que
estaba llamado a ser el Libertador de América.

6. EJÉRCITO
En América es difícil hablar de “la defensa” o de “las fuerzas
armadas” durante el período colonial. Todo el continente, con la

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48 ANTES DEL AMANECER

excepción de Brasil, era español por “obsequio” del Papa Alejandro VI


(que era de origen español), quien en 1494 decidió que todo el “Nuevo
Mundo” (incluyendo lo que todavía no se conocía) se repartiría entre las
dos potencias ibéricas.
Los únicos “enemigos extranjeros” que se atrevieron a incursionar
en este hemisferio fueron los piratas.
En cambio, hubo profusión de éstos: piratas propiamente dichos,
corsarios, bucaneros?… y toda una gama de nombres específicos para
identificar a los distintos tipos de atracadores.
Y nadie más.
De modo que la corona española y sus representantes de este lado
del Atlántico podían estar tranquilos.
Y lo estaban. De hecho, cada vez que asomaban los piratas cerca de
las costas había que reclutar a la población civil para que concurriera a la
defensa y crear apresuradamente unos impuestos especiales para reunir el
dinero necesario para las vituallas de aquellos “soldados” improvisados.
El historiador Josep Fontana, especialista en el período, ha
constatado que “hacia 1781 no había en toda la Nueva Granada, si
exceptuamos la guarnición del puerto de Cartagena, más allá de 75
soldados regulares. No era un ejército de ocupación”.
Nos perdonará el lector que aquí hagamos un paréntesis para narrar
una historia que parecería mentira si no estuviera refrendada por
centenares de documentos?…

Tercer paréntesis:
La increíble (pero verdadera) Historia
de don Blas de Lezo y Olavarrieta

El historiador Fontana tiene plena razón al excluir a Cartagena de la


contabilidad de las fuerzas armadas en América. La ciudad era el centro
del comercio entre América del Sur y el resto del mundo, gracias a su
posición en el Caribe y a su bahía de aguas profundas. Pero no eran sólo
los españoles los que estaban al tanto de estos atractivos de Cartagena, y
los piratas ingleses y franceses habían asaltado y saqueado la ciudad en
varias ocasiones: Robert Baal en 1544, Martin Cote en 1569, y Sir Francis

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PEDRO SAAD 49

Drake en 1586. Cada una de estas veces se destruyeron edificios, se


robaron joyas, se violentaron mujeres?… Hasta que el gobernador local,
que no recibía ni un centavo de Madrid, decidió reunir un poco de dinero
de los comerciantes locales y levantar una fortificación: el Castillo de San
Felipe de Barajas, que se terminó de construir en 1654, lo que no impidió
que la ciudad volviese a ser asaltada por los franceses de Pointis y Ducasse
en 1697.
Mas todavía faltaba lo peor. Como hemos visto, desde el inicio del
siglo XVIII las fricciones entre Inglaterra y la “alianza de familia” de
Francia y España se habían incrementado enormemente. Cuando en la
Florida ocurrió un incidente, que en otras condiciones no habría tenido
mayor gravedad: el oficial español Juan León Fandiño capturó al barco
corsario inglés “Rebecca”, bajo el mando del capitán Robert Jenkins y,
como escarmiento, le cortó una oreja, diciéndole “Ve y dile a tu rey que
lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. Por este incidente, el conflicto
que siguió era llamado en los corrillos londinenses medio burlonamente
“la guerra de la oreja de Jenkins”. Lo cierto es que, al conocer la historia
del altercado, Sir Edward Vernon, miembro del parlamento británico y
aspirante a ministro, convenció al congreso para declarar la guerra a
España en 1739. Parecerá extraño; pero el suceso con Jenkins enardeció a
la opinión pública inglesa y dió lugar a que su Gobierno, presidido por su
Primer Ministro, el ya mencionado Mr. Walpole, declarara la guerra a
España, presionado por comerciantes de la City que apetecían la
conquista de nuevos mercados.
El rey inglés (Jorge II) nombró rápidamente Almirante a Vernon, lo
puso al mando de unos cuantos navíos y se le dio instrucciones de atacar
los dominios españoles, al mismo tiempo que otro inglés, el comodoro
George Anson, merodeaba las costas de Chile y Perú.
Después de un rápido y exitoso ataque a Portobelo (en el actual
Panamá), Vernon afirmó que estaba listo para asaltar Cartagena y
apropiarse de sus tesoros.
Vernon se volvió célebre de la noche a la mañana y, cuando regresó
a Londres, encontró que muchísimos comerciantes estaban dispuestos a
invertir sus dineros en las empresas piratas, si él iba a comandar la flota.
Vernon accedió.
Armó una flota como el mundo no había visto nunca: 2.000 cañones
dispuestos en 186 barcos, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes y

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50 ANTES DEL AMANECER

buques de transporte y 23.600 combatientes entre marinos, soldados y


esclavos negros macheteros de Jamaica, más 4.000 reclutas de Virginia,
bajo las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano del futuro
libertador George Washington. Era una escuadra mayor incluso que la
célebre “Armada Invencible” que Felipe II organizó en el siglo XVI para
atacar Inglaterra (esa “Armada” totalizaba 126 buques). El mundo jamás
había visto una cosa igual, y no la vería otra vez hasta 203 años más tarde,
en junio de 1944, cuando, durante la II Guerra Mundial, las fuerzas
combinadas de los aliados desembarcaron en las playas de Normandía en
el llamado Día D.
Vernon estaba confiado, y tenía razón para estarlo. Al fin y al cabo
los piratas franceses habían tomado Cartagena apenas con 1,000 hombres
a su mando. El almirante inglés sonrió complacido cuando le informaron
cuántas eran las tropas de Cartagena a las que debería enfrentarse: no
pasaban de 3,000 hombres, incluyendo algunos “nativos” y esclavos
negros. Para enfrentarse a sus 180 barcos, los cartagineses sólo tenían 6
navíos. Uno por cada 30 de los ingleses. La población total de la ciudad
era de sólo 20,000 habitantes (menos que los soldados de la flota
británica), y eso incluyendo ancianos, mujeres, niños e inválidos.
Sólo un pequeño detalle faltaba en la contabilidad de Vernon…
Entre esos “inválidos” estaba un hombre llamado Blas de Lezo y
Olavarrieta. Y tal vez Vernon no lo consideró un enemigo de peligro
porque sus propios conciudadanos lo llamaban “Patapalo” o incluso
“Mediohombre”. No importaba que ostentara el título de teniente
general: al fin y al cabo el inglés lucía el aun más sonoro cargo de
“almirante” que le fue otorgado de la noche a la mañana y sin ascensos
intermedios.
Pero nada más lejos de la verdad. Don Blas se había ganado sus
galones uno a uno. Y miembro a miembro.
Nació el 3 de febrero de 1689 en la población marinera de Pasajes,
en la provincia de Guipúzcoa, parte del País Vasco. Acababa de cumplir
12 años cuando se enroló en la armada francesa (la española era a la
sazón prácticamente inexistente).
Y entonces estalló la Guerra de Sucesión Española, y Blas participó
en ella del lado de los Borbones. Fue frente a Vélez-Málaga, el 24 de
agosto de 1704, cuando se produce la batalla naval más importante del
conflicto. En dicho combate se enfrentaron 96 naves de guerra franco-

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PEDRO SAAD 51

españolas (51 navíos de línea) y 68 navíos de línea anglo-holandeses, con


1.500 y 2.700 bajas respectivamente.
Blas de Lezo participó en aquella batalla batiéndose de manera
ejemplar hasta que una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda,
teniéndosela que amputar, sin anestesia naturalmente, por debajo de la
rodilla. Cuentan las crónicas que el muchacho (a la sazón de 15 años de
edad) no profirió un lamento durante la operación. Se le puso una prótesis
de madera y se ganó el remoquete de “Patapalo”. Debido al valor
demostrado en aquel trance y en el propio combate, es ascendido en 1704
a Alférez de Bajel de Alto Bordo y se le ofrece ser asistente de cámara de
la corte de Felipe V. Dijo que no, pues ambicionaba conocer la artes
marineras y convertirse en un gran comandante.
En 1706 se le destina a abastecer Barcelona, ciudad sitiada por el
enemigo inglés. Posteriormente se le destaca a la fortaleza de Santa
Catalina de Tolón, donde toma contacto con la defensa desde tierra firme
en combate contra los saboyanos. En está acción y tras el impacto de un
cañonazo en la fortificación, una esquirla se le aloja en su ojo izquierdo
que explota en el acto, perdiendo así para siempre la vista del mismo. Ya
era cojo; ahora, además, es tuerto.
Tras una breve convalecencia es destinado al puerto de Rochefort
donde es ascendido a Teniente de Guardacostas.
En 1712 pasa a servir a la incipiente Armada española en la flota de
Andrés del Pez. Este afamado almirante quedó maravillado ante la valía
de Lezo y emitió varios escritos que le valieron su ascenso a Capitán de
Navío un año más tarde.
En 1714, durante el segundo sitio de Barcelona, Blas de Lezo perdió
un brazo; pero, al mando de una fragata, apresó 11 buques británicos,
entre ellos el emblemático “Stanhope”, buque muy bien armado y
pertrechado.
Ahora era ya cojo, tuerto y manco. A sus espaldas comenzaron a
llamarlo “Mediohombre”.
En 1715 al mando del “Nuestra Señora de Begoña”, y ya repuesto
de sus heridas, se dirige en una extensa flota a reconquistar Mallorca, que
se le rinde sin un solo fogonazo.
Vino a Perú, y allí contrajo matrimonio en 1725.

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52 ANTES DEL AMANECER

En 1730 regresó a España y fue ascendido a jefe de la escuadra naval


del Mediterráneo. En 1731, en reconocimiento de sus servicios al Rey,
éste le concede como estandarte para su capitana la bandera morada con
el escudo de armas de Felipe V, las ordenes del Espíritu Santo y el Toison
de Oro alrededor y cuatro anclas en sus extremos, una distinción muy
codiciada a la época.
En 1734 el rey le ascendió a teniente general de la Armada.
Regresó a América con los navíos “Fuerte” y “Conquistador” y se
establece en las costas americanas. Desde 1737 es comandante general
de Cartagena de Indias, donde lo encontramos en 1741, encargado de
resistir el asedio del “almirante” Vernon, quien estaba tan seguro de la
victoria británica, que mandó acuñar unas monedas conmemorativas
que decían en el anverso ««Los héroes británicos tomaron Cartagena
el 1 de abril de 1741»» y en el reverso ««La arrogancia española,
humillada por el almirante Vernon»». En ellas el supuestamente
vencido Blas de Lezo aparece con dos piernas, dos ojos y dos brazos,
para obviar que es un hombre lisiado. Estas medallas, de las que se
conservan algunas todavía, fueron motivo de burla durante mucho
tiempo por parte de los enemigos de Inglaterra.
Pero el resultado del ataque a Cartagena fue muy distinto al que
esperaban los ingleses, y Blas de Lezo – cojo, manco y tuerto – los
derrotó, pese a la abrumadora superioridad numérica de los
asaltantes. La de Cartagena de Indias ha sido la peor derrota naval de
la historia para la orgullosa armada británica, y el mayor suceso de la
española.
Pero no fue fácil.
Vernon despliega la flota bloqueando la entrada al puerto y, tras
silenciar las baterías de tres buques desembarca tropas y artillería. Es tan
impresionante el despliegue de barcos en el horizonte que algunos vecinos
consideran la situación perdida y procuran ponerse a salvo.
Vernon ordena un cañoneo incesante, que durará 16 días y 16 noches
al castillo de San Luis de Bocachica con un promedio de "62 grandes
disparos por hora".
Lezo coloca cuatro de sus navíos del lado interior de la bahía y en las
proximidades del Castillo para apoyarlo con sus cañones.

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PEDRO SAAD 53

Aunque la defensa de Bocachica fue heroica con Lezo peleando en


primera fila, los defensores han de evacuarlo ante la abrumadora
superioridad enemiga.
Finalmente, Lezo hace barrenar e incendiar sus propios buques para
obstruir el canal navegable de Bocachica, cosa que consigue sólo
parcialmente, ya que uno de los barcos no cogió fuego a tiempo. Sin
embargo, se ha logrado retrasar el avance inglés de forma considerable y
ello favorecerá el desarrollo de epidemias entre los asaltantes.
Los defensores optaron por replegarse totalmente a la Fortaleza de
San Felipe de Barajas, motivo por el cual ni siquiera intentaron la
resistencia en el Castillo de Bocagrande.
Y muy contra la voluntad de Lezo, que trató de evitarlo hasta el fin
pero se vio obligado por disciplina, se hundieron los dos únicos navíos que
quedaban, el “Dragón” y el “Conquistador”, con el ilusorio objeto de
impedir la navegación por el canal de Bocagrande.
Pero, al igual que en Bocachica, el sacrificio resultó en vano pues
los ingleses remolcaron el casco de uno de ellos para restablecer el paso
y desembarcaron en las islas de Manga y Gracia dejando a un lado el
Fuerte de Manzanillo, hecho lo cual, el regimiento de colonos
norteamericanos al mando de Lawrence Washington tomó la colina de
la Popa próxima ya a San Felipe de Barajas, que había sido abandonada
por los defensores.
Vernon entró entonces temporalmente triunfante en la bahía con su
buque insignia con las banderas desplegadas y el estandarte de General en
Jefe, escoltado por dos fragatas y un paquebote y, dando la batalla por
ganada, despachó un correo a Jamaica e Inglaterra con tan fausta noticia.
Tras ello ordena el desembarco masivo de artillería y cañonear el
Castillo de San Felipe desde mar y tierra con el fin de ablandar la
resistencia final.
La defensa está formada por sólo 600 hombres bajo el mando
personal de Lezo. La defensa fue a vida o muerte y la batalla violenta. Al
fin Vernon resuelve que la infantería tomará fácilmente la fortaleza pues
se encuentra con daños considerables.
La noche del 19 al 20 de abril se dan los hechos decisivos. Los
atacantes, al mando del General Woork, avanzan entre sombras en tres

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54 ANTES DEL AMANECER

columnas de granaderos y varías compañías de soldados, además de los


esclavos macheteros jamaiquinos que van en vanguardia.
Su progresión es lenta por el pesado equipo de guerra que
transportan y por el fuego de fusilería desde las trincheras y lo alto de la
fortaleza. El avance se frena ante las murallas ya que, por imprevisión de
sus generales las escalas para salvar el foso resultan cortas y los atacantes
quedan aturdidos al no disponer de fajinas y materiales para facilitar la
aproximación al fuerte. Los defensores arrecian en su fuego nutrido y
certero desde lo alto, lo que les causa una mortalidad espantosa.
Al alba, un macabro espectáculo de muertos, mutilados y heridos
vagando como espectros aparece alrededor de San Felipe haciendo
evidente la hecatombe inglesa. La salida de los españoles que cargan a
bayoneta calada provoca la huida desordenada de los asaltantes, que
pierden cientos de hombres y todos sus pertrechos.
El bombardeó inglés prosiguió desde el mar 30 días más, pero ya sin
un objetivo claro, mientras el cólera y el escorbuto comienzan a provocar
decenas de muertos que flotan en la bahía. La situación es desesperada.
Vernon, altivo y malgeniado, recrimina al parsimonioso General
Wentworth, Jefe Supremo de las tropas de desembarco, por el
ignominioso fracaso y las desavenencias llegan a un punto insostenible.
Al fin el Alto Mando inglés ordena la retirada, lo que se realiza de
forma lenta y sin cesar de cañonear la ciudad hasta que, según el parte "no
quedó ninguna vela inglesa en el horizonte". Los últimos veleros parten
el 20 de Mayo, pero los ingleses han de incendiar cinco de ellos por falta
de tripulación. En el regreso a Jamaica hunden otro, y cada barco parece
un hospital.
Los defensores de Cartagena habían triunfado.
Esa victoria histórica fue el combate número 23 en la larga carrera
marinera del obstinado comandante vasco, y fue casi una ironía que no
muriera en ninguno de ellos, sino de la peste que cayó sobre
Cartagena por los cadáveres insepultos de la batalla. Era el 7 de
septiembre de 1741, a los 54 años de edad.
Su memoria es honrada por la Armada Española, donde su nombre
se recuerda (y se recordará a perpetuidad según Decreto Real) con el

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PEDRO SAAD 55

mayor honor que puede rendirse a un marino, siendo costumbre que


exista siempre un navío de la Armada bautizado con su nombre.
Actualmente lo luce la fragata de registro F-103, que orgullosamente luce
en su proa el nombre del almirante Blas de Lezo.
Pero?… dejemos esta historia, por grande y noble que ella sea, y
vayamos al núcleo de la cuestión: en América, aparte de Cartagena, y
antes de que se inicien las luchas libertarias, no hay tropas regulares.
Esto no quiere decir que no haya tropas. Ya lo veremos cuando
lleguemos al 10 de agosto de 1809, que, para reprimir a los patriotas, como
en Quito no existían fuerzas militares, tuvieron que traer tropas de Lima.
Y que, incluso aquellas, fueron irregulares.
A primera vista uno diría que eso favorecía a los eventuales
insurgentes; pero la realidad es inversa: unas fuerzas regulares
seguramente son más peligrosas para un enemigo extranjero, porque
tendrá que vérselas con profesionales de la guerra; pero, para las luchas
internas, uno puede suponer que esos profesionales tienen cautela y
medida, precisamente por ser profesionales, mientras que aquellos
“irregulares” son más fácilmente dados a que un sargento cualquiera,
conque se le revuelva el hígado, pueda conducirlos a excesos atroces y
desalmados, como lo hicieron en agosto de 1810 el fiscal Arechaga y el
comandante Arredondo.

7. LA IGLESIA
¡Pobre Iglesia! En el siglo XVIII quedó hecha un “sandwich”: por un
lado, todas las corrientes filosóficas “de moda” eran ateas, o
decididamente agnósticas o tan racionalistas, que los pobres sacerdotes no
atinaban con las respuestas necesarias para aquello que enseñaban la
ciencia, el descreimiento, y la permisividad de un siglo más mundano que
los anteriores. La Iglesia queda asediada: por un lado por el flanco
absolutista y por otro lado por los liberales, que crean una “Orden” tan
laica y anticlerical como la de los Francmasones, que se expanden
velozmente, ya no únicamente por los países protestantes, sino incluso por
aquellos más tradicionalmente católicos, y no sólo en las metrópolis, sino
hasta en las colonias, a las que fueron con el supuesto encargo de
“catequizarlas”.

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56 ANTES DEL AMANECER

Cuarto paréntesis (teológico):


“La sabia moderación” de San Alfonso de Ligorio
Tampoco en el orden teológico encontraron reposo, ya que su gran
“campeón", el italiano Alfonso de Ligorio, sólo tenía como respuesta
unos mecanismos personales que hoy suenan completamente ridículos;
pero que fueron presentados como “Teología Moral” o “La sabia
moderación”.
Esta “Teología Moral” se desarrolló “a su propio ritmo” como se
solía decir por aquel entonces. El teólogo Antonino Diana resolvió, en
solitario, veinte mil ««casos de conciencia»». Y el siglo XVIII deparó a la
Iglesia un teólogo moral clásico, si no el clásico por antonomasia: San
Alfonso de Ligorio, premiado con el título más elevado de la Iglesia y,
además, con el de la “sabia moderación”. Su “Theologia Moralis”, que
apareció entre 1753 y 1755 y alcanzó más de setenta ediciones, sería hoy
considerada más un libro “pícaro y picante” que una obra pía.
En ella, Ligorio investigó la pecaminosidad y la punibilidad de los
besos conyugales y extraconyugales, ya fueran “con o sin eyaculación”;
de mirar las “partes deshonrosas del cuerpo”(partium inhonestarum) de
otra persona, ya fuera de cerca o desde muy lejos; o de las poluciones
involuntarias de los médicos que tienen que tocar órganos genitales
femeninos. Establece “la posición más adecuada para que el esperma
derramado por el hombre sea acogido en el órgano sexual femenino”;
trata de diferentes clases de coito: sentados, de pie, de costado o por
detrás, al estilo de los animales, o con el hombre abajo y la mujer arriba,
o del coito en el que el hombre se vacía “fuera del recipiente natural de la
mujer” (extra vas naturale). Discute sobre la fornicación con un cadáver
de mujer (coire cum foemina mortua); examina si es pecado mortal
negarse a un cuarto coito en una sola noche o rechazar a quien lo intenta
por quinta vez en un mes.
Nacido en 1696 en el palacio de Marianella, junto a Nápoles,
Alfonso de Ligorio interrumpió una carrera de abogado muy brillante
después de haber perdido un proceso importante. Renunció decidido al
vil mundo y fundó la Congregación del Santísimo Redentor, la Orden de
los Redentoristas. Vestía un simple sayal de pelo de caballo, dormía
directamente sobre el suelo, incluso en las noches más frías; tenía unas
cadenas cortantes para manos y pies, una cruz cubierta de clavos para el
pecho y la espalda y, durante una larga temporada, se pasaba las horas en

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PEDRO SAAD 57

una gruta medio derruida, azotándose con una fusta de púas hasta quedar
ensangrentado, momento en el cual Santa María, virginalmente hermosa,
solía aparecérsele.
Y es que este hombre, cuyo “sentido de la realidad” siguen
elogiando algunos, aun cuando investigó todas las posibles variantes
de la relación sexual con las mujeres desde un punto de vista
puramente teórico... guardaba in praxi la distancia con el sexo
femenino o, al menos, evitaba quedarse a solas con ninguna mujer.
“Cuando era obispo”, informa la biografía oficial de la orden, “daba
audiencia a las mujeres únicamente en presencia de un sirviente, salvo
en cierta ocasión en que recibió a una anciana, sentándola a un
extremo de un largo banco y colocándose él de espaldas en el otro
extremo. Cuando confirmaba a mujeres y tenía que dar el beso en la
mejilla prescrito por la Iglesia, nunca tocaba el rostro desnudo de la
confirmada, sino solamente su tocado”.
A los ochenta y ocho años sufrió un trastorno mental. Como escribe
su biógrafo: “escrúpulos de conciencia, unas profundas tinieblas en el
alma, dudas y un sufrimiento espiritual más grande que todos los dolores
corporales que había padecido, asaltaban su alma con gran ímpetu y le
tenían paralizado en el suelo”. Su entendimiento, en otras ocasiones tan
agudo y penetrante, quedaba de repente envuelto en tal oscuridad que ya
no sabía distinguir el bien del mal. Todo lo que quería hacer le parecía que
estaba prohibido; veía el pecado o el peligro de pecado en todas partes y
no dejaba de atormentarle la duda de si aún se encontraba en estado de
gracia. Además le asaltaban algunas otras tentaciones de entre las más
peligrosas. Dudas de fe, orgullo, desesperación, temeridad, todos los
pecados luchaban entre ellos en la imaginación y en los sentidos del santo.
Incluso llegó a sentir el aguijón de la carne de tal modo que exclamaba
sollozando: “¡ay, cuento ya ochenta y ocho años, y todavía no se ha
apagado el fuego de mi juventud!”.
En 1803, un decreto vaticano anunciaba que, “después de una
madura investigación, no se ha encontrado en el conjunto de las obras del
venerable obispo nada que pueda ir de algún modo en detrimento
espiritual de los creyentes»»; Pío VII lo beatificó en 1816; Gregorio XVI
lo canonizó en 1839; Pío IX lo declaró Doctor de la Iglesia en 1871; y en
1950 Pío XII lo convirtió en “patrón de los confesores y los moralistas”.
¡Aleluya!

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58 ANTES DEL AMANECER

Dejemos a la Iglesia con sus extremos y aberraciones morales, y


volvamos al análisis social?…
Una doctrina como el “Absolutismo”, que no reconocía ninguna
otra autoridad fuera del rey, tenía por lógica que oponerse a cualquier
pretensión por detentar cualquier tipo de poder: incluso uno que se
desenvuelva en otro ámbito de cosas, como lo pretende y proclama la
Iglesia.
Pero el caso de España es particular. Desde que Alejandro VI le
otorgó, en 1494, la hegemonía compartida con Portugal sobre las
Américas, España ha mantenido, a veces de modo explícito y formal, y
en otras oportunidades de formas más discretas, un tipo sui géneris de
control sobre los nombramientos eclesiásticos, que se conoce como
“regalismo”, por los derechos o “regalías” que le garantizaba el
Patronato reconocido por Roma.
No eran sólo los nombramientos los que eran manejados por el
poder eclesiástico. También era el poder secular quien cobraba el “diezmo
eclesiástico”, que le daba a la Iglesia el 10% de toda la producción
agrícola de las colonias.
Pero la oposición no fue homogénea a todos los estamentos
eclesiásticos. Los que llevaron la peor parte fueron, indudablemente, los
jesuitas.
La “Compañía de Jesús” generaba – y todavía hoy produce –
sentimientos muy fuertes, de adhesión o repudio. En general puede
decirse que esos sentimientos provienen de tres fuentes:
1. Los jesuitas se reclutan entre los sacerdotes más inteligentes y
mejor cultivados intelectualmente;
2. En general, la “Compañía de Jesús” ha sido de las órdenes más
ricas, poderosas e influyentes de casi todas las sociedades en las
que ha actuado; y
3. La gente del común estima que los jesuitas “guardan muchas cosas
en secreto”, y que esa reserva es también ante las autoridades
eclesiásticas.
Ciertos o no, estos criterios se agudizaron hacia mediados del siglo
XVIII, y los jesuitas fueron literalmente perseguidos en muchos sitios.

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PEDRO SAAD 59

De donde primero los echaron fue de Portugal, donde el rey José I,a
instancias de su poderoso ministro, el marqués de Pombal, los expulsó en
1759. El marqués los acusó (probablemente sin pruebas) de un complot
contra la vida del monarca.
En España era más difícil lograr esto; pero las fuerzas
mancomunadas de muchos de los “grandes” más poderosos del reino
incoaron una intriga contra la “Compañía”, llegando a falsificar
documentos ofensivos contra el rey y supuestamente firmados por el
“general” de la Orden, el padre Ricci. Finalmente consiguieron (abril de
1766) que se los expulsara de España.
La influencia de los jesuitas era muy grande en América, donde
habían abierto universidades y construido hermosos templos y por sus
magníficas “misiones” de colonización, catequización y desarrollo, de
modo que la orden de expulsión fue casi secreta, y se llevó a cabo de
modos muy discretos, para evitar que el pueblo saliera a defenderlos.
De Quito, por ejemplo, se los expulsó recién en agosto de 1767. Todo
el país lo esperaba desde antes. Luego que Carlos III dictara la
Pragmática que establecía su extrañamiento de todos los territorios de la
Corona, y cuando el Virrey de Santafé se dirigió a la Audiencia en tal
sentido (la carta fue recibida el 7 de julio), la salida de los jesuitas no era
sino cuestión de tiempo.
El tiempo se acabó el jueves, 20 de agosto de 1767, cuando el
Presidente de la Audiencia, don José Diguja y Villagómez, se presentó
muy temprano en la mañana a las puertas del Colegio Máximo y,
habiéndolo hecho rodear por los soldados, leyó a los 96 jesuitas presentes
la sentencia final. Quienes estuvieron presentes han asegurado que al
Presidente “le tembló la voz y se desató en sollozos”.
Los jesuitas ecuatorianos fueron despachados hacia Faenza, una
pequeña población italiana. Allá partieron algunas de las mentes más
lúcidas del país: entre ellas el padre Juan de Velasco, quien fue el autor de
la primera Historia de nuestra patria.
Del conjunto de Iberoamérica se expulsaron a unos 3,000 jesuitas.
Y de este modo – divididas en estos siete capítulos – fueron todas las
“reformas borbónicas”.

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60 ANTES DEL AMANECER

Mientras tanto… Acá, en Ecuador.


Entre nosotros, el siglo XVIII comenzó antes de 1701.
En realidad, primero habría que establecer cuándo terminó la
conquista y cuándo comenzó la colonia.
Es un tema que parece puramente académico, pues es bien claro que,
cuando se habla de la dominación española, se trata de un solo proceso
y que las divisiones internas que se pongan en su interior sólo tienen
importancia académica.
No es así. Es evidente que el descubrimiento, la conquista y la
posterior colonia – que son las partes que podríamos considerar – forman
parte de un mismo fenómeno económico, social y cultural; pero sus
rasgos esenciales son completamente diferentes…
El descubrimiento es un hecho fundamentalmente geográfico; es
decir, científico, aunque Cristóbal Colón haya intentado establecer una
“factoría” en La Española?… Por su parte, la conquista es un hecho
básicamente militar, pese a que durante ese proceso hayan continuado
los descubrimientos y comenzaran a ocurrir la puesta en explotación
de unas minas o la instalación de unos obrajes?… Finalmente la
colonia, como el período de organización de los nuevos territorios
“españoles”, es evidentemente un hecho económico, jurídico y
político.
.¿Pero, cuándo cada uno?
Las opiniones pueden variar sustancialmente. Si usted es apegado al
derecho, es posible que considere que la colonia comenzó hacia 1592,
cuando el Dr. Encinas reunió todas las anteriormente dispersas “cédulas”
y “ordenanzas” dictadas en la metrópoli para regir en América, porque
aquella recopilación evidenciaba que ya no estábamos en guerras, como
durante la conquista, sino que habíamos entrado en un “estado de
derecho”, con leyes e incluso códigos.
Otros pueden entender como fin de la conquista las llamadas
“guerras civiles” entre los conquistadores (proceso que culminó hacia
1548), pues ese conflicto puso en claro que todavía no se trataba de
conformar haciendas y organizar la producción, sino que aún había
temas de “reparto del botín” por resolver.

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PEDRO SAAD 61

Si usted prefiere el empleo de categorías eclesiásticas, es posible que


usted encuentre que la división tiene lugar no cuando se inicia la
catequización y bautismo de los indios (porque eso podía darse – y se dio
– a la fuerza y bajo amenaza), sino que la colonia comienza cuando en
América surgen los primeros Santos de la iglesia católica romana (y los
primeros fueron San Martín de Porres, nacido en Lima en 1579, y doña
Isabel Flores de Oliva, más conocida como Santa Rosa de Lima, nacida
en 1586), pues ello significaba que ya no éramos sólo pedazos de tierras
sometidas, sino parte integrante de una realidad eclesiástica española, tan
asentada entre nosotros que podíamos engendrar Santos y Doctores de la
Iglesia.
O, si usted es (como el autor de este folleto) un hombre de
convicciones socialistas y populares, puede considerar que un período
histórico sólo se inicia en realidad cuando hay una rebelión popular que
le da arranque, en cuyo caso la “colonia” habría comenzado en julio de
1592 cuando el pueblo de Quito inició su lucha contra las alcabalas.
En fin… Que, cuando se trata de la Historia, cada uno se
transparenta en los conceptos que sostiene.
De modo que a continuación le ofrecemos unos cuantos hechos de la
historia ecuatoriana del siglo XVII, para que usted mismo decida cuáles
de ellos pueden ser considerados “antecedentes” del siglo XVIII?…

Quinto paréntesis:
Sucesos ecuatorianos del siglo XVII
que anticipan el XVIII

• 1605
—25 enero.— Los jesuitas firman el contrato de compra del terreno
anexo a la casa que permutaron con la casa en que estaban establecidos,
por la que ocupa el Templo actual. A fines de este año se comienza la
construcción de la Iglesia de la Compañía de Jesús.
• 1610
—8 enero.— El Cabildo de Quito ordena construir pilas para el
servicio de agua al público.

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62 ANTES DEL AMANECER

• 1612
—3 julio.— En el Actual Palacio de Gobierno de esta capital, se
instala la Real Audiencia de Quito, siendo Presidente, Gobernador y
Capital General, el Doctor Juan Fernández de Recalde.
• 1618
—31 octubre.— Nace, en la ciudad de Quito, Santa Mariana de
Jesús. Fueron sus padres doña Mariana Grenobles Jaramillo y el Capitán
Jerónimo Flores Zenel de Paredes. La madre era quiteña y el padre
natural de Toledo, España. Murió, a los 26 años de edad, en Quito, el 26
de mayo de 1645.
• 1620
—2 febrero.— Venden sus haciendas a los frailes mercedarios, los
vecinos "Diego Parrales y Francisco Vergara, en cincuenta patacones; las
ovejas, a seis reales, chicas y grandes; las vacas, a cinco patacones, las
yeguas, a cuatro reales. Estos frailes llegaron a formar uno de los mayores
latifundios de la Presidencia de Quito: la Hacienda Pesillo.
• 1621
—1 febrero.— Según un retrato que existe en la Biblioteca del
Convento de los Padres de Santo Domingo, en la ciudad de Quito, el
benemérito Padre, Fray Pedro Bedón, primer artista quiteño cuyo
nombre se preserva, falleció en esta fecha.
• 1622
—15 septiembre.— Se inaugura la nueva Real Pontificia Universidad
de San Gregorio Magno, de los padres Jesuitas de Quito. Duró hasta el
año 1767, cuando se clausuró por la expulsión de sus creadores.
• 1624
—26 agosto.— Es atacada persistentemente la plaza de Guayaquil
por el pirata holandés Jacobo L’Hermite Cleck, quedando asolada la
ciudad, escapando su población.
• 1625
—En este año nace el gran pintor quiteño Miguel de Santiago.
Hijo de doña Juana Ruíz y de don Luis Vizuete. Fue adoptado por

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PEDRO SAAD 63

Hernando de Santiago, de quien llevó su apellido. Murió en Quito, el


14 de enero de 1706.
• 1627
—En este año muere la primera escritora ecuatoriana, doña Teresa
de Cepeda y Puentes. Había nacido en 1566.
• 1631
—En este año se prohíbe que las mercaderías que zarpen de
Guayaquil puedan arribar a Acapulco.
• 1635
—22 enero.— Desde la ciudad de Lima, el Virrey del Perú, Conde de
Chinchón, oficia al Presidente y a la Audiencia de Quito, comunicándole
que ha recibido la Real Cédula por la cual su Majestad ordena que por ese
Virreinato sean expedidos los títulos y nombramientos de todos los oficios
vendibles y renunciables, según la relación y orden que se dio al
Presidente, Dr. Antonio de Morga, por intermedio del Secretario del
Gobierno de Lima, Don José de Cáceres.
• 1640
—Por efecto de un cataclismo, se hunde el pueblo de Cacha, en la
provincia actual del Chimborazo.
• 1641
—21 diciembre.— El Rey de España, Felipe IV, expide, en Madrid,
una Real Cédula, prohibiendo a todos los Gobernadores de Indias,
autoricen la impresión de libros de historia. Dice que un rubro de esta
materia, sólo puede publicarse con la aprobación real del Consejo de
Indias.
• 1643
—1 febrero.— La Real Audiencia de Quito dirige una carta al Virrey
del Perú, informándole que se continuará la fabricación de la pólvora en
Latacunga, porque es un artículo muy importante en esta época.
• 1645
—26 mayo.— Muere a los 26 años de edad, en Quito, Mariana de
Jesús Paredes, la Azucena Quiteña. Nació en esta misma ciudad, el 31 de
octubre de 1618.

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64 ANTES DEL AMANECER

• 1660
—22 enero.— El Rey Felipe IV, expide en Madrid, una Real Cédula
dirigida al Presidente de la Audiencia de Quito, ordenándole que tenga
mucho cuidado en que se apliquen los “quintos” a todos el oro y plata que
se extraen de las minas, porque el Real Consejo de Indias conoce que
varios mineros sacan estos metates sin quintar, y los hacen circular como
moneda en forma de pifias y barretones para su comercio.
—2 febrero.— El Rey de España, Felipe IV, expide, en Madrid una
Real Cédula dirigida al Presidente de Quito, doctor Pedro Vázquez de
Velasco, comunicándole que ha prohibido las fundaciones de obrajes en
el distrito de la Audiencia de Quito, porque estos obrajes causan
perjuicios a los indios, pues sus dueños les obligan a trabajar
forzosamente sin casi pagarles sus jornales respectivos.
•1665
—í2 octubre.— Muere el escritor quiteño, Fray Gaspar de
Villarroel, nacido en el año 1587.
—En este año nace Nicolás Javier de Goribar, famoso pintor
quiteño. Fueron sus padres doña Agustina Martínez Díaz y don José
Valentín Goribar.
• 1680
—En este año es fundada la Congregación de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas, por San Juan Bautista de la Salle.
• 1684
—En este año, los piratas Eduardo David y Swan, cometen
atropellos y robos en las costas del Océano Pacífico, especialmente en los
puertos de Manta y de Santa Elena.
• 1687
—24 mayo.— Las Cédulas Reales de 1641 y 1689 ratificaron la
jurisdicción territorial de Quito sobre la región del Marañón. En esta
fecha, el Virrey Duque de la Plata, confiere la jurisdicción territorial sobre
el río Ucayali, desde su nacimiento, sirviéndoles de límite el Yavari y al
Este la confluencia de los ríos Caquetá y Amazonas; territorios
mantenidos toda la época colonial por la Real Audiencia o Presidencia de

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PEDRO SAAD 65

Quito, Tribunal y Organización propios hasta la independencia, el 10 de


agosto de 1809.
—21 abril.— Invaden y saquean la ciudad de Guayaquil, los piratas
D’Hout, Piccard y Groignet.
—En este año los jesuitas adquieren, en Italia, una colección de libros
valuados en seis mil escudos. Al ser estos expulsados del país, se designó
Primer Bibliotecario Público, al Dr. Eugenio de Santa Cruz y Espejo.
• 1688
—En este año se abre, en la ciudad de Quito, un plantel para la
enseñanza gratuita de pobres, sean blancos, indios o mestizos. Se llamó
Escuela de la Caridad y fue fundada por los frailes dominicos, estando
inicialmente a cargo del lego Fray Pablo Pardo. Este colegio reemplazó al
antiguo “Estudentado”.
• 1698
—20 junio.— Se hunde el monte Carihuairazo y tres grandes
circunscripciones, correspondientes a las actuales provincias de Bolívar,
Tungurahua y Chimborazo, con sus aldeas y haciendas, son destruidas.
Ambato desapareció completamente, rehaciéndose en otro lugar.
De lo anterior nos interesa resaltar:
1. El crecimiento de la orden de la Compañía de Jesús
2. La prohibición (1631) de comerciar directamente con
Acapulco.
3. La prohibición (1660) de los obrajes.

Sexto paréntesis:
Los jesuitas
Fue en julio de 1590 cuando por primera vez llegaron al territorio del
actual Ecuador unos sacerdotes de la Compañía de Jesús. Traían como
propósito instalar su primera residencia, y se les otorgó para esa finalidad
la parroquia de Santa Bárbara.
Llegaron con tardanza con respecto a otras órdenes, pues los
primeros Franciscanos, por ejemplo, estuvieron en Quito al año de

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66 ANTES DEL AMANECER

fundada la ciudad; y esos franciscanos (entre quienes figuraba fray


Jodoco Ricke) no eran castellanos, sino flamencos, que venían con otra
visión cultural: la prueba de ello es que muy pronto sembraron las
primeras espigas de trigo y trazaron los planos del fastuoso templo de su
orden (ambas obras, fruto del talento de fray Jodoco), y abrieron la
primera escuela de arte (labor ésta de otro flamenco, fray Pedro Gocial),
de la que luego saldrían los afamados creadores quiteños.
Como ya mencionamos, el 25 de enero de 1605, los jesuitas firmaron
el contrato de compra del terreno anexo a la casa en que estaban
establecidos. A fines de este año se comienza la construcción de la Iglesia
de la Compañía de Jesús.
En 1621, los jesuitas fueron autorizados para conferir títulos
académicos en las Indias y Filipinas. Es significativo que este derecho no
es otorgado por la corona española, sino por el Papa Gregorio XV.
Para 1625 los jesuitas se estaban extendiendo con tanta agresividad
que provocaron la envidia y el rencor de otras órdenes. El 20 de agosto de
este año, por ejemplo, los franciscanos solicitan a la Audiencia que se les
niegue a los de la Compañía el derecho a abrir una escuela en Latacunga,
ciudad que los franciscanos consideraban fundo propio; pero en 1629 ya
los encontramos abriendo una “casa de hospedería” en Ibarra.
En 1638 ocuparon un gran solar en Cuenca, en el que luego
establecieron un colegio.
En 1643 se puso en evidencia que los franciscanos no tenían
intenciones de abrir ninguna escuela en Latacunga, de modo que los
jesuitas insistieron en su petición de 1625, y esta vez consiguieron el
permiso del Presidente Juan de Lizarazu.
Ya hemos mencionado que, en 1687, adquirieron aquella colección
de libros (valuados en nada menos que 6,000 escudos) que más tarde
confiaron al cuidado del primer bibliotecario, don Eugenio Espejo.
En 1703, la escuela de Latacunga se convierte en colegio.
En octubre de 1727, es el propio rey quien los autoriza a abrir un
colegio en Loja.
En 1755 llega la primera imprenta al país. Los jesuitas la instalan en
Ambato, y la confían al tipógrafo alemán Adán Shwartz.

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PEDRO SAAD 67

Y finalmente, en 1766, Carlos III dicta la “Pragmática” por la cual se


los expulsa de todos los territorios de la Corona.
Como vemos, su asentamiento y expansión son muy rápidos y su
voracidad
– mercantil y cultural – es enorme.
Tomemos el caso de las Universidades quiteñas?…
El martes 13 de agosto de 1776 se cerró la última de las universidades
ecuatorianas que aún permanecía abierta: la jesuítica de “San Gregorio
Magno, creada en 1622.
Todo el mundo esperaba esta clausura, pues no era imaginable que
siguiera subsistiendo un Universidad creada por la Compañía de Jesús,
luego que sus sacerdotes fueran expulsados el 20 de agosto de 1767. Más
bien el hecho de que se mantuviera abierta durante casi exactamente 9
años posteriores prueba la excelencia de los estudios que allí se
impartieron, aunque es notorio el descenso que su nivel académico ha
sufrido con posterioridad a la partida de los jesuitas que la regentaban.
Toda la historia de las universidades quiteñas es asombrosa. En 1586,
cincuenta años antes de la creación de las primeras universidades
norteamericanas (Harvard es de 1636; Yale, de 1701), en Quito los
agustinos crearon la Universidad de San Fulgencio.
Un poco más tarde, en 1622, los jesuitas constituyeron la
Universidad de San Gregorio, y finalmente, en 1688, los dominicos
también crearon su propia Universidad, la de Santo Tomás de Aquino,
con lo cual Quito tenía la bicoca de tres universidades, cantidad mucho
mayor que en ciudades con población más numerosa.
Esta consideración llevó al cierre de las universidades de los
agustinos, primero, y de los dominicos después. Con eso, los jesuitas
quedaron como monopolistas de la enseñanza a nivel superior, hasta que
han seguido el mismo camino.
Extremistas como en todo, pasamos de tener 3 universidades (que
quizá fuesen excesivas para una ciudad de unos 10,000 habitantes) a no
tener ninguna, generando un vacío cultural inmenso.
Pero, miremos las fechas… Entre la Pragmática que ordena
expulsarlos y la expulsión efectiva, medió casi un año… Las fechas son
importantes. Pese a que los correos eran malos y los plazos largos, esta

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68 ANTES DEL AMANECER

curiosa tardanza de más de un año da a entender a las claras que, aun


acatando la disposición Real, todos los funcionarios encargados de
cumplirla le dieron dilaciones y excusas, con el secreto anhelo de que Su
Majestad revisara su criterio o, al menos, para ayudar a los jesuitas a
prepararse para la partida.
En cuanto a las causas, las razones esgrimidas oficialmente eran
varias.
Los jesuitas eran acusados de haberse enriquecido enormemente y
de haber abandonado sus deberes espirituales. Aquí había mitos… y
realidades.
Que eran ricos no lo dudaba nadie. Tenían al menos 63 haciendas
propias, y una sola de ellas, la de Chillo, les había reportado una renta
libre, luego de todos los impuestos, de 8,997 pesos, aunque ellos
presentaron unas cuentas en las que establecían que la comunidad
contrajo deudas por 303 pesos (ver cuadro), pero esto ocurría luego de
descontar 5,000 pesos en “limosnas” y otros 5,000 de gastos en ropa y
zapatos, cifras indemostrables y que lucen claramente infladas para los
precios de la época.
Se los criticaba también porque, según se decía: “han cerrado el
ingreso de los criollos a la Orden”. Esto no parece muy exacto. De los
656 jesuitas que existían a la sazón en la Provincia de Quito, 406 eran
americanos. Un total del 62%, que era bastante más alto que la
proporción de criollos entre los Franciscanos, aunque ligeramente inferior
a la que existía entre los Dominicos.
En cuanto a la tercera acusación, “acaparamiento de tierras”, las
opiniones estaban divididas. Por un lado, ya en 1635 se prohibió que los
religiosos adquirieran más propiedades agrícolas, pues se estimaba que
para entonces ya estaba en sus manos nada menos que la mitad del total
de la tierra cultivable y, aunque esta descomunal proporción hubo de
reducirse luego, es indudable que varias órdenes religiosas, y
principalmente los jesuitas, se transformaron durante el siglo XVIII en
fuertes latifundistas, especialmente en la Sierra.
No obstante, esta acusación era imputable a todas las Ordenes
religiosas. ¿Por qué, entonces, la expulsión de los jesuitas?
El éxito empresarial de la Compañía no se originaba sólo en la cantidad
de tierras propias, sino en la forma de administración de esos bienes.

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PEDRO SAAD 69

El sistema de explotación durante la Colonia se había basado en


métodos casi feudales de explotación de una mano de obra barata y de un
abastecimiento casi infinito de materias primas, que había llegado a su
límite absurdo para mediados del siglo XVIII.
Los jesuitas, tanto en Ecuador cuanto en muchos otros sitios de
América (y notablemente en Paraguay) establecieron un sistema diferente,
que llegó a incluir ciertos beneficios para los peones de las haciendas o los
trabajadores de los obrajes. Por otro lado, el sistema de comercialización
utilizó por vez primera en el Nuevo Mundo un sistema de precios ajustado
a los costos de producción y a los requerimientos del mercado. Un método
capitalista, en suma.
Los resultados no se hicieron esperar: las haciendas y obrajes de la
Compañía lograron producir hasta seis veces más que otros de la misma
extensión o número de asalariados.
Finalmente, la cuarta acusación contra ellos fue la de “boato
indebido” en sus templos y colegios.
También esto es relativo. Si uno ve la iglesia de la Compañía de Jesús
en la capital, con sus recubrimientos de oro y sus lujosas
ornamentaciones, es cierto que este templo está muy lejos del ideal de
pobreza apostólica pregonada por los fraticelli medievales; pero no es
menos cierto que otros templos, incluido el de los propios franciscanos,
distan mucho de los ideales del santo de Asís.
Así pues, la expulsión fue una mezcla de resentimientos sociales y
desleal competencia mercantil por parte de quienes esperaban apropiarse
en remate de las extensas y bien mantenidas propiedades de la Compañía.
Lo grave fue que perdimos, junto con las 63 haciendas de su
propiedad, las 9 que tenían en administración; las 13 casas y otras
innumerables propiedades muebles e inmuebles de los jesuitas; a los
mejores intelectuales de la Audiencia, que habían regentado, a nivel casi
europeo, 14 escuelas, la Universidad de San Gregorio y el colegio de San
Ignacio; y a los más abnegados misioneros de la región amazónica,
quienes, como el padre Samuel Fritz, llegaron a defender denodadamente
el patrimonio territorial de la Audiencia y la Corona frente a las
pretensiones de los portugueses del Brasil.
Pero los jesuitas no han sido nunca un hueso fácil de roer. Y tampoco
lo fueron en 1767. Astutamente aprovecharon el tiempo transcurrido entre

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70 ANTES DEL AMANECER

la Pragmática Real y su aplicación efectiva (16 meses) para una jugada


típicamente capitalista y muy “moderna”: traspasaron sus propiedades a
nombre de terceros, quienes las conservaron hasta el retorno de la Orden,
pese a que ese regreso no se produciría hasta los tiempos de Gabriel
García Moreno.

Cuentas del Colegio Mayor


ítem pesos
Gastos ordinarios de la Orden, incluidos sirvientes 12,000
Gastos de enfermería 4,000
Gastos de iglesia y sacristía 3,000
Viajes de unos colegios a otros 600
Salarios de sacristanes, cocineros, sastres, etc. 1,000
Limosnas en las dos porterías 5,000
Interés de la deuda (45,100 ps.) 1,553
Tributos de los indios y pago a la Real Caja 2,500
Diezmo de las haciendas 1,050
Por pago de abogado, procurador de pleitos y cirujano 600
Otros varios 5,000
TOTAL DE GASTOS (SEGUN ESTAS CUENTAS) 36,303
INGRESOS 36,000
"deuda" anual 303

Séptimo paréntesis: Guayaquil25


El siglo XVIII fue el primer gran siglo de Guayaquil. Su provincia,
que llegó a abarcar las actuales de Guayas, Los Ríos, un trozo de Manabí,
un pedazo de El Oro y Esmeraldas (llamada a la época “partido de La
Canoa”) pasó de ser bien poco más que una región malsana y casi
despoblada, a convertirse en el centro económico y social de todo un
sistema que estaba imponiéndose en el mundo.

25 La bibliografía sobre el Guayaquil colonial ha crecido enormemente en el último


tiempo. Sin embargo, hay cuatro textos que el autor considera indispensables para un
estudioso serio: 1. María Luisa Laviana Cuetos: Guayaquil en el siglo XVIII. 2. Abel
Romeo Castillo: Los gobernadores de Guayaquil del siglo XVIII. 3. Michael Hamerly:
Historia social y económica de la antigua provincia de Guayaquil 1763-1842 y 4. Julio
Estrada Ycaza: El puerto de Guayaquil (particularmente el segundo tomo)

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PEDRO SAAD 71

Su población llegó a casi cuadruplicarse en unos 70 años, pasando de


unos más bien modestos 22,445 habitantes en 1765 a unos muy
respetables 86,206 para 1839.
En cuanto a la ciudad de Guayaquil, su crecimiento fue aun más
impetuoso durante el mismo período, pues en 1765 sólo tenía 4,914
personas, que se convirtieron en unos considerables 20,000 hacia 1839.
Este crecimiento se debía esencialmente a un solo producto: el cacao,
cuya cosecha media pasó de 18,000 cargas (una medida casi exactamente
equivalente a “quintales” de 100 libras) en 1719 a 180,000 un siglo más
tarde.
Por otro lado, la actividad industrial tuvo igualmente un desarrollo
muy grande, debido a que los astilleros de la ciudad pasaron de ser una
actividad complementaria a generar buena parte de los ingresos locales, y
sus artesanos principales, los carpinteros, llegaron a ser 241, ocupando el
primer lugar en “artes y oficios”, muy por encima de los “agricultores,
chacareros y labradores” que no eran más de 59 para 1832.
Pero lo más importante era que en Guayaquil se había desarrollado
enormemente el comercio, generando una primacía de la producción
capitalista, muy por encima de la agricultura de consumo local.
El cacao era la exportación principal, pues su valor ascendió a
616,967 pesos y 7 reales26, mientras que la exportación de todos los otros
productos fue de sólo 301,803 pesos y 4 reales.
En general, aunque sea un simplificación, puede decirse que en
Guayaquil se desarrolló un enclave de agro-exportación y monocultivo,
volviendo a la ciudad más abierta y predispuesta para la cultura
capitalista, mientras en el resto de la nación la colonia mantenía otro tipo
de formación económico-social.
En lo político, los cambios fueron igualmente dramáticos, pues
Guayaquil pasó de ser un simple corregimiento (hasta 1763), no
alcanzando el rango de “gobernación” sino ese año.
No menos trascendente fue que, para julio de 1803, Guayaquil fue
distraída de su pertenencia a la Presidencia de Quito y trasladadas sus

26 El “peso” estaba dividido en 8 reales.

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72 ANTES DEL AMANECER

competencias (en lo militar fundamentalmente) del virreinato de Santafé


al de Lima, a solicitud de la Junta de Fortificaciones de América.
Ya veremos la enorme importancia que esto tendrá cuando se
produce el pronunciamento del 10 de agosto de 1809, al que Guayaquil
no adhiere (ni podía adherir) precisamente porque a la sazón no era parte
de la Presidencia de Quito.

Octavo paréntesis: los obrajes.


El lunes 2 de febrero de 1660 se expidió Cédula Real que prohibía la
instalación de obrajes en todo el territorio de la Audiencia de Quito.
Para algunos, la medida era un paso adelante en la protección de los
indios, explotados inmisericordemente en esos establecimientos
manufactureros, tanto o más que en las encomiendas o las mitas mineras.
Para otros, en cambio, la Cédula era vista como un freno al
impetuoso desarrollo manufacturero que estábamos alcanzando en la
Audiencia, con la introducción (lenta, pero constante) de elementos
maquinistas de producción, que podrían aumentar la productividad, sin
que ello representara necesariamente un grado mayor de explotación.
En realidad, Felipe IV no hacía más que seguir una antigua
tradición, iniciada desde los primeros años de la presencia castellana en
América, pues ya Cristóbal Colón intentó montar lo que entonces se
denominó una “factoría” en la isla Española, sin conseguir apoyo efectivo
de la Corona.27
El actual Monarca, en su Instrucción para Virreyes (cap. 40 de
aquellas instrucciones, pero codificada como Ley I del título 26 del Libro
4 de las Leyes de Indias) establecía en 1628 que “los excesos cometidos
en los obrajes de paños y otros tejidos y labores han llegado a tanto
extremo, por los impedimentos que resultan contra la libertad de los

27 Colón fracasó rotundamente. De modo ingenuo había trasladado desde la metrópoli a


unos labriegos, otros pastores y unos cuantos artesanos, en la errónea convicción de que
mantendrían esos oficios al llegar a las Indias. Al analizar este fracaso, Carlos Marx
comentó con punzante ironía que “lo único que Colón se olvidó de llevar a las Indias
fueron… las relaciones de producción imperantes en Europa.”

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PEDRO SAAD 73

indios, y otras justas consideraciones, que nos obligan a reparar el daño


y procurar el mejor remedio”. Muy loables consideraciones que, sin
embargo, debieron dictar medidas precautorias de los derechos de los
indios y no la conclusión paralizante que consta allí mismo: “Ordenamos
y mandamos a los Virreyes y Presidentes de las Audiencias de las Indias,
que no den licencia para fabricar, hacer ni fundar ningunos obrajes; y si
algunos se las pidieren (las licencias), nos avisen y consulten ante todas
cosas, expresando las causas y fundamentos que para concederlos o
negarlos concurrieren”.
En otras palabras, la creación de obrajes y manufacturas de todo tipo
quedaba prohibida.
En su tiempo, Felipe II fue considerablemente más amplio, pues
estableció (27 de septiembre de 1565; Ley 3 del mismo título) “Que en las
fábricas de paños se guarden en las Indias las Leyes y Pragmáticas de
estos Reinos de Castilla”.
Mucha era el agua que había corrido entre septiembre de 1565 y
febrero de 1660. Para esta segunda fecha, el desarrollo industrial era muy
fuerte en el territorio de la Audiencia, y el número de los obrajes, así como
la concentración de operarios en ellos, es muy grande.
A continuación ofrecemos un listado previo, que no pretende ser
completo, de los obrajes instalados en el territorio del país hasta 1635?…

Lugar Actividad Año


Latacunga Paños 1564
Quito Sombreros 1576 (2 obrajes)
Quito Paños 1576 (4 obrajes)
Latacunga Pólvora 1580
Latacunga Sombreros 1585
Otavalo Tejidos 1593
Chimbo Paños 1595
Licto Tejidos 1596
Ambato Calzado 1596 (2 obrajes)
Guachalá Bayetas 1599
Sigchos Mantas 1600
Peguche Tejidos 1603
San Andrés Paños 1635

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74 ANTES DEL AMANECER

En 1635 se abrieron, además, los obrajes de Otavalo, Chambo,


Penipe, Puni, Latacunga, Mulaló y Calpi. Todos éstos son los
denominados “Obrajes de Comunidad”, a los que deben sumarse unos
70 “particulares” en 30 poblaciones diferentes, resaltando que hay
algunos centros poblados que se han convertido en auténticas ciudades
industriales, pues la actividad principal en ellas es la manufactura.
Así, por ejemplo, en el obraje de paños de Chimbo laboran 200
obreros: en el de tejidos de Peguche, 223 y en la cercana Otavalo, sólo
en uno de los obrajes de tejidos y alpargatas, se contabilizaron 530
trabajadores.
A estas actividades manufactureras hay que añadir, naturalmente, las
explotaciones mineras, que contabilizan al momento unos 10 lavaderos
de oro, al menos 2 minas de plata y otras 15 minas de oro “primario”, que
utilizan gran cantidad de mano de obra y producen enorme riqueza.
Sumemos a esta ya impresionante cifra los astilleros de Guayaquil
que, si bien no pueden ser considerados “obrajes” (y por tanto no estaban
comprendidos en la prohibición Real de 1660), tenían el mismo carácter
económico que los anteriores.
En otras palabras, el territorio de la Audiencia de Quito era, desde el
punto de vista económico un país eminentemente industrial, minero y
agrícola. Para el análisis de la Economía Política, algo muchísimo más
desarrollado que la metrópoli.
Por supuesto que, en nuestro caso como en casi cualquier otro, ese
progreso no era igual en todos los sectores de la economía ni en todas las
regiones del país, pues coexistían con estos centros industriales otras
formas de producción que incluían relaciones tan atrasadas como la
esclavitud (tanto productiva cuanto patriarcal y “estatal” en el caso de las
mitas), las relaciones feudales de servidumbre, zonas donde se había
preservado la propiedad comunal, y otros fenómenos que vuelven muy
compleja la apreciación de un desarrollo “desigual y combinado” que
provocó largos debates teóricos hasta fines del siglo XX, cuando se trató
de indentificar el “modo de producción” imperante en la colonia
latinoamericana, olvidando que casi nunca hay un solo “modo de
producción” en ninguna formación económico social.

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PEDRO SAAD 75

Los sucesos locales del siglo XVIII


Todavía no había comenzado el siglo28 cuando los nuevos vientos se
dieron a conocer, pero chocando contra los viejos?…
Don Francisco de Quevedo fue de los primeros que percibió la
esencia de los tiempos “modernos”. Él escribió alguna vez (aparte de
aquello de que “poderoso caballero es don dinero”) unas jocosas
“Alabanzas de la Moneda”, en las que afirmaba que “el dinero tiene tres
nombres: el uno por fuerte, el otro por útil, el otro por perfecto. Por
fuerte se le llama moneda, que quiere decir ‘munición’ y ‘fortaleza’; por
útil se llama pecunia, que quiere decir ‘pegujal’ o ‘granjería
gananciosa’; y por perfecto se llama dinero, tomando su apellido del
número deceno, que es el más perfecto”.
Sólo se le olvidó decir que es tan perfecto que limpia hasta la sangre,
pues que se compran y venden los títulos nobiliarios, que supuestamente
acreditan aquella pureza.
Si para muestra hiciese falta algún botón, el día 21 de marzo del año
del Señor de un mil y setecientos, el Rey, don Carlos II, nombró, primero
“Vizconde de Santa Cruz” y luego “Marqués de Solanda” a don Antonio
Sánchez de Orellana, vecino de la Audiencia de Quito.

Noveno paréntesis:
del Incario a los patriotas (pasando por los españoles)
Don Antonio quien, como buen hijo de su tiempo, no tiene
pretensiones de noble antiguo sino de nuevo rico, nunca hizo un secreto
del precio que ha debido pagar a las arcas Reales por el título: 30,000
pesos de oro.
No sabemos si fue un solo pago, porque el título de Vizconde quedó
anulado al momento mismo de otorgarle el marquesado.29

28 Contrario a la convicción de que los siglos comienzan en los años que terminan en 00,
en realidad se inician con los años que principian con 01 (al fin y al cabo, Cristo no
nació el año 0, sino el año 1).
29 En el “escalafón” de la nobleza, primero están los duques, luego los marqueses y sólo
después los condes (y, por supuesto, aun más atrás los vizcondes). Es lógico, pues, que
Orellana prefiriera el marquesado.

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76 ANTES DEL AMANECER

Lo cierto es que este criollo de 49 años de edad llegó a la nobleza no


por alcurnia de cuna ni por méritos guerreros o servicios personales,
sino?… de chiripa y suerte; lo que los franceses llaman “coup de foudre”30
Don Antonio era “criollo”: nació en Zaruma, en junio de 1651, y allí
mismo lo bautizaron el 13 de ese mes sus padres Clemente Sánchez de
Orellana y Jacinta Ramírez de Arellano.
Poco sabemos de su infancia, y su primera aparición en cargo
público es del año 77, cuando lo nombraron Alcalde Ordinario de
Zaruma.
Pero, de ahí en más, su ascenso fue muy rápido. Trasladado a Loja,
sirvió como Alcalde Ordinario, Tesorero de la Santa Cruzada, Teniente
General y Maestre del Batallón.
En 1684 lo hallamos ya de Teniente de Corregidor de don Juan
Bautista Bardaxi y Ascón, y siguió como segundo de a bordo cuando
Bardaxi fue sucedido por Diego de Riofrío y Peralta.
Desde 1678, el hoy marqués ya era Maestre de Campo por
nombramiento (también pagado) del Virrey Conde de Castelar.
Pero en aquel entonces, antes de su “golpe de suerte”, don Antonio
sólo había pagado 275 pesos por ese cargo.
Allí se quedó nada menos que 16 años, desempeñándose, según sus
amigos (que han aumentado muchísimo desde que la suerte lo
acompaña) “con toda entereza, tino y acierto”.
Imposible saber si fue por buen servicio o por cálculo político que
marchó a Paita cuando aquel puerto estaba amenazado por los piratas;
pero lo cierto es que poco después, en octubre de 1693, el Conde de
Monclova lo nombró Gobernador y Capitán General de la ciudad de San
Francisco de Borja, Río Marañón, Mainas y Jíbaros, y le despachó su
título el 24 de marzo de 1694.
Su Gobernación fue brillante. Apersonado en su residencia, Sánchez
de Orellana abrió caminos, aplicó justicia, buscó poblar las regiones a él

30 “Coup de foudre” se utiliza en francés en un doble sentido: como “amor a primera


vista” o como “golpe de suerte”.

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PEDRO SAAD 77

encomendadas, y mucho más hubiese hecho (inclusive dejó planificado un


camino hacia la selva partiendo de Cuenca) si por una vez la suerte no le
hubiese sido adversa, cuando el padre Viva no llegó a tiempo a la reunión
que debían tener a la mitad del camino, por lo que no pudo volver a fundar
la villa de Logroño.
A mediados de 1699 se disponía a fundar la ciudad de San Miguel de
Yapara, a orillas del Ucayali, cuando la suerte se interpuso en su
camino?…
Para entenderlo, tenemos que hacer un poco de memoria?…
Cuando Francisco Pizarro capturó al Inca Atahualpa en los baños
de Cajamarca, el monarca preso le ofreció como rescate un cuarto lleno
de oro y otro de plata, hasta la altura de un hombre con el brazo
levantado.
Aunque los españoles no creyeron posible reunir un tesoro semejante,
el prisionero cumplió su palabra, y el rescate estuvo completo mucho
antes del 29 de agosto de 1533, cuando mataron al Inca.
Pero, aunque el tesoro ofrecido ya se había completado, las cargas de
oro y plata seguían llegando a Cajamarca, y el tesorero Real, Alonso de
Riquelme, tuvo al parecer buen cuidado de que estas cifras no ingresaran
a la contabilidad total, pues de ella había que sacar una quinta parte para
darla al Rey.
Pero, sobre todo del Norte, la riqueza seguía fluyendo, y pasaba por
Loja, que era su camino natural.
Luego de la muerte de Atahualpa, los indios portadores de los tesoros
se cruzaron con los últimos chasquis, que traían las noticias de la muerte
del Inca, y fue un problema para los hombres que llevaban el dinero de un
rescate que ya no era necesario.
¿Qué podían hacer con el oro y la plata que traían? ¿Llevarlo a los
españoles? Era absurdo. ¿Volver con él a su lugar de origen? Correrían el
peligro de ser asaltados o de que, al no creerles, los castigaran por haber
incumplido el mandato que les dieron. ¿Qué hacer?
Por lo visto, decidieron enterrar allí mismo el oro.
Y fue allí donde lo encontró, parece que casualmente, el criollo don
Antonio Sánchez de Orellana, quien dejó su Gobernación, se ausentó de

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78 ANTES DEL AMANECER

Loja, abandonó la Audiencia, zarpó de Guayaquil y fue a España?…


Una vez en la península, pidió audiencia al Rey, le explicó a los
secretarios para qué deseaba esa audiencia, pagó los 30,000 pesos?… y
recibió el 21 de marzo de 1700 el título de marqués que desde entonces
ostentó.31

Un período de conmociones
Todo el siglo XVIII y los comienzos del XIX vieron en Ecuador a un
país agitado por una sucesión de conmociones sociales de todo tipo.
Los indígenas, que durante casi todo el siglo XVII habían guardado
una quietud muy parecida a la resignación, parecieron volver a la vida y
a la rebeldía frente a la continuidad de la opresión.
Los levantamientos y sublevaciones de multiplicaron?…

1764 Sublevación en Riobamba


1767 Alzamiento en Otavalo
1768 Levantamiento en el obraje de San Idelfonso
1770 Sublevación en Patate
1771 Alzamiento de los obrajes de Tilipulo y La Calera
1777 Sublevación en Cotacachi, Tabacundo, Caranqui y Atuntaqui
1778 Levantamiento en Guano
1790 Sublevación en Guamote
1803 Alzamiento de los indígenas de Guamote y Columbe

Y el tono y la agresividad de estas sublevaciones o levantamientos


adquirió una agresividad como no se veía desde los tiempos de la
resistencia a la conquista.
Sólo a título de ejemplo, veamos más o menos al detalle el
alzamiento de Guamote y Columbe?…

31 Como la historia tiene designios curiosos, Mariana, la hija de Sánchez de Orellana, ya


con el título de “marquesa de Solanda”, se casó con el mariscal Antonio José de Sucre,
haciendo que – de modo indirecto – los próceres resultaran beneficiados con los dineros
del incario.

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PEDRO SAAD 79

Aunque el derecho a los “diezmos” eclesiásticos (10% de la


producción agropecuaria total) ha sido cedido por la Santa Sede a la
Corona española, a cambio de correr con los gastos del culto y de los
templos, las autoridades de la Audiencia –para facilidad en el cobro–
encargan esa función a varios particulares –los llamados “diezmeros”–
que, como es fácil imaginar, siempre abusan de los indios.
Estos diezmeros cobran bastante más que el 10% previsto por la
Corona, y son de los personajes más odiados por los indígenas, quizá sólo
superados en mala imagen por los denominados “aduaneros”, que son
quienes realizan el “censo” para cobrar otra clase de tributos, y se reparten
los niños (para las mitas) y las niñas (para ejercer sobre ellas el miserable
“derecho de pernada”).
Pero, por lo visto el “diezmero” que llegó el 27 de febrero de 1803 a
la plaza de Columbe, en el Corregimiento de Riobamba, se pasó de la
raya. Los indios, que han sufrido dos años seguidos de malas cosechas,
habían llegado al límite de lo que podían soportar y, al no ser escuchados
en sus reclamos, se abalanzaron contra los españoles y dieron muerte al
diezmero, a un juez y a algunos otros.
El mestizo que leyó el monto de los diezmos logró escapar y buscó
refugio en Guamote, sin sospechar que los indígenas de esa población ya
estaban en antecedentes, y que reaccionaron incluso con peor saña que los
de Columbe.
Precisamente así comenzaron las cosas en Guamote, cuando
confundieron a un “diezmero” con un “aduanero”, y los indígenas
arremetieron contra él. Exaltados los ánimos y excitada la violencia, los
muertos ascendieron a seis, inclusive con crueldad y a palos, mientras no
faltaron algunas indígenas, entre ellas Lorenza Avamañay, Jacinta Juárez
y Lorenza Peña, que arrancaron los ojos a los mestizos y blancos muertos.
Muy pronto la sublevación retornó a Columbe, donde los hechos de
sangre se reprodujeron de forma casi idéntica, causando siete muertos esta
vez, y una ocasión más se destacaron las mujeres indígenas, sobre todo
Manuela Juárez, María Bocón, Agustina Aysalla, Manuela Perugache,
Asecia Buñay, Francisca Delgado y Mónica Ayabaca.
Rápidamente los mestizos tomaron las precauciones debidas,
unificando las acciones de las llamadas “milicias” de Riobamba (que
fueron a “pacificar” la zona), de Ambato (que se trasladaron a Riobamba,

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80 ANTES DEL AMANECER

para reemplazar a los locales en la labores de policía) y de Latacunga. Un


total estimado de unos 400 hombres, bajo el mando directo de don Xavier
Montúfar (hijo de don Juan Pío, el marqués de Selva Alegre), quien pidió
refuerzos al Presidente de Quito, Luis Francisco Héctor, barón de
Carondelet.
Tanto se temió por la extensión de los sucesos, que se llegó a pedir a
don Juan de Mata y Urbina, Gobernador de Guayaquil, que alistara no
menos de 200 hombres bien armados.
A más de lo anterior, las instrucciones que se recibieron de Santafé
fueron claras, e incluían varias medidas cautelares, inclusive la
eventualidad de incendiar el obraje de pólvora de Latacunga, por temor
de que éste cayese en manos de los indios.
En total, los muertos fueron 13, y quedaron a la vera del camino,
mientras los sublevados indígenas, que ya habían encontrado sus líderes
en Julián Quito y en la “huarmi” Lorenza Avemañay, se replegaban a las
montañas.
La consigna y el “programa de gobierno” de los indios fueron
sencillos, pero claros: reparto de las tierras y lucha contra los blancos?…
Julián Quito comenzó a recorrer las comunidades vecinas, y cuentan
quienes lo vieron que se presentaba de improviso en una aldea, saltando
continuamente y con las palmas de las manos vueltas hacia el sol, como
es fama que hacían los antiguos Puruhaes, señores ancestrales de esas
tierras.
Pero tampoco los blancos se quedaron quietos y, temerosos de que el
espíritu insurreccional se extendiera, pidieron refuerzos a la capital y, con
ellos y tropas de milicias, tomaron la región de Columbe, forzando un
combate franco en la llanura de Tanquis, donde resultaron claramente
vencedores, logrando capturar a los cabecillas de la revuelta, con
excepción del propio Quito, que consiguió escapar.
Los testigos cuestan de él que, al asumir la conducción rebelde en
Columbe, desplegó toda una doctrina militar que incluía “nunca
combatir en el llano, sino siempre en los cerros”, instrucciones que
daba mientras saltaba de un lugar a otro, siempre con las palmas de las
manos vueltas hacia el Sol, como es fama que hacían los sinches del
Incario.

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PEDRO SAAD 81

Las fuerzas gubernamentales cobraron tal temor de la conducción de


este Quito, que ordenaron que se apresara a todos los indios que llevaran
ese apellido o que se llamaran Tandaso, Sigchay o Puma, que son los
otros apellidos que se le atribuían.
Lo cierto es que Julián Quito nunca pudo ser capturado, y circularon
rumores que decían haberlo visto tan al norte como Pasto o tan al sur
como Cuenca, aunque se sospechaba que, siendo tan grande el influjo de
su nombre, podían ser varios los indígenas que lo adoptan.
La otra figura con ribetes personales muy destacados es Teresa
Logroño, vecina de Punín, a quien se acusa de ser la autora de un escrito
“contra los caballeros de la villa de Riobamba”.
El texto de ese panfleto demandaba de los caballeros “que bayen a
bivir en sus tierras en España y no en nuestra tierra, hasiendo tantos
daños al prójimo” (sic); y afirmando que “si no ban (sic) buenamente los
caballeros fuera de aquí, los acabaremos una noche con pegar fuego a
las casas”.
El escrito se refiere concretamente a algunos “caballeros” con
nombre y apellido, entre los cuales menciona a un Ramón Poyol
(seguramente Puyol) y un Mariano Dábalos.
El documento termina imprecando “Mueran los caballeros
quemados. Muera el mal gobierno. Viba Dios. Viba el Rey de España
que no sabe nada”, pero antes del final el panfleto emite una amenaza que
puede ser todo un proyecto de rebelión.
“Ellos nos matarán de día -dice el pasquín atribuido a Teresa
Logroño-. Nosotros, de noche”.
A los capturados se les organizó un juicio prolongado, como un
intento por acallar la ola de pelea que esta sublevación generó.
En su calidad de Corregidor de Riobamba, don Xavier Montúfar se
constituyó juez de la causa; pero, necesitando un asesor letrado, el
Presidente de la Audiencia, Barón de Carondelet, designó al bien
conocido José Fernández Salvador, quien, pese a tener reputación de
liberal entre los criollos, no por eso es menos feroz contra los indios.
El 7 de julio se elaboró la sentencia, que fue enviada a la capital, para
su refrendación, y el texto final se pronunció el 17 de octubre de 1803?…

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82 ANTES DEL AMANECER

Cinco indígenas fueron condenados a la horca,; entre ellos tres


mujeres, proporción que habla bien a las claras de la presencia femenina
en esta acción. Se trató de Lorenza Avemañay, Lorenza Peña, Jacinta
Juárez, Francisco Curillo y Mariano Gualpa.
El resto fue monstruoso… Un testigo criollo y enemigo de los indios
narra los hechos del siguiente modo…
“El 31 de octubre se los llevó a rastras de una bestia; fueron
colgados en la plaza de Riobamba, donde se los dejó más de tres
horas, tras lo cual fueron bajados, descuartizados por caballos y se
repartieron sus cabezas y miembros en distintos lugares del
Corregimiento, excepto los troncos, que, como prueba de piedad
cristiana, se entregaron a los religiosos de San Francisco y Santo
Domingo para que les dieran católica sepultura.
“Otra prueba de conmiseración dieron los jueces, pues la
condena de Lorenza Peña le fue aplazada, en vista de su estado de
preñez, y sólo se la ahorcó y descuartizó después de dar a luz, el 12
de mayo de 1804.
“Fueron condenados a 200 azotes y ocho años de prisión
otros seis indios. A 200 azotes y 6 años, 7 indios más. Y a destierro,
para que jamás vuelvan a sus pueblos, nueve mujeres indígenas,
pues de ellas se ha dicho que fueron aun más bravas que sus
hombres.
“Lo único malo es que ese tal Julián Quito sigue suelto, y que
han comenzado a correr rumores de que se presenta por distintos
sitios, aunque no hay que darle mucho crédito a los cuentos, porque
un día dicen haberlo visto en Loja y a la mañana siguiente en
Otavalo; otra en Maynas y después en Portoviejo, y siempre con la
misma manía de andar predicando la lucha como un evangelio,
mientras mantiene las palmas de las manos hacia el sol.”

T T T

Pero no fueron únicamente los indígenas los que provocaron los


disturbios de todo el período que reseñamos.
Incluso un grupo humano de los que hoy llamaríamos “aniñados” o
“pelucones” organizaron su protesta.

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PEDRO SAAD 83

El caso curioso, con ribetes de picaresca, ocurrió en la capital, donde,


en 1725, estalló una huelga de estudiantes?…
Los testigos de los hechos no los cuentan del mismo modo. Para
unos, la culpa fue de la “fiesta de los toros”, que atrae tanto a la juventud
que hace que se olviden por ella los deberes sociales. Para otros, el único
responsable fue el padre Pedro Campos, Rector del Colegio-Seminario de
San Luis de Quito, que no permitió que los alumnos asistieran a las
corridas. Para unos terceros, finalmente, son los manejos políticos de
terceras personas (unas apoyando a los alumnos revoltosos y otros al
Rector) los que han llevado a estas semanas de algazara en Quito,
provocadas por la primera huelga estudiantil de nuestra historia. El
escándalo duró hasta el 25 de abril de 1725, pero comenzó mucho antes.
En agosto del año anterior, con motivo de los festejos por la
coronación del Príncipe de Asturias como Luis Fernando I32, el Cabildo y
el Presidente de la Audiencia, Santiago de Larraín, decidieron realizar las
fiestas de costumbre que constan de: corridas de toros, luminarias, fuegos
de pólvora, maniobras militares y representación de comedias al aire libre.
Los estudiantes del Colegio de San Luis se prepararon para asistir a
las conmemoraciones, en grupo y uniformados como lo habían hecho
siempre, y de pronto se encontraron con la nueva de que el Rector Campos
había decidido que no era decoroso que asistieran los alumnos al jolgorio,
y canceló la partida, cuando todos estaban ya listos y prestos para dirigirse
a la plaza a presenciar las corridas de los toros.
Nadie sabe cómo, pero los alumnos se encontraron una manera de
dirigirse al Obispo, Mons. Luis Francisco de Romero, para que éste
intercediera ante el padre Rector, haciéndole ver que su conducta era
excesivamente rigurosa, y el Obispo así lo hizo; pero, al toparse con la
tozudez del jesuita Rector, y no encontrando que la causa fuese suficiente
para insistirle, lo dejó estar.
Dos de los alumnos de mayor edad, los jóvenes Agustín Miñano y
Cayetano Iglesias, atraídos quizá por alguna ternera o vacona
descarriada y no sólo por los toros, decidieron escapar secretamente del
internado y asistir de todos modos a las fiestas.

32 Éste fue el hijo de Felipe V, que duró muy poco tiempo con la corona, como ya lo hemos
narrado.

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84 ANTES DEL AMANECER

Así lo hicieron; pero su presencia se dio a ver en la plaza; su falta se


dio a notar en el colegio, y el padre Campos ordenó cerrar con triple llave
todas las puertas, y él mismo se quedó de guardia toda la noche, para
impedir que los dos estudiantes (panameños por más señas) retornaran
tan subrepticiamente cuanto habían salido. Nadie sabe si los dos
descarriados intentaron volver o no; pero a la mañana siguiente no
estaban en su sitio.
Se corrió lista, se apuntó la falta, el padre Campos dio un severísimo
sermón y?… decretó la expulsión de los fugados.
Miñano e Iglesias, que se habían hecho querer por la sociedad civil,
donde se apreciaba la manera de tañer la vigüüela y de bailar de los
istmeños, movieron a todos sus conocidos, y desde el día siguiente
comenzaron a llover las súplicas al padre Campos.
Primero lo llamaron del Cabildo y, entre sonrisas cómplices y
peticiones formales, le pidieron que dejara insubsistente la expulsión?… y
dijo que no.
Luego los muchachos consiguieron el apoyo de algunos miembros
del clero secular (que de otras órdenes no se atrevió ninguno a hablar con
el jesuita), quienes expusieron su concepto de que, si los jóvenes estaban
arrepentidos de la falta cometida, disculparla era ser fiel a la virtud
teológica del perdón?… y Campos dijo nones.
Finalmente los chicos llegaron donde el propio Obispo, a suplicarle
que intercediera por ellos, y no una sino dos veces llamó Monseñor
Romero al Rector, quien se mantuvo en sus trece.
Cinco meses habían pasado en estas rogativas, cuando el 17 de enero
de 1725 se presentaron los dos muchachos ante el Rector y, como lo
cuenta un testigo presencial “echáronse a sus pies y, de rodillas, en
términos humildes, le rogaron que los volviera a admitir en el colegio.
Despidiolos el padre tercamente. Ellos perseveraron de rodillas,
suplicándole: rechazados, no se levantaron; antes protestaban que
estaban dispuestos a recibir cualesquiera castigos que se les dieran.
“Mientras los dos cuitados panameños estaban
rogando al Rector, todos los demás colegiales, agrupados
fuera, observaban lo que pasaba y, viendo que sus
compañeros eran desairados, se precipitaron en tropel a la

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PEDRO SAAD 85

celda del Rector y, tirándose de rodillas todos, comenzaron


a una a implorar gracia para los expulsos. Montó en cólera
el padre Campos, y rechazó con aspereza a los colegiales,
diciéndoles con desprecio: ‘¡He desairado a tantas personas
de autoridad! ¿Habría de condescender con muchachos
nalgas sucias?’”.
Enfurecidos por estas palabras, los jóvenes se llevaron a sus
compañeros, los vistieron de uniforme y los llevaron a cenar en el
refectorio como si nada hubiese acontecido. A la mañana siguiente
comenzaron a acumular armas en el Colegio y, tan pronto salió el Rector
que no sospechaba nada, cerraron las puertas, se atrincheraron en el
interior, y aseguraron que el padre Campos no regresaría sino sobre sus
cadáveres.
La ciudad, que hasta entonces había mirado las cosas con una cierta
sonrisa de picardía y complicidad, se conmovió. Todos trataron de
mediar. Hubo ruegos, instancias, porfías… Y las dos posiciones seguían
irreductibles. Los estudiantes: que Campos no habría de regresar, y los
jesuitas: que sólo dialogarían cuando el Rector hubiese vuelto.
El padre Campos quiso acudir ante el Obispo, pero éste se negó a
recibirlo, considerando que lo ocurrido era fruto de su terquedad.
Entonces Campos recurrió al brazo secular, y pidió a la Audiencia que el
Colegio fuera allanado y los revoltosos sometidos a la fuerza.
Toda la ciudad se agitó. Los seminaristas eran hijos de las mejores
familias de Quito, y un hecho de sangre podría ser irreparable. Mientras
Campos recurrió al Oidor Simón de Ribera para que comandase las
tropas, los estudiantes tomaron como rehenes a los profesores,
amenazando con usarlos como escudos.
Felizmente llegó entonces a Quito el Provincial de los jesuitas, padre
Juan Bautista Mújica, que tiene sede en Riobamba, y destituyó al Rector
como primera medida, para tratar de calmar los ánimos.
Frente a ello, y habiendo logrado sus propósitos, los alumnos han
depuesto la medida de hecho, aunque el despechado Campos afirmaba
que se dirigiría al propio Rey demandando la expulsión de los estudiantes
sublevados.

T T T

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86 ANTES DEL AMANECER

Todo estaba agitado y convulso. Hasta la tierra. Mire esta lista de


desgracias telúricas?…
1698 Terremoto en Ambato, Riobamba y Latacunga. 1704
Terremoto en Quito. 1742 Erupción del Cotopaxi. 1744 Nueva erupción
del Cotopaxi 1746 Otra erupción del Cotopaxi 1749 Terremoto en Loja.
1755 Terremoto en Quito. 1757 Terremoto en Latacunga. 1760 Erupción
del Cotopaxi. 1768 Erupción del Cotopaxi. 1772 Erupción del
Tungurahua. 1773 Erupción del Tungurahua. 1778 Terremoto en
Riobamba. 1786 Terremoto en Riobamba. 1797 Terremoto en Riobamba.
Y no fueron sismos de esos suaves y benévolos que hemos tenido en
este siglo XXI, ni las erupciones volcánicas fueron tan alegres y
espectaculares como las de fines del siglo XX.
Miremos una de esas desgracias. Digamos?… el terremoto de
1755?…
El sábado 26 de abril de 1755, un violento movimiento sísmico tomó
por sorpresa incluso a los ya curtidos habitantes de la capital. Una buena
parte de la ciudad ha sido destruida, incluso varios de los templos
católicos, tradicionalmente construidos en piedra y de modo sólido.
Durante los años anteriores, la Audiencia fue el pasto de una
desgracia natural tras otra, pues en 1698 una violenta erupción volcánica,
acompañada de feroces movimientos telúricos destruyó casi
completamente las villas de Riobamba, Ambato y Latacunga.
Posteriormente, el 15 de junio de 1742, volvió a ponerse en actividad
el Cotopaxi (que había estado silencioso más de dos siglos), y arrasó una
vez más con la recientemente reconstruida Latacunga.
Al poco tiempo de posesionado el nuevo Presidente de la Audiencia,
don Juan Pío Montúfar y Fraso, Marqués de Selva Alegre, quien asumió
el cargo a partir de su llegada a Quito el 21 de septiembre de 1753, la
tierra ha vuelto a temblar, provocando la muerte, la miseria y la ruina de
muchos de sus vecinos.
Desde 1740 se habían venido sintiendo permanentes movimientos de
la tierra, aunque sin producir destrozos irreparables; pero aquello, lejos de
provocar el temor y generar cuidados, lo que ha engendrado es una suerte
de anómala tranquilidad en una ciudad que se acostumbró a vivir sobre
un volcán.

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PEDRO SAAD 87

De pronto, a la madrugada de ese sábado, la tierra lanzó un rugido y,


en cuestión de poquísimos segundos, se derrumbaron los edificios.
Un testigo presencial de los hechos los narró del siguiente modo?…
“Las torres de los templos parecía que casi tocaban el
suelo con la vehemencia del sacudimiento. Todas las iglesias
quedaron arruinadas. Las casas de los particulares,
amenazando con venirse a tierra a impulsos de los estreme-
cimientos que continuaban, se pusieron inhabitables; sus
moradores huyeron, dejándolas abandonadas, y en las llanuras
y colinas improvisaban chozas para guarecerse, porque a los
terremotos han seguido copiosas lluvias, que amenazan con
inundar lo poco que ha quedado en pie”.
El padre Juan de Velasco, testigo presencial de los hechos los ha
narrado del siguiente modo?… “Es extrema la consternación de todos, e
inenarrable lo que nos tocará padecer en todas las líneas, pues a miles
de personas nos tocará vivir en la inclemencia, y no es dable pensar que
todos puedan armar sus tiendas de campaña”.
Fueron miles los habitantes que huyeron despavoridos de la ciudad,
aunque el número de víctimas fatales (apenas 7) no transmite el
sufrimiento que se padeció en la capital.
A más de la pérdida de muchísimas casas de particulares y de varias
paredes de los templos, hay que lamentar la pérdida de la más hermosa
torre de los agustinianos y del convento completo de las Catalinas.
“En medio del auxilio que intentan prestar los curas,
particular dolor produce el de las monjas del claustro, que
se han visto obligadas a emigrar de sus paredes protectoras,
y carecen por completo de los hábitos mundanos que
podrían ayudarlas a sobrevivir.”
Para colmo de males, poco tiempo después, en 1759, Quito fue
víctima de una peste que cobró nada menos que 10,000 víctimas. Si
recordamos que la ciudad tenía a la época unos 40,000 habitantes, eso es
equivalente a que una epidemia del día de hoy produjera un cuarto de
millón de muertos.
En 1783 la nueva epidemia fue de sarampión.

T T T

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88 ANTES DEL AMANECER

En Guayaquil, ciudad que, por estar un tanto alejada de la cordillera,


ha sido menos golpeada por los sismos y que se ve libre de las erupciones
volcánicas, los flagelos han sido otros?…
Por un lado, los ataques de piratas y corsarios que no han dejado de
asolar la ciudad. En 1708 fue el pirata Rogers, que saqueó el puerto y
exigió (y obtuvo) un rescate de 50,000 pesos. En 1741 fue Anson quien
amagó un ataque. Los marinos españoles Juan y Ulloa, que estaban en el
puerto, comentaron entonces: “Parece muy peligroso que un puerto de
tanta consecuencia como el de Guayaquil esté en un abandono tal que
pueda ser del primero que lo solicite”. Un poco más tarde tocó el turno
a los filibusteros holandeses, que casi inmediatamente después cayeron
sobre Portoviejo.
Pero había otro peligro que no venía de fuera: los incendios, que
arrasaban una ciudad íntegramente construida con madera.

Un mini-paréntesis:
El “Fuego Grande” de 1764.
El peor de esos incendios (al que los guayaquileños bautizaron como
“Fuego Grande”) ocurrió la noche del 10 de noviembre de 1764.
El flagelo destruyó completamente unas 135 casas, afectando
seriamente a otras 16, para un gran total de 151, que conformaban buena
parte de todo el centro de la ciudad, que para entonces no contaba con
más de 300 edificaciones.
¡La mitad de la ciudad ardió en una sola noche! Y debemos aclarar
que, para aquel entonces, no disponíamos de ningún cuerpo de bomberos
con experiencia?… ¡Y ni siquiera teníamos agua corriente para combatir
el fuego!
Pero, tropicales como somos, el trágico recuerdo de aquel día no nos
impide esbozar al menos una sonrisa al rememorar el origen de ese Fuego
Grande?…
En efecto, el pavoroso incendio se inició con una disputa doméstica:
cuando Nicolasa Reyes se peleó con su marido.
Ella evidenció sus celos, porque lo había pillado metiéndole mano a
una vecina. Él, fiel a la secular norma masculina, lo negó todo.

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PEDRO SAAD 89

Ella vociferó. Él gritó más fuerte.


Entonces ella le arrojó una raja de leña y, como erró el golpe, él la
respondió echándole una paila de manteca, que cayó sobre el fogón?…
Y se prendió la casa.
Para fines de la tarde, la ciudad entera era una bola de fuego. Fue
entonces cuando acudió en auxilio de la ciudad, como en otras ocasiones,
un providencial aguacero tropical, “catarático” como lo bautizaron unos
testigos, que impidió la destrucción de lo poco que quedaba.
Si fue un “milagro”, como dijeron algunos, hubiese sido bueno que
se presentara un poco antes.
Y “un poco más suavemente”, podríamos añadir, ya que el agua
terminó por arruinar los enseres que se habían sacado a las calles.
Incolaza y su marido vivían en una de las pequeñas covachas de la
ribera, y los carpinteros (que eran los encargados de combatir el fuego)
tardaron en destruir la choza, porque confundieron sus restos de paja y
madera con pólvora de la fina, razón por la cual temieron un estallido y
aplazaron su intervención.
Cuando finalmente reaccionaron, ya era tarde. Las llamas se habían
comunicado a las casas de los vecinos que, desobedeciendo la voz de la
experiencia, e incluso las disposiciones y ordenanzas del Cabildo, seguían
levantando sus casas de madera y techándolas con paja, lo que las vuelve
particularmente propensas a incendiarse.
Para fines de la tarde, la ciudad entera estaba en llamas, con la sola
excepción de la Real Contaduría y Hacienda, el convento de San
Francisco, el hospital San Juan de Dios y el colegio de la Compañía de
Jesús, cuya salvación permitió evitar que el incendio se propagara a las
casas ubicadas detrás del colegio.
La ciudad tenía por primera vez gobernador desde el 11 de octubre
del año anterior, cuando se posesionó el teniente coronel don Juan
Antonio Zelaya y Vergara, reemplazando como autoridad máxima al
antiguo corregidor, don José de Cortázar.
El flamante gobernador tuvo ese día su literal “bautizo de fuego” y
salió de él con honor, pues la ciudadanía lo vio no sólo impartir las
órdenes más oportunas, escuchando para ello a personas de experiencia

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90 ANTES DEL AMANECER

en estos trances, sino que en lo personal, fungiendo de bombero y no


dudando en lanzarse a las llamas a rescatar heridos, mujeres o niños, ha
tenido un comportamiento heroico.
El caso extremo de coraje personal del funcionario ocurrió frente a
la casa de don Damián de Arteta, que fue pasto completo de las llamas,
lo que no arredró al gobernador, quien se lanzó al inmueble para ayudar
a los heridos, debiendo luego quitarse la chaqueta y la camisa, porque
ambas prendas ardían en llama viva.
Posteriormente, obligado casi a la fuerza a retirarse un tanto, ofreció
su casa, que por hallarse alejada del centro pudo salvarse del flagelo, para
acoger en ella a muchos de los damnificados.

T T T

Un grato paréntesis:
Algunos personajes ilustres33
No todas las conmociones fueron malas. Ni mucho menos.
En la cultura, por ejemplo, la “escuela quiteña” de artes plásticas
alcanzó sus más altas cimas, particularmente en la imaginería de
Bernardo de Legarda, cuya virgen alada es casi una herejía.
Es que desde sus inicios los artistas ecuatorianos del período colonial
tuvieron una visión distinta de la peninsular aun en cuanto a las
representaciones litúrgicas. Esto se debió a que la formación inicial de los
conceptos estéticos quiteños se debieron a la presencia de los intelectuales
flamencos, que llegaron – cuando Flandes era todavía parte de España –
con una visión mucho menos monástica y más “capitalista” si se quiere.
La Virgen Alada de Bernardo de Legarda, que es la obra más
conocida y auténticamente original de la Escuela Quiteña no hace más

33 Los más acuciosos de los lectores echarán a faltar en lo que sigue a varios personajes
destacadísimos nacidos en el siglo XVIII (encabezados por dos guayaquileños: Olmedo
y Rocafuerte), pero hemos considerado que sus acciones estuvieron más vinculadas con
el siglo XIX.

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PEDRO SAAD 91

que completar este proceso, pues en la mentalidad natural indígena o


mestiza de la época, si la virgen no era parte de la trinidad deificada (si no
era parte de Dios), ¿cómo pudo ascender a los cielos?
El “hombre natural” que pedía José Martí como realización de
Nuestra América sólo podía darse una explicación "natural": a la virgen le
crecieron alas.
Esta preciosa imagen (que se conserva en el convento de El Carmen
en Quito) fue muy criticada en su tiempo (se llegó a insinuar un carácter
blasfemo y herético en la obra de Legarda), pero hoy es reconocida como
la mejor muestra de una devoción especial, hasta el punto que una
monstruosa ampliación de ella se encuentra ahora sobre el Panecillo que
domina la capital ecuatoriana.
Si cupiera hablar de un "espíritu del Renacimiento" y si él fuese
trasladable de Europa a Quito, es claro que el epítome de ese "espíritu"
sería don Bernardo de Legarda.
Ignoramos la fecha exacta de su nacimiento; pero, ya que hizo de
prioste de la fiesta de San Lucas (patrono de escultores y pintores) en
1731, podemos inferir que habrá nacido entre 1700 y 1710.
No hubo actividad humana que le fuera ajena, y en todas ellas
destacó. El padre Juan de Velasco dijo de él que era una persona "de
monstruosos talentos y habilidad para todo".
Tenía razón. Legarda fue escultor y pintor, maestro de música y de
danza, forjador de hierro e industrial en el ramo, dirigente de gremios
laborales y guía de cofradías religiosas. Aunque al momento de morir
pidió que constara que "era soltero", la verdad es que se había casado (y
muy joven) con Alejandra Velásquez, de quien se separó bastante pronto.
De ahí en más, su vida transcurrió a saltos, entre la taberna, la iglesia,
los salones cortesanos y... las alcobas de sus múltiples discípulas (de baile,
música o pintura).
La gracia y ritmo de sus figuras (ya patentes en la Virgen Alada) están
presentes en todas sus obras, donde un concepto renacentista de la alegría
de vivir es notorio. Se diría que sus personajes bailan, y ese mismo
movimiento "coreográfico" evidencia igualmente su apego a la vida
callejera y su adoración por el bello sexo.

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92 ANTES DEL AMANECER

Su vida de "empresario" fue múltiple. En su esbozo biográfico, el


padre José María Vargas nos dice que "en sus oficinas de trabajo se
construían órganos, se labraban retablos, se hacían marcos, se tallaban
imágenes, se pintaban cuadros, se imprimían estampas, se modelaban
frontales y mariolas y se armaban cureñas". En otras palabras: un
hombre de la Ilustración y de la Enciclopedia.
Las naves de los templos que lo contrataron se convirtieron bien
pronto en galerías de arte, y se lo llegó a criticar por esto, ya que los
buenos frailes no estaban seguros si los feligreses llegaban a las iglesias
por devoción o por puro placer estético.
Por si su propia obra no fuese motivo suficiente para garantizarle el
imperecedero recuerdo de su país, Legarda fue, además, maestro de
maestros y aceptaba en sus talleres aprendices de todos los órdenes
sociales (pudieran o no pagar el estipendio), y un buen día aceptó entre
sus discípulos a un indígena que dijo llamarse Manuel Chili, pero a quien
la posteridad recordaría como Caspicara.
Don Bernardo de Legarda, hombre de su tiempo y por ello para
todos los tiempos, no es únicamente uno de los mayores artistas de la
Escuela Quiteña, sino uno de los más grandes artistas americanos de
cualquier época.
El indígena quiteño Manuel Chili, a quien la posteridad ha
inmortalizado como Caspicara estudió en el taller de Bernardo de Legarda.
Que el arte ecuatoriano ha sido (y sigue siendo) uno de los motivos de más
legítimo orgullo para todos nosotros es algo que no duda nadie…
Pero, resulta que en el siglo XVIII tenía igualmente una enorme
importancia económica?… Tenemos al respecto el testimonio nada
menos que de don Eugenio Espejo...
"Podemos decir (escribió en 1791) que hoy mismo veis cuánto
afina, pule y se acerca a la perfecta imitación el famoso Caspicara sobre
el mármol y la madera, como Cortez sobre la tabla y el lienzo. Estos
son acreedores a vuestra celebridad, a vuestros premios, a vuestros
elogios y protección.
Diremos mejor: nosotros todos estamos interesados en su alivio,
prosperidad y conservación. Nuestra utilidad va a decir en la vida de
estos artistas; porque, decidme, señores, ¿cuál en este tiempo

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PEDRO SAAD 93

calamitoso es el único, más conocido recurso que ha tenido nuestra


capital para atraerse los dineros de las otras provincias vecinas? Sin
duda que no otro que el ramo de las felices producciones de las dos artes
más expresivas y elocuentes: la escultura y la pintura".
Pareciésemos estar escuchando a Benjamín Carrión cuando hablaba
sobre el destino artístico del país, y al recordar estos y otros momentos de
nuestra historia, uno no puede sino darles crédito a los dos grandes
compatriotas.
El arte quiteño había pasado del amedrentamiento y el estupor frente
a la Conquista, a la rabia del oprimido y, finalmente, a la apropiación
orgánica de la vertiente externa de nuestras cultura e identidad. Había ya
un mestizaje profundo, que no tardaría en expresarse también en otros
géneros de la cultura y, políticamente, en los movimientos emancipadores.

T T T

Esto mismo pasó en la literatura?…


En su magnífica "Historia de la Literatura Ecuatoriana", don Isaac J.
Barrera nos dice: "El siglo XVIII es para el Ecuador el más generoso en
hombres notables. El Siglo se escalona gloriosamente: Maldonado, en
1709; Aguirre, en 1725; Velasco, en 1727; y, Espejo, en 1747. Todavía
nacerá en las postrimerías de esta época fecunda, el orador Mejía. ¡Rica
enumeración de hombres capaces de enriquecer a cualquier nación! ".
Juan Bautista de Aguirre, nació en Daule el 11 de abril de 1725. El
mismo día que cumplía 15 años de edad ingresó a la compañía de Jesús
donde profesó a los 33 años, el 15 de agosto de 1785.
Como catedrático de Filosofía y Teología Moral en la Universidad de
San Gregorio Magno se convirtió en uno de los innovadores de los
métodos de enseñanza y en uno de los más puros valores intelectuales del
Reino de Quito durante el siglo XVIII.
Es raro – incluso hoy – que un poeta connotado se dedique a las
ciencias, ya sean exactas o de la naturaleza; pero tal fue el caso de Aguirre,
fiel reflejo del humanismo renacentista de la Enciclopedia de Diderot y
D’Alembert.

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94 ANTES DEL AMANECER

El padre Aguirre se inclinó un poco más a las cuestiones de física


pura y, tan sólo por curiosidad y gusto, estudió “algo de Medicina”, no
obstante lo cual, según se dice, el mismo médico de Clemente XIII lo
consultaba muy a menudo, luego de la expulsión de los jesuitas y su
traslado a Italia. El propio Espejo, en su "Nuevo Luciano" se declara
discípulo del padre Aguirre.
Luego de la expulsión de los jesuitas, fue a dar en Italia, y se
estableció en un colegio de la Compañía de Jesús en Ferrara. Poco tiempo
después lo encontramos como rector de ese colegio y a continuación
como examinador sinodal, y es fama que se convirtió en consultor de
gran renombre, buscado afanosamente por personas doctas para disipar
sus dudas, llegando el mismo médico de su Santidad a preguntarse:
"¿Cuál habría sido la suerte de los mortales si todos los médicos
hubieran sido provistos del tino curativo del padre Aguirre?".
Se lo ha llegado a considerar como precursor de Pasteur y Koch (y
perdonemos la demasía de patriotismo que va aquí, pues en esto del amor
a la Patria vale más pecar por exceso que por falta) pues, en su texto de
física afirma que "toda enfermedad y peste tienen como causa única los
malignos vernículos, es decir los malignos gusanillos que se ven por el
microscopio". Este concepto del padre Aguirre fue repetido años más
tarde por Espejo, a quien se suele erróneamente atribuir la paternidad
única de estos conceptos.
Durante su exilio, se retiró al convento de San Gregorio, en las
inmediaciones de Tívoli, donde fue designado teólogo por el obispo de la
diócesis, quien afirmaba que "aprendía más discutiendo una hora con el
padre Aguirre que estudiando un mes".
José Ignacio Gómez Iturralde, actual director del Archivo Histórico
del Guayas, dice de nuestro poeta?…
“Juan Bautista Aguirre dictó en latín un curso completo de Filosofía en la
Universidad jesuítica de "San Gregorio" en Quito, entre 1756 y 1759, y que según
la costumbre de la época, los alumnos no tenían texto fijo y el profesor debía
distribuir y ordenar su propio curso dictando la materia para que los alumnos la
copien; con este motivo estructuró su "Cursus Philosoficus", que se componía de
tres partes: lógica, física y metafísica, del que se conservaba íntegro un ejemplar en
Quito hasta el siglo pasado. Actualmente se desconoce el paradero de la Lógica y
la Metafísica y se conserva solamente la Física, en un ejemplar manuscrito que
reposa en el archivo "Aurelio Espinosa Pólit" de Cotocollao.

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PEDRO SAAD 95

“El libro de la referencia, que hemos tenido en nuestras manos, cuyo título
original es "De Phisica", no es un tratado de tal ciencia como muchos lo han creído,
sino, como hemos dicho, parte de uno de Filosofía al cual expresamente se refiere
Aguirre al iniciar su enseñanza de notable maestro enamorado de su ciencia, se
dirige a sus alumnos con las siguientes bellas palabras: "Vencidas las asperezas
de la Lógica, meritísimos jóvenes, hemos llegado por fin, con la ayuda
de Dios a los amenísimos campos de la Física o Ciencias Naturales:
aquí no brotan cardos, no amagan espinas, no nacen abrojos, antes una
lúcida miel, engalanada de flores, abundante en frutos y llena de
innumerables maravillas, se ofrece ahora a nuestras miradas y se abre a
nuestras investigaciones".
Sobre la obra poética del padre Aguirre, don Juan León Mera, uno
de nuestros mejores críticos literarios e iniciador del movimiento
nacionalista en la literatura, condena muy fuertemente por “culterana” la
musa del padre Aguirre, a pesar de reconocerlo como una persona
destacada, sobresaliente en varias materias, aunque sospechamos que sus
críticas van más bien dirigidas al regionalismo que Aguirre manifiesta en
algunos de sus poemas (y especialmente en los que dedicó a Guayaquil y
Quito).

T T T

El 6 de enero de 1727 nació en Riobamba Juan de Velasco, que sería


uno de los primeros en considerar que esto que tenemos era una Patria y
que debíamos forjar para ella una identidad nacional.
Comenzó sus estudios (Letras, Gramática, Humanidades y Retórica)
en el colegio de la Compañía de Jesús, y allí estaba cuando llegaron a
Riobamba los Académicos Franceses, que alteraron para bien toda la vida
de la ciudad.
Estaba en Latacunga, ya como “novicio” jesuita, cuando ocurrieron
dos grandes erupciones del Cotopaxi, las de noviembre de 1744 y febrero
de 1746. Durante esta última – que destruyó casi por completo Latacunga
–, los jesuitas partieron hacia Quito, donde Velasco estudió en el Colégio
Máximo, siendo compañero de Juan Bautista Aguirre. En 1753 logró su
Doctorado y recibió su ordenación sacerdotal. Tenía 26 años.

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96 ANTES DEL AMANECER

En su boceto biográfico, Rodolfo Pérez Pimentel nos dice que “Sus


primeras labores docentes fueron desempeñadas en el Colegio que la
Compañía regentada en Cuenca, donde también predicó y catequizó
indígenas, ‘examinando sus antiguos monumentos, haciendo
observaciones geográficas y de Historia Natural, leyendo manuscritos
y oyendo las tradiciones de los indios’” porque ya para entonces el padre
Juan de Velasco hablaba muy fluidamente la lengua quichua.
Igual que todos los espíritus inquietos de su tiempo, Juan de Velasco
cultivó varias vocaciones, entre ellas las de ciencias naturales (luego
escribiría una “Historia Natural del Reino de Quito”) y se dice que “en
su habitación instaló más de mil especies de orugas, observando
diariamente la naturaleza y propiedades diversas en la propagación de
esta especie, para conocer la forma en que se produce la metamorfosis de
estos insectos”. Nos parece hoy sumamente simbólico que el hombre que
va a afirmar el mestizaje en Ecuador – una extraña, pero hermosa forma
de metamorfosis – haya comenzado por estudiarla en otras especies. En
1763, Juan de Velasco recibió del padre general Lorenzo Ricci su
“Cuarto Voto” que lo ligaba definitivamente a la Compañía de Jesús.
Cuando los expulsaron en 1767, Velasco se fue llevando todos sus
libros y papeles. Al llegar a Faenza, pensaron que sería apenas algo
temporal; pero, al prolongarse su estancia, los “quiteños” como se los
llamaba, se distribuyeron diversas tareas intelectuales. El Superior,
Joaquín ÁÁlvarez, le encomendó realizar una "Historia del Reino de
Quito y Crónica de la Compañía de Jesús del mismo reino" que
Velasco aceptó escribir con gusto, porque se había preparado varios
años para ello, “formando los convenientes estractos, averiguando
con varios sujetos no menos doctos que prácticos de aquellos países,
especialmente misioneros”. Así llegó el 24 de agosto de 1.773,
cuando el Papa expidió el Breve de Extinción de la Compañía de
Jesús. Tal hecho puso fin a todas sus esperanzas de regresar a
América.
Pero tal vez Juan de Velasco no sufrió excesivamente por ello, pues
da la impresión de que nunca había partido, pues seguía trabajando con
los datos de su tierra natal.
Entre 1.785 y el 87 pudo terminar un "Vocabulario de la lengua
peruana quítense llamada del Inca" que había comenzado todavía en
América.

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PEDRO SAAD 97

Fue en 1.787 cuando culminó su obra cumbre: "Historia del reino de


Quito en la América Meridional", que fue el primer volumen en donde
se habla de un “Reino” (es decir una nación) autónomo y soberano.
Juan de Velasco decía que él se sentía “quiteño por nacionalidad” y,
en realidad, al historiar su tierra de origen, y al poner especial acento en
todo el período que antecede a la llegada de los europeos, Juan de Velasco
engendró el concepto de Ecuador (“Quito” en su versión) y marcó allí
mismo la pauta del verdadero patriotismo, que se lleva a la Patria en el
corazón, como un mitimae.
La Academia de Historia de Madrid formó una Comisión para su
estudio, que informó de la siguiente manera: “Esta obra, por la
admirable división de épocas, por multitud de conocimientos y curiosas
investigaciones, por la juiciosa crítica que reina en ella, por la solidez
conque trata las materias y por la inteligencia de la lengua quichua, la
constituyen una de las mejores y quizá la más completa que se ha escrito
en América”.
Era más que eso: era el acta de nacimiento de nuestro país.
Gracias, don Juan.

T T T

El domingo 17 de noviembre de 1748, muy poco antes de cumplir los


44 años de edad y apenas cinco meses después de haber sido aceptado en
las mundialmente afamadas Academia de París y en la Royal Society
británica, falleció en Londres el eminente científico Pedro Vicente
Maldonado, nacido en Riobamba.
Aunque de antigua prosapia castellana (su padre fue Caballero de la
Orden de Alcántara, y su abuelo materno de la Orden de Santiago), los
Maldonado ya llevaban tiempo en el nuevo mundo, y su padre, don Pedro
Atanasio Maldonado Sotomayor, nació en Arequipa (Perú), habiéndose
casado hacia 1690 con doña María Isidora Palomino Flores, quien
provenía de familias distinguidas de México y Quito.
Siguiendo la tradición, la familia prestó más cuidado a la formación
intelectual del primogénito, José Antonio, y fue sólo gracias a que su

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98 ANTES DEL AMANECER

hermano optó por la carrera eclesiástica por lo que nuestro Pedro Vicente
pudo avanzar en sus estudios, aunque permaneciera siempre como un
autodidacta, que jamás cursó la Universidad.34
Se graduó de Bachiller hacia 1720, ya en Quito, pero habiendo
asistido fundamentalmente a los cursos de arte que por aquel entonces
dictaba don Esteban Ferriol.
Como su hermano mayor había optado por la carrera de sacerdote
jesuita, Pedro Vicente tuvo siempre acceso a la biblioteca de esta Orden,
y constan en sus meticulosos archivos las solicitudes que presentó
innumerables veces en ella. De allí sabemos también que su predilección
fueron las ciencias, y especialmente la matemática.
Cuando vuelve a Riobamba, gobierna la ciudad el general Francisco
Xavier de Larrea y Surbano, muy amigo de su familia, quien consiente en
que el joven Bachiller pueda recorrer libremente el corregimiento,
trazando planos y estudiando la naturaleza.
Pedro Vicente tuvo ocasión de probar su carácter enérgico
combatiendo a la delincuencia que se había enseñoreado en Riobamba,
sobretodo por la acción de la gavilla de un tal Agustín Argullo, que
tenía aterrorizada a toda la provincia, y que llegó a dar muerte al
cuñado de Pedro Vicente, don Juan Esteban Villavicencio, casado con
su hermana.
Consagrado a la cartografía, trazó varios caminos menores, entre
ellos el que va de Baños a Canelos, y recorrió buena parte de la
Amazonía, recopilando datos y efectuando experimentos, entre los cuales
se destaca el haber sido el primero en cortar el árbol de látex para la
producción del caucho.
Pero su obsesión permanente fue, desde 1724, la construcción de un
camino que uniera Quito con el mar.

34 José Antonio Maldonado, cuya figura histórica ha sido opacada por la de su hermano
menor, fue sacerdote, ocupó el Curato de El Quinche, donde le conoció La Condamine
leyendo libros franceses. Finalmente ascendió a Canónigo de la catedral en Quito.
''Geómetra y astrónomo no vulgar, además de sacerdote virtuoso y perito en lenguas
indígenas", aparte de inspirador y maestro de su hermano menor, Pedro Vicente, en
artes y en ciencias.

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PEDRO SAAD 99

En 1734 fue electo Alcalde de Riobamba, y pronto consiguió que se


lo nombrara Gobernador de Atacames, pues había decidido construir el
camino entre esa provincia y la capital.
Y lo inició literalmente a pulso, pues machete en mano fue
avanzando paso a paso, erigiendo una villa cada cinco leguas, y
solucionando en el camino los problemas que encontraba en regiones
donde nunca había llegado una autoridad. Así fundó las villas de
Limones, Palma Real, la Tola y el Embarcadero, abriendo el comercio con
los ríos Guayllabamba, Blanco y Esmeraldas.
Fue entonces cuando arribaron los académicos franceses a las costas
de nuestro país, y Maldonado, con quien rápidamente La Condamine
encontró muchos puntos en común, los acompañó en varias de sus
expediciones, notoriamente en las efectuadas hacia la Amazonía, que el
sabio riobambeño conocía de primera mano.
Aquella relación marcó la definitiva orientación de Pedro Vicente
hacia la ciencia.
En enero de 1742 delegó el poder en Esmeraldas y, luego de casarse
por segunda vez (con doña María Ventura Martínez), emprendió el viaje
hacia el Amazonas.
En agosto de 1743 abandonó los territorios de la Corona española,
pasando al Brasil, y embarcándose hacia Lisboa.
1744 y 45 son los años en que recorre España, pasando luego (1747)
a París, donde deslumbra a la Corte, al extremo de permanecer cerca del
Rey durante la batalla de Lawfeld, quedando impresionado por la
crueldad de las batallas europeas, comparada con "la profunda paz de la
provincia de Quito, donde la vista del desangre es capaz de hacer
desmayar".
En marzo de ese año es propuesto y aceptado como miembro de la
Academia de París, pero no se detiene a disfrutar de los honores que se le
deben, sino que parte a Londres, donde es invitado a formar parte de la
Royal Society, distinción que no pudo concretarse, pues, como resultado de
"una grave fiebre y fluxión del pecho", falleció el 17 de noviembre de 1748.
Don Pedro Vicente Maldonado dejó como herencia científica "dos
cajas repletas de dibujos y modelos de máquinas, así como herramientas
de diferentes oficios, que esperaba llevar a su Patria".

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100 ANTES DEL AMANECER

Tal vez el mejor resumen de su existencia lo hiciera don Charles-


Marie de La Condamine, quien dijo de él (en palabras que le son
aplicables; pero también a su tiempo y a su país) que "su pasión por
instruirse abarcaba todos los generos, y su facilidad de concepción
suplía a la imposibilidad en que se había visto de cultivarlos todos
desde su temprana juventud".
Gracias, don Pedro.

T T T

Cuando murió, el 6 de enero de 1786, el guayaquileño Pedro Franco


Dávila era casi un desconocido para sus coterráneos. No obstante,
faltaban apenas 3 días para la reapertura de su “Real Gabinete de
Historia Natural” en Madrid.
A la mañana de su muerte, presintiendo quizá el fatal desenlace, don
Pedro hizo concurrir a su domicilio en Madrid (calle de Alcalá Nºº 16) al
Notario Manuel Antonio Ochoíta y le hizo entrega, en sobre cerrado y
lacrado, de su Testamento, comprometiéndose a ratificarlo en otro
momento, pues se hallaba imposibilitado de hacerlo.
Nunca pudo completar ese deseo. Cerca de las 10 de la noche, el
sabio, de 75 años de edad, exhaló su último suspiro en brazos de su fiel
amigo y compañero Nicolás de Vargas, quien convocó de inmediato al ya
mencionado Notario, para dar lectura al Testamento, por la eventualidad
de que en el mismo se establecieran deseos para sus funerales.
Y así era. Dando una vez más prueba de una humildad que muchos
consideran excesiva, el sabio guayaquileño pedía que se lo vistiese con el
tosco sayal de los hermanos de San Francisco; que se le pusiera “de
cuerpo presente en el suelo, con cuatro luces, y se le enterrase en
secreto en la vecina iglesia parroquial de San Luis”. Pedía igualmente
que dicho entierro se llevase a cabo “sin pompa y con la mayor
moderación”.
Así concluyó la vida de alguien que no sólo dio lustre y renombre a
su ciudad y su país natales, sino que fue de las pocas figuras que han

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PEDRO SAAD 101

podido representar con dignidad a España en el Siglo de la Razón, pues el


atraso ibérico es enorme con relación a los progresos logrados por
franceses, ingleses o alemanes.
Nació don Pedro en Guayaquil, el 21 de marzo de 1711, siendo
bautizado en la iglesia del Sagrario.
Su padre, el capitán don Fernando Franco de ÁÁvila (otros escriben
“Dávila” y al final de su vida don Pedro lo prefería así) había nacido en
la provincia de Sevilla, y gozaba de una cómoda situación económica. En
el orden administrativo fue Mayordomo de la Cofradía de Nuestra Señora
del Carmen, dando muestras de piedad (y fortuna) al donar un hermoso
frontal para la Orden de Predicadores, que los más conservadores han
tasado en unos mil pesos, una gran suma a la época.
Su madre, doña María Magdalena Ruiz de Eguino era guayaquileña
de nacimiento.
Aunque las fuentes documentales que tenemos de su vida son muy
escasas, se guardan tradiciones de la fortuna cacaotera de su padre, quien
habría enviado a Franco a Europa hacia 1735, naufragando su barco quizá
en las costas del Chocó, donde conoció a quien sería posteriormente su
esposa, doña María Merenciana de Reina, de la cual se separó muy poco
tiempo después de la boda, sin dejar descendencia.
Parece (aunque los datos al respecto son contradictorios) que partió
hacia España con su padre, quien murió en su Sevilla natal, dejando al
futuro sabio dueño de una enorme fortuna.
Sin embargo, al intentar un retorno a Guayaquil, fue capturado por
unos piratas ingleses, que sólo lo canjearon por un buen rescate.
Como quiera que fuese, lo real es que don Pedro ya no regresó nunca
y que se volvió a Europa, donde lo encontramos en 1745, y de donde ya
no regresaría jamás. Quizá escarmentó con un naufragio y un abordaje de
corsarios, y decidió que él era un animal de tierra y no de mar.
Difícil es establecer cuál de sus colecciones fue la primera en
iniciarse: la de arte, la de piezas arqueológicas, la de ejemplares de las
ciencias naturales o su enorme biblioteca.
Lo cierto es que parece haber gastado su fortuna (otros han llegado a
decir que “la fortuna propia y la de sus siete hermanos”) en adquirir

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102 ANTES DEL AMANECER

aquellas obras, que se evaluaron en la casi mitológica cantidad de un


millón de pesos, pues su colección era “la más rica que ningún particular
haya reunido nunca”, según palabras del célebre naturalista francés
Romé de Lisle.
Unos años más tarde, don Pedro, dispuesto a regresar a su tierra, e
imposibilitado de traer consigo sus voluminosas colecciones, las ofreció
en venta al Monarca español, quien comisionó al Marqués de Grimaldi
(su Ministro), y este se dirigió al padre Enrique Flórez, pidiéndole su
opinión, que emitió muy favorable.
Sin embargo, o las razones económicas fueron más poderosas que el
interés por la ciencia, o el atraso español era tan grande que nadie
consideró la importancia de la adquisición, lo cierto es que la colección o
“El Gabinete” (como él prefería llamarlo) siguió en manos de don Pedro,
quien no quería venderlo fuera de España, aunque se vio obligado a
subastar algunas de sus piezas duplicadas.
Finalmente, en 1771, el Rey, don Carlos III, decidió adquirir el
Gabinete, con la condición (aceptada) de que el propio Franco Dávila
fuese director del Museo, y comenzó el traslado de los miles de piezas con
su respectivo catálogo.
El 19 de diciembre de 1772, el guayaquileño don Pedro Franco
Dávila se convirtió en el primer americano que fue miembro de la Real
Academia de Historia de España, y se resolvió (en un gesto de insólita
modernidad de pensamiento) que el Gabinete estuviese en el mismo
edificio que la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Finalmente, el 4 de noviembre de 1776 se abrió al público el Real
Museo y Gabinete de Ciencias Naturales, lo que no hacía más que refrendar
en España la celebridad mundial de don Pedro, quien ya había sido
nombrado Académico en Berlín, el 9 de septiembre de 1767, y que el 6 de
junio de ese año ya había sido recibido como “Fellow” por la Royal
Society de Londres.
Gracias, don Pedro.

T T T

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PEDRO SAAD 103

Aunque se ignora la fecha precisa de su nacimiento, sabemos que fue


bautizado el 17 de noviembre de 1768, en Popayán, como hijo legítimo del
Alférez bogotano José de Caldas y de la señora Vicenta Tenorio.
Su vida fue siempre una sucesión de concesiones, que se iniciaron
con los estudios, pues ingresó a muy temprana edad a seguir la carrera
de abogado, “sólo para complacer a su familia”, como lo diría más
tarde.
Lo cierto es que Francisco José de Caldas fue claramente el
continuador de Espejo. De hecho, la noticia de la muerte del quiteño
(cuando él mismo tenía 29 años de edad), lo condujo a un estado de
depresión que lo forzó a abandonar sus negocios privados y
encaminarse a Santafé, donde hizo la amistad más importante de su
vida: José Celestino Mutis, quien lo invitó a sumarse a la expedición
que vendría a Quito (para entonces parte del Virreinato de Nueva
Granda) en 1801.
Seguramente fue el período más feliz de su vida. Recorrió todo el sur
del Virreinato, desde su nativa Popayán35 hasta Loja, recogiendo
especímenes, dibujando descripciones y analizando parentescos
botánicos.
En Quito se conoció con dos sabios europeos, que marcarían toda la
vida intelectual de los primeros años del siglo: el alemán universal
Alexander von Humboldt y el francés Aimé Bompland.
El entusiasmo de Caldas fue desbordante y, en largas parrafadas
tropicales, expresó siempre su admiración y felicidad al encontrar “almas
gemelas” en la vocación científica.
El reconocimiento fue mutuo. Cuando Humboldt conoció unas
mediciones realizadas por Caldas sobre los satélites de Júpiter, no pudo
dejar de constatar, con profundo asombro, que sus propias mediciones se
diferenciaban en sólo 3 segundos.
En su diario, Humboldt ha dejado expresa constancia de esta
admiración, y dice que le fue “soprendente que este joven americano se

35 Hemos incluido a Caldas en este listado de personajes ilustres de Ecuador porque su


nativa Popayán era, al momento de su nacimiento, parte de la jurisdicción de la
Audiencia de Quito.

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104 ANTES DEL AMANECER

haya elevado hasta las más delicadas observaciones astronómicas por sí


mismo, y con unos instrumentos hechos de sus manos”.
Pero los tiempos habían cambiado. Ya no era posible estar dentro
de la ciencia y fuera de la política. Francisco José había estado cerca de
los revolucionarios, pero lejos de la revolución. Les había facilitado las
instalaciones del Observatorio para que allí se reunieran Camilo Torres,
Antonio Nariño,
Antonio Ricaurte y otros patriotas neogranadinos, pero él mismo se
había conservado sin participar de un modo directo.
Pero, una vez producidos los estallidos de agosto de 1809 (en Quito)
y del 20 de julio de 1810 (en Bogotá), ya no era posible mantenerse al
margen por más tiempo.
Aceptó la dirección del primer periódico rebelde de la sede Virreinal,
adecuadamente bautizado “Diario Político”, y una buena mitad de los
artículos allí aparecidos se debieron a su pluma. Al mismo tiempo que
mantenía la publicación del periódico, y siguiendo el ejemplo de lo que
había hecho Benjamín Franklin en el Norte, preparó la aparición de un
Almanaque, destinado no sólo a ilustrar a los lectores en el campo de las
ciencias, sino a vincular éstas con la actividad política.
No fue suficiente. La administración de Nariño tuvo que hacer frente a
una suma de disensiones internas y agresiones exteriores, y Caldas pasó a
integrarse al ejército, como capitán de ingenieros, y significativamente iba
cargando a todas las batallas?… un telescopio que había encargado a su casa.
En mayo de 1816 hubo el reflujo revolucionario; los Realistas
reasumieron la administración y Francisco José de Caldas, quien había
completado el camino de Eugenio Espejo, fue fusilado (por la espalda
como traidor) el 29 de octubre de ese año.
Humboldt, Bompland, Caldas y Espejo son cuatro hombres. Cuatro
sabios que, en tiempos normales, habrían podido consagrarse
exclusivamente a la ciencia, pero que vieron su vida tocada por los
vientos de la agitada época que les tocó vivir y que supieron responder al
desafío de su realidad.
Los padres de la Patria.
T T T

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PEDRO SAAD 105

CÁÁDIZ, 13 DE MARZO DE 1811. URGENTE.– Las Cortes de


Cádiz escucharon hoy el final de la prolongada (3 días) intervención del
diputado quiteño José Mejía Lequerica, que había comenzado su extenso
discurso el día 10 de los corrientes.
El tema de la discusión amerita tanto esta prórroga cuanto el evidente
cuidado que Mejía ha puesto en su preparación.
Se trata del debate sobre la continuidad o abolición del tribunal de la
Santa Inquisición.

Antecedentes
La Inquisición o “Tribunal del Santo Oficio” fue creado en España
hace exactamente 341 años, el 17 de septiembre de 1480, cuando una Real
Cédula de los Reyes Católicos instituyó la Inquisición en sus dominios
(que aún no comprendían América) y dos años más tarde delegaron sus
facultades en el odioso Fray Tomás de Torquemada.
En un primer momento, el Tribunal surgió como un mecanismo de
lucha contra las herejías y, en el caso de España, como medio coercitivo
para comprobar la profundidad de las conversiones de moros y judíos que,
como resultado de la Reconquista, tenían lugar por miles en todo el
territorio peninsular, y especialmente en Andalucía.
Empero, muy pronto se puso en evidencia que las miras teológicas (o
pseudoteológicas) de Torquemada iban para mucho más, pues en sus
instructivos a los inquisidores explicaba claramente que se trataba de
luchar contra la base misma de las herejías, y definía lo herético como “la
falsa y anticristiana convicción de que el hombre es libre de elegir”.
Con esas instrucciones llegó la Inquisición a América.
El 25 de enero de 1569, Felipe II decidió que la Inquisición
funcionara también en las Indias. El 7 de febrero de ese mismo año
expidió una Cédula estableciendo el Tribunal en Lima, donde se recibió
tal orden el 9 de enero de 1570, apenas 3 días antes que en México.
A Quito llegó, con fecha 15 de enero de 1575, don Rodrigo Paz,
llamado “Familiar del Santo Oficio”, cuyo papel era oficialmente el de
“escudriñador, investigador y delator” de los “herejes”, cuyos casos
pasaban a Lima.

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106 ANTES DEL AMANECER

Es útil recordar que la denominada Rebelión de los Encomenderos (la


que encabezó Gonzalo Pizarro) había tenido lugar poco tiempo antes, de
modo que Felipe II esperaba que el feroz Tribunal del Santo Oficio,
célebre por sus métodos violentos y de torturas terribles para arrancar
confesiones, sirviera como un instrumento “político” en su lucha por
mantener a raya a los no menos feroces conquistadores.
El 8 de marzo de 1610, Felipe II decidió que un Tribunal de la
Inquisición se instituyera en Cartagena de Indias, y con ello la expansión
quedó completa.

T T T

Así llegamos al día de hoy, cuando el tema de la Inquisición se ha


debatido en las Cortes de Cádiz.
Don José Mejía Lequerica, que actuaba conjuntamente con don José
Joaquín de Olmedo en las Cortes de Cádiz, en las reuniones de liberales
y en las logias masónicas, participó en el debate de sobre la abolición de
la tortura, como medio para obtener confesiones. “El testigo ha de ser
libre al declarar expresó Mejía, cuya voz es considerada la mejor guía
jurídica de las Cortes-, y esta libertad es tanto más necesaria, cuanto que
la coacción, aunque físicamente hablando no quita la libertad natural,
frustra todos los efectos legales y, por lo mismo, así como esa coacción
anularía la validez de un contrato, una renuncia o un testamento,
también destruiría el valor de la prueba de un testimonio”.
Los liberales ganaron esa batalla, y otra vez ha sido Mejía Lequerica
quien encabeza la lucha parlamentaria para abolir del todo el Tribunal de
la Inquisición.
“La Iglesia se halla en el Estado, y no el Estado en la Iglesia”,
sentenció el diputado, generando una trifulca en las tribunas. Luego
argumentó con menciones de autoridades eclesiásticas de varios siglos,
citándolas en latín y en español. Hizo un largo recuento de casos y más
casos de injusticias cometidas por el Tribunal, y afirmó que la Inquisición
fue siempre un juego de “tira y afloja” entre España y Roma, por lo que
la calificó de “pura política”.

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PEDRO SAAD 107

Finalmente, como el ideólogo liberal que es, planteó las bases


fundamentales de la separación de la Iglesia y el Estado. “La autoridad
civil es libre e independiente -dijo Mejía-, sea cual fuere su forma de
gobierno. Y lo que es de la potestad temporal no tiene nada que ver con
el Pontífice Romano, el cual es cabeza de la Iglesia y no es Señor del
señorío de los Reyes”.
Hubo un momento extraordinario en la intervención, cuando el
quiteño se refirió a la presunta revolución de que se habla.
“Se habla de revolución -dijo-, y se dice que aquello se debe
desechar. Señor, yo siento no el que haya de haber revolución, sino el
que no la haya habido todavía. Las palabras ‘revolución’, ‘filosofía’,
‘libertad’ e ‘independencia’ son de un mismo carácter… Yo digo que es
un dolor que no haya en España revolución. La revolución se
reduce……” El acta de la sesión de las Cortes constata: “quiso definirla,
hubo desorden y el diputado Mejía Lequerica se sentó”.

T T T

CADIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1813. URGENTE?…. Alrededor


de las ocho de la noche de este miércoles, ha fallecido, víctima de la
terrible epidemia de fiebre amarilla que azota a la ciudad de las Cortes, el
diputado quiteño José Mejía Lequerica.
Al morir tenía 38 años de edad, pues había nacido en Quito el 24 de
mayo de 1775, hijo de un funcionario español, el Dr. José Mejía del Valle
y Loreto (quien sirvió largos años en Guayaquil, como Teniente de
Gobernador de Yaguachi, primero, y Asesor de Gobierno y Juez de
Difuntos de Guayaquil, más tarde) y de la señora Manuela de Lequerica
y Barrioleta, quien se hallaba separada largos años de su esposo legal,
Antonio Cerragería.
Esta última situación, que lo colocaba dentro de la clasificación
técnica de "hijo adulterino", dificultó sus primeros estudios, pero logró
formarse en la escuela de don Luis de Saa, quien se maravilló ante la
inteligencia y la portentosa memoria de su discípulo, que podía repetir un
discurso completo con sólo escucharlo una vez.

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108 ANTES DEL AMANECER

Con posterioridad ingresó al Colegio de San Fernando, estudiando


gramática latina, Filosofía y Matemática. Antes de graduarse en el San
Fernando (a los 17 años de edad), ya había hecho la amistad que más
influiría en toda su existencia: la de Eugenio Espejo.
En 1794, apenas dos años después de recibirse como bachiller, Mejía
egresó de la Universidad de Santo Tomás como Maestro en Artes, y logró
obtener una beca, que le permitió ingresar al Seminario de San Luis a
estudiar Teología, aunque sin intenciones de ordenarse sacerdote.
Desde los primeros tiempos universitarios surgió entre Espejo y
Mejía una corriente de simpatía, que trascendía con mucho todas las
diferencias, que eran muy notables.
Espejo nació en 1747, y era por tanto 28 años mayor que Mejía, lo
que habla muy a las claras de cuán notorio habrá sido el talento del joven
para que el Dr. Espejo lo tuviera en su círculo íntimo, pese a la diferencia
de años.
Mejía era pobre. Aunque su padre reconoció siempre a este hijo
como propio, nunca le asignó un solo centavo. Debió financiar sus
estudios gracias a su talento y a los sacrificios de su madre. Espejo, en
cambio, era reputado como uno de los hombres más ricos de la
Audiencia.
Además, puso a Mejía en buenas relaciones con el Marqués de Selva
Alegre y los otros distinguidos miembros de la Sociedad de Amigos del
País. Todo parecía ir por un buen camino.
Cambió de golpe. La "ilustración" se había buscado difundir con la
publicación del primer periódico local: "Primicias de la Cultura de
Quito" hasta que, a fines de enero de 1795, Espejo fue apresado,
precisamente por las opiniones vertidas en su círculo y difundidas por ese
medio.
Murió en prisión en diciembre de ese mismo año, y el repliegue de
sus seguidores fue inmediato.
Muchos de los jovenzuelos nobles que acudían a reunirse con Espejo
lo hacían por una simple y quizá superficial rebelión juvenil, y ahora,
cuando su mentor y guía había muerto en la cárcel, adquirieron súbita
conciencia de que la cultura y la condición de librepensador han sido
siempre subversivas y mal vistas por cualquier régimen.

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PEDRO SAAD 109

Amedrentados y no dispuestos a arriesgar demasiado, se retiraron.


El grupo se deshacía a ojos vista, y Mejía (de 20 años de edad) no
tenía en esos momentos ni el peso intelectual ni los arrestos políticos para
reemplazar al líder y reorganizar el grupo.
Se casó con la hermana de Eugenio, doña Manuela Espejo, mucho
mayor que él, y no faltaron algunos que murmuraron que se trataba de un
matrimonio por conveniencia (Manuela había heredado el dinero y –
quizá más importante para Mejía – la biblioteca de su hermano).
Si fue así o de otra manera, son cosas que sólo competen al ámbito
privado. Lo cierto es que Eugenio Espejo habría estado orgulloso de su
discípulo. Es que, de pronto, como si la muerte de su padre intelectual
fuese una dolorosa forma de liberación, Mejía se irguió en toda su
estatura.
Y, al confrontarla con otros, en Guayaquil y en Lima primero, y en la
propia España después,36 fue adquiriendo la seguridad y el aplomo que lo
hicieron distinguirse en las Cortes, a las que fue elegido por los propios
peninsulares, como reconocimiento a su lucha – con las armas en la mano
– en contra del invasor napoleónico.
Su celebridad se ha cimentado sobre todo en su capacidad
oratoria, pero se trata de cosas mucho más que formales, pues su voz
y su voto estuvieron siempre a favor del desvalido y en defensa de los
pobres.
Al morir, ha escrito su epitafio su mejor amigo en España y su
hermano masón, José Joaquín de Olmedo, con quien han compartido
infinidad de batallas parlamentarias y multitud de sueños. Las palabras
del poeta de Guayaquil resumen la condición de enciclopedista, tribuno y
luchador del quiteño
"Amó y cultivó todas las ciencias. Pero sobre todo amó
a su Patria y defendió los derechos del pueblo español con
la firmeza de la virtud, con las armas del ingenio y de la
elocuencia y con toda la libertad de un representante del
pueblo".

36 Mejía se sumó a la resistencia del pueblo español, y combatió contra las fuerzas
invasoras de Bonaparte.

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110 ANTES DEL AMANECER

Desdichadamente no podremos brindar a sus despojos físicos el


homenaje que rendimos a su herencia intelectual, porque el Cabildo de
Cádiz ha resuelto echar sus restos a la fosa común, por temor al contagio.
Ha fallecido tal vez el último de los precursores; el postrero de
aquellos que pensaron que podía promoverse la felicidad de los pueblos
de América únicamente mediante la palabra, la prensa y el ejemplo.
Es la hora de los libertadores, que empuñen las armas para hacer
valer esas ideas.

T T T

Los Barrios de Quito


Todas las agitaciones que hemos narrado, de los indígenas, los
artistas, los estudiantes y los pensadores, prendieron en el pueblo llano,
que sólo esperaba su momento.
El momento llegó en mayo de 1765?…
Joseph de Herrera se llamaba el administrador del Estanco de
Aguardientes que nombró el Virrey, y que se posesionó a comienzos de
1765, y pronto se rodeó de chapetones (españoles nacidos en España) y
nombró a varios “vigilantes” del mismo origen.
Como era de esperarse, esos “vigilantes” se dedicaron a los más
grandes abusos y, como Herrera hiciera caso omiso de las quejas, el
pueblo se amotinó el 22 de mayo.
Unos 60 hombres, sobre todo del gremio de carniceros, asaltaron los
Estancos, destruyeron las barricas, las cubas y los odres, haciendo correr
el aguardiente por las calles, mientras Herrera salía a espetaperro hacia
Santafé y su segundón se largaba a Lima.
Allí se dio la primera muestra de la grandeza del pueblo quiteño,
porque todas las joyas y absolutamente todos los bienes de los
funcionarios fueron resguardados y se los entregó a los jueces, en
presencia de unos tres o cuatro mil vecinos que habían acudido al oír el
escándalo y que se solidarizaron con los atacantes.

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PEDRO SAAD 111

Cautamente, los jueces no dijeron nada, no hicieron nada, y se


marcharon a sus casas. Todo parecía estar en paz: el pueblo, satisfecho por
haber terminado con sus explotadores; las autoridades, porque el tumulto
no hubiera pasado a mayores.
Pero la prepotencia es mala consejera. Antes que pasara un mes de
esta lección, ya volvieron por más. La noche del 21 de junio, unos 300
españoles se propusieron “hacer un escarmiento con la insubordinada
plebe” y formaron patrullas para recorrer las calles.
Era viernes, así que encontraron algunos borrachitos, y en un grupo
de 4 ladinos hallaron a una mujer blanca que departía con ellos. Lo
tomaron a afrenta los godos, y cobardemente azotaron a la doña en media
calle. Protestaron los criollos, como es lógico, y los españoles abrieron
fuego, matando a los cuatro.
Era la gota que iba a derramar el vaso.
Se corrió la voz, creció la ira, y el lunes siguiente, 24 de junio, salieron
los hombres de los barrios, sin armas de fuego y provistos únicamente de
piedras y de palos, a buscar a los agresores. Fue espontáneo y sin
concierto; pero, al verse reunido y junto todo el pueblo en las mismas
calles y con las mismas ganas, comenzaron a surgir los gritos. A un ¡Viva
el Rey! siguió un ¡Y mueran los chapetones!, mientras la gente se dirigía
a buscar a los culpables de la matanza del 21.
No los encontraron. Ni a ellos ni a ningunos otros, porque todos se
escondieron; pero a la mañana siguiente, ya soliviantado el pueblo, se
refugiaron los chapetones en Palacio y sacaron a la calle su artillería, que
eran unas pocas piezas de balas de hierro y rocas, entre ellas una que
denominaban El Pedrero.
Una vez y otra fue el pueblo al asalto del Palacio, y una y otra vez
parecieron rechazarlo, causando unos 30 muertos. Pero al final, en un
asalto de todas las fuerzas, se desplazó a los peninsulares, y toda la ciudad
quedó en poder de los barrios el 29 de junio.
Sólo hubo dos hombres que se atrevieron a tratar de contener los
ánimos, porque son amigos de la gente sencilla y porque el pueblo los
conoce como tales: los jesuitas Pedro Milanesio y el también sacerdote
y poeta guayaquileño (de Daule, por más señas) Juan Bautista Aguirre.
Ellos consiguieron medio calmar a las masas, asegurando que el

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112 ANTES DEL AMANECER

estanco sería vuelto a su condición primitiva, y que no habría


represalias contra nadie.
Pero para esa fecha (día de San Pedro y San Pablo, por más señas) el
pueblo ya había capturado al temido “Pedrero”, y ahora se dieron el lujo
(porque la celebración es siempre un lujo para el pueblo) de llevarlo a
devolver, pero adornado con cintas y pintarrajeado con leyendas.
En realidad, ese 29 de junio de 1765 debería celebrarse como fiesta
nacional, pues fue el primero de los triunfos del pueblo sobre los Realistas
y, aunque no se plantearon todavía la independencia política, dieron
pruebas de un asombroso nivel de organización?… Los de San Roque se
turnaban con los de San Sebastián para hacer las guardias, mientras los
de San Blas reemplazaban a los de San Marcos en la custodia de las
calles. No ocurrió ningún crimen ni desaguisado en los tres meses que
duró la autogestión popular.
La situación era clara, pero insostenible: el pueblo había tomado el
poder y se había organizado.
El Virrey de Santafé se inventó un brillante artificio político para
solucionar el problema: resolvió “perdonar” a los vencedores y “olvidar”
el incidente.
Claro que no todo terminó allí. El sabor de la victoria, y de una
administración local sin chapetones, levantó el ánimo a muchos, que ya
no se contentarían con volver a ser esclavos, y uno de los jóvenes que
lucharon en junio, mozo de unos 18 años, del Barrio del Hospital por más
señas, quien anduvo por las calles poniendo unas banderitas coloradas
que decían “A las Alcabalas, balas. A la Libertad, lealtad”. Por
estudioso y trasnochador llamaban a este muchachón Chúzig, que en
quichua es “lechuza” o “búho”, y la policía nunca logró establecer su
nombre completo.
Se trataba del joven Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y
Espejo.

T T T

Deliberadamente hemos dejado para el final de estas pequeñas


reseñas de hombres ilustres del siglo XVIII al mayor de todos ellos.

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PEDRO SAAD 113

Francisco Eugenio Javier de Santa Cruz y Espejo nació en Quito y


fue bautizado el 21 de febrero de 1747.
Su padre fue el indígena Luis Chúsig (“lechuza” o “búho” en
quichua)37 nacido en la ciudad peruana de Cajamarca, “hijo de
picapedreros” dice Rodolfo Pérez Pimentel, y añade “cambió su apellido
por Benítez y luego por ‘Santa Cruz y Espejo’”. Fue su madre doña
María Catalina Aldaz y Gordillo; pero su primer libro “El Nuevo
Luciano”, lo firmó como “Xavier de Cia. Apéstegui y Perochena”38;
pero luego publicó un supuesto ataque a su propio libro que firmó como
“Moisés Blancardo” y, cuando atacó también este libro (burlándose de la
que llamó “ciencia blancardina”), y hacia el final de su vida pretendió
reclamar “pureza de sangre castellana” y exhibir aun otros apellidos que
le endilgaba a sus antepasados maternos.
Pero en el fondo su apelativo “legal” carece de importancia, pues él
mismo prefirió siempre ocultarse a las miradas de la sociedad y, desde las
sombras, lanzar sus palabras siempre agudas y certeras. Por esto lo
llamaban (y él no se molestaba por ello) “Duende”. El nombre con el que
entró en la historia es el de Eugenio Espejo, y eso nos basta.
Como quiera que fuese, lo indudable es que esos padres tuvieron 7
hijos, de los cuales el mayor fue Eugenio, el preferido del padre, quien lo
llevó consigo al Hospital, donde, según las propias palabras del escritor,
"mi mérito está en haber, desde muy niño, estudiado en el conocimiento
de los hombres, en no haber dejado el libro de las manos y, aun cuando
lo había dejado, estudiar en el vastísimo libro de la naturaleza con la
observación".
Cuando esto dice, ya está completo el hombre. Espejo, a quien se le
reconocen grandes méritos políticos, los tiene en igual o mayor medida
culturales, pues es el primer hombre de la Ilustración en nuestro medio, y
uno de los primeros de toda América.

37 Tenemos al Diccionario Quichua/Castellano/Quichua de don Luis Cordero como


“Biblia” del tema. Él da bajo “lechuza” la voz “Chúshig”; pero, bajo “búho” pone
“Cuscungu”. Quizá se trate de dos especies diferentes.
38 Estos dos apellidos, a los que luego sumó los de “Aldaz y Larraincar” fueron su intento
por demostrar una supuesta “pureza de sangre castellana”, aunque de su señora madre
se ha dicho que fue “mulata, hija de liberto”.

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114 ANTES DEL AMANECER

Su educación como médico se dio en el Colegio dominico de San


Fernando, de donde egresó el 10 de julio de 1767, recibiendo el título de
doctor 12 días más tarde.
Sin embargo, como él mismo lo denunciaría en el curso de sus
escritos, las Universidades quiteñas eran extremadamente malas, pese a
haber sido de las más antiguas.
Como sólo los blancos podían asistir a la Universidad, y como esos
blancos no pasarían de los 10,000, incluso a la dispendiosa
administración de la Audiencia le pareció que tres universidades eran
excesivas, de modo que en julio de 1769 (2 años después de la expulsión
de los jesuitas) se clausuraron las tres, y permanecieron cerradas nada
menos que 19 años, hasta que, en abril de 1788, se fusionaron en una sola,
la secularizada de Santo Tomás, que funcionaba en el antiguo colegio
jesuita de San Luis.
Fácil es de suponer, pues, que la formación "académica" era muy
mala y, si a esto sumamos los privilegios y exoneraciones de los nobles
(que llegaron al extremo de plantear que no debía tomárseles exámenes
ni lecciones), es sencillo comprender que Espejo fue básicamente un
autodidacta y que a esta formación – siempre interesada e interesante,
pero carente de rigor y sistema – se deben tanto su rebeldía cuanto sus
incoherencias en muchos campos.
No menores fueron sus vaivenes en el campo político, pues sus
escritos (muy abundantes según se ha dicho, aunque muchos firmados
con seudónimos) han pasado de la exaltación emancipadora al desprecio
a los ciudadanos del país, y ya desde su primera obra, “El Nuevo
Luciano”, decía que se encontraba "en el centro de la barbarie, en un
país como Quito, tan distante del influjo literario europeo", y que había
logrado componer su obrilla "a pesar del infinito número de necios que
componen esta ciudad".
¿Quería Espejo integrarse a la sociedad caduca de su tiempo? ¿Era su
lucha únicamente un desesperado esfuerzo por ser aceptado? Finalmente,
¿era un rebelde al ciento por ciento, o únicamente un arribista frustrado?
Nada es nunca unívoco en la vida de los hombres, y mucho menos
en la de aquellos individuos obligados por la historia a vivir en un tiempo
de transición y angustias.

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PEDRO SAAD 115

Todo esto incidió en la vida del joven Espejo: primero, fue educado
por los jesuitas, quienes serían las primeras víctimas de la reorganización
del gobierno, pues son claramente los más ricos de todos los colonos;
segundo, es indudable que las reformas de “reconquista” por parte de la
metrópoli no se darán sin fuertes resistencias por parte de los criollos, y el
joven Espejo parece de las personas más decididas a impulsar los
conceptos de la ilustración; tanto, que se ha hablado insistentemente,
aunque sin demostración policial, que fue uno de los impulsores de la
Rebelión de los Barrios Quiteños, y que fue él quien creó aquellas
célebres banderas que se colocaron en el centro de la ciudad con la
leyenda “A las alcabales, balas. A la libertad, lealtad”.
En 1779 comienza una brillante carrera literaria, que nos dará el
Nuevo Luciano y, al año siguiente, en rápida sucesión, Carta al padre La
Graña, Sermón de San Pedro, La Ciencia Blancardina y el Marco
Porcio Catón.
Espejo es considerado para entonces un peligro para la estabilidad de
la colonia, y las persecuciones contra él comienzan con un intento de
exilio en 1782, la negativa a aceptar sus opiniones, y finalmente la prisión
de 1787, originada por la publicación de un panfleto satírico, Retrato de
un Golilla, escrito, como tantos otros, bajo seudónimo, pues, como él
mismo lo dijo en tercera persona “el vulgo lo despreció, por lo que se
ocultó lo más que pudo, y así ha conseguido el arte de esconderse”.
Espejo fue apresado injustamente; pues como luego se supo, la sátira
había sido escrita en España contra Carlos III y su Ministro Gálvez.
Desde su prisión elevó varias solicitudes al nuevo monarca, Carlos IV, y
en junio de 1.788 el Ministro General Antonio Porlier dispuso que el
asunto se conociera en Bogotá, para lo cual le liberaron y viajó a esa
capital, donde tuvo ocasión de ponerse en contacto con diversos
personajes como José María Lozano, Antonio Nariño y Francisco
Antonio Zea, llamados a fundar la Logia masónica “Arcano Sublime de
la Filantropía” y a preparar el movimiento emancipador en Nueva
Granada.
Nuestro ya maduro Espejo (tiene al momento 42 años) aprovecha
bien el viaje a Bogotá. Hace nuevos amigos y, en general, se diría que el
ambiente en la sede virreinal amplía sus horizontes. De entonces es su
trascendental Discurso, en el que promovía la creación de una sociedad
que él denominaba un poco francófilamente Escuela de la Concordia.

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116 ANTES DEL AMANECER

Cuando su proceso fue sobreseído, el 2 de octubre de 1789, Espejo


retornó a Quito y, en otro vaivén del péndulo de su vida, llegó
transformado una vez más de proscrito en héroe, pues el concepto mismo
de “concordia” fue visto como una renuncia a las acciones y opiniones
políticas, en nombre de un progreso social y cultural “concordado” entre
todas las fuerzas de la Audiencia.
El 30 de noviembre de 1791, se creó la “Sociedad Patriótica de
Amigos del País”, que tenía como cabeza pública y formal al marqués de
Selva Alegre, pero nadie dudaba de que el verdadero motor tras el
aristócrata era el mestizo Espejo, el panorama cultural de la Audiencia
pareció cambiar de raíz.
En realidad, para buscar antecedentes a la conformación de este tipo
de sociedades, tenemos que remontarnos, en el territorio de la Audiencia,
a la casi desconocida Academia Pichinchense, que existió durante un
breve período, para consagrarse al estudio de las ciencias y
fundamentalmente de la cosmología.
Luego de la visita de los Académicos franceses (1735-43), el mundo
cultural de la Real Audiencia se vio modificado de raíz, muy
especialmente por los cambios radicales que tuvieron lugar en la elite del
pensamiento colonial y en su centro superior de enseñanza y reflexión, la
Universidad de San Gregorio, regentada y mantenida por los jesuitas.
La apertura espiritual que se produjo en Quito fue mayúscula.
Súbitamente, las “herejías” del día anterior se convirtieron en los
“conceptos científicos” de moda en las universidades, y las aulas se
abrieron para recibir a personas que antes no hubieran podido soñar
siquiera con ingresar a ellas.
Empero, en uno de los múltiples virajes que ha dado la
administración en la Audiencia (como reflejo de los cambios producidos
en la metrópoli), la situación de apertura intelectual varió radicalmente
en 1767, cuando se produjo la expulsión de los jesuitas, y el consiguiente
cierre de la San Gregorio.
Felizmente, para entonces la formación básica de Espejo, a la sazón
de 20 años, ya estaba casi completa.
Lo cierto es que el jueves, 5 de enero de 1792, Quito vio circular el
primer papel periódico de nuestra Real Audiencia. De tono arisco y

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PEDRO SAAD 117

fuertemente crítico frente al retraso intelectual en que vivimos, el papel


periódico, titulado adecuadamente “Primicias de la Cultura de Quito”
conservaba, no obstante el tono irónico y la profundidad satírica, un rasgo
de optimismo con respecto a los cambios que deberían producirse en la
sociedad.
El retardo que el periódico tenía con relación al resto del continente
es, en sí mismo, prueba del atraso que él señala.

Un paréntesis dentro del paréntesis:


Los periódicos.
El primer “periódico” digno de tal nombre en el mundo fue el Niewe
Tydingen, publicado en Amberes (Bélgica) desde 1605, que siguió siendo
el único hasta el surgimiento (1610) del Ordinari Wochenzeitung de Basilea
(Suiza), y hubo que esperar otros cinco años para que, en 1615, apareciera
finalmente el Frankfurter Journal en Alemania.
Fue como si un dique se hubiera roto. El crecimiento de las ciudades,
la expansión del alfabeto y el poderío creciente de una nueva clase social,
la burguesía, provocaron el surgimiento impetuoso de varios periódicos,
inclusive algunos que establecían competencia en las mismas ciudades.
Sólo España (con su vida monacal y la presencia de la Inquisición
retardataria) se mantenía al margen de esta forma de cultura, y fue sólo en
1661 cuando comenzó a circular la Gaceta de Madrid.
Es significativo que, en esta materia como en tantas otras, la tardanza
de Madrid con respecto a Europa es mayor que el atraso de América con
relación a España.
Si la Gaceta española tenía 56 años de demora con relación al
Tydingen belga, ya para 1693 (32 años luego de Madrid) apareció en
México El Mercurio Volante, que se adelantó inclusive al Boston Newsletter
(1704) de las colonias inglesas de Norteamérica.
Pero, quizá como demostración de que “una sola golondrina no hace
un verano”, y como prueba de que el siglo XVIII ha sido el del rezago,
aquel tempranero Mercurio mexicano se quedó solo durante el corto
tiempo de su existencia, pues los siguientes papeles periódicos del
continente fueron todos en lengua inglesa:

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118 ANTES DEL AMANECER

-Weekly Jamaica Courant (1718)


-Boston Gazette (1719)
-New England Courant (1721)

Sólo después reaparecieron los nuestros, en la siguiente sucesión?…

-Gaceta de México (1722)


-Gaceta (Guatemala, 1729)
-Gaceta de Lima (1744)
-Mercurio (La Habana, 1764)
-La Gaceta (Santafé de Bogotá, 1785)
-Diario de Lima (1790)
-Papel periódico de La Habana (1790)
-Papel Periódico de Bogotá (1791)
-El Mercurio Peruano (1791)

Y fue sólo en 1792, 187 años después que en Bélgica; 131 años luego
que en Madrid y 99 años más tarde que en México cuando aparecieron
finalmente estas Primicias de la Cultura de Quito.

Unos párrafos del primer número del primer periódico…


“A la primera vista que demos sobre la naturaleza del
hombre, hallaremos que él es dotado del talento de
observación y que las necesidades que le cercan le obligan
en todo momento a ponerlo en ejercicio (……)
“A la doctrina de los tiempos sigue indispensa-
blemente la historia de los progresos humanos. Querríamos
observar siempre en esta al hombre vuelto un héroe en la
conquista de los conocimientos. Desearíamos verle siempre
superando los obstáculos que le opone la universal y
misteriosa naturaleza, y penetrando los arcanos más
recónditos, que hacen inaccesibles todos los entes que la
componen. Pero a pesar nuestro, la historia de los siglos y
de las naciones nos descubre al hombre embarazado con su
ignorancia, unas veces insensible a los encantos de la
sabiduría y rendido al sueño de la inacción; otras veces
nimiamente celoso de mantener nociones superficiales,
más perniciosas que la misma ignorancia (……)

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PEDRO SAAD 119

“Parece que ha llegado el momento en que Quito


participe del beneficio de la luz; o en el que al menos haya
llegado a tal grado de luz por el que se persuada y crea que
lo necesita, y que pondrá medios para adquirirle. Pero desde
estos crepúsculos de su racionalidad; desde esta infancia de
su ilustración, es que Quito quiere dar a conocer a la
República literaria los esfuerzos que hace y los pasos que da
hacia el Templo de la Sabiduría. Sean en hora buena
borrones los primeros ensayos que va a dar a luz (……)
“A semejanza de las demás naciones de Europa, y a
imitación de nuestras provincias vecinas del continente
americano, del Norte y Sur, dará Quito sus papeles
periódicos que, a la verdad, no serán más que unos
rigurosos misceláneos (……)
“Feliz Quito bajo de un gobierno tan ilustrado, y más
feliz si corresponden estas Primicias a su celo”.
“Primicias” sólo vivió unos pocos números, y dejó de circular el 29
de marzo del mismo año de su nacimiento.

T T T

El ya citado Rodolfo Pérez Pimentel narra del siguiente modo sus


últimos meses?…
“En 1.794 extendió un Poder al abogado Luis Prieto de
San Martín para que le tramite en Madrid un a plaza de
Oidor en cualquier parte de América, pero ciertos rumores
de levantamientos populares ocurridos en Bogotá le
motivaron a hacer colocar el 21 de octubre unas banderitas
de tafetán rojo con inscripciones en papel blanco
superpuesto y que decían en el anverso "Liberi esto
felicitatem et gloria consecuto" y al revés y sobre una cruz
blanca la leyenda "Salve Croce", lo que en español
significa "Libres seremos bajo la cruz salvadora, después
de haber alcanzado el propósito santo de gloria y
felicidad".

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120 ANTES DEL AMANECER

“Las autoridades realizaron numerosas pesquisas sin


poder precisar quiénes habían sido los responsables, pero el
‘95 una infidencia imprudente de su hermano lo puso en
evidencia, y se inició un sumario eclesiástico contra Juan
Pablo Espejo; y de allí pasó el asunto a la justicia civil que
encontró complicado a Eugenio Espejo. Todo el proceso
había sido llevado en el más absoluto secreto y nunca llegó
a sentenciarse.
“El 30 de julio fue sacado a la fuerza de la dirección de
la Biblioteca Pública y llevado nuevamente a la cárcel
donde le calzaron grillos en las piernas y, aunque escribió
quejándose del maltrato al Virrey de Bogotá, José de
Ezpeleta, a quien denunció que la mazmorra era húmeda,
fría y maloliente, pidiendo la libertad, no lo consiguió.
“Así pasaron varios meses, un año, sin libros ni
papeles, defendido por el Dr. Juan de Dios Morales. De vez
en cuando se le abrían las puertas a que saliera a atender a
algún enfermo distinguido que requería sus servicios, pero
era tan malsano el ambiente que enfermó de gravedad,
posiblemente de Amebiasis; se puso tan grave que el 20 de
diciembre le dejaron salir a la casa en el Mesón donde vivía
con su hermana, el 26 otorgó testamento ante el Escribano
Mariano Mestanza y falleció el día 27 de diciembre de
1795, de solamente 48 años de edad, siendo enterrado al
día siguiente en la ermita de San José de la recolección
mercedaria del Tejar. Solo acompañaron el sepelio su
hermana Manuela, su discípulo el joven José Mejía
Lequerica y el Padre La Graña.”
Toda su vida fue un continuo deambular en medio de
ambigüüedades y medios entendidos.
En tales circunstancias, las únicas reglas claras son las exteriores, y
la pertenencia real, de clase y casta, de Eugenio Espejo quedó clara
únicamente ese 27 de diciembre, cuando su muerte se inscribió en el libro
de defunciones correspondiente a los indios, negros y mulatos.
Correspondiente al pueblo.
Correspondiente a Eugenio Espejo. Al Precursor. Al “Duende”.

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PEDRO SAAD 121

T T T

Nuevo paréntesis:
Breves apuntes para una
Teoría del Mestizo

Eugenio Espejo es “el adelantado”, “el precursor”, “el hombre de la


Ilustración”, uno de los primeros científicos americanos, y es
generalmente reputado como el propulsor de la independencia nacional.
Se lo exalta igualmente como indio y no son pocas las ocasiones en que se
lo menciona incluso como demostración y arquetipo del talento y la
creatividad de los americanos autóctonos.
Pero no fue indígena al 100%, y él mismo buscó ardorosamente
durante su vida el reconocimiento de la otra vertiente étnica de su ser.
Y no lo hizo solamente para lograr acceder a los derechos y beneficios
que los criollos gozaban en aquel entonces, ni para demostrar, por
prurito oligárquico o resentimiento social, la “pureza de su sangre”, o,
como se decía por aquel entonces “sin rastros de inga o de
mandinga”.
Espejo es un mestizo. Sus cualidades y tribulaciones provienen de ese
hecho, y el análisis profundo de su personalidad histórica no puede eludir
aquel aspecto.
Pero, ¿qué es un mestizo, a más de ser un híbrido evidente?
El Libertador Simón Bolívar afirmó en su Carta de Jamaica que “no
somos indios ni españoles, sino de una especie mixta”, pero ni él penetró
nunca en el carácter de aquella “mezcla” que representamos.
La Conquista no fue sólo un hecho geopolítico que estableció la
dominación de un hemisferio sobre otro, sino un descomunal
enfrentamiento cultural entre dos vertientes del espíritu humano: la
racionalista cartesiana imperante en la Europa del insurgente
Renacimiento y la animista natural, hegemónica en casi todo el mundo
prehispánico de alta cultura en América.

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122 ANTES DEL AMANECER

La resultante no fue fruto de una negociación o de un acuerdo


entre ambas ni resultado de una integración armónica y pacífica:
fue la traslación forzada y forzosa del racionalismo al Nuevo
Mundo; el imperio de una cultura sobre otra. Una dominante y otra
dominada.
Pero la cultura dominada no murió. De hecho, paralela a la
hegemónica, ha seguido fortaleciéndose y puliendo sus conceptos de
base.
Los hijos resultantes del choque cultural – mestizos en el sentido
étnico del término – no fuimos hijos legítimos, vástagos de la
aquiescencia de ambos padres, sino el fruto de un estupro; los herederos
de una violación: bastardos.
El “padre” (el racionalismo-cartesiano) se había impuesto y
sojuzgado, de modo violento y brutal además, a la “madre” (la cultura
animista ancestral).
Era una reproducción en el orden cultural de lo ocurrido en el campo
fisiológico, donde el abuso constante fue la norma sexual de la conquista,
que sumaba la dominación patriarcal del “machismo” al sometimiento
étnico de las castas.
En más de un sentido es posible afirmar que el ser humano más
desdichado es la mujer del grupo oprimido, porque debe cargar con una
segregación fuera de casa y con otra intra-familiar.
Pero hay una excepción. Cuando el padre fisiológico es indígena y la
madre biológica es la “blanca”, los términos de la dominación parecen
equilibrarse, porque el machismo imperante sirve de contrapeso a los
factores culturológicos.
Ese es el verdadero mestizo: aquel en quien los valores de las dos
vertientes de la opresión (la de género y la de clase/casta) pueden
armonizarse y engendrar verdaderamente aquella “especie mixta” que
pedía el Libertador.
No han sido muchos en el curso de nuestra historia, porque no
fueron muchos los hombres indígenas que casaron con europeas o con sus
descendientas.
Pero sus nombres serán para siempre inmortales.

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PEDRO SAAD 123

Son personajes como el mestizo mexicano Benito Juárez, como el


héroe rebelde peruano Túpac Amaru, o los mestizos ecuatorianos
Eugenio Espejo u Oswaldo Guayasamín, por ejemplo:
El nuevo crisol de una Nueva América, la Nuestra, como quería
Martí: por fin libre de dominación externa o de complejos internos.

T T T

Hemos pasado revista, aunque de modo rápido e inevitablemente


superficial, a todas las conmociones (incluso las telúricas) que sacudieron
durante la segunda mitad del siglo XVIII a esta tierra que hoy llamamos
Ecuador.
Pero no fuimos los únicos que la sentimos y sufrimos de ese modo.
Quizá la única virtud – o por lo menos la mayor – que haya que
reconocerle al período colonial fue que nos unificó a todos los pueblos
latinoamericanos, aunque haya sido con el rasero de oprimir y
aplastar.
Durante el lapso que estudiamos hubo varios otros movimientos
rebeldes y de sublevaciones en distintos lugares de América.
A Eugenio Espejo le tocó vivir la segunda mitad del siglo XVIII,
cuando tienen lugar los acontecimientos fundamentales de la etapa
pre-terminal de la colonia española.
América representó enormes riquezas para España,
especialmente por los gigantescos millones de maravedises mineros
que llegaban de México o Potosí; pero con el tiempo aquella fácil
fuente de recursos se convirtió en fuente de molicie, tranquilidad y
somnolencia para España, que pasó de ser uno de los países de
vanguardia tecnológica en Europa a convertirse en un pueblo
atrasado y sin iniciativas.
Mientras España caía, ingleses y franceses aprovechaban el
tiempo para recuperar las primeras líneas, y pronto se hicieron
presentes no sólo en los mercados del viejo mundo, sino en las
planicies y playas del nuevo.

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124 ANTES DEL AMANECER

Como hemos visto, las “reformas borbónicas” fueron


insuficientes y tardías. Lentamente, pero con la seguridad de los
acontecimientos históricos, el descontento se fue filtrando en
América, y la metrópoli perdió su carácter monopólico, no sólo en el
ámbito de la cultura, sino en el comercio, que se veía asediado por el
continuo contrabando de productos de los competidores de Madrid.
En mayo de 1736 llegaron a la Audiencia de Quito los
académicos franceses y, si bien es cierto que aquello ocurrió 11 años
antes del nacimiento de Eugenio, los vientos de renovación que los
galos impusieron en la enclaustrada vida casi monacal de Quito
todavía soplaban durante su infancia.
Junto con aquellos científicos vinieron dos enviados españoles,
Jorge Juan de Santacilia y Antonio de Ulloa, específicamente
encomendados por la Corona para supervisar las gestiones de los
franceses y, de modo privado, informar a Madrid de la realidad de la
existencia en sus dominios de ultramar.
El resultado de esta segunda tarea, las llamadas “Noticias
Secretas de América”, que sólo se publicaron en 1825, narran un
panorama de disolución moral y económica que es como el telón de
fondo delante del que se desenvolvió la vida de Espejo y sus
contemporáneos.
Pero, los sucesos que de forma más directa afectaron la vida del
precursor fueron indudablemente tres: la rebelión de los barrios de Quito
(mal llamada “sublevación de los Estancos”), la casi inmediata expulsión
de los jesuitas (con el consiguiente cierre de las universidades y la clausura
de la mejor parte de la incipiente vida cultural) y las rebeliones casi
simultáneas de Túpac Amaru, en el sur, y de los Comuneros, en el norte.
Ya hemos hablado sobre la primera, señalemos algunos puntos de las
otras dos?…

T T T

De modo casi simultáneo, toda América sintió el impacto del


deterioro español y la falta de adecuación de un sistema colonial que
hacía agua por todas partes.

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PEDRO SAAD 125

Esto se reflejaba en los hechos culturales, en la desazón generalizada


de las elites criollas, en el incremento del contrabando y, naturalmente, en
el pueblo llano.
La rebelión de los barrios de Quito, que no pudo ser aplacada con
medios políticos ni con la represión armada, no fue sino el inicio de las
agitaciones que sacudirían toda esta región del mundo.
En el territorio de la actual Colombia, el movimiento de los
Comuneros significó el aparecimiento de formas de lucha popular muy
avanzadas y el surgimiento de un sentimiento americanista muy fuerte, ya
que los seguidores de aquellos rebeldes colombianos rescataban como
propias tanto la insurrección de Quito cuanto un movimiento sureño de
restablecimiento del imperio incaico, dirigido por un hombre que se había
proclamado heredero de los Incas y que, aunque había nacido como José
Gabriel Condorcanqui, se hacía llamar Túpac Amaru, por un lejano
parentesco con los Incas de la última ciudad en rendirse, la casi mítica
Vilcabamba, en la sierra peruana.
José Gabriel Condorcanqui Noguera nació en la región de Cuzco
hacia 1738 (otros dicen que en 1743), hijo de un cacique indígena y de una
mujer blanca. Y era relativamente rico.
Como buen mestizo acomodado de su tiempo, José Gabriel tuvo una
educación casi integralmente española. Hacia 1760, a la muerte de su
padre, pasó a ser considerado Curaca de su región natal, y ese mismo año
contrajo matrimonio con Micaela Bastidas, quien le dio tres hijos.
Su situación económica era bastante holgada, y llegó a poseer nada
menos que 350 mulas, que a la época era una pequeña fortuna.
Mestizo, descendiente de los Incas y adinerado, Condorcanqui era la
persona más idónea para encabezar la rebelión que estalló en noviembre
del año 1780, contra el corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga.
Cuando Condorcanqui decidió iniciar la sublevación, un grito de
júbilo rebelde sacudió la serranía, y muy pronto hubo unos 6,000 hombres
que se agruparon en torno a su líder, que pasó a llamarse Túpac Amaru
desde entonces.
Los españoles despreciaron en un primer momento aquella
insurrección, pero despacharon a 1,500 soldados bajo el mando de
Tiburcio Landa.

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126 ANTES DEL AMANECER

Les pareció suficiente. Pero no lo fueron.


Desde el primer enfrentamiento, el triunfo favoreció a los hombres
de Túpac Amaru, y esa victoria fue la señal para la insurrección
generalizada.
Al paso de Túpac Amaru por los pueblos se le iban sumando
hombres y mujeres de todas las razas y condiciones, y el caudillo fue
elaborando un proyecto político que unificaba a todos los explotados,
pues igualmente otorgaba la libertad a todos los esclavos negros que
encontraba en el curso de su avance hacia Cuzco.
El ejército de Túpac Amaru llegó a contabilizar unos 50,000
hombres, pero su armamento era extremadamente rudimentario, y
sufrieron una primera derrota el 8 de enero de 1781, cuando las fuerzas
del coronel Gabriel de Avilés recibieron 8,000 hombres de refuerzo, que
enviaba el Virrey Agustín de Jáuregui y Aldecoa.
El combate definitivo fue el 6 de abril en el pueblo de Checacupe, y
Túpac Amaru fue capturado en compañía de su mujer cuando se
replegaba al pueblo de Langui.
Llevado prisionero al Cuzco, inició la causa el Visitador José
Antonio de Areche, quien no podía convencerse de que este mestizo
aindiado fuese el único caudillo, e insistió en preguntar quién era el
responsable de la sublevación. La respuesta de Túpac Amaru no se hizo
esperar. “Aquí sólo hay dos culpables -le dijo-: tú, por opresor; y yo, por
libertador”. Areche lo miró a los ojos y lo condenó a la más atroz de las
muertes.
Al amanecer del 18 de mayo de 1781, llevaron a Túpac Amaru a la
plaza central del Cuzco y primero fueron matando a cada uno de sus hijos
y compañeros de armas. Y el caudillo no dijo una sola palabra.
Le tocó entonces el turno a Micaela Bastidas, a la que se amarró al
llamado “garrote”, para que la estrangularan; pero, como tenía el cuello
muy fino, las cuerdas no alcanzaron a matarla, así que trajeron unas sogas
y entre dos hombres la apretaron por el cuello, mientras otros dos le
daban de puntapiés en el vientre, porque se decía que estaba embarazada.
Y el Inca no pronunció ni un sonido.
Entonces lo pusieron en el tablado en medio de la plaza, y la
muchedumbre calló cuando le arrancaron la lengua con una tenaza, sin

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PEDRO SAAD 127

que él profiriera ni un quejido. Lo tumbaron a tierra y le ataron los brazos


y las piernas a cuatro cabalgaduras que debían descuartizarlo, pero no
tuvieron la fuerza para hacerlo, aunque sus jinetes se cansaron de
espuelearles los ijares.
Ni siquiera Areche pudo soportar el espectáculo, y ordenó que
desengancharan los caballos y que finalmente se acercara un verdugo y lo
decapitara de un hachazo.

De vuelta a Europa
Entre 1789 y 1799, es decir a finales del siglo XVIII, el mundo
cambió. Y ese cambio, si bien cronológicamente se había iniciado de este
lado del Atlántico, con la independencia norteamericana, ha quedado
para siempre signado con el nombre de Revolución Francesa.
Como el proceso es bien conocido, podemos abreviar su narración…
La Revolución francesa fue un proceso social y político cuyas
principales consecuencias fueron la abolición de la monarquía absoluta y
la proclamación de la República, eliminando las bases económicas y
sociales del Antiguo Régimen.
Si bien, tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, la
organización política de Francia osciló entre república, imperio y
monarquía durante 75 años después de que la Primera República cayera,
lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del absolutismo y
dio a luz a un nuevo régimen, donde la burguesía, y en algunas ocasiones
directamente las masas populares, se convirtieron en la fuerza política
dominante en el país.
Si se nos pidiera detallar las causas puntuales de la Revolución,
deberíamos incluir el auge de la burguesía, con un poder económico cada
vez más grande y fundamental en la economía de la época y el odio contra
el absolutismo monárquico. Este rencor popular se alimentaba con el
resentimiento contra el sistema feudal por parte de la emergente clase
burguesa y de las clases populares.
Desde el punto de vista político, tuvo enorme importancia la
extensión de nuevas ideas en este periodo de Ilustración, tales como las
expuestas por Voltaire, Rousseau o Montesquieu (como por ejemplo,

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128 ANTES DEL AMANECER

los conceptos de libertad política, de fraternidad y de igualdad; de


rechazo a una sociedad dividida, o las nuevas teorías políticas sobre la
separación de poderes del Estado). Todo ello fue rompiendo el ya
endeble prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen y
contribuyeron a su derrumbe.
Pero el régimen que surgió de este proceso no fue de larga
duración. Por una lado las disensiones surgidas en el seno de la fuerzas
originalmente vinculadas con la revolución produjo gigantescas
brechas entre estos grupos, y las disputas entre ellos generaron una
inestabilidad casi permanente, que generó un período de persecuciones
e intolerancia.
En 1793 se redactó una nueva Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano, y una nueva constitución de tipo democrático,
que reconocía el sufragio universal. El poder ejecutivo real quedó en
manos del llamado Comité de Salud Pública, bajo el mando de
Maximilien Robespierre, y fue entonces cuando los jacobinos desataron
lo que se denominó el Reinado del Terror (1793-1794).
No menos de 1.200 personas fueron guillotinadas ante acusaciones
de actividades contrarrevolucionarias. La menor sospecha de dichas
actividades podía hacer recaer sobre una persona acusaciones que
eventualmente la llevarían al cadalso.
La nueva Constitución encontró la oposición simultánea de
grupos monárquicos y de los jacobinos. Hubo diferentes revueltas
que fueron reprimidas por el ejército, todo lo cual motivó que el
general Napoleón Bonaparte, retornado de su exitosa campaña
militar en Egipto, diera el 9 de noviembre de 1799 un golpe de estado
(18 de Brumario)39 instalando el Consulado, que le daba de forma
efectiva poderes dictatoriales y cerraba con esto el capítulo histórico
de la Revolución Francesa para dar paso al Primer Imperio Francés,
que se inició con la coronación del propio Bonaparte el 18 de mayo
de 1804.

39 En su afán por renovarlo todo, la Revolución cambió también los nombres de los meses,
ajustándolos a las condiciones meteorológicas de Francia. Así, noviembre, mes
colocado entre fines del otoño y comienzos del invierno, se llamó “brumario” por las
nieblas imperantes.

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PEDRO SAAD 129

El nuevo gobierno instaurado, a pesar de ser una monarquía,


mejoraba las condiciones de vida del pueblo llano (llamado a la época
“tercer estado”), otorgándoles derechos y obligaciones morales y cívicas
iguales a los otros dos estamentos (el clero y los nobles); por lo que
Napoleón recibió un gran apoyo popular.
Pero, aunque todos estos hechos tuvieron una gran trascendencia
ideológica entre nosotros, lo que desató la crisis política que culminó con
el “grito” del 10 de agosto de 1809 fue la intervención napoleónica en
España.
Ella comenzó en realidad en marzo de 1808, y bien vale que la
narremos como hechos periodísticos, pues los cambios se sucedían en
cuestión de horas?…

T T T

Madrid, 19. URGENTE.-Su Majestad Carlos IV abdicó este sábado,


19 de marzo de 1808 a la corona, y de inmediato asumió la soberanía su
hijo, el hasta ayer Príncipe de Asturias, quien será coronado como
Fernando VII.
Sus Majestades se encuentran en la población de Aranjuez, donde ha
ocurrido en estos días una grave agitación popular; pero su retorno a esta
capital se espera en cualquier momento.
Quizá nunca se conozcan los detalles íntimos del proceso que se ha
llevado a cabo en estas últimas semanas, y que han producido
fenómenos incluso grotescos, como ver al Príncipe de Asturias pagar de
su propio peculio la propaganda y divulgación pública de las
infidelidades de su madre, S.M. la Reina, con el favorito Godoy, cuya
soberbia y prepotencia se pone de manifiesto incluso en el empleo de su
altisonante nombre completo: Manuel de Godoy Alvarez de Faría
Ríos Sánchez Zarzosa, Príncipe de la Paz y de Basano, Duque de
Alcudia y de Succa.
Pero, se trata de anécdotas. En el fondo, el complot contra Carlos IV,
a quien se califica muy irreverentemente de “imbécil”, proviene de una
oligarquía asustada por las leves reformas que ha impulsado Godoy, que

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130 ANTES DEL AMANECER

resultaron claramente excesivas para la elite del poder, aunque


insuficientes para el pueblo.
De modo que el favorito de la Reina quedó desprovisto
completamente de poder de maniobra y de base política en que asentarse.
Afrancesado de cultura y estirpe, Godoy accedió a firmar un tratado
secreto con los franceses el 27 de octubre de 1807. Recordamos a nuestros
lectores las noticias de aquel día?…
“Fontainebleau, 27.-Se ha suscrito aquí un acuerdo secreto entre la
Francia napoleónica y la España de Godoy. Según la letra del convenio, las
tropas galas atravesarán pacíficamente España para invadir Portugal, país que
deberá ser repartido entre las dos potencias que suscriben el documento. Sin
embargo, nuestros siempre atentos observadores consideran que Napoleón se
aprovechará de las ambiciones del favorito Godoy, y tratará de someter no sólo
Portugal, sino también España”.
Así parece que será el resultado, pues las tropas francesas
comenzaron a entrar a España a comienzos de enero de 1808.
El 2 de febrero, Napoleón ocupó Roma. El 16, los franceses tomaron
por sorpresa, y sin previa aquiescencia española, la población de
Pamplona, y el 28 del mismo mes se adueñaron de las fortalezas de
Barcelona.
Aquello fue la gota que desbordó la paciencia popular, y durante
la noche entre el 17 y 18 de marzo, según lo comenta un testigo
presencial que se hallaba en Aranjuez, “a eso de la una de la noche
se dispara una pistola dentro del Palacio Real. Al punto salió el
Príncipe de Asturias con una luz de su cuarto y, acompañado de
algunos guardias, gritó ‘¡Traición. Traición!’. Le siguen otros
muchos. Toma todas las puertas de Palacio y, dejándolas bien
custodiadas para no dejar salir persona alguna, se vuelve a su
cuarto. Los paisanos y tropa que estaban de la parte de fuera, al oír
el tiro acuden prestamente, cercaron el Palacio y duplicaron las
guardias de sus puertas”.
El hermano menor de Manuel Godoy, entendiendo que se trataba de
un movimiento contra el favorito, quiso hacer frente a las tropas de
Fernando, pero los soldados no le obedecieron, recibió dos culatazos,
cayó por tierra y fue tomado preso.

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PEDRO SAAD 131

Todo el día 18 se buscó inútilmente al “Príncipe de la Paz”, que


parecía haberse esfumado en el espacio, hasta que se lo halló a la
madrugada de hoy, envuelto en una alfombra del desván.
Los guardias que lo encontraron saciaron en él la venganza que siente
todo el pueblo por los cuernos que le ha puesto al rey don Carlos, y así,
sangrando y casi a rastras lo llevaron a la presencia de Fernando.
El propio Godoy ha relatado del siguiente modo su encuentro:

“Aquella rara escena comenzó con un silencio indefinible.


Suspensos, atendiendo y alargando el cuello los que llenaban agolpados
la escalera y las entradas.
“Después, el Príncipe rompió el silencio y me dijo
“-Yo te perdono la vida.
“Yo le hice esta pregunta:
“-Vuestra Alteza, ¿es ya Rey?
“-Todavía no, me respondió. Pero lo seré muy pronto”.

Y así, de este modo subrepticio y a escondidas, como si se tratara de


una reyerta familiar entre gamberros, se resolvieron los graves problemas
de Estado que estaban (y siguen estando) en juego.
Claramente el pueblo de toda España ha recibido con regocijo el
cambio de gobierno, no sólo por la desaparición de la odiada figura del
favorito, sino porque se espera que Fernando pueda hacer frente de mejor
modo a la voracidad de los franceses, que cada día demuestran más
claramente que son invasores y no aliados.
En cuanto a nosotros, es indudable que las conmociones en la Madre
Patria tendrán reflejos muy graves en América, generando movimientos
políticos que al momento resultan imposibles de prever.
¿Será propicia la ocasión para los extremistas que, siguiendo los
dictados de gente como Eugenio Espejo, han venido hablando
constantemente de independencia de España?
No hay que descartar ninguna posibilidad al momento.
Y así fue?…

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132 ANTES DEL AMANECER

Quito, 25. URGENTE.– En la hacienda “Chillo-Compañía”,


propiedad de don Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre, se
reunieron el domingo, 25 de diciembre de 1808 un grupo de complotados,
dispuestos a no cejar en su intento de conseguir la emancipación total de
América.
A la reunión, convocada con el pretexto de celebrar la navidad,
acudieron varios cercanos amigos del marqués, casi todos discípulos del
extinto Eugenio Espejo, quien los agrupara en distintas sociedades,
públicas y secretas, hasta su fallecimiento el año 1795.
Allí estuvo lo más granado de la intelectualidad quiteña: el marqués
anfitrión, don Juan de Salinas y Zenitagoya, el coronel de milicias
Nicolás de la Peña Maldonado (nieto del célebre geógrafo Pedro Vicente
Maldonado), el Vicerrector de la Universidad, don Manuel Rodríguez de
Quiroga, el párroco de Píntag, doctor Riofrío y otro profesor
universitario (de Derecho Civil), el doctor Juan de Dios Morales, quien
ya se había destacado como abogado defensor del propio Espejo.
Según han llegado a saber nuestros corresponsales destacados en la
cercana población de Sangolquí, fue don Juan Salinas quien expuso el
plan de rebelión, que consiste en unos pocos puntos: las autoridades
españolas serán depuestas y, en nombre de Fernando VII, actualmente
en manos de Napoleón Bonaparte, se instalaría un gobierno provisorio,
que de inmediato se dirigirá a Cuenca, Guayaquil, Pasto y Popayán
(partes de la Audiencia de Quito), y solicitará el apoyo de Cali,
Cartagena, Santafé, Caracas, Lima y Chuquisaca.
Al despedirse, entrelazando sus manos del modo que los
francmasones llaman cadena de la unión, los complotados han jurado
reserva absoluta, lo que muchos atribuyen al carácter masónico de la
asamblea, pues en Quito funciona ya la Logia denominada Ley
Natural, cuyo “Venerable Maestro” (una especie de Presidente de las
Logias) es actualmente el Marqués de Selva Alegre, como se puso en
evidencia con el juicio incoado hace unos años contra el francmasón
guayaquileño José Pérez.
Aunque los movimientos independentistas se han sentido desde hace
mucho tiempo, y particularmente en los últimos años, es indudable que
las tensiones se agravaron con la muerte de don Luis Francisco Héctor,
Barón de Carondelet, bajo cuya Presidencia la Real Audiencia de Quito
sintió gran tranquilidad y progreso, especialmente en la capital, donde se

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PEDRO SAAD 133

llevaron a cabo varias obras públicas de importancia, incluyendo la


reconstrucción del propio Palacio Presidencial. Algunas voces,
generalmente bien informadas, opinan que el propio barón era miembro
destacado de la Masonería.
A su muerte, asumió interinamente el gobierno Diego Antonio
Nieto, quien cometió una serie muy grande de pequeños abusos, que
soliviantaron los ánimos y enardecieron los espíritus. el fantasma de
Espejo se sentía rondar nuevamente.
El 1 de Agosto de este año de 1808 se posesionó del cargo de
Presidente de la Audiencia don Manuel de Urriez, Conde Ruiz de
Castilla, quien llegó trasladado del Cuzco y cuya avanzada edad (unos 83
años) le resulta prácticamente paralizante para comprender las agitaciones
modernas.
Aunque muchos de sus conocidos afirman que el Conde es una
persona suave y fina en su trato personal, la vida lo ha puesto en trance de
ser o un monigote o una especie de verdugo de los republicanos.

Quito no es la única ciudad de América donde se viven estas


conmociones, pues ya se han visto antecedentes emancipadores en Cuzco,
en 1805, cuando los señores Manuel Ubalde y Gabriel Aguilar, viejos
amigos de su época de estudios, quienes hicieron circular (bajo forma de
una extraña profecía que supuestamnte tuvieron en sueños) de que “la
América iba a alzarse contra España”.
De las interpretaciones oníricas pasaron a la organización, y
reclutaron a varios amigos, uno de apellido Ugarte, y otro, Ampuero, que
se sumaron a la conspiración; pero un quinto asociado, un tal Mariano
Lechuga, denunció a los patriotas, y fueron sometidos a juicio.
Se desempeñaba a la sazón como Presidente de la Audiencia de
Cuzco un funcionario bien conocido por su ferocidad, pues había sido el
encargado de reprimir la rebelión de Túpac-Amaru, quien, como se
recordará, fue descuartizado miembro a miembro en la plaza pública del
Cuzco, pero antes se le obligó a que presenciara la muerte de su mujer y
su hijo.
De modo que Ubalde y Aguilar sabían que no cabía esperar
clemencia de este hombre.

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134 ANTES DEL AMANECER

Y no la tuvieron, ya que fueron ahorcados en el mismo sitio que


Túpac-Amaru.
El nombre del Presidente no era otro que Manuel de Urriez, Conde
Ruiz de Castilla.
Pero tampoco ese movimiento cuzqueño fue el primer anuncio de los
nuevos vientos de emancipación de la América…
Don Francisco de Miranda, a quien muchos llaman con sobrada
razón El Precursor, volvió a América, luego de un largo periplo por
Europa, a fines de 1805, y pocos meses más tarde organizó una
expedición naval para liberar su nativa Venezuela, como preámbulo para
la emancipación general del continente.
En agosto del año 1806 liberó las primeras ciudades autónomas de
América del Sur y, aunque Miranda fue derrotado por las fuerzas
realistas, su germen prendió en los espíritus libertarios, que comenzaron
a agruparse a través de las Logias Masónicas (también llamadas
Lautarinas) fundadas por don Francisco.
Aunque no podamos afirmar totalmente que la Sociedad de Amigos
del País o la originaria Escuela de la Concordia fueran propiamente
Logias Masónicas en el sentido completo del término, es evidente que en
otras latitudes, y muy particularmente en La Paz y Chuquisaca, sí
funcionan Logias que tienen entre sus iniciados a muchos líderes
dispuestos a entregar la vida en aras del ideal de emancipación, como el
intelectual mestizo don Pedro Domingo Murillo, quien parece una
réplica casi perfecta de nuestro Espejo, tanto por su origen étnico cuanto
por su inteligencia y carácter.

T T T

Poco después recibiríamos el siguiente despacho desde la tierra de


Murillo?…
La Paz (Alto Perú). URGENTE.-Un movimiento independentista se
ha desatado en esta capital, reclamando la total autonomía con relación
a España y una mejor atención a los problemas económicos y sociales de
los indios y mestizos.

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PEDRO SAAD 135

De hecho, la resolución, adoptada a las 8 pm. de este día, establece


que los infrascritos “a nombre del pueblo, declaran y juran defender con
su sangre y fortuna la independencia de la Patria”.
El carácter radical de la transformación se evidencia en la
conformación de una denominada Junta Tuitiva, que se proclama
“defensora de los derechos del pueblo”, estipulando que estará conformada
por “un indio principal de cada partido”.
Esa Junta, y al parecer todo el movimiento, está presidida por el
intelectual mestizo Pedro Domingo Murillo.
Por lo visto, a juzgar por el grado de elaboración y cuidado que sus
documentos manifiestan, el movimiento se ha preparado en el curso de
varios meses (y acaso años), ya que se presentan al público con
expresiones de profundidad filosófica, que no podrían justificarse sin un
alto grado de preparación previa, como se verá en los fragmentos que
extraemos de la Proclama de la Junta…

“Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro


en el seno mismo de nuestra Patria… Hemos visto con
indiferencia, por más de tres siglos, sometida nuestra
primitiva libertad al despotismo y a la tiranía de un
usurpador injusto que, degradándonos de la especie
humana, nos ha reputado por salvajes y mirado como a
esclavos…

“Hemos guardado un silencio bastante parecido a la


estupidez que se nos atribuye, sufriendo con tranquilidad
que el mérito de los americanos haya sido siempre un
presagio cierto de humillación y ruina…

“Ya es tiempo, pues, de sacudir yugo tan funesto a


nuestra felicidad… Ya es tiempo de organizar un
sistema nuevo de gobierno, fundado en los intereses de
nuestra Patria, altamente deprimida por la política de
Madrid…

“Ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la


libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el

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136 ANTES DEL AMANECER

menor título y conservadas con la mayor injusticia y


tiranía”.

Ésta parece ser la intención oculta de los reunidos en la hacienda del


marqués.

Y así llegamos al momento en que se produce el desenlace de todo


este período, aunque no sería de las transformaciones y combates, que no
hacían sino comenzar.

Pero la semilla de ese amanecer ya estaba sembrada?…

¡ Revolución en Quito !

Este jueves 10 de agosto de 1809, en Quito se proclamó una Junta


Soberana, presidida por don Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva
Alegre, que virtualmente ha separado al país de las autoridades
peninsulares.

El hasta hoy Presidente de la Audiencia, conde Ruiz de Castilla, se


encuentra detenido. Quito ha sido de esta manera la primera capital en
sumarse a la actitud tomada por Sevilla, donde ya existe una Junta
Central de defensa de los derechos de Fernando VII.

Más que agobiar al lector con nuestros comentarios, creemos que los
documentos expedidos ayer, un Acta y un Manifiesto, hablan por sí
mismos. En ambos reconocerá el lector aguzado el rastro de la
Declaración de Independencia norteamericana, especialmente en la
insistencia de exponer las razones y enumerar los derechos, así como de
la Declaración de la Junta Tuitiva que se manifestara en La Paz, Alto
Perú, hace pocas semanas.

No se trata de copias. Quizá ni siquiera de influencias, pues las


noticias de Bolivia aún no habían llegado a Quito, sino de las normales
coincidencias de criterios vigentes entre pueblos que buscan su lugar
autónomo en el concierto de las naciones.

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PEDRO SAAD 137

Del Acta de la Independencia

“Nos, los infrascritos diputados del pueblo, atendidas las presentes


críticas circunstancias de la nación, declaramos solemnemente que han
cesado en sus funciones los magistrados actuales de esta capital y sus
provincias. (sigue una enumeración de los representantes)

Declaramos que los antedichos individuos, unidos con los


representantes de los cabildos de las provincias sujetas actualmente a esta
gobernación, y los que se unieren voluntariamente a ella en lo sucesivo,
como son Guayaquil, Popayán, Pasto, Barbacoas y Panamá, que ahora
dependen de los virreinatos de Lima y Santa Fe, los cuales se procurará
atraer, compondrán un Junta Suprema, que gobierne interinamente,
nombre y como representante de nuestro legítimo soberano, don
Fernando VII, mientras Su Majestad recupere la península o viene a
imperar entre nosotros”.

Del Manifiesto de la Junta

“Un pueblo que conoce sus derechos; que para defender la libertad e
independencia ha separado del mando a los intrusos y está con las armas
en la mano, resuelto a morir o vencer, no reconoce más juez que a Dios;
a nadie satisface por obligación, pero lo debe hacer por honor. En esta
inteligencia, el de Quito da razón al mundo entero de su conducta, tocante
a los acontecimientos del día.

“No se nos ha tenido por hombres, sino por bestias de carga,


destinadas a soportar el yugo que se quería imponer (...) lo que se ha
observado con el mayor dolor es que se ha hecho por los españoles
europeos la más ultrajante desconfianza de los americanos. Nada se les ha
comunicado; todo se les ha reservado con el más particular estudio, de
suerte que ninguno de los acontecimientos funestos, por pequeño que
haya sido, lo ha participado el gobierno (...).

“De estos hechos nacen dos consecuencias evidentes: primera, que el


mismo derecho que tiene ahora Sevilla para formar interinamente una
Junta Suprema de Gobierno tiene para lo mismo cualquiera de los reinos
de la América (...); y, segunda, que habiendo cesado el aprobante de los
magistrados, han cesado también éstos en sus funciones, quedando por
necesidad la soberanía en el pueblo”.

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138 ANTES DEL AMANECER

Como se ve, el tono revolucionario y la carga de valores conceptuales


es muy grande.

Desfortunadamente, la experiencia – política y militar – no corre


pareja con esas buenas intenciones.

El pueblo canta

Desde que se conoció el alcance de la transformación de ayer, el


pueblo se ha lanzado a las calles y, ocurrido y saleroso como ha sido
siempre el quiteño, prontamente han surgido coplas y cánticos alusivos a
la política. Reproducimos algunos de ellos, que tienen más de pasión
libertaria que de rigor métrico?…

¡Abajo, malditos godos!


¡Viva la Junta!
Libertad queremos todos,
independientes vivir;
con ellos de todos modos
este vivir es morir.
Que nos manden no queremos
autoridades de fuera.
Ya no las toleramos
y el que contradiga, muera.
Si libres no hemos de ser,
más vale, como los Incas,
sepultados perecer
y no de España ser fincas.

Y – por ahora – eso es todo sobre este tema. Pero ya volveremos…

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Para Saber más…
Si usted desea –como se lo insistimos–
estudiar más a fondo estos procesos y personajes,
le recomendamos algunas lecturas…

NUEVA HISTORIA DEL ECUADOR: Volumen IV. Editorial CEN Quito,


1989. Especialmente los artículos?…

Manuel Miño Grijalva: “La economía de la Real Audiencia de Quito”

Christiana Borchart de Moreno: “Origen y conformación de la hacienda


colonial”

Carlos Marchán R.: “Economía y sociedad durante el siglo XVIII”.

Además?…

M. Rodríguez Lapuente: “Historia de Iberoamárica”. Editorial Sopena.


Barcelona, 1974.

Josep Fontana: “La crisis del Antiguo Régimen”. Editorial Grijalbo. Barcelona,
1979.

Abel Romeo Castillo: “Los gobernadores de Guayaquil del siglo XVIII”.


Editorial AHG. Guayaquil, 1978.

Michael T. Hamerly: “Historia social y económica de la antigua provincia de


Guayaquil”. Edit. AHG. Guayaquil, 1973.

María Luisa Laviana Cuetos: “Guayaquil en el siglo XVIII”. Editorial EEHA.


Sevilla, 1987.

Julio Estrada Ycaza: “El puerto de Guayaquil”. Editorial BCE. Guayaquil, 1990.

David Ogg: “La Europa del Antiguo Régimen”. Editorial Siglo XXI. México,
1976.

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CONTIENE

Unas palabras previas…… 7


Antes del Amanecer
Antecedentes de la Independencia 9
Absolutismo y “democracia” 15
El siglo de las luces 18
Primer paréntesis: Avances culturales en el siglo XVIII 21
Gobernantes de las potencias 26
A todo esto… en España 31
¿Reformas Borbónicas? 33

1. REFORMAS ADMINISTRATIVAS 35

2. REFORMAS ADMINISTRATIVAS EN AMÉRICA 35

3. REDISTRIBUCIÓN DEL ESPACIO 36

4. CABILDOS Y AUTONOMÍAS 38

5. ECONOMÍA Y COMERCIO 39

Segundo paréntesis: Las maquiladoras en el siglo XVIII 44

6. EJÉRCITO 47
Tercer paréntesis: La increíble (pero verdadera)
Historia de don Blas de Lezo y Olavarrieta 48

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7. LA IGLESIA 55

Cuarto paréntesis (teológico):


“La sabia moderación” de San Alfonso de Ligorio 56

Mientras tanto… Acá, en Ecuador. 60

Quinto paréntesis: Sucesos ecuatorianos del siglo XVII


que anticipan el XVIII 61

Sexto paréntesis: Los jesuitas 65

Séptimo paréntesis: Guayaquil 70

Octavo paréntesis: los obrajes. 72

Los sucesos locales del siglo XVIII 75

Noveno paréntesis: del Incario a los patriotas


(pasando por los españoles) 75

Un período de conmociones 78

Un mini-paréntesis: El “Fuego Grande” de 1764. 88

Un grato paréntesis: Algunos personajes ilustres 90

Antecedentes 105

Los Barrios de Quito 110

Un paréntesis dentro del paréntesis: Los periódicos. 117

Nuevo paréntesis: Breves apuntes para una Teoría del Mestizo 120

De vuelta a Europa 126

¡ Revolución en Quito ! 135

Del Acta de la Independencia 136

Del Manifiesto de la Junta 137

El pueblo canta 138

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