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Conferencia leída, in absentia, en el “Simposio viajeros colombianos en Francia y franceses en Colombia”. Paris,
Embajada de Colombia, noviembre de 2001.
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Para simplificar, uso la expresión Colombia, correcta para los períodos de 1819 a 1831 y para el período posterior a
1861, para todo el siglo. Por supuesto, entre 1831 y 1861 el país se conoció ante todo como Nueva Granada, aunque
entre 1857 y 1861 el nombre legal era diferente. Los viajeros siguen hablando de la Nueva Granada más allá de esta
fecha.
1
Durante el siglo XIX el relato de viaje adquiere algunos rasgos que
lo diferencian, al menos en parte, de las narraciones habituales
durante la era de los descubrimientos. Los viajeros del siglo XVI y
XVII se dedican, para empezar con una generalización algo
arbitraria, ante todo a crónicas de aventura, historias narradas por
los protagonistas o sus acompañantes. Muchas son expediciones
marinas, mientras otras narran el encuentro entre los
conquistadores y los pueblos conquistados. Básicamente son viajes
de descubrimiento, como los que se reúnen en las colecciones de
Richard Hakluyt y de otros editores desde el siglo XVI. Conforman
una primera forma literaria del contacto entre Europa y las colonias,
a la que se añade gradualmente, pero sobre todo en el siglo XVII, la
narrativa científica, la expedición que quiere llenar los vacíos de
nuestro conocimiento geográfico o natural.
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pasa rápidamente, toma notas y hace sus croquis; usualmente
acompañado de un nativo que lo guía y cuida. Es, o al menos se
pretende, un simple testigo.
3
A otros los contrata el gobierno para asuntos de vías de
comunicación o minas, como a Joseph de Brettes y Jorge Brisson.
Otros vienen ante todo por curiosidad y deseo de aventura, como
Gaspard Mollien. Eliseo Reclus llegó a establecer un proceso de
colonización proyecto colonizador, aprovechando la legislación que
concedía tierras y buscaba estimular la inmigración. Otros vinieron
en desarrollo de un proyecto comercial, como la apertura del canal
de Panamá, que dejó las narrativas de Armand Reclus, el hermano
de Eliseo, y de Napoleon Bonaparte Wise. La Madre Marie Saint
Gauthier vino a abrir un colegio de monjas. August Le Moyne,
aunque aficionado entusiasta de la entomología, llegó como un
joven representante diplomático, cuando Colombia buscaba el
reconocimiento de las principales naciones europeas. Otros
vinieron, parecería, estimulados por el afán periodístico de
responder a una creciente demanda de información sobre mundos
exóticos, que daba público a revistas como Le Magasine
Pittoresque o Le Tour du Monde, en el que se publicaron
narraciones científicas, como la de Édouard André, y otras que
combinan preocupaciones científicas con un relato más literario y
periodístico, como las de Jules Creveaux, Jean Chaffanjon, Charles
Saffray o Pierre d'Espagnat.
En todo caso, hay que recordar que estos viajeros escriben ante
todo para el público europeo, y que la excepcional publicación de
algunos de sus textos en los periódicos colombianos no estaba en
sus planes. Son, pues, ante todo intermediarios entre un mundo
todavía nuevo y en buena parte exótico y unos lectores que se
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saben diferentes y civilizados. Una diferencia fundamental se refiere
a la naturaleza, cuya fuerza primitiva caracteriza buena parte del
nuevo mundo, y que ha sido domesticada por la ciencia y el trabajo
en Europa. En el siglo XIX, en especial, la civilización europea
asumió en forma creciente una visión de si misma como
encarnación del destino humano, que habría de extenderse desde
los países industriales y capitalistas hasta la periferia salvaje. El
viajero acompañaba entonces el proceso de conocimiento científico,
de búsqueda de nuevas realidades naturales, inextricablemente
unido a la perspectiva de explotación de nuevos recursos naturales,
de civilización y evangelización de pueblos atrasados. Al mismo
tiempo, el desarrollo urbano europeo y la progresiva humanización
del paisaje rural generaron, en intelectuales y descontentos, la
visión de una naturaleza primitiva más cercana a la naturaleza
original del hombre, menos alterada por una civilización que
muchos de sus miembros veían como destructiva. El mito del buen
salvaje, constituido en buena parte a partir de las descripciones del
hombres americano y elaborado inicialmente por pensadores como
Montaigne, se reactualiza débilmente en el momento mismo en el
que el progreso amenaza con destruir todos los restos del atraso. El
romanticismo expresa su nostalgia en la construcción de paisajes
salvajes en Europa, de jardines ingleses desordenados y naturales,
frente al paisaje racionalista de los jardines versallescos, pero sobre
todo en el elogio de una naturaleza en la que el hombres se
encuentra frente a la obra original de Dios y reconoce en ella la
mano divina.
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mirada que de ella asumen los pueblos en camino de civilización,
en especial en aquellos sitios en los que coincidió este proceso con
los esfuerzos de constitución de una sociedad nacional. En
América, la naturaleza descrita por el viajero es retomada muchas
veces por los escritores locales, que al mismo tiempo que
incorporan la mirada europea del progreso -la idea de una
naturaleza que debe ser dominada y explotada- tratan de valorar su
propia tierra para conformar la comunidad imaginada de la nación..
El viajero europeo se mueve entonces en una ambigüedad de juicio:
caracteriza al nativo a la vez por la pereza de una sociedad que no
aprecia los valores del progreso, el trabajo o el esfuerzo y por la
bondad natural que quizá el desarrollo destruirá y corromperá. La
naturaleza es a veces la selva primigenia que debe destruirse para
dar campo a la agricultura o la minería, o la majestuosa
representación de algo más poderoso que los hombres y cuya
destrucción será una pérdida.
3
Mary Louise Prat, Imperial Eyes: Travel Writing and Transculturation. London and New York: Routledge, 1992, p.
154. Aunque este texto es bastante agudo, la selección de ejemplos es muy selectiva y sus argumentos son bastante
reductivos. La visión de los latinoamericanos como prontos imitadores de la civilización europea es quizás más
frecuente en los viajeros ingleses, que están en el centro de su análisis, que la idea de que son un pueblo atrasado
que debe sojuzgarse. Los franceses, por su parte, muestran lógicamente una mentalidad menos imperial.
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el mundo salvaje, y esbozar y anticipar el programa de anexión del
mundo salvaje por una cultura europea central. El colonialismo está
estrechamente vinculado a una visión racista, en la cual se afirma la
superioridad natural de los blancos sobre negros o indios, o sobre
las nuevas razas surgidas de su mezcla. Y usualmente se
acompaña del machismo, revelado en las descripciones sugerentes
de las mujeres tropicales.
Una mirada global a los textos de los viajeros franceses del siglo
XIX confirma, al menos al nivel puramente descriptivo, la tendencia
a mirar a la Nueva Granada a la luz de la contraposición entre
civilización europea y barbarie y salvajismo local, a ver su
naturaleza como una selva destinada a convertirse en plantación,
así como la existencia de una serie de representaciones más o
menos estereotipadas de los diferentes grupos locales. También es
fácil ver allí una peculiar representación de las mujeres de
Colombia, que define aquellas que pertenecen a ciertos grupos en
términos de sensualidad y a otros como paradigmas de un
tradicionalismo que representa una forma de ignorancia más que de
barbarie. Estos estereotipos se reconocen también fácilmente en las
ilustraciones que acompañan los relatos de viaje, con sus selvas
plagadas de animales y fieras exóticas de gran tamaño, sus
imágenes de indios, negros y mestizos, sus viajeros elegantemente
vestidos, indiferentes al peligro del que los defiende su asistente,
con mujeres que a medida que se popularizan los relatos de viajes
están cada vez más desnudas.
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que perciben el papel muy secundario- al menos en términos
económicos y políticos- de su patria en las nuevas colonias, y que
ven con desconfianza el predominio inglés, tienden a subrayar las
posibilidades de avance de las nuevas naciones, a insistir en
aquello que eventualmente las acercará a Europa. 4 Al mismo
tiempo, la variedad de grupos étnicos locales da oportunidad para
asignar virtudes y defectos con cierta pretensión de imparcialidad,
para contraponer los rasgos positivos de unos con los negativos de
otros, y para construir un continuo de niveles de progreso y
cercanía a Europa en sus caracterizaciones del mundo colombiano.
Por otro lado, a lo largo del siglo varían los temas de atracción e
interés. El entusiasmo, no por cauteloso menos real, de los
primeros viajeros, cercanos a la época de la independencia, con
una sociedad que se presenta como republicana e igualitaria, cede
rápidamente, y en la segunda mitad del siglo predominan los
proyectos prácticos y las descripciones en las que domina lo
científico y la presentación cada vez más anecdótica y pintoresca
del presente, sin anticipos de futuro ni muchos juicios generales
sobre el mundo político: apenas la queja por una guerra o la
extorsión de un funcionario.
4
Durante el siglo XIX el mayor número de relatos de viajes lo escriben los ingleses, seguidos de los franceses y los
norteamericanos.
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con su belleza y su magnificencia usa el mismo vocabulario cuando
se trata de Italia o Sicilia que cuando se habla de América. El
contraste entre esta naturaleza y la pobreza, entre la riqueza natural
y la miseria de los hombres, las descripciones de suciedad y
enfermedad, de indolencia e ignorancia, aparecen también cuando
el viajero mira su periferia nacional o europea, la Irlanda de los
ingleses o los barrios pobres de las mismas capitales europeas.
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y de narraciones anecdóticas en las que se presentan las
costumbres y los personajes neogranadinos. No sigue una estricta
secuencia cronológica, como la mayoría de los viajeros, que
simplemente siguen en su narración la ruta del viaje: los textos
científicos imponen a veces una estructura temática, en la que se
presenta de una vez todo lo que se va a decir de una región, una
mina.
La contraposición entre páginas de descripción geológica y química
y escenas muy vivaces y espontáneas invita a una lectura a saltos:
no era un libro de viajes orientado claramente a satisfacer las
demandas usuales del género. Del mismo modo, su destino
eventual a un circulo de lectores reducido, de amigos, puede
explicar la espontaneidad tan fuerte de las anécdotas. Parecen
narraciones orales, en las que el autor trata de divertir al oyente, de
encontrar lo humorístico o lo picaresco. Boussingault no sigue en
general las convenciones del género: no hay descripciones
generales del carácter nacional neogranadino, de las características
de los negros o los indios, de la pereza de los criollos: apenas unos
breves comentarios de paso. Los personajes que debió conocer
aparecen fugazmente: apenas unas líneas sobre Bolívar o
Santander. El juicio sobre las instituciones políticas, su estabilidad o
conveniencia está también ausente. La emoción ante el paisaje, la
descripción embelesada de selvas o montañas está también
ausente. Las maravillas del Nuevo Mundo le sirven más bien para
una breve parodia, que hace recordar el texto de Evelyn Waugh
sobre el Etna: "Nunca podré olvidar... No creo que nunca llegue a
olvidar esa vista del Etna en el crepúsculo. Nada que haya visto en
Arte o Naturaleza ha sido nunca tan repulsivo...". En forma similar
Boussingault, con sus amigos, se entretiene creando irónicas y
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maravillas imaginarias: "El río Cauca ofrece el fenómeno de tener
una de sus riberas plantada con caña de azúcar y la opuesta con
limoneros y naranjos; al venir la maduración de las frutas
botábamos al agua los limones, las naranjas y la caña de azúcar y
el Cauca se convertía en un río de limonada.. Se confeccionan
pasteles de hormigas, echando harina en los hormigueros que son
grandes como casas....El árbol de la leche....este árbol milagroso
permite suprimir las nodrizas: libra de los penosos deberes de la
maternidad; de ahora en adelante el papel de la mujer se limitara a
hacer hijos; el árbol se encargara de nutrirlos con su leche...".(III,
58-59)5
5
Saffray, hacia 1870 se quejó de la "fantástica imaginación" de los viajeros de gabinete, que habían divulgado
noticias fantásticas acerca del árbol de vaca o de la leche. Difícilmente podía pensar en Boussingault, que no había
publicado sus notas. Pero podría ser que Boussingault hubiera hecho su broma pensando en algún texto anterior.
Humboldt, en su Diario, que estuvo inédito hasta el siglo XX, habla del árbol de la vaca: "hemos descrito un árbol, el
palo de vaca, cuya leche aromática y espesa se recoge en totumas, haciendo incisiones en el tronco. Los negros de
esa zona beben una leche vegetal no cáustica, agradable y ¡muy nutritiva! Esa leche, tratada con ácido nítrico, da
caucho, y poniéndola al sol deja caer una especie de queso carmelita muy espeso, que fermenta como queso
animal. En esa forma hemos enviado dos recipientes, mezclada con álcali, el señor Fourcroy. En el río Iscuandé, en el
mar del sur, existe un árbol Sande, cuya leche beben los nativos de esa zona. Así, también el palo de vaca."
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ociosa o ignorante" (50-52). O que "las damas importantes de
Bogotá son generalmente bellas, frágiles, delicadas y anémicas...
Su débil constitución contrasta con la robustez de las mujeres del
pueblo, con su tez rozagante... (56) Pero el joven Boussingault no
se deja leer como el típico viajero europeo, con su carga de
prejuicios imperiales, con su afán de establecer una distancia con el
nativo. El lector, acaba interesado por los pasajes ocasionales que
revelan su erotismo, por el divertido e irónico disfrute de una
sexualidad fácil, poco complicada y quizás machista. Boussingault
narra, como no lo hará luego ningún viajero, las rápidas conquistas
que hace, la sexualidad más o menos abierta que parece regir en
una sociedad que acaba de pasar por una guerra y en la que los
militares que han reemplazado en la cúspide social a los españoles
imponen ciertas costumbres menos puritanas. Sus referencias a las
mujeres están casi siempre en este contexto. En el primer banquete
al que asiste, en Venezuela, debe permitir que se siente en sus
rodillas una abundante mulata. A donde va, alguna extranjera se le
mete por las ventanas durante la noche, alguna negra se le
desnuda para mostrarle sus encantes. Incluso enfermo, el
tratamiento que le recomiendan es leche de mujer, que la nodriza
prefiere darle directamente, en una historieta que Boussingault
narra con evidente regocijo: "viendo que tenía dificultad para comer
porque mis labios estaban ulcerados, se le ocurrió darme de
mamar: era delicioso! Yo aprovechaba el privilegio que tienen los
bebes de apretar y palpar el seno que los alimenta: que tetas!". Las
mujeres de posición social alta se describen siempre para sugerir su
ligereza, sus aventuras: apenas conoce a Francisco Antonio Zea en
París, quien lo contrata a nombre del gobierno colombiano, lo
describe como encorvado y envejecido, pero casado con una joven
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de "rara belleza", una "mujer excelente", "llena de salud, pero la
atendía asiduamente un joven médico mexicano". (I, 103) En
Bogotá, nos menciona a una dama que hacia de alcahuete a la
esposa del primer ministro. Las páginas sobre Manuelita Sáenz, la
amante de Bolívar, son conocidas. Le sirven para recordar que
alguna vez pagó, con otros oficiales locales, para ver un
espectáculo de amor o sexo entre dos mujeres, y sobre todo para
mostrarnos a una Manuelita muy poco pudibunda: la narración
culmina en la descripción de cómo Manuelita, para mostrarle unos
bordados, se alzó sus faltas y le dejó ver sus bien torneadas
piernas...
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con probabilidades de que el santo no se desacredite...Y la misma
ironía sirve para contraponer al lugar común (que ya aparece en los
viajeros ingleses de estos años, y en otros franceses como Mollien)
de la pereza y la incultura local frente a la cultura europea su
descripción de la vida en las minas de Marmato: "Los trabajadores
bajo mis ordenes eran negros esclavos, negros libres, mulatos y
mestizos, lo cual, en mi aislamiento, me daba un gran sentido de
seguridad;: gentes sobrias, sumisas y leales que mantenían en
respetuosa distancia a los 150 obreros europeos, hombres
turbulentos, aficionados al licor en su mayoría".
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conquista de la naturaleza, expresada en su exitoso montaje de las
minas de Marmato, en el que narra como puso a producir de todo,
en forma planeada y eficiente, a una zona inhóspita, la conquista
que narra con mayor placer es la de la sensualidad de las negras
exuberantes. Su encuentro con una mulata es ejemplar: “Luego,
colocando en tierra la luz que traía, me hizo una exhibición de si
misma: era una bella estatua. ¡que músculos! !Qué senos! y todo
proporcionado a su estatura, 1.58 metros.” Y en el viaje al Chocó,
entre los chamíes, narra con toda la picardía la escena de indias
desnudas que se arrodillaban a besar el suelo en la iglesia,
mientras el estaba cerca a la puerta, en el mejor sitio para ver el
espectáculo. El entusiasmo con el que describe las nativas
contrasta con la austeridad científica que quiere darle a la
descripción de la naturaleza. “La ciudad se halla a la extremidad de
una meseta formada por un granito bastante raro de pequeños
granos, convertido probablemente en sienita...Tuve que dejar las
delicias de Rionegro...”
15
vegetación espléndida que hay en las orillas de un río majestuoso,
cuando se sale de una región selvática...” 6
6
p. 70.
16
medio de soledades tan espantosas como las de África había
proclamado y hecho suyos unos principios políticos que parecían
serle del todo extraños" (45) Quiere además, y esto lo reitera una y
otra vez, evaluar el papel de Francia en las nuevas naciones, su
presencia comercial, sus perspectivas, frente al naciente pero ya
firme predominio inglés. Viene, además, a escribir para el público
europeo, y en 1824 al poco tiempo de su regreso a Europa (sale de
Colombia en noviembre de 1823, casi al año exacto de su llegada)
el libro está ya en circulación, en ediciones casi simultáneas en
inglés y francés (1825), a las que siguen, en poco tiempo, ediciones
suecas (1826), alemana e italiana (1830). La traducción española
sólo se hará en el siglo XX, pero apartes de su texto se publican en
la Gaceta de Colombia en 1826, con notas críticas que, aunque sin
firma, son de Francisco de Paula Santander, y que muestran la
temprana preocupación de los dirigentes criollos por la forma como
los europeos miran al país. 7
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resulte hostil a la nueva organización política, por su tradicional
alianza con las monarquías.
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la indolencia y con el buen carácter de los hombres que se llaman
blancos, de modo que, a pesar de su pereza, parecen activos y
laboriosos" (60) En el Magdalena, los negros le parecen
"degenerados", temerosos de una naturaleza que, en comparación
con la del África, le parece poco terrible. (68) Las viñetas
costumbristas nos muestran unas ciudades con una sociedad
ansiosa de aprender, con mujeres relativamente libres, muy amigas
del tabaco y del juego...y aldeas llenas de "salvajes", de "población
enclenque y enfermiza" (258)
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considerar que estos campos fueron antaño cultivados por un
pueblo desgraciado que llora tal vez lejos de estas tierras, de las
que fue el único legítimo dueño. Pero... al pensar en la barbarie en
que debía vivir, agrada poder pasearse sin temor alguno por estos
bosques que animan los mugidos de los ganados...se encuentran
ahora en ellos la civilización y las apacibles costumbres a las que
un europeo no es indiferente." (127)
20
y moral de los pueblos de aquellos partes del Nuevo mundo que he
recorrido" 353.
21
descripción de los diferentes grupos étnicos en la que combina sus
presuntos rasgos físicos, sus cualidades morales y hasta sus
formas de autopercepción.
22
algunos restos de poblaciones salvajes y errantes; pero ¡qué no
prometen para más tarde, cuando el cultivo se apropie de ellos!."(4)
O "inmensas llanuras cubiertas de bosques...abundan en maderas
de construcción, de ebanistería, de tintura" (91). Le Moyne confirma
que ha hecho las lecturas adecuadas: cita a Humboldt desde las
primeras páginas ("el encanto de las noches hermosas de las
regiones tropicales, donde, según Alejandro de Humboldt, las
estrellas brillas con una claridad cuatro veces mayor que en las
zonas templadas"(13), así como a los demás viajeros franceses,
como Saffray,9 Reclus y Gabriac (1868)
9
Saffray hace el mismo comentario sobre la intensidad del brillo de las estrellas.
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precedía a la cuaresma, las costumbres de la población. Lo
sorprenden las bogotanas: las encuentra alegres, ingeniosas,
inteligentes pero incultas, tienen, según él "una excesiva libertad de
expresión" en las conversaciones que acaba encontrando preferible
a la gazmoñería europea. También le llama la atención la frecuencia
de relaciones extramatrimoniales en la clase media, el elevado
número de hijos ilegítimos criados en la familia legal, así como que
las señoras fumen tabaco. En todos estos aspectos sin duda, triunfó
luego una actitud más restrictiva. Le aterra la ineficiencia y la
parcialidad de la justicia, lo mismo que el reclutamiento, la
inestabilidad de los gobiernos, los pronunciamientos militares.
24
sus dificultades, y en la descripción de costumbres y hábitos
sociales, con una frecuente búsqueda de los incidentes más
pintorescos -una de las más extensas narraciones se refiere, al final
del libro, al comerciante de Cartagena que pidió 2 o 3 micos a
Honda, y recibió 203, que se escaparon y casi desbaratan la ciudad
-, descritos sin demasiado entusiasmo y en los que a veces surgen
los rasgos que debían verse como defectos de criollos o indígenas.
Son pocas, casi inexistentes, las generalizaciones sobre los rasgos
de los indígenas o los criollos, aunque las críticas al ocio o a las
pretensiones de pureza de los más blancos no le impiden señalar
sus preferencias estéticas por estos grupos: "El europeo que acaba
de abandonar los bordes del Magdalena, donde se había habituado
a no ver casi sino mulatos y negros indolentes que viven en
miserables chozas, se sorprende agradablemente al reencontrar en
Guaduas habitaciones de apariencia limpia y una población
relativamente activa en la que domina la raza blanca y que, en
virtud de la ley de los contrastes, las mujeres le parecen con sus
formas delicadas y flexibles distinguirse particularmente por cierta
gracia en su aire y sus arreglos..." También reitera la opinión de
Mollien, que puede tener algo de respuesta anticipada a las críticas,
en todo caso menos probables por lo tardío de la publicación: no
omite reiterar la opinión de Mollien, de que los colombianos se
ofenden fácilmente con las opiniones de los extranjeros: "un gran
orgullo nacional herido con frecuencia por la superioridad que sobre
ellos asumen los hombres del viejo mundo, y que en realidad tienen
en muchos aspectos... (II, 174)
25
Le Moyne con los políticos más moderados de la Nueva Granada, y
una discusión de las causas de la inestabilidad política, puramente
descriptivo: la intolerancia política, el fanatismo de los curas, la
pobreza de la educación.
26
se publican los relatos del viaje de Charles Saffray en 1861 11 (en
1872 y 1873, vols 24, 25 y 26), de Edouard André de 1875-76 (en
1877, vol 34 y de Jules Crevaux en 1881 (vols: 41, Iza y Yapura) y
1882 (vol 44: Magdalena y Orinoco). En 1888 publicó el viaje de
Jean Chaffanjon por el Orinoco, que serviría de inspiración para el
libro de Julio Verne, Le superbe Orenoque (1898). Allí también en
1876, 77, 78 y 80 se publicó el relato de Armand Reclus sobre el
Darién y el istmo de Panamá. Esta revista, con sus excelentes
ilustradores, y la gran cantidad de autores que logró publicar,
constituye probablemente el más notable esfuerzo editorial de su
género en el siglo XIX: otras subrayaron el valor científico de los
estudios, mientras que la Tour du Monde parece haber buscado un
público ilustrado amplio. Sobrevivió hacia 1914, cuando quedaba
poco mundo por explorar. Aunque los viajeros venían impulsados
por distintas razones y con el apoyo de diversas instituciones, el
escribir sus aventuras se dirigen a un publico que estas revistas
cultivan
27
exóticos, los curanderos indígenas adquieren una presencia mucho
mayor, y la descripción intenta hacerse más novelesca.
28
primeros viajeros en interesarse por la cerámica y la orfebrería
precolombinas, que encuentra estética y técnicamente valiosas.
Señala en el texto como dibujó alguna especie o una obra de
arquitectura: sus esbozos conforman el primer gran conjunto de
grabados sobre la Nueva Granada, más de 60, y representan un
cambio fuerte en la calidad del dibujo: de los esbozos de líneas
simples del libro de D'Orbigny, hechos por Samson y Boilly, se pasa
a unos dibujos que buscan la repesentación adecuada de los
matices del gris a través de tramados muy detallados: se trata de
dibujos de Alphonse de Neuville y Edouard Riou.
29
Considera muy atrasada, muy poco europea la sociedad local, pues
la conversación no es posible: "donde no hay bailes, ni conciertos,
ni teatros, ni crónica...". "Pero seamos justos: hay algunos salones
escasos, amoblados a la europea, donde se encuentran varias
buenas tradiciones, y se forma lentamente el núcleo de la verdadera
sociedad " (95). Sin embargo, el juicio negativo de lo local por su
falta de europeización no se mantiene consistentemente, y la
aceptación romántica de la vida primitiva surge a veces: "los
ribereños del Cauca son tan felices como puede serlo el hombre; en
medio de aquella hermosa naturaleza pueden satisfacer fácilmente
necesidades que nada tienen de ficticio. Viven todas las afecciones
dulces y no aspiran a las luchas de nuestras grandes ciudades. El
genero de vida allí parece el más conforme con la naturaleza (229)
30
ciudad que describe muy superficialmente, hasta el punto de hacer
pensar que puede estar hablando de oídas. En esa "nueva Atenas"
(es la primera utilización de la conocida comparación 12) la inmensa
mayoría no sabe nada o apenas sabe alguna cosa [...] y todo está
por hacer en cuanto a la educación elemental y clásica y a la
enseñanza de las artes liberales". Vuelve a Cali y el gobernador le
roba sus colecciones científicas y tiene que pagar un rescate de
seis mil pesos para que lo suelten, por haber ayudado a los
conservadores. Por último va a Nóvita y a Quibdó, y para finales de
1862 está en Panamá.
12
En realidad, como lo mostró Carlos Rincón, Reclus había hablado ya, en 1864, de que los colombianos, como los
argentinos, querían tener su Atenas propia. Carlos Rincón, “Athens of South America”. En Harvard Review of Latin
America. United States, spring, 2003. (Nota de 2016).
31
de Boyacá son pesados de cuerpo y de espíritu e indolentes; no
tienen pasiones ni virtudes; son enemigos del trabajo y muéstranse
rebeldes a la civilización" Al final, manifiesta sus esperanzas en el
progreso de una nación llena de riquezas, y a cuya población ha
descrito con más frecuencia como activa que como indolente.
32
abismo. Encuentra un país con una riqueza natural que lo abruma y
atrae, y zonas de una pobreza que encuentra casi despreciable.
Sus juicios sobre la pereza de ciertas poblaciones del país son
quizás los más duros del siglo. Al salir de Guataquí dice: "Me aleje
lleno de tristeza de aquella soledad salvaje, o por mejor decir
rebosando desprecio hacia una población tan poco cuidadosa de si
misma, dominada por la inmoralidad y la pobreza, y apática a tentar
el menor esfuerzo para salir de una condición peor cien veces que
la de los indios errantes que precedieron a los tristes descendientes
de los conquistadores..." (653)
Reitera continuamente que los dibujos son suyos, que hizo los
croquis completos y precisos que luego Bayard o Riou convertían
en elegantes grabados. Muchos, son, en efecto, bastante
verosímiles, aunque no faltan las convenciones que pueden atraer a
33
los lectores: las mujeres de Barranquilla o de Arbeláez,
inesperadamente, llevan los senos al aire.
34
aventuras, los sustos, los rápidos y los derrumbes, aunque es una
naturaleza más difícil que verdaderamente peligrosa.
Es probablemente, el más acabado ejemplo de trabajo de científico
y narrador, acompañado de unas ilustraciones eficaces, que debían
hacer evocar a sus lectores el mundo que paralelamente construían
los mismos dibujantes alrededor de los textos de viaje (dos de ellos
con temas que tocan levemente con Colombia) de Julio Verne (La
Jangada (1881), sobre el Amazonas, y Le superbe orenoque (1898)
35
Sin embargo, se advierte un entusiasmo sincero por el paisaje y por
la gente, y esto da algo de verdad a la retórica desmesurada. A
veces los cuadros son vigorosos y claros y las observaciones
reveladoras. Visita a Bogotá, a la que también llama, como Saffray,
la Atenas del sur, pero ya sin ironía. Y como aquel, describe los
reclutas, ahora en el clima que antecedía a la guerra civil de 1899:
"Sus mujeres, sin las que se morirían de hambre, porque el
gobierno no les mantiene, esperaban, acurrucadas por los
alrededores, la hora de comer. No era la primera vez que veía a
esas desgraciadas siguiendo de lejos, retaguardia de miseria, al
batallón en marcha de sus maridos o de sus amantes. me considero
incapaz de expresar el estremecimiento que a su paso me sacudía.
Pobres bestias de carga, admirables, que llevan sobre sus sufridas
espaldas las míseras ropas, el incompleto menaje, sin contar,
además, cabeza abajo, coronando la carga, rorro que vino al mundo
en la cuneta del camino; y así siguen con constancia, ayudando,
abasteciendo, animando con su alegría y su sacrificio la fatiga y el
desamparo de la jornada, dando, con lo que les queda de juventud,
un poco de amor a su compañero, un poco de leche a su hijo".
36
necesidad de volver a Francia para poder almorzar y comer?". La
gente de Medellín contrasta con la de Bogotá: "Los ciudadanos de
la capital tienen una parte mayor de herencia latina, son alegres,
amables y disertos, mientras que los burgueses de Medellín tienen
un espíritu mas áspero, mas yanqui, tienen algo de positivo, de
cruelmente práctico". La descripción de las mujeres antioqueñas no
podía haber sido mas estereotipada, mientras que resalta la alusión
a la puñalada trapera; "cuando se ve de lejos una mano baja, en
guardia, envuelta en pañuelo, hay que decirse: cuidado con la
barbera".13
13
Pierre d’Espagnat, Recuerdos de la Nueva Granada[1901], Bogotá, A.B.C:, 1942 235-236
37
Tenemos hoy más que nunca una conciencia aguda, casi
dolorosa, del horror del prejuicio, del peligro de creer que la
propia religión, la propia cultura, el propio proyecto político es el
único verdadero. Poco puede hacerse frente a quienes creen
que la verdad genera un derecho contra el infiel, el atrasado, el
salvaje. Lo poco que puede hacerse es promover el
conocimiento más completo del otro. Estos viajeros, víctimas en
parte del prejuicio, acabaron sin embargo trabajando ante todo
para dar a conocer unos piases nuevos en Europa, para
mostrar, en esa mezcla difícil de simpatía y fastidio, como vivían
otros pueblos. Como lo dijo Isaiah Berlin, "la conquista, el
esclavizamiento de los pueblos, el imperialismo, no se
alimentan solo de afán de riquezas o el deseo de gloria, sino
que tienen justificarse por una idea central: que Francia es la
única cultura, la carga del hombre blanco, el comunismo, y los
estereotipos del otro como inferior o malvado. Solo el
conocimiento, cuidadosamente adquirido y sin atajos o
simplificaciones, puede disolver esto: pero incluso eso no podrá
por si mismo disipar la agresividad humana o el disgusto con el
que tiene la piel, la cultura o la religión diferente. Pero el
conocimiento, la educación en historia, en antropología, en
14
leyes (especialmente si son comparativas) algo ayuda.”
14
I. Berlin, "Notes on Prejude", The New York Review, XLVIII, 16 (octubre 2001).
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Para formarse una idea más completa de la visión de los viajeros franceses es indispensable tener en cuenta sobre todo
a Eliseo Reclus, por su ideología menos burguesa, a los que buscaban conocer más a fondo a los indígenas, como
Joseph de Brettes -que anunció haberse casado con la hija de un cacique guajiro- y Henri Candelier, así como a los que
vinieron por razones comerciales o para emprender empresas de colonización, comercio o transporte. Los más
significativos son Louis Strifler y Georges Brissot.
Apéndice
Jean Baptiste Leblond. “Memoire pour servir a l''histoire naturelle du pays de Santafe de Bogotá, capitale du Nouveau
Royaume de Grenade”, Paris, Observations sur la physique… 1785. Breve descripción de Bogotá, discutida en el
Semanario de Santafé por José María Salazar. Edición en español en Bogotá, Revista Literaria, 1892. Viaje en 1784.
Lafond de Lurcy, Gabriel, Voyages dans l' Amerique Espagnole pendant les guerres de l'independence. París. 1844.
Estuvo en Chocó y el Pacífico, al servicio de los patriotas en 1820-1822.
Mellet, Julien. Voyage dans l'Amerique Meridionale, a l'interiur de la Cote Ferme et aux iles de Cuba et de Jamaique,
depuis 1808 jusqu'en 1819. París. 1823. Chocó y la región pacífica. Varios grabados. Viaje en 1818-19..
Boussingault, Jean Baptiste. Mémoires, París, 1892. Edición española en Bogotá, 1985. Viaje en 1823-1831.
Roulin, Francois Desire, Historie Naturelle et Souvenirs de voyage, París, Viaje en 1823-1828..
Mollien, Gaspar Theodore, Voyage dans la Republique de Colombie. París. 1824. Viaje en 1822-23.
Le Moyne, Auguste, Voyages et sejours dans l'Amerique du Sud. París. 1880. Edición española en Bogotá, 1945. Viaje
de 1828 a 1839.
De Lattre, Juan Baptiste, “Voyage dans la Nouvelle Grenade”, Magasin Pittoresque, 1846. Viaje de 1843 por Pasto y
Putumayo. Varias ilustraciones.
Striffler, Louis, El Río San Jorge, Cartagena, Tipografía de Antonio Araujo L, 1886. Viajes en la región a partir de 1841.
Vivió en Colombia hasta 1886.
Striffler, Louis, El rio Sinú, Cartagena. Tipografía el Anunciador, 1922
Striffler, Louis, El Alto Sinú, Cartagena, Tipografía de Antonio Araujo L, 1875
Striffler, Louis, El Río Cesar. Relación de un viaje a la Sierra nevada de Santa Marta en 1876, Cartagena, Tipografía de
Antonio Araújo, 1881.
Striffler, Louis, El Río San Jorge, Cartagena, Tipografia de Antonio Araujo L, 1886. Viajes en la región a partir de 1843.
Gauthier, Leon.-"Fragments du Journal de Voyage d'un peintre en Amerique Latine", Revue de l'Amérique Latine, 2 e.
Aneé. Vol. V, no. 11, 20 y 25, 1923. Fecha de viaje: 1848-1853. Gauthier hizo o completó algunas pinturas que hacen
parte de los álbumes de la Comisión Corográfica.
Airiau Athanase, Canal Interocéanique par l'Isthame du Darien. Nouvelle-Granade. Amerique du Dud. Canalisation
pour la Colonisation. Paris, 1860. Comerciante promotor de colonización.
Reclus, Elisée.-"Voyage á la Sierra Nevada de Sainte Marthe. Paysages de la nature tropicale". -París. 1861. Viaje en
1855-57.
Saffray, Dr. Charles .-"Voyage a la Nouvelle Granade". Le Tour du Monde, Paris, 1872-73. El viaje fue en 1860-62, pero
en Le Tour du Monde aparece con un subtítulo: “1869, texte et dessins inédits”, que ha hecho que con frecuencia
aparezca el viaje como de 1869. La traducción más completa está en Colombia en Le Tour du Monde, editado por Pablo
Navas Sanz de Santa María, Bogotá: Villegas Editores, 2013.
Onffroy de Thoron, Vte. Enrique, Amérique équatoriale son histoire pittoresque et politique sa géographie et ses
richesses naturalles son état présent et son avenir, París, Jules Renouard, 1866. Viaje en 1861-63. Aunque el libro es
más una monografía geográfica, recorrió la Costa Atlántica y la Pacífica y se detuvo en Tumaco
Puydt, Lucien de, “Account of scientific explorations in the isthmus of Darien in the years 1861 and 1865”, Journal of
the Royal Geographic Society, vol.XXXVIII, Londres, John Murray, 1868.
Gabriac, Comte Alexis de-"Promenades a travers de l' Amerique du Sud, Nouvelle Granade, Ecuateur, Peru, Brasil".
París. 1868. Pags. 1-116, con 5 grabados sobre la Nueva Granada. Viaje en 1867.
André, Edouard. "L'Amérique Equinoxiale". Le Tour du Monde. París. 1877-1878-1879, Publicada en América
Pintoresca, Barcelona, 1884. La traducción más reciente en Colombia en Le tour du Monde, editado por Pablo Navas
Sanz de Santa María, Bogotá: Villegas Editores, 2013. Viaje en 1875-76.
Wyse, Napoleon Bonaparte, Le Canal de Panamá. L'Isthme Americain. Explorations. Comparations des Traces,
Etudies. Negociations, Etat des Travaux, Paris, 1886. Viaje en 1875.
Reclus, Armand, “Exploraciones de los Istmos de Panamá y el Darién”, Le Tour du Monde, Viaje en 1876-78.
Traducción reciente en Colombia en Le tour du Monde, editado por Pablo Navas Sanz de Santa María, Bogotá: Villegas
Editores, 2013
Crevaux, J. et Eugene Lejanne. "Voyage d'exploration à travers la Nouvelle Granade et le Venezuela". Le Tour du
Monde. París, 1882. Traducción reciente en Colombia en Le tour du Monde, editado por Pablo Navas Sanz de Santa
María, Bogotá: Villegas Editores, 2013. Viaje en 1881, por el río Magdalena y los llanos orientales.
Chaffanjon, Jean, “Voyage à travers les llanos de Caura” y “Voyage aus sources de l'Orenoque”, en Le tour du monde,
1888. Viajes por el Orinoco venezolano, con algunas descripciones de los indígenas de la orilla occidental, como los
Cuivas y los Guahibos, y algunas ilustraciones, en 1884 a 1886. Chaffanjon estuvo en San Agustín y en la zona de
Cundinamarca en 1889, y tomó fotografías de las estatuas de San Agustín, pero no parece haber publicado un relato de
este viaje. Las fotografías están en la Biblioteca Nacional de Francia, donde dio en 1889 una conferencia sobre este
viaje.
Daux, George F.-"Quelques Semaines en Colombie", Bulletin de la Societé Géographique Commerciale du Havre, no.
6.- Le Havre. 1885-86. Viaje en 1885.
Candelier, Henri, Rio-Hacha e les Indiens Goajires, Paris, Firmin Didot, 1893. Viaje entre 1889 y1892
Saint Gauthier, Soeur Marie. Voyage en Colombie, de Novembre 1890 á Janvier 1892. París, 1895.
Brettes, Comte Joseph de, “Chez les indiens du Nord de la Colombie. Six ans d'explorations". Le Tour du Monde. París.
1898. Hay dos ediciones recientes en español: “Entre los indios del norte de Colombia”, en Colombia en Le tour du
Monde, editado por Pablo Navas Sanz de Santa María, Bogotá: Villegas Editores, 2013, T. III, 203-286 y “Viajes y
exploraciones en el norte de Colombia. Compilación de escritos de Joseph de Brettes”, traducción de Juan Camilo Niño
Vargas, en Indios y viajeros. Los viajes de Joseph de Brettes y Georges Sogler en el norte de Colombia (Bogotá:
Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Colombiano de Antropología, Universidad de los Andes, 2015) Viajes entre
1891 y 1897,
Sogler, Georges, En Colombie. Indiens inconnus, pays inexplorés. Impressions de voyage. 1893-1894 (París: Lafaille,
1896).
Brisson, Jorge. Exploración en el alto Chocó. Bogotá, 1895.
Brisson, Jorge, Casanare. Bogotá. 1896.
Brisson, Jorge, Viajes por Colombia. Bogotá. 1899.
Kadenole, M. de.-L'Odysée de Jean Languille. Voyage d'exploration a travers la Colombie et le Venezuela . Abbeville.
Imp. Paillart, 1898. Esto libro, que no he podido encontrar, puede ser una obra literaria.
D'Espagnat, Pierre. Souvenirs de la Nouvelle Grenade. París. 1901. Bogotá, 1942. Viaje en 1897-98.