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¿Sabes que se estima que la mitad, una de cada dos, de las mujeres que dan a luz
sufrirá un prolapso más adelante?
¿Que la mitad de las mujeres a partir de 55 años sufren problemas por uno o más
prolapsos?
¿Que a partir de ciertos grados la única solución para el prolapso es la cirugía?
¿Y que en muchos casos evitarlo o, al menos, ayudar a que no empeore está en gran
medida en tus manos?
Desafortunadamente, la información y la educación preventiva en salud pelviperineal
que estamos recibiendo hoy en día en muchos países es obviamente insuficiente,
con lo que conocer qué es un prolapso, identificar los hábitos y circunstancias que
pueden provocar su aparición o su agravamiento y saber reconocer sus síntomas es
todavía una asignatura pendiente para muchas de nosotras.
Al mismo tiempo, muchas de las personas a las que se les acaba de diagnosticar un
prolapso no se explican cómo ha podido aparecer este problema, cómo no se lo han
detectado cuando estaba en un grado más leve y les resulta muy chocante y frustrante
conocer que esta situación se podría haber evitado con unas simples pautas y el
entrenamiento de su musculatura del suelo pélvico y del core.
Qué es el prolapso
El prolapso, la llamada “epidemia silenciosa” de nuestro tiempo, es una patología callada
por millones de mujeres a las que la sociedad exige una recuperación inmediata tras el
parto, donde coger unos kilos de más durante el embarazo es motivo de desaprobación
colectiva y donde los absurdos cánones de “belleza” actual se imponen hasta en ese
momento vital de una mujer.
Básicamente, un prolapso, tal y como te explicaba mi compañera Laura Rojas en este
post, es el descenso, en mayor o menor grado, de uno o varios órganos de la cavidad
pélvica (vejiga, utero o recto) hacia el exterior, bien a través de la vagina, o bien a
través del recto o ano, lo cual genera un estado de shock y ansiedad importante en la
persona que lo padece deteriorando en gran medida su calidad de vida social y sexual.
Síntomas de prolapso
Debes saber que hay casos de prolapso leve en los que los síntomas son prácticamente
imperceptibles.
Y es que, como te decía al principio de este artículo, no recibimos suficiente información ni
educación en salud de nuestro suelo pélvico y hay prácticas tan inofensivas aparentemente
como cantar, tocar un instrumento de viento o transportar una tabla de surf que pueden
llegar a resultar nefastas si no se compensan por otro lado fortaleciendo los músculos del
suelo pélvico para minimizar el efecto de la hiperpresión que ejercen y que puede acabar
debilitando esa musculatura.
En este artículo te comentaba Laura por qué ella, una persona joven y nulípara, que en
principio no debería tener ningún problema de suelo pélvico, también debe entrenarlo y
prevenir malas prácticas.
Además, te recomendamos que aprendas a identificar las situaciones de riesgo y las evites
o te protejas cuando debas realizarlas. En este artículo te detallamos cuáles son las causas
principales de la debilidad del suelo pélvico.
Los síntomas que advierten de la presencia de un prolapso varían de una persona a otra y
dependen del tipo y del grado de prolapso que le afecta.
Como te decía, hay personas que prácticamente no advierten ningún síntoma de
padecer un prolapso, sobre todo en casos muy leves, mientras que otras pueden
sufrir uno o varios de los síntomas que vamos a describir.
Por otra parte, también debes saber que padecer uno de estos síntomas puede tener otras
causas médicas y no ser un indicador exclusivo de la presencia de un prolapso.
Por todo ello, siempre debes acudir a un profesional sanitario para que valore y
diagnostique el estado de salud en tu caso concreto.