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TRABAJO AUTÓNOMO N 1
ENFERMEDADES DEGENERATIVA:
Artritis en perros y gatos
Displasia de cadera en perros
NOMBRE DE ESTUDIANTE:
BISMARK JASMANI MORALES SALINAS
SEXTO CICLO
2018
INDICE
1.INTRODUCCION.................................................................................................................... 3
2.MARCO TEORICO................................................................................................................. 4
2.1. ARTRITIS EN PERRO Y GATOS ..................................................................................... 4
2.1.1. Fisiopatología ................................................................................................................. 4
2.1.2. Tipos de artritis ............................................................................................................. 4
2.1.3. Signos clínicos ................................................................................................................ 5
2.1.4. Diagnóstico ..................................................................................................................... 5
2.1.4.1. Examen Ortopédico ................................................................................................... 5
2.1.4.2. Pruebas diagnósticas complementarias ................................................................... 8
2.1.5. Tratamiento ................................................................................................................. 10
2.2. DISPLASIA DE CADERA EN PERROS ......................................................................... 12
2.2.1. Etiología........................................................................................................................ 12
2.2.2. Patogenia ...................................................................................................................... 13
2.2.3. Síntomas y Signos ....................................................................................................... 13
2.2.4. Diagnóstico. .................................................................................................................. 14
2.2.4.1. Estudio ortopédico de cadera. ................................................................................ 14
2.2.4.2. Radiográfico. ............................................................................................................ 15
2.2.5. Características de los grados de displasia: ................................................................ 15
2.2.6. TRATAMIENTO: ....................................................................................................... 17
3CONCLUSIONES: ................................................................................................................. 18
4.BIBLIOGRAFÍA ......................................................................................................................... 19
1. INTRODUCCION
La enfermedad articular degenerativa (EAD) de los caninos es una artropatía que reconoce diversas
etiologías y afecta animales de todas la edades. La EAD de origen secundario, desarrollada a partir de
displasia (coxo-femoral, húmero-radio-cubital), inestabilidad articular por ruptura ligamentosa y
aquellas seniles, son las formas clínicas que prevalecen ampliamente en los caninos.
La artritis se define como una inflamación de las articulaciones. La articulación sinovial está
conformada por el hueso subcondral, el cartílago articular, la cápsula articular y el líquido
sinovial y todos estos componentes juegan un papel crucial en el estado de salud y en la función
de la articulación. La artritis conduce a un daño e inflamación de estas estructuras causando
dolor y disfunción. Muchos cambios son reversibles en las etapas tempranas de la artritis; sin
embargo, la inflamación crónica conduce a cambios irreversibles de los componentes de la
articulación (Alba, 2003).
2.1.1. Fisiopatología
Existen muchos tipos de artritis que afectan a los perros y gatos, entre los que la osteoartritis
(OA) es la más común. La artritis también se puede clasificar con base en el grado de
inflamación articular, por ejemplo grado severo o moderado (Banfield, 2016).
2.1.3. Signos clínicos
Los signos clínicos de la artritis incluyen rigidez en la marcha, claudicación asociada al apoyo,
engrosamiento de las articulaciones, dolor en las articulaciones, modificación de la postura al
sentarse, inflamación articular y crepitación. Es muy común observar una modificación de la
postura al sentase en perros que padecen artritis de la articulación de la rodilla o del tarso, ya
que los perros ya no conservan la posición recta al sentarse; en cambio, colocan el miembro
posterior afectado más abducida debido a la renuencia para flexionar totalmente la articulación
de la rodilla y el tarso debido el dolor asociado. El dolor articular severo es evidente en algunos
perros artríticos con afectación severa, sin embargo, la vocalización asociada al dolor articular
es realmente muy poco común. Se observa una disminución en el rango de movimiento articular
en procesos crónicos, debido al desarrollo de fibrosis en la cápsula articular y en los tejidos
blandos periarticulares (Michael, 2006).
2.1.4. Diagnóstico
2.1.4.1.Examen Ortopédico
Miembro torácico. Idealmente, la primera evaluación debe realizarse sin sedación cuando el
paciente lo permita. La evaluación inicial debe realizarse con el paciente de pie con el objetivo
de evaluar la simetría muscular, el aumento del volumen articular y la propiocepción (Kelly,
1972).
Conforme se palpa cada área, deben evaluarse anormalidades como asimetría, dolor,
inflamación, alteraciones en el rango de movimiento articular, inestabilidad y crepitación
(Michael, 2006).
Iniciar con la palpación de los músculos del hombro, comparar la masa muscular con el lado
opuesto (si hay atrofia muscular la espina de la escápula será más prominente). Comparar la
simetría de las prominencias óseas alrededor del hombro (espina de la escápula, el acromion,
tubérculo humeral) (Banfield, 2016).
Evaluar el área de la axila para descartar inflamación y posibles signos de dolor; palpar el
húmero para determinar si hay inflamación (por ejemplo, fractura, tumor), dolor a la palpación
firme (por ejemplo panosteitis, fractura, tumor), inestabilidad o crepitación (por ejemplo
fractura). Se deben palpar los músculos y tendones que cubren el húmero para determinar si
están normales e intactos (Banfield, 2016).
Palpar las articulaciones del codo con objeto de determinar de asimetría, engrosamiento
periarticular o efusión articular. La presencia de inflamación generalizada y firme del codo a
menudo indica osteoartritis (Brejov, 2014).
Palpar el espacio entre el olecranón y el borde del epicóndilo lateral para descartar efusión
articular. Palpar el radio, la ulna y los tendones musculares. Mientras se aplica presión firme
determinar si hay inflamación, dolor, inestabilidad o crepitación; continuar hacia las
articulaciones carpales y dedos con objeto de determinar si existe asimetría, engrosamiento
periarticular o efusión articular. La efusión de la articulación del carpo es palpable cranealmente
sobre la zona de la articulación radiocarpiana. Levantar cada miembro en sucesión con objeto
de maximizar el apoyo sobre cada extremidad y observar el ángulo de apoyo del carpo (Michael,
2006).
Figura 1: Se está evaluando si el perro presenta dolor en el hombro mediante una flexión total
del hombro. Los perros muestran dolor con este procedimiento si padecen artritis del hombro
de osteocondritis desecante.
Miembros Pélvicos: Al igual que en los miembros torácicos, seguir un patrón consistente de
evaluación. Iniciar con la palpación de los músculos glúteos, realizar la comparación con la
masa muscular de la región contra lateral (si hay atrofia muscular la cresta iliaca será más
prominente). Comparar la simetría de las prominencias óseas alrededor de la articulación de la
cadera (cresta iliaca, trocánter mayor, tuberosidad isquiática). Continuar distalmente con la
palpación del fémur y músculos del muslo, determinar si hay inflamación, dolor, inestabilidad
o crepitación mientras se aplica presión firme (Banfield, 2016).
Palpar las articulaciones tarsales para detectar inflamación fluctuante como indicador de
efusión articular. Esto puede ser un hallazgo sutil en el tarso y se nota más fácilmente cuando
el paciente está de pie debido a que la carga por apoyo sobre la articulación desplaza al fluido
hacia la periferia. La presencia de inflamación firme sugiere osteoartritis. La efusión de las
articulaciones se puede detectar en el espacio entre el maléolo y el calcáneo (palpar ambas
articulaciones izquierda y derecha simultáneamente). Una mayor cantidad de fluido es
indicador de una condición aguda o subaguda mientras que la inflamación firme sugiere OA
crónica (Botana & et.cols, 2002).
Figura 2 : Este gato sufrió una lesión en los ligamentos cruzado craneal y colateral medial.
Una fuerza en valgus se aplica en la articulación de la rodilla para demostrar la inestabilidad
del ligamento colateral media.
Pida al paciente que se siente, observe la flexión de la articulación de la rodilla y el tarso. Ambas
articulaciones deben flexionarse totalmente y permanecer en alineación axial. El signo más
temprano de patología de la articulación de la rodilla es la incapacidad de flexionar totalmente
el tarso; con una enfermedad más avanzada la flexión inapropiada provocará que la articulación
de la rodilla rote hacia afuera (Bafield, 2013).
Figura 3: Esta postura al sentarse es común en perros que tienen desgarres completos o
parciales del ligamento cruzado craneal o OCD de la articulación de la rodilla o el tarso.
El fluido sinovial obtenido debe enviarse a análisis y cultivo. Si el volumen de líquido sinovial
es insuficiente para un análisis completo del fluido, se debe hacer una preparación sobre un
portaobjetos para el estudio citológico. La apariencia del líquido sinovial puede cambiar con la
enfermedad (Kelly, 1972).
Figura 4: La artrocentesis se debe realizar usando una técnica séptica apropiada. Este
paciente tiene artritis séptica (bacteriana
Serología
Resultados radiográficos
Es esencial contar con una imagen radiográfica de calidad para lograr un diagnóstico e
interpretación exactos. Se requiere colocar al paciente de una manera apropiada para obtener
una vista lateral y cráneo caudal real. Las vistas radiográficas bajo estrés también se pueden
requerir para evaluar la presencia de inestabilidad en conjunto con osteoartritis. Una técnica
radiográfica apropiada permitirá la evaluación de los tejidos blandos periarticulares, la cápsula
de la articulación, el hueso y el cartílago articular. Los resultados radiográficos varían con el
tipo y causa de la artritis. Los tipos no erosivos de artritis inflamatoria severa inicialmente
presentan distensión de la cápsula articular. Conforme la condición se vuelve crónica, pueden
aparecer los osteofitos (Kelly, 1972).
El espacio de la articulación colapsa y puede ocurrir esclerosis del hueso subcondral conforme
la condición se vuelve más crónica y severa. Las formas erosivas severas de la artritis
inflamatoria de grado presentan cambios radiográficos más obvios incluyendo distensión
capsular, presencia de osteofitos, reducción del espacio articular, esclerosis subcondral,
subluxación y deformidad. Quizá la función más importante de la evaluación radiográfica en
pacientes con OA es determinar las causas principales del OA (Michael, 2006).
La gran mayoría de perros y gatos que padecen OA tienen causas primarias que a menudo se
pueden observar en las radiografías. Ejemplos incluyen la osteocondritis desecante (OCD por
sus siglas en inglés), la fragmentación del proceso coronoide medial (FCP por sus siglas en
ingles), falta de unión del proceso ancóneo (UAP por sus siglas en inglés), ruptura del ligamento
cruzado craneal (CrCI por sus siglas en inglés), luxación medial de patella (MPL por sus siglas
en inglés), displasia de cadera, desgarre de ligamentos y fracturas articulares (Banfield, 2016).
Figura 5: Vista intraoperatoria (izquierda) y radiografia (derecha) de una rodilla con un daño
severo por osteoartritis.
2.1.5. Tratamiento
La OA al ser una enfermedad degenerativa es importante que los propietarios de las mascotas
tengan claro que se trata de un proceso de patológico de por vida y no tiene una cura. Esta
enfermedad siempre se ha considerado desde una vista superficial como un proceso articular
que se asocia con el dolor y la disfunción pero al implementar un tratamiento se deben tener
presente una serie de factores bioquímicos y físicos. Debido a que no se ha implementado o no
existe un tratamiento específico que sea efectivo resulta en el santo grial de la OA (Brejov,
2014).
El manejo de la enfermedad considera diferentes puntos clave que incluyen el dolor, protección
de la articulación y la movilidad del paciente. Al igual que factores importantes como el
compromiso de los propietarios con la terapia y la accesibilidad frente a recursos. Por lo tanto
el manejo de la enfermedad se da desde un enfoque multimodal el cual sugieren la utilización
enfoques Farmacéuticos (Antiinflamatorios no esteroides, condroprotectores, entre otros) y no
farmacéuticos (Control del peso, uso del ejercicio, uso de terapia física (Botana & et.cols,
2002).
AINES
En perros:
En Gatos:
Uso de Nutraceuticos
La glucosamina y controitina son los nutraceuticos que más recomiendan los médicos en el
tratamiento de la OA, sin embargo su uso no es negativo y algunos estudios han demostrado
que ayudan a reducir el dolor asociado a la OA, mientras que otros presentan un efecto
condroprotector. No obstante, la evidencia no es definitiva, ya que la calidad del producto y su
biodisponibilidad son variables. Por lo tanto, es importante que el producto a utilizar genere
confianza (Botana & et.cols, 2002).
Existen ensayos donde se indica que la reducción y el control de peso es un aspecto importante
en el manejo de pacientes con OA. En ellos se ha demostrado que la reducción de peso tiene
efectos positivos sobre el alivio del dolor en pacientes caninos con OA (Kelly, 1972).
Ejercicios terapeuticos
El TENS (por sus siglas en ingles) es una forma de estimulación nerviosa, la cual provee
diferentes beneficios como lo es la disminución del edema y el dolor, lo que ocasiona un
aumento en la fuerza muscular y la amplitud del movimiento articular, logrando así básicamente
la funcionalidad de la articulación. El TENS se trata de una opción relativamente barata, segura
y lo más importante no es invasiva. Básicamente se trata de la trasmisión de impulsos eléctricos
a través de la piel mediante el uso de electrodos ubicados en su superficie, comúnmente se usan
equipos de alta frecuencia con una intensidad baja a moderada (40 – 50 Hz, 50 a 100
milisegundos) para comodidad de los pacientes en este caso pequeños animales. Estos estímulos
hacen que se liberen opiáceos endógenos y se alivie el dolor (Botana & et.cols, 2002).
2.2.1. Etiología
Se considera la displasia de cadera como una enfermedad de tipo multifactorial, es decir, que
para que se manifieste tienen que coincidir una serie de factores de los cuáles el principal es el
genético (Banfield, 2016).
Sobre este carácter genético diremos que se trata de una enfermedad hereditaria poligénica de
tipo recesivo, es decir, hereditaria porque el animal nace fenotípicamente sano y conforme crece
van apareciendo las lesiones, poliqènica porque intervienen diversos complejos genéticos a la
vez, y recesiva porque la enfermedad se manifiesta únicamente cuando es transmitida por
ambos progenitores a la vez (Bafield, 2013).
2.2.2. Patogenia
Se trata de una mala congruencia de la cavidad acetabular (cadera) con las cabezas femorales
que pueden aparecer luxadas o sub luxadas. En articulaciones con alguna alteración, se observa
desde un ligero a grandes desplazamientos laterales de las cabezas femorales – subluxaciones
– que permiten el “juego articular”. El efecto es dañar, inflamar y finalmente debilitar la
articulación de la cadera. La cantidad de líquido sinovial aumenta y el ligamento redondo se
hincha y se estira. El cartílago normalmente liso, que cubre los extremos de los huesos opuestos,
es desgastado y la cápsula articular se inflama y se vuelve gruesa. – cambios degenerativos de
Osteoartrosis (Brejov, 2014).
Generalmente los propietarios de un cachorro con displasia, consultan al veterinario por las
dificultades que presenta el cachorro para pararse, el tambaleo de las patas traseras al caminar.
Presentan caderas anchas, cuadradas, son cachorros bastante sedentarios, algunos comen
sentados, pueden ser agresivos o demasiado “buenitos”. Algunos cachorros no manifiestan
síntomas y llagan a la edad adulta conviviendo bastante bien con la afección pero son los
portadores genéticos y los posibles transmisores a sus crías. La manifestación con todos sus
signos va a aparecer tarde o temprano (Bafield, 2013).
Existen técnicas diagnósticas para detectar displasia de cadera canina, dentro de las cuales se
encuentran las siguientes:
Test de Ortolani:
Es una técnica que permite diagnosticar inestabilidad coxofemoral. Esta prueba se debe realizar
bajo anestesia general. El animal puede posicionarse en decúbito lateral o en decúbito dorsal,
esta última es preferida para las razas grandes. El fémur a evaluar debe ubicarse en ángulo recto
con respecto a la columna vertebral, y la articulación de la rodilla debe estar firmemente tomada
y en un ángulo de 90º. Luego se ejerce una firme presión hacia la articulación coxofemoral, en
el sentido del eje mayor del fémur, bajo esta presión la cabeza femoral puede subluxarse. Sin
disminuir la presión sobre la extremidad, esta se comienza a abducir lentamente. En el momento
en que el fémur vuelve a su posición dentro del acetábulo se siente y escucha un chasquido.
Este chasquido indica que el signo de Ortolani es positivo, provocado por la subluxación de la
articulación coxofemoral al ser reducida a su posición inicial, con la cabeza femoral dentro del
acetábulo. Se debe tener en cuenta que un signo de Ortolani negativo no implica que la
articulación se encuentre normal (Brejov, 2014).
Test de Barden
2.2.4.2.Radiográfico.
Se diagnostica a través de una radiografía que se toma con el animal anestesiado, para que relaje
sus músculos y ligamentos, en posición ventrodorsal con los miembros extendidos, paralelos,
con las rótulas bien posicionadas. Una articulación normal muestra las cabezas femorales bien
formadas ubicadas profundamente en las cavidades acetabulares. Las superficies de contacto
son congruentes y paralelas (Banfield, 2016).
Es conveniente realizar el diagnóstico desde los 6 o 7 meses de edad donde ya se puede ver la
congruencia y adaptación de las superficies articulares. Es conveniente no exigir un
entrenamiento a los cachorros menores, ya que la cadera está en pleno crecimiento y desarrollo
y es la etapa de las mayores transformaciones (Botana & et.cols, 2002).
La radiografía ventrodorsal de una cadera normal muestra una cabeza femoral bien formada,
con una perfecta adaptación a la superficie articular del acetábulo, que a su vez es profundo y
abarca o recepciona más de la mitad de la cabeza del fémur (Bafield, 2013).
La cabeza del fémur y el acetábulo son en un escaso grado incongruentes con un ángulo Norberg
de 105º o más, o bien el ángulo Norberg es inferior a 105º, siendo congruentes la cabeza femoral
y el acetábulo. Puede haber pequeñas faltas de precisión en el borde craneal, caudal o dorsal
del acetábulo (Brejov, 2014).
La cabeza del fémur y el acetábulo son incongruentes, el ángulo Norberg es alrededor de 100º
y/o el reborde cráneo lateral esta ligeramente aplanado. Puede haber faltas de precisión o como
máximo, ligeros indicios de alteraciones osteoartrósicas en el reborde craneal, caudal o dorsal
del acetábulo (Brejov, 2014).
Una displasia leve muestra un ligero desplazamiento lateral de la cabeza femoral, permitiendo
movimiento o juego dentro de la articulación, lo que podría provocar con el tiempo, una
osteoartritis degenerativa secundaria, con signos de artrosis y cambios en la imagen de la
articulación. Muchas veces este estado puede no ser acompañado por signos clínicos (Brejov,
2014).
Clara incongruencia entre la cabeza del fémur y el acetábulo, con sub-luxación. El ángulo
Norberg es superior a 90º (sólo como referencia). Aplanamiento del reborde craneal del
acetábulo y/o señales osteoartrósicas. La cabeza del fémur puede no ser esférica. El cuello del
fémur adopta a menudo una forma cilíndrica y puede verse más corto (Banfield, 2016).
Displasia de Cadera Grave 3º y 4º :
Llamativas alteraciones displásicas en las articulaciones de la cadera, así como, p. ej., luxación
o acentuada sub-luxación, ángulo Norberg inferior a 90º, claro aplanamiento del reborde craneal
del acetábulo, deformación de la cabeza del fémur (forma de seta, aplanada) u otras señales
osteoartrósicas (Botana & et.cols, 2002).
En casos de sub luxación o luxación completa, donde las cabezas femorales mantienen una muy
escasa superficie de contacto con los acetábulos, los signos clínicos se presentan con todo el
abanico de posibilidades. Radiológicamente los cambios son muy evidentes: Osteoartritis
degenerativa de los acetábulos, tendencia al aplanamiento, artrosis y osteofitos alrededor y en
la superficie articular, deformación de las cabezas y cuellos femorales, refuerzos de la cápsula
articular y resistencia a la extensión y a la buena posición de los miembros. Los animales que
lamentablemente se encuentran dentro de este grupo, son los que más necesitan que sus dueños
comprendan la relación de sus manifestaciones clínicas, con la gravedad de la enfermedad, para
poder ayudarlos y así mejorar su calidad de vida (Banfield, 2016).
2.2.6. TRATAMIENTO:
Terapéutica no quirúrgica:
Terapéutica quirúrgica:
Los procedimientos quirúrgicos para aliviar el dolor articular del animal son:
Miectomia pectínea
Escisión de la cabeza y cuello femoral o escisión artroplástica u ostectomía de la cabeza
y cuello femoral.
3. CONCLUSIONES:
La artritis es una enfermedad común en perros y gatos. Independientemente de la causa primaria
(inestabilidad articular, traumatismos, artritis idiopática primaria, infecciones, etc), la
fisiopatología primaria es similar y contribuye al avance y severidad de la enfermedad. Los
signos clínicos de la artritis pueden ser sutiles de manera que se requiere una atención cuidadosa
a la historia clínica y detección de alteraciones de la conducta normal. Los gatos, de manera
particular, pueden mostrar pocos signos clínicos más allá de un estilo de vida más reservado en
actividad física. Debido a la naturaleza insidiosa de la enfermedad, incluso los perros pueden
mostrar tan solo una rigidez ligera en las etapas iniciales.
El papel del veterinario frente al problema de la displasia de cadera en el perro se centra
fundamentalmente en dos aspectos: En primer lugar, y más importante en el asesoramiento de
los criadores y de los propietarios de animales enfermos o bien sospechosos de ser portadores
asintomáticos de la enfermedad, en que no utilicen estos animales como reproductores debido
a las nefastas consecuencias que ello puede acarrear. En segundo lugar, en el correcto
conocimiento de la enfermedad para poder realizar diagnósticos precoces, es decir, en la
detección de aquellos animales que sufren la enfermedad y que todavía no han desarrollado
lesiones degenerativas. Con ello puede optarse por practicar osteotomías correctivas, evitando
de esta forma la aparición de artrosis en estas articulaciones.
Bibliografía
Alba, J. d. (2003). Reproduccion y genetica animal. Costa Rica.
Bafield. (2013). La Guia Banfield de anestesia y manejo del dolor de pequeños animales. Buenos
Aires: Bafield Pet Hospital.
Banfield. (2016). Guía del cuidado de mascota. Mexico: Hospital Veterinario UNAM-Banfield.
Botana, L., & et.cols. (2002). Farmacologia y Terapeutica Veterinaria. Madrid: MC GRAW HILL.