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Historia del mundo antiguo y medieval (HIS 113)

Prof. lván Millones

Bibliografía. Roma. República e Imperio

República

Fernández Vega, Pedro Ángel. "Introducción", "La burbuja de los botines de guerra" y "Corrupta
Roma" en Corrupta Roma. Buenos Aires: El Ateneo, 2017; pp. 17-46, 397-424.

Imperio

Bravo, Gonzalo. "Presentación" y "El último siglo del Occidente romano: claves políticas" en La
caída del Imperio romano y la génesis de Europa. Madrid: Complutense, Barcelona: Crítica, 2001;
pp. XI-XXVI, 1-37, 305-308, 321-330.
CORRVPTA

PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA

O&itorial El.Ateneo
la e/fera ®delo/libro/
Fernández Vega, Pedro Ángel
Corrupta Roma / Pedro Ángel FernándezVega . - la ed . - Ciudad Autónoma
de Buenos Aires : El Ateneo ; Madrid : La esfera de los libros, 2017.
464 p.; 24 x 16 cm.

ISBN 978-950-02-0907-6

1. Divulgación. 2. Historia Antigua. I. Título.


CDD 909.07

Corrupta Roma
© Pedro Ángel FernándezVega, 2015
© La Esfera de los Libros, S. L., 2015

Derechos exclusivos de edición en castellano para la Argentina, Uruguay, Paraguay,


Ecuador, Perú y Bolivia
Obra editada en colaboración con La Esfera de los Libros - España
© Grupo ILHSA S. A. para su sello Editorial El Ateneo, 2017
Patagones 2463 - (C1282ACA) Buenos Aires -Argentina
Tel: (54 11) 4943 8200 - Fax: (54 11) 4308 4199
editorial@elateneo.com - www.editorialelateneo.com.ar

1ª edición en España: septiembre de 2015


1ª edición en Argentina: agosto de 2017
ISBN 978-950-02-0907-6

Impreso en Pr inting Books,


Mario Bravo 835,Avellaneda,
provincia de Buenos Aires,
en agosto de 2017.

Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723.


Libro de edición argentina.
INTRODUCCIÓN

E l 7 de octubre del año 186 a. C., hace dos núl doscientos años,
el Senado de Roma publicaba el edicto de persecución contra
las bacanales. ¿Cómo había llegado Roma a adoptar esa decisión?
¿En qué ambiente social toma cuerpo una determinación tan brutal
como para someter a una feroz purga una manifestación religiosa?
Este libro comenzó como una pregunta ante una cuestión con­
creta; sin embargo, una respuesta fiable requería la evocación de un
panorama de la época en que se desató la persecución de las mujeres
que se abandonaban al éxtasis dionisíaco.Y ese panorama es el de una
sociedad sometida a las zozobras de una guerra y que emprende
una posguerra entre reajustes de naturaleza muy diversa.
Para los historiadores latinos, ese es el momento en que las cos­
tumbres de la anti gua Roma entran en crisis, y se precipitan por un
camino de corrupción que se acelera en contacto con el mundo
griego. Pero los reactivos para la corrupción estaban larvados en la
propia sociedad romana, y la influencia cultural helénica solo actuó
como catalizador.
Aunque la llegada a Roma de objetos artísticos y esclavos griegos
merced a los botines de guerra, o de nuevos cultos recomendados
por los Libros Sibilinos con el beneplácito del Senado tuvieron una
indudable trascendencia en el acervo cultural, la llegada de ingentes
cantidades de metal noble y moneda introdujeron a Roma en una vía
de monetarización económica que conecta con el inicio y la intensi­
ficación de prácticas de corrupción política.
Los agrios debates acerca de la concesión o denegación de la
gloria del triunfo, que se producen al retorno de los generales victo-
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riosos, agitan las aguas de la vida política mientras se desencadenan Entretanto, la propia sociedad ha sido sacudida de manera intensa
al gunos de los primeros procesos por corrupción que envuelven a la por la guerra.Todas las costuras del cuerpo social se han visto someti­
familia de los Cornelios y provocan la muerte política de los herma­ das a fuertes tensiones: la gu erra desencadenó una elevada mortalidad
nos Publio y Lucio Camelio Escipión. La sombra de la apropiación entre ciudadanos y aliados; no pocas ciudades aliadas sucumbieron
indebida planea sobre los contingentes de capitales atesorados en la a las tentaciones de traicionar la lealtad a la confederación romana;
guerra. El gran vencedor de Aníbal y su hermano, el cónsul que después sobrevinieron las represalias y ejecuciones de los traidores; y
derrotó a Antíoco, cayeron ante una iniciativa implacable capitaneada la población civil hubo de hacer frente a los traumas ocasionados por
por Marco Porcio Catón. una muerte investida con una letal capa cartaginesa, y cuyos zarpazos
Simultáneamente, despliegan velas los primeros indicios de conni­ desgarraron al pueblo de Roma, pusieron en fuga a masas campesinas
vencia entre la clase política senatorial, que ha sido apartada por que acabaron refugiadas en la Urbe, y amenazaron por momentos a
ley de los negocios lucrativos y confinada a la explotación agrícola, la propia ciudad, con Aníbal ante las mismas puertas amuralladas; el
quedándose con grandes extensiones de tierras públicas, y el orden desgarro experimentado por las pérdidas de hijos o esposos impulsó
ecuestre engrosado por los empresarios y los publicanos, que reciben a las mujeres romanas, a las virtuosas matronas, a salir a las calles para
en subasta las adjudicaciones de contratos públicos y de recaudación expresar su dolor, y seguramente el resentimiento latente en el mutis­
de impuestos. Grandes políticos como Tito Quincio Flaminino, el mo de un silencio histórico.
libertador de ·1as polis griegas, se ven envueltos en estos lazos que En este contexto anidaron nuevas creencias, que aliviaron las
vinculan a políticos y empresarios. conciencias y prendieron sobre las cenizas de una existencia atribula­
Otros grandes generales como Marco Fulvio Nobílior o Cneo da en tiempos de guerra, cuando,junto con los caídos en el frente, se
Manlio Vulsón retornan de sus campañas con fabulosos botines que desmoronaban las fuentes de ingresos y las certezas familiares. Se tra­
se exhiben en triunfo ante Roma. El pueblo contempla con creciente tó de nuevos cultos que no gozaron del beneplácito senatorial, pero
escepticismo los desfiles de tropas victoriosas con los bolsillos llenos que no fue posible erradicar. Las mujeres, exaltadas por momentos, y
y los estómagos agradecidos, que se permiten mofarse de sus esplén­ reprimidas y reconducidas a casa cada vez, vislumbraron sin embargo
didos generales. Se trata de cónsules triunfadores que sufragan a su su fuerza y su capacidad de presión cuando fueron requeridas para
retorno juegos escénicos o de circo. Rivalizan entre ellos para superar cumplir con las expiaciones necesarias para aplacar la cólera divina y
a los anteriores en duración, excelencia y novedad de los espectáculos propiciar la victoria en la guerra.
y ganar así el favor popular: acarician la idea de ganar votos para cul­ Durante la guerra, las leyes les obligaron a renunciar a toda ex­
minar su carrera política como censores. presión pública de lujo y posición, pero, tras ella, reivindicaron en
Y la desconfianza popular se canaliza a través de una demo­ la calle la revocación de unas normas represoras de sus márgenes de
cracia directa ejercitada en asambleas y comicios que regulan y ·distinción y representación social. Se trata de mujeres que se inicia­
equilibran por momentos los designios de la oligarquía senatorial ron en un culto mistérico de adoración a Baca, en el cual, de modo
que rige la República. La persecución de fraudes empresariales o preocupante, comenzaron a ingresar jóvenes adolescentes.Así estalla­
de prácticas corruptas en la política expone, esporádica pero rei­ ron el escándalo y la represión. Aunque la gran cuestión a dilucidar
teradamente, a líderes, que habían lucido la púrpura del imperium podría ser si no fue la represión la que detonó el escándalo y no a la
consular y proconsular durante años, ante procesos judiciales pú­ inversa. Si no fueron el Senado y la clase política quienes encontraron
blicos y populares. un riesgo para la República en una secta pacífica, pero de influencia
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creciente, que amalgamaba a mujeres, jóvenes, aliados y esclavos, y


por eso desencadenaron una persecución justificada en un escándalo
I
sexual. La sombra de la conjuración se agitó sobre Roma, pero, tras LA BURBUJA DE LOS BOTINES
dos mil doscientos años, la razón de Estado se intuye mucho más in­ DE GUERRA
fluyente que los desórdenes sexuales.
En una atmósfera de corrupción política y de reajustes sociales
con expulsiones masivas de itálicos fuera de Roma, el escándalo de
las bacanales se antoja más complejo que los desvaríos de una secta.
La purga desencadenada en el año 186 a. C. no cesó en los años si­

E
guientes, pero a comienzos del año 184 accede a la censura Catón,
l contexto que preludió el escándalo de las baca�ales. �o hacía
merced al apoyo popular, con un programa de regeneración no solo
adivinar lo que se avecinaba para Roma. A la opresiva e insegura
ideológica: todos los contratos del Estado se subastaron y revisaron a
atmósfera que iba a cernerse sobre la Urbe, había precedido, el 5 de
la baja, y se adjudicaron nuevas obras públicas, mientras la clase em­
marzo de 186 1 el memorable triunfo de Manlio Vulsón: había derro­
presarial agitaba al Senado e instaba una nueva subasta de contratos
tado a los gálatas en Asia Menor, y pasaría a la historia por la simpar
con presupuestos más holgados.
magnitud de un botín de rapiña (Liv. 39, 6).
La sombra de la corrupción no dimana solo de las bacanales. Los
Este triunfo sobrevenía después del de Fulvio sobre los etolios,
tiempos de la República clásica preludiaron tendencias de cambios
celebrado apenas tres meses antes, el 23 de diciembre de 187 (Liv. 39,
profundos. Los indicadores de la corrupción afectan a la economía, la
4-5). El año anterior, el último día de febrero de 188, había entrado
política, la sociedad, la religión y la cultura. Pero no entrañan necesa­
también triunfante en Roma Lucio Cornelio Escipión, quien había
riamente una degradación, sino la emergencia de nuevos horizontes
decidido autonombrarse Asiágeno (Liv. 37, 58-59). Rememoraba de
para una Roma que dejaba atrás su dimensión de ciudad-estado he­
este modo la batalla de Magnesia, en la que había derrotado a An­
gemónica en la Península Itálica, para transformarse en una potencia
tíoco III. Seguía la égida de su hermano Publio Cornelio Escipión,
imperial en el Mediterráneo. quien iniciara catorce años antes la escalada de triunfos en la que se
había sumido Roma: en el año 201, a su retorno victorioso de Zama,
poniendo fin a la Segunda Guerra Púnica tras derrotar a Aníbal,
desembarcó en Sicilia e hizo el camino hasta Roma exultante, «tras
recorrer una Italia feliz por la paz no menos que por la victoria, no
solo con ciudades desbordadas para tr ibutarle honores, sino también
con una multitud de rústicos, que bordeaba los caminos, y entró en
la ciudad en medio del más imponente de los triunfos. Llevó al era­
rio ciento veintitrés mil libras de plata.2. Repartió entre los soldados
cuatrocientos ases» (Liv. 30, 45, 2-3). A partir de entonces mereció
1 odas las fechas son anteriores al cambio de era, deben ser entendidas por
T
tanto como antes de Cristo.
2 La libra romana equivale a 335,9 gramos.
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el apelativo de Africano, y se contaba que un senador llevaba puesto blecido se dobló (Liv. 23, 31, 10; Nicolet 1976a: 70; Ñaco del Hoyo
en la comitiva el gorro de liberto, honrando al general como artífice 2011:380).
de la libertad de aquel territorio itálico y romano que, durante más de Además de las exacciones apremiantes que de manera reiterada se
tres lustros, había soportado las correrías de los ejércitos púnicos exigieron sobre aliados itálicos para que contribuyeran a la causa mi­
de Arúbal. Se trataba del mismo joven general que cinco años antes litar con contingentes de tropas (Liv. 22, 57, 1O), se llegó a planificar
retornara de Hispania después de haber derrotado y puesto en fuga y exigir una financiación particular de la marinería en el año 214. Se
los ejércitos cartagineses, depositando en manos de Roma el control establecieron unas liturgias especiales, usando el censo de ciudadanos,
del área ibérica del levante y sur de la península. para exigir, en función del nivel de renta, la aportación de marineros.
Con Escipión se había puesto en marcha la maquinaria de guerra Entre cincuenta y cien mil ases «se aportaría un marinero con la paga
que habría de convertir a Roma en capital de un imperio mediterrá­ de seis meses; los comprendidos entre cien mil y trescientos mil, tres
neo. La Urbe, que había sufrido carestía y severas estrecheces en su marineros y un año de paga; los comprendidos entre trescientos mil
tesoro para hacer frente a los gastos de los contingentes de tropas y a y un millón, cinco mar ineros; los que sobrepasasen el millón, siete
las levas incesantes que fueron necesarias durante la contienda contra marineros» (Liv. 24, 11, 7). La liturgia afectaba así a determinados
Arúbal, se adentraba en una etapa distinta. Los botines de guerra ali­ grupos de contribuyentes, distribuidos en clases censitarias, con el
viaron y sanearon las arcas del Estado y permitieron planificar nuevos sostenimiento de gastos de marinería (Nicolet 1963:424).
objetivos, pero introdujeron también sobre los generales la sombra En ese mismo año se convirtió en norma algo que parece que
de la sospecha de corrupción por peculado -apropiación de dinero se habría ido produciendo de manera un tanto instintiva por parte
público-. La gestión político-militar de sucesivos cónsules sería so­ de viudas y huérfanos de guerra: depositaron sus bienes en manos
metida a procesos que cernieron la duda sobre la honorabilidad de la del Estado, bajo control y registro de los cuestores, de manera que
escalada de triunfos y sobre los generales. el poder público actuaba como garante de los peculios privados de
los damnificados por la guerra. De ese modo ganaba disponibilidad
pecuniaria para hacer frente a las necesidades de guerra y a sus pro­
Las estrecheces presupuestarias durante la guerra blemas de liquidez (Liv. 24, 18, 13-15). En esta fase temprana de la
guerra, se había creado ya una profunda fractura social y demográfica
La Roma del Edicto de las Bacanales vive la primera genera­ en el seno de la ciudadanía, que no haría sino agudizarse en los años
ción después de una experiencia traumática, la de la Segunda Guerra venideros: las cohortes de varones en edad de combatir, diezmadas ya,
Púnica, con Arúbal a las puertas de la Urbe, con sucesivos ejércitos seguirían viéndose menoscabadas.
der rotados y aniquilados en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas, que Todo ello ocurría en un contexto de crisis económica grave, que
llevaron a situaciones desesperadas como la compra con dinero del habría estallado desde el inicio de la misma guerra por falta de li­
Estado, en el año 216, de ocho mil esclavos jóvenes y vigorosos para quidez monetaria: aunque la cuantificación de la devaluación de la
convertirlos en soldados (Liv. 22, 57, 11), después de haber alistado a moneda es complicada (Cassola 1968:302), se postula que el valor
todos los jóvenes romanos desde diecisiete años e incluso menores, del as de bronce descendió primero a un cuarto de libra y acabará
a libertos con hijos (Liv. 22, 11, 8), o a los seis mil reos de delito fijado en un sexto de libra, aunque quizá llegó a estar en un doceavo
capital y condenados por deudas que se ar maron con despojos de de libra (Piganiol 1974:274; Nicolet 1982:172). Las manipulaciones
guerra galos (Liv. 23, 14, 3-4).Al año siguiente el tributo anual esta- monetarias durante la guerra no se encuentran definitivamente escla-
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reciclas, pero sí se puede afirmar que se introdujo entonces también el vencido con el ejemplo de los senadores. El episodio trasluce en este
denario de plata por valor de diez ases sextantarios --de un sexto de aspecto cierto cariz de posicionamiento social, de desconfianza hacia
libra-, siguiendo un patrón coherente con los helenísticos de la épo­ la toma de decisiones por parte de la oligarquía dominante, hasta que
ca (Nicolet 1967:90; 1963:432). En pocos años, durante la guerra, el el orden senatorial se puso al frente de la iniciativa.
peso del denario descendió de 4,56 a 3,98 gr, y en 209 se cambió, no
por diez sino por dieciséis ases (Christ 2006: 127;Nicolet 1982:172).
La soldada se pagaba a la tropa en ases de bronce cada vez más deva­ Deudas y tierras
luados, pero el mecanismo permitía ahorrar.
Mientras, se intentó incrementar la presión fiscal. En el año 21O Probablemente el momento más crítico llegó todavía un año des­
se exigió la provisión de remeros, con su soldada y provisiones para pués, cuando fue preciso disponer del oro recaudado como impuesto
treinta días, y narra Livio que la situación estuvo a punto de provocar por las manumisiones, una vigésima parte del valor del esclavo liberado
una rebelión. El foro se llenó de descontentos que increpaban a los que se pagaba al Estado y «que se guardaba en un lugar más reservado
cónsules abiertamente, a gritos. La plebe se resistía a asumir los costes del tesoro para los casos extremos» (Liv. 27, 10, 11). No quedaba nada.
de la armada que se hacía necesaria para ocupar Sicilia, y para los ope­ Avanzando hacia el final de la guerra, la situación comenzaba
rativos relativos a otro conflicto simultáneo al que enfrentaba a Roma a mejorar, aunque todavía en 205 hubo que vender tierras del ager
con los cartagineses, la Primera Guerra Macedónica contra Filipo. publícus confiscadas en Capua para hacer frente a gastos de guerra
Los cónsules hicieron una propuesta que el Senado aceptó: los sena­ (Liv. 28, 46, 4-6). Por un lado, en el año 203, llegó abundante trigo
dores debían dar ejemplo y entregar toda su fortuna, quedándose solo de Hispania, comercializado a precios baratos, a cuatro ases el mo­
con una libra de plata, un anillo por miembro de la familia, la bulla o dio, y en el año 201 ocurrió lo mismo con trigo llegado de África
amuleto que el hijo menor portara del cuello, y una onza de oro por (De Sanctis 1923:577). En ambos casos, Escipión aparecía como el
cada mujer de la farnilia. 3 El resto habría de entregarse a los triunvi­ benefactor, merced a sus victorias (Liv. 30, 26, 6; 31, 4, 6). Finalizada
ros que actuaban como apoderados. El objetivo previsto se cumplió: la guerra, en el año 200 se tiene constancia de una caída de precios
si los senadores pagaban, los caballeros y la plebe pagarían, y, según hasta pagarse a dos ases el modio por el trigo africano (Liv. 31, 50, 1).
Tito Livio, los registros oficiales fueron motivo de competición por La economía comenzaba a recuperarse, pero había que rendir cuentas.
ocupar puestos destacados entre las aportaciones (26, 35-36). Se había En el año 204 se había comenzado a hablar de la restitución del
superado así la doble crisis, la de tesorería y la social, que había desen­ dinero que se· había destinado a armar marinería seis años antes. El
cadenado las manifestaciones de la población. Sin duda la coyuntura comportamiento ejemplar de la población, que Tito Livio describía
de guerra habría ayudado a comprender que el tesoro necesitaba de sobre lo ocurrido seis años antes, no tenía que ver con donaciones,
actuaciones perentorias en un contexto bélico que había sido prácti­ sino con un empréstito al que el Estado recurrió «por la pobreza del
camente desesperado el año anterior. Anfbal y su ejército estuvieron erario y cuando la plebe no podía pagar el tr ibuto» (Liv. 29, 16, 2).
ante Roma misma para intentar una maniobra de distracción en el Se decidió entonces devolverlo en cinco años y saldar la deuda en
asedio romano a Capua, pero se habían retirado. Un cierto clima de tres pagos o pensiones con cadencia bienal. Ese mismo año el censor
alivio llegó a la ciudad y la renuencia al pago solo parece haberse Salinator creó un impopular impuesto sobre la sal, que le granjeó su
apelativo, manteniendo el precio en Roma, pero subiéndolo en ferias
3 y mercados (Liv. 29, 37, 3).
Una onza equivale a un doceavo de libra, esto es, 28 gramos.
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En el año 200, cuando correspondía satisfacer el tercer y último distintos momentos por Roma y de las incautaciones como repre­
pago, hubo problemas de liquidez de nuevo: se estaba preparando una salias de guerra, haría confluir en la Urbe importantes contingentes
nueva guerra, esta vez contra Filipo de Macedonia, y los fondos no al­ de inmigrantes que iban a mutar profundamente la base social de la
canzaban para armar flota y ejército y para saldar la deuda. Se recurrió plebe romana, diezmada durante la guerra.
a una solución alternativa, que fue la concesión de tierras. Se cederían La liquidación final del préstamo que quedaba pendiente se aco­
las más codiciadas, las más inmediatas, las que estaban en un radio de metió en el año 196 y volvió a haber problemas de liquidez, lo que
cincuenta millas en los alrededores de Roma, por una renta testimo­ motivó una reclamación de pago de tributos a augures y pontífices
nial de un as por yugada, para que no se perdiera el sentido de bienes por lo que no habían ingresado durante la guerra (Liv. 33, 42, 3-5).
de dominio público, y más adelante, cuando el Estado pudiera pagar, · Quedaban en evidencia situaciones de privilegio para la clase política
se saldaría la deuda o definitivamente pasarían los terrenos a manos dirigente que integraba además los colegios sacerdotales, una trein­
privadas. La propuesta provino de los ciudadanos mismos, «puesto tena de exenciones que habrían beneficiado a algu nas de las familias
que, según decía gran parte de ellos, había por todas partes tierras en más ricas, a los líderes políticos y militares, y que se habían producido
venta y ellos necesitaban comprar» (Liv. 31, 13, 6). en el fragor de la contienda (FeigVishnia 1996:98).Aunque apelaron
El efecto de la guerra en la composición del cuerpo de ciuda­ a los tribunos de la plebe, no lograron evadirse del fisco.
danos combatientes había sido devastador. Los propietarios de po­ El Estado había resuelto sus deudas, pero los ciudadanos atravesa­
sición más acomodada habían podido dejar organizada su hacienda ban por problemas de endeudamiento. La legislación contra la usura
de modo que, aunque perdieran la vida ellos o sus hijos, quedara seguramente había tenido un efecto per verso, restringiendo los prés­
ase gurada su continuidad, pero los medianos y pequeños propieta­ tamos, y había sido ampliamente evadida mediante un subterfugio
rios fueron los grandes perjudicados, porque la movilización dejó que consistía en poner los préstamos a nombre de los aliados, que no
los campos incultos y a las familias en situación desesperada (Nicolet se veían afectados por esas mismas leyes. Pero la liquidez conseguida
1967:90). Esas tierras ahora habían salido al mercado. Pero además, se había traducido en intereses exorbitados y las indagaciones descu­
el ager publicus del Estado se encontraba con ingentes extensiones de brieron que la envergadura de la deuda era tal que se tuvieron que
terreno en el territorio itálico, fruto de las confiscaciones y de la po­ tomar medidas especiales. Se estableció, en el año 193, que los aliados
lítica de represalias ejercida por Roma contra las ciudades aliadas que que prestasen dinero habrían de declararlo y el tribuno de la plebe,
se habían pasado al bando de Anfüal en las fases más desesperadas de con el beneplácito del Senado, sometió a votación popular «que la
la contienda (Toynbee 1965: 118). normativa sobre préstamos aplicable a los ciudadanos romanos, fuese
Si de algo había excedentes en Roma, era de tierras, y esto iba extensible a los abados y latinos» (Liv. 35, 7, 5). Se aprobó la medida, la
a motivar cambios en la composición social de la Urbe. Por un lado, Lex Sempronia. En aquellos años, Plauto ponía en boca de uno de los
aquellos que habían prestado al Estado se veían ahora recompensados personajes del Curculio esta invectiva contra los banqueros: «El pueblo
con terrenos, y se iniciaba un proceso de concentración de la propie­ ha aprobado infinidad de leyes contra vosotros, pero ley que se aprue­
dad que derivaba en la gestación de latifundios y que, en todo caso, ba, ley que vosotros os saltáis a la torera; siempre encontráis alguna
había beneficiado a los más ricos y solventes en un momento crítico escapatoria. Para vosotros la ley es como el agu a caliente: enseguida
de la guerra. Simultáneamente, el desarraigo de importantes capas se enfría» (509-511).
de campesinos itálicos, como fruto de las correrías de los ejércitos Los efectos de la guerra con Aníbal se dejaron notar, por tan­
cartagineses, de las estrategias de campos quemados empleadas en to, durante un tiempo considerable. Roma e Italia habían quedado
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profundamente_ desestabilizadas tras ponerse a prueba los cimientos destapaban de manera abierta, a los ojos de una población atribulada
económicos y sociales de la República, pero en este contexto de por la guerra, las pruebas de un modo de vida cotidiana sofisticado y
crisis monetaria, carestías, deudas y posterior regeneración y recupe­ refinado, de confortable lujo.
ración económicas, cobró cuerpo un concepto de si gno radicalmente Al año siguiente cayó Capua, la ciudad que, si antaño rivalizara
opuesto: la luxuria. con Roma en cuanto a rango de capitalidad en el territorio itálico, se
había convertido, con su defección y su paso al bando cartaginés, en
un icono. El control de Capua por Aníbal y por Roma sucesivamen­
Los triunfos y los botines durante la Segunda Guerra te, marcaría, en cierto modo, el signo de la guerra ante los pueblos
Púnica itálicos. Como capital de la Campania, encarnaba la luxuría, el gusto
por el lujo, y su derivada, la molicie (Pfeifer 2002:92). Capua sería
En el imaginario colectivo y en la historia de Roma, el sitio de para Aníbal, a decir de T ito Livio, lo que para Roma fue el desas­
Siracusa y el botín capturado por Marco Claudia Marcelo en la ciu­ tre de Cannas (23, 45, 2). Pero la caída de Capua no libró un botín
dad en el año 212, como represalia por haberse pasado al bando de muy cuantioso en manos del inflexible Quinto Fulvio Flaco: dos
Aníbal, marcaron un referente.T ito Livio dice que «se reunió tanto mil sesenta libras de oro y treinta y un mil doscientas de plata (Liv.
botín como si se hubiera conquistado Cartago» (25, 31, 11), pero Po­ 26, 15, 8). Mucho más opulento fue el que proporcionaría dos años
libio filosofaba acerca de renunciar a las pautas de conducta que han después, en 209, la conquista de Tarento: «Treinta mil esclavos, gran
proporcionado la victoria, pues esto suponía sucumbir al gusto de los cantidad de plata labrada y en moneda, ochenta y tres mil libras de
vencidos, cuando hubiera sido mejor «servir a la gloria con la digni­ oro, y esculturas y cuadros que bien podrían equipararse con los de
dad y la ma gnanimidad». En cualquier caso, «los romanos transporta­ Siracusa» (Liv. 27, 16, 8). Fue Quinto Fabio Máximo el artífice de esta
ron las obras de arte a casa.Adornaron sus viviendas con los despojos conquista, pero respetó y dejó allí las estatuas de gran tamaño y pare­
de los particulares y los lugares públicos con los de la ciudad» (Polib. ce que procuró al respecto labrarse mejor imagen, dejando «para los
9, 10, 14). tarentinos sus dioses encolerizados» (Liv. 27, 16, 8; Gruen 1984:252).
En Roma, la hazaña, de enorme carga emblemática tras años de Entretanto, en el año 210, solo meses después de las requisitorias
reveses contra Aníbal, se festejó con una acción de gracias y un sa­ a las clases censales en Roma para armar marineros, Escipión el Afri­
crificio a los dioses. Sin embargo, al retorno de Marcelo se le denegó cano tomaba Cartagena y lograba en Hispania un botín más modesto
el triunfo, en parte por esas conmemoraciones previas y, sobre todo, que el de Capua de un año antes: además de un «inmenso arsenal bélico
porque estaba ausente el ejército victorioso, pero además fue decisivo ( ...), las páteras de oro fueron doscientas setenta y seis, casi todas de una
el rol de sus rivales políticos (Pittenger 2008:152ss). Tenía los mere­ libra de peso, dieciocho mil trescientas libras de plata en bruto y acuña­
cimientos de la victoria y de haber causado más de cinco mil bajas da, y un gran número de vasos de plata; todo este material pesado y
enemigas, como estaba establecido, pero se le concedió solo una ova­ contado pasó a control del cuestor Cayo Flaminio» (Liv. 26, 47, 8). Con
ción haciéndose preceder de «un enorme acopio de objetos de plata y la última acotación Tito Livio insiste en dejar claro el control estatal
bronce artísticamente _labrados, variados utensilios y costosos vestidos del botín, que se vería completado con la aportación años más tarde,
Y muchas renombradas estatuas que habían embellecido a Siracusa a su regreso de Hispania a Roma, a finales del año 206, de «catorce
entre las primeras ciudades de Grecia» (Liv. 26, 21, 8). Enseres y arte, mil trescientas cuarenta y dos libras de plata sin acuñar y una gran
un modo de vida suntuoso de arraigo griego, desfilaron por Roma y cantidad de monedas de plata» (Liv. 28, 38, 5).
30 CORRVPTA ROMA PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA 31

A pesar de dlo, hubo de exper imentar los sinsabores del triunfo la base del problema cartaginés radicaba en Cartago nusma y era
que le fue negado: se trataba de un privatus cum imperio, no un magis­ perentorio reconducir la situación hacia el or igen del problema, pro­
trado, y no había tomado los auspicios, por lo que no podía obtener vocando el retorno de Anfüal y el definitivo abandono por parte de
la gloria que le hubiera convertido en el primer ciudadano en cele­ las tropas del territorio itálico, a donde habían llegado en el ya lejano
brar un triunfo sin mediar cargo público (Scullard 1970:108; Brizzi 218.T ito Livio describe cómo se movilizaron los aliados itálicos para
2009:140). Con todo; aunque sus aportaciones a las depauperadas pertrechar en el año 204 los recursos militares que el Senado le negó
arcas del Estado fueron providenciales para sostener la guerra, le fue a Escipión para invadir África: grano, velas, hierro, escudos, cascos,
negado el capital para su nueva empresa: el año de su consulado, lanzas, venablos, madera ... en fin, barcos y voluntarios para combatir
el 205, lo empeñó en hacer frente a la oposición de Fabio Máximo y (Liv. 28, 46, 15-21). Etruscos, marsos, pelignios, sabinos, etc. estaban
sus se guidores, decididos a impedir el asalto de Escipión a Cartago. tejiendo de este modo lazos clientelares con los Escipiones, que ha­
Este pretendía cambiar así la estrategia de la guerra que desde la dic­ brían de reportarles después influencias y protección, participación
tadura de Fabio en el año 21 7, tras el desastre de Trasimeno y antes en el botín y también expectativas de adquisición de la ciudadanía
aún de Cannas, tendía al desgaste de Aníbal evadiendo la confronta­ romana, una futura promoción social que reportaría a su vez a los
ción definitiva. Se le admitió que marchara a Sicilia y allí preparó el Escipiones apoyos políticos y electorales (Etcheto 2012:109s).
ejército con el que pasó a África y con el que retornaría triunfante Estaba emergiendo una corriente de pensamiento imper ialista en
tras la derrota final de los ejércitos cartagineses en Zama. el Senado, a cuya cabeza se situaba el propio Escipión, pero además
se estaba fraguando el respaldo por parte de algunos sectores de las
ar istocracias itálicas, en especial etruscas, y de los intereses comerciales
Un nuevo orden mundial y empresariales de neg otiatores y publicanos que veían en la empresa
prometedoras oportunidades futuras de negocio (Cassola 1968:381s).
Su regreso tras la victoria contra Cartago, bajo la aclamación de los La guerra anibálica había servido para crear la base de una estrecha
itálicos a través de la mitad sur de la península, con un botín de ciento colaboración entre la República y los intereses empresariales a través
veintitrés mil libras de plata, cerraba definitivamente una etapa de la de contratos para provisión de suministros y ejecución de obras con
historia de Roma y abría· otra. En buena medida la resistencia de pago difer ido, cuando el erario se encontró extenuado y sin recursos.
la facción de Fabio se atribuye a la defensa de unos intereses de clase, De Cartago, Escipión volvía no solo con el botín capturado, sino
los de las aristocracias terratenientes, que no alcanzaban a vislumbrar, o además con unas condiciones de paz muy duras para Cartago, dentro
se resistían a hacerlo, el nuevo rol que Roma parecía llamada a desem­ de los márgenes de independencia que se le respetaban: la libertad y
peñar más allá de los territor ios itálicos sobre los que se cifraban sus sus campos se mantenían, pero debía entregar toda su flota de guerra,
intereses y ambiciones. A lo sumo parecían mostrar empeño en conti­ salvo diez trirremes, su política exterior debía ser aprobada en Roma
nuar una expansión en los territor ios galos noritálicos (Scullard y debía satisfacer una indemnización de guerra ftjada en diez mil
1973:76). Les hubiera bastado con expulsar a Anfüal de Italia, que es talentos a cincuenta años en otros tantos plazos; 4 además de entregar
como creían que debiera haberse conducido la guerra. cien rehenes y devolver todos los desertores romanos, los cautivos y
Escipión, en cambio, encabezaba la perspectiva más abierta de los esclavos fugitivos (Polib. 15, 18; Liv. 30, 37, 1-6). Roma no ol-
quien había retornado de los territorios hispanos de ultramar, con 4 El talento romano equivale a 32,3 kilos, por tanto 323. 000 kilos de plata se
otra geopolítica de la guerra, que no olvidaba que, a fin de cuentas, fijaron como indemnización.
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viciaba a los suyos ni a sus traidores. Por lo demás, al final la guerra Macedónica (214-205), Roma se alió con los etolios y el reino de
reportaba un caudal económico compensatorio ingente, que dejaba Pérgamo, y consi guió al menos mantener a Filipo ocupado y preve­
a Cartago sumida en una colosal deuda. La potencia derrotada hubo nir un eventual apoyo por parte de este a Anfbal en suelo itálico. En
de buscar financiación directamente en el mercado de plata romano, el año 201, Filipo lanza una ofensiva en el Egeo. A instancias de los
abastecido por las minas arrebatadas a los cartagineses en Hispania mensajeros de Átalo de Pérgamo y de Rodas, el Senado reacciona y
(Piganiol 1974: 275). El pago de indemnizaciones drenó hacia Roma Roma entra en guerra. La Segu nda Guerra Macedónica (200-197) se
y sus negotiatores ingentes recursos con los que financiar, por ejemplo, cerró con el fulminante liderazgo emergente de Tito Quincio Fla­
las nuevas guerras. minino, quien, tras su victoria en Cinoscéfalos contra Filipo, declaró
Los resultados pecuniarios de una contienda que fue por lo de­ la libertad de las polis griegas, en un ejercicio de poderosa fuerza
más traumática, habrían de vencer cualquier reticencia en el Senado propagandística.
acerca del futuro de Roma, más allá de la Península Itálica, por mu­ Pero esta declaración iría se guida de una nueva guerra, esta vez
cho que este hubiera sido el discurso de la facción tradicionalista del contra Antíoco III el Grande, monarca que encabezaba el poderoso
Senado. reino seléucida, que se adentraba desde las costas mediterráneas
La victoria emplazaba a Roma en el papel de potencia hegemó­ del Próximo Oriente hasta más allá del Tigris y del Éufrates, entre el
nica del Mediterráneo Occidental, con amplios territorios ganados Próximo y el Medio Oriente. Se trataba de un liderazgo emergen­
en la Península Ibérica, sobre los que afianzar una política que había te una vez neutralizado Filipo de Macedonia. La contienda siríaca
superado defmitivamente el marco peninsular itálico y de las islas del (192-188) dejó a Antíoco fuera del territorio de Asia Menor, y tras
Tirreno. A partir de 197 comenzaría una sucesión de campañas y la batalla de Magnesia, Lucio Escipión, asistido en la negociación por
guerras en territorio hispano: celtíberos, lusitanos, oretanos, carpeta­ su hermano Escipión el Africano como legado, colocaba al reino se­
nos ... fueron objeto de hostilidades y de las veleidades expansionistas léucida ante el apremio de saldar un enorme tributo de quince mil
romanas. Evidentemente, se había tomado una opción decidida por talentos.
la estrategia de conquistas en el solar hispano. Roma iniciaba así una labor de gendarme en el orden interna­
Con Cartago sumida en el pago de gravosas indemnizaciones cional del ámbito mediterráneo. Hay historiadores que opinan que
de guerra y sin riesgos por los flancos meridional y occidental, era la sociedad romana se construyó especialmente para la guerra (Harris
el momento de ocuparse de los otros flancos, el septentrional y el 1989), y otros tienden a enfatizar su papel sobre la anarquía y las
oriental. Desde el mismo año 201 en que se firmó la paz con Cartago, disputas de las atomizadas entidades territoriales del espacio griego y
Roma abrió el frente del valle del Po. La Italia septentrional asenta­ de los reinos helenísticos (Eckstein 2006). En todo caso, Roma apun­
ba a pueblos gálicos como los hoyos y los ínsubros, de largo tiempo taba tanto hacia ambiciones de conquista y ocupación, como, por
enemigos de Roma, y que, como algu nos ligures, habían apoyado otro lado, manifestaba una magnanimidad no exenta de admiración
a Aníbal (Harris 1989:209). Los ejércitos no se desmovilizaban por por las polis griegas, que demostrarían no ser capaces de valerse sin
completo tras la gran guerra. apelar reiteradamente a una tutela romana. Medio siglo después, el
Además, en un año se decidió emprender una nueva guerra con­ historiador Polibio describiría la situación del si guiente modo: «Hasta
tra Filipo de Macedonia. Este rey había llegado en su momento a un esta época la historia del mundo había quedado en cierto modo com­
entendimiento con Aníbal y a la firma de un tratado secreto en el partimentada ( ...).A partir de este momento, al contrario, la historia
año 215, cuya existencia se conoció en Roma. En la Primera Guerra del mundo formó como un todo orgánico. Los asuntos de Italia y de
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África se encontraron en adelante unidos a los asuntos de Grecia y de un for midable negocio para Roma, beneficiaria de indemnizacio­
Asia y ha habido una convergencia de todo hacia un destino único» nes y de los intereses de la deuda cartaginesa.
(1, Pref. 3-4). La guerra se había transformado en un inesperado motor de
En el nuevo orden, evidentemente, Roma tomaba la iniciativa crecimiento, más allá de todas las consideraciones que merecen las
de sus decisiones motu proprio o a instancias de aliados eventuales; profundas mutaciones sociales producidas, y que serán analizadas pos­
pero, lejos de poderse mantener aún la teoría clásica de un imperia­ teriormente. Los años que restan hasta el triunfo de Manlio Vulsón
lismo defensivo, en que Roma se hubiera dejado llevar a su pesar por en el año 186 fueron años de victorias, de triunfos y de generales en­
circunstancias externas, el móvil económico de las contiendas, sin ser vueltos en una atmósfera de gloria y éxito político, que prolongaban
el exclusivo, hubo de pesar poderosamente. Un entramado de moti­ así su consulado con un eventual mandato proconsular, y acariciaban
vaciones bullía detrás. El botín, las relaciones clientelares, los intereses al tiempo la posibilidad de alcanzar la exclusiva magistratura quin­
comerciales, los debates partidarios y el prestigio y la gloria social con­ quenal de la censura, o un segundo consulado, al cumplirse diez años
feridos por los triunfos de cara a la promoción electoral, contribuyen del anterior, envueltos en la fama popular. Publio Cornelio Escipión
a explicar el devenir imperialista (Etcheto 2012:88s). El reverso de disfrutaría de ambos privilegios.
la moneda fue un inmenso sufrimiento por parte de las poblaciones El primero de los homenajes tras el retorno de Escipión de Zama
civiles, no exento de crueldad (Rosenstein 2012:3): saqueos y botines no mereció los honores del triunfo, sino una ovación. Se planteaba el
iban acompañados de controvertidos expolios de templos, cautiverio mismo problema técnico que ocurriera con Escipión a su retorno de
de prisioneros y mutilaciones y ejecuciones de varones adultos, así Hispania: se trataba de un privatus cum imperio, Lucio Cornelio Lén­
como violaciones de niños y mujeres. tulo, el mismo que había asumido, junto con Lucio Manlio Acidino,
el control de Hispania cuando el propio Escipión el Africano dejó la
Península Ibérica en el año 206. Fue propretor ese año y desempeñó
La escalada de los triunfos el mando proconsular los siguientes, hasta el 200.Y como Escipión,
a su retorno informó al Senado y pidió el triunfo: «El Senado reco­
El desarrollo de la Segunda Guerra Púnica había modificado nocía que sus empresas merecían el triunfo, pero consideraba que la
la práctica de la guerra en Roma. La movilización masiva, peren­ tradición no recogía ningún precedente de nadie que hubiese triun­
toria y desesperada incluso, de efectivos militares a la que se había fado sin haber operado en calidad de dictador, cónsul o pretor, y él
visto sometida, quedaba finalmente compensada en aspectos que había gobernado la provincia de Hispania en calidad de procónsul,
la oligarquía senatorial dominante hubo de apreciar como nuevas no de cónsul o pretor» (Liv. 31, 19, 5).Y, como a Escipión, se le negó
oportunidades, en las que se sumergió el orden ecuestre. A la falta el triunfo, pero se le concedió una ovación (Gruen 1990:130). Esta
de numerario de las fases iniciales de la guerra sucedía una afluen­ distinción contó con la oposición frontal de un tribuno de la plebe,
cia de metal y un volumen de negocio inesperados en origen, de Tiberio Sempronio Longo, tal vez próximo a la facción escipiónica
manera que Roma disponía de los botines y tenía en sus manos, (Scullard 1973:95), pero «vencido por la unanimidad de los senadores,
a través de las minas de plata hispana, la misma plata con la que cedió». Con su ovación, el erario ingresó «cuarenta y tres mil libras
volvería a pagar Cartago en los años venideros en concepto de de plata y dos mil cuatrocientas cincuenta de oro, y repartió a cada
indemnizaciones. Así que los pagos se vieron incrementados por el uno de sus hombres ciento veinte ases procedentes del botín» (Liv.
empréstito que hubo de contraer con los publicanos romanos, en 31, 19, 6-7). Oro, plata y recompensas para los legionarios se tornaban
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argumentos muy poderosos para el éxito político: al año siguiente, era que no lograría ocuparla hasta el 184. Había dejado establecido en
elegido cónsul. la provincia un elevado impuesto sobre las minas de plata y hierro,
Su colega en Hispania, Lucio Manlio Acidino, que volvió en la precisa Tito Livio (34, 21, 7), indicador incontrovertible de una lógica
misma condición, aportó un botín más modesto, seis mil libras de estrategia imperialista de explotación.
plata y treinta de oro. La situación era estrictamente la misma, y el
Senado también le deparó una ovación, pero el tribuno Publio Porcio
Leca la vetó (Liv. 32, 7, 4). Es probable que este tr ibuno se enmar­ Dos triunfos excepcionales
cara en la facción tradicionalista (Scullard 1973: 11O) y, que Manlio
Acidino estuviera más próximo al bando de los Escipiones, pero su Pero el triunfo de Catón, por mucho que, según Plutarco, se
carrera política estaba acabada. Había sido pretor en el año 210, pero jactara de haber conquistado en Hispania más ciudades que el nú­
a su retorno a Roma no ocupó más magistraturas. Evidentemente, el mero de días que había estado (Catón 10, 8), se vería menoscabado
juego político tomaba bajo su capa la cuestión de los tr iunfos como en la memoria por otro de aquel mismo año, el celebrado por Tito
uno de los factores de debate y controversia más enconados, y en Quincio Flaminino, tras su victoria contra Filipo de Macedonia. Un
los años siguientes la cuestión se recrudecería. La propaganda había primer aspecto memorable del triunfo sería su duración de tres días.
encontrado en los tr iunfos la manifestación más acabada para influir En el primero desfilaron los despojos de guerra y las estatuas; en
sobre intenciones de voto en el pueblo de Roma. el segundo, los metales preciosos: «Dieciocho mil doscientas libras
Los triunfos de los cónsules del año 197, Cayo Camelio Cetego de plata sin labrar, y de plata labrada numerosos vasos (... ) de plata
y Quinto Minucia Rufo brillaron más por los despojos de guerra que acuñada había ochenta y cuatro mil monedas áticas, llamadas tetra­
por sus aportes pecuniarios -cuatrocientos noventa y un mil ases de dracmas, que pesan casi tres denarios cada una. En oro había tres mil
bronce y ciento doce mil monedas de plata entre los dos-. Se otor­ setecientas catorce libras, un escudo macizo y catorce mil quinientos
garon además recompensas iguales a los soldados -setenta ases a cada catorce filipos» (Liv. 34, 52, 5-7), y se le perdonaron además a Filipo
uno-, y a jinetes y centuriones -el doble que a los soldados (Liv. mil talentos de indemnización (Plut. Flaminino 14); «el tercer día,
33, 23, 7-9)-. Las campañas itálicas no reportaban botines cuantio­ desfilaron ciento catorce coronas de oro donadas por las ciudades,
sos, así que el reconocimiento del triunfo radicaba más en su faceta víctimas para el sacrificio» y «muchos nobles, prisioneros y rehenes».
propagandística y en la exhibición militar de trofeos -enseñas, carros Por fin detrás apareció el propio general, seguramente con su toga
y despojos- y de logros sociales: por ejemplo, los colonos romanos púr pura, montado sobre el carro, tras el que desfilaron los soldados,
que desfilaban con el gorro de libertos recordando que habían reco­ «pues se había traído a todo el ejército de la provincia. Se distribu re­
brado su libertad merced a la campaña. ron entre ellos doscientos cincuenta ases a cada soldado de infantería,
En el año 194 entró en triunfo Marco Porcio Catón, cónsul el el doble a los centuriones y el triple a los de caballería. Dieron realce
año anterior, con el botín capturado en Hispania: «Veinticinco mil al triunfo los que habían sido rescatados de la esclavitud, marchando
libras de plata en bruto, ciento veintitrés mil de plata acuñada con detrás con sus cabezas rapadas» (Liv. 34, 52, 8-12).
la biga, quinientas cuarenta mil de plata oscense y mil cuatrocientas La descripción corresponde a una ceremonia exagerada en cuan­
libras de oro», entregando además «a cada soldado doscientos setenta to a su ambición propagandística, pero respetuosa con los cánones
ases de bronce y el tr iple a cada jinete» (Liv. 34, 46, 2-3). Se labraba codificados: el desfile se dividía en tres partes correspondientes a los
así parte de la fama por la que optaría a la censura del año 189, aun- despojos, el general en su carro -a pie y con toga de banda púrpu-
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ra en el caso de las ovaciones-, y los soldados detrás (Beard 2009: La enumeración es larga e incluía esta vez «treinta y dos generales
112). La gloria del triunfo sobre el carro, con el esclavo sosteniendo del rey, prefectos y altos dignatarios», así como una recompensa «de
la corona de oro sobre la cabeza y el general purpurado y maquilla­ veinticinco denarios a cada soldado, el doble a los centuriones y el
do de rojo con su cetro de marfil y el ramo de laurel en cada mano, triple a los jinetes.Después del triunfo se duplicó la paga militar y la
quedaron especialmente enaltecidos en esta ocasión por dos factores: ración de trigo; ya les había dado el doble una vez librada la batalla en
los tres días del desfile, y los romanos que habían sido liberados y Asia» (Liv. 37, 59). Las cotas alcanzadas en el botín y en la prodigalidad
que cerraron la comitiva (Plut. Flaminino 13). Boato, grandeza, ma­ hacia la tropa, pagada con plata y no con bronce, estaban instaladas en
jestad y reconocimiento social implícito de la multitud expectante, y una competencia ostentosa: se trataba, premeditadamente, de impre­
explícito de todos los que desfilaban, redondeaban la ceremonia del sionar al público.
triunfo como manifestación de exultante virtualidad propagandísti­ En el triunfo más modesto de Marco Fulvio Nobílior sobre los
ca. Flarninino culminaba de la manera más brillante su periplo por etolios del año si guiente, los soldados, centuriones y jinetes, sin em­
Grecia, iniciado en 198 como cónsul: había triunfado en Cinoscéfa­ bargo, no fueron menos recompensados, y como acto especial «ga­
los, negociado la paz y devuelto la libertad a las polis en los Juegos lardonó con recompensas militares en el circo Flaminio a muchos
Ístmicos del año 196 en medio de un baño de multitudes. Por fin, su tribunos, prefectos, caballeros y centuriones romanos y aliados» (Liv.
carrera alcanzaría la meta de la censura en la siguiente convocatoria, 39, 5, 17). La burbuja de las pompas triunfales estaba a punto de
la del año 189. estallar y lo haría en las manos de los Escipiones, provocando su caída
Los triunfos se sucedían: en el año 191 se celebró el de Publio e impidiendo que Lucio alcanzara. la censura a la que optó en el
Camelio Escipión Nasica (Liv.36, 40, 12-14) y se le concedió una ova­ año 184. Lo mismo le ocurriría a Cneo Manlio Vulsón su sucesor en
ción a Marco Fulvio Nobílior (36, 39, 2); en el año 190, se le denegó las campañas de Asia.
el triunfo a Quinto Minucia y en cambio se le otorgó a Manio Acilio,
vencedor sobre los etolios: «Solamente faltaron los soldados siguiendo
el carro; por lo demás fue un triunfo magnífico tanto por el espectáculo El triunfo de Manlio Vulsón
como por la fama de las gestas llevadas a cabo» (Liv. 37, 46, 6).
El triunfo del año 188 concedido a Lucio Camelio Escipión, El día 5 de marzo de 186 Roma conoció un apoteósico desfile:
hermano del Africano, y que se hizo llamar Asiágeno, volvería a mar­ «Cneo Manlio llevó en su desfile triunfal doscientas doce libras de
car un hito. Cónsul del año anterior, conmemoraba la victoria sobre coronas de oro, doscientas veinte mil libras de plata, dos mil cien­
Antíoco en Magnesia con la amargura de haber sido inmediatamente to tres libras de oro, ciento veintisiete mil tetradracmas áticas ( ...);
relevado del mando sin completar la tarea de la paz, y se enviaba en su delante del carro fueron obligados a desfilar cincuenta y dos jefes
lugar al cónsul del año si guiente Manlio Vulsón.Tuvo lugar el último enemigos. Repartió entre los soldados cuarenta y dos denarios por
día de febrero, y según T ito Livio, «este triunfo, por el espectáculo cabeza, el doble a los centuriones y el triple a los jinetes, y dio una
ofrecido a la vista, fue más grandioso que el de su hermano el Africa­ paga doble» (Liv. 39, 7, 1-2). Había superado a todos los anteriores, y
no ( ...).Desfiló en triunfo llevando ( ...) mil doscientos treinta y un nada más elocuente ni más falsario que el desfile de jefes enemigos
colrni1los de marfil, doscientas treinta y cuatro coronas de oro, ciento cautivos: se trataba de una campaña de saqueo sin mediar una decla­
treinta y siete mil cuatrocientas veinte libras de plata, doscientas vein­ ración de guerra previa aprobada en Roma y comunicada al enemigo
ticuatro mil tetradracmas áticas ...». conforme a los protocolos oficiales.
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Resulta complejo· establecer tablas comparativas de equivalencias Con todo, no es de extrañar que la tropa expresara su contento,
sobre componentes heterogéneos como los que aparecen en las suce­ pero de una manera que según Tito Livio, denota quizá más inteli­
sivas enumeraciones de los triunfos que se han consignado. Además gencia y socarronería que la del propio general: «Desfilaron detrás
se ciernen sobre ellas las dudas acerca de la fiabilidad de los datos, por del carro muchos de todas las graduaciones galardonados con recom­
mucho que Tito Livio estuviera consultando registros oficiales. De pensas militares, y los soldados cantaron al general unos versos de tal
hecho pueden despertar más desconfianza por su transmisión que por naturaleza que se deducía con toda evidencia que iban dirigidos a
su original exactitud. un jefe complaciente y deseoso de popularidad, y que la celebración
Sin embargo, se puede establecer una elemental comparativa, del triunfo contaba más con el favor militar que con el popular» (Liv.
cuyo valor debe considerarse más relativo que absoluto, que ilustra la 39, 7, 3). Bien pagados y recompensados, los soldados expresaban su
evolución: en ningún caso se llegaron a alcanzar los 27.946 kilos de agradecimiento, reportaban lo que se esperaba de ellos, pero en lo que
oro del botín deTarento del año 209; en cuanto a la plata, que aparece trasmite Livio, y en lo que se aprecia de la trayectoria posterior de
como denominador común, los 6.162 kilos acopiados por Escipión Manlio Vulsón, el derroche no le granjeó ni la censura del año 184,
en Cartagena y los 4.829 depositados en Roma al regreso de Hispa­ ni un segundo consulado al que podría optar diez años después del
nia, no son comparables a los 41.414 con los que regresó de Cartago; primero, ocupado en 189.
pero entre plata en bruto y plata acuñada ya los superaba el botín his­ Sin embargo, en ese triunfo del año 186 había otros aspectos me­
pano de Catón, que alcanzó 48.822 kilos a los que sumar los 181.818 morables para Tito Livio: «Fueron aquellos soldados los primeros en
de plata oscense. Hispania se tornaba, merced a sus minas, en reserva importar a la ciudad lechos de bronce, colchas preciosas, tapices y
estratégica para el numerario romano. Salvado este factor de control otros tejidos finos, y mesas de un solo pie, y aparadores, enseres que
productivo y retornando a los botines, el triunfo de Flaminino, con entonces se consideraban suntuosos» (Liv. 39, 6, 7).A la enumeración
todo su boato y la diversidad de moneda acuñada, no resiste sin em­ se sumaban las exquisiteces en los banquetes, convites amenizados con
bargo las comparaciones en cuanto a plata: 6.128 kilos muy distantes músicos, y la sublimación de la cocina de modo que «lo que había sido
de los 46.269 del botín siríaco de Lucio Escipión. Con 74.074 kilos, un servicio comenzó a ser considerado un arte». Si se le confrriera
sin embargo, fruto de su controvertida campaña de saqueo, Vulsón todo el crédito a Lucio Pisón, este sería el momento en que llegaron
marcó la cota más alta. los primeros triclinios y mesas de un pie, y por tanto, el punto de
Otro indicador interesante radica en las soldadas: Escipión marcó aparición de la práctica de comer recostados entre los romanos (Plin.
un hito que costó superar al destinar 400 ases de recompensa, pero Hist. Nat. 34, 14), lo que obviamente es discutible a la luz de las de­
Flarninino llegó a 250 ases, doblando además lo consignado a cen­ coraciones con escenas de banquete en las tumbas etruscas, pero no
turiones y triplicando a los jinetes, lo que se convertiría en práctica deja de consignarse que la tradición lo atribuía a Cneo Manlio Vulsón.
habitual posterior. La cantidad fue análoga en lo entregado por Lucio
Escipión, aunque con un matiz relevante, pagó, no con ases de bron­
ce, sino con plata, lo que seguramente no resultó demasiado práctico La luxuria
para la tropa pero enalteció a su general, que además dobló la paga.
Solo Vulsón los superó a todos, incluso los 400 ases del Africano tras En este punto de su obra y del devenir histórico de Roma esta­
conquistar Cartago, al entregar 42 denarios de plata -420 ases-, y blecen Dión Casio ifr. 64) y Tito Livio la aparición de la luxuria: «El
volver a doblar la paga. germen del lujo extranjero, en efecto, fue introducido en Roma por
42 CORRVPTA ROMA PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA 43

el ejército de Asia». 5 Queda asociado al inicio de la descripción del salían a la venta. Pero con ellos llegaba algo más: un estilo de vida
triunfo de Manlio, pero en realidad se relaciona con el ejército que que modificaba las pautas de conducta en las facetas de representa­
retornaba del continente asiático, como lo hiciera dos años antes el ción de los domicilios aristocráticos o acomodados. Estatuas, lechos y
que dirigía Lucio Cornelio Escipión (Val. Máx. 9, 1, 3). De hecho, muebles, cuadros, copas y vajillas de metal preciado, presuponen que
Plinio asegurará también que la introducción del lujo en Italia se dormitorios y comedores, jardines y atrios de la nobleza o la pluto­
debió al ejército de Asia y lo relaciona directamente con los vasos cracia romana, se iban a ver enaltecidos por enseres triplemente dis­
de plata cincelada y de oro capturados en botín por este general.6 tinguidos: por su riqueza, por su valor artístico y por su procedencia,
El historiador Lucio Calpurnio Pisón incidiría también en que la por su origen en suma. Se pasó a entender la calidad de vida en base
luxuria entró en Roma con motivo de sus luchas contra los reinos a unas pautas de conducta foráneas que se verían cada vez más pres­
helenísticos de la primera mitad del siglo u a. C. Otros autores como tigiadas, aunque no dejaran de emerger voces contrarias. Se trataba
Polibio, Salustio o Veleyo lo retrasan unas décadas (Rosillo 2010:144). de lo griego, de un helenismo cuyo valor se cotizaría al alza en una
En todo caso, se trata de un concepto opinable, pero los triunfos de sociedad cambiante, que dejaría cada vez más atrás las ataduras a los
188 y 186 marcaron un referente de proverbial riqueza asociada a valores tradicionales romanos, instilada por la cultura helénica en el
unos botines de singular magnificencia, y en el intervalo que va de arte, en la cultura y en la vida cotidiana a través de enseres y esclavos.
esos años a la batalla de Corinto, del año 146, se cifra la inmersión Solo de Tarento se enviaron a Roma treinta mil cautivos y Agrigento
de Roma en la luxuria (Harris 1989:56). fue esclavizada (Liv. 26, 40, 13); en África se hicieron más de diecio­
Tres son los aspectos probablemente más inherentes a la luxuría: cho mil prisioneros, según Apiano (Sobre África 15; 23; 26, 36, 48); en
por un lado, las soldadas excesivas y los efectos que infunde el lujo Macedonia se mencionan al menos cinco mil (Liv. 33, 10, 7) ...
en la moral de las tropas, algo de lo que por ejemplo se le culpó a El tercer aspecto de los botines, el más tangible en las enume­
Escipión en relación con las tropas acantonadas en Siracusa en 204 raciones, era más cuantitativo que cualitativo. Se trata de la riqueza,
(Liv. 38, 51, 1); por otro lado, algo que de manera sutil recuerda Pfu:ú.o la ingente masa de metal preciado que se drenó hacia Roma desde
cuando relaciona el lujo con los vasos de oro y plata incautados por cualquier parte de un naciente imperio por el que pasaban las legio­
Lucio Escipión en Asia (Hist. Nat. 33, 53) y que es más explícito en la nes, y esto, devino especialmente claro en la campaña de expolio y
narración de Livio: los lujos llevados a la vida cotidiana de una elite saqueo que llevó a cabo Vulsón. Pero no fue excepcional. Durante la
social por contaminación de costumbres. Este aspecto era inherente Segunda Guerra Púnica, se llegaron a movilizar hasta veinte legiones,
al botín de guerra llegado desde Siracusa en 212 y también en el de a las que se sumó una guardia urbana de varias legiones integrada por
Tarento de 209. La alusión de Polibio a cómo los particulares adorna­ veteranos, discapacitados y adolescentes no incorporados a filas. Ha­
ban sus casas con despojos de guerra no puede ser más elocuente (9, cia el final de la guerra el contingente de tropas descendió primero
10, 14): un mercado de objetos de lujo se había abierto seguramente. a dieciséis y más tarde a seis u ocho legiones (Keppie 1998:32). Para
Aunque en primera instancia los aristócratas y mandos del ejér­ el año 190 se había engrosado ligeramente de nuevo, hasta once le­
cito llevaban a su casa trofeos singulares, el resto del botín que estaba giones con el fin de hacer frente a las guerras (Brunt 1971:422-434).
en manos privadas circulaba y cabe suponer que los objetos artísticos Sin embargo, lo que se incrementó de manera excepcional entre
el año 200 y el 167, fue el número de triunfos, llegando a 39 (1,15
5
Liv. 39, 6, 7: «Luxuriae enim peregrinae origo ab exercitu Asiatico inuecta in ur­
por año de promedio), casi el doble que el resto del siglo II hasta el
bem est>>.
6
Plin. Hist. Nat. 33, 53: «Asia primum deuicta luxuriam misit in Italiam». año 90 a. C., en que solo se celebraron 46 (0,6 por año de promedio)
44 CORRVPTA ROMA PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA 45

(Rich 1993:50). En la Roma de Vulsón y de Lucio Escipión, en los hubiese sido reembolsada con anterioridad. Los cuestores urbanos
años de la escalada, escribiría Plauto en una de sus obras teatrales: pagaron puntual y escrupulosamente al veinticinco y medio por mil»
«A esto se llama concluir felizmente una empresa, regresar, como re­ (Liv. 39, 7, 4-5). Si se tiene en cuenta que en el año 200 se cedieron
greso, victorioso y cargado de botín. Mi vida a salvo y la ciudad to­ terrenos del ager publicus a una renta irrisoria para aliviar la deuda, y
mada por un engaño, traigo a la patria todo el ejército intacto. Pero, que cinco años después se intentó saldar, aunque no fuera posible,
espectadores, vosotros no os extrañéis de que no celebre el triunfo. se habrían tardado veinticinco años en liquidar la deuda contraída y
Está muy visto, no me interesa. Pero los soldados serán recibidos con eso explica que se pagara el interés indicado, el equivalente a lo que
vino mielado. Ahora voy a llevar al cuestor todo este botín» (Báquides el Estado requería en concepto de tributum anual, establecido en un
1070-1074). Plauto ha condensado cómicamente las esencias de los uno por mil (Franck 1975:79, 136; Harris 1989:69). En todo caso, la
botines: saqueo de ciudades, devaluación de triunfos, soldados com­ operación, mediando pagos parciales anteriores y cesión de tierras, no
prados y agradecidos, y un sospechoso personalismo en la gestión del parece desventajosa para los accidentales y forzados prestamistas, las
botín antes de entregarlo a las arcas públicas. capas adineradas de los ordines superiores, que en su momento com­
pitieron por constar en las listas del registro con cantidades al alza.
Durante tres décadas Roma había estado sumida en una econo­
Una economía de guerra mía de guerra de doble ciclo: la primera etapa había sido de crisis,
especialmente intensa en los :momentos iniciales, cuando fue preciso
La guerra se había convertido en una actividad sostenida en el primero, en el año 216, recurrir a la ayuda de Hierón de Siracusa (Liv.
tiempo. Poco importa ahora si se trataba de una iniciativa predatoria 23, 21, 5-6; 23, 38, 12), y más tarde doblar impuestos, exigir liturgias
de captación de recursos por botines, o un modo de alcanzar prestigio -años 215-214-- e instar entregas de dinero reembolsable para la
militar y político, o si más bien era efecto de una estrategia imperia­ flota -el año 210--. A partir de ese año, la información disponible
lista o quizá del arbitraje internacional en el Mediterráneo del nuevo no recoge exacciones mayores, tal vez por el alivio de la llegada de
orden. Finalmente todos los factores estaban en juego simultánea­ los primeros botines procedentes de Siracusa, Capua, Tarento o Car­
mente en mayor o menor medida, pero hay algo sorprendente en tagena -entre 211 y 209-, y más tarde Hispania -en 206-. Es en
todo ello: a pesar de las masas de metal ingresadas por la vía de los el año 204, cuando se empezó a hablar de devoluciones a cinco años,
botines, susceptibles de ser acuñadas en moneda, la guerra se nutría cuando la tendencia habría comenzado a cambiar, y se asumieron
a sí misma en buena medida, y si hemos de hacer caso a Tito Livio, compromisos a cinco años, pero nueve años después no se había sal­
solo tras el retorno de Vulsón le fue posible al Estado saldar la deuda dado la deuda, que solo pudo resarcirse en el 186. El ciclo expansivo
contraída en aquel lejano empréstito forzado del año 210, a menos alcanzaba entonces su apogeo, con amplias extensiones de ager publicus
que el escritor se refiriera a la devolución del impuesto doble que se y con unas arcas saneadas merced al aporte de botines, indemnizacio­
hizo pagar en el año 215 (Nicolet 1976b:215). En todo caso viejas nes de guerra y explotación de minas de plata.
deudas. En el año 195, el dinero que se exigió a pontífices y augures Considerando la cuantía global, imponderable pero ingente,
porque no habían tributado durante la guerra, no habría bastado para de los ingresos por estos conceptos, resulta dificil entender por qué
la devolución (Liv. 33, 42, 3-5). Decía T ito Livio después del triunfo se tardó tantos años en pagar. Los gastos de sostenimiento anual de
de Vulsón que «se dispondría del dinero llevado en el triunfo para una legión se han calculado en 2,4 millones de sestercios (Brunt
abonar la parte del préstamo hecho por el pueblo al Estado que no 1971:411) y para el tributum o impuesto directo anual sobre las pro-
46 CORRVPTA ROMA

piedades de ciudadanos se ha estimado durante la Segunda Guerra


Púnica una recaudación de 3,6 millones de sestercios o inferior (De
Sanctis 1917:2.623-31). Se trata de aproximaciones que demuestran,
considerando el esfuerzo de movilización de tropas, que Roma in­
currió en un endeudamiento muy elevado, pero hay otro factor de
incertidumbre muy importante: ¿realmente la totalidad de los botines
ingresaba en las arcas del Estado? ¿Se detraía de alú el pago de solda­
das después o antes? Hay un evidente margen de discrecionalidad en
la gestión del botín por parte de los generales, que alcanza a aspectos
tan pautados como el pago de la tropa. Si esto era potestativo, ¿qué
cabe pensar de la gestión del botín? En el año 171 a. C., cuando se
están reclutando tropas para la Tercera Guerra Macedónica, dice T ito
Livio que hubo muchos voluntarios porque se sabía que los vetera­
nos que «habían servido en la antigua campaña macedónica o contra
Antíoco en Asia se habían hecho ricos» (Liv. 42, 32, 6).
VI
CORRVPTA ROMA

((P ues, una ciudad en la que las costumbres son más corruptas
cada día, en la que es imposible distinguir los verdaderos ami­
gos de los traidores, en la que se te arrebata lo que más quieres, es una
ciudad en la que, ni aunque te nombraran rey, sería deseable vivir»
(Plauto Mercader 838-841). No es Roma, sino Atenas lo que aborrece
el protagonista de esta comedia de la primera etapa de Plauto, escrita
hacia el año 207-206 (López y Pociña 2007:78; López 2010:15). Es
en Atenas en un buen número de comedias, o en escenarios helénicos
-Tebas, Éfeso, Cirene, Etolia, Sición, Epidauro, Epidarnno-, donde
proyectan sus tramas las obras del comediógrafo. Remiten a sus orí­
genes griegos, pero evaden así también los problemas de una censura
despiadada, como la que por aquel entonces, hacia el año 206, dio
con los huesos del poeta y comediógrafo Nevio en la cárcel.

Crítica y control de la información

Según Aulo Gelio, a Nevio la pena le habría sido impuesta por


«injurias y ultrajes contra los ciudadanos más ilustres». En otro mo­
mento de su obra recuerda la reputación poco recomendable de que
gozó Publio Cornelio Escipión en su juventud, y cita unos versos
de Nevio, en los que contrasta la gloria de las empresas del Africano
con el hecho de haber sido rescatado por su padre de brazos de una
amante, tapándolo solo con el palio, en una situación que le pudo
ocasionar serios problemas (Gelio 3, 3, 15; 7, 8, 5-6). La situación su­
giere un estupro por amores socialmente improcedentes, pero, fuera
398 CORRVPTA ROMA PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA 399

por estos u otros versos, Nevio pasó una larga temporada en prisión, «lo sagrado lo confunden con lo profano, lo público con lo privado»,
ya que, según dice Gelio, le dio tiempo a escribir allí dos comedias insistiendo en que «conozco yo muy bien las costumbres de nuestra
con las que se rehabilitó: «Fue liberado después por los tribunos de la época» (285ss). Establece empatía con sus espectadores, pero desde la
plebe, habiendo reparado con las citadas comedias las propias culpas y distancia de una ficción en la que todo ocurre en situaciones griegas,
los excesos verbales con los que previamente había ofendido a tantas sin gozar de la libertad de expresión de que, según Gelio, gozaban los
personas» (Gelio 3, 3, 15).A pesar de todo acaba en el exilio en Utica, griegos.
donde muere (Bauman 1996:17). El autoritarismo con que el orden fue restablecido en Roma por
El propio Gelio indica que la mordacidad y la crítica social, las el Senado durante la guerra, después de cada desastre en los primeros
maledicencias, cor responden a una «costumbre de los poetas grie­ años, cada vez que las mujeres salieron a la calle buscando noticias y
gos», sin embargo, parece evidente que no fueron aceptadas de buen clamando por sus muertos; el control de la información y la exposi­
grado por la clase dirigente romana. La detención la practicaron ción de las decisiones y versiones oficiales por parte de los magistra­
los triunviros capitales, unos magistrados, y la liberación fue por dos en las asambleas o contiones; el modo en que se intervino ante los
intercesión popular de los tribunos. La puesta en escena de obras tumultos; la interpretación de prodigios y la decisión de expiaciones
en las que se critica a la sociedad y a la clase política entrañaba tal para frenar rumores y ansiedades; o la proscripción de los nuevos cul­
vez un doble riesgo para los comediógrafos: por un lado, los pode­ tos en 213 y la incautación de libros sagrados, constituyen, en todos
res públicos parecen haber ejercido una indudable vigilancia, y por los casos, indicios de una sociedad dirigida por un Senado que pilota
otro lado había que ponderar la acidez de las críticas ante la posible la rectitud de los derroteros de Roma.
pérdida de clientes, políticos que sufragaran las obras teatrales en el Pero los rumores existieron y no se acallaban fácilmente. De
marco de sus evergesías, pagando espectáculos. En este caso, cabe hecho, las embajadas de ciudades damnificadas por las represalias
la posibilidad de que Nevio estuviera protegido por los Metelos, de guerra -locrios, siracusanos, campanos, etolios- que llegan a
y actuara dentro de claves de ataque entre facciones, pero esto no Roma, intentan procurarse estados de opinión favorables y difun­
parece haberle librado de la pena (Gruen 1990:lOlss; Manuwald den sus mensajes. P robablemente, claman al Senado, alentadas en
2011:199). Sin embargo, no fue lo habitual entre los autores de tea­ cada caso por facciones rivales o por liderazgos adversos en ese mo­
tro y parece que la politización de las obras corría de cuenta de los mento a un cónsul o un procónsul, intentando erosionar sus apoyos
políticos que pagaban las producciones, y seleccionaban una obra ante una eventual renovación de mando o ante nuevos comicios.
por sus connotaciones e incorporaban versos o enfatizaban frases Embajadas y rumores intencionados, como los que circularon sobre
según sus intereses (O'B ryhim 2015:455). un Marcelo inactivo en el sur -año 208-, o sobre los Escipiones
Cuando Plauto describía el foro romano la acción tenía lugar der rotados en Asia -año 189-, se difunden como síntomas de
en Epidauro (Gorgojo 465ss); cuando denuncia las deteriores mores, el la diversidad, de discursos alternativos al oficial, tutelado desde el
incremento de la corrupción en la ciudad de Atenas, se dirigía pro­ Senado. Había, pues, un espacio para la crítica y para soterradas
bablemente en clave a su público romano; y así lo hacía también corrientes de opinión y de información sesgada, que circulan y se
seguramente, cuando en Los tres centavos, comedia escrita hacia el año expanden de manera interesada para animar las lides electorales,
187 (López y Pociña 2007:78; López 2010:14), en el fragor de la fomentando unas veces los méritos, y desacreditando otras las forta­
confrontación política y tal vez en el momento de los procesos a los lezas de los candidatos. Pero la impunidad para envolverse en estos
Escipiones, abre su invectiva contra una sociedad degradada en la que manejos no parece haberse extendido a todos los ciudadanos, sino a
400 CORRVPTA ROMA PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA 401

los políticos y sus mesnadas de clientes y de apoyos incondicionales, pueblo de Roma y los colonos, y sostenido sobre la masa de esclavos,
convertidos en activistas de la propagación de datos interesados y libertos, conquistados y aliados. Los signos de debilidad del sistema
de infundios. fueron fortificados unas veces por medio de la política colonial, y re­
presaliados o expurgados otras. Sin embargo, el entramado social salió
fortalecido de los ataques, aunque para ello fuera precisa la fuerza a
Las formas de la corrupción través de una justicia sumarísima y de acciones militares de asalto,
conquista u ocupación, o a través de severas decisiones senatoriales
Por tanto, para Plauto era más prudente y más seguro criticar la refrendadas dócilmente por el pueblo de Roma, e implantadas sin
corrupción de Atenas y que fuera el espectador quien estableciera resistencia entre latinos y aliados.
las analogías que espontáneamente cavilara. Pero los indicadores de Para sostener el entramado y rearmar moralmente los ánimos
corrupción que registra Plauto y su concepción de la vida a la griega derrotistas de la población, las creencias desempeñaron una función
entroncan con los orígenes de la luxuria registrados en Polibio, Tito primordial, pero cuando las deidades locales no bastaron fue preciso
Livio y Plinio. Existe coincidencia al respecto. recurrir a las foráneas para reafirmar las inconsistencias momentáneas
La corrupción es un concepto de varias acepciones. Puede ser de una religión oficial sobrepasada por los desastres y por la duración de
ñsica, y t!ntonces se refiere a la desintegración o descomposición de la guerra. Los oráculos dictados por Apolo desde Delfos y contenidos
un cuerpo, a su putrefacción; puede ser moral, como es la corrupción en los Libros Sibilinos arbitraron la secuencia de cambios y restable­
política, y entrañar un atentado contra las costumbres, o desencadenar cieron en las conciencias la idea de una victoria posible a través de la
un proceso de degradación para provocar el hecho o la condición de adopción e implantación de los cultos de Venus Ericina y de Magna
ser corrupto; y puede referirse a la perversión de instituciones o de Mater, que por otro lado encontraban su justificación ideológica en
costumbres desde un estado original que se consideraba de gracia, un la tradición troyana. Más allá de los oráculos y sus designios, se estaba
referente de pureza (Heidenheimer 1989:8; Rosillo 2010:16). recreando una identidad nacional con un pasado míticamente griego.
A lo largo de varios capítulos se ha realizado un recorrido por los Este terreno religioso fue el que registró los cambios más pro­
avatares sufridos durante algo más de una generación en Roma, du­ fundos y estructurales: lejos de los formalismos de consultas y ex­
rante la época en la que la guerra anibálica y la posguerra sometieron piaciones, aprobados con el beneplácito de los colegios sacerdotales,
a una formidable prueba de resistencia a una emergente ciudad-esta­ en procesos controlados desde el Senado, los refugiados de guerra
do que se encontraba dando el salto hacia una dimensión imperialista. avivaron en Roma una atmósfera de creciente ansiedad, que afectaba
Mientras experimentaba en propia carne todas las heridas infligidas de manera especial a una población femenina.Así prendieron nuevos
en sus estructuras, se endurecía para resistir y se adaptaba a los nuevos cultos, tan perniciosos para el sistema de creencias orquestadas por el
tiempos. aparato religioso oficial, que motivaron su represión pública y la con­
La corrupción económica, involucrando a funcionarios o políti­ fiscación de libros sagrados. El pavor y las incertidumbres limitaron la
cos, se conceptualiza como la versión clásica de corrupción. Pero esta persecución al ámbito no privado, pero quedaban ya instiladas en la
no es sino una de las formas de corrupción. La otra forma atañe a los Urbe nuevas tendencias de fe.
cambios institucionales. Las pruebas de estrés, resistencia y represión a
las que fue sometida la sociedad culminaron con los severos reajustes
sobre los que se reafirmó el edificio del Estado, vertebrado sobre el
402 CORRVPTA ROMA PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA 403

Los desastres de la guerra y la protocorrupción de la introducción de los Juegos Apolinares y de la llegada de Venus
Ericina desde Sicilia. Los s°acrificios humanos, ya fuera de las vestales
Ni todo es corrupción, ni todo ocurrió al tiempo. Los cambios no y del pontífice apaleado por estupro con una de ellas, ya fuera de las
constituyen prácticas o manifestaciones de corrupción, si no son per­ parejas de galos y griegos, sacudieron y aliviaron las conciencias del
cibidos o valorados como tales desde un paradigma de valores sobre el choque brutal del desastre de Cannas, y aún estaba por llegar otro
que diagnosticar una degradación o un incumplimiento de reglas. En desastre de las legiones que combatían a los galos en el norte. Los tu­
este sentido, no se puede hablar de corrupción en el entramado y en multos de mujeres en aquellos años manifiestan no solo los horrores
el ordenamiento sociales, pero el clima de la vida en la Urbe se tornó de la guerra, también los síntomas del trauma social y una forma de
muy borrascoso: la mortalidad provocada por la guerra; un miasma de desestabilización del orden de tintes preocupantes.
muerte y terror que se enseñorea de la población; los traumas provo­ En esos años se constatan, además, los primeros procesos y prác­
cados por las pérdidas de esposos e hijos; el descalabro demográfico ticas corruptas de alcance político: el exilio de Livio Salinator, cónsul
por los caídos y también por los no nacidos; los refugiados, las cosechas de 219, por apropiación del botín, y el reparto gratuito de aceite du­
perdidas y la carestía; seguramente el hambre y el incremento de la rante la edilidad de Publio Camelio Escipión en 213, abren vías un
morbilidad; la fragilidad de la fortuna y la desestabilización de las fa­ tanto equívocas, pues empezó a cuestionarse la disponibilidad plena
milias ante la inconsistencia de las fuentes de ingresos dependientes de del botín por el general, y si un reparto gratuito encerraba una forma
un cabeza de familia caído en combate; los inválidos y los mutilados; las de soborno y compra de votos. Se trata de protocorrupción.
psicologías atormentadas por los horrores y las amenazas de la guerra, Otros ejemplos, como el proceso por alta traición a Cneo Fulvio
todo ello entraña consecuencias sociales imponderables, que, dada la Flaco ante la cobardía de sus tropas en 212, forman parte del que­
magnitud de los desastres en relación con la movilización masiva de brantamiento de una línea de rectitud marcial exigible a la tropa, que
ciudadanos, y hasta de niños, libertos y esclavos, se adivinan intensas. puede entroncar con otros episodios como el de la actuación de las
El clima social fue trágico, como las escenas de matronas des­ legiones de Cannas, el conato de huida de los caballeros tras esa mis­
melenadas clamando por las calles e implorando en los templos, con ma batalla, o más tarde el de la secesión de los esclavos reclutados para
Arúbal a las puertas. Forman parte de la historia que también debe ser las legiones, o el episodio de insubordinación de tropas de Escipión
contada, aunque no encajen en los cánones habituales de la historio­ en Hispania.
grafía. De hecho, si el clima social ha degenerado, es porque, figura­ Entretanto se ha fraguado de manera decidida un marco de ac­
damente, podría aplicarse el primero de los conceptos de corrupción: tuación en política: la privatización de la gestión de suministros, obras
el de corrupción física que entraña una desintegración del cuerpo, y fuentes de ingresos públicos, que detona rápido en forma de escán­
social en este caso. dalo, al denunciarse los falsos naufragios en 213-212.
En esos mismos años, antes de 212, se fragua prácticamente toda
la desestabilización religiosa y se introducen los cultos griegos y forá­
neos en general. La Gran Madre bien podría encontrarse ya entre esas Democracia y capacidad de acción popular
devociones populares de nuevo cuño, aunque tuvo que esperar hasta
el año 205 para su aceptación oficial. La inmersión en la atmósfera Cuando se denunció el fraude de barcos no naufragados, o de
religiosa griega, por la vía de los Libros Sibilinos y el oráculo de naves ya viejas, hundidas para cobrar el seguro,· se desataron las iras
Delfos, se vehiculó a través de los lectisternios y de los ritos griegos, populares, atizadas por años de guerra y escasez.
404 CORRVPTA ROMA PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA 405

De hecho, a lo largo del conflicto el pueblo es presentado como lativo de líderes populares y atestiguan una etapa de movilización en
sujeto paciente o como árbitro airado. No le interesó a Livio es­ los momentos iniciales de la guerra, que solo se repetirá con la euforia
pecialmente la voluntad popular, a la que por otro lado se muestra que desate la gloria popular de Publio Cornelio Escipión a su regreso
especialmente hostil en su relato. Por tanto, puede haber omitido de las campañas victoriosas de Hispania y África. Pero, curiosamente,
mucha información al respecto. Un gran debate se mantiene en la esa misma movilización popular parece haber llevado a la censura a
actualidad acerca de los valores democráticos vigentes en Roma. Catón, el más encarnizado rival político de Escipión y quien promo­
Las asambleas con capacidad de decisión, los comicios, favorecieron vió los procesos judiciales contra el Africano y su hermano. Su ima­
la mayor representatividad relativa de los más ricos: en los comicios gen de integridad y su programa anticorrupción lo avalaron. En todos
tributos, el voto de los hacendados presentes en la Urbe, adscritos a los casos, el voto popular venció a los mecanismos de control del
las treinta y una tribus rurales, ahogaba las voluntades de las cuatro poder por mayorías acaudaladas en los comicios.Votaciones de líderes
populosas tribus urbanas, y en los comicios centuriados, las centu­ populares y votaciones en segundas vueltas, a falta de mayorías en la
rias de los caballeros y de la primera clase, los más ricos conforma­ primera fase, demuestran que el pueblo de Roma no fue siempre un
ban casi una mayoría -ochenta y ocho centurias de un total de sujeto paciente de la política.
ciento noventa y tres- (Linttot 1999:49ss;Tatum 2009:218; North Durante años, sin embargo, tras la movilización de los primeros
2010:263; Mouritsen 2015:1_55). Desde esta perspectiva, los valores momentos de la guerra, y de que Trasimeno acabara con la vida de
democráticos quedan más que cuestionados. Flaminio, y Cannas con la mayor parte del crédito político de Varrón,
Sin embargo, el hecho de que se trate de un sistema de voto la fuerza popular parece desvanecerse en las asambleas. Pudo deber­
directo le confiere viveza e inmediatez a la voluntad popular. El se a la responsabilidad, a un sentido de concordia social en etapa de
votante tiene la posibilidad de verse en el foro con los líderes antes guerra, pero el reclutamiento masivo de varones para la guerra podría
de la elección, de asistir a sus mitines, y parece que conservó además explicar ese aparente desvanecimiento, que encontró su reverso en los
parte de la capacidad decisoria: hubo cónsules que, a juzgar por el tumultos protagonizados por matronas desoladas. Ellas reemplazaron
relato de Livio, accedieron al cargo merced a la plebe. Así Flami­ entonces la voz de los ausentes y de los caídos.
nio fue elegido al año sigu iente de ser censor y el único senador La fuerza popular renace unos años después en dos situaciones:
que apoyó la Ley Claudia en 218, una especie de regulación de en 212 protagoniza resistencia a las levas y fuerza el encausamiento
incompatibilidades para el Senado en relación con las actividades judicial del fraude de los naufragios. La aprobación de la Lex Claudia
· lucrativas. El tono de la norma, de hecho, parece que podría haber seis años antes, en contra de la opinión y los intereses del Senado,
establecido una frontera ante una tendencia creciente a las adjudi­ plantea un interrogante acerca de qué estaba ocurriendo en cuanto
caciones públicas, y el propio Flaminio pudo auspiciar o contribuir a la navegación, la fuente de negocio que se veta a los senadores.
al éxito del plebiscito que aprobó la ley presentada en asamblea por La política exterior es competencia senatorial y se relaciona directa­
el tribuno de la plebe Q. Claudio. mente con el origen de esas fuentes de ingresos especulativas. Tal vez
También Terencio Varrón fue un líder de masas, un horno nouus esto guarde relación con que la asamblea, a propuesta de un tribuno,
que accedió al poder en una campaña por una guerra corta y victo­ decida en esa ley que el Senado quede inhabilitado para el lucro. Se
riosa contra Aníbal, estableciendo un frente de opinión contra una veta al Senado un tipo de negocios vinculado a su ámbito de decisión;
nobleza que, según el candidato, parecía no tener interés en acabar la y un censor popular, Flaminio, apoya la medida. Y además, podría
guerra. Ambos, Flarninio y Terencio Varrón, podrían merecer el ape- explicar a su vez los argumentos de Terencio Varrón en su campaña
406 CORRVPTA ROMA PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA 407

de 216, acerca de que la nobilitas no quería la paz. De hecho, al año exterior, el cerebro de la guerra, radicó en el Senado, que, reunido
siguiente, el Senado insta al pretor para que proponga a la asamblea la de manera prácticamente permanente, hubo de hacer frente a las
adjudicación de contratos para los suministros a las tropas a través de crisis y a las tomas de decisiones. Salvo en los momentos en que el
endeudamiento del erario público con tres sociedades de empresa­ pueblo se hace oír de manera intensa, la regencia política la desem­
rios. Se abrió así la vía de la privatización de las iniciativas públicas, y peña el Senado.
en solo dos años derivó ya en el escándalo de los falsos naufragios. La Finalizada la gu erra, la curia iba a seguir marcando los derroteros
prioridad estratégica de la guerra fue utilizada como argumento para también en la política internacional, que entonces amplió todos sus
intentar encubrir el fraude. Pero no fue posible acallar el descontento, horizontes (Gargola 2010:162). Los grandes cónsules de la etapa de
que logró desencadenar los procesos contra los empresarios defrau­ la guerra, que repitieron en el cargo de manera reiterada porque se
dadores. Las causas judiciales surgieron, pues, de la iniciativa popular. necesitaban generales experimentados, habían muerto. Quinto Fabio
Popular e inquietante para la clase dirigente, será también la con­ Máximo había ejercitado su influencia como prínceps de modo ma­
testación contra las nuevas liturgias anunciadas por edicto en el año jestuoso. La estrategia de dilación que defendió durante la guerra, de
210. La presión tributaria, inasumible para una plebe empobrecida, dejar que Aníbal se desgastara, había prevalecido duránte años, hasta
hace que se desempolven las fortunas de los más ricos -caballeros y que la gloria del triunfo en Hispania le confirió a Escipión una fuerza
senadores en primera instancia-, que son ingresadas en el erario. La arrolladora y le granjeó el consulado y el mando proconsular para
dotación de remeros para los barcos; que se iba a sufragar mediante invadir África.
liturgias asignadas a los ciudadanos según su adscripción a las clases Sin embargo, el éxito en la derrota final de Cartago y la con­
censitarias de fortuna, acabó resuelta a través de deuda del Estado. cesión de la censura y del principado senatorial en 199 marcaron
Con los años, se derivó de ahí no solo la devolución en plazos del ca­ un apogeo para el Africano, que sus enemigos políticos se empeña­
pital prestado, sino también los intereses, devengados al cabo de vein­ ron en menoscabar. En la nueva guerra contra Macedonia y en los
ticinco años, y la entrega en posesión, a cambio de rentas simbólicas, años siguientes la fuerza del Senado iba a restablecer los equilibrios
de tierras del ager publicus confiscadas a los aliados desleales a modo institucionales republicanos, frenando cualquier veleidad uniperso­
de represalias de guerra. La insumisión popular respecto al pago de nal, especialmente de Escipión. En la perspectiva histórica, durante
liturgias se convirtió en negocio para los acaudalados. su segundo consulado del año 194, el brillo de la gloria militar no
reaparece, y su papel junto a su hermano en la batalla de Ma gnesia
es secundario y queda envuelto en las sombras de la corrupción: fue
El imperialismo como motor de acción política y militar juzgado por delitos muy graves, tanto por una apropiación de dine­
ro que involucró a Lucio Cornelio, como de colaboracionismo con
A lo largo de la guerra el Senado ganó autoridad, mientras cada Antíoco en una negociación de paz que aliviara las indemnizaciones.
año los cónsules y los generales con mando proconsular, o provistos La liberación de su hijo, que había sido previamente capturado como
de imperium, partían para los frentes de batalla tras cumplir con las rehén por los ejércitos del rey sirio, sin contrapartidas conocidas, no
obligaciones arbitradas por la cámara, expiar los prodigios y reali­ contribuye a disipar esas sombras ominosas que oscurecen las causas
zar las levas necesarias. Fuera de Roma, estos generales -pretores, por las que realmente marcha al exilio, teniendo en cuenta además
cónsules o promagistrados- constituían la autoridad por designio que su hermano fue condenado por apropiación indebida en el pro­
de la curia, pero desde Roma la coordinación de toda la política ceso judicial paralelo. Las sospechas sobre un colosal soborno ensom-
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brecen su biografía, la de un gran general al que la tradición romana consulares, sostenida sin pausa durante toda la década siguiente, hasta el
respetó e intentó encubrir. año 188 en que Fulvio Nobílior y Manlio Vulsón acceden al consulado
El afán de victoria de los generales deviene en un poderoso agen­ y cierran la secuencia de grandes triunfos. Obviamente, ni las guerras ni
te dinamizador de la acción militar imperialista. Dista de estar cerrada los triunfos acabaron ahí, pero sí lo hizo una escalada sostenida en que los
o resuelta la cuestión acerca de por qué se desató todo el proceso de señores de la guerra rivalizaron por victorias y por botines.
conquistas posterior. Al contrario, se han propuesto tanto enfoques
que ponen el énfasis en la posición defensiva de Roma como en la
ofensiva, prácticamente depredadora (Harris 1979). En los últimos La corrupción en los triunfos
años las teorías «pericéntricas» ponen énfasis en cómo los reinos he­
lenísticos animan la intervención de Roma, su arbitraje y la extensión Los cónsules y los pretores que retornaban victoriosos y ansiaban
de su poder, y estas, a su vez, van siendo revisadas por interpretacio­ cerrar sus trayectorias políticas con una entrada triunfal en Roma,
nes más sistémicas, que incorporan la idea de anarquía al panorama abrieron una vía de rivalidad política y de agitación de bandos inten­
internacional en el que se desenvuelve la política de Roma (Eckstein sa. De hecho, se trataba de hombres a los que les había costado llegar
2006; 2008; 2009; 2010; Champion 2015:328s). aún más al consulado: desde el año 197 se nombraban cada curso
Ahora bien, dentro de posiciones «metrocéntricas», que ftjan en político, no ya cuatro, como hasta entonces, sino seis pretores, «pues el
la propia Urbe la principal responsabilidad de las nuevas guerras, y al número de provincias iba en aumento y las provincias del imperio se
margen de los grandes debates globales sobre el nuevo orden inter­ ensanchaban» (Liv. 32, 27, 6; Broughton 1986:333). En la concurren­
nacional y sus móviles, la toma de decisiones en Roma se ve influida, cia a las elecciones consulares aumentaba el número de candidatos y
en clave interna, por las apetencias senatoriales y consulares, y por las esto seguramente fortaleció los posicionamientos partidarios como
dinámicas del sistema político. Esto, si no fue la causa última de las estrategia para presentar candidatos más sólidos.
guerras, no puede ser desdeñable. En el Senado se adoptaron las de­ Los cónsules de los años siguientes, y especialmente en el lus­
claraciones de guerra que las asambleas votaron. Seguramente se valo­ tro 192-187, salieron de elecciones reñidas y envueltas en refriegas
raron los factores externos, pero había ansias de victoria y de laureles políticas de dos tipos: las propiamente electorales, y las que atizarán
en una cámara donde Escipión carecía de un contrapeso (Rosenstein las recusaciones de triunfos. Tras los grandes triunfos de Flarninino y
2013:181). Los motivos personalistas no pueden excluirse en una so­ Catón en 194, conseguidos en Grecia e Hispania respectivamente, un
ciedad con valores aristocráticos. La consecución de honores cívicos Cornelio, L. Cornelio Mérula, fracasó en el intento del triunfo por
encontraba en los elogios y el prestigio -laus y gloria- procurados una controvertida victoria contra los hoyos. Luego se asistirá al triun­
por los triunfos, el galardón más apetecible y codiciado (Pittenger fo de Escipión Nasica en su mismo año consular (191), pero a Quinto
2008:6; Holk.eskamp 2010:lOSss). Minucia Termo, que ya había disfrutado de esas mieles en el año 195,
La batalla de Cinoscéfalos le reportó a Raminino la excusa para que tras su pretura en Hispania, se le negó el segundo en 189, acusado de
su círculo de «amigos», sus partidarios de facción política, recaben para mentir al aducir nueve mil enemigos abatidos, y de «bajezas y escan­
él durante varios años los mandos proconsulares, análogos a los que dis­ dalosas infamias», además de practicar torturas y malos tratos.
frutara elA.fricano durante la Segunda Guerra Púnica. Con él se modeló, Catón pone en marcha contra Termo un rosario de acusaciones,
de este modo, otra figura alternativa de imperator que contrarrestaba la como las que verterá el mismo año contra M. Acilio Glabrión, su
gloria omnímoda del Africano, y cristalizaba la pauta de las apetencias rival en la censura, por corrupción.
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En los años siguientes, no menos controversia suscitarán los triun­ especialmente la piedad religiosa que responde al temor de los dio­
fos de M. Fulvio Nobílior por el asalto poco honroso de Ambracia ses, a la superstición por haber desencadenado las iras de las deidades
y el de C. Manlio Vulsón por la campaña de saqueo en tierras de los cuyos templos habían sido expoliados sacrílegamente. Pero solo los
gálatas sin declaración de guerra previa. dioses, no los humanos, entran entonces en las consideraciones pías
Todos los grandes generales de estos años se comportan como se­ del Senado. La muerte y la violencia representan la cruz de la domi­
ñores de la gu erra que dirigen sus ejércitos contra los enemigos, pro­ nación imperialista. Esclavos y sometidos experimentan la opresión
vocan no menos de cinco mil bajas, que aducen como prueba de su del derecho de conquista, el mismo que permitía el acopio de todo el
victoria, y reclaman a su retorno los honores del triunfo para exhibir metal precioso en cualquiera de sus formas.
su botín. Su motivación confesable estribaba en la gloria conferida por
el desfile y el honor de quedar inscrito en losfasti triumphales, el regis­
tro imperecedero de la memoria, reservado a los grandes militares. Sin La riqueza como móvil de la corrupción
embargo, había otra razón más: la fama que reportaba un triunfo per­
mitía acariciar el potencial cargo de censor, reservado cada cinco años Los triunfos fueron, pues, un factor que agitó la vida política
a los cónsules más populares o meritorios. Esta magistratura consti­ sumiéndola en controversia y en un desdoro del prestigio de los po­
tuía en sí misma el mayor honor, pero además confería unas potestades líticos, pero además se conectaron con algo que había demostrado ya
plenas para la revisión y corrección de todo el ordenamiento social, capacidad para desatar las iras del pueblo y movilizar a la ciudadanía:
tanto por los censos como por el ejercicio de la censura. No deja de el dinero, el oro y la plata.
resultar paradójico observar cqmo estos futuros candidatos a censores, En el ámbito económico, las coyunturas cambiantes pasaron de
y a corregir moralmente a Roma, se ven envueltos en controversias la crisis y las penalidades, y del endeudamiento y el agotamiento de
sobre su recto proceder. Del mismo modo que el Africano superó las arcas, a una afluencia de metales y de captación de botines, que
en su momento las polémicas sobre su gestión del cargo en Sicilia, provocan una escalada sostenida, aunque necesariamente corta. Fue
las controversias tampoco impidieron a M. Fulvio Nobílior llegar ni una burbuja que por el momento se cerró en 186, pero alimentó un
al triunfo ni a la censura. Sin embargo, los demás cuyos triunfos se incremento de masa monetaria, de capital circulante, de esclavos y de
cuestionaron no lo lograron. bienes de lujo, sobre los que se cifró la idea tangible de la materialista
Los controles sobre los triunfos estaban catalizados por rivalida­ luxuria. Con los procesos de conquistas, Roma pasó a controlar minas
des políticas. Fueron férreos. De hecho el primer triunfo memorable de plata en Hispania y recursos fiscales captables en las provincias que,
de esta época, declinado en parte y transformado en ovación, le apenas dos décadas después, iban a permitir que los ciudadanos deja­
correspondió a M. Claudia Marcelo tras la toma de Siracusa.Y en ese ran de pagar impuestos a las arcas del Estado, conforme a una decisión
caso, uno de los motivos aducidos para la controversia fue el saqueo adoptada tras la batalla de Pidna del año 168.
dé los templos. El mismo argumento se reproducirá en otro tipo de Con la monetarización llegó el combustible para los procesos
escándalo, cuando se acuse a Pleminio del expolio del templo de Pro­ de corrupción. La monetarización se nutrió de los botines y estuvo
serpina en Locri, y volverá a flotar en el cuestionamiento del triunfo favorecida por la intensa devaluación decidida en varias fases durante
de Nobílior. La píetas, que manejaron las embajadas de los damnifica­ la guerra. La corrupción enraizó durante la guerra a través de la deuda
dos por la gu erra, fue tanto la piedad motivada por la compasión ante que el erario público se vio obligado a contraer con la clase empre­
las tropelías humanitarias cometidas por las tropas vengadoras, como sarial y de negocios, y en la posguerra sobre un circulante en fase de
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incremento masivo, gracias a la liquidez infundida por los ingresos tolerante en la revisión del censo de caballeros» (Liv. 37, 28, 2). Sin
imperialistas. embargo, cuando cinco años después M. Porcio Catón y L. Valerio
Tras la Primera Guerra Púnica se había producido el despe gue Flaco cancelen las adjudicaciones y vuelvan a otorgarlas a la baja, la
de un sector empresarial, que se adivina próspero y probablemen­ reacción de Flaminino y «sus amigos» se torna sospechosa: consiguie­
te más desarrollado entre los etruscos y los campanos. La contienda ron que el Senado revocara las nuevas adjudicaciones por lesivas para
permitió que los contratos públicos proliferaran para hacer frente a los intereses empresariales, y que obligara a los censores a convocar
las necesidades de guerra, con unas arcas vacías. El compromiso de de nuevo los concursos. Y estos lo hicieron, aunque excluyeron a los
pagos diferidos aliviaba la presión y resolvía de inmediato lo urgente adjudicatarios que se habían quejado.
y lo necesario. En este caldo de cultivo se consolida y desarrolla un El episodio constituye la prueba fehaciente de la capacidad de
orden ecuestre cuyos derroteros estaban destinados a desvincularse presión de la clase empresarial y el indicio más sólido de una conni­
del orden senatorial desde el plebiscito que aprobó la Lex Claudia. vencia de intereses con los senadores y con los grandes hombres de la
Sin embargo, el escándalo de los naufragios dejó al desnudo las fir­ política. Plauto lo denuncia y establece vínculos: el patronazgo fue
mes sospechas sobre la vinculación de los intereses empresariales con la relación que unía a unos y otros, hombres de negocios y senadores,
los círculos senatoriales. Juntos nutrieron las elites extractivas de en estrecha colaboración personal, para desdoro de los senadores. Pero
la corrupción, que detraían fondos públicos mediante fraudes en la Plauto no denuncia a nadie personalmente. Esta faceta de la corrup­
gestión de contratos y en las subastas de iniciativas estatales. ción cobrará fuerza en el discurso que conducirá a Catón a lograr la
censura, dentro de una posición radical: un frente contra la nobilitas, la
clase rectora integrada por patricios y plebeyos enriquecidos, e inmer­
Empresarios, banqueros y senadores sos en la política.
Tal vez también el pueblo intuyó esa corrupción una generación
La adjudicación de contratos quedó en manos de los censores, antes, cuando aprobó la Lex Claudia en contra de todos los senado­
y esto pudo convertirse en un motivo decisivo, aunque no confesa­ res salvo Flaminio. La curia representaba los intereses de la nobilitas
ble, para que el cargo de censor concitara un interés añadido. Fue­ ya consagrada. Pero en su gestión privada de negocios, los senadores
ron veinticinco los años transcurridos desde que se depositaron en buscaron cómo burlar la incompatibilidad establecida por la ley. Lo
el erario las fortunas personales -año 210--, para hacer frente a las mismo hicieron los banqueros: las leyes contra la usura se habían con­
dotaciones de remeros, hasta que por fin se amortizaron las deudas vertido en papel mojado. Como los aliados no estaban sometidos a la
con intereses en 186, gracias al botín depositado por Vulsón. Antes se regulación romana, se erigieron en intermediarios de los préstamos o
pagaron tres de los cuatro plazos y se entregaron tierras, y entretanto en prestamistas directos.
llegaban los impuestos anuales y toda la secuencia de botines además Se dictaron leyes específicas contra ellos y contra los créditos para
de indemnizaciones de guerra. ¿A dónde fue el dinero público? La reconducir una situación que tomó un cariz preocupante por la mag­
fuente principal de gastos estuvo sobre todo en las legiones, pero el nitud de las deudas. En la mentalidad romana dominadora no podía
resto del dinero hubo de acabar en manos privadas: en el pago de aceptarse la dependencia económica en la que se estaba cayendo, Y
contratos públicos. que acababa depositando la r iqueza en manos de los no romanos.
Sobre la censura de 189, desempeñada por T. Quincio Flaminino Al someterlos a la misma normativa contra la usura que a los ciuda­
y M. Claudio Marcelo, se mencionan algunas obras y que «fue muy danos, se incurrió en un abuso de las cláusulas de los tratados con los
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aliados, que ftjaban la no intervención en asuntos que no fueran de por ocultar y la de la justicia por dilucidar y demostrar el delito. Las
política exterior. sospechas no siempre se concretaban en pruebas y el honor de los
Y tal vez este comportamiento, igualmente denunciado por imperatores, sobre todo si se trataba de grandes generales victoriosos,
Plauto, contribuyó también en parte a deparar específicamente a los ha hecho frente a esas acusaciones en la batalla final que han librado
latinos una animadversión no exenta de xenofobia. Las causas de la por salvar su memoria histórica. La cuestión por tanto es compleja y
expulsión de doce mil latinos de Roma son complejas, tanto por dista de estar resuelta.
el volumen de los expulsados como por el tono excluyente que se De hecho, un primer problema clave tiene que ver con la ads­
intuye cuando Livio se refiere a ellos como «multitud de extranje­ cripción del botín: la tradición lo atribuía a los generales, pero las
ros». La corrupción económica provocaba una infección social que prácticas y cierta ética del triunfo y del ejercicio político obligaban
se erradicó, pero el germen era interno, pues esos latinos procedían a depositarlo en el erario. Las cifras que refiere Livio, al margen de
de las propias colonias fundadas en origen con ciudadanos romanos, errores posibles en la transmisión de su obra, se fundaron en los re­
con soldados licenciados. Marcharon a Roma en el ejercicio de un gistros que consultó y copió. Las cantidades quedaron consignadas
derecho antiguo que les permitía obtener así la ciudadanía romana, fielmente por los funcionarios y corresponden a lo entregado.
pero el efecto llamada, al calor del dinamismo económico de la Urbe, ¿Desde cuándo se puede hablar de corrupción vinculada a la
fue desmesurado y se atajó. política? Es imposible determinarlo: si responde a una opción de con­
ciencia personal que antepone el lucro o el beneficio privado al bien
público, anida en el sistema mismo. Se puede decir que nace donde
Imperatores y botines nace el verbo: las primeras obras del corpus escrito en len gua latina
que sobreviven, por ejemplo, las de Plauto o Catón, la delatan, y Tito
El dinero abundante llegaba de la guerra, y senadores y empre­ Livio lo refrenda dos siglos después. Como primeros datos se recuer­
sarios lo vieron pronto. Desde los primeros años hubo interés en los da el exilio de Livio Salinator en 219, que pudo estar relacionado
negocios de suministros al ejército, aunque las arcas se encontraban con la apropiación de dinero del botín. Tito Livio escribe también
exhaustas. Por un lado, estaba la garantía de Estado como aval de que cuando Escipión vuelve de Hispania los cuestores anotan cui­
cobro, y por otro, todas las posibilidades de negocio derivadas de la dadosamente lo aportado. En idéntica tendencia, Catón se empeñó
gestión de las conquistas, empezando por la compra de botines di­ en ser estricto y en que no hubiera dudas: entregaba todo y no había
rectamente en los frentes a fin de procurar liquidez para los repartos gastado nada, viviendo como un soldado cualquiera y sin privilegios.
a los soldados. Su empeño en una gestión limpia parece convertirlo en motor de
Historiar la corrupción es hacer frente a un reto de oscurantismo. un cambio de tendencia hacia un control estricto de los botines. Su
Responde a una volición inconfesable. Su perpetración convierte, no célebre frase sobre cómo «los que roban al Estado pasan su vida entre
solo a los colaboradores sino también a los conocedores del hecho, en oro y púrpura» (Fra g. 71), resulta coherente con su línea de denuncias
cómplices. Por su propia naturaleza ética crea una conciencia culpable que envolvió en procesos judiciales a M. Acilio Glabrión y a los Es­
y ha de ejecutarse en la clandestinidad. Y de hecho, como le ocurrió cipiones y dio al traste con sus trayectorias políticas.
a Catón, ni siquiera el delator escapa del todo a la desconfianza, y En el código no escrito de la carrera política, constaba que en
sin ser reo, no disipa plenamente la sombra de la sospecha. Ante la algún momento habría de poderse recuperar el abultado desembolso
corrupción se enfrentan la premeditada necesidad del delincuente que entrañaba desempeñar _las magistraturas, y en especial la edilidad.
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Por eso, solo los más acaudalados podían optar a emprender el cursus Repetir juegos por errores rituales, ·llegó a ser habitual entre los
honorum. Con independencia del rigor catoniano, al Senado le consta ofrecidos cada año, como un modo de demostrar la prodigalidad, y de
y admite que una parte del botín queda en manos del general. De ganar popularidad y votos por parte de los ediles o de los magistrados
hecho se transformó en una importante fuente de ingresos de las fa­ editores. Con este tipo de estrategias, se banalizó el componente reli­
rri.ilias senatoriales, pero no es posible determinar hasta dónde parecía gioso en aras de un personalismo que habría de traducirse en apoyos
razonable reservarse. Cuando Vulsón asumió el riesgo de emprender electorales para la pretura o el consulado. Los juegos de Escipión, de
una expedición de saqueo sin una declaración de guerra previa, tal y Nasica, de Nobílior o de Lucio Camelio Escipión, iban más lejos:
como le fue imputado al intentar denegarle el triunfo, le movían una ya habían sido cónsules y ambicionaban la censura. Los botines, lo
voluntad decidida de enriquecimiento personal, el afán de acopio de retenido y no entregado -las manubiae--, pagaban los juegos, pero
un botín extraordinario para entregar en el erario y el deseo de triun­ se optó también por hacer uso de la capacidad coercitiva aprovechan­
fo. Pero pasaría a la historia como el exponente de la rapiña militar y do la sumisión de los territorios conquistados. Las cuestaciones de
de las derivaciones de la guerra depredadora. fondos para pagar juegos en Roma comenzaban a acechar sobre las
Un fragmento de Catón rescata un breviario de prácticas corrup­ atribuladas ciudades del imperio.
tas del mayor interés. Procede de un momento indeterminado de su Con los botines, hacia Roma viajaron el dinero, la gloria, los ho­
trayectoria, tal vez durante la censura, en que hubo de defenderse de nores y también el lujo y la extravagancia. Los actores y fieras llegados
acusaciones contra su gestión. Formulado en términos de negación de Oriente y presentados en el circo abrieron entonces un camino
y en primera persona, permite entrever denuncias sobre derroteros para los espectáculos que se recorrería durante siglos. El imperio se
poco ortodoxos moralmente, pero ejercitados como prolongación exponía ante los ojos de Roma en forma de exóticos presentes. El
extralimitada del derecho de guerra y del abuso de autoridad por par­ helenismo cobraba cuerpo.
te de los imperatores. La evocación del asunto de Pleminio y Escipión
parece ineludible cuando se lee: «Yo nunca he puesto al frente de las
ciudades de vuestros aliados prefectos que saqueasen sus bienes y a El helenismo como factor de corrupción
sus hijos».Tarnbién denuncia el reparto de botines entre los miembros
de los estados mayores, tras incautárselos a los soldados: «Yo nunca he La helenización de la cultura romana se adecuó como un pro­
repartido entre unos poquitos amigos núos ni el botín tomado a los ceso de transmisión de creaciones y valores, y como una transferencia
enemigos ni los despojos de manera que se los arrebatara a quienes de producciones artísticas y de lujo de radio muy largo. La cultura
los habían capturado» (Catónfrag. 173). helénica estableció un diálogo fructífero con la cultura romana, sos­
Tras el triunfo, efímero como recordaba un esclavo al oído del tenido en el tiempo. Hacía siglos que los mitos, la religión y el arte
general purpurado durante el desfile, los grandes generales procuraron entrañaban manifestaciones de la cultura griega con autoridad e in­
que quedara un eco de grandeza: los templos y los juegos votivos apa­ fluencia en el Mediterráneo (Veyne 2005:177). Los hitos jalonan ese
recieron como secuelas. Los templos o altares, supuestamente prome­ largo recorrido: la incorporación de los Libros Sibilinos a la religión
tidos a un dios durante la guerra o en el fragor de la batalla, aspiraban romana con función oracular al final de la monarquía; la adopción
a inmortalizar una hazaña bélica. Los juegos constituyeron la estrategia del culto a la tríada plebeya de Démet�r, Koré y Dioniso, adorados
para un segundo baño de multitudes en el circo o en el teatro, con un como Ceres, Líber y Libera a inicios del siglo v; o la implantación
nuevo desfile y ostentando la presidencia de los espectáculos. del culto a Esculapio a comienzos del siglo III, con motivo de una
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peste que no remitía, se combinaron con la lenta irradiación cultural La aristocracia romana, confiada en su superioridad política, pa­
que, durante siglos, debieron de infundir capilarmente en el territorio rece haber sucumbido a la conciencia de una posición cultural menos
itálico las colonias griegas de antigu a fundación, con cinco centurias prominente, y por ello pudo haber estado dispuesta a incorporar el
de historia. lustre de la civilización griega (Veyne 2005:178).
En 240 se adoptó una decisión concreta: la presentación en los La guerra se tornó entonces en el vehículo de la difusión cultu­
juegos escénicos de obras dramáticas griegas, aunque con una rele­ ral. Los cautiverios masivos de poblaciones griegas llevaron a la Urbe
vancia mayor del canto, la danza y el texto que sus referentes heléni­ importantes contingentes de helenos. Las transferencias de produc­
cos (Grimal 1975:65ss; Dupont 2003:133). La decisión se adoptó al tos artísticos y de lujo sirvieron para enaltecer a la plutocracia, que
final de la Primera Guerra Púnica, en un contexto de helenización presumió de ellos en sus casas. Los valores inherentes a los objetos
programada por los magistrados y el Senado, coherente con el pro­ llegados de los saqueos fueron apreciados en primera instancia por la
tectorado que se desplegó entonces sobre Siracusa y con el control aristocracia, que puso de moda las calidades materiales y artísticas de
establecido sobre toda Sicilia (Ferrary 1988:518). La corriente hele­ los botines procedentes de Tarento y de Siracusa.
nizante cobraba entonces la fuerza del interés propagandístico por Desde este punto de vista, parece menos extemporáneo el atuendo
aproximar los logros de la gu erra y las conquistas al pueblo. y el comportamiento de Escipión Africano en Siracusa, cuando fue
Dentro de este marco de actuación, cristaliza la primera producción criticado por vestir sandalias y manto griego camino del gimnasio.
literaria en lengua latina, pero indudable deudora de los precedentes Sin embargo, la anécdota es memorable porque fue utilizada por sus
griegos. En las últimas décadas del siglo III Livio Andrónico, Nevio, enemigos políticos, los mismos que intentaban impedir su expedición
Plauto o Fabio Píctor se inscriben dentro de un programa de apertura militar a África. Su indumentaria parece responder a un intento de mi­
cultural que tiene acogida prometedora entre los círculos aristocráti­ metizarse con el entorno grecoitálico, o quizá a una elemental como­
cos, y que en los juegos escénicos, a través de adaptaciones como las didad, pero en un territorio conquistado. Así que podía entrañar una
de Plauto, logra una proyección más popular. inversión de valores, inapropiada para un procónsul en un momento de
No es posible desentrañar, sin embargo, qué hubo de política en guerra. Por eso se usó como excusa para un ataque político en el marco
todo ello, más allá de las soluciones de emergencia adoptadas ante de confrontación y sospecha desatados en torno al caso Pleminio.
las zozobras de los desastres de la guerra en materia religiosa: en esos Los botines llegados junto con Flarninino, Glabrión, Escipión
momentos, lo griego y lo foráneo se incorporan para que un poco de Asiágeno, Nobilior y Vulsón aportaron codiciados objetos de lujo
seguridad y de tranquilidad aplaquen o serenen las ansiedades de la para exhibir en los atrios de las casas y en los templos y edificios
población.Apolo y su oráculo délfico,Venus Ericina y la Gran Madre públicos. Roma se convirtió en un escaparate de lo griego.Y los es­
del Ida reconcilian a Roma con sus orígenes troyanos y emplazan a la clavos se comercializaban cotizando al alza, sobre todo los cultos y las
Urbe en relación con un lugar emblemático del mundo helenístico. mujeres que se encontraron aptas para servir como cortesanas o con
Cumplieron así la doble función de tranquilizar al pueblo, formu­ habilidades musicales.
lando o renovando una promesa divina de victoria en la gu erra, y Ante Roma, los más fastuosos juegos exhibieron atletas y actores
de internacionalizar a Roma restituyéndole su posición perdida u gr iegos, gracias a la generosidad de varones consulares que aspiraban a
olvidada en la dimensión oriental del Mediterráneo. Los horizontes la censura y comparecían exultantes ante el pueblo, calculando lo que
lejanos se aproximaban y establecían nuevas perspectivas internacio­ ese fasto podría reportarles en los comicios cuando optaran al honor
nales de actuación. político más selecto.
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El helenismo estuvo por tanto en el origen de la alta cultura li­ tiene una compleja envergadura y merece un estudio diferenciado ya
teraria, pero se hizo también popular y apreciado de modo general. que no tendría cabida en estas páginas. Significativamente, cuando
V ivir a la griega pasó a significar un disfrute de los placeres de la Livio introduce en su obra el asunto de las bacanales, no deja de in­
mesa, de la música y sexuales, censurables en boca de tradicionalistas dicar con admiración que ese griego desconocido «no poseía ningu­
moralizantes, pero que tal vez no parecieran tan despreciables para la na de las muchas artes que difundió entre nosotros el más culto de los
opinión popular. La calidad de vida y el lujo quedaron asociados a «lo pueblos para el cultivo de la mente y del cuerpo». La doble faz del
griego» .Y llegó a la casa: en la casa tradicional de atrio, según modelos progreso y de la corrupción moral como caras de una misma mone­
que cristalizaron en el siglo IV, las columnas de estilos griegos, caracte­ da, la de los grandes cambios, laten en este pasaje que encierra una
rísticas de los templos, enaltecieron con pórticos y peristilos los horti valoración general positiva del helenismo.
traseros, los pequeños espacios de jardín que las casas poseían entre
el propio inmueble y las cercas que delimitaban los solares urbanos
(FernándezVega 2003:167). La represión de la corrupción
El helenismo se había hecho presente en muchas facetas de la
vida cotidiana que trascendían los estrechos márgenes de una cultura Al estallar el escándalo de las bacanales, Roma era muy distinta
de elite. No formaba parte de un programa político.A lo sumo podía de la ciudad que se vio sacudida por el inicio de la Segunda Guerra
identificar poses de dirigentes que encontraron en la vanguardia cul­ Púnica. Los grandes cambios, los estructurales, habían sido previos: la
tural un motivo de inspiración para definir una identidad diferente, consolidación del sector de negocios y una tendencia literaria que
y presentarse ante Roma como adalides de nuevas tendencias, de denota una evolución cultural se están produciendo en las últimas
progreso y prosperidad. La imagen del mundo helénico dignificaba décadas del siglo m, desde el final de la Primera Guerra Púnica, y se
un triunfo imprimiendo un barniz de calidad al mérito militar. En­ afianzan plenamente durante la Segunda. Las innovaciones religiosas
tretanto el helenismo modelaba ámbitos cada vez más amplios de vida fueron desencadenadas por los desastres de la guerra, y se aplicaron
cotidiana: la casa, los templos, el teatro, los juegos, la religión. No fue conforme a decisiones tomadas en el Senado, en el marco de la re­
un concepto cultural etéreo, sino una tangible realidad. ligión cívica del Estado, que procuraba a la población los lenitivos
La faceta corruptora radicó entonces en el modo en que la origi­ necesarios para serenar sus inquietudes o infundir confianza en la
nal sencillez romana se tornó luxuria para los discursos moralizantes, victoria.Así entraron en la religión romana los elementos helénicos y
un lujo que derivó en extravagancia, un refinamiento que podía ser foráneos que el Senado decidió, pero no pudo controlar la irrupción
interpretado, en manos no nobles, como ostentación y esnobismo de de otros cultos, que impregnaron el tejido social y volvieron e emer­
mal gusto. Lo que en un patricio podía ennoblecer, en un plebeyo ger como cargas de profundidad: los adoradores de Baco serían reos
podía ser interpretado como zafia pretenciosidad, y en un esclavo o de haber emprendido una conjuración contra el Estado.
liberto de las comedias de Plauto, como ridícula comicidad. Sin embargo, lo perceptible, los factores de cambio tangibles, se
Probablemente nada tome, sin embargo, un cariz más grave en la vincula a los botines y a un helenismo material. Tuvo dos precedentes
escala de los valores de la corrupción que los efectos desencadenados en los botines de Siracusa y Tarento.
por el graecus ignobilis al que Livio atribuye la introducción de las ba­ Durante la guerra los referentes de la corrupción estuvieron
canales en Etruria, de donde llegarían a Roma (39, 8, 3). El fenómeno identificados: Capua y Siracusa se erigen en iconos de la luxuria Y
religioso del culto a Baco y su persecución, desencadenada en 186, de una vida a la griega, o en todo caso, perturbadora y perniciosa,
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derivada del bienestar material. La comodidad y el confort, los pla­ Tal vez le ayudara también la persecución contra las bacanales
ceres del baño, el gimnasio y un atuendo más desenvuelto que la desatada en 186 y que tuvo como principales víctimas a las mujeres:
atrabiliaria toga se tomaron como referentes de esos ideales de vida en cierto modo, el tiempo le otorgaba la razón cuando, al defender
griegos eminentemente opuestos a la moral marcial de la tropa y que la continuidad de la Ley Opia, se empeñó en seguir controlando la
entrañan para esta en primera instancia un riesgo notable y al que se exhibición de riqueza por parte de las matronas, en lo que no era sino
sucumbió ya durante la guerra: Capua, escribió Livio, acabó con Arú­ una normativa que se adentraba en un ámbito de derecho privado
bal. La molicie amenazó después por contagio a Roma. que les concernía a los patriarcas familiares. La persecución contra
En los primeros años de la guerra, el Senado y el pueblo efectúan las bacantes fue pública y las causas las instruyeron las autoridades,
controles. La reacción popular que aprueba la Ley Claudia o que pero las ejecuciones se hicieron en las casas: «Entregaban a las mujeres
elige líderes que se levantan contra sospechosos intereses senatoriales condenadas a los parientes o a quienes ejercían la tutela sobre ellas
por no poner fin a la guerra, así como para perseguir el caso de los para que ellos mismos procedieran contra ellas en privado; si no había
naufragios o para mostrar su insumisión contra nuevos impuestos, se nadie que reuniera los requisitos para aplicar el castigo, se hacía en
ve después, durante décadas, aplacada. público» (Liv. 39, 18, 6).
Hasta que se abran los procesos contra M. Acilio Glabrión y los Es­ El modo de proceder entrañó un rearme de la autoridad de los
cipiones, en 189 y 187 respectivamente, la iniciativa popular languidece patres Jamiliarum y una involución brutal en los avances que la posi­
y, de hecho, en esos procesos y en la elección popular de Catón para la ción de la mujer experimentó durante la guerra, merced a las desa­
censura del año 184, la iniciativa no corresponde tampoco a una movi­ pariciones de cónyuges y a un acceso repentino y general por parte
lización espontánea de las masas, sino que, en todos esos casos, los afanes de decenas de millares de viudas al control de sus dotes, y tal vez de
políticos y de limpieza en la gestión pública promovidos por Catón pa­ los bienes maritales. El empoderarniento favoreció una cierta eman­
recen haber sido el detonante. Durante los procesos judiciales el pueblo cipación, de nuevo recortada tras la persecución de las bacanales, que
escucha y procesa, aunque la sentencia solo se emitió en la causa contra involucró, según Livio, «a más de siete mil entre hombres y mujeres»
Lucio Camelio Escipión, y fue desfavorable para los reos. El asunto re­ (39, 17, 6). En esta atmósfera, desatada en 186 y prorrogada varios
vistió la mayor gravedad: se juzgó y condenó a toda una trama corrupta. años, mientras duraron los procesos, accedió a la censura Catón. Pero
Catón consolidaba así unos apoyos que le habrían de conducir no hay que olvidar que esa persecución había sido preludiada por los
a la censura, once años después de un revés político mayúsculo du­ procesos contra los políticos y por la expulsión de Roma de los doce
rante su consulado: la derogación de la Ley Opia, contra la que se mil latinos en 187.
pronunció abiertamente, enfrentándose a una corriente de opinión En esos años, la sociedad romana se vio envuelta en unas purgas
muy amplia y movilizada, sobre todo femenina. Su perseverancia en sociales internas de amplio alcance. Reaccionó con dureza ante una
una línea ideológica contra el lujo, parecen haberle granjeado en 184 corrupción religiosa y social que desestabilizaba el Estado, pero hubo
los apoyos para la censura de los que no gozó en 189, cuando fue tibieza en la persecución de las minorías extractivas que captaban
derrotado y abrasado políticamente, al empeñarse en acabar judicial­ fondos públicos. Esta fue la doble faz ante la corrupción.
mente con la candidatura de Glabrión. Y el apoyo popular le otorga Plauto formula denuncias al respecto, muy explícitas sobre el
un triunfo junto con su aliado, L.Valerio Flaco, para llevar a cabo sin momento en que vive: «La corrupción está santificada por la cos­
contemplaciones «una censura ri gurosa y severa para todos los esta­ tumbre, liberada de toda ley. Ar rojar el escudo y huir del enemigo
mentos sociales» (Liv. 39, 44, 1). son cosas permitidas por la costumbre. Aspirar a un cargo púb_lico en
424 CORRVPTA ROMA

recompensa de la ignominia está de moda» (Los tres centavos 1032-


1035). La degradación parece endémica para el año 187, en que debió
de escribirse la obra (López 2010:15): alude a degeneración en la
disciplina militar y a políticos procesados o cuestionados que siguen
aspirando a honores.
Se trata de una de las últimas obras de Plauto, pesimista y que res­
ponde a la mentalidad de quien entiende que esto no es algo nuevo,
sino que, al contrario, las prácticas corruptas se han hecho costumbre
y sepultan a las leyes en un infame olvido: «Las leyes son esclavas de las
costumbres y las costumbres, por su parte, se apresuran a saquear tanto
lo sagrado como lo profano» (Los tres centavos 1043-1044). En esta
atmósfera de general rapiña sin límites, que no respeta ni los valores
religiosos, formula una crítica al gobierno por su aquiescencia cóm­
plice con lo que ocurre: «¡Y pensar que el gobierno se desentiende
de esta situación! Pues este tipo de gentes es hostil a toda la sociedad
' y hace daño a todo el pueblo.Al no cumplir su palabra arruinan la re­
. putación de quienes no se lo merecen, puesto que según la conducta
de ellos, se juzga la conducta de los otros» (1046-1049).
Los mensajes son claros: el único perjudicado es el pueblo, hay
impunidad y, al final, parece que todos los políticos son iguales. La
confrontación de las informaciones de Livio con los juicios de Plau­
to, sostienen la impresión de que la mentalidad popular coincide con
esas opiniones. Derivan de una secuencia de escándalos sobre los que
ha pervivido una información muy limitada e incompleta, la propor­
cionada por T ito Livio.
El periodo 187-184 fue especialmente crítico. Los procesos a los
Escipiones, los triunfos controvertidos, los juegos votivos de Nobílior
y de Asiágeno, las bacanales y su persecución, la expulsión de los la­
tinos ... En el año 184, el de la censura de Catón, fallece Plauto, y al
año si guiente Aníbal, perseguido por una delegación del Senado diri­
gida por Flaminino, se suicida, y muere también Escipión el Africano.
Terminaba una época. Se cerraba con una atmósfera de corrupción
general y de depuración social, mientras quedaban instaladas unas
prácticas que despertaban la crítica popular y preser vaban la inmuni­
dad política.
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Cbuo nuevas visiones

GONZALO BRAVO
(Coordinador)

LA MIRADA DE LA HISTORIA
EDITORIAL COMPLUTENSE
Director de la Colección: Julio Mangas Manjarrés
Catedrático de la Universidad Complutense

Coordinador de la obra: Gonzalo Bravo Castañeda


Profesor Titular de H.ª Antigua de la Universidad Complutense

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni,su tratamiento informático, ni
la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia,
por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

© 2001 by Gonzalo Bravo Castañeda, M.ª del Mar Marcos Sánchez,


Emilio Mitre Fernández y Rosa Sanz Serrano

© 2001 by Editorial Complutense, S. A.


Donoso Cortés,63, 3.º 28015 Madrid
Tel.: 91 3946460/1. Fax: 9139464 58
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ISBN: 84-7491-620-8

Depósito legal: M- 14.313- 2001

Fotocomposición: M.T., S. L..

Impresión: Gráficas Marte, S. A.

Diseño de cubierta: Escriña

Impreso en Espafía-Printed in Spain


Presentación

s opinión ampliamente compartida entre los historiadores


Eque un nuevo libro de Historia apenas necesita justificación,
porque los profesionales del medio ejercen su oficio con la
convicción de que la Historia se renueva casi cada día y, desde
luego, de que es una tarea inconclusa por definición y siempre
abierta a nuevas aportaciones. Pero también es cierto que esta opi­
nión no siempre es compartida por el lector ajeno a la estrecha
comunidad historiográfica e incluso, fuera de ella, se suele pensar
que, con demasiada frecuencia, los historiadores se _limitan a repe­
tir lo aprendido o leído en otra parte y, en caso extremo, pocas
veces logran modificar el conocimiento histórico, sobre todo si
éste sé asienta en hechos históricos bien conocidos y firmemente
arraigados en la tradición.
Pues bien, este libro, cuyo título remite a una de las grandes
cuestiones históricas de los dos últimos siglos, pretende, entre otras
cosas, desmentir a unos y a otros en cuanto a posiciones extremas
se refiere. En efecto, si la renovación diaria de la Historia no es
más que una razonable petitio principii de los historiadores y, por
tanto, comprensible entre profesionales, la pretendida imagen de
una sólida tradición también se desmorona casi cada día con poco

«>XI<»-
Presentación

que se hurgue en la arquitectura del conocimiento histórico asu­


mido generación tras generación.
En consecuencia, este libro recoge cinco nuevas visiones sobre
uno de los tópicos más divulgados de la historiografía moderna: la
caída del Imperio Romano. Pero el éxito de esta idea no es imputa­
ble sólo a los historiadores, sino también, en tanta o mayor
medida, a la tradición que, con frecuencia y al margen de los sabe­ Introducción
res académicos, impone su propia versión de los acontecimientos.
En definitiva, este libro no trata sobre un tema nuevo, pero sí La caída del Imperio Romano: aproximación historiográfica
desde una perspectiva novedosa e incluso innovadora. Las visiones
aquí propuestas (Política, Bárbaros, Iglesia, Economía y Sociedad,
Historiografía) no agotan -ni tampoco lo pretenden- la com­
pleja problemática histórica de la todavía discutida génesis de
Euro-pa, un complejo proceso histórico susceptible de múltiples
análisis. Pero todas ellas han sido elaboradas concienzudamente,
con afán divulgador, sin por ello renunciar al rigor exigible; todas
ellas también han sido escritas, por qué no decirlo, con cierto apa­

Q
sionamiento, como corresponde a historiadores e historiadoras ue la caída de Roma fue un hecho inevitable es una idea
entusiastas de su profesión, que creen aún en lo- que hacen y, ante muy compartida, que ha trascendido ampliamente el
todo, especialistas de los temas que aquí tratan, lo que no siempre estrecho marco de lá comunidad historiográfica. Incluso
ocurre en nuestro peculiar panorama historiográfico. más, podría decirse también que, durante siglos, el hecho histórico
Finalmente, se ha respetado el texto original de cada autor/ a más recordado del Imperio Romano es precisamente el de su
como único responsable de los contenidos vertidos en el mismo, caída, como si medio milenio de historia condujera de forma ine­
por lo que la labor de coordinación ha consistido básicamente en xorable al fracaso, a su propia desaparición.
recomponer el conjunto, elaborar el índice y la selección de la La caída del Imperio Romano de Occidente, su desintegra­
bibliografía específica sobre el tema a partir de las referencias par­ ción en la época de las grandes invasiones germánicas y la transi­
ticulares que se incluyen, como las notas, al final del volumen. ción de la Antigüedad al Medievo son tres visiones historiográficas
distintas de un mismo problema histórico: el fin del mundo anti­
EL COORDINADOR guo 1 o, si se prefiere, la .Aiitigüedad tardía2 •
Pocos temas -si alguno- del mundo c!J}tiguo han suscitado
tanto interés en torno a su interpretación histórica como el de la
caída de Roma o, más exactamente, la calda del Imperio Romano.
Durante siglos la historia política fomana y, en concreto, la evolu­
ción del Imperio, ha sido un model� o, si se prefiere, un paradigm a

«> XIII <»


CJntrolucción CJntrolucción

del proceso histórico inexorable del auge y caída de los grandes ser bien acogida siempre que demuestre una buena dosis de capa­
imperios3• En efecto, la caída de Roma es, si no la más, una de las cidad crítica y, ante todo, que sea capaz de discernir entre el follaje
cuestiones más debatidas de la historiografía moderna, sobre todo teorético, lo que a menudo requiere también una amplia experien­
desde que a fines del siglo XVIII el historiador británico Edward cia en la investigación histórica para adentrarse sin temor en la
Gibbon publicara su monumental obra sobre decline and foil del maraña de lás escuelas de pensamiento- de los -ismos- y de las
Imperio Romano4 • Por increíble que parezca, el número de tesis o múftiples tendencias historiográficas. En definitiva, se requiere un
teorías al respecto, computadas por la historiografía, supera las planteamiento plural de los problemas como plural es hoy -y
500, y el de las causas, las 200. Vana tarea sería, pues, ni siquiera el aquí también- la visión de los mismos a la luz de la historiografía
resumirlas aquí5• Pero no es un dato trivial, sino, por el contrario, reciente.
de suma importancia el hecho de que la caída de Roma haya sido Una nueva visión del tema de la caída implica también un
durante siglos el paradigm a de un fenómeno histórico más com­ nuevo planteamiento del problema, nuevas hipótesis de trabajo
plejo y genérico como el de la caída de los imperios6• Cuando en y, desde luego, nuevas conclusiones o, si se prefiere, nuevas res­
las estructuras políticas modernas aún perviven algunas formas de puestas a las cuestiones tradicionales. Será conveniente, por
organización imperialistas -e incluso imperiales-, quizá con­ tanto, conocer éstas, aunque sea de forma sumaria, para entender
venga conocer en profundidad la naturaleza de los elementos del aquéllas.
sistema, pero ante todo su transformación y evolución.
Uno puede legítimamente pensar si, en el comienzo del si­
glo XXI, tiene sentido preguntarse aún sobre cómo, cudndo y, ante LA CAfDA EN LA HISTORIOGRAFfA
todo, por qué cayó -si cayó- el Imperio Romano, preguntas
que sin duda a muchos parecerán simplemente retóricas, si no No obstante, el tema de la caída es, como decíamos, un viejo
mera frivolidad. Esta idea está tan arraigada en nuestra cultura problema histórico, que se remonta al menos al siglo XVIII, pero
occidental, que fácilmente podría responderse de la forma que podría retrotraerse incluso al siglo V, si no antes, a la época
siguiente: el problema de la caída no es más que un tópico, que contemporánea de los acontecimientos.
incluso está demodé, pertenece al siglo pasado e incluso al anterior.
Siendo esto parcialmente cierto, no lo es menos que gran parte de
la historiografía reciente está empeñada en la revisión de los temas Factores y causas
tradicionales -tanto por vía documental como analítica- y su
valoración histórica desde las nuevas perspectivas. Por ello, el plan­ La caída de Roma ha atraído la atención de la intelectualidad
teamiento del tema hoy es necesariamente plural, sin discrimina­ occidental desde hace varios siglos, pero rara vez los historiadores
ciones historiográficas de uno u otro signo, una vez que los alinea­ han esgrimido con autoridad varios argumentos causales. Por el
mientos ideológicos -sin haber desaparecido- ya no definen contrario, la historiografía tiende con frecuencia a proponer una
posiciones historiográficas sólidamente establecidas7 ni, por causa causarum capaz de explicar el proceso, un aspecto más signi­
supuesto, justifican una determinada interpretación de los datos ficativo que los otros. En la visión general del problema algunos
históricos. Por el contrario, cualquier contribución al tema debe hechos han sido valorados en este sentido: la debilidad militar, en

«,,XJV<;l)o «,,·xv �
CJnÚo/.ucción Ontrolucción

el plano político; la deficiente mano de obra, en el plano socioeco­ por la incapacidad del Estado romano imperial para resolver sus
nómico; la escasez de recursos, en el plano financiero. Pero el pro­ problemas políticos y, ante todo, financieros19•
blema de la caída es complejo y, por serlo, probablemente admite
varias soluciones.
Gran parte de la historiografía sobre la caída se ha basado en el La tesis de la decadencia
análisis de factoresª y la búsqueda de causas. Unos y otros se consi­
deran prioritarios para explicar los cambios operados en la socie­ Desde la misma Antigti<;:dad, la visión de la caída de Roma
dad tardoantigua, lo que se ha venido a llamar «metamorfosis» del bascula entre dos concepciones ideológicas diversas: la optimista
mundo antiguo9• La historiografía moderna ha intentado solucio­ de la decadencia pagana y la pesimista de la escatología cristiana. A
nar el problema mediante análisis monocausales basados en la la primera pertenecen las opiniones de Catón (siglo II a. de C.),
investigación de un factor prioritario, sea de carácter religioso (el Tácito (ss. 1-II) o Símaco (s. N) sobre la decadencia; a la segunda,
cristianismo), social (aristocracias), económico (moneda 10), polí­ las sostenidas por Cipriano (siglo III) y Agustín (ss. IV-V), entre
tico-militar (ejército 11) o ideológico (cultura). En la misma línea otros.
de planteamiento se sitúa la búsqueda de la causa principal o causa Para los paganos romanos la antigüedad de la Urbs siempre fue
causarum, a partir de la cual sería posible explicar el proceso de la garantía de la creencia en la aeternitas de Roma, incluso en la
d.�sintegración. Pero resulta más ilustrativo incluso el procedi­ época de las invasiones20 , cuando muchos creyeron que había lle­
miento inverso, que consiste en aislar tantas causas o tipos 'de cau­ gado el final del Imperio.
sas como sea posible. En este sentido se distinguen con claridad De Cipriano, obispo de Cartago a mediados del siglo III, pro­
varios grupos: cede una visión negativa de la época, en la que muchos historiado­
res han creído ver indicios claros de conciencia de crisis. En carta a
• Causas religiosas: la difusión del cristianismo 12•
Demetriano dice Cipriano:
• Causas sociales y económicas: conflictos, propiedad13•
• Causas naturales: población, clima, suelo 14• «Debes saber que ha envejecido ya este mundo. }á no tiene las
• Causas políticas (internas): oposición al Estado 15 . fuerzas que antes lo regían; no tiene ya el vigor y la fuerza por la
• Causas culturales o filosóficas: mentalidades16• que antes se sostuvo... , y sobre todo, en cuanto se refiere a la fre­
• Causas políticas (exteriores): bárbaros, germanos17• cuencia mayor de las guerras, la gravedad-de las preocupaciones
por la carestía y esterilidad del suelo, las enfermedades que arrui­
Finalmente, en la historiografía reciente se suele aceptar que
nan la salud, la devastación que conlleva la peste... , todo esto
en el fenómeno histórico de la caída intervinieron al menos dos
sucede porque vosotros no honrdis a Dios»21 •
factores de signo distinto: uno externo (invasiones, presión bár­
bara) y otro interno (conflictos, descomposición social). Pero La visión de Roma de Agustín, obispo de Hipona a comienzos
ambos no son excluyentes, sino complementarios. En este sentido, del siglo V, señala ya claramente el paso hacia el Medievo desde el
lªs invasiones germánicas habrían sido posibles gracias a la-escasa punto de vista ideológico y religioso. A raíz del saqueo de Roma
resistencia de los provinciales del Occidente romano, sumidos en por los visigodos de Alarico en 41 O, Agustín escribe su De civitate
una profunda crisis social 18• A su vez ésta habría sido provocada Dei, en la que se describe el triunfo de la ciudad celestial sobre la

«>XVI�
CJntroÍucción CJntrolucción

civitas terrena, perecedera y corrupta. Además, si otro cristiano sidee) de este período histórico con entidad propia -y no simple
africano, Tertuliano, a fines del siglo II había acuñado el término degradación del anterior- son de cuño alemán25•
Romanitas para describir la Unidad de todos los romanos, en su Entre todas las visiones de la Ilustración europea sobresale la
correspondencia epistolar, Agustín, dos siglos más tarde, elaborará monumental obra de E. Gibbon, ya citada. Su Decadencia y caída
la teoría de la unitasfugüur (la ruptura de la unidad, la desintegra­ del Imperio Romano constituye un hito de la historiografía que, en
ción) para explicar la actual situación del mundo romano de su cierto modo, inaugura la modernidad. Se trata de una síntesis
tiempo22 • magistral de más de un milenio de historia, desde el siglo II
La historiografía medieval apenas mostró interés por la Anti­ romano al siglo XV bizantino, si bien el núcleo de la obra es el pro­
güedad clásica. Al estoicismo antiguo siguió el escolasticismo blema de la ruina de la civilización romana, a la que dedica dos
medieval, centrado en la elaboración de una historia de carácter terceras partes del texto (esto es, d_esde la época Antonina hasta el
. supranaturalista en la concepción, cronicista en la forma y; ante siglo VII), mientras que el tercio restante abarca nada menos que
todo, trascendente en el fondo, resultado de la imposición defini­ ocho siglos (641-1453). Según Gibbon, la causa principal de la
tiva de una de las dos ciudades agustiniana: la civitas Dei. decadencia (decline) fue la difusión del cristianismo, que él analiza
En la historiografía moderna, desde el Renacimiento (si­ · desde mediados del siglo II, y la de la caída (foil), el ejército, barba­
glos XV-XVI) hasta la Revolución Francesa (1789), el mundo clásico rizado ya desde el siglo N. Por ello, el decline del Imperio no se ini­
grecorromano fue considerado como una auténtica «edad de oro» ciaría hasta el reinado del emperador Marco Aurelio (161-180),
r�$_pecto a las épocas precedentes y sobre todo a la Edad Media aun así al menos tres siglos antes de su efectiva desintegración.
p_Qsterior. Sin embargo, la idea de ruptura entre Antigüedad y Pero la aportación historiográfica de Gibbon no se reduce al des­
Edad Media es de origen italiano; fue elaborada en el siglo XV, cubrimiento de las posibles causas. A él se debe también la idea de
aunque no se aplicó a la interpretación de la evolución histórica que la evolución de las civilizaciones históricas es c_o!Ilparable con
hasta los siglos XVII y XVIII. También del pensamiento humanista la de los órganos vivos, por lo que propone un anális"is de la evolu­
procede la idea de que la época tardorromana constituye un pe­ ción histórica romana en términos cuasi-biológicos. En cierto
ríodo decadente y oscuro23• Ya en el siglo XVII, Celarius formuló la modo, las civilizaciones nacen, se desarrollan y mueren; los impe­
teoría de la escisión de la historia universal en tres períodos: anti­ rios, analizados desde la perspectiva. histórica, también; antes o
guo, medio y reciente. después, pero en un momento determinado de su evolución, civi­
La época de la Ilustración (siglo XVIII) supuso un giro en la lizaciones e imperios inician una fase de declive que, a la postre,
visión tradicional de la Antigüedad. A los ilustrados europeos y, en Ueva a su desaparición virtual, primero, y real, después, porque a
particular, a lo� intelectuales franceses se debe el empeño -aún menudo sobreviven muchos de los elementos -si no estructu­
hoy presente- en remarcar las diferencias entre el Imperio ras- que los configuraron. Por otra parte, Gibbon reparó en un
Romano como una época áurea y la Antigüedad tardía (siglos IV hecho al que los historiadores habían prestado escasa atención
y V) como «decadente». Ya Montesquieu propuso fijar el _in.icio de hasta entonces -y aun después-: «no es importante que el Im­
la decadencia romana en la época de César, es decir antes incluso perio cayera por el peso de su propia estructura», lo sorpren.1ente
de comenzar el Imperio 24 • Pero la propia denominación de ésta -dice Gibbon- «es que s,e mantuviera durante tanto tiempo».
(Spatantike, en origen), así como la idea de decadencia (Dekadenz- Esto es, al menos cinco siglos, un parámetro no superado por nin-
_

«>XVIII� -G>XIX <:J>


OntrotÍucción OntrotÍucción

guna estructura política posterior. La realidad, sin embargo, es que de la producción agrícola e industrial y en la insuficiencia consi­
el Imperio Romano se mantuvo sólo formalmente durante más de guiente del potencial militar frente a la presión de los bárbaros30 y,
medio milenio, pero en la práctica había dejado de existir casi un desde luego, no son ajenas a algunos postulados marxistas de la
siglo antes de su desaparición oficial en 47626, tras la deposición tesis de la transición.
del último emperador romano de Occidente, Rómulo Augusto,
por Odoacro, rey de los hérulos.
El Romanticismo del siglo XIX aportó a la historiografía una La tesis hostilista
peculiar combinación de método filológico y erudición que per­
mitió a los historiadores de la época pasar de las ideas a los hechos, Durante siglos los pueblos bárbaros han sido considerados
de la utopía a la ciencia y, en fin, de la tradición a la razón histórica como enemigos (hostes) de los romanoS-y, en concreto, los máximos
y de aquí al positivismo. De este complejo proceso de legados y responsables de la desaparición de aquella civilización. A media­
préstamos arranca de hecho la polémica moderna sobre la natura­ dos de este siglo el historiador francés A. Piganiol acuñó una frase
leza de las causas que provocaron finalmente la caída del Imperio verdaderamente lapidaria, de la que se ha hecho eco a menudo la
Romano. Desde este punto de vista, la tesis de la decadencia se historiografía posterior: La civilisation romaine n'est pas morte de sa
enriqueció con nuevas aportaciones. Mientras O. Seeck vinculó la belle mort. Elle a été assassinée3 1 • . -�
decadencia de la cultura antigua a razones sociales, el sociólogo Aunque hoy ya es un lugar común hablar de bárbaros· para
Max Weber la hizo depender de la deficiente organización fiscal y referirse a las sucesivas invasiones de los siglos III, IV y V, no siem­
administrativa del Imperio27• Las teorías de ambos han tenido pre ha sido así. El término «bárbaros» procede de los griegos, entre
múltiples seguidores y, en cierto modo, llegan hasta nuestro quienes denominaba a un pueblo, grupo o individuo no pertene­
tiempo. En efecto, la depreciación seeckiana de las clases aristocrá­ ciente a la lengua y cultura griegas. Pero es evidente que el término
ticas («Die Ausrottung der Besten»), con todas las matizaciones' que tiene también una fuerte carga ideológica, no exenta tampoco de
se quiera, está presente en la interpretación del historiador sovié­ ciertas connotaciones nacionalistas; de ahí que con frecuencia la
tico M. I. Rostovtzeff cuando afirma que «el fenómeno principal del expresión «invasiones bárbaras» ha sido sustituida en la prácticá
proceso de decadencia fue la absorción gradual de las clases cultas por por la de «invasiones germánicas» 32, aunque· en la actualidad se
las masas y la simplificación consiguiente de todas las funciones de la · ·
prefiere hablar de «penetraciones» .en vez de «mvas1ones»33.
vida política, social, económica e intelectual, o sea, aquel proceso al Según esta tesis, los bárbaros (o enemigos externos) habrían
que damos el nombre de barbarización del mundo antiguo» 28 • La penetrado en el interior del Imperio llegando a suplantar al propio
misma idea inspiró la visión de la difusión de la cultura en época Gobierno romano. El proceso de penetración fue lento (desde
bajo-imperial de S. Mazzarino29 y, ·desde luego, está presente en mediados del siglo III), pero progresivo y, ante todo, selectivo, por­
muchos de los enunciados de la tesis hóstilista, mientras que las que los pueblos germánicos traspasaron las líneas de defensa del .
argumentaciones económicas weberianas (el declive de la explota­ limes renano-danubiano por los puntos más vulnerables. A comien­
ción de tipo esclavista) constituyen el fundamento de la visión de zos del siglo V, cuando se produjo la penetración masiva de éstos,
Boak, que ve en la escasez de la mano de obra (manpower shortage) las fronteras estaban prácticamente desguarnecidas o, en muchos
la causa fundamental de la decadencia, reflejada en la disminución casos, la vigilancia ddpaso_había sido confiada ya a sus correligio-
CJntrolucción CJntrolucción

narios. Por tanto, no debió de ser difícil traspasarlas. Pero su asen­ antigua; la crisis de la sociedad antigua se remonta a los siglos v-ry
��-to definitivo en el interior del territorio romano creó un a. de C; la destrucción del Imperio Romano facilitó el paso de l_?.
nuevo problema al Gobierno imperial, incapaz de poner fin por sí sociedad esclavista al feudalismo40. Otros historiadores marxistas,
solo a estos movimientos migratorios. en cambio, sostienen que la transicion no es más que la «época de
Otra vertiente de la tesis hostilista se centra en el análisis de los revolución social» que propició el paso a una sociedad diferente: la
llamados enemigos internos (desertores, rebeldes, bandidos, conspi­ medieval41; y se ha convertido, de hecho, en un modelo de análisis
radores, etc.), aspecto que ha inspirado·en gran medida la obra de la realidad histórica de los siglos III al VIII42 a todos los· niveles:
historiográfica dé R. Macmullen34• 'En este sentido, la crisis social político, cultural, religioso, milit;u, ideológico, económico o
existente habría impedido al Gobierno imperial tomar las medidas social. En este sentido, los cambios operados en la sociedad
políticas y militares necesarias y a los provinciales hacer frente a la romana bajoimperial son difícilmente separables de la configura­
nueva situación. Pero en la actualidad la tesis hostilista de la caída ción de la sociedad tardoantigua, que no sería sino una sociedad
ha cedido terreno en favor de otras interpretaciones, quizás menos de transición. Desde esta perpectiva la transición se correspondería
ambiciosas, pero más realistas. bien con el período y la sociedad de la Antigüedad tardía, definida
ésta como una sociedad que ya no era antigua -aunque conser­
vara muchos de sus eleméntos-, sin que fuera todavía plena­
La tesis de la transición mente medieval.
La visión del paso de la Antigüedad al Medievo como un pro­
blema de transición ha variado sustancialmente en los últimos La visión antropológica: la teoría,del colapso
años35• La transición, en gran medida, ha dejado de ser un referente
conceptual de la historiografía marxista en cuanto definiría el paso La teoría del colaps� del Imperio Romano de Occidente en el
de un modo de producción (esclavismo) a otro (feudalismo)36 o'las siglo V se fundamenta en presupuestos hoy muy discutible� tales
modalidades de implantación del feudalismo en los diversos paísés como el supremo poder militar del Imperio frente a sus vecmos y
de Europa37• En el trasfondo de esta peculiar visión de la caída late las fuentes ilimitadas de recursos en siglos precedentes, por recoger
la polémica acerca de la existencia o no de una «revolución de . tan sólo dos aspectos (político y económico) claves de la evolución
esclavos y colonos» a fines de la Antigüedad. La polémica arranca de la sociedad tardorromana occiden.tal. Además, la desintegración
del debate historiográfico soviético en la Vestnik Dreznev lstorii del Imperio se aceleraría desde el momento en que las provincias
(Revista de Historia Antigua) a raíz de la muerte de Stalin en occidentales fueron pasando al control_ de los bárbaros. Pero la
1953 38, que permitió cuestionar .ya algunos de los dogmas del economía romana se estancó -se colapsó, si se prefiere- porque
materialismo histórico y, posteriormentee, la revisión sistemática los niveles de demanda interna crecieron más que la producción
. de los conceptos y categorías analíticas marxistas aplicados al estu­ del Imperio, lo que provocó una falta de alimentos en el mercad�.
dio de la Antigüedad39• Inspirada también en los postulados mar­ Consecuentemente, aparecieron el hambre y la peste, que contn­
xistas, la visión de Walbank presenta algunas peculiaridades: el buyeron al descenso demográfico, debilitándose así una de las
bajo nivel de la técnica se explica por el desarrollo de la esclavitud fuerzas tradicionales del Imperio. El descenso originaría falta de

«>XXII<» «>XXIII<»
CJntrolucción
CJntrolucción

mano de obra, y el empobrecimiento del suelo sería el responsable para cubrir los gastos del Estado46, por lo que el Imperio no podía
del declive agrícola que, en última instancia, sería la causa del subsistir.
colapso económico del Imperio43 •
No obstante, a todos estos factores supuestamente negativos se
UN BALANCE NECESARIAMENTE PROVISIONAL
sumaron otros similares y de especial repercusión en la estructura
política y, ante todo, social del Occidente tardorromano, tales
c?m? el crecimiento desorpitado de la burocracia (imperial, pro­ Un problema histórico tan complejo como el de la caída o el
de la génesis de Europa no puede resolverse mediante la propuesta
vmc1al, local) y la fuerte presión fiscal, que repercutió sobre todo
en la economía de los grupos sociales intermedios y en la de los o realización de análisis unilaterales; es imprescindible también
una consideración global que permita ubicar los cambios en sus
municipios. Los primeros vieron descender su status social -si no
legal- al nivel de los humiliores44 , mientras que los segundos, contextos respectivos. ..
desde Constancia II (357-361), fueron privados de financiación Relativizar la importancia de cada uno de los momentos, de
pública para suplir sus necesidades locales, gastos que a partir de cada uno de los factores coadyuvantes es imprescindible, si se pre­
· · tende obtener una visión diferente del problema de la caída.
entonces corrieron a cargo de los magistrados locales.
Por tanto, la visión antropológica combina factores, elementos Al menos para el caso romano, resulta impropio hablar de ésta
procesos de naturaleza diversa proponiendo una explicación in toto, sea referida a la completa estructura del Imperio, sea refe­
r rida a cualquiera de sus partes. Es un dato suficientemente pro­
mtegral_ del fenómeno del colapso de las sociedades complejas.
J. A. Tamter propuso once parámetros posibles para explicar este bado el que estos hechos no tuvieron la misma incidencia en
fenómeno: escasez de recursos, nuevas fuentes de riqueza, catástro­ todas las regiones del Imperio, ni siquiera si se restringe éste a la
fes, respuesta insuficiente a las circunstancias, otras sociedades parte occidental. El único elemento común parece ser primafocie
complejas, invasores, conflictos y mala administración, disfunción la confusa situación del Imperio Romano de Occidente en su fase
social, mística, concatenación casual de acontecimientos y, en fin, final, pero aun así la situación histórica real. varía de unas regio­
'
1actores �conom1cos
J: • 45 p
. ero es ev1 ente que no todos estos pará-
"d nes a otras y su valoración presenia múltiples aporías. En este
metros tlenen el mismo valor analítico y, desde luego, la misma sentido, aunque de forma ciertamente exagerada, un historiador
importancia para explicar el declive del Imperio Romano de Occi­ británico ha llegado a definir el Imperio Romano como una
d�nt� en los siglos IV y V. Otras circunstancias podrían explicar «imposibilidad»47 que, no obstante, duró cinco siglos. En todos
as1m1smo el colapso como la pérdida de ingresos del Estado, la los casos, sin embargo, es más apropiado y, desde luego, más ajus­
debilid�d del sistema de defensa o el abandono de tierras poco tado a la realidad histórica hablar de transformación48• Por otra
product1vas, por no hablar de aumento en los costos de manteni­ parte, si el Imperio Romano cayó o decayó, no lo hizo de forma
miento, inseguridad en las fronteras o fuerte presión fiscal. En s�bita, sino � lo largo de un lento proceso, e incluso podría inver­
definitiva, una situación insostenible, pero sobre todo excesiva­ tuse e! sentido de la pregunta tradicional de «por qué cayó el
mente costosa y, en consecuencia, poco rentable. En estas condi­ Impeno Romano» por la no menos sugestiva de «cómo se man­
ciones los ingresos fiscales derivados de la agricultura (aproxima­ tuvo durante tanto tiempo», reflexión que ya se hizo Gibbon a
damente un 90% de los ingresos globales) resultaron insuficientes fines del siglo XVIII.

«> XXIV c:1)- «> XXV <:t>-


OntroÍucción

Con independencia de las conclusiones parciales de cada


autor/a al término de su análisis y en su respectiva parcela de
investigación, algunas de las conclusiones iniciales aquí propuestas
son en sí mismas relevantes. También antes, pero sobre todo des­
pués de la lectura de esta obra resultará difícil seguir asumiendo la
caída del Imperio Romano de Occidente en los términos tradiciona­
les. Es evidente que no sólo el Imperio no cayó, sino que, por el
contrario, al menos la idea de Roma -si no el propio sistema- se
mantuvo todavía durante varios siglos, adaptado a las nuevas con­
diciones históricas que conformaron el inicio del Medievo y, en
consecuencia, la génesis histórica de lo que aún denominamos
Europa.
G. BRAVO
EL ÚLTIMO SIQLO
DEL OCCIDEN TE ROMANO:
CLAVES POLÍTICAS
GONZALO BRAVO
.APROXIMACIÓN CRONOLÓGICA

A modo de introducción

En Historia, los datos cronológicos tienen sólo un valor indi­


cativo. Ni siquiera un acontecimiento trascendental como la desa­
parición política del Imperio Romano de Occidente en 476 es
capaz por sí solo de delimitar con precisión los termini (final y
comienzo) de una época. De hecho, el Imperio de Occidente
había dejado de existir como tal varios decenios antes e incluso
pervivió en cierto modo durante varias décadas después. Por tanto,
resultaría arriesgada -si no estéril- cualquier tentativa de fijar el
momento preciso de un cambio histórico de estas características.
Pero ello no significa que los historiadores debamos renunciar a
proponer datos alternativos ni, por supuesto, a la cronología. Por
el contrario, el dominio sobre ésta es quizás el mejor arma para
valorar la importancia histórica de aquéllos y, en consecuencia, un
instrumento imprescindible para reconstruir y comprender -si
no explicar- la evolución histórica. Por otra parte, la precisión
cronológica es también necesaria, si se pretende una interpretación
§onzafo cnra-vo CE( úftímo sígfo le( OccíÍente romano: cfa-ves poÚtícas

seria y rigurosa de los acontecimientos. No obstante, el dossier cro­ tituyendo el evidente simbolismo del 476 1 por la valoración his­
nológico que aquí se incluye tiene un mero carácter recopilatorio tórica de un acontecimiento meramente político como es la
de las fechas y acontecimientos que, en principio, deben ser teni­ deposición de Rómulo Augusto -último emperador romano­
dos en cuenta en la evolución política de este período. Puesto que por el esciro Odoacro, resulta difíc!l e.a principio aceptar que el
se trata de una selección, puede haber otros datos y fechas de inte­ año 376 haya tenido un valor similar, por más que se pretenda
rés, pero en nuestra opinión, en los aquí registrados no sólo se enfatizar la fecha por la penetración durante ese año de los godos
encuentran los más significativos del período, sino que también la en territorios danubianos e incluso por la muerte de Quinto
secuencia cronológica de acontecimientos contiene una de las cla­ Aurelio Símaco, uno de los grandes cféfensores del paganismo
ves para comprender la evolución política del último siglo romano tradicional romano occidental contra el Imperio cristiano2•
de Occidente. Mayor repercusión histórica tuvieron sin duda los acontecimien­
tos del 378 y, en particular, el desastre romano en Adrianópolis
frente a los godos3• En efecto, este dato sí parece indicar el inicio
Un siglo de límites difusos: ¿el No el V? de una tendencia que se mantendría durante varias décadas, aun­
que no durante todo un siglo. Además, la derrota imperial no es
Fijar los límites precisos del último siglo romano resulta harto separable de su propio contexto; fue posible entre otras cosas por
complicado, por varias razones. En primer lugar, porque exige la la profunda separación ya existente entre Oriente y Occidente,
aceptación previa de una serie de convenciones tales como las separación que se remonta a época tetrárquica (293-305), pero
siguientes: que el 476 se asuma como el final del Imperio Romano que se afianzó a mediados del siglo IV, como veremos. En fin, a
de Occidente; que el siglo en cuestión tenga una duración de cien todas estas razones debe añadirse otra no menos importante: la
años; que, en fin, dos acontecimientos de probada significación acusada diversidad regional. En efecto, mientras que el IV fue
histórica enmarcan con claridad los límites temporales del pe­ con seguridad el último siglo de control político romano para
ríodo.· En segundo lugar, porque e�_�alance histórico de un siglo algunas regiones y provincias de Occidente (Britannia, Germa­
resulta siempre arriesgado aunque previamente se haya Íntentaao nía, Panonia, Galaecia, Lusitania, Baética, Mauritania o Numi­
reducír la evolución histórica al análisis de algunos aspectos con­ dia), en otras el dominio romano se mantuvo a duras penas
c_retos, que no siempre son suficientes para comprender dicha evo­ durante gran parte del V ( Galia, Tarraconense, Ilírico, Italia o
lución. África). Por esta razón, el inicio del último siglo del Occidente
Pues bien, el 'último siglo romano de Occidente presenta romano se remonta en muchos casos a la época de la Tetrarquía
límites difusos y no bien definidos, dependiendo de las diversas· (293-305), aunque excepcionalmente algunas regiones se mantu­
regiones y/o provincias. En efecto, mientras que en algunas pro­ vieron leales al Gobierno imperial todavía a medidos del V. En
vincias (como Britannia o Hispania) el efectivo control romano todos los casos, sin embargo, el poder político romano vio redu­
apenas sobrepasó los años iniciales del siglo V, otras (como África cido notoriamente su espacio tradicional en un doble sentido: en
o Italia) se mantuvieron bajo dominio romano todavía durante el geográfico, al ejercer el control sobre áreas muy reducidas; en
gran parte del siglo. Por lo tanto, para aquéllas, el último siglo el institucional, al rivalizar en ellas con los poderes regionales o
r9mano fue, de hecho, el IV; para éstas, en cambio, el V. Aun sus-. locales.
§onzafo <J3ravo CE(úftimo sigfo le( OcciÍente romano: cfaves poÚticas

«Dossier» de cronología política 357 El césar Juliano es enviado a Occidente contra los alamanes.
360 Juliano es procl�ado augusto por los soldados de la Galia.
293 Instauración de la Tetrarquía o gobierno del Imperio mediante 361 Marcha de Constancio II a Occidente contra Juliano. Muerte
cuatro emperadores simultáneos. inesperada de aquél. Juliano, único emperador.
296 Derrota de Carausio y Alecto en Britannia por el emperador 363 Muerte de Juliano en lucha contra los persas. Le sucede Joviano
Constancio Cloro. 364 Proclamación del emperador Valentiniano I. Corregencia de su
297 Edicto de persecución contra los maniqueos. hermano Valente, emperador de Oriente.
298 Derrota de los persas en Oriente por parte del emperador Galerio. 365 El usurpador Procopio es proclamado emperador en Constanti­
Expedición del emperador Maximiano a África. nopla.
299 Paz de Nísibis de Diocleciano con los persas. 370 Creación del defemor civitatis por Valentiniano I.
301 Edicto de precios del emperador Diocleciano. 375 Muerte de Valentiniano I. Le sucede su hijo Graciano.
303 Celebración en Roma de los vicennalia de Diocleciano y los dece­ 376 Muerte en Cartago del magister Flavio Teodosio. Regreso de su
nalia de Galerio. hijo a Hispania. Muerte del senador Símaco.
304 Edictos de persecución contra los cristianos. 378 Desastre de Adrianópolis frente a los godos. El emperador Valente
305 Abdicación de los emperadores Diocleciano y Maximiano y relevo muere.
de los césares Galerio y Constancio Cloro por Maximino y Severo, 379 Victoria de Teodosio contra los sármatas y proclamación como
respectivamente. emperador en Sirmium.
306 Proclamación de Constantino como emperador. 380 Edicto de Tesalónica. Llegada de Teodosio a Constantinopla.
308 Conferencia de Carnuntum: continuidad de la Tetrarquía. 381 Concilio de Constantinopla: segundo concilio ecuménico.
311 Edicto de tolerancia de Galerio. 382 Foedus con los godos: asentamiento en tierras de Mesia.
312 Derrota de Majencio en Puente Milvio frente a Constantino. 383 Rebelión del usurpador Magno Máximo en la Galia. Muerte de
313 Edicto de Milán: libertad de cultos. Graciano.
320 Constantino, en Occidente, contra Licinio, en Oriente. 384 Concilio de Burdigala (Burdeos) sobre Prisciliano.
324 Constantino, único emperador. 385 Juicio de Tréveris. Ejecución de Prisciliano.
325 Concilio de Nicea: primer concilio ecuménico. 388 Victoria de Teodosio sobre Magno Máximo.
330 Inauguración de Constantinopla como nueva capital del Imperio. 389 Visita de Teodosio a Roma. Intervención en el Senado.
337 Muerte de Constantino; el gobierno del Imperio se divide entre 390 Incendio de la sinagoga de Callinicum. Masacre de Tesalónica y
sus hijos. enfrentamiento con Ambrosio, obispo de Milán.
391 Primeros edictos de Teodosio contra los cultos paganos.
340 Constantino II muere en Aquileya frente a las tropas de su her­
392 Prohibición definitiva de los cultos paganos. Usurpación de Euge-
··
mano Constante.
nio y Arbogasto. Muerte de Valentiniano II.
350 El emperador Constante es eliminado por Magnencio, usurpa­
393 Proclamación de Honorio como augusto.
dor galo.
394 Victoria de Teodosio sobre Eugenio y sus colaboradores.
352 Visita a Roma del emperador Constancio II tras la victoria sobre 395 Muerte de Teodosio en Milán. Partitio imperii entre sus hijos
Magnencio. Arcadio (Oriente) y Honorio (Occidente).
353 Recuperación de la unidad imperial por Constancio II. 396 Afianzamiento de Estilicón como asesor de Honorio.
354 Ejecución del césar Galo por orden del emperador. 400 Primer Concilio de Toledo. Condena del priscilianismo.
!jonaafo C/3ravo CE( úÚimo sigfo fe( OcciÍente ro�ano: cfaves eofíticas

401 El rey visigodo Alarico dirige sus tropas hacia Occidente y penetra 443 Merobaudes derrota a los bagaudas hispánicos en la comunidad
en Italia. de los Aracelitanos.
406 Penetraciones germánicas en la Galia a través del Rin. 449 Nueva revuelta bagáudica en Hispania. Aecio interviene en los
407 Evacuación de las tropas imperiales de Britannia. Primeras revuel- levantamientos de la Galia.
tas bagáudicas en los Alpes, Britannia y la Galia. 450 Alianza de los bagaudas con Requiario, el rey de los suevos.
408 Muerte de Estilicón. Nombramiento del patricio Constancio. Muerte de Teodosio II, emperador de Oriente; le sucede Mar­
409 Penetración de los bárbaros en Hispania por los pasos pirenaicos. ciano.
41O Saqueo de Roma por las tropas del rey visigodo Alarico. 451 En la Galia Aecio, ayudado por una fuerte coalición de germanos
411 Resistencia del usurpador galo Constantino III en Arlés. Procla­ y nativos, vence a los hunos de Atila en la batalla de Campos
mación del usurpador galo ]ovino en Maguncia. Cataláunicos.
413 Final de las usurpaciones en la Galia. Comienzo de las mismas en 452 Atila saquea el valle del Po, pero respeta Roma.
África con la rebelión de Heracliano. 454 Derrota definitiva de los bagaudas en Hispania por parte del visi­
414 Ataúlfo se casa con Gala Placidia en Narbona. Los visigodos eva­ godo Federico actuando como federado de los romanos.
cuan la Galia y se dirigen a Hispania. 455 Muerte del emperador de Occidente Valentiniano III y fin de la
415 Tratado entre el visigodo Walia y el romano Constancio, en nom­ dinastía teodosiana.
bre del emperador Honorio. 460 Expedición militar romana a Hispania dirigida por Mayoriano.
417 Los visigodos combaten contra suevos y alanos en la Península 466 Muerte del rey visigodo Teodorico II en Tolosa. Le sucede Euric::o.
Ibérica. 467 Ante la ausencia de emperador, Ricimero gobierna Occidente.
418 Asentamiento de los visigodos en Aquitania II y Novempopulania. Antemio es proclamado emperador.
421 Proclamación de Constancia III y Valentiniano III como augustos, 471 Guerra entre Ricimero y Antemio.
Gala Placidia, augusta. Muerte de Constancia. 474 Reconocimiento definitivo del reino vándalo por ambas partes del
423 Muerte del emperador Honorio. Usurpación de Juan en Italia, Imperio.
apoyado por Castino: 475 Acuerdo entre Nepóte, por parte romana, y Eurico, por parte visi­
425 Sofocada la usurpación de Juan. Gala Placidia, emperatriz de goda, sobre los dominios visigodos en la Península Ibérica y en la
Occidente, corregente de su hijo Valentiniano III. Galia.
427 Rebelión del comes Bonifacio en África. 476 Rómulo Augusto, último emperador romano de Occidente.
429 Los vándalos pasan al norte de África. La usurpación de Bonifacio
es sofocada por Aecio.
435 Paz entre vándalos y romanos. Los vándalos ocupan Cartago. ORIENTE Y OCCIDENTE: HISTORIA DE UNA RUPTURA
437 Reprimida la revuelta social bagáudica liderada por Tibatton en la
Galia.
Precedentes tetrárquicos y giro constantiniano
438 Publicación del Codex Theodosianus, patrocinado por el empera­
dor de Oriente Teodosio II.
441 El dux Asturio se enfrenta a los bagaudas de la Tarraconense, en De hecho, hasta el gobierno de Diocleciano (284-305) no
Hispania. existió una visión global de los problemas del Imperio o, al menos,
442 El Gobierno imperial reconoce la independencia política del reino no se adoptaron las medidas necesarias para intentar solucionarlos.
vándalo de África. Los emperadores del siglo III, salvo excepción, se limitaron a paliar
§onzafo CBravd CE[úftimo sigfo le[ OcciiÍtnte romano: Javes p oÚticas

�on medidas puntuales los problemas partic;ulares o CO}'\lntural�s ción y el Ejército). En este sentido, los sucesivos Gobiernos auto­
que presentaba el gobierno del Imperio4• En realidad, el signifi­ cr{tjcos del siglo N se limitaron a rehabilitar los principios políti­
cado histórico de la revolución diocleciana fue precisamente que cos que habían sido cuestionados por la evolución política del
las diversas reformas administrativas emprendidas constituyeron siglo precedente.
un revulsivo para la supervivencia del Estado5• Y algo similiar Pero quizá el cambio político más significativo del período
podría decirse también acerca de las reformas económicas: tetrárquico fue la creación de varias sedes imperiales, de Oeste a
moneda, impuestos, producción6• Por ello pa�e ac_ertadQ caracte­ Este: Tréveris, Milán, Sirmium/Tesalónica, Nicomedia. Roma, sin
rizar a este período como el de la recuperación7• En efecto, a pesar dejar de ser todavía la capital del-Imperio, compartió desde enton­
de todas las dificultades, a comienzos del siglo IV el Imperio se ces con otras ciudades el privilegio de ser residencia imperial. Éste
había recuperado de casi codas las crisis que había soportado fue quizá el primer indicio de una ruptura de la unidad largamente
durante el siglo precedente. Las reformas administrativas y las anunciada, puesto que la pretendida koiné imperial apenas pudo
medidas económicas adoptadas durante la Tetrarquía lograron salvar las notorias diferencias lingüísticas y culturales entre los grie­
recomponer por algún tiempo una situación social y económica gos y romanos de ambas regiones del Imperio.
sumamente deteriorada, lo que permitió la pervivencia del sistema El segundo paso en el afianzamiento de la ruptura entre
imperial durante más de un siglo. Pero el precio pagado para Oriente y Occidente fue la creación de una nueva capital del
lograrlo fue alto. El nuevo sistema bajoimperial se transformó de Imperio (Constantinopla) por el emperador Constantino, empla­
tal forma, que se hizo irreconocible en muchos aspectos. Los cam­ zada en la antigua Bizancio, en el estrecho del Bósforo y enfrente
bios políticos del·período afectaron sobre todo a la Administración de Nicomedia, que había sido la sede del emperador Diocleciano9.
y al Ejército. Pero también hubo cambios notorios en la concep­ La inauguración de Constan�inopla en 330 como Nova Roma tuvo
ción y estructuración del poder. importantes repercusiones políticas. A la larga la nueva capital
En efecto, el sistema de poder imperial desde sus orígenes debía dotarse de un nuevo Senado, de una nueva Administración y
-tal y como fue concebido por Augusto- era una forma de hasta de un nuevo Ejército, sin olvidar la escisión de la comunidad
poder autocrático en cuanto que el prínceps, en la práctica, dispo­ cristiana entr.e un Oriente arriano y un Occidente niceno -o
nía de poderes ilimitados en virtud de la auctoritas8, aunque católico- qJ.ll'. se consolidaría a lo largo del siglo 10 •
durante algún tiempo se mantuviera la tendencia de consultar
algunas decisiones políticas con el Senado. En este sentido, una de
las consecuencias políticas del siglo III fue la búsqueda -o recupe­ La división de hecho: los Valentinianos
ración- del m.99-_eÍo de gobierno autocrático perdido, capaz de
garantizar la � en el interior, reforzar la vigilancia de las fronteras La ruptura ideológica entre Oriente y Occidente se correspon­
frente-a las presiones externas y de hacer cumplir las leyes emana- día también con una división de facto a nivel político y militar, que
" das del legítimo Gobierno imperial. Las leyes en cuanto tales se hizo patente bajo el gobierno de los Valentinianos 11 • La pro­
debían obligar por igual a todos los ciudadanos sin distinción, con puesta de Valentiniano I (364-375) en· favor de su hermano
independencia de su condición social (senadores, ecuestres, plebe) Valente como co-emperador, rechazada en principio por el- consejo
o su responsabilidad política (altos funcionarios de la Administra- de los generales del Ejército de Oriente, fue finalmente aceptada

«> 11 <:l)o
§onaafo Cf3ravo CE( úÚimo sigfo fe( Occ'ilente romano: cfaves pof'íticas

ante la inminencia de los acontecimientos. Mientras se discutía el lidó como división de iure mediante la llamada partitio imperii
modelo político en Oriente, los alamanes presionaban con fuerza entre los dos hijos del emperador, en virtud de la cual Arcadio
inusitada sobre las fronteras occidentales hasta el punto de que se gobernaría Oriente, desde CQ!!§tantinopla, mientras que Honorio
hacía necesaria la intervención imperial. El desplazamiento del -aún de corta edad- gobernaría Occidente desde Milán. No
emperador por razones militares exigía asimismo que las cuestio­ obstante, ambos contaron con la colaboración de excelentes conse­
nes políticas y burocráticas del Imperio fueran confiadas a un jeros: Rufino, asesor:de Arcadio en Oriente, y Estilicón, como pre­
colega, responsabilidad que recayó en el emperador Valente (364- ceptor del joven Honorio en Occidente.
378). Aunque Valentiniano era de origen panonio, el desplaza­ Esta división en partes del gobierno del Imperio, que en prin­
miento de éste a Occidente se debió más a razones militares que cipio parecía una solución de compromiso motivada por las cir­
políticas. Con la presencia del emperador en los frentes occidenta­ cunstancias, implicaba de hecho la reposición del principio dinás­
les se pretendía afianzar la solución del conflicto fronterizo que tico en favor de la familia teodosiana y en detrimento de las
durante el último decenio había amenazado la integridad territo­ expectativas de aspiración al trono imperial por parte de los des­
rial del Imperio_ en los puntos más vulnerables del limes renano­ cendientes del difunto Valentiniano II. Además, la división de iure
danubiano. Pero la situación política de estos años se agravó de tal intensific¡iba la separación de facto ya existente entre ambas partes
modo, que Valentiniano I se mantuvo ocupado en Occidente con del Imperio. Salvo momentos excepcionales, los gobiernos roma­
la colaboración de su hijo Graciano (376-383) y excelentes genera­ nos de Oriente y Occidente discurrirán en paralelo, aunque con
les como el magister militum FlavioTeodosio, de origen hispano y ciertas fricciones entre sí respecto al control de determinadas zonas
padre del futuro emperador. De esta forma, poco a poco y a tenor limítrofes: África oriental, Ilírico oriental.
de las circunstancias, se consumó la separación de facto entre las
partes oriental y occidental del Imperio. A partir de entonces
hubo, salvo excepción, al menos dos emperadores, dos Senados, EL PRECIO DE LA SUPERVNENCIA
dos Ejércitos y, e_n fin, dos Iglesias. Pero hasta fines del siglo N se
mantuvo la unidad legislativa, monetaria y fiscal, gracias a la que el Cambios en la estructura del poder
Imperio pudo sobrevivir incluso en los peores momentos de su
larga historia: a fines del IV, en Oriente; a comienzos del V, en En teoría, la estructura política del Bajo Imperio Romano se
Occidente. presenta como "uno de los regímenes más consistentes de todo el
mundo antiguo y, desde luego, mucho más evolucionado y com­
plejo que los sistemas políticos precedentes 13 • Mucho más que
La «partitio imperii»: Teodosio antes el emperador se mantuvo alejado de sus súbditos, a los que se
exigió la adoratio purpurae o la proskynesis1 4. No es casual tampoco
La muerte de Teodosio en Milán el 19 de enero de 395 indica que, en la iconografía de la época, la figura imperial se represente
también un cambio político de trascendental importancia para la geperalmente tras unas cortinas e incluso llegue a omitirse su ima­
evolución posterior del Imperio. En adelante, la división de hecho gen en algunos casos, lo que suele interpretarse como invisibilidad
del Imperio en dos partes (pars Occidentis, pars Orientis)12 se censo- del emperador 15• Es evidente que, en estos casos, lo importarité

«> 13 <t>-
§onzafo CBravo CE[ úÚimo sigfo fe[ Occilente romano: cfaves eofíticas

eran los símbolos del poder y no ya la persona que eventualmente perdió muchas de las aJribuc_iones tradicionales20• La ineficacia de
lo- ejerciera. Incluso más: en un régimen autocrático como el aquélla propició la emergencia de nuevos poderes de carácter
bajoimperial, nadie, .r:ii siquiera los altos funcionarios o familiares local21 capaces de evadir el control de los funcionarios imperiales.
más próximos, estaban exentos de obligaciones, si no era por Por su parte, el nuevo Ejército regular romano, semibarbarizado,
expreso deseo del emperador. Por esta razón no es extraño que, no era el instrumento más adecuado para preservar la integridad
con frecuencia, miembros de la familia imperial fueran persegui­ territorial del Imperio .impidiendo la entrada a grupos bárbaros de
dos o incluso ejecutados16. Además, para que el cumplimiento de igual o similar procedencia.
la ley fuera realmente efectivo el Gobierno imperial disponía de Los cambios afectaron de manera especial a las ciudades.
varios miles de funcionarios a sti servicio, los llamados agentes in Desde el siglo III en las ciudades romanas en general -cualquiera
. �ebus17 , encargados de hac::t:;_ J llegar ,fas órdenes del emperador a que sea su extensión-_2 y particularmente en las ciudades de
.·todos los rincones del Imp�rio, pero también de delatar a los fun­ tamaño mediano, se operaron cambios fundamentales: no sólo se
cionarios o ciudadanos sospechoso·s de deslealtad. modificó su apari�ncia externa -esto es, la urbanística-, sino
En la práctica, en cambio, el mantenimiento del régimen también en muchos casos su estructura interna. La ruina de las
imperial se ga_rantizaba mediante el uso de la fuerza, la coerción o oligarquías muniripales generó otr�s cambios en la estructura del
las armas, si no por la coacción expresa por parte de algunos fun­ poder: las elite.i:.íimperiales, provinciales, locales) dejaron paso a
cionarios imperiales, provinciales o municipales. Como en otro nuevos grupos sociales; se restrÍngieron tanto el evergetismo local
· tiempo había ocurrido contra los cristianos, se generalizaron las como la libera/itas imperial, y las ciudades -a las que se responsa­
acusaciones de lesa majestad cualquiera que fuera el delito come­ bilizó de los impuestos desde Aureliano- dejaron de ser un polo
tido por el presunto delincuente, se tratara de una falta ideológica de atracción para las poblaciones menores (aldeas o vici) del
o de una obligación económica. En este sentido, son frecuentes en entorno22 •
la legislación de la época las quejas de unos y otros sobre los abusos Otro cambio importante en la estructura del poder se produjo
de sus inmediatos superiores. Aunque desde el poder se intentó a través de las relaciones Iglesia-Estado, tanto en Oriente comq en
una y otra vez resolver el problema, la legislación perdió credi,bili­ Occidente 23 • El desarrollo del cristianismo en el siglo IV generó
dad y se convirtió.de hecho en el mayor enemigo de los pobres18. una relación fructífera entre Iglesia e Imperio, basada en el princi­
En estas circunstancias, la represión y coerción derivaron a pig__ de la separación de poderes. La jurisdicción eclesiástica tenía
menudo en formas de corrupción política, lo que ha sido tradicio­ sus propias leyes, recogidas en actas conciliares, sinodales o simples
nalmente interpretado como una de las formas más genuinas del pastorales del papa a los metropolitanos o de éstos a los obispos
decline del Imperio Romano 19• bajo su jurisdicción. Pero la Iglesia se negó en ocasiones a recono­
Por otra parte, los cambios operados en la estructura de poder cer la autoridad suprema del emperador. Del conflicto que a fines
desde fines del siglo IV generaron una nueva situación política: la del siglo IV protagonizaron el emperador Teodosio y Ambrosio,
tardorromana o, si se prefiere, tardoantigua. Comparada con la obispo de Milán, salió beneficiado el obispo y reforzado el poder
bajoimperial, ésta se caracterizó por la erosión de dos formas fun­ de la Iglesia en general. Los obispos y monjes adquirieron entonces
damentales de poder: la Administración central, que entró en un protagonismo sin precedentes24• Por ello no es extraño que,
competencia con los poderes regionales o locales, y el Ejército, que cuando a comienzos del siglo V las ciudades y municipios se sintie-
§oniafo ((Jravo CE[úÚimo sigfo fe[ OcciÍente romano: éfaves eofíticas

ron desprotegidos de las.instancias de poder tradicionales, los obis­ tino constituirá el comitatus, integrado por fuerzas móviles o comi­
pos ocuparan su lugar como representantes de los intereses de-los tatenses, que acompañaban al emperador en sus desplazamientos o
ciudadanos, bien frente a los bárbaros, bien frente a los abusos de expeditiones bélicas.
los funcionarios imperiales. Surgió así una aristocracia eclesiástica, El segundo momento _de cambio esencial en la organización y
reflejo de la aristocracia civil, cuya fu¡,_·ción sería determinante en estructura del Ejército tardorromaho es la medida puesta en prác­
la vida social de los próximos siglos. tica por Constantino -si no ya. ensayada por Diocleciano- de
separar las funciones civiles y militares en la Administración. La
repercusión polítiGa de esta medida, que no ha sido bien analizada
El nuevo Ejército bajoimperial en la historiografía, es evidente: para los funcionarios civiles dejó
de tener interés b. carrera militar o· ecuestre, mientras que para los
Tradicionalmente el Ejército romano había sido de extracción oficiales del Ejército dejaron de ser atractivos los cargos civiles al
campesina: primero, se había nutrido del campesinado del Lacio e servicio de la Administración imperial. Como consecuencia de
Italia; después, del de las provincias. Todavía en el siglo III la reac­ estas actitudes recíprocas se produjo un mimetismo sin preceden­
ción del campesinado ilírico proponiendo a sus propios ginerales tes en la esfera política (militar) y administrativa (burocrática) del
como emperadores fue una tabla de salvación para un Imperio Imperio, un fenómeno que R. Macmullen ha calificado como
prácticamente desintegrado. militarización de los cargos civiles y, en correspondencia, civilismo
Como es sabido, el Ejército bajoimperial experimentó una pro­ -que no civilización- de los efectivos militares26• Más reciente­
funda transformación desde la época de la Tetrarquía. Pero los mente el proceso ha sido resumido por D. Whittaker como la con­
cambios esenciales en la organización y estructura militar tardo­ versión de los soldados en propietarios y los propietarios de tierras
rromana se vinculan con tres momento·s fundamentales de la evo­ en soldados («soldiers turning into landlords and landlords becoming
lución del Ejército tardorromano. soldiemP. Pero el problema es que este proceso, al menos por lo
El primero se remonta a la época de Diocleciano25 y particu­ que se refiere al ámbito de la propiedad, está mucho mejor docu­
larmente a su reforma de la asignación de un número determinado mentado en el Oriente que en el Occidente del Imperio, donde
o, mejor dicho, limitado -no más de dos- de legiones por pro­ son escasas -y dudosas- las referencias a adquisiciones de tierra
vincia, con independencia de que éstas fueran fronterizas o del por parte de los soldados en las fuentes. Ell�_no significa que los
interior. Si se acepta que el número de legiones en el Ejército no soldados no fueran propietarios de tierras, sino que, por el contra­
fue superior a 60, que el número de provincias fronterizas rio, la alusión a sus tierras o posesiones28 se explica precisamente
aumentó considerablemente por división de las existentes y que e- l por tratarse de campesinos -pequeños propietarios de tierras o
número total de provincias en el Imperio en esta época es de 96 en colonos libres- que no habían podido sustraerse a la conscripción
el Laterculus Veronensis de ca. 304, es evidente que en el nuevo mediante pago, huida o protección. Quizá por la misma razón, el
esquema tetrárquico muchas provincias quedaron sin tropas legio_­ patrocinio militar, que está bien documentado en Oriente29, no
narias, desplazadas desde entonces a posiciones de frontera o limi­ está documentado de forma expresa en Occidente, aunque algu­
tdneas. de ahí el nombre de limitanei o ripenses, con el que son nos casos como el de Merobaudes en la Bética o el de ]ovino en la
conocidas en la documentación de la época; más tarde, Constan- Galia pueden encubrir esta situación.
§onzafo ([Jravo CE( úÚimo sigfo le( Occilente romano: cfaves pofíticas

En fin, el tercer momento de esta evolución se refiere a los quier caso, no muy alejadas de sus lugares de residencia. De
cambios operados en la composición del E}ército tardoantiguo, no hecho, la base campesina del Ejército se mantuvo prácticamente
constituido ya por campesinos itálicos o provinciales, ni siquiera hasta su desaparición a fines del siglo IV, cuando el mercenariado
por ciudadanos romanos, sino al menos por tantas fuerzas auxilia­ de origen bárbar'o llegó a ser más numeroso que las propias tro­
res (auxilia) como legionarias o, si se prefiere, por cu(!rpos de Ejér­ pas romanas. Por su parte, los grupos de bárbaros infiltrados e_ ran
cito mixtos, if!!�grados por romanos y bárbaros �_i_ncluso por ante todo guerreros, expertos en el uso de las armas, por lo que la
Ejércitos bárbaros actuando como federados (foederati) de los mayoría acabó incorporándose a las filas del·Ejército romano
romanos. En todos estos casos es evidente que el Ejército regular regular como soldados e incluso oficiales, mientras que otros
romano, constituido'por legiones y fuerzas auxiliares, había per­ serían considerados federados de los romanos con cometidos con­
dido ya todas -o casi todas- sus funciones tradicionales: servir cretos: vigilancia de fronteras como limitanei o laeti, apoyo al
de retaguardia en el combate, iniciado por los auxilia, intervenir de Ejército regular como numeri o simplemente foederatt' 1 • No obs­
forma decisiva al mando de un general romano o simplemente tan te, desde mediados del siglo IV los cuadros de mando del
destruir al Ejército o grupo oponente del enemigo. Con razón se ha Ejército fueron compartidos por germanos y romanos en propor­
visto en ello el fin del Ejército romano30. En estas circunstancias, ción similar32•
los jefes del Ejército imperial -generales o usurpadores- se vie­ Más tarde, cuando a comienzos del siglo V los provinciales
ron obligados a introducir cambios estructurales en la composi­ de Occidente opusieron resistencia a, la presencia bárbara en su
ción del tradicional Ejército romano. Tuvieron que recurrir con territorio, los propietarios de explotaciones medianas y peque­
frecuencia a reclutar a sus propios soldados como refuerzo de las ñas se enfrentaron a ellos, pero también los obispos de algunas
tropas regulares (fuerzas legionarias y auxiliares) y, en algunos ciudades33 •
casos, a reclamar la ayuda militar de grupos bárbaros, ya asentados
en territorio romano, como laeti, gentiles o simples limitanei, e
incluso recurrir a la ayuda de grupos bárbaros que actuaban de La fragmentación del poder
forma autónoma a favor del Gobierno romano. La puesta en prác­
tica de alguna de estas alternativas, de las dos por separado, de El sistema imperial tenía dos soportes básicos: uno, político
forma sucesiva e incluso simultánea, evitó la adopción de medidas (la centralización administrativa), y otro, económico (las peq.!:!e­
drásticas y sobre todo implicó el aplazamiento de la reforma mili­ ñas comunidades). De hechO, la fortaleza de la piráµiid� �Qcial
tar exigida por el Ejército tardorromano para adecuarlo a la nueva radicaba en la protección que el Gobierno central otorgaba a los
situación de Occidehte. numerosos Gobi�rnos locales. Cada región, cada provincia con­
No obstante, estas reformas fueron insuficientes a pesar de taba con varias Administraciones municipales de importancia, en
que, al término del proceso, el nuevo Ejército tenía poco o nada torno a las cuales se alineaban otras Administraciones de menor
que ver con el antiguo. El _principal problema militar siguió cuantía. Piramidal era no sólo la disposición de los órganos, sino
. siendo la defensa de las fronteras. Ya durante el siglo IV la vigi­ también la coordinación de las funciones, de tal modo que el
lancia de éstas se había suplido en parte con el reclutamiento de Estado -en el vértice-.-· actuaba como protector de todoi y
fuerzas locales o regionales de extracción campesina y, en cual- garante del bienest.g común. Pero el Estado dependía de las eco-
§oniafo Cf3ravo CE[ -úÚimo sigfo Je[ OcciÍente romano: cfaves eofíticas

nomías particulares; el gasto público, de los recursos fiscaki;_ la EL COMIENZO DEL.fIN: UN FINAL PAUTADO
cuantía del impuesto, de la productividad de la tierra y de los
beneficios del comercio. De los impuestos dependía a su vez el Adrianópolis (a. 378)
sueldo de los soldados; sin soldados no sería posible el Ejército y
sin éste nó se podría mantener la paz, que era una obligación del La derrota del emperador Valente frente a los godos en agosto
Estado. Además, C(?mO _c�da órga.p.o (curia municipal, Ejército, de 378 en Adrianópolis demostró, entre otras cosas, que el Ejército
villae, etc.) egª'ba también jerarquizado interiormente, resultaba romano no era invencible y que la división militar -si no polí­
fácil declinar las propias responsabilidades haciéndolas recaer en tica- entre Oriente y Occidente era ya una realidad. Confiado
los -�stratos inferiores de cada uno de ellos: en los pequeños pro­ por sus victorias iniciales sobre los godos del frente danubiano,
pietarios, en los soldados, en los colonos, etc. Valente concentró su atención en el frente oriental contra los per­
Esta dinámica de autoprotección, este sistema, se quebró en sas desde su residencia en Antioquía36• Pero ya en 375 la situación
gran medida a mediados del siglo IV, cuando las comunidades oriental se vio bruscamente alterada por la presión que los hunos,
locales de Occidente, sintiéndose desprotegidas, se organizaron procedentes de las estepas asiáticas, ejercieron sobre los ostrogodos
para evadir el control del Gobierno imperial34 y afloró de nuevo el y visigodos establecidos en tierras transdanul?ianas. En 376 un
fenómeno de las usurpaciones de poder sin que el Gobierno central grupo de ostrogodos, unidos a los visigodos de Fritigerno, atrave­
pudiera evitarlo. Pero la usurpación -generalmente lograda por la saron el Danubio y solicitaron del Gobierno imperial en Oriente
fuerza de las armas- no era sólo un acto militar o político35, sino su asentamiento en calidad de foederati de los romanos. Pero se
que tenía también importantes implicaciones administrativas y sintieron traicionados ante el ataque de un grupo de tropas roma­
económicas para el Gobierno central y, ante todo, conllevaba la nas, por lo que se dispersaron por tierras de Tracia y los Balcanes
fragmentación del poder. Un poder escindido en dos (legítimo e arrasando cuanto encontraban a su paso. En pocos meses se reor­
ilegítimo), una Administración duplicada, un Ejército fragmen­ ganizaron y unieron sus fuerzas (incrementadas con nuevas pene­
tado, una economía estrangulada y, en fin, los recursos fiscales traciones) para atacar a los romanos. Valente, inquieto al no recibir la
diezmados creaban una situación financiera imposible de mante­ ayuda militar prometida por su sobrino Graciano, el nuevo empe­
n�r durante mucho tiempo incluso para el Gobierno central. Por rador de Occidente, decidió presentar batalla contra ellos, para lo
ello los usurpadores no tenían otra salida para sobrevivir que cual él mismo se trasladó a Constantinopla con el fin de dirigir
enfrentarse al emperador legítimo. Tal fue el caso de Magnencio personalmente las operaciones. La masacre fue tal, que miles de
contra el emperador Constante en 350, el de Magno Máximo romanos murieron en el campo de batalla, lo mismo que el propio
contra el emperador Graciano en 383 y contra Teodosio en 387, emperador, cuyo cuerpo ni siquiera pudo ser hallado37• La histo­
como posteriormente las usurpaciones de Constantino III, Cons­ riografía moderna ha especulado sobre las.razon�s por las que Gra­
tante, ]ovino, Sebastiano y Prisco Atalo contra Honorio en 407- ciano no atendió con la rapidez necesaria las peticiones de su
413. En todos estos casos, el precio que el Imperio tuvo que pagar colega Valente. Cuando las tropas occidentales llegaron, el desastre
por sobrevivir fue permitir que estas tentativas, aún sin posibilidad ya estaba consumado. Después, los godos vencedores se dedicaron
de futuro, se realizaran, con la ccmsiguiente me.rma de prestigio al saqueo de las tierras entre Grecia y Constantinopla al fallar en su
para el poder imperial. intento de asaltar la capital.

-G:>21 <I>-
§onzafo C/3ravo CE(úÚimo sigfo fe( OcciÍtnte romano: Javes eofíticas

Pero la derrota romana en Adrianópolis tuvo también una penetraron en el Imperio -salvo excepción- en grupos reduci­
clara incidencia en la mentalidad de la época38• Quizá por primera dos, que incluso se distribuyeron pronto por territorios diversos,
vez muchos romanos comenzaron a pensar que la aeternitas de por lo que la comunicación entre ellos se hizo prácticamente
Roma (vieja o nueva) no era más que una entelequia del pasado. imposible. La razón política de esta dispersión coercitiva fue qui­
Ante la confusión, los godos se instalaron definitivamente en terri­ zás facilitar la integración de éstos en las formas de vida romanas, a
torio romano, primero de hecho, después mediante un foedus las que apenas opusieron resistencia, sino que muchos de ellos
(a. 382), · que concertaron con _el nuevo emperador Teodosio adquirieron la ciudadanía romana y prestaron sus servicios al
(379-395), mientras que algunos romanos provinciales no duda­ Imperio en el Ejército e incluso en la Administración imperial.
rían ya en prestarles su colaboración. La entrada pactada de los godos en 376 y su posterior asenta­
miento en tierras limitdneas del Danubio oriental (probablemente
en tierras de la Tracia), aunque fue forzada por las circunstancias,
El test bárbaro se reveló a la larga como un nuevo signo de debilidad del Gobierno
imperial. Dos años después sobrevino el desastre de Adrianópolis,
Durante casi dos siglos (293-476) romanos y bárbaros convi­ la mayor derrota infligida al ejército romano desde hacía varios
vieron en el Imperio. La arqueología funeraria tardorromana -en siglos. Pero los síntomas de debilidad del Imperio eran ya eviden­
particular la relativa a las zonas limitdneas-- y algunos testimonios tes a fines del siglo IV. La vulnerabilidad del Imperio occidental
literarios revelan que el proceso de integración de los bárbaros en había quedado patente tras la usurpación de Magno Máximo en
las estructuras romanas fue lento, pero progresivo 39, al mismo 383, que provocó la muerte del emperador Graciano. Máximo
tiempo que las poblaciones romanas locales adoptaron también pudo imponerse también sin dificultad al joven Valentiniano II, a
vestidos, usos y costumbres propias de aquéllos40• Este mimetismo quien obligó a abandonar Italia y establecer su sede en el Ilírico.
contribuyó a borrar las diferencias esenciales entre ambos grupos. Durante la usurpación de Máximo se demostró la importancia
Hasta entonces el bdrbaro se distinguía claramente del romano por estratégica que para el control del Imperio tenía el dominio de las
su lengua, su forma de combatir y de vestir; también por sus pro­ provincias extremo-occidentales (Galia ante todo, pero también
pias leyes y sus creencias religiosas, pero ante todo por sus formas las de Britannia e Hispania), más incluso que Italia o las de la región
de vida, diferentes de las de un romano ordinario. En el siglo IV, del Ilírico. Pero a comienzos del siglo V Roma tuvo que afrontar el
en cambio, los bárbaros asentados son considerados simplemente test bdrbaro en diversos frentes: Galia, el Ilírico, Italia, Hispania. El
extranjeros que aún no han adquirido la ciudadanía romana. El . problema, latente durante varias décadas, se manifestó precisa­
proceso de aculturación operado rompe, pues, con dos mitos an­ mente en el Ilírico, una región limítrofe entre ambos Imperios
cestrales: el del bárbaro como buen salvaje, descrito por T ácito41, y (pars occidentis, pars orientis) en 401, cuando el rey visigodo Ala­
el del destructor de la civilización, fuertemente arraigado en la tra­ rico decidió mover hacia Italia al grupo asentado en tierras de Tra­
dición grecorromana. Por otra parte, hoy se tiende no sólo a revi­ cia desde hacía veinte años. Aunque esta decisión apenas ha sido
sar a la baja el número de inmigrantes 'bárbaros (no más de valorada por la histdriografía, constituye sin duda un momento
200.000), sino también a considerar como poco probables las clave de las relaciones entre bárbaros y romanos42 y, lo que es más
migraciones masivas. Por el contrario, parece que los bárbaros importante, anuncia tiempos y comportamientos futuros.

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§onlafo Cf3ravo CE[ úftimJ sigfo le[ Occilentt romano: cfaves l!ofíticas

El emperador Honorio se vio obligado a buscar refugio en estancia en Burdeos (Burdigala), se dirigio con su séquito a Hispa­
Rávena tras 1 \1 invasión de Italia por Alarico en 401-402, que nia, estableciendo su sede en Barcino (Barcelona). Pero un complot
estuvo a punto de tomar la sede imperial de Milán. Pero en esta al año siguiente acabó con su vida. Sigerico, primero, y Walia, des­
ocasión la incursión de Alarico fue sofocada con éxito en 402 por pués, se hicieron cargo del trono visigodo en 415. Éste concertó
Estilicón, aunque la familia imperial no regresó de nuevo a Milán. un acuerdo con los romanos (foedus Walia-Constancio), en virtud
También Estilicón reprimió en 406 una expedición militar de del cual quedaron establecidas las relaciones en el futuro con los
ostrogodos dirigida por Radagaes, que, desde tierras de Panonia, romanos, que incluían la devolución de la viuda Gala Placidia a
alcanzó el norte de Italia. Parecía claro que Italia, en los próximos Honorio a cambio de una importante cantidad de grano y el com­
años, sería también un objetivo de las penetraciones bárbaras. promiso de co�siderar como foederati romanos a los visigodos para
La situáción de Italia en estos años no era mejor que la de luchar contra sus correligionarios germánicos establecidos en la
Galia en 407 o la de Hispania en 409, tras la penetración de los Península (suevos, alanos y vándalos) en los años siguientes. Tras
grupos germánicos en la Península. En agosto del 41O las tropas varias campañas en la Península, los federados visigodos fueron
visigodas de Alarico saquearon Roma ante las reiteradas negativas trasladados a las provincias de Aquitania II y Novempopulania
de Honorio a buscar una solución al conflicto romano-visigodo. para su definitivo asentamiento en virtud de una disposición
El saco de Roma no fue un hecho aislado, sino que, por el contrario, imperial de 41843, que daba cumplimiento a los acuerdos romano­
vino precedido por dos asedios previos de la ciudad en menos de visigodos tomados en 415. Era el primer reino germánico al que se
un año (en 408 y 409). Ame la pasividad de Honorio, refugiado le reconocía independencia política dentro del Imperio.
en Rávena, sus tropas saquearon e incendiaron la ciudad come­
tiendo todo tipo de abusos, tantos, que muchos ciudadanos creye­
ron llegado el final del Imperio Romano, y otros cristianos, como Las usurpaciones
Agustín, justificaron estos males como castigo divino. En los suce­
sos fue tomada como rehén Gala Placidia, la hermana de Honorio. La supervivencia política del Imperio de Occidente estaba
Alarico abandonó Roma y se dirigió con todo su séquito hacia el sentenciada y a en los primeros años del siglo V. Los acontecimien­
sur de Italia, probablemente en busca de avituallamiento en tos políticos resultaron decisivos y, sobre todo, las medidas adopta­
África, pero fracasó en el intento de atravesar el estrecho de das por los dirigentes romanos se revelaron insuficientes para solu­
Mesina con una flotilla y se dirigió de nuevo hacia el Norte, con­ cionar los problemas planteados. En efecto, desde el 407 hasta 413
trolado por el patricio Constancio, el nuevo hombre fuerte del los gobiernos paralelos de los usurpadores fueron casi permanentes:
emperador Honorio. ;La muerte de Alarico en el regreso convirtió Constantino III, Constante, su hijo, y probablemente Geroncio,
a Ataúlfo en nuevo rey de los visigodos. El relevo en el poder signi­ su general44 ; Máximo, Jovino, Sebastian.o... Estos usurpadores
ficó asimismo un cambio de estrategia política. Ataúlfo se alió pri­ disputaron a los emperadores legítimos el control político y militar
mero con los usurpadores galos (]ovino y Sebastiano), a quienes de áreas de indudable valor estratégico en el Occidente romano
después eliminó para congraciarse con Honorio. Al no conseguirlo como la Galia, Britannia o Hispania. Pero el fenómeno de la usur­
por esta vía, decidió casarse con Gala Placidia, la hermana del pación va más allá del problema de la legitimidad o ilegitimidad
emperador y prometida del patricio Constancio, y, tras una breve del poder4 5 ; implica casi siempre fraccionamiento del potencial

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§onzafo ([Jravo q:( úÚimo sigfo Je( Oailente romano: cfaves eofíticas

militar, autonomía financiera, pérdida de recursos fiscales, etc., y, en la Península Ibérica debió de ser efímera, puesto que en 409 los
ante todo, una guerra civil. En consecuencia, cuando el lenguaje de primos de Honorio (Dídimo y Veriniano) tuvieron que movilizar
las armas resultó insuficiente, hubo que recurrir a otros métodos: al personal que trabajaba en sus predios para oponer resistencia a
diplomacia, reformas, negociaciones, pactos, concesiones... la entrada de los bárbaros en la Península en los pasos pirenaicos.
Reprimida la usurpación de Magno Máximo por el empera­ La situación es ciertamente confusa, aunque una reconstrucción
dor Teodosio en 388 y sofocada la de Eugenio y sus colaborado­ precisa de los hechos exige la relectura de toda la documentación
res (el senador Nicómaco Flaviano, el franco Arbogasto) en 394 disponible y no sólo los textos canónicos: Orosio y Zósimo46. En
por Estilicón al servicio del mismo emperador, no es fortuito que la actualidad la interpretación más coherente es considerar que los
las fuentes no registren ninguna otra usurpación en Occidente germanos (vándalos, -alanos y suevos) penetraron en Hispania en
hasta 407. La situación occidental era delicada y, en particular, la virtud de un pacto -mencionado por Olimpiodoro47- al que no
de las provincias de la prefectura de las Galias, cuya vulnerabili­ debió de ser ajeno Geroncio48 • Las razones de este acuerdo son, sin
dad se había puesto de manifiesto con la entrada de las tribus embargo, oscuras. Parece claro el enfrentamiento de Geroncio con
germánicas el último día del año 406. Ocupado en la defensa de Constantino III y Constante, en cuyo caso Geroncio habría pro­
Italia, el Gobierno imperial no pudo atender las peticiones de clamado emperador a Máximo, un nuevo usurpador de origen his­
ayuda militar de los provinciales galos ante la presencia de los pano, quien fijó su sede en Barcino (Barcelona) 49• La rivalidad
bárbaros en su territorio, por lo que los soldados aclamaron política entre estos dos grupos -y no el proceso de invasión­
como emperadores a sus propios jefes, que no fueron reconocidos justificaría por sí sola la presencia bárbara en la Península Ibérica.
por el Gobierno de Rávena y, en consecuencia, considerados En cualquier caso, Geroncio eliminó a Constante, pero fracasó en
como usurpadores. su intento de sitiar Arlés al ser abandonado por sus tropas, que se
El primero fue Constantino III, aclamado emperador cuando pasaron a los refuerzos de Honorio dirigidos por el patricio Cons­
estaba al mando de las tropas imperiales en Britannia. A su llegada tancia. Geroncio tuvo que regresar precipitadamente a Hispania,
a la Galia fue reconocido sin dificultad por las legiones como el suicidándose poco después, mientras Máximo fue depuesto y obli­
jefe capaz de hacer frente a los bárbaros y contó con numerosos gado al exilio, que, según Orosio, consistió en vivir entre los bárba­
apoyos: los soldados, los aristócratas galos, los propios foederati de ro?º de la Península.
las áreas limitáneas. Pero Constantino III estableció su sede en En 408 desapareció también otro personaje clave en la política
Arlés, al sur de la Galia, y por mediación de su hijo Constante, de la época: Estilicón. El entendimiento con Honorio se rompió
nombrado césar, y el general Geroncio, dirigió su atención hacia definitivamente cuando Estilicón se negó a enfrentar sus propias
Hispania, todavía no afectada por la presencia bárbara y, ante tropas imperiales contra las tropas romano-germánicas que prote­
todo, bastión donde el emperador Honorio contaba con impor­ gían al usurpador en la Galia. Ante las quejas del Senado de Roma,
tantes apoyos familiares. Además, la adhesión de las provincias his­ acusado de filobarbarismo, Honorio ordenó su decapitación y fue
pánicas al emperador de Rávena obstaculizaba los planes indepep.­ sustituido por Constancia, quien al mando de un ejército
dentistas del usurpador y de la propia aristocracia gala ante una romano-godo acabó con la resistencia de Constantino III en Arlés
posible acción militar conjunta en la Galia de fuerzas procedentes en 411. Puso sitio a la ciudad y capturó al usurpador, que fue eje­
de Hispania e Italia. Pero la presencia de las tropas del usurpador cutado cuando era trasladado a Rávena.
§onzafo CBravo CE[ úÚimo sigfo le[ Occilente romano: cfaws poÚticas

La situació,n de Italia en estos años era también delicada. Tras en particular con el de antiguos generales de Honorio como Castino
el asedio de Roma por Alarico en 408 y 409 y la gravedad de los y el ya influyente Aecio. Pero Constancia había muerto en septiem­
acontecimientos, el Senado decidió proponer nuevo emperador a bre de 421, apenas siete_ meses después de su nombramiento impe­
Prisco Atalo, que había sido praefectus urbi de Honorio. Pero ahora rial, y en Oriente el emperador Teodosio II permaneció a la expecta­
Atalo dependía directamente de los planes políticos de Alarico y su tiva de los sucesos occidentales tras la muerte de su tío Honorio ante
cuñado Ataúlfo, por lo que Atalo sería depuesto por éstos con el la posibilidad de proclamarse de nuevo único emperador de ambas
fin de presionar al emperador en Rávena. El fracaso de esta nueva partes del Imperio. En esta situación, la usurpación de Juan no podía
tentativa llevó a Alarico a poner sitio por tercera y definitiva vez a ser consentida por el emperador de Oriente, por lo que Teodosio
la ciudad en agosto de 41O. A la muerte inesperada de Alarico en reconoció la legitimidad de Constancia -a título póstumo-, de
Italia, los visigodos eligieron rey a Ataúlfo, su cuñado, que Gala Placidia y de Valentiniano III para gobernar Occidente. En
emprendió una nueva política tanto con el emperador Honorio consecuencia, preparó una expedición oriental dirigida por dos de
como con los usurpadores galos. En efecto, poco después los visi­ sus generales (Ardaburio y Aspar), que se unieron a las fuerzas impe­
godos se aliaron ahora con ]ovino, el nuevo usurpador galo, acla­ riales de Candidiano. Ambos ejércitos avanzaron desde Dalmacia
mado por los aristócratas galos tras la ejecución de Constantino III. hasta Italia en 425 tomando numerosas ciudades y capturando a
En la proclamación de ]ovino en Maguncia (Mogontiacum) en 411 Juan en Rávena, que fue depuesto y mutilado51•
participaron también grupos de burgundios y alanos. Al año También en África hubo intentos de usurpación en estos años
siguiente, para reforzar su poder, ]ovino asoció al trono a su her­ contra el poder imperial de Rávena. En 413, Heracliano, protector
mano Sebastiano. Sin embargo, Ataúlfo acabó con el proyecto de Honorio contra las presiones de Alarico, fue nombrado comes
independentista galo matando a Sebastiano y entregando a ]ovino Africae por el emperador, cargo que aprovechó para pretender el
al prefecto de Roma para congraciarse con Honorio. Pero en 414 título imperial. Ayudado por su yerno Sabino, Heracliano desem­
Ataúlfo decidió casarse en Narbona (Narbo) con la rehén Gala Pla­ barcó en Italia como rival del magíster militum Constancia, pero
cidia, la prometida de Constancia, se alió con el grupo de alanos fue derrotado en Ostia y tuvo que regresar precipitadamente a
de Goar y propuso de nuevo emperador a Prisco Atalo, que fijó su Cartago. Allí fue víctima de una rebelión local en favor del empe­
sede en Burdeos (Burdigala) con la aquiescencia de la aristocracia rador Honorio.
aquitana. Ante la llegada de las fuerzas imperiales de Constancia, En la década siguiente África soportó nuevos intentos de usur­
Narbona fue evacuada y Ataúlfo se dirigió con su séquito hacia pación, pero sólo el escenario era el mismo: habían cambiado los
Hispania. protagonistas, había variado la situación. En efecto, esta vez la ten­
Unos años después se produjo una nueva usurpación, esta vez tativa fue llevada a cabo por el comes Africae Bonifacio, un experto
en Italia, protagonizada por Juan, el primicerius notariorum de general de Honorio que había combatido en numerosos frentes:
Honorio. A la muerte del emperador en 423, Juan fue proclamado contra los godos en la zona danubiana, contra los visigodos en la
emperador en Roma frente a los sucesores oficiales: Constancia, Galia y contra los vándalos en Hispania. Al parecer, Bonifacio fue
proclamado Augusto por Honorio en 421 junto con su esposa, la exiliado a África por la rivalidad que mantenía con el magíster
augusta Gala Placidia, y el hijo de ambos Valentiniano III (423- utriusque militiae Castino. Nombrado comes en 423, Bonifacio
455). Juan, en cambio, debió de contar con cierto apoyo militar, aprovechó el cargo para reforzar su posición política reclutando

«> 28 <:i)o
§onc.afo CZ3ravo CE[ úÚimo sigfo le[ Occilente romano: cfaves fOÚticas

mercenarios bárbaros para su ejército, con el fin de poder enfren­ romano imperial, auri diezmado y fragmentado entre emperadores
tarse en condiciones de igualdad a su rival y nuevo hombre fuerte legítimos e ilegítimos, generales ambiciosos y magnates locales,
del Imperio dé Occidente: el general Aecio como magi,ster utriusque pudo hacer frente a los grupos bárbaros infiltrados en la Galia
militiae, del q�e teóricamente dependía Bonifacio. Con el apoyo de hasta mediados del siglo V fue probablemente debido a que éstos
las tribus nativas y de algunos sectores provinciales, el comes fue pro­ no eran tan numerosos como se suele suponer. De ahí que se
clamado emperador en 427. Desde Rávena, la emperatriz Gala Pl� ­ hayan propuesto diversos conceptos para intentar definir el fenó­
cidia se apresuró a declararle hostis publicus y a preparar �na exp��: meno de forma apropiada. Las tradicionales invasiones ( Wanderun­
_ gen), que implican desplazamientos masivos y ocupación violenta
ción contra él al mando de Aecio. Pero, en 429, Bomfac10 p1d10
ayuda a los vándalos del sur de Hispania, que cruzaron e l Estrec�o del territorio sin posibilidad de resistencia por parte de las pobla­
_ ciones ocupadas, no parece el término más adecuado, aunque haya
dirigidos por Genserico. Por su parte, a las tropas de Aec10 se ume­ _
ron refuerzos de Constantinopla, desde donde gobernaba el Impe­ sido el más frecuentemente usado por los historiadores hasta hace
rio de Oriente Teodosio II, sobrino de la emperatriz. El enfrenta­ tan sólo unos años52• Para las infiltraciones realizadas en virtud de
miento entre ambos ejércitos era inevitable: estaba en juego la un pacto con los romanos resulta más apropiado el término pene­
pervivencia del Imperio de Occidente y también el prestigio del traciones53 . En cambio, desde el punto de vista arqueológico es pre­
poder imperial. Rota la coalición, los vándalos se dedicaron a hacer ferible quizás el de migraciones54, si bien la escasa entidad demo­
la guerra por su cuenta saqueando unas ciudades y tomando otras gráfica q.e estos grupos se corresponde también con el concepto
hasta que obligaron a las fuerzas imperiales a concertar la paz en moderno de inmigraciones. En cualquier caso, las formas de vida
435, en virtud de la cual ocuparon Cartago, que convirtieron en de estos grupos son ahora mejor conocidas gracias a la arqueología
sede real vándala, germen del reino vándalo independiente que no funeraria. En efecto, las necrópolis atribuidas con seguridad a ellos
sería reconocido por los romanos hasta 442, cuando ya los vándalos son pocas y desde luego resultan insuficientes para apoyar las altas
controlaban casi todo el norte de África y, en particular, los territo­ cifras de la tesis tradicional. Salvo casos excepcionales, no parece
rios pertenecientes a las antiguas provincias romanas de Numidia haber habido coaliciones entre grupos de origen germánico ni
Militiana, Proconsular, Bizacena y Mauritania T ingitana. De este tampoco rivalidad entre sí, lo que resulta chocante si su objetivo
modo, también África, el viejo granero de Roma y bastión estraté­ común era encontrar tierras para su asentamiento definitivo. No
gico de Occidente, quedaba ya al margen del control imperial hacia obstante, en calidad de foederati, muchos de ellos fueron utilizados
mediados del siglo V, varias décadas antes de que se consumara la por los romanos para combatir contra sus correligionarios, como
desaparición política del Imperio occidental. ocurrió con los visigodos en Hispania contra alanos y vándalos, y
con los francos y alanos de la Galia al mando de Aecio contra los
hunos de Atila. En estos casos los bárbaros federados actuaron
Fuerzas y debilidades paradójicamente en defensa de la romanidad y contra la barbarie,
aunque no es descartable que su alineamiento estuviera condicio­
En la lucha por el control del poder no resulta fácil saber si nado por la defensa de sus propios intereses.
finalmente se impone la fuerza o, por el contrario, el triunfo se Por otra parte, si el poder central romano hubiese sido fuerte
consigue sólo gracias a las debilidades del adversario. Si el Ejército no habrían prosperado las frecuentes tentativas de usurpación en

· � 30 �
§onzafo CZJravo CE( úÚimo sigfo le( Occilente romano: cfaves poÚticas

los medios provinciales: Britannia, Galia, Hispania, Italia, África. que, desde luego, continuó varias décadas después de esta simbó­
Pero la incapacidad del Gobierno central para solucionar los pro­ lica fecha.
blemas políticos planteados y, ante todo, la pasividad del empera­ Por tanto, la disolución progresiva del Imperio Romano de
dor Honorio, atrincherado en la inexpugnable ciudadela de Occidente constituye también un proceso histórico en el que la
Rávena, propició nuevos levantamientos de los soldados del Ejér­ evolución política viene a ser determinante. Algunas de las claves
cito y la aclamación de sus respectivos jefes militares. de esa evolución (división política, Ejército, estructura de poder,
usurpaciones) han sido analizadas como elementos dentro de su
propio contexto, pero formando parte de procesos diferentes
LA HIPÓTESIS POLfTICA DE LA CA!DA desde el punto de vista de su duración y trascendencia histórica.
No obstante, los resultados de un análisis que no descienda a nive­
¿Caída, disolución o transformación? les regionales e incluso locales puede quedar fácilmente invalidado
por la realización de un estudio de estas características. Algo simi­
Que ningún imperio cayó en 47655 es hoy ya un lugar común lar podría decirse también de la precisión cronológica, sin la cual
de la historiografía a pesar de que la idea de la caída, con todas las apenas es posible proponer una interpretación seria y rigurosa de
matizaciones que se quiera, sigue estando presente en la mayoría la cadena de acontecimientos.
de las visiones modernas. Pero, naturalmente, nadie piensa hoy de Finalmente, que hubo una transformación del Imperio en el
la forma en que lo hacía E. Gibbon a fines del xvm 56 , ni se asocia último siglo (el No el V, según regiones y provincias) es evidente.
ya la imagen a un derrumbamiento físico, sino que, por el contra­ Pero el problema consiste en realizar una adecuada valoración his­
rio, se cuestiona seriamente si es legítimo o apropiado hablar tórica de los cambios operados. Aun limitándose al ámbito polí­
siquiera de la muerte de las civilizaciones en un momento deter­ tico, la evolución presenta una variedad notoria: del Principado al
minado. Pues bien, en esta última matización radica una de las Dominado, del paganismo al cristianismo como religión oficial
claves de la incomprensión histórica del proceso de desintegra­ del Estado, de Occidente a Oriente y viceversa, de la unidad a la
ción del Imperio Romano de Occidente. Es preciso incorporar al división del Imperio, de los romanos a los bárbaros, del Ejército
análisis la idea de proceso por dos razones al menos. En primer regular romano al Ejército romano-germánico, del emperador legí­
lugar, los acontecimientos políticos, por importantes que sean, timo al usurpador, etc. Por tanto, como es lógico, hubo transfor­
forman parte de un contexto, que debe ser justamente valorado; maciones en todos los órdenes57. Pero el problema no es, una vez
en segundo lugar, el análisis procesual exige una visión retrospec­ más, saber cuál de estas transformaciones fue determinante, sino
tiva en busca no tanto de las causas como del origen de los ele­ más bien integrarlas de forma coherente en el proceso histórico de
mentos en torno a los cuales discurre el análisis. Dicho de otro desintegración del Imperio. En dicho proceso, largo y complejo
modo, el análisis histórico de la caída no consiste en una recons­ como corresponde a un sistema en funcionamiento durante unos
trucción -tan completa como sea posible- de la situación polí­ cinco siglos, intervinieron múltiples elementos y de muy diversa
tica del año 476, ni tampoco de la situación económica o social, naturaleza, por lo que la visión política constituye tan sólo una
sino del proceso de disolución del Imperio Romano de Occi­ parte -y quizás no la más importante, desde el punto de vista his­
dente, que se inició en algunos aspectos casi dos siglos antes y tórico- de ese proceso.

-0>33<:1>
§onzafo ([Jravo CE( úÚimo sigfo le( Occi!tnte romano: davts poÚticas

El cambio geopolítico El proceso de desintegración: la disolución del Imperio

Desde mediados del siglo IV, grupos seminómadas procedentes Aunque tradicionalmente la caída del Imperio Romano de
de las estepas euroasiáticas (godos, alanos) y presionados por sus veci­ Occidente se asocie con la desaparición política del mismo en
nos orientales (hunos) iniciaron una migración masiva hacia el Oeste 476, hoy no se otorga a este evento más que un valor anecdótico.
siguiendo los ejes de penetración practicados desde tiempos inme­ De hecho, el Imperio occidental había dejado de existir desde
moriales en busca de nuevas tierras (más ricas y quizás también de hacía varias décadas60, por lo que la deposición del último empe­
clima menos árido) y arrastrando en su avance a otros grupos de rador romano -el joven Rómulo- fue tan sólo la última conse­
población (celtas, germanos, eslavos) asentados en la Europa oriental cuencia de un lento -pero progresivo- proceso de disolución.
y central. Aunque estos movimientos migratorios se intensificaron en Ya a fines del siglo XVIII el británico Edward Gibbon fijó con cla­
pocos decenios --entre el último cuarto del IV y el primero del V-, ridad la diferencia entre este proceso (decline) y su efecto final
en realidad forman parte de un proceso de unos mil quinientos años (foll)6 1. Pero es evidente que el Imperio no cayó, en cuyo caso el
de duración, que se remonta a las migraciones sármatas a Occidente término downfall habría sido más apropiado, sino que a lo sumo
en los últimos siglos antes de nuestra era y que no concluye hasta el decayó (decayed), al menos en el sentido en que M. Rostotvzeff lo
siglo XII, con la llegada de los mongoles a tierras de Ucrania y Hungría. entendía62. Gibbon creía que la causa matriz del proceso era la
Quizás no fuera la causa, acaso tampoco el efecto, pero la difusión del cristianismo, que minó las bases culturales en las que
caída del Imperio Romano y la génesis de Europa coinciden de se había apoyado la sociedad romana tradicional. La nueva cul­
forma significativa con el cambio geopolítico más importante del tura supuso asimismo la sustitución de los valores antiguos por
Mediteráneo occidental durante el primer milenio de nuestra otros nuevos. Estos cambios implicaron también modificaciones
era58, fenómeno que algunos medievalistas, debido a sus propor­ en las formas de vida tradicionales. La sociedad tardorromana,
ciones, han calificado como crisis hemisférica59• Sea como fuere, las interesada en su vida interior, descuidó la política exterior y, por
consecuencias históricas de este cambio son claras. Cuando las tanto, propició la entrada de los germanos. Hoy, dos siglos des­
migraciones se intensificaron a fines del siglo IV y las poblaciones pués, el pensamiento de Gibbon resulta todavía atractivo porque,
euroasiáticas llegaron a tierras del Danubio y el Elba, el Imperio entre otras cosas, la tesis política de la caída es aún la más convin­
Romano atravesaba ya una situación difícil. El Gobierno del Impe­ cente para un amplio sector de la historiografía reciente, aunque
rio estaba, de hecho, dividido (Oriente y Occidente), los frentes sujeto a múltiples reservas.
bárbaros en las fronteras se habían multiplicado (godos, sármatas, Algunos historiadores han optado por asociar la situación
alamanes), a su vez.los persas presionaban en la frontera oriental, política con elementos no propiamente políticos para conformar
las usurpaciones se reanudaron,· 1os recursos fiscales disminuyeron un universo de causas y concausas esencialmente desintegrador
y el Ejército, medio barbarizado, fue incapaz de impedir las infil­ (disunity) que explicaría finalmente la caída63 • El Estado no fue el
traciones de grupos germánicos a través del limes. Era necesario único responsable de las penetraciones bárbaras, también la socie­
negociar con los jefes bárbaros, acceder a sus peticiones económi­ dad romana occidental, incapaz de reaccionar y repeler la agre­
cas e incluso pactar mediante un foedus las condiciones de su asen­ sión al encontrarse inmersa en un irreversible proceso de des­
tamiento temporal en territorio romano. composición64.

«> 35 "*
§oniafo C/3ravo CE( úÚimo sígfo le( Occílente romano: cfaves poÚtícas

Otros historiadores, en fin, consideran que la disolución del mero hecho memorable. Pero es probable que los contemporá­
Imperio Romano de Occidente forma parte de un proceso histó­ neos no apreciaran la trascendencia del suceso simplemente por­
rico más amplio, en el que se transformaron las estructuras políti­ que no la tenía. Se ha llegado a decir, en este sentido, que en esta
cas y sociales del Imperio Romano conformando lo que se ha fecha el Imperio cayó sin que la trascendencia histórica de este
venido a llamar Antigüedad tardía. Pero el origen de este proceso se hecho encontrara el eco debido en la sociedad tardoantigua70 .
remonta probablemente al siglo IV y desde luego no concluye al Todavía· hoy es dudosa la posición política de Odoacro tras el
menos hasta el VII:_ un período que todavía reclama la atención de evento del 23 de agosto de 476: ¿rex, magíster militum?Por otra
los historiadores a pesar de importantes contribuciones recientes parte, si había depuesto al emperador de Occidente, ¿por qué
sobre el mismo65 . informó al de Oriente? ¿Qué buscaba con ello? ¿Se trataba de un
acto meramente protocolario, de una actitud política desafiante
o, como en otras ocasiones, de lograr el reconocimiento político
El final político del Imperio Romano de Occidente del emperador legítimo? Todas estas cuestiones reclaman todavía
una respuesta satisfactoria por parte de los tardoanticuaristas o los
La deposición del último emperador romano, Rómulo altomedievalistas, pero la documentación no permite grandes
Augusto, por Odoacro en septiembre de 476, enviando las insig­ avances en este sentido.
nias imperiales a Constantinopla, al emperador de Oriente Otro enfoque del problema es considerar que el final político
Zenón, tiene tan sólo un valor simbólico a pesar de que los del Imperio -si realmente se produjo en 476- no causó impre­
hechos que precedieron a este acto y, ante todo, los que siguieron sión entre los contemporáneos romanos ni germanos, porque la
son de gran trascendencia histórica66 • El joven Rómulo (por ello noticia era ya esperada desde hacía varias décadas.
denominado tradicionalmente Augústulo en lugar de Augusto, En efecto, el mapa romano imperial hacia mediados del si­
que le correspondería por el título imperial) fue proclamado por glo V presentaba una imagen de límites difusos y, desde luego,
el patricio Orestes, su padre, quien derrocó al emperador de Occi­ escasa continuidad territorial. Tan sólo Italia se mantenía en
dente Julio Nepote en octubre de 475. Pero estos hechos apenas cierto modo políticamente controlada. Pero Britannia se había
tuvieron eco en la sociedad de la época. A diferencia del memora­ liberado ya del control romano desde hacía varias décadas; Galia
ble saco de Roma de 41 O, que asombró a Agustín e hizo creer a estaba territorialmente dividida entre visigodos, armoricanos,
muchos ciudadanos que había llegado el momeo.to del fin de burgundios, francos y romanos; en Hispania sólo la provincia
Roma67, se comprende que los sucesos de 476 no suscitaran inte­ Tarraconense, o, mejor dicho, un corredor de ella en torno al valle
rés para los últimos romanos, aunque tampoco para los germanos. del Ebro, quedó todavía bajo el control romano, mientras que el
En efecto, la primera valoración de la deposición de Rómulo resto de la Península se lo repartían suevos y alanos; el área de las
Augusto como fin del Imperio Romano occidental no está docu­ provincias danubianas estaba poblada de germanos, que penetra­
mentada hasta unos cincuenta años después del evento, en la ron en masa cuando las tropas imperiales fueron evacuadas de la
Chronica del comes Marcelino68 • Se ha relacionado también esta zona; en fin, África estaba prácticamente controlada por los ván­
circunstancia con la ausencia de una verdadera literatura germá­ dalos, que habían establecido allí un reino independiente, reco­
nica en esta época69 , que hubiera convertido en gesta nacional un nocido por los romanos. Por tanto, resulta difícil sustraerse a la

«> 37 <1>-
Notas

Introducción
1 Sigue siendo básica la magistral obra de S. MAZZARINO, Elfin del mundo
antiguo, México, 1961; una actualización de teorías, en J. FERNANDEZ UBIÑA,
La crisis del siglo IIIy el fin del mundo antiguo, Madrid, 1981.
2 Entre todos destaca la obra de P. BROWN, El mundo en la Antigüedad tardía,
Madrid, 1989.
3 Particularmente en F. M. CIPOLLA (ed.), La decadencia económica de los
imperios, Madrid, 1973.
4 La obra de E. GIBBON, The History of the Decline and Fall of the Roman
Empire, Londres, 1898, ha sido traducida a diver.sas lenguas y publicada en diferentes
formatos. Concebida -según propia confesión del autor- en 1764, el primer volu­
men salió a la luz en 1772 y el sexto y último en 1788; no obstante, la obra era ya
internacionalmente conocida en 1776. Gibbon murió en 1794.
5 Véanse sobre ello: A. DEMANDT, Der Fall Roms. Die Aujlosung des Romischen
R.eiches im Urteil der Nachwelt, Munich, 1984; con el breve resumen de G. ALFOLDY,
Die Krise des Romischen Reiches. Ausgewahlte Beitrage, Stuttgart, 1989.
6
Entre otros, A. BERNARDI, Los problemas económicos del Imperio Romano
en la época de su decadencia, en F. M. CIPOLLA (ed.), loe. cit, págs. 27 ss.
7
Como hace tan sólo unas décadas; véase al respecto las elocuentes reflexiones
al respecto de un testigo que denunció en su día estos comportamientos: M. l. FIN­
LEY, Esclavitud antigua e ideología moderna, Barcelona, 1982, págs. 76 ss.
8
Véase especialmente J. P. ISMC, Factors in the Ruin ofAntiquity: a Criticism
ofAncient Civilization, Toronto, 1971.
9 Véase J. VOGT, La decadencia de Roma. Metamorfosis de la cultura anti a,
gu
200-500, Madrid, 1968.

«> 305 <»


Notas Notas
10
En particular, G. DEPEYROT, Crisis e inflación entre la Antigüedad y la Edad 30 A. E. R BOAK, «Manpower Shortage and the Fall of Rome», en D. KAG N
A
Media, Barcelona, 1996. (ed.), Decline and Fa!! of the Roman Empire. Why did it collapse?, Massachuseccs
11 Especialmente, A. FERRIL, La calda del Imperio Romano. La explicación mili­
1962, págs. 233 SS.
tar, Madrid, 1989. 31 A.PIGANIOL, L'Empire Chrétien (325-395), París, 1972 (2.ª edic. revisada
12
Ante todo, E. GIBBON, op. cit. por A. Chastagnol), pág.466.Piganiol murió en 1968 y la primera edición de esca
13 Un dossier en G. BRAVO, «Cuestiones metodológico-históricas en la renova­
obra es de 1947.
ción de la problemática tardoantigua: clases, relaciones de clase, conflictos», en Memo­ 32
L.MUSSET, Las invasiones. Las oleadas germdnicas, Barcelona, 1973.
rias de Historia Antigua, 1, Oviedo, 1977, págs. 119 ss.; para la economía sigue siendo 33 G.BRAVO, Revueltas internas y penetraciones bdrbaras en el
Imperio, Madrid,
útil el estudio de A. BERNARDI, «Los problemas económicos del Imperio Romano en 1991.
4
la época de su decadencia», en F.M. CIPOLLA (.ed.), La decadencia económica de los 3 Especialmente R.MACMULLEN, Enemies of the Roman Order, Cambrid o-e,
0
imperios, Madrid, 1973, págs. 27 ss.; también D. FORABOSCHI, «Fattori economici Mass., 1966; y más recientemente Corruption and the decline ofRome, Yale, 1988.
nella transizione dall'Antichita al feudalesimo», en Studi Storici ,4, 1976, págs. 65 ss. 35 Remitimos al respecto a algunos de nuestros propios trabajos:
G. BRAVO,
14
Véase el todavía útil estudio de E. HUNTINGTON, «Klimaanderung und «Revolución y Spiitantike: problemas de método en el análisis histórico de la sociedad
Bodenerschopfung als elemente im Niedergang Roms», en K. CHRIST (ed.), Der tardorromana», en Zephyrus, 26-27, 1976, págs. 443 ss. Para la problemática social
Untergang des Romischen Reiches, Darmstadt, 1970, págs. 166 ss. de la Roma tardía, «Periodización y estructuras», en Klio, 62, 1980, págs. 495 ss. La
15 En general, R. VAN DAM, Leadership and Community in late antique Gaul relativa importancia de los conflictos sociales tardorromanos en relación con los dife­
Berkeley, 1985. rentes esquemas de transición, en ibid., 65, 1983, págs. 383 ss. Los límites del con­
16
Especialmente, J. VOGT, op. cit. cepto Revolución en la historiografía: el exemplum de la Tardoantigüedad, en Historia
17
E. DEMOUGEOT, La farmation de l'Europe et les invasions barbares, París, y Crítica, 1, 1991, págs.119 ss.Y ahora: «Limitaciones del modelo histórico de la
1979. tramición: ¿un problema historiogrdfico?», en M. J.HIDALGO et alii (eds.), Romani­
18 zación y Reconquista en la Península Ibérica: nuevas perspectivas, Salamanca, 1998,
Véase al respecto M. GRANT, The Fa!! ofthe Roman Empire. A reappraisal
Londres, 1976. págs. 215 SS.
19 Una de las teorías recientes más innovadoras procede de los análisis antropo­ 36
Véase, por ejemplo, P. ANDERSON, Transiciones de la Antigüedad al Feuda­
lógicos: J. A. TAINTER, The Collapse of Complex Societies, Cambridge, 1988, pági­ lismo, Madrid, 1979.
37
nas 11 SS., 63 SS., 69 SS. Véase ante todo Z. V OUDALZOVA-E.V GOUTNOVA, «La génesis del
20
Especialmente F. PASCHOUD, Roma aeterna. Etude sur le patriotisme feudalismo en los países de Europa», en AA. VV , La transición del esclavismo alfeuda­
romaine dam l'Occident latín a l'époque des grandes invasiom, Neuchatel, 1967. lismo, Madrid, 1975, págs. 195 ss.
21
CIPRIANO, Ad Demetrianum, 3 y 5. 38
Véase VD!, especialmente 1951-1958.
22
AGUSTIN, Epistula 108. 39 Destacan en este sentido E.M. SCHTAJERMANN, Die Krise der Skla­
23 J. J. SAUNDERS, «The Debate on the Fall of Rome», en History, 48, 1963,
venhalterordnung im westen des Romisches Reiches, Berlín, 1964; EAD., «La caída
pág. 3, atribuye a Petrarca la autoría de la expresión «época oscura». del régimen esclavista», en AA. VV., La transición del esclavismo al feudalismo,
24 Ch. MONTESQUIEU, Grandeza y decadencia de los romanos, Madrid, 1997.
Madrid, 1975, págs.59 ss.; S. I. KOVALIOV, «El vuelco social del siglo III al Ven
25
Especialmente P. E. HÜBINGER, «Spatantike und frühes Mittelalter. Ein el Imperio Romano», en ibid., págs. 109 ss.; en general, D. KONSTAN, «Mar­
Problem historischer Periodenbildung», en Zur Frage der Periodengrenze zwischen xismo y esclavismo romano», en AA. VV., El marxismo y los estudios clásicos,
Altertum und Mittelalter, Darmstadt, 1969, págs.145 ss. Madrid, 1981, págs.127 ss.
26 40
Sobre el simbolismo e implicación histórica de esta fecha, véase, por ejemplo: F. W WALBANK, La pavorosa revolución. La decadencia del Imperio Romano
M. FERNÁNDEZ-GALIANO et alii, La caída del Imperio Romano de Occidente en de Occidente, Madrid, 1978.
41
el año 476, Madrid, 1980, con colaboraciones también de J.Arce, J. J.Sayas, J. M. Sobre todo, W. SEYFARTH, «Der Begriff Epoche sozialer Revolution und die
Blázquez y L. A. García Moreno. Spatantike», en Klio, 49, 1967, págs. 271 ss.; y R. GÜNTHER, «Die Epoche der
27
O. SEECK; Geschichte des Untergangs der antiken Welt, Berlín, 1921 ; sozialen und politischen Revolution beim Übergang von der antiken Sklavereigesells­
M. WEBER, Historia agraria romana, Madrid, 1982 (la i.a edic.es de 1891). chafr zum Feudalismus», en ibid., 60, 1978, págs. 235 ss.; una visión marxista
28
M.ROSTOVTZEFF, Historia social y económica del Imperio Romano, II, reciente -y diferente- de la transición, en Ch.WICKHAM, «The other Transition:
Madrid, 1962, pág. 489. from the Ancient World to Feudalism», en Past and Present, 103, 1984, págs. 3 ss.
29 S. MAZZARINO, «La democratizzazione della cultura ne! Basso Impero», 42 Siguen
siendo válidas las reflexiones de F. G. MAIER, Las transformaciones del
en XI' Congrés lntern. des Sciences Historiques, II, Estocolmo, 1960, págs. 35 ss. mundo mediterráneo, siglos JJI-VIII, Madrid, 1972.

«>306<:f>o «>3 O 7 <:f>-


Notas
43
La teoría del colapso económico del Imperio ha sido rehabilitada reciente­
mente por J. A. TAINTER, The collapse of Complex Societies, Cambridge, 1988, espe­
cialmente págs. 11, 49 SS., 53, 63, 128 SS. y 188 SS.
44 Véase infra (Una sociedad polarizada).
45 J. A. TAINTER, The collapse..., cit., págs. 89 ss.
46 Véase J. A. TAINTER, The collapse..., cit., pág. 188.
47 Ch. G. STARR, The Roman Empire, 27 B.C.-A.D. 476 A Study in Survival,
Oxford, 1982, págs. 3 ss.
48 Véanse ahora los estudios patrocinados por la European Science Foundation, de
los que se han publicado ya varios volúmenes; también L. WHITE (ed.), The Trans­
formation ofthe Roman World. Gibbon's Problem after two Centuries, Berkeley, 1966.

El último siglo del Occidente Romano: claves políticas


1
Véase, por ejemplo, M. FERNÁNDEZ-GALIANO et alii, La caída del Impe­
rio Romano de Occidente en el año 476, Madrid, 1980; también P. BREZZI et alii, La
fine del!Tmpero Romano d'Occidente, Roma, 1978.
2
Véanse al respecto las interesantes reflexiones de S. MAZZARINO, «Tra due
anniversari: 376-476», en P. BREZZI et alii, op. cit., págs. 171 ss.; también, para el
análisis histórico de un área concreta: L. VARADY, Das letztejahrhundert Pannoniem
(376-476), Amsterdam, 1969.
3 Véase infra.
4 Como estudio fundamental, véase M. MAZZA, Lotte sociali e restaurazione
autoritaria ne! terto seco/o, Bari, 1975, con amplias notas y un completo dossier biblio­
gráfico; también para los aspectos políticos, G. C. BRAUER, The Age of the Soldier
Emperors. Imperial Rome A.D. 244-284, New Jersey, 1975; y en general, R. MAC­
MULLEN, Roman Gouvernment's Response to Crisis. A.D. 235-337, New Haven,
1976, y ahora, G. ALFOLDY, Die Krise der Romischen Reiches. Geschichte, Ges­
chichtsschreibung und Geschichtsbetrachtung, Scuttgart, 1989.
5 Véase al respecto G. BRAVO, Diocleciano y las reformas administrativas del

Imperio, Madrid, 1991.


6
En general, G. BRAVO, Coyuntura sociopolítica y estructura social de la produc­
ci6n en la época de Diocleciano, Salamanca, 1980; ahora también G. DEPEYROT,
Crisis e inflaci6n entre la Antigüedad y la Edad Media, Barcelona, 1996.
7 Sobre codo, St. WILLIAMS, Diocletian and the Roman Recovery, Londres,
1985.
8
Especialmente M. MAZZA, «Il principe e il potere. Rivoluzione e legitti­
mismo costituzionale nel III secolo d.C., en G. G. ARCHI (ed.), Istituzionigiuridiche
e realta politiche ne! tardo impero (111-V sec. d.C.), Milán, 1976, págs. 1 ss.; también
D. KIENAST, Augustus: Prinzeps und Monarch, Darmstadt, 1982; D. ESTEFANIA,
Augusto: política y propaganda de un régimen autocrdtico, Santiago, 1987, y ahora, en
general, A. FRASCHETTI, Roma e il príncipe, Bari, 1990.
9
Sobre codo el excelente y pormenorizado estudio de G. DAGRON Naissance
d'une capitale: Comtantinople et ses institutions de 330 a 451, París, 1974.

� 308 �
Notas

Claves econ6micas y sociales de la transici6n


al Medievo en Occidente
1
Este cipo de obras son frecuentes en la historiografía sobre el tema, pero quizás
los ejemplos más elocuentes sean J. P. ISAAC, Factors in the Ruin ofAntiquity. A Cri­
ticism ofAncient Civilization,Toronto, 1971, y más recientemente A. DEMANDT,
Der Fall Roms, Munich, 1984.
2
.Véase K. D. WHITE, «The productivicy ofLabour in Roman Agriculcure»,
enAntiquity, 39, 1965, págs. 102 ss.
3 En general, E. BOSERUP, Las condiciones de desarrollo en la agricultura,

Madrid, 1967; también K. D. WHITE, Roman Farming. Londres, 1970.


4
En general R. MART IN, Recherches sur les agronomes latins et leurs conceptions
économiques et sociales, París, 1971; ahora, G. BRAVO, «De Columela a Paladio: los
rustici y la reorganización de la economía de la villa», en J. M. MAESTRE et alii
(eds.), Estudios sobre Columela, Cádiz, 1997, págs. 193 ss.
5 Sobre las peculiaridades económicas del mismo, por ejemplo, G. BRAVO,
Coyuntura sociopolftica y estructura social de la producción de la época de Diocleciano,
Salamanca, 1980, págs. 240, 281 y 321.
6 Véase, por ejemplo, G. BRAVO, «Para la problemática social de la Roma tar­

día. Periodización y estructuras», en Klio, 62, 1980, págs. 509 ss.


7 Cassiodoro, Vtzriae, VIII; también en Gregorio de Tours, Historia francorum,

11, 24; sobre la cuestión, W GOFFART, «From Roman Taxacion to Mediaeval Seug­
neurie: T hree Notes», en Speculum, 47, 1972, págs. 165 ss.
8
En general, M. I. FINLEY, La economía de laAntigüedad, Madrid, 1975.
9 G. BRAVO, C untura sociopolítica... , pá . 323 ss.
oy gs
10
Sobre codo, G. BRAVO, El colonato bajoimperia, Madrid, 1991, págs. 14 ss.
11
Véase W GOFFART, Caput and Colonate. Towards a history ofLate Roman
Taxation, Toronto, 1974, págs. 24, 72 ss.
12 Referidos sólo a colonos: C.J XI, 53, 1 (a. 371); C.J XI, 52,1 (a. 396).
13
Orosio, Historias, VII, 41, 7: « Ya entre ellos [los bárbaros] hay algunos ciu­
dadanos romanos que prefieren soportar libertad con pobreza entre los bárbaros que preo­
cupación por tributos entre los romanos.»
14
Salviano, De gubernatione Dei, V, 29: «Illud indignius ac poenalius, quod
omnium onus non omnes sustienent, immo quod pauperculos homines tributa divitum
premunt, et infirmieres ferunt sarcinas fortiorum. Nec afia causa est quod sustinere non
possunt, nisi quia major est miserorum sarcina quam facultas»; sobre éste y otros pasajes
de Salviano, con especial énfasis en la importancia de la presión fiscal: J. M.
BLÁZQUEZ, La sociedad del Bajo Imperio en la obra de Salviano de Marsella,
Madrid, 1990, especialmente págs. 32 ss.
15
Véase infra (II: La interpretación social).
16
Véase infra (La adscripción a la tierra).
17
Véase infra (Revuelcas sociales: bagaudas).
18
Véase G. DEPEYROT, «1:or et la sociécé du Bas-Empire (IY'-Y" siecles)», en
Numisma, 150-153, 1983, págs. 81 ss.

«>321 <»
Notas Notas

19 Véase, por ejemplo, G. DEPEYROT, Crisis e injlaci6n entr e laAntigüedad y la F. LI�BESCHUETZ,Antioch: City and ImperialAdministration in the Later
33

Edad Media, Barcelona, 1996, especialmente págs. 225 ss. Roman Empire, Oxford, 1972.
20
Anónimo, D e rebus bellicis (véase el texto en la edición de E. A. T HOMP­
34
�specialmen �e C._ CARRERAS, «Una nueva perspectiva par a el estudio
SON, A Ro man Reformeer and Inve ntor, Oxford, 1952, págs. 91 ss.; ahora también demográfico de la H1span1a romana», en Boletín del Seminario de Estudios deArt
Arqueología, 62, 1996, págs. 107 ss., estima en 4.135.102 los habitantes de la Esp;;
A. GIARDINA (ed.), Anónimo, Le co se del/a guerra, Milán, 1989, págs. 6 ss.
21 Véase in.fra (Un a sociedad polarizada). romana, lo que proporciona una densidad de 7,2 hab. por Km2 •
22
Véase R. MACMULLEN, «How big was che Roman army?», en Klio, 62,
35
C. Th. 7, 10, 1 (a. 405) y C. Th. 7, 10, 2 (a. 407).
36 Basilio de Cesarea, Cartas, 54, 1.
1980, págs. 451 ss.; sobre las cifras de la administr ación bajoimperial: A. CHASTAG­
Véase supra (El problema financiero).
NOL, L'évo lu tion po litique, social et économique du mo nde romain de Dioclétien aju lien
37
38 S. BASSIGNANO, IIjlaminato nelle province romane dell'A.
(284-363), París, 1982; también Ch. G. STARR, The Roman Empire, 27 B.C.-A.D. frica Roma 1974
A. CHASTAGNOL, L'album municipal de Timgad, Bonn, 1978. '
476 A Study in Su rvival, Oxford, 1982; el cuadro administrativo completo de una
39
40
G. MIC �T Z, Geld und Wirtschaft im Romischen Reich des vierten Jahrhu n-
época, en Ch. VOGLER, Constance JI et l 'administration impériale, Estrasburgo, 1979. dert � n. Chr., Helsmgfors, 1932; S. MAZZARINO, El fin d e l mu ndo anti uo
23 Así Ch. G. STARR, The Roman Empire 27 B.C.-/1..D. 476 A Study in Survi­ g
México, 1961; la acrualización del debate en G. DEPEYROT, Crisis e inflación entr;
val, New York, 1982, pág. 89; también con estimaciones similares K. HOPKINS, laAntigüedad y la Edad Media, Barcelona, 1996.
«Taxes and Tr ade in che Roman Empire (200 B.C.-A.D. 400», enjournal ofRoman 41
Sobre las deficiencias del Edicto: G. BRAVO, Coyu ntura sociopolítica ... , cit.,
Studies, 70, 1980, págs. 101 ss.
pags.
,
261 ss.
24
C. J. 11, 59, 1, modificación de una constitución de Aureliano que había
M. MAZZA, Lott e sociali e restau razio n e auto ritaria ne l t erto secolo' Bari'
hecho responsables de los impuestos debidos por los agri deserti a los curiales de los
42

1973, pág. 421.


municipios; sobre la importancia económica de este problema: G. BRAVO, «La fun­ 43
Sobre los procedimientos de este cipo ensayados por los Tetrarcas: G. BRAVO'
ción de los agri des erti en la economía imperial, de Aureliano a Teodosio», en Memo­
Coyu ntura sociopolítica... , cit., págs. 267 ss.
rias de Histo riaAntigua, III, Oviedo, 1979, págs. 157 ss.
25 Véase G. BRAVO, «La función de los agri deserti en la economía imperial, de
44
Sobre el tem a siguen siendo útiles las reflexiones de S. MAZZARINO '
Aureliano a Teodosio», en Memo rias de HistoriaAntigua, III, Oviedo, 1979, pági­ Aspettfs s ociali del quarto seco/o. Ricerche di storia tardo-romana, Roma, 1951. ·
nas 157 ss. C. Th. 5, 17, 2 (a. 386).
2 6 Véa se A. H. M. JONES, Th e Later Ro man Empire 284-602A.D.A Social,
46
C. J 11, 52, l (a. 396).
47
Véase in.fra (Campo y ciudad).
Economic andAdministrative Survey, I, Oxford, 1964, 816; también Id., The Roman 48
A. H. M. JONES, «The economic life of che Towns of che Roman Empire»'
Econo my. Studies inAncient Eco no my andAdministrativ e History, Oxford, 1974, espe­
en Th e Roman Eco nomy, Oxford, 1974, págs. 36 ss.
cialmente pág. 179: los porcentajes de agri deserti oscilan entre el 10, 17, 32 y 50% 49
G. BRAVO, Histo ria d e l mu ndo antiguo. Una introdu cción crítica' Madrid,
según provincias y fechas.
1998, págs. 458 SS.
27
Sobre éstas y otras instituciones agr aria s del B ajo Imperio: G. BRAVO, El
. 5 G. AL �OLDY, Histo ria social fe Roma, Madrid, 1987, pág. 136: «Ello quiere
0
col onato bajoimpe rial, Madrid, 1991.
decir ;}ue ... casi una novena parce habitaba en el campo y vivía del mismo.»
28
Esc a idea se remont a a época republicana cuando el comercio estaba muy
R. �UNCAN-JONES, The Economy ofthe Roman Empire. Quantitativ e Stu-
poco desarrollado e incluso una ley (Lex Claudia del 218 a. de C.) prohibió indirec­ .
dzes, Cambridge, 1982, pág. 274.
tamente a los senadores la actividad comercial al no permitirles la posesión de naves 52 M. FINLEY, «La ciudad an tigua: de Fuste! de Coul anges a Max Weber y más
con una capacidad superior a 300 ánforas.
29
Véase in.fra (Las vil!ae). allá», �n La Grecia anti �a: economía y societ1:zd, Barcelona, 1984, pág. 54.
5 G. BRAVO, Hzsto rza _
30 Véanse al respecro las puntualizaciones de G. BRAVO, Dio cle ciano y las refor­ del mundo antiguo, cit., pág. 458.
mas administrativas del Imperio, Madrid, 1991, págs. 19 ss. .
f o _de� �O1, 3 5: Ex q uibu s l o cis ad qu as provincias q uantum nau li exce­
54 E ict

d e r e mmzme szt lzcz�m; sobre e! nau lum: J. R?UGÉ, Reche rches sur l'o rganisation
31
Edicro del 301: Praef 104 (edición de M. GIACCHERO, Edictum Diocle­ _
d u_ c o m7:1erc e marztzme en M edzt errané e s ou s l'Empir e ro main, París, 1966, y par a
tiani e t Collegarum de prettiis rerum v enalium, Génova, 1974); sobre la interpretación H1spama: J. ARCE, «El Edictum d e pretiisy la dioce sis Hispaniarum: notas sobre la
histórica y económica del Prefacio: G. BRAVO, «Nocas complementarias sobre el economía de l a Penínsul a Ibérica en el B a jo Imperio Rom ano» , en Hispania,
Preámbulo del Edicto del 301: ¿Lectur a económica o histórica?», en Geri6n.Anejo s 1979, págs. 5 SS.
//, 1989, págs. 247 SS. 55
Expositio totius mu ndi et gentium (edic. J. Rougé, Sou rces Chrétiennes, París,
32 Vé ase, por ejemplo, A. CAMERON, Th e Me dite rranean World in the Late
1966).
Antiquity, A.D. 395-600, Londres, 1996, pág. 153.

�322� �323�
Notas Notas
56 Véase especialmente A. CAMERON, The Mediterranean World in Late Anti- 67
quity, A.D. 395-600, Londres, 1996, págs. 1_76 ss.
Honestiores· loco · · ore lcco positus·' tambi' .
· natus, honesti e ·das a 1 a ¿·1gn1·-
. . . tas o
�1 uct r_ztas m afiqi:4 ¿i gn� te p� . ; vir spect en otras re1C:n
57 Aunque el caso hispánico presenta ciertas peculiandades, el mtenso proceso a;;. � ¿ � /'U:S atae auct orúa ris, etc.
umi iore oco posztus,. q ui umi zs ,ocz_ est ; pleb
de municipalización bajo los Flavios documenta sobradamente este argumento, eius; inferior, sordid io� vifiores
personae, etc.
véase J. M. ABASCAL-U.ESPINOSA, La ciudad hispano-romana: privilegio y poder, 69 En general, Agustín, De civitate
. . . Dei; también Cartas, espec
Logroño,1989, especialmente págs. 71 ss. ; también el impresionante �atálogo urba­ 185 (sobre Ia admm1strac10n , de los b'1enes de la Iglesia). 1·a1 menee 126 y
nístico de A. H. M. JONES, The Cities of the eastern Roman Provznces, Oxford, 70 Un
buen resumen de este debate en G. DEPEYRO T e · · · .r1�
1971. ' 188 , rlSls e m1 -c1·6n.. , c1c.,
pags. SS.
58 Este porcentaje se infiere de los datos conocido� y estima�os sobre pobla;i_ón 71 Sobre las modalidades de
urbana: véase en G. BRAVO, Historia del mundo antiguo. Una zntroducci6n crztzca, · éste (en· . relación con el hosni
r tium) , v eas·e. por eJem
· plo .
L HARMAND, v
. rr.� �ect soezal et po¿�ttque J monde
au romain. Le patronae sur fes cofkcá-
Madrid, 1998, págs. 458 ss. : ,
vzt �s publiques �s orzgznes au Bas-!n:pire, P�ís,_1957, y sobre
. _ . codo, J. MANGAS, «Hos­
59 M. I. FINLEY, loe. cit.; sobre rodo, Ph. LEVEAU, Caesarea de Ma u rétame: pittum y patroczmum sobre leet1V1da�� p�bhcas: ¿términos
sinóni
une vil/e romaine et ses campagnes, Roma, 1984. a fin� de los Severos)», en Dialogues 1 'H�ire Anci n , 9, _l 983, mos) ( De Augusco

60 Sobre todo, Ph. LEVEAU, Caesarea de Maurétanie: une ville romaine et ses 2 Todav � � págs. 165 ss.
ía l. HAHN, «Das bauerl1che Patrocmium 1m Ose und Wesc,,
campagnes, Roma, 1984. 50, 1968, págs. 261 SS. , en K/io.
61 Sobre el tema véase ante todo L. CRACCO-RUGGINI, «La cma . , . .
1mpenale», 73
Ante todo'. T. B. ANDERSEN, Pa&r _ocinium: the Concept o/personal
en Storia di Roma, IV: Caratteri e morfologie, Einaudi, Turín, 1989, especialmente Protmion
and Dependence m the Later Roman Empire and the early Middle
págs. 256 ss., y ahora L. A. GARC1A MO�NO, «1:-3- ciudad en la ��_igüedad tar­ Ages, Ann Arbor,
1974, ágs. 44 SS.
día (siglos V a VII)», en Complutum y las ciudades hispanas en la Anttg u edad tardía, 7¡Véanse, por ejemplo: F. PASCHOUD
et alii (eds.}, Symmaque, a L'occasion
Alcalá de Henares, 1999, págs. 7 ss. d u mille six centieme anniversaire du conflit de l'autel de fa Victoire. París, 1986;
62 El estudio pionero en este sentido fue el de P. A. F EVRIER, «Permanenc� et
D. VERA, «Simmaco e le sue propieta: Scrutture e funzionamenco di un pacrimonio
héritages de l'Antiquité dans la topographie des villes de l'Occident durant le �aut aristocratico del quarro secolo», en ibídem, págs. 231 ss.; J. M. BLÁZQUEZ. «Pro­
Moyen Age», en Settimane di studio sull'Alto Medievo, XXI, Spoleto, 1974, págmas blemas económicos y sociales en la vida de Melania, la joven, y en la Hiscoria Lausí­
41 ss.; la aplicación al caso hispánico fue realizada por L. A GARCf1\ MORENO, aca de Paladio», en Memorias de Historia Antigua, II, Oviedo, 1978, págs. 103 ss., y
;
«La cristianización de la topografía de las ciudades de la Perunsula Ibénca durante la sobre todo, A. GIARDINA, «Carita eversiva: le donazioni di Melania la Giovane e
Antigüedad tardía», en Archivo Español de Arqueología, 50-51, 1977-78, pá�s. 31_1 gli equilibri della societa tardorromana», en Studi Storici, 29, 1988, págs 127 ss.
ss., y X. BARRAL I ALTET, «Transformacions de _l� t?pografia ':1rbana a l_a �-fopan�a 75 Véase L. Cracco-Ruggini, «Simmaco: otia et .
negotia di classe, fra conservazion ee
cristiana durant l'Antiquitat tardana», en II Reumo d'Arqueologza Paleocrzsttana Hzs­ rinnovarnento», en Fr. Paschoud et alii (eds.), Symmaque, a l'occasion du mili.e six centii:me
pánica (1978), Barcelona, 1982, págs. 105 ss. anniversaire du conjlit de lízutel de la Victoire (Ginebra, 1984), París, 1986, págs. 97 ss.
63 Véase G. CAVALLO, «Il segno delle mura. riconografia della cirra ne! libro 76
Ausonio, De herediolo, III, 1, 229.
antico», en Storia di Roma, IV: Caratteri e morfologie, Einaudi, Turín, 1989, pági­ n Sobre todo, G. BRAVO, El colonato bajoimperial Madrid, 1991, págs. 1 O ss.
nas 267 ss. 78
C. Th. 5, 17, 1 (a. 332): «Apud quemcumque colonus iuris afieni faerit inven-
6
4 G. BRAVO, «Cuestiones metodológico-históricas en la renovación de la pro­ tus, is non solum eundem origini suae restituat, verum super eodem capitationem tempo­
blemática tardoantigua», en Memorias de Historia Antigua, I, Oviedo, 1977, pági- ris agnoscat. Ipsos etiam colonos, qui fagam meditantur, in servilem condicionern ferro
nas 119 ss., especialmente pág. 120 ss. sobre grupos-tipo sociales. ligari conveniet, ut officia, quae liberis congruunt, merito servilis condemnationis conpe­
65 Véanse al respecto las observaciones de R. T _EJA, «Hones�or_e y kumtl. .ores en
s_ ! llantur inplere.»
el Bajo Imperio: hacia la configuración en clases sociales de una divmón ¡uríd1ca», en 79
C. Th., 11, 53, 1 (a. 371): «Colonos inq u ilinosque per Illyricum vicinasque
Memorias de Historia Antigu a, I, Oviedo, 1977, págs. 115 ss. regiones abeundi rure, in quo eos originis agnationisque merito certum est immorari,
66 .
Sobre la cuestión véase ahora F. J. NAVARRO, La formac i 6n de dos grupos licentiam habere non posse censemus. Inserviant terris non tributario nexu, sed nomine et
antag6nicos en Roma: honestiore sy hu miliores, Pamplona, �994, aunque la tesis de ret­ titulo colonorum, ita ut, si abscesserint ad aliumve transierint, revocati vinculis poenisque
rotraer el origen de esta clasificación a época tardorrepubhcana no puede ser aceptada subdantur»; sobre la importancia decisiva de esta ley, W GOFFART, Caput and Colo-
sin reservas, máxime teniendo en cuenta que la división jurídica a efectos pen_ales no nate, cit., págs. 79 ss.
existió hasta la época de Antonino Pío, esto es, mediados del sigl? 11, dos siglos al .
80 Una revisión del problema en R. TEJA, «Las corporaciones . .
romanas munici­
menos antes de que estas diferencias de trato penal se correspondieran con grupos pales en el Bajo Imperio: alcance y naturaleza», en Hispania Antiqua, 3, 1973, pági­
sociales definidos también por la riqueza y el poder. nas 153 ss.

-<J:>324<:J), -<1:> 32 5 <;J),


Notas Notas
81
Sobre esca cuestión véase,por ejemplo, R. MACMULLEN, «Social Mobilicy 98 !bi d., V, 23: « ••. plerique et hon esti et nobiles et 'b R
1 .us
and Theodosian Code», en]ournal ofRoman Studies, 54,1964, págs. 49 ss.; K. HOP­ splendidori esse debuit et honori, ad hoc tamen Romana;:mq . omanus status summo et
uuattS crudduau compu!s,
KINS,«Movilidad de la elite en el Imperio Romano»,en M. I. FINLEY (ed.),Estudios sunt, ut nolint esse Romanis?».
99 !bid., V,
sobre Historia Antigua, Madrid, 1981, págs. 119 ss., aunque con escasas referencias al 22: «!taque passim ve! ad Gothos ve! ad Bacau
·
d om�n.an �es barb�7: os �tgrant, et com_m tp. 'tlsse non paenitet; as ve¡ a d a¡10s u b1que
· d ·
siglo N; también G. BRAVO, «Para la problemática social de la Roma tardía. Periodi­ . mnfunt enim ·sub specie
zación y escruccuras»,en Klio, 62, 1980, especialmente págs. 497 ss. capttvttatts vzvere ,t berz quam sub specte 1tbertatis esse ca.,,tiv i
7
82
Véase ante codo R. GANGHOFFER, L'évolution des institutions municipales 1
ººAs'R1 . MACMULL EN, «T he Celt1· c Renaissance» ·" ·
,en H.mona, 14, 1965,
en Occident et en Orient au Bas-Empire, París,1968. pags.
' 93 ss.
101
83
C. Th., 12, 1, 57 (a. 364); también C. Th.., 12, 1, 74 (a. 371) y 12 ,1, 111 Véase, por ejemplo, P. BROWN, El mun do en laAntigüednd tard.
,a, ,va
"1 dri·d .
(a. 386). 1989.
84
Sobre codo el estudio de F. D. GILLIARD, The social Origi,ns ofBishops in the 102
Véase infra (Revueltas sociales).
Fourth Century, Berkeley, 1966, e Id., «Senatorial Bishops in che Fourch Century», en 103
Sobre todo, P. DOCKES Révol!es bagaudes et Emauvagemenr, Lyon, 1930,
_ '.
Harvard Theologi,cal Revew, 77,1984, págs. 153 ss.; especialmente R. TEJA, «La cris­ au1:que la tesis cenera! sobre la liberación masiva de esclavos y colonos debe ser
tianización de los modelos clásicos: el Obispo», en F. GASCÓ-E. FALQUE (eds.), revisada.
104
Modelos ideales y prdcticas de vida en laAntigüedad cldsica, Sevilla,1993, págs. 213 ss. Véase,en este sentido,A. H. M. JONES , «El trasfondo social de la I ch3
85
Véase R. TEJA, El cristianismo primitivo en la sociedad romana, Madrid, entre el paganismo y el cristianismo», en A MOMIGLIANO et a!ii, El conflicto �,lfre
1990. el paganismo y el cristianismo en el siglo !Y, Madrid,1989, págs.31 ss.
105
86
Cartas, 68. Sobre la trayectoria política de este obispo capadocio, que llegó a Para las razones históricas de esta conversión, véase G. BRAVO, Poder polí­
presidir el Concilio de Constantinopla de 381, véase ahora el reciente y documen­ tico y desarrollo social en la Roma antigua, Madrid,1989,págs . 249 ss.
tado estudio de N. GÓMEZ-VILLEGAS, Gregario de Nazianzo en Constantinopla. 106
El documento se conoce con el nombre de Edicto de Tesalónica, de noviem­
Ortodoxia, heterodoxia y régimen teodosiano en una capital cristiana, Madrid, 2000. bre de 3�0, poco anees de que e! _nuevo emperador de Oriente se dirigiera haci 3
87
Cartas, 42-47. Constantinopla desde sus bases militares de la frontera danubiana.
88
Agustín, Cartas, 228; y a través de Posidio, Vita Augustini, 8-1 O; analizado 107
Véase ahora F. PASCHOUD et alii (eds.), Symmache..., loe. cit.
por R. TEJA,«Sobre la actitud de la población urbana en Occidente ante las invasio­ 108
Véase G. BRAVO, Historia del mundo... , cit.,págs. 353 s.
nes bárbaras»,en Hispania Antiqua, 6, 1976,págs. 7 ss. 1 9
º Año 391: C. Th., 16,7,4 y 5; 11,39,11; 16, 10, ll. Año392: C. Th, 16,
89 Véase in.fa (Claves sociales).
5, 21; 10, 10, 12.
90 Salviano, De gubernatione Dei, V,22. 110 P. CHUVIN, Chronique des derniers paiem. La disparition du paganisme dans
91
Salviano, De gubernatione Dei, V, 23: «..., scilicet ut est pars magna Hispano­ l'Empire romain du régne de Constantina celui du ]ustinien, París, 1990.
rum, et non mínima Gallorum... ». 111
Sobre codo, Aguscín, Cartas, 105: [Constantino] contra partem Donati seve­
92
Véanse,en este sentido, C. E. MINOR, Brigand, lnsurrectionist and Separatist rissimam legem dedit.
Mouvemen ts in the Later Roman Empire, Ann Arbor, 1979,y especialmente S. TEI­ 112
Agustín, Contra Gauden tium, 1, 28, 32: unde et circumcellionum nomen
LLET, Des gothsa la nation gothique. Les origi,nes de l'idée de nation en Occident du accepit.
V au VII' siecles, París, 1984, págs. 171 ss. 113
El texto clave es la Ley del 412 de Honorio contra los donatistas: C. Th., 16,
93
Salviano,De gubernatio ne Dei, N,23: «Nisi forte iniquissimus hoc quod divi­ 5,52,en la que se estipulan sanciones pecuniarias y confiscación de propiedades para
tes fociun t, ad peccata referendo, quia illi cum occidunt servulos suos, ius putant esse el ordo circumcellionum, entre otros; pero dos años más tarde otra Ley del 414, tam­
non crimen.» bién de Honorio, ya no los menciona: C. Th., 16,5, 54.
114
94
C. Th. 11,24: De patrocin iis. Sobre todas estas interpretaciones con sus correspondientes defensores, véase
95 Véanse ahora los estudios reunidos sobre el tema en J. DRINKWATER­ G. BRAVO, Revueltas internas y penetraciones bdrbaras en el!mperio, Madrid,1991,
H. ELTON, Fi.fth-Century Gaul: A Crisis of!dentity?, Cambridge,1992. págs. 27 SS.
96
Sobre todo, F. PASCHOUD, Roma aeterna. ttude sur le patriotisme romain 115
Véase B. VOLLMANN, «Priscilianus», en Realenciklopiidie der klassischen
dans l 'Occident latina l'époque des grandes invasions, Neuchacel, 1967,y también el Altertumswissenschaft (Supplementum XIY,), 1974,cols. 485 ss.
documentado estudio sobre el tema de S. TEILLET, Des gothsa la nation gothique. 116
M. V ESCRIBANO PAÑO, Iglesia y Estado en el certamen priscilianista.
Les origi,nes de l'idée de nation en Occident du V au VII' siecles, París,1984. Causa ecclesiae y iudicium publicum, Zaragoza, 1988, con revisión de la cronología,
97
Salviano, De gubernatione Dei, V, 24: «Qui... postquam ius Romanae libertatis identificación de obispados y exhaustivo estudio jurídico del proceso eclesiástico y
amisserant, etiam honorem Romani nominis perdiderunt». judicial contra Prisciliano; y ahora,EAD., «Haeretici iure damnati: el proceso de Tré-

-<1> 326 <;!)o -<1> 327 <;!)o


Notas Notas
134 El máximo defensor de esta tesis es
veris contra los priscilianistas (385)», en Cristianesimo especificita regionali ne/ Medite­ R. VAN DA M'Leadersh1p
rraneo latino (sec. IV-VI), Roma, 1994, págs. 393 ss. nity in LateAntique Gaul, Berkeley, 1985. and Commu-
135 Veanse .
117 Véase con detalle la argumentación sobre estos procesos: G. BRAVO, . ' dos estudios b' as1cos al respecto: J.-G. GORGE 5
romames. lnventaire et problématique archéologiques, París, • es vil� hispano­
Revueltas internas..., cit., págs. 14 ss. 1979 · � · C. FERNÁN-
118 Amiano, Hist., 29, 5. DEZ CASTRO, Villas romanas en Esnaña, r Madrid, 1982.
119 Agustín, Cartas, 43; en contra, ante todo, E. TENGSTRÓM, Donatisten
136 Véase R. MACMULLEN, «Market-Da ys in the Rornan Empir .
e», en Phoe-
und Katholiken. Soziale wirtschaftliche und politische Aspekte einer nordafrikanischer nix24, 1970, págs. 333 ss.
137 Ahora, J. ARCE, «Mercados rurales (nundinae) ·
Kirchenspaltung, Goteborg, 1964. . · · · en la H.1span1a tardorro-
120 Sobre la cuestión, G. BRAVO, «Acta Bagaudica (I): Sobre quiénes eran bagau­ mana», en Estudts umversztarts cata lans ("nomenatge
u a Miquel Tarrade/ll /, Barce 1 º nª·
das y su posible identificación en los textos tardíos», en Gerión, 2, 1984, págs. 251 ss. 1993, págs. 867 ss.
138 Sobre todo, C. E. MINOR, Brigand, Insurrection
121
Hoy hay ya un cierto consenso entre los historiadores en entender bagauda · the Later Roman Empzre, · · Mouve-
ist and Se'P arat,sm
como «guerrero» e incluso «guerra», porque algunos textos bagáudicos así lo dan a ments m Ann Arbor, 1979.
139 G. BRAVO, Acta Bagaudica (!), cit., págs. 259 ss.
entender (in bacauda conspirare). Esta interpretación se opone básicamente a la iden­ 140 Véase G. BRAVO, «Los límites del concepto Revolución
tificación errónea de los bagaudas como vagabundos y ociosos (de vagantes, vacantes), . .. u· , en la histo nogra
· f·1a.
· que se corresponde bien con la identificación de los bagaudas como bandidos o ban­ El ª7:'/ lum de Ia T:ardoanngue da d»,_ en 1:zstona y erítica, 1, 1991, págs. 119 ss.
doleros, interpretación que apenas encuentra justificación documental en los textos No hay consenso entre los_ hmo�1ador� s sobre cómo definir una sociedad de
. . ,
conocidos. trans1c1ón, pero algunas caractensncas diferenciales son evidentes respecto de las
122 Especialmente Salviano, De gubernatione Dei, V, 21-26. de�n_en � las sociedades hi�tóri�as consolidad�s: véase, por ejemplo, G. BRAVb�
123 Según Rurilio Namaciano, De reditu suo, I, 215-216: [Exuperantius] ... leges «L1m1tac10nes del modelo h1stónco de La Transzczón: ¿un rro�lema historiográfico'»,
restituit libertatemque. en M. J. HIDALGO-M. J. R. GERVAS (eds.), Romamzaczón y Reconquista en fa
124 Sobre las campañas de Tibatton: Chronica Gallica, 119 (a. 437). Península Ibérica: nuevas perspectivas, Salamanca, 1998, págs. 217 ss.
125 En este sentido no habría grandes diferencias de composición social entre 142 Véase supra (Introducción). La interpretación más completa en este sentido
las revueltas urbanas (de las provincias orientales del Imperio) y las llamadas se _encuentra en la obra de J. A. TAINTER The Collapse of Complex Societies, Cam­
revueltas campesinas de Occidente, que incluían a menudo grupos urbanos en sus bndg_e, 1988, en la _que se h�c� �n análisis no sólo de las sociedades antiguas, sino
contingentes; véase ahora J. R. AJA, Tumultus et urbanae seditiones: sus causas, San­ t�b1én precolombinas y pnmmvas modernas y actuales proponiendo una explica­
tander, 1998. ción global del colapso de todas ellas; pero la interpretación más completa de la caída
126 Sobre las peculiaridades de la revuelta hispánica: G. BRAVO, Revueltas inter­ de Roma en este sentido está en J. A. TAINTER, «La fine dell'amministrazione cen­
nas, cit., págs. 44 ss. trale : il collasso dell' Impero romano in Occidente», en J. GUILAINE-S. SETTIS
127 Los pasajes de Hidacio sobre la bagauda hispánica: Chronica, 125-128; 140- (eds.), Storia d'Europa, Il· Preistoria eAntichita, Turín, 1994, págs. 1207 ss.
143 La idea está ya presente en numerosas aportaciones historiográficas, especial­
142; 158 (a. 454).
128 Sobre el caso de Basilio y León, véase G. BRAVO, «Ciudades, obispos y mente en los trabajos recogidos por D. KAGAN (ed.), Decline and Fall ofthe Roman
bagaudas: León, obispo de Turiaso», en In memoriamA. Díaz Toledo, Granada-Alme­ E_mpire: Why Did !t Collapse?, Boston, 1962 (con textos de W E. Heicland y A. Piga­
ría, 1985, págs. 35 ss. mol, entre otros), y M. CHAMBERS (ed.), The Fall ofRome: Can !t Be Explained?,
129 León de Turiaso, en Hispania; Germano de Auxerre, en la Galia. Nueva York, 1970.
130 Así A. BARBERO-M. VI GIL, Sobre los orígenes sociales de la Reconquista, 144 Es la idea general de la inevitable caída de los imperios históricos: véase S. N.
Barcelona, 1974, págs. 43, 47ss.; un planteamiento similar, pero referido incluso a EISENSTADT (ed.), The Decline ofEmpires, Englewood, 1967, y, ante todo F. M.
época cristiana medieval: J. C. SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes, demonios, CIPOLLA (ed.), La decadencia económica de los imperios, Madrid, 1973.
145 Expresamente. J. A. TAINTER, «La fine dell'ammninistrazione... , loe. cit.,
mártires, Jaén, 1996.
131 !bid., pág. 42. pág. 1207.
132 Especialmente G. BRAVO, «La bagauda galo-hispana y la identidad de los 146 Una formulación similar en J. A. TAINTER, La fine dell'amministra­
possessores de la Tarraconense ( Puntualizaciones sobre la teoría social)», en Segundo zione... », loe. cit, pág. 1209.
147 Sobre todo, G. E. M. de SAINTE CROIX, «La decatkncia y caída del Impe­
Coloquio sobre historia tÚ La Rioja, Logroño, 1986, págs. 197 ss.
rio Romano: una explicación», en La lucha de clases en el mundo griego antiguo, Barce­
133 Véase ahora G. BRAVO, «Los bagaudas: vieja y nueva problemática», en
lona, 1988, págs . 528 ss., obra que, a pesar de su cítulo, pasa por ser para muchos el
I Congreso Peninsular de Historia Antigua, III, Santiago de Compostela, 1988, pági­
nas 191 ss. texto canónico de la hisroriografía marxista reciente sobre la Antigüedad.

«> 328 � � 329 �


Notas

148
Este proceso se analiza con detalle en G. BRAVO, «La relativa importancia
de los conflictos sociales tardorromanos en relación con los diferentes esquemas de
transición», en Klio, 65, 1983, especialmente págs. 387 ss.
149
Véase supra (El último siglo del Occidente romano).
150
Véase especialmente S. TEILLET, Des goths a la nation gothique... , cit., pági­
nas 255 ss.
151
Sobre todo, D. FORABOSCHI, «Fattori economici nella transizione
dall'Antichita al feudalesimo», en Studi Storici 4, 1976, págs. 65 ss.

Roma y el fin del mundo antiguo desde la Edad Media


1
Nos referimos a su Le dimanche de Bouvines, publicada inicialmente en París,
1973, y objeto de distintas reediciones. Cuenta con una en castellano (Madrid,
1988) en la que se han omitido importantes pasajes del original.
2 Vid. el excelente libro de S. MAZZARINO El fin del mundo anti o. México,
gu
1961, que constituye una de las obligadas guías para quien desea abordar el tema de
esta obra.
3
Entre los distintos estudios dedicados a la obra de este pensador alemán pode­
mos remitirnos al breve y muy útil de H. HERZFELD «Oswald Spengler y la
decadencia de Occidente», en R. DIETRICH (ed.): Teoría e investigación históricas en
la actualidad, Madrid, 1966, págs. 9-26.
4
S. MAZZARINO, ob. cit, p., 189.
5 !bid, p., 191.
6
M. ROSTOVTZEFF, Historia social y económica del Imperio Romano, vol. II,
Madrid, 1939, págs. 421 y ss.
7 De dicha Memoria de Licenciatura se adaptó un capítulo que apareció

como breve artículo titulado «Transición al Medievo y continuidad económica


(Algunos puntos de vista)», en Revista de la Universidad de Madrid, vol. XVIII,
núm. 69, año 1969, págs. 267-280. Asimismo, sobre estos temas del paso de uria
Edad a otra apareció un breve libro de divulgación: Los germanos y las grandes inva­
siones, Bilbao, 1968.
8
J. LECLERCQ: Espiritualidad Occidental. Fuentes. Salamanca, 1967, págs.
125 y SS.
9
F. DÓLGER escribió, a este respecto, que «el concepto Roma significa para la
Edad Media más que una ciudad, más que una maravillosa villa, más que palacios,
multitudes y calles magnificientes. Significa, desde que fue elevada a la esfera del
mito en los tiempos de Virgilio, señorío y poder, reino e imperio, felicidad y
decadencia universales. A Roma y a su nombre se muestran, por la voluntad de la
divinidad, irrevocablemente unidos el destino y la existencia del Imperio». Recogido
por M. GARC1A PELAYO, Mitos y símbolos políticos, Madrid, 1964, p. 69.
10
Resulta modélico el caso de POLIBIO, griego de origen y romano de adop­
ción, cantando las excelencias de Roma conquistadora del Universo. Cf. Historia uni­
versal durante la república romana (I). Ed. de J. DfAZ CASAMADA, Barcelona,
1986, págs. 19-20.

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