COLONIZACIÓN FRANCESA DE CANADÁ Y EL CARIBE Y REVOLUCIÓN
DE HAITÍ
Colonización: Carlos Malamud (Cap 11), John Parry (Cap 8) y Gutiérrez
Escudero (Cap 16).
Tanto franceses como ingleses entraron al campo colonial al mismo
tiempo y se asentaron en lugares de igual naturaleza, donde la población nativa se hallaba diseminada y en situación primitiva. No podían vivir del tributo indígena y ni utilizarlos como mano de obra, así como tampoco encontraron metales preciosos. Por tanto dependían de: 1. Agricultura y la pesca. 2. Comercio de pieles. 3. Cultivo de tabaco y azúcar, en las islas de las Antillas. 4. Importancia del poder marítimo. 5. Ambas recurrieron al uso de compañías comerciales. EL CANADÁ. En 1608, Samuel de Champlain, la más importante figura del S.XVII – muy religioso, navegante, explorador, hombre de ciencia-, funda la ciudad de Quebec, centro de la expansión francesa en la región. Sufrieron duras condiciones de vida y hostilidad. Terminaron por aliarse con los indios hurones, en contra de los iroqueses. Los primeros colonos eran hugonotes –nombre vulgar que se le daba a los protestantes franceses-. En 1629, Quebec es tomada por los ingleses, aunque debió devolverlo en 1632, recuperándolo por el Tratado de París de 1763. Hasta 1628 la iniciativa de colonizar fue escasa. Si se quería que la colonización prosperara era necesario fomentar el núcleo familiar y la llegada de agricultores. Los dos objetivos de la colonización francesa eran: 1. Comercialización de pieles de castor y martas, entre otros. Enviadas y negociadas en Francia, servían para adornar a los abrigos y hacer el fieltro de los sombreros de la época. 2. Conversión de los indígenas. Al igual que en Hispanoamérica, la evangelización de los indios era una tarea fundamental y le confirió poder y prestigio a la Iglesia Católica (casi una cuarta parte de las tierras le pertenecían). La ideología de Luis XIII (adoptada por Luis XIV) de “un rey, una ley, una fe” impedía la emigración de protestantes franceses, a cambio de concederles la tolerancia religiosa y así aumentar la población de la metrópoli. Esto fue una decisión muy desacertada, porque los hugonotes eran numerosos y ricos, privando a Canadá de colonos hábiles. La evangelización fue llevada a cabo por los jesuitas, luego junto a franciscanos, quienes formaron misiones –con dificultad por el primitivismo indígena y el ataque inglés-, las cuales no eran apoyadas por las Compañías ni por los colonos franceses, que preferían fomentar el tráfico de pieles con los indios a cambio de darles herramientas, ron y armas de fuego. La colonización estuvo a cargo de compañías comerciales, pero la mayor parte quebró por la mala evolución de los negocios coloniales. A diferencia de las compañías inglesas, alentadas por promotores particulares que invirtieron su propio capital, las francesas fueron alentadas por el gobierno, por lo cual estas dependían del nombramiento de directores y de las reformas administrativas. Solo sobrevivió La Compañía de los Cien Asociados, fundada por el cardenal Richelieu; esta se comprometió a situar a 4000 colonos y abastecerlos, a cambio del monopolio de comercio de pieles y de la cesión de señoríos, pero los conflictos con los ingleses paralizaron la cuestión. Los franceses habían ocupado un territorio extenso, mal comunicado y de población escasa (contrariamente a las 13 Colonias). En 1653 el Canadá tenía solo 2000 colonos, que finales de siglo eran 20.000 (250.000 habían en las 13 Colonias). Hasta 1663, la Corona había dejado en manos privadas la iniciativa de colonización y organización del territorio; las compañías se comprometían a cambio a llevar pobladores, pero el comercio de pieles era de mayor interés, enriqueciendo a socios y accionistas metropolitanos; los campesinos y artesanos franceses no consideraban beneficioso emigrar a América. Por ello, en 1663, Canadá se convierte en provincia real bajo la autoridad absoluta de Luis XIV. Un gobernador general –que residía en Quebec- se encargó de la defensa, de las relaciones con los indios y el exterior, mientras que un intendente se encargaba de la justicia, la policía y la hacienda. Se nombró un obispo, que se puso al frente de la Iglesia colonial y fundó la primera Universidad. En 1682, Cavelier de la Salle navega la totalidad el Mississippi hasta el Golfo de México y funda Luisiana, gran territorio estratégico. Durante el S.XVIII no existieron grandes modificaciones administrativas, salvo la creación del Consejo Superior en 1703, un organismo consultivo del gobernador; estaba integrado por el intendente, el obispo, doce consejeros, cuatro asesores, un procurador general y un escribano. Los franceses se ocupaban solo de la caza y de la pesca en el Canadá, no desarrollaron explotaciones agrarias, ni minería como España y Portugal; eran muy dependientes de su metrópoli, de donde llegaba casi todo el abastecimiento. La economía que se desarrolló no cubrió las expectativas de Francia, pues ni la caza ni la pesca producían regalías y la falta de mano de obra limitaba la producción agropecuaria. Se intentó implantar un sistema señorial que no fue posible debido al tipo de actividad económica que daba lugar a una sociedad libre con tendencia al autoabastecimiento, aunque no se erradicaron las actitudes nobiliarias. La Compañía de la Nueva Francia (1627), traslada al Canadá el régimen señorial francés concediendo grandes extensiones de tierras a sus asociados y directores, a cambio de que estos llevaran colonos. Así, la Compañía traspasa sus responsabilidades a los nobles que reparten la tierra entre sus pobladores, a cambio de censos y rentas anuales; los colonos preferían abandonar sus posesiones e irse a los bosques como comerciantes o cazadores, los conocidos coureurs des bois. A diferencia de los ingleses, los franceses tenían dones para sobrevivir en la selva y convivir con el indio; por ello se promovía el mestizaje y el matrimonio mixto. S.XVIII. La política mercantilista del ministro Colbert implicaba incrementar la emigración a la Colonia para así tener un mercado en donde ofrecer las manufacturas metropolitanas, llevándose las mercancías de América, que eran muy valoradas. Por ello, se suprimen las Compañías y se realizan reformas administrativas (de centralización, parecidas a las Borbónicas o Pombalinas). Sin embargo, los franceses se abocaron a defender Nueva Francia de los ataques ingleses, construyendo un sistema de fortificaciones para frenar su avance y mantener a los indios de su lado, manteniendo la comunicación con Luisiana y llevar la exploración al oeste. La estrategia global era mantener una buena relación con los indios, a través de la provisión de recursos y la firma de tratados de paz, como con los iroqueses. A través del Sistema de Tratados de Utrecht (1713-1715), Inglaterra se apoderó la Isla de Terranova, Acadia y la Bahía de Hudson, asentándose de forma permanente. Los franceses continuaron expandiéndose hacia el oeste, protegiendo Luisiana con unos 60 fuertes entre Montreal y Nueva Orleans. La Guerra de los Siete Años (1756-1763) llevó a la ruina a Francia, luego de que el ministro británico William Pitt planteara una ofensiva total a las posesiones francesas. Por el Tratado de París de 1763, Francia perdió Canadá, Tobago y Dominica, pero recuperó Guadalupe y Martinica. Esto generó un gran rencor que condujo al apoyo francés en la Revolución de Independencia de las 13 Colonias. LAS ANTILLAS. En el Caribe, los franceses –como los ingleses, holandeses y daneses-, basaron la colonización en la gran propiedad o plantación, dedicada al cultivo de la caña de azúcar y explotada con mano de obra esclava. La economía de plantación resultó mucho más atractiva para los colonos franceses que el Canadá. Los franceses, al contrario que los ingleses, permitieron que se realizaran en las colonias todos los procesos de refinación del azúcar, aunque contradiciendo a su doctrina mercantilista. El azúcar era el principal cultivo esclavista y entre el 60 y 70% de los africanos introducidos en América acabó en una colonia azucarera europea. El primer contacto con la región provino de filibusteros y bucaneros con objetivos de piratería y contrabando, tratando luego de ocupar islas deshabitadas o desalojar a las guarniciones españolas más pequeñas. Ya desde antes, el Caribe atraía a estos navíos por ser el paso de las flotas españolas cargadas de plata, ahora con un desarrollo en la producción tropical de sus plantaciones. Los primeros en llegar fueron franceses, quienes se asentaron en la Isla de San Cristóbal, desde donde dirigieron su expansión. Su gobierno estuvo a cargo de Pierre Balain y su Compañía de Saint Cristophe, coexistiendo con ingleses. Fueron progresivamente desalojados por los españoles, quienes no consideraron rentable mantener una guarnición militar allí ni colonizar, lo que les permitió a los franceses –que se habían esparcido, dedicándose a la piratería (bucaneros)-, volver. Las plantaciones de azúcar y de tabaco mantuvieron activa a la isla. En 1664, el gobernador de la Isla Tortuga –próxima a Haití- vendió en 15.000 libras a la Compañía Francesa de las Indias Occidentales los derechos sobre la isla, quien nombró como gobernador a Bertrand d’Ogeron. Este colonizó la costa occidental de la vecina Santo Domingo, construyendo su capital, Port de Paix. Asentó a los filibusteros, trayendo sirvientes blancos y prostitutas, impulsando los cultivos de cacao, maíz, tabaco y café. En 1667, Luis XIV suprimió a la Compañía. Para regularizar la esclavitud, en 1685, Luis XIV promulgó el Código Negro (Code Noir) que otorgaba ciertos derechos humanos para los esclavos y las responsabilidades del capitán que estaba obligado a proporcionar alimentos y vestimentas para el bienestar general de sus esclavos. Dicho código también sancionaba los castigos corporales, aunque autorizaba a los capataces a aplicar métodos brutales para inculcar a sus esclavos la docilidad que fuera necesaria, haciendo caso omiso de disposiciones destinadas a regular la administración de castigos. En 1697, el Tratado de Ryswick implicó que España cediera a Francia el tercio de la isla de La Española o Santo Domingo. Las posesiones francesas se completaron controlando Guadalupe, Martinica, San Martín, Dominica, Santa Lucía y Granada, desarrollando la economía de plantación utilizando mano de obra esclava. Fueron llamadas Indias Occidentales. Las 13 Colonias comenzaron a abastecerlas de sal, carne, pescado, cereales, legumbres, madera y ganado a cambio de azúcar, sus derivados y otros productos tropicales – como la melaza, para hacer el ron-. Sin embargo, durante la Guerra de los Siete Años, los ingleses por orden del ministro William Pitt conquistaron todas las posesiones francesas menos Santo Domingo, que fueron devueltas tras el Tratado de París. Durante el S.XVIII en Haití ocurrió un despegue económico y un aumento demográfico: en 1730 tenía 30.000 habitantes y pasó a medio millón en 1789: 452.000 eran esclavos, el resto blancos y libertos. Por ese entonces, la isla era la principal productora mundial de azúcar, lo que obligó a importar casi un millón de esclavos entre 1750 y 1789. Hacia 1770 Haití producía casi el total de la producción de azúcar inglesa, dependiendo de los productos españoles (carne, alimentos, animales de tiro), aunque luego se abastecieron desde Venezuela y Puerto Rico, además de las 13 Colonias. La isla era regida por un gobernador y un intendente –ya creado desde 1663-, el cual dirigía; 1. Hacienda. Asuntos económicos. 2. Obras públicas. 3. Acuñaciones de moneda. 4. Supervisaba la labor del gobernador. 5. Solo rendía cuentas ante el rey. La sociedad se organizó en base a la pureza racial y el poder económico: 1. Grandes blancos. Funcionarios del gobierno francés y los dueños de las grandes plantaciones. Eran la cúspide de la pirámide social de la colonia, también fueron conocidos como la burguesía colonial esclavista. 2. Pequeños blancos. Blancos que no poseían tierras y que trabajaban en tareas comerciales y artesanales. Era un grupo muy conflictivo porque tenían fuertes recelos de los mulatos a quienes consideraban inferiores pero que muchas veces poseían fortunas muy superiores. 3. Mulatos y negros libres. Un grupo muy heterogéneo. Normalmente pretendían emular la vida y las costumbres francesas, conocidos como gens de couleur. El Real Censo de 1789 contó alrededor de 25 000 de esas personas. Mientras que muchas personas de color "libres" eran descendientes de antiguos esclavos africanos (libertos), la mayoría de los miembros de este grupo social parecen no haber sido nunca propiamente esclavos, sino más bien indios o una mezcla de personas de ascendencia africana, europea o amerindia llamados en español mulatos. Ser descendiente de indios o negros era considerado una degradación, así aunque la mayoría de los antepasados de una persona fuesen blancos y su tez fuese sonrosada, al descendiente remotamente de otra raza, se le consideraba persona de color. Normalmente, eran los descendientes de las mujeres esclavizadas o sirvientas que los colonos franceses llevaron como amantes, a través del plaçage, un derecho que regulaba el concubinato con cuarteronas (hijas de europeo y mulata o mestiza). Otros eran descendientes de los hacendados ricos. En las relaciones entre los hacendados con sus concubinas, muchas veces, estas eran beneficiadas por testamentos para heredar bienes considerables. Como el número de gens de couleur fue creciendo, quedaron sujetos a una legislación discriminatoria. Los estatutos los prohibían en cuanto al acceso a determinadas profesiones, casarse con blancos, el uso de ropa de Europa, llevar espadas o armas de fuego en público, o asistir a funciones sociales, donde los blancos estuvieran presentes. Sin embargo, estas regulaciones no limitaban su compra de tierras, y muchas explotaciones de gens de couleur acumularon sustanciales riquezas y hasta se convirtieron en propietarias de esclavos. En 1789, los libertos eran dueños de una tercera parte de las plantaciones y una cuarta parte de los esclavos de Haití. Fue clave para el aumento de las gens de couleur, las cada vez más numerosas plantaciones de café. 4. Esclavos. El número de esclavos superaba al de blancos en una proporción de más de 20 a 1, alrededor del 80 por ciento trabajaba en las plantaciones. Su origen era muy variado, ya que pertenecían a muy diversas etnias con costumbres y lenguajes muy diferentes. Esto contribuiría, unido al tráfico continuo, a las muertes tempranas, las enfermedades y a las fugas. La cultura africana siguió siendo fuerte entre los esclavos a finales del período francés, en particular, la religión vudú, que practicó un sincretismo con la liturgia católica. Los comerciantes esclavistas capturaban sus víctimas de toda la costa atlántica de África, y los esclavos que llegaron venían de cientos de diferentes tribus; por eso sus lenguas eran a menudo innumerables. Hoy día el idioma del pueblo haitiano es el créole, resultado de esta mezcla. 5. Negros cimarrones. El término cimarrón, que tiene origen en el Santo Domingo español, quiere decir salvaje, y se aplica a los esclavos que huían de sus dueños y que muchas veces se refugiaban en las montañas, ya sea en forma solitaria o formando pequeñas comunidades. En La Española, a raíz de la forma cruel en la que eran tratados, se sucedieron a lo largo de todo el periodo de esclavitud varias revueltas de esclavos que solían quemar las plantaciones donde estaban cautivos. Las autoridades y los propietarios de esclavos perseguían a los huidos, infringiéndoles graves e inhumanos castigos si los lograban capturar. Miles de esclavos huidos, encontraron la libertad en las montañas, formando comunidades y asaltando las plantaciones aisladas. Revolución de Haití. Carlos Malamud (Cap 13) y Johanna Von Grafenstein.