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Les doy las gracias por el liderazgo que siguen mostrando. Inspiran a todos a la
acción. Queridos hermanos y hermanas, recuerden una cosa: el Día de Malala no
es mi día. Hoy es el día de cada mujer, cada niño y cada niña que ha levantado la
voz por sus derechos. Hay cientos de activistas de derechos humanos y de
trabajadores sociales, que no sólo están hablando de sus derechos, sino que
están luchando para lograr el objetivo de la paz, la educación y la igualdad.
Miles de personas han sido asesinadas por los terroristas y millones han resultado
heridas. Yo sólo soy una de ellas: así que aquí estoy. Aquí estoy, una niña, entre
muchas otras. No hablo por mí, sino por aquellos que no tienen voz se puedan
hacer oír: aquellos que han luchado por sus derechos. Su derecho a vivir en paz.
Su derecho a ser tratados con dignidad. Su derecho a la igualdad de
oportunidades. Su derecho a la educación. Queridos amigos, el 9 de octubre de
2012, un talibán me disparó en el lado izquierdo de la cabeza; dispararon a mis
amigos, también. Pensaban que las balas nos iban a callar, pero fracasaron.
Y de ese silencio surgieron miles de voces. Los terroristas pensaban que iban a
cambiar mis objetivos y hacerme dejar mis ambiciones. Pero nada ha cambiado en
mi vida, excepto esto: la debilidad, el miedo y la desesperanza murieron. Nació la
Fuerza, el poder, el coraje. Yo soy la misma Malala: Mis ambiciones son las
mismas, mis esperanzas son las mismas. Y mis sueños son los mismos. Queridos
hermanos y hermanas: no estoy en contra de nadie.
Tampoco estoy aquí para hablar en términos de venganza personal contra los
talibán o cualquier otro grupo terrorista. Estoy aquí para hablar en nombre del
derecho a la educación de todos los niños. Quiero educación para los hijos e hijas
de los talibán y los terroristas y extremistas. Ni siquiera odio al talibán que me
disparó. Incluso si tuviera un arma en la mano y él estuviera de pie frente a mí, no
le dispararía.
Esto es lo que mi alma me dice: estar en paz y amor con todos. Queridos
hermanos y hermanas, nos damos cuenta de la importancia de la luz cuando
vemos oscuridad. Nos damos cuenta de la importancia de nuestra voz cuando
somos silenciados. De la misma manera, cuando estábamos en Swat, al norte de
Pakistán, nos dimos cuenta de la importancia de los lápices y libros cuando vimos
las armas.
El sabio dijo: “La pluma es más poderosa que la espada.” Es cierto. Los
extremistas tienen miedo a los libros y bolígrafos. El poder de la educación les da
miedo. Tienen miedo de las mujeres. El poder de la voz de las mujeres les da
miedo. Esto es por qué mataron a 14 estudiantes inocentes en el reciente ataque
en Quetta. Y es por eso que matan a las maestras.
Es por eso que están destruyendo escuelas todos los días: porque tienen miedo al
cambio y a la igualdad que llevaremos a nuestra sociedad. Recuerdo que un chico
en la escuela, al que un periodista preguntó por qué los talibán estaban en contra
de la educación, respondió muy simplemente apuntando hacia un libro: “un talibán
no sabe lo que está escrito en el interior de este libro.”
Ellos piensan que Dios es un ser minúsculo y conservador que apuntaría un arma
a la cabeza de la gente sólo porque van a la escuela. Estos terroristas están
haciendo mal uso del nombre del Islam para su propio beneficio personal.
Pakistán es un país amante de la paz y democracia. Pastunes quieren educación
para sus hijas e hijos. El Islam es una religión de paz, humanidad y fraternidad. Es
deber y responsabilidad de cada uno el conseguir educación para todos los niños,
eso es lo que dice. La paz es una necesidad para la educación.
Las niñas tienen que hacer el trabajo infantil doméstico y se ven obligadas a
casarse a una edad temprana. La pobreza,la ignorancia, la injusticia, el racismo y
la privación de sus derechos básicos son los principales problemas que enfrentan
mujeres y hombres. Hoy me estoy centrando en los derechos de la mujer y la
educación de las niñas, ya que ellas son las más afectadas. Hubo un tiempo en
que las activistas pidieron a los hombres que lucharan por ellas. Pero esta vez
vamos a hacerlo por nosotras mismas. No estoy diciendo que los hombres se
aparten de hablar sobre los derechos de la mujer; me estoy enfocando en que las
mujeres sean independientes y luchen por sí mismas.