Vous êtes sur la page 1sur 1

Con el más joven, conmigo | 13 nov 2017

Intuyo que hoy me enviás de un modo especial a los pobres-jóvenes. ¿De qué tienen hambre,
cómo tienen frío, en qué son extranjeros o no tienen techo los jóvenes? Me parece que no hay
que ser muy metafórico para darse cuenta de que muchos, infinitos jóvenes hoy no tienen
hogar.
Muchas veces son también ellos los “pecadores” -porque muchas miradas los señalan y
condenan como “perdidos”- que querés, preferís, esperás, primeros en tu Reino…
Por eso: darles hogar; hacerme familia, padre-madre. Como al pobre, también salir a buscarlos.
No por mí -no es una pastoral que dé mucha gratificación; suelen ser bastante difíciles de
acceder… porque como a todos: nos cuesta confiar- pero sí por verte a Vos en cada joven.
Buscarlos porque Vos estás, muchas veces sufriendo, en cada joven.
Por eso, recibirlos sin juzgar, sin demandas. Son los hijos pródigos de este tiempo que merecen
el anillo y el cabrito, la fiesta, sobre sus harapos de rebeldía, sus heridas de soledad e
incomprensión, su hambre de probar verdad-autenticidad-honradez, de ser escuchados, de
que les hablen también de valores que les atraigan, de que los animen en su intensidad
emocional, en su temor a un futuro que no saben (porque nunca lo hicieron) enfrentar. Su sed
de ser valorados, queridos, tocados con respeto, contenidos con libertad…
Sos Vos Jesús, y tu Buena Noticia, y tu Reino, que pueden tocar, oír, ver, para conocer una
alegría que no se agote, que sea completa. Si no conocen, si no encuentran esa Vida -esta casa,
esta familia- muchos se apagan en el camino, pero si la conocen, experimentan algo que los
levanta y que nadie les puede quitar.
“Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más joven de mis hermanos, lo hicieron
conmigo” (cf. Mateo 25).

Vous aimerez peut-être aussi