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Los oscuros intereses de algunos organismos internacionales para lograr la legalización del aborto en nuestro

país como control natal, incluyen el engañar a la opinión publica en circunstancias específicas, como es el
crear sentimientos de repudio contra la ley que penaliza el aborto --ley que protege del asesinato al bebé en el
vientre materno--, con el señuelo de hacer creer que una mujer con un embarazo de alto riesgo, deberá
obligatoriamente morir en aras de salvar la vida del hijo, porque, según afirman, así lo dicta nuestra
Constitución, en cuanto al aborto terapéutico.

Esto es una falacia con la que se quiere distorsionar la verdad, dándole a la ley un inhumano, injusto e
irresponsable cariz.

Para dar un mentís a tan aviesa falsedad, haré un pequeño resumen del aspecto legal del aborto terapéutico.

En la ley contra el aborto, que defiende la vida del individuo desde el momento de su concepción (hasta su
muerte natural), ningún artículo dicta que la vida del bebé tiene prioridad sobre la vida de la madre, y menos
que a la madre debe exponérsele a morir inexorablemente si ésta se encuentra en grave riesgo, para salvar al
niño. Tal aseveración es totalmente tendenciosa.

El Código Penal, aunque indica que todo tipo de aborto constituye delito, incluyendo el terapéutico --que
significa matar DE PROPOSITO al niño por nacer, para salvar a la madre--, también expone las causas que
excluyen al aborto de considerarse delito, entre las que especifica que está totalmente exento de ser delito, el
hacer todo lo posible por salvar a la madre y como consecuencia NO DESEADA, no intencional, de un
procedimiento médico al haber agotado todas las otras posibilidades de terapia, se provoque un aborto
INDIRECTO en el que muera el niño. Este punto se encuentra en el artículo 27, inciso 3, del parte general
aplicable del mismo código, referente a las causas excluidas de responsabilidad penal:

Capítulo II, artículo 27, No es responsable penalmente: 3) Quien actúa u omite por salvaguardar un bien
jurídico, propio o ajeno, de un peligro real, actual o inminente, no ocasionado intencionalmente, lesionando
otro bien de menor o igual valor que el salvaguardado, siempre que la conducta sea proporcional al peligro y
que no se tenga el deber jurídico de afrontarlo.

Por tanto:
a) Si un médico trata de salvar a la madre pero como consecuencia muere el niño, NO ES DELITO.

b) Si un médico mata DELIBERADAMENTE al niño para “disque” salvar a la madre, SI ES DELITO.

Hace unos días, en Nicaragua, conociendo los intereses mezquinos de organismos mundiales como la ONU,
por controlar la natalidad de los países tercer mundistas, mediante el aborto, sabiendo las multitudinarias
mayorías de los nicaragüenses, que la legalidad del aborto terapéutico es una puerta abierta para consumar
todo aborto, se reunieron novecientas mil firmas de petición, lográndose penalizar el mismo. Las reacciones
de instituciones como la UNPF, la Unicef, que supone proteger a los niños, embajadas europeas, como
Suecia, y los médicos abortistas, propietarios de clínicas de aborto, no tardaron en dejarse oír, pregonando
que la mortalidad de las mujeres aumentará en un 65%.

Paradójicamente, las estadísticas aquí, de la página Web del Ministerio de Salud, muestran todo lo contrario,
pues la mortalidad materna ha disminuido enormemente desde que el aborto fue penalizado en 1994:
1994=99.7; 1995=74.0; 1996=68.0; 1997=51.4; 1998=62.6; 1999=40.5. Lo mismo ha sucedido en Chile,
donde el aborto está penalizado.

Curiosamente, de los fondos que se consideran ayudas destinadas por a esas instituciones internacionales
para implementar el desarrollo social de los países pobres, lo que realmente llega a éstos es un ínfimo
porcentaje, pues la mayor parte sirve para cubrir gastos de alquiler de grandes edificios, honorarios de su
personal administrativo, y para subvencionar campañas y congresos de planificación familiar, que incluyen
principalmente el aborto.
El escritor Alfonso Aguilló afirma que atrás de las supuestas razones filantrópicas de solidaridad humanitaria,
están los tenebrosos intereses políticos y económicos de muchos por sostener el imperialismo económico de
ganar dinero a expensas del tercer mundo, manteniendo un rentable colonialismo demográfico.

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