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BIOGRAFIA DE LUCAS

Evangelista, colaborador del apóstol Pablo y médico de profesión.


Considerado autor de los “Hechos de los Apóstoles” y del “Evangelio de san Lucas”,
el último y más rico en detalles de los tres evangelios sinópticos. Redactado hacía
el año 60 d. de C., está basado en el Evangelio de san Marcos y en material
procedente tal vez de otro evangelio más antiguo, y presenta a Jesús como el
liberador de las ataduras del mundo, especialmente dedicado a los pobres y
marginados.
Nacido en una familia pagana de Antioquia, se convirtió al cristianismo en el año 42.
Entre los compañeros de Pablo que enviaron saludos en su carta a la iglesia de
Colosas aparece “Lucas (gr. Loukas) “el médico amado” (Col. 4.14); la forma en que
se lo describe sugiere que había atendido a Pablo como médico, indudablemente
durante el encarcelamiento de este.
En Flm. 24, probablemente escrita en la misma época, se lo describe como
compañero de tareas de Pablo, lo que sugiere que su ayuda en la obra del evangelio
no se limitaba a su profesión de médico.
Era compañero de viajes de San Pablo. En los Hechos de los apóstoles, al narrar
los grandes viajes del Apóstol, habla en plural diciendo "fuimos a... navegamos a..."
Y va narrando con todo detalle los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a
San Pablo en sus 4 famosos viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste
estuvo prisionero, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es
el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Era griego.
Biografía de Felipe

El evangelio dice que nació en Betsaida en Galilea. San Juan cuenta que Jesús lo
llamó a pertenecer al grupo de sus discípulos al día siguiente de haber llamado a
San Pedro y San Andrés. Felipe fue el que llamó a Natanael o Bartolomé y lo llevó
a donde Jesús. Cuando el Señor eligió a los 12 apóstoles, uno de los elegidos fue
Felipe. Y el día de la multiplicación de los panes, antes de obrar el milagro, Jesús le
preguntó a Felipe: "¿De dónde crees tú que podremos conseguir pan para tanta
gente?". Un día en que unos griegos extranjeros quisieron hablar con el Divino
Maestro le pidieron a Felipe que los llevara hacia El. Y en la Ultima Cena este fue
el apóstol que le dijo a Jesús: "Señor: muéstranos al Padre", y Jesús le respondió:
"Felipe, quien me ve a Mí, ve al Padre". El día de Pentecostés, Felipe recibió junto
con los otros apóstoles y la Virgen María, al Espíritu Santo en forma de lenguas de
fuego.
Los narradores antiguos dicen que este Apóstol después de Pentecostés se fue a
evangelizar a Bitinia, en el Asia Menor (cerca del Mar Negro). Papías, un autor del
siglo II afirma que San Felipe logró el milagro de resucitar a un muerto. Y San
Clemente de Alejandría dice que lo hicieron morir crucificado en una persecución
contra los cristianos.
Biografía de esteban
Esteban fue uno de los siete hombres elegidos por los discípulos, poco después de
la resurrección, para atender la distribución de la ayuda destinada a las viudas de
la iglesia, de tal forma que los apóstoles mismos pudieran estar libres para sus
tareas espirituales (Hch. 6.1–6). Todos estos hombres tenían nombres griegos, lo
cual hace suponer que eran judíos helenísticos (por lo pronto uno de ellos, Nicolás
de Antioquía, era prosélito). Esteban se destaca como sobresaliente en fe, gracia,
poder espiritual, y sabiduría (6.5, 8, 10). Encontró tiempo para hacer más que el
trabajo especial que le habían asignado, ya que se encontraba entre aquellos que
se destacaron por su don para obrar milagros y predicar el evangelio.

Pronto, sin embargo, entró en conflicto con la sinagoga helenística, motivo por el
cual fue llevado ante el sanedrín, acusado de blasfemia (6.9–14). Esteban, con su
rostro como el de un ángel, respondió las acusaciones ofreciendo una reseña de la
historia de Israel, y con un ataque a los judíos por haber continuado con la tradición
de sus padres y haber dado muerte al Mesías (6.15–7.53), despertando de esta
manera la furia del concilio contra su persona. Cuando sostuvo que en ese momento
veía a Jesús ubicado a la diestra de Dios (probablemente como su abogado o como
testigo en su defensa) fue llevado y muerto por apedreamiento (7.54–60). Enfrentó
la muerte con valor, como lo hizo su Maestro, ante acusaciones de falsos testigos
de que buscaba la destrucción del templo la ley (Mt. 26.59–61). Oró como lo había
hecho Jesús (Lc. 23.34), rogando por el perdón de sus perseguidores, y encomendó
su alma en las manos de Cristo (Lc. 23.46). Fuera o no una ejecución legal, el hecho
es que Pilato, quien normalmente vivía en Cesarea, fingió no tener conocimiento de
lo que ocurría.
La muerte de Esteban tuvo notables consecuencias. La persecución posterior a este
hecho (Hch. 8.1) llevó a una más amplia predicación del evangelio (8.4; 11.19). La
muerte de Esteban también fue indudablemente un factor que influyó para que
Saulo de Tarso aceptara a Cristo (7.58; 8.1, 3; 22.20). Pero, sobre todo, el discurso
de Esteban se tradujo en el comienzo de una revolución teológica en la iglesia
primitiva, ya que por primera vez se enunciaron claramente los principios de la
misión universal. Lucas registra el hecho en todos sus detalles, lo cual indica la
importancia que le asignaba al mismo.
El tema de Esteban al repasar la historia de Israel era el de que la presencia de Dios
no puede quedar limitado a un solo lugar, y que el pueblo siempre se ha rebelado
contra la voluntad de Dios. Demostró, en primer lugar, que Abraham vivió una vida
de peregrino, sin haber heredado la tierra que se le había prometido (7.2–8). Luego
pasó a demostrar que José también se fue de Canaán, vendido por sus hermanos
en razón de su envidia (vv. 9–16). Una extensa parte del discurso se refiere a
Moisés, contra quien se alegaba que había hablado Esteban (vv. 17–43). También
demostró que Moisés fue rechazado por sus hermanos cuando se acercó a ellos
con el propósito de liberarlos, no obstante, lo cual fue vindicado por Dios cuando lo
envió de nuevo a Egipto con el fin de sacar a su pueblo de la esclavitud. Pero una
vez más se desviaron hacia la idolatría en el desierto y se negaron a obedecer a
Moisés. Esta idolatría siguió hasta el cautiverio en Babilonia, debido a su afán de
poseer dioses visibles.
La sección siguiente del discurso (vv. 44–50) se ocupa del tabernáculo y el templo.
El tabernáculo era transportable y acompañó al pueblo de Dios en su peregrinaje.
El templo era estable y muy fácilmente dio lugar a un concepto localizado de Dios.
Pero el Altísimo no mora en casas hechas por manos (Mr. 14.58). La religión judaica
se había vuelto estática y no prosiguió hacia adelante, hacia el templo nuevo, o sea
el cuerpo de Cristo.
Las referencias al tabernáculo y todo el concepto del culto cristiano real, pero
invisible, se elabora debidamente en la Epístola a los Hebreos, de la que se ha
señalado que tiene una marcada afinidad con este discurso. Es evidente que Pablo,
también, elaboró los principios establecidos por Cristo y expuestos aquí por
Esteban. Cuando dichos principios llegaron a ser comprendidos por la iglesia hubo
una ruptura total con el antiguo culto del templo (Hch. 2.46). Los cristianos se dieron
cuenta de que en la práctica no constituían simplemente una secta del antiguo
Israel. Formaban, en cambio, el nuevo pueblo de Dios, con el verdadero templo,
altar y sacrificio, vivían la verdadera vida de peregrinos, y eran rechazados por los
judíos como lo habían sido los profetas y Jesús mismo.

Eunuco
varón castrado, En las cortes reales estos hombres eran servidores o guardianes
de la reina, del harén y de otras mujeres. (Est 2:3, 12-15; 4:4-6, 9.) Debido a su
proximidad a la casa real, era frecuente que los eunucos con buenas aptitudes
llegasen a puestos de alto rango. En sentido amplio, el término también aplicaba a
cualquier oficial que tuviera deberes en la corte del rey, sin que esto significase que
fuera eunuco en sentido literal.

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