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En una historia clínica detallada y una exploración física exhaustiva junto a una serie de pruebas
complementarias de interés
La historia clínica deberá recoger los antecedentes familiares y personales, incluyendo historia
de tabaquismo, datos sociodemográficos, la historia previa y evolución de la enfermedad actual
y los tratamientos realizados, tanto previos como activos.
En la exploración física, además del examen habitual por órganos y aparatos, es de especial
trascendencia realizar una evaluación detallada del aparato locomotor y detectar precozmente
la existencia de un patrón inflamatorio en caso de afectación tanto oligo como poliarticular y la
presencia o no de afectación sistémica asociada.
Las técnicas de imagen como la ecografía y la resonancia magnética nuclear (RMN), tendrían
una indicación más selectiva e individualizada en los casos en las que la sospecha sea alta pero
la artritis no sea clínicamente evidente.
En pacientes que presentan signos y síntomas que sugieren una artritis de reciente comienzo,
los diferentes estudios demuestran que la determinación de FR, de ACPA, un hemograma
completo y las técnicas de imagen respaldan la sospecha de la enfermedad.
En esta fase, se debe evitar la utilización de glucocorticoides (GC) por vía oral o bien, utilizarse
a dosis bajas, de menos de 7,5 mg/día y por un periodo de tiempo limitado. Ante la sospecha
de una ARC, el uso de GC solo debe estar prescrito por el reumatólogo y siempre en
combinación con un FAME y en base a su efecto5
En pacientes con enfermedad renal crónica o enfermedad inflamatoria intestinal, los AINE
deben de evitarse;
Siempre que sea posible se pautará una dosis única diaria a primera hora de la mañana.
La dosis se reducirá de forma progresiva (pasando las dosis fraccionadas a toma única antes de
la disminución de dosis) hasta la supresión de la medicación en el caso de respuesta clínica
adecuada.
Con la llegada de los nuevos FAME sintéticos que reconocen una diana específica, estos se han
subclasificado en:
Las pautas de terapia combinada de inicio en la AR que incluyen dosis de 30 mg/d de prednisona
o equivalente han demostrado ser igual de eficaces que las pautas que incluyen dosis de 60 mg/d
en el seguimiento a un año.
a) Ejercicio físico En general, en los pacientes con AR, la resistencia al ejercicio y la fuerza
muscular están disminuidas y a menudo el dolor conduce a reducir la actividad física y evitar la
movilidad, aumentando el riesgo de atrofia muscular. Desde el momento del diagnóstico se
puede ya implementar un programa de ejercicio físico aeróbico y de fortalecimiento muscular
que incluya también medidas para mejorar la flexibilidad, la coordinación y la destreza manual.
Un metaanálisis ha mostrado que la actividad física reduce la fatiga en los pacientes con AR233
y el ejercicio físico puede prevenir la osteoporosis.
b) Terapia física La aplicación de agentes físicos en regiones sintomáticas tiene como objetivo
principal mejorar el dolor y la rigidez articular. También contribuye a mejorar la movilidad
articular, la fuerza muscular y la función de la articulación.