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INTEGRANTES:
MUÑOZ CABADA YUBIRI DESSIREA.
JESUS ORRILLO TIRSA ALEJANDRA BELEN.
PACHECO BEJARANO ANGIE SOLANGE.
GONZALES HAZIEL.
OCAMPO STEVAN.
COLEGIO:
I.E 6047 JOSÉ MARÍA ARGUEDAS – SAN ROQUE.
GRADO Y SECCIÓN:
5TO “D”
PROFESOR:
FRANKLIN CAMPOS FANOLA.
ÁREA:
COMUNICACIÓN.
ÍNDICE
A.- UBICACIÓN TEXTUAL: ..................................................................................................................... 3
1.- Marco histórico: ......................................................................................................................... 3
2.- Biografía: .................................................................................................................................. 43
3.- Corriente literaria: .................................................................................................................... 48
4.- Otros autores de la época: ........................................................................................................ 50
5.- Otras obras del autor: ............................................................................................................... 62
6.- Características de sus obras: ..................................................................................................... 63
B.- CLASIFICACIÓN DE LA OBRA:......................................................................................................... 65
1.- Título: ¿Por qué?....................................................................................................................... 65
2.- Género literario: ....................................................................................................................... 65
3.- Especie:. ................................................................................................................................... 65
C.- ANALISIS LITERARIOS: ................................................................................................................... 65
1.- Argumento literario: ................................................................................................................. 65
2.- Ficha lexical: ............................................................................................................................. 81
3.- Personaje principal: .................................................................................................................. 83
4.- Personajes secundarios:............................................................................................................ 83
5.- Tema principal: ......................................................................................................................... 84
6.- Temas secundarios: .................................................................................................................. 84
7.- Lengua utilizada:. ...................................................................................................................... 84
8.- Figuras literarias: ...................................................................................................................... 84
9.-Estilo literario: ........................................................................................................................... 86
10.- Idea central:............................................................................................................................ 86
11.- Lugares: .................................................................................................................................. 86
12.- Organización del contenido:.................................................................................................... 86
D.- CRÍTICA Y VALORACIÓN: ............................................................................................................... 86
E.-BIBLIOGRAFÍA: ............................................................................................................................... 87
F.- ANEXOS O APÉNDICE: ................................................................................................................... 88
G.-CONCLUSIONES: ............................................................................................................................ 89
A.- UBICACIÓN TEXTUAL:
Fidel Castro también fue diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular desde
1976, así como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (1956-
2008) y mantuvo el poder como primer secretario delPartido Comunista de Cuba desde
1965 hasta 2011, cuando definitivamente dejó su puesto como líder de su país y
transfirió todos los poderes de la nación como establece la constitución al primer
vicepresidente, su hermano Raúl. Profesionalmente era abogado, licenciado
en derecho diplomático y doctor en derecho civil.
Fidel Castro se inició en la vida pública como político opositor y destacó especialmente
tras el asalto al cuartel Moncada en 1953, por el que fue condenado a prisión. Tras ser
indultado gracias a la presión de la opinión pública, se exilió en México, donde planeó
la invasión guerrillera de 1956. Llegó al poder tras encabezar laRevolución cubana, que
triunfó el 1 de enero de 1959, derrocando a la dictadura de Fulgencio Batista. Fue
nombrado primer ministro el 27 de febrero del mismo año por el presidente Manuel
Urrutia. Lideró en 1961 la adopción del marxismo por el Gobierno revolucionario,
estableciendo el primer Estado socialista de América. Tras lareforma constitucional de
1976, fue elegido presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. Fue el
fundador del Partido Comunista en 1965, y desde entonces hasta 2011 fue su primer
secretario.
El 19 de febrero de 2008, en una carta publicada en el diario Granma, anunció que no
se presentaría ni aceptaría el puesto de presidente y comandante en la reunión de
la Asamblea Nacional del Poder Popular del 24 de febrero del mismo año.
En marzo de 1952, Fidel Castro denunció a Batista ante un Tribunal de Urgencia por
violar la constitución. En ella exponía que los delitos cometidos eran competencia de
aquel tribunal y sobre la posible actuación de este argumentó:
Los tribunales rechazaron la demanda, por lo que Castro entendió que se legitimaba la
lucha armada como única vía posible para derrocar la dictadura.
El intento de tomar el Cuartel Moncada se debió a que, por sus características (un
importante valor estratégico por su posición, agrupaba al menos 3000 armas, además
de encontrarse en una zona activamente opuesta al golpe dado por Batista), podría
propiciar un levantamiento popular armado, llamar al pueblo a lahuelga general desde
la radio y aprovechar las cualidades del terreno (rodeado de montañas y cerca del mar)
que pudieran posibilitar el desarrollo de la lucha armada.
Compañeros: podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas
maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si
vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el
gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El
pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol!
Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡libertad o muerte!
Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que
salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a
tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán que quedarse por falta de
armas. Los que estén determinados a ir, den un paso al frente. La consigna es no
matar sino por última necesidad.
El ataque sería realizado por tres grupos: uno dirigido por Abel Santamaría, que debía
tomar el Hospital Civil, otro al mando del hermano de Fidel, Raúl Castro, que debía
tomar el Palacio de Justicia y el grupo principal dirigido por Fidel que debía tomar la
jefatura del cuartel. El intento fracasó, entre otros factores, porque se perdió el factor
sorpresa a partir de una posta que elregimiento en el cuartel agregó a causa de la
celebración de los carnavales en la ciudad.
Tras varios días caminando, deciden entrar en una pequeña casa en la sierra, siendo
sorprendidos mientras dormían. Castro salva la vida gracias al sargento que lo detuvo,
que al entregarlo exigió que no fuese torturado.
Tras veintidós meses de prisión fue liberado durante la amnistía general de mayo de
1955. Meses después se exilió a Estados Unidos y finalmente a México.
La lucha revolucionaria:
Tras financiarse mediante ayudas particulares, especialmente con el dinero que le
proporcionó Aureliano Sánchez Arango, exministro de Prío, regresó a Cuba con otros
82 miembros del denominado Movimiento 26 de Julio el 2 de diciembre de 1956 a
bordo del yate Granma con la intención de invadir la isla. El desembarco debía
ejecutarse de forma sincronizada con un grupo de miembros de la organización,
encabezado por Frank País, que trataría de tomar Santiago de Cuba.
Los revolucionarios llegaron a contar con más de 800 combatientes con los que
comenzaron la invasión a escala nacional (frente a los más de 70 000 combatientes de
Batista), aunque la carencia de armas fue un condicionante fundamental. Castro,
comandante de la expedición, fue nombrando progresivamente como comandantes al
Che, Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Almeida y algunos otros, ocupando él desde
aquella época la graduación de «comandante jefe» (lo que evolucionó hasta
«comandante en jefe»).
Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad al poder, no será
como en el 95, que vinieron los americanos y se hicieron dueños de esto, que
intervinieron a última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García, que
había peleado durante treinta años, no lo dejaron entrar en Santiago de Cuba. No será
como en el 33, que cuando el pueblo empezó a creer que una Revolución se estaba
haciendo, vino el señor Batista, traicionó la Revolución, se apoderó del poder e instauró
una dictadura por once años. No será como en el 44, año en el que las multitudes se
enardecieron creyendo que al fin el pueblo había llegado al poder y los que llegaron al
poder fueron los ladrones. Ni ladrones, ni traidores ni intervencionistas, esta vez sí que
es la Revolución.
La tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por
hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás
en lo adelante todo sea más difícil. Decir la verdad es el primer deber de todo
revolucionario. Engañar al pueblo, despertarle engañosas ilusiones, siempre traería las
peores consecuencias, y estimo que al pueblo hay que alertarlo contra el exceso de
optimismo.
Durante ese discurso, una paloma de las lanzadas por algunas mujeres del movimiento
se posó en su hombro, lo que le otorgó tintes místicos de cara a sus seguidores.
Gobierno:
Fidel Castro fue nombrado primer ministro el 16 de febrero de 1959 y elegido
presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba el 3 de
diciembre de 1976, cargos que ocupó hasta el 24 de febrero de 2008. Desde 2008
hasta 2016, cuando falleció, fue diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y
primer secretario del Partido Comunista de Cuba.
Llegada al poder:
Tras el triunfo revolucionario, el nuevo presidente del país, Manuel Urrutia, designa al
liberal José Miró Cardona como primer ministro el 5 de enero de 1959 al frente de un
Gobierno de transición, de corte moderado y composición heterogénea, que aspiraba a
agrupar a los distintos grupos políticos del país (con presencia de ministros del
Movimiento 26 de Julio). Estados Unidos reconoce este Gobierno dos días después.
Castro entra triunfalmente a La Habana con sus tropas el 8 de enero y Urrutia le
nombra Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y le encomienda la tarea de
reorganizar los institutos armados de la República.
Según Castro, su principal objetivo era desarrollar aquellas medidas que pretendían
aplicar si el asalto al Cuartel Moncada hubiera fructificado (entre las que se reflejaban
la reforma agraria, la reinstauración de la Constitución de 1940, la confiscación de los
bienes usurpados durante la dictadura o la participación de los obreros en los
beneficios de sus empresas).
El tema racial es mencionado por primera vez en un dicurso pronunciado por Castro el
2 de marzo de 1959, donde el pidió a la población eliminar la discriminación racial, y
estableció su política de crear escuelas y puestos de trabajo a los cuales los negros
cubanos tuvieran acceso. A partir de ese momento, manifestaciones de racismo fueron
consideradas contrarrevolucionarias y políticamente condenadas por las autoridades.
Castro comenzó un proceso de trabajo político y educacional desde 1959 para la
erradicación del racismo. Con la eliminación de espacios privados como clubs, playas,
escuelas y hospitales, desapareció también la posibilidad que tenían los dueños de
decidir quienes eran sus miembros y de hacer dicha selección basados en cuestiones
raciales. El gobierno cubano también comenzó a arrestar a los líderes de la mafia y
tomar millones en efectivo. Antes de morir, Meyer Lansky dijo que Cuba lo
"arruinó".Según Enrique Cirulo, historiador especializado en la mafia, Cuba es el único
país donde la mafia ha experimentado una caída tan precipitada.
A mediados de julio de 1959 dimite del cargo de primer ministro argumentando que sus
diferencias con el presidente ponían en peligro el proceso revolucionario, lo que motivó
una masiva exigencia popular para que se reincorporara al cargo, forzando la renuncia
del presidente Urrutia el 17 de julio. El nuevo presidente de la República, Osvaldo
Dorticós, lo vuelve a nombrar primer ministro el 26 de julio.
Y sin inmutarnos por las amenazas, sin inmutarnos por las maniobras, recordando que
un día nosotros fuimos 12 hombres solamente y que, comparada aquella fuerza
nuestra con la fuerza de la tiranía, nuestra fuerza era tan pequeña y tan insignificante,
que nadie habría creído posible resistir; sin embargo, nosotros creíamos que
resistíamos entonces, como creemos hoy que resistimos a cualquier agresión. Y no
solo que sabremos resistir cualquier agresión, sino que sabremos vencer cualquier
agresión, y que nuevamente no tendríamos otra disyuntiva que aquella con que
iniciamos la lucha revolucionaria: la de la libertad o la muerte. Solo que ahora libertad
quiere decir algo más todavía: libertad quiere decir patria. Y la disyuntiva nuestra sería
«patria o muerte».
Palabras pronunciadas por Fidel Castro en las honras fúnebres de las víctimas de la
explosión del vapor "La Coubre", el 5 de marzo de 1960
Tras el atentado, el Gobierno cubano, que acusa de los hechos a Estados Unidos,
afirma que comprará armas a quien se las venda. El 17 de marzo de 1960, el
presidente Eisenhower ordena la preparación de hombres para invadir la isla. El 8 de
mayo se reanudan las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, interrumpidas
por Batista en 1952.
Fue una de las mayores crisis, junto al Bloqueo de Berlín y los ejercicios Able Archer
83, entre ambas potencias durante la Guerra Fría y en la de Cuba es donde más cerca
se estuvo de una guerra nuclear. De hecho sólo dos veces en la historia se ha
alcanzado una condición de defensa DEFCON 2 en Estados Unidos.
Antecedentes:
Los orígenes del conflicto residen en la siguiente cadena de hechos:
Comienza la crisis:
La instalación del Misil balístico de alcance medio R-6 (misil) por parte de personal
militar soviético en Cuba fue descubierta por las fotografías de un tipo especial de avión
espía estadounidense, el U-2, en vuelo sobre Cuba a mediados de 1962. Analistas de
la CIA señalaron al presidente John F. Kennedy que las estructuras fotografiadas en
Cuba parecían corresponder a instalaciones de misiles tácticos, todavía no operativas
pero que lo estarían en poco tiempo, lo cual significó para el gobierno de EE.UU. una
gran preocupación por cuanto apenas 200 kilómetros separaban al territorio
estadounidense (específicamente la península de Florida) de las costas cubanas
(distancia que se consideraba fácilmente superable por los misiles soviéticos) y
dejarían sin respuesta a la defensa de EE.UU. y los sistemas de alerta temprana de
batalla.
El Sábado Negro:
La posición estadounidense se enfrentaba a la soviética y la perspectiva de una guerra
abierta entre ambos estados parecía cercana, sea con un mutuo ataque de misiles
intercontinentales ICBM o atacando la URSS a los países aliados de EE. UU.
en Europa Occidental, mientras los consejeros militares de John F.
Kennedy consideraban seriamente el escenario de una guerra nuclear a gran escala
para detener a la URSS. Los buques estadounidenses continuaban buscando navíos
soviéticos en ruta hacia Cuba, ordenando por radio y comunicaciones navales su
desvío en caso de hallarlos, pero ninguno de ambos bandos se atrevía a usar la fuerza
para lograr sus fines, por temor a las repercusiones en otras partes del mundo, una
respuesta militar en Europa o un ataque en Alemania.
Sin embargo, el 26 de octubre el gobierno soviético enviaba a Washington D.C. un
mensaje personal de Jruschov a Kennedy para llegar a un acuerdo: los buques
soviéticos se retirarían si el gobierno estadounidense lanzaba una declaración pública
renunciando a derrocar al régimen de Fidel Castro y ofreciendo no patrocinar ningún
ataque bélico con ese fin.
Además, la propuesta soviética establecía que los Estados Unidos también deberían a
cambio ejecutar el desmantelamiento de las bases de misiles
nuclearesestadounidenses situadas en territorio de Turquía, país fronterizo con la
URSS. También se pedía el retiro del Misil balístico de alcance medio PGM-19
Jupiter que los estadounidenses mantenían en el sur de Italia.
Fin de la crisis
De esta forma pudo terminar la crisis, sin dar muestras de debilidad ni de derrota por
ninguna de ambas potencias, ya que el teatro de la Guerra Fría quedó así igualado, y
se volvió a evitar el conflicto directo; algo que tanto en Washington como en Moscú no
se quiso ni imaginar, por mucho que la publicidad bélica de la época dijera lo contrario;
trasladando los enfrentamientos a terceros países como fueron los casos
de Corea y Vietnam. Sin embargo, Estados Unidos mantuvo la presión sobre el
régimen cubano por considerarlo un motivo de inestabilidad en la zona.
Consecuencias:
En ese momento se creó el llamado teléfono rojo, una línea de comunicaciones directa
entre la Casa Blanca y el Kremlin, con el fin de agilizar las conversaciones entre ambas
potencias durante períodos de crisis, evitando las demoras diplomáticas, y tratando de
subsanar posibles malentendidos sobre la cuestión nuclear.
B). - Social:
Durante las casi cinco décadas que gobernó Cuba,Fidel Castro impuso un sistema
represivo que castigó prácticamente todas las formas de disenso, un legado que
lamentable perdura incluso después de su muerte.
“A medida que los países de América Latina abandonaban gradualmente los regímenes
autoritarios, la Cuba de Fidel Castro siguió siendo el único país de la región que
continuó reprimiendo prácticamente todos los derechos civiles y políticos”,
expresó José Miguel Vivanco, director para la Américas de Human Rights Watch. “El
régimen represivo creado por Fidel Castro pudo mantenerse en pie durante décadas
gracias a un control draconiano que incluía duros castigos impuestos por el gobierno a
quienes se atrevían a disentir mínimamente”.
Castro llegó al poder en 1959, tras liderar una revolución que derrocó al gobierno
corrupto y abusivo de Fulgencio Batista. Gobernó por decreto hasta 1976, año en que
se reformó la estructura del gobierno mediante una nueva constitución, cuya redacción
supervisó él mismo. Desde entonces, y hasta que traspasó el poder a su hermano Raúl
en julio de 2006, Fidel Castro desempeñó los tres cargos con más poder en el gobierno
de Cuba: presidente del Consejo de Estado, presidente del Consejo de Ministros y
primer secretario del Partido Comunista de Cuba. Fidel Castro renunció oficialmente a
su función de presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros en febrero
de 2008, y dejó su rol como primer secretario el 19 de abril de 2011.
Los distintos intentos del gobierno estadounidense para propiciar cambios en Cuba
durante el régimen de Castro fracasaron una y otra vez. En la década de 1960, estos
intentos incluyeron acciones militares encubiertas para deponer a Castro, como la
invasión fallida en Bahía de Cochinos y varios intentos frustrados de asesinato. El
Presidente Dwight Eisenhower impuso el embargo en 1960, y esta medida
posteriormente fue ampliada por el Presidente John F. Kennedy y se formalizó con la
adopción de la Ley por la Libertad y la Solidaridad Democrática en Cuba (Cuban Liberty
and Democratic Solidarity Act), de 1996. Esta ley, también conocida como “Helms-
Burton”, prohíbe al presidente de Estados Unidos levantar las restricciones comerciales
mientras Cuba no haya legalizado la actividad política y expresado un compromiso de
celebrar elecciones libres y justas. También prohíbe levantar el embargo mientras Fidel
o Raúl Castro estén en el poder.
Los arrestos arbitrarios y las detenciones breves son habituales e impiden que
defensores de derechos humanos, periodistas independientes y otras personas puedan
reunirse o desplazarse libremente. A menudo se realizan detenciones preventivas de
personas para evitar que participen en marchas pacíficas o en reuniones políticas.
El triunfo de la revolución cubana fue uno de los eventos políticos más populares del
siglo XX. El movimiento social, que la mayoría de la población cubana inicialmente
aplaudió y por el que muchos arriesgaron su vida, tuvo la capacidad de captar la
imaginación. Romántico en su ejecución, con un clamor de justicia social, disfrutó de
amplio apoyo internacional.
Sin embargo, 40 años después de aquella eclosión, 1.7 millones de personas --el 15
por ciento de los cubanos-- de una población de 11.2 millones, habían abandonado la
isla al sentirse desencantados o traicionados por la revolución. Un proceso de
desafecto político llevó a muchos cubanos --entre ellos ardientes simpatizantes en los
comienzos-- a dejar su patria y convertirse en refugiados en otras tierras.
El éxodo cubano tras la llegada de Fidel Castro al poder, alberga cuatro grandes
oleadas migratorias, cada una caracterizada por una composición social diferente, con
respecto a clase social, raza, educación, género, composición familiar y valores;
diferencias que fueron resultado de las cambiantes fases de la revolución cubana. La
comunidad cubana en el Estados Unidos de hoy está compuesta por distintas
''cosechas migratorias'' --inmigrantes que vivieron diferentes procesos sociales de
madurez, a veces incapaces de comprenderse entre sí.
En la primera ola (1959-1962), los que se fueron constituían la elite de Cuba: ejecutivos
y propietarios de firmas, grandes comerciantes, propietarios de ingenios, ganaderos,
representantes de compañías extranjeras y profesionales. Se fueron cuando la
revolución sacudió el viejo orden social con medidas como la nacionalización de la
industria norteamericana y las leyes de reforma agraria, así como el rompimiento de
relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos. ''Los que esperan''
representan estos primeros refugiados que llegaron pensando que el exilio sería
temporal, aguardando por la ayuda estadounidense para derrocar el nuevo gobierno de
Cuba.
''Los que escaparon'' constituyen la segunda fase que comenzó con la creciente
agitación política. La Iglesia Católica, que denunció la revolución, fue silenciada; el
sistema electoral fue desmantelado; y la sociedad civil se derrumbó, al tiempo que eran
clausurados los medios de prensa independientes, las estaciones de radio y televisión,
y Fidel Castro anunciaba que siempre había sido marxista-leninista y que lo seguiría
siendo hasta el fin de sus días.
Como resultado, el éxodo se duplicó. Castro calificó a todos los que se fueron como
''gusanos''. Aunque seguía siendo un éxodo principalmente de la clase media y alta,
esta vez la mayoría era de la clase media, cubanos que quisieron escapar de un
intolerable orden nuevo.
Los censos estadounidenses de 1990 y 2000 califican a los cubanos de acuerdo con el
año en que vinieron a EE.UU. El censo de 1990 provee un estimado mejor de las
primeras oleadas, mientras que el de 2000, ofrece un cuadro extendido sobre las
oleadas más recientes. De acuerdo con el censo de 1990, entre 1960 y 1964, llegaron
unos 173,000 cubanos. La primera oleada terminó en octubre de 1962 cuando, como
resultado de la Crisis de los Misiles, todos los vuelos comerciales cesaron.
De esta forma, a juicio de Amaro y Portes, la emigración dejó de ser política y se volvió
económica. Su distinción, sin embargo, ignora que aunque la vida en Cuba se hizo dura
para todos, se volvió particularmente amarga para los que declararon su intención de
salir del país. Cuando la emigración empezó a principio de los años 60, 31 por ciento
de los cubanos que llegaban eran profesionales o gerentes. En 1970, sólo 12 por ciento
lo era, mientras que más de la mitad eran obreros industriales, agrícolas o de servicios.
En general, los emigrantes de la segunda ola representaban ''sectores de servicios'':
cocineros, jardineros, domésticos, vendedores callejeros, barberos, peluqueros,
choferes de taxi y pequeños detallistas. Se fueron cuando Castro lanzó una nueva
''ofensiva revolucionaria'' que confiscó más de 50,000 pequeños negocios de propiedad
privada.
Una vez que se terminó la transición económica al socialismo, en los años 70 Cuba
experimentó una institucionalización que copiaba las características del comunismo de
Europa del Este.
La mayoría de los ''marielitos'' crecieron a fines de los años 60 o en los 70, una época
en la que los problemas relacionados con la libertad de expresión se agudizaron
mucho, especialmente para artistas e intelectuales, y las ''desviaciones'' manifiestas
como la homosexualidad, se castigaban con la cárcel. Por lo tanto los marielitos eran
una ''cosecha'' distinta a la de los exiliados iniciales. Después de 20 años de éxodos, se
enfrentaron dos ''cosechas'' que podrían ser mutuamente hostiles, porque en el mejor
de los casos faltaba el entendimiento.
Al principio, el nuevo éxodo cubano era mayormente ilegal. Los cubanos estaban tan
desesperados que se iban en balsas, arriesgándose a morir de hambre o de
deshidratación, a ahogarse o que se los comieran los tiburones. La crisis, tanto política
como económica, se agudizó en el verano de 1994, cuando más de 34,000 cubanos
huyeron después de que Castro diera instrucciones a sus Tropas Guardafronteras de
no detener a los que se marchaban de la isla. Pero en EE.UU. hubo un abrupto cambio
de política y la entonces Secretaria de Justicia, Janet Reno, determinó que los balseros
eran inmigrantes ilegales y que había que evitar ese tipo de inmigración. Eso
contrastaba marcadamente con el antiguo concepto estadounidense de que los
cubanos eran víctimas del comunismo y, por lo tanto, merecían ser bienvenidos. El
Servicio Guardacostas de EE.UU. los empezó a bloquear en alta mar y a llevarlos a
Guantánamo. Los balseros de Guantánamo se reubicaron en todas partes de EE.UU.
después de una orden presidencial. ''Los desesperados'' constituyen la ola más
reciente.
Contrastando con los exiliados antiguos, los recientes casi siempre señalan los
adelantos de Cuba en salud y educación como signos de progreso social, y mencionan
el ascenso de niveles sociales experimentado por ellos: de cómo siendo miembros de
familias humildes pudieron estudiar en universidades y convertirse en profesionales
bien entrenados. Pero de ahí pasan inmediatamente a explicar que el gobierno, el
sistema impuesto por Castro, no acepta que ese entrenamiento debe ir acompañado de
libertades individuales y del derecho fundamental a la libre expresión.
Todos los que se fueron huyendo del régimen castrista tuvieron que sorportar enormes
pérdidas, no sólo propiedades y nivel social, sino también recuerdos, crianza, una vejez
cómoda, condiscípulos, barrios y trabajo con aquellos con los que compartieron sus
vidas emocionales. Contra su voluntad y sus esperanzas, sus vidas se troncharon. La
mayoría se fue de Cuba para nunca regresar, de modo que tenían que reconstruir un
proyecto de familia y de vida. No todos pudieron establecer nuevos hogares y restaurar
parte de sus vidas en el empeño por reencontrarse con familiares y amistades.
Tras dar un golpe de estado en 1952, el general Batista abolió la Constitución de 1940
y suspendió las garantías constitucionales, entre ellas el derecho de huelga. Busco el
apoyó de los ricos terratenientes de la isla que poseían las más
grandes plantaciones de caña de azúcar y presidió una economía estancada que
amplió la brecha entre cubanos ricos y pobres.El gobierno cada vez más corrupto y
represivo de Batista comenzó a enriquecerse de manera sistemática explotando los
intereses comerciales de Cuba y realizando lucrativos negocios con
la mafia estadounidense, que controlaba los negocios de drogas, prostitución y juego
de La Habana.
Esto condujo a una profunda crisis económica y social en la isla que acabó
desembocando en la revolución cubana.
En 1999, el presidente Bill Clinton amplió el bloqueo comercial prohibiendo a las filiales
extranjeras de compañías estadounidenses comerciar con Cuba por valores superiores
a 700 millones de dólares anuales, siendo por ello la primera ley transnacional en el
mundo. No obstante en el 2000 el mismo Clinton autorizó la venta de ciertos productos
humanitarios a Cuba.
Durante décadas la política de bloqueo económico ha sido defendida por sectores del
exilio cubano, cuyos votos han sido cruciales en el estado de la Florida. Estos sectores
del exilio han influido en varios políticos que han terminado adoptando puntos de vista
similares.4 También la postura de estos cubanos-estadounidenses ha generado
oposiciones dentro de líderes estadounidenses en el sector de los negocios, cuyos
intereses financieros hacen énfasis en el argumento de que el libre comercio sería
bueno tanto para Cuba como para Estados Unidos.
A pesar de esta situación, Estados Unidos está entre los cinco principales socios
comerciales de Cuba (el 6.6 % de las importaciones llegan desde EE. UU.) y es
además el primer suministrador de productos agrícolas de Cuba. EE. UU. suministra el
96 % del arroz y el 70 % de los productos de carne avícola. Otras importaciones a gran
escala provenientes de EE. UU. son el trigo, el maíz, la soja y sus derivados.
Actualmente los principales competidores de EE. UU. son la Unión Europea, segundo
mayor exportador de productos agrícolas hacia Cuba, seguida por Brasil, Argentina,
yCanadá. En total, Cuba importa alrededor de mil millones de dólares.
Con la firma del Tratado de París, Puerto Rico, Filipinas y Guam pasaban a ser
territorio estadounidense, en cambio Cuba no. Las negociaciones entre EE.UU y
España con relación a Cuba fueron muy delicadas y se prolongaron durante casi un
mes. Por un lado España estaba ansiosa de ceder a Cuba junto con su deuda de
cuatrocientos millones de dólares. Por el otro lado a EE.UU. se le hacía imposible
aceptar la isla con semejantes obligaciones económicas mientras que otras
condiciones de difícil aceptación por España .
De este modo la presencia de EE.UU. en Cuba sería del 1898 al 1902. Adicionalmente,
se pactó que Estados Unidos se reservaría el derecho de intervención militar en el país
en caso de que surgieran nuevos conflictos internos. También quedaba establecido el
arrendamiento del territorio que ocupa la base militar de Guantánamo, ahora ya
ocupada ilegalmente por EEUU. Inicialmente estas medidas tenían el fin de "pacificar el
país y proteger las inversiones estadounidenses".Otras fuentes opinan que la intención
era convertir a Cuba en una "colonia autogobernada". En esos años, Estados Unidos
estableció ciertas estructuras necesarias para la castigada sociedad cubana como la
imposición de la enmienda Platt redactada por EEUU a la naciente constitución cubana,
la Guardia rural, un sistema sanitario, proyectos de obras viales, implementación de un
sistema educativo. Estos proyectos fueron financiados por el propio tesoro cubano.
En el ámbito económico, las inversiones estadounidenses, tan comunes
en Latinoamérica, fueron claves en la producción de azúcar y tabaco, que eran luego
exportados a Estados Unidos. El turismo estadounidense fue también sustancial, y las
facilidades para exportar a los Estados Unidos crearon importantes vínculos
comerciales.
Cuando la revolución cubana derrotó al gobierno del dictador Fulgencio Batista, Fidel
Castro llegó al poder. A pesar de que el gobierno estadounidense reconoció el gobierno
revolucionario inicialmente, las relaciones entre ambos países se deterioraron cuando
el nuevo gobierno cubano decretó la Primera Ley de Reforma Agraria de Cuba el 17 de
mayo de 1959.
Bloqueo
Ya existía un bloqueo armamentístico por parte de EE.UU sobre Cuba desde marzo
de 1958 cuando la guerra entre Batista y los revolucionarios de Castro comenzó.
En 1999, el presidente Bill Clinton amplió el bloqueo comercial prohibiendo a las filiales
extranjeras de compañías estadounidenses comerciar con Cuba por valores superiores
700 millones de dólares anuales.
D).-Religioso:
Historia
En los años siguientes y tras el colapso de la Unión Soviética, el Estado adoptó una
posición más conciliadora hacia la religión y disminuyó su promoción del ateísmo. En
noviembre de 1991, el Partido Comunista comenzó a permitir a los creyentes en sus
filas. En julio de 1992, la Constitución fue enmendada para quitar la definición de Cuba
como un Estado basado en el marxismo-leninismo, y se añadió el artículo , que prohíbe
la discriminación sobre la base de las creencias religiosas. Pequeños centros de culto
fueron legalmente permitidos para existir nuevamente.
Sin embargo, principios de los 90, después de tres décadas de ateísmo de Estado, la
sociedad cubana se había vuelto casi totalmente secularizada. La asistencia semanal a
la iglesia en la isla de 11 millones de habitantes se estimaba en alrededor de 250.000 o
alrededor del 2 % de la población (con una división incluso entre católicos y
protestantes). Cuba tuvo menos sacerdotes por habitante que cualquier otro país de
América Latina.
Desde 1998 las restricciones han sido aliviadas y los desafíos por las instituciones del
Estado al derecho a la creencia también se aliviaron, aunque la iglesia todavía enfrenta
restricciones de comunicación escrita y electrónica y sólo puede aceptar donaciones de
fuentes de financiación aprobadas por el Estado. La Iglesia católica se compone de la
Conferencia Obispos Católicos de Cuba (COCC), liderada por Jaime Lucas Ortega y
Alamino, Cardenal Arzobispo de La Habana. Cuenta con once diócesis, 56 pedidos de
monjas y 24 órdenes de sacerdotes.
En enero de 1998, el papa Juan Pablo II realizó una histórica visita a la isla, invitado
por el Gobierno cubano y la Iglesia católica. Criticó el bloqueo estadounidense durante
su visita.
Los católicos cubanos han pasado de ser discriminados y hasta perseguidos en las
primeras décadas del castrismo a ser tolerados en los últimos tiempos. Cuando
Fidel Castro proclamó el carácter marxista-leninista de su gobierno, parte de la
jerarquía y el clero católicos reaccionaron contra el régimen instaurado en 1959.
Numerosos religiosos fueron expulsados del país. En 1963, en Cuba quedaban
unos 200 sacerdotes en activo, se redujeron las órdenes religiosas y los colegios
católicos fueron intervenidos. Eran los años de las Unidades Militares de Ayuda a la
Producción (UMAP), el eufemismo utilizado para referirse a los campos de trabajos
forzados, donde se recluía a religiosos y homosexuales, entre otros. El opositor
Eduardo Cardet, coordinador del Movimiento Cristiano Liberación, recuerda que
«los católicos y miembros de otras religiones fueron perseguidos con saña» y que
el mismo cardenal Jaime Ortega pasó por uno de esos campos de trabajo.
Los cubanos en general, no solo los católicos, han puesto muchas esperanzas en
la próxima visita del Papa Francisco en septiembre. Será el tercer viaje a la isla de
un Pontífice desde enero de 1998, cuando Juan Pablo II pidió que «Cuba se abra
al mundo y el mundo se abra a Cuba». Ese diciembre se celebró la primera Misa
del Gallo desde 1969 y la Navidad ha vuelto a ser fiesta oficial. Tras el viaje del
Papa Benedicto XVI, en la primavera de 2012, Cuba celebró el primer Viernes
Santo festivo desde el triunfo de la revolución. Pero en un país con un 60% de
bautizados no hay colegios católicos (sí seminarios desde 2010), ni la Iglesia tiene
acceso a los medios oficiales.
El secretario ejecutivo del Episcopado cubano, José Félix Pérez Riera, asegura
que en los últimos años la situación de los católicos «ha mejorado» y que se ha
producido «un acercamiento no espectacular, pero sí sensible» de los ciudadanos
a la Iglesia católica. Monseñor Pérez Riera –párraco de la iglesia habanera de
Santa Rita– es además firme defensor del diálogo para «acortar distancias,
corregir errores y superar rencores».
En tan importante documento de estudios también se lee que nació en Lausana, Suiza,
en la fecha citada, haciéndome pensar que esto se debe a que fue inscrito en dicha
ciudad, donde vivía la familia materna y que allí se registró como ocurrido su
nacimiento, hecho que después él siempre aclaró que sucedió en la calle Maloja, en La
Habana.
Si bien es cierto que los estudios académicos fueron muy irregulares, su gran
formación cultural, comenzada a muy temprana edad, se debió a la influencia de sus
padres que lo iniciaron en el conocimiento de las literaturas clásicas y modernas
europeas, la música e idiomas. El padre, además de hombre de gran cultura era un
buen cellista y la madre, pianista y profesora de idiomas.
Abandona sus estudios de Arquitectura y se dedicó a lo que será una de sus mayores
pasiones a lo largo de toda su vida, el periodismo. El 23 de noviembre de 1922 aparece
en el periódico habanero "La Discusión" su primer artículo con el título "Pasión y muerte
de Miguel Servet por Pompeyo Gener" con el que inicia la sección "Obras Famosas"
que el redactará. Su último artículo lo escribió en la mañana del mismo día de su
muerte para la revista francesa "Le NouvelObservateur" con el título "Flaubert y el
mundo hispano".
La prensa diaria escrita y radial será vehículo de otra de las más brillantes facetas de
su personalidad como hombre de cultura: el musicólogo. Si Carpentier no hubiera
producido más que su obra en este campo estoy seguro que hubiera figurado
igualmente en la historia de la cultura americana. Sus tres tomos de Ese músico que
llevo dentro, La Habana, 1980, en los que se recogen 587 artículos y 7 ensayos, de los
mas diversos aspectos sobre el tema y su libro La música en Cuba, México, 1946, lo
consagran como uno de los mas eruditos musicólogos del continente. No faltan en su
obra numerosos libretos para piezas musicales, que incluyen operas, muchos de ellos,
llenos de profundas raíces cubanas como "La rebambaramba" y "El milagro de
Anaquillé" ambos con música de Amadeo Roldán y "Manita en el suelo" con música de
Alejandro García Caturla.
Después de larga permanencia en países como Francia, Venezuela y otros que mucho
aportaron a darle ese toque universal a su obra tan profundamente cubana, regresó
definitivamente a la patria con el triunfo revolucionario en mayo de 1959, para ocupar
importantes cargos: Administrador General de la Editorial de Libros Populares de Cuba
y el Caribe en 1959, Subdirector de Cultura del Gobierno Revolucionario en 1960,
Vicepresidente del Consejo Nacional de Cultura en 1962, Director Ejecutivo de la
Editorial Nacional de Cuba desde 1962 a 1966, Ministro Consejero de la Embajada de
Cuba en Francia desde 1966 a 1980, y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder
Popular por el Municipio Habana Vieja desde 1976 a 1980.
Alejo Carpentier que se destacó también como profesor de enseñanza superior en sus
cursos libres sobre Literatura del Siglo XX en la Facultad de Humanidades de la
Universidad Central de Caracas y en su cátedra de Historia de la Cultura en la Escuela
de Artes Plásticas, en la propia capital venezolana, con la reforma universitaria de 1962
ingresó en la Facultad de Humanidades, Escuela de Historia, de la Universidad de La
Habana, como profesor de Historia de la Cultura desde 1962 a 1966.
Entre los reconocimientos más importantes que recibiera Carpentier en vida están:
Premio al mejor libro extranjero, otorgado por once de los principales críticos literarios
de París por su libro Los pasos perdidos en 1956; Orden José Joaquín Palma, de la
Unión de Periodistas de Cuba, por sus 53 años de labor en la prensa en 1974; grado
de Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Habana, el 3 de enero de 1975;
Premio Internacional Alfonso Reyes de Ciencia y Literatura, de México en 1975; Premio
Mundial Cino del Duca, de París en 1975, destinado como reza en su reglamento a
"recompensar y dar a conocer mejor a un autor cuya obra constituya bajo una forma
científica o literaria un mensaje de humanismo moderno", ascendente a 23 millones de
liras (38000 dólares) que donó al Partido Comunista de Cuba; el HonoraryFellow de la
Sociedad de Estudios Españoles e Hispanoamericanos de la Universidad de Kansas,
EE.UU. en 1976; el Premio Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid en 1977, la más alta
distinción literaria de la nación ibérica, considerado como el Nobel español, cuya
medalla e importe los donó al Partido Comunista de Cuba y el Premio Medicis
Extranjero, París en 1979, el más alto galardón que adjudica Francia a escritores
extranjeros.
A partir de 1949, en que publicó El reino de éste mundo, comenzó a producir la obra
novelística más importante escrita por un cubano. En 1953 aparece Los pasos
perdidos, a la que siguen tres años después la novela corta El acoso y seis más tarde
El siglo de las luces, para convertirse desde entonces en uno de los novelistas más
importantes de América Latina y con Miguel Angel Asturias, de Guatemala, autor entre
otras novelas de El Señor Presidente, Hombre de maíz y Weeckend en Guatemala, los
dos más fuertes candidatos al Premio Nobel de Literatura.
Dos años después, en 1982, recibió Gabriel García Márquez, de Colombia, el Premio
Nobel de Literatura. Siempre he pensado que ese era el Nobel de Carpentier, aunque
no dudo que el afamado autor de Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le
escriba y El amor en los tiempos del cólera, lo hubiera recibido en el próximo viaje del
premio a Latinoamérica en 1990 cuando se le otorgó a Octavio Paz, de México, autor
de Raíz del hombre, Libertad bajo palabra y Luna silvestre.
Neoclasicismo
Literatura:
La Ilustración fue un movimiento intelectual que provocó que el siglo XVIII fuera
conocido como el «Siglo de las Luces». El culto a la razón promovido por los filósofos
ilustrados conllevó un rechazo del dogma religioso, que fue considerado origen de la
intolerancia, y una concepción de Dios que pasaba de regir el mundo mediante las
leyes naturales a desaparecer en concepciones ateas del universo. Los ilustrados
promovieron la investigación de la naturaleza, el desarrollo científico-técnico, la
educación y la difusión general de todo tipo de conocimientos; fueron los tiempos de
L'Encyclopédie. El arte se hizo así más accesible y con menos pretensiones, y la
literatura se dirigió a un público más amplio, planteándose como un instrumento social.
El aumento del número de lectores, especialmente entre la burguesía, plantea la figura
del escritor como un profesional, y la escritura como su fuente principal o secundaria de
sustento.
Francia fue la primera en reaccionar contra las formas barrocas, y los tres grandes
ilustrados, Voltaire, Montesquieu y Rousseau se cuentan entre sus principales
exponentes. También destacaron Pierre Bayle, Denis Diderot, Georges Louis Leclerc y
Pierre de Marivaux. En el Reino Unido tuvo una gran cantidad de adeptos la novela de
aventuras, destacando Daniel Defoe, Jonathan Swift, Samuel Richardson y Henry
Fielding, junto a los poetas John Dryden y Alexander Pope.6
En España, hubo una continuidad barroca en la poesía, con autores como Diego de
Torres y Villarroel, que consideraba a Quevedo su maestro; Gabriel Álvarez de Toledo
y Eugenio Gerardo Lobo. La segunda mitad del siglo XVII mostraba ya una poesía
neoclásica, dominada por su admiración por la ciencia y los temas filosóficos, o
centrada en temas anacreónticos y bucólicos, y marcada en ocasiones por el
fabulismo. Destacaron Nicolás Fernández de Moratín, autor de Arte de las putas,
prohibida por la Inquisición, que pudo inspirar los Caprichos de Goya; Juan Meléndez
Valdés y José Cadalso, de la escuela salmantina; los fabulistas Iriarte y Samaniego en
Madrid; en la escuela sevillana destacaron José Marchena, Félix José Reinoso, José
María Blanco-White y Alberto Lista.
Poesía
Sobre todo Casal fue la gran figura canónica de fines del XIX y principios del XX en la
poesía. “Su irradiación, aparte de la que tuvo en el modernismo finisecular, donde fue
decisiva, alcanza a Regino Boti y, sobre todo, a José Manuel Poveda - este último le
dedica su “Canto élego” -, y aún a Rubén Martínez Villena y José Zacarías Tallet. Pero,
"¿cómo entender el exotismo lírico de Regino Pedroso, el intimismo simbolista de Dulce
María Loynaz, la sentimentalidad poética de Eugenio Florit, el acendrado y solitario
purismo de Mariano Brull -también minado de un raigal imposible-, o
el neorromanticismo de Emilio Ballagas e, incluso la veta entre romántica y modernista
de una zona de la poesía de Nicolás Guillén, sin un antecedente como Casal?"2
El segundo Poeta Nacional, Agustín Acosta fue el más relevante de estos poetas,
sobre todo por su obra “La zafra” (1926), donde poetizó la realidad del trabajo en el
campo en versos bucólicos. Con esta obra, Acosta se alejó del modernismo, sin
todavía llegar al radicalismo de algunas vanguardias.
Otros destacados poetas de esa generación fueron Samuel Feijóo y Félix Pita
Rodríguez, pero sin dudas fue José Lezama Lima (1910 – 1976) la figura central de la
poesía cubana en la mitad del siglo. La densidad metafórica, la alambicada sintaxis, la
oscuridad conceptual, definen un ámbito poético barroco, en el que se pugna por
alcanzar una visión mediante la cual la vida no siga apareciendo como "una sucesión
bostezada, un silencioso desgarramiento". La obra de Lezama Lima abarca varios
volúmenes de poesía donde se destacan Muerte de Narciso (1937), Enemigo rumor
(1947), Fijeza (1949), y Dador (1960) Entre esas dos décadas (1940–1950), se alcanzó
una creación a la altura de lo mejor que se escribía en lengua española.
La llamada "Generación del Cincuenta" (autores nacidos entre 1925 y 1945), tuvo como
maestros a poetas "del patio", como Eugenio Florit, Emilio Ballagas y Jose Lezama
Lima, en tanto partieron de variadas corrientes, incluso la neorromántica, para ir
acrecentando lo que en la década de 1960 sería la última corriente del siglo XX
latinoamericano, ampliamente aceptada por numerosos poetas: el coloquialismo.
Sobresalen dentro de esta Generación: Carilda Oliver Labra, Rolando Escardó,
Baragaño, FayadJamís, Roberto Fernández Retamar, César López, Antón Arrufat,
Heberto Padilla, y Manuel Díaz Martínez, entre otros.
En los años iniciales de la Revolución parecía insuficiente para la lírica el tono intimista
predominante en las décadas precedentes e, incluso, la anterior poesía social (de
protesta, denuncia y combate), se convertía en impropia para las nuevas circunstancias
sociales.Son los años críticos en los que en Lunes de Revolución se debatía sobre el
compromiso social del creador y la estética del realismo socialista soviético.
El empleo del tono conversacional fue vinculado a cierta dosis épica, con intereses
testimoniales. Así, en esa clase de poesía, se narraban circunstancias de la vida
cotidiana, bajo la exaltación de una sociedad en revolución social en la que desaparece
o tiene muy poco lugar el papel del individuo.
Casi todos los integrantes de la promoción nacida entre 1930 – 1940: FayadJamís,
Pablo Armando Fernández, Rolando Escardó, Heberto Padilla, César López, Rafael
Alcides, Manuel Díaz Martínez, Antón Arrufat, Domingo Alfonso, Eduardo López
Morales, Raúl Luis y otros, fueron esencialmente coloquialistas.
Una primera promoción de los poetas de la "Generación del Cincuenta", nacidos entre
1925 y 1929, en sus obras dejó advertir fuentes neorrománticas, origenistas y hasta
surrealistas (Cleva Solís, Carilda Oliver Labra, Rafaela Chacón Nardi, Roberto Friol,
Francisco de Oráa, entre otros).
Una tercera promoción, nacida entre 1940 y 1945, no se diferencia mucho de los
poetas más radicalmente prosaístas, incluso algunos de ellos prefirieron este término
para identificarse. Con Luis Rogelio Nogueras, Nancy Morejón, Víctor Casaus,
Guillermo Rodríguez Rivera, Jesús CosCausse, Raúl Rivero, Lina de Feria, Delfín
Prats, Magaly Alabau, Félix Luis Viera, y otros, el coloquialismo sobrevivió con fuerza al
menos hasta la mitad de la década de 1980.
La promoción de poetas nacidos entre 1946 – 1958, se define en dos tendencias: los
que reaccionan mediante la métrica (décimas y sonetos principalmente), y los que
emplean el verso libre con registros individuales. Ambas tendencias avanzaron hacia
un experimentalismo formal y del lenguaje; pero el tono conversacional se mantiene
entre ellos, como se advierte en obras de, por ejemplo, Osvaldo Navarro, Waldo
González, Alberto Serret, Raúl Hernández Novás, Ángel Escobar, Carlos Martí, Reina
María Rodríguez, Alberto Acosta-Pérez, Virgilio López Lemus,
EsbértidoRosendiCancio, Ricardo Riverón Rojas, León de la Hoz, Roberto Manzano y
otros.
Fuera de Cuba, la poesía de los poetas emigrados responde por lo general a las líneas
creativas que se desarrollan en la sede territorial de la evolución de la poesía cubana.
Muchos de estos poetas pertenecen a la "Generación del Cincuenta", como Heberto
Padilla, Belkis Cuza Malé, Pura del Prado, Juana Rosa Pita, Rita Geada, José Kozer,
Ángel Cuadra, Esteban Luis Cárdenas, Amelia del Castillo y Ana Rosa Núñez, etc.
Puede decirse que una mayoría de los más activos han nacido entre 1945 y 1959, y por
lo común aceptaron el tono conversacional, suelen alejarse, en su mayor parte, de los
temas de militancias políticas agresivas, aunque en un principio sí trataron estos temas,
y que el referente insular se observa tratado con nostalgia, típica de la poesía del exilio
cubano desde José María Heredia y José Martí a nuestros días. El componente político
en verdad es discreto, no se escribe por lo común una poesía de militancia contra la
Revolución (algo puede hallarse en la obra lírica de Reinaldo Arenas, por ejemplo).
También las variedades formales, estilísticas y de contenidos suelen ser notables,
sobre todo porque los núcleos de estos poetas están territorialmente más dispersos
que en la Isla, siendo las principales ciudades de reunión Miami, Nueva York, México y
Madrid. No puede dejarse de notar que varios maestros o figuras capitales de la poesía
cubana vivieron este exilio: Eugenio Florit, Agustín Acosta, Gastón Baquero, Lorenzo
García Vega, Heberto Padilla. A las mismas se les sumaron otras firmas destacadas de
la tradición lírica nacional como José Ángel Buesa, Ángel Gaztelu, Justo Rodríguez
Santos, Ana Rosa Núñez y Ángel Cuadra.
Narrativa
Sin dudas, las figuras cimeras de la narrativa cubana en el siglo XX son Alejo
Carpentier, Virgilio Piñera, dramaturgo y narrador, José Lezama Lima, novelista, poeta,
ensayista, Dulce María Loynaz, poeta y novelista , Guillermo Cabrera Infante, Severo
Sarduy, Reinaldo Arenas y José Lorenzo Fuentes.
Novela
A finales del siglo XIX, con la publicación de Sab de Gertrudis Gomez de Avellaneda,
Cecilia Valdés (1882) de Cirilo Villaverde, y Mi tío el empleado (1887), de Ramón Meza,
la novela cubana terminó de adquirir un semblante propio.
Sin embargo, en los primeros treinta años del siglo XX, la producción de novelas fue
relativamente escasa. El narrador más destacado en esos años fue Miguel de Carrión,
quien edificó un sistema de patrones recreadores de lo femenino en sus novelas Las
honradas (1917) y Las impuras (1919). Otras destacables novelas de ese período
fueron: Juan Criollo (1927), de Carlos Loveira, y Las impurezas de la realidad (1929),
de José Antonio Ramos.
Puede hablarse de una revolución de la novela cubana a mediados del siglo XX. A la
cúspide que significaron la publicación de El reino de este mundo (1949) y El siglo de
las luces (1962), de Alejo Carpentier, pueden arrimársele obras como las de Alberto
Arredondo, Lino Novás Calvo, Enrique Serpa, Carlos Montenegro, Enrique Labrador
Ruiz, Dulce María Loynaz, Virgilio Piñera y José Lorenzo Fuentes. Junto con el
realismo mágico, el absurdo y lo real maravilloso; también confluía el realismo social en
las obras tempranas de Lisandro Otero, Humberto Arenal, Jaime Sarusky, Edmundo
Desnoes y José Soler Puig.
Entre 1967 y 1968, ocurre un estallido importante cuando se publicaron, fuera de Cuba,
obras de la talla de Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante, El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas y De donde son los cantantes, de Severo Sarduy.
Los años 70 fueron un paréntesis en el alto desarrollo del género. A excepción de Alejo
Carpentier en su período final, de Severo Sarduy y del regreso de José Soler Puig con
El pan dormido, la novela cubana entró en fase gris, caracterizada así por Ambrosio
Fornet. Pero no podemos dejar de mencionar aquí el impacto internacional que tuvo la
novela Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas, en especial en su versión
cinematográfica.
Ni Manuel Cofiño, ni Miguel Cossío pudieron acercarse a la calidad del período
anterior. La naciente novela policial no daba todavía buenos frutos y los novelistas que
se iniciaban estaban demasiado constreñidos a la división superficial entre el presente
y el pasado de la Revolución. Hacia el fin de la década, la novela se recupera con los
libros iniciales de Manuel Pereira, Antonio Benítez Rojo y Alfredo Antonio Fernández,
quienes vuelven su mirada al boom, al tiempo que nace otro género dentro y fuera de
Cuba: la memoria novelada, con De Peña Pobre, de CintioVitier, y La Habana para un
infante difunto, de Guillermo Cabrera Infante.
Entre 1983 y 1989, se produce otro cambio que de nuevo lanza a la novela cubana al
interés nacional e internacional. Obras como Un rey en el jardín, de Senel Paz,
Temporada de ángeles, de Lisandro Otero, Las iniciales de la tierra, de Jesús Díaz, y
Oficio de ángel, de Miguel Barnet, volvieron a colocar a la crítica y al lector ante el
fenómeno de un renacer de la novelística cubana.
Sin embargo, a la anterior lista hay que añadir también los nombres de autores
fundamentalmente exiliados, cuyas obras han alcanzado un enorme reconocimiento y
difusión internacional: Eliseo Alberto Diego, DaínaChaviano, Antonio Orlando
Rodríguez, Pedro Juan Gutiérrez, Zoé Valdés, Antonio José Ponte, Amir Valle,
Armando de Armas, William Navarrete, José Abreu Felippe, Carlos Victoria, Juan
Abreu, YanitziaCanetti, Teresa Dovalpage y Norberto Fuentes. Existe también el caso
de Daniel Chavarría, uruguayo de nacimiento, pero que vivió en Cuba, ya fallecido.
Cuento
La etapa de madurez comienza en la cuarta década del siglo XX, con narradores como
Virgilio Piñera y sus “Cuentos Fríos” (1956); Alejo Carpentier con “La guerra del tiempo”
(1958) y Onelio Jorge Cardoso con “El cuentero” (1958); este último autor un genial
recreador de la vida sencilla del campo y que ha sido nombrado "El Cuentero Mayor".
Hasta 1960, es importante destacar obras como: “Cayo Canas” (1942), de Lino Novás
Calvo; “El gallo en el espejo” (1953), de Enrique Labrador Ruiz; y “Así en la paz como
en la guerra” (1960), de Guillermo Cabrera Infante.
De 1960 hasta 1966, ocurre una desaceleración de la cuentística nacional, pero a partir
de ese último año, con la publicación de “Los años duros” de Jesús Díaz, comienza un
nuevo despegue. Hasta 1970 destacarán obras como “Condenados de Condado”
(1968), de Norberto Fuentes; “Tiempo de cambio” (1969), de Manuel Cofiño, y "Los
pasos en la hierba" (1970), de Eduardo Heras León. Del mismo período, también son
importantes los libros: “Días de guerra” (1967), de Julio Travieso; “Escambray en
sombras” (1969), de Arturo Chinea; “Ud. sí puede tener un Buick” (1969), de Sergio
Chaple, y “Los perseguidos” (1970), de Enrique Cirules, entre otros.
Al período trascurrido entre 1971 y 1975, se le conoce como “Quinquenio Gris”. Luego
del Congreso Nacional de Educación y Cultura, celebrado del veintitrés al treinta de
abril de 1971, se pretende establecer la política de abolir las funciones inquisitivas y
cuestionadoras de la literatura, y esto no trajo buenas consecuencias para la
cuentística del momento. A pesar de ello, en este quinquenio se publican obras que
merece la pena destacar: “El fin del caos llega quietamente” (1971), de Ángel Arango;
“Onoloria” (1973), de Miguel Collazo; “Los testigos” (1973), de Joel James, y “Caballito
blanco” (1974), de Onelio Jorge Cardoso.
Completan el decenio obras como “Al encuentro” (1975), de Omar González; “Noche
de fósforos” (1976), de Rafael Soler; “Todos los negros tomamos café” (1976), de Mirta
Yáñez; “Los lagartos no comen queso (1975), de Gustavo Euguren; “Acquaria” (1975),
de Guillermo Prieto; “El arco de Belén” (1976), de Miguel Collazo; “Acero” (1977) de
Eduardo Heras León y "El hombre que vino con la lluvia" (1979), de Plácido Hernández
Fuentes.
En los años ochenta continuó el ascenso de la cuentística cubana. Relevantes son los
libros: “El niño aquel” (1980), de Senel Paz; "Tierrasanta" (1982), de Plácido Hernández
Fuentes; “El jardín de las flores silvestres” (1982), de Miguel Mejides; “Las llamas en el
cielo” (1983), de Félix Luis Viera; "Casas del Vedado" (1983), de María Elena Llana;
“Donjuanes” y "Fabriles" (1986), de Reinaldo Montero; “Descubrimiento del azul”
(1987), de Francisco López Sacha; “Sin perder la ternura” (1987), de Luis Manuel
García Méndez; “Se permuta esta casa” (1988), de Guillermo Vidal, “El diablo son las
cosas” (1988), de Mirta Yáñez; “Noche de sábado” (1989), de Abel Prieto Jiménez, y
“La vida es una semana” (1990), de Arturo Arango. Libros de representantes de esta
generación, y que aparecieron en décadas posteriores, no deben dejar de
mencionarse: “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”, de Senel Paz, “Ofelias” de Aida
Bahr y "Extraños testimonios", de DaínaChaviano.
Un verdadero auge editorial ocurre a partir de 1990, para dar paso a una generación
conocida como los “Novísimos”. Algunos de los integrantes de esta generación ya
habían publicado obras a finales de los ochenta: Alberto Garrido, José Mariano
Torralbas, Amir Valle, Rita Martín, Ana Luz García Calzada, Alberto Garrandés,
Guillermo Vidal, Jesús David Curbelo, Jorge Luis Arzola, Gumersindo Pacheco, Atilio
Caballero, Roberto Urías, Rolando Sánchez Mejías, Sergio Cevedo, Alberto Rodríguez
Tosca, y Ángel Santiesteban, entre otros.
Sin embargo, estos narradores solo van a consolidar su obra en los años noventa, una
década donde surgen con fuerza otros autores como: Alberto Guerra Naranjo, Gina
Picart, Alexis Díaz Pimienta, David Mitrani Arenal, Alberto Garrandés, José Miguel
Sánchez (Yoss), Raúl Aguiar, Ricardo Arrieta, Ronaldo Menéndez, Eduardo del Llano,
Michel Perdomo, Alejandro Álvarez, Daniel Díaz Mantilla, Ena Lucía Portela, Waldo
Pérez Cino, Antonio José Ponte, Karla Suárez, Jorge Ángel Pérez, Mylene Fernández
Pintado, Anna Lidia Vega Serova, Carlos Esquive Guerral, Félix Sánchez Rodríguez,
Marcial Gala, Rogelio Riverón, Jorge Ángel Hernández, Lorenzo Lunar, Marco Antonio
Calderón Echemendía, Antonio Rodríguez Salvador, Pedro de Jesús López, Luis
Rafael Hernández Quiñones y Michel Encinosa, entre otros
Teatro
Entre los dramaturgos de Cuba, destacan los siguientes autores : Virgilio Piñera, Carlos
Felipe, Rolando Ferrer, Abelardo Estorino, José Brene, Manuel Reguera Saumell,
Matías Montes-Huidobro, José Triana, Manuel Martín, Antón Arrufat, Eugenio
Hernández Espinosa, Héctor Quintero, Abrahan Rodríguez, René Aloma, Abilio
Estévez, Joel Cano, Luis Baralt Mederos, José Cid Pérez, RenéePotts, José Ramos,
Marcelo Salinas y Abel González Melo.
5.- Otras obras del autor:
Novelas
¡Écue-Yamba-O! (1933)
El reino de este mundo (1949)
Los pasosperdidos (1953)
El acoso (1956)
El siglo de las luces (1962)
Conciertobarroco (1974)
El recurso del método (1974)
La consagración de la primavera (1978)
El arpa y la sombra (1979)
Cuentos
Ensayos
Libreto de ópera
Carpentier era conocido como uno de los primeros que introdujo el término de "lo real
maravilloso" y el neo-barroco en América Latina.
Carpentier, ampliamente conocido por el estilo barroco de sus escritos y su teoría de "lo
real maravilloso", tuvo entre sus obras más famosas ¡Écue-Yamba-O!, Alabado sea el
Señor (1933) sobre el folclore y mitología afrocubanos, El reino de este mundo (1949) y
Los pasos perdidos (1953).
Como la música era muy importante para Carpentier, tiene sentido que la haya utilizado
en sus libros. Por ejemplo, para dar ritmo y musicalidad al texto de El reino de este
mundo, enfocado en lo afro-cubano, Carpentier utiliza el idioma creole. Encontramos
este recurso cerca de dos escenas muy importantes en el libro.
Muchos de los temas en las obras de Carpentier se ubican alrededor del mestizaje
cultural, lo que es un aspecto esencial en su representación del ser latinoamericano. En
sus obras tempranas de Carpentier, escribió mucho sobre los negros y la experiencia
del hombre en relación al cosmos. Tuvo un grande interés en la cultura afro-cubana
dentro de sus obras y música. Aún en su cuento Histoire de Lunes, que fue escrito en
francés, aparece el tema de la cultura afro-cubana. El hombre blanco, aunque aparece
en las obras de Carpentier con poca frecuencia, representa cuatro instituciones
opresivas en América latina: la cárcel, la iglesia, la esclavitud y el imperialismo
extranjero. A través de este estilo se explican los ritmos africanos en la poesía de
Carpentier.
El viaje también es muy importante en las obras de Carpentier. En todas sus obras
existen personajes que realizan un viaje o están en movimiento, lo que quizás deriva de
la vida viajera de Carpentier.
B.- CLASIFICACIÓN DE LA OBRA:
Porque justo El siglo de las luces concluye cuando comienza la revolución francesa y
justo la obra esta ambientada en la época de la Revolución Francesa.
PRIMERA PARTE:
CAPÍTULO 3: Estaba rondando por las monjas que le hiciera la sierra con Las mismas
dudas en un ser de venir la madre de esteban
CAPÍTULO 4: Transcurrieron los días cada vez que el piloto atrasado el reloj de arena
CAPÍTULO 5: Víctor como ya lo llamaban, venía todas las tardes a la casa,
revelándose hábil en los más inesperados menesteres. Una noche le daba por meter
las manos en la artesa y amasaba medias lunas que demostraban su dominio del arte
de la panadería. Otras veces liaba miríficas salsas, usando de los ingredientes menos
aptos para combinarse. Transfiguraba una carne fría en plato moscovita, valiéndose del
hinojo y la pimienta molida y añadía vino hirviente y especias a cualquier condumio,
bautizándolo con nombres pomposos, inspirados en e recuerdo de cocineros ilustres.
CAPÍTULO 7: Poco después de las siete regresó Víctor. Nada sabía del paradero de
Ogé, aunque creía que se encontraba preso. Acaso avisado a tiempo de una denuncia
—denuncia cuya naturaleza se ignoraba—, habría tenido la suerte de hallar alguna
casa amiga donde ocultarse por un tiempo. Era cierto que la policía había registrado su
habitación, llevándose papeles, libros y valijas que contenían efectos personales.
«Mañana veremos lo que se hace», dijo, dándose bruscamente a hablar de algo que le
había salido al paso, traído por la voz de la calle: un huracán azotaría la ciudad aquella
noche. El aviso tenía carácter oficial. Había mucha agitación en los muelles. Los
marinos hablaban de un ciclón y tomaban medidas de emergencia para proteger sus
naves. Las gentes hacían provisiones de bujías y alimentos.
CAPÍTULO 9: Por caminos desfondados, bajo una última llovizna que bruñía los hules
negros y se colaba en vueltas del viento hasta el asiento trasero, después de empapar
las ropas de Esteban y de Ogé subidos al pescante, rodaba el coche, crujiendo,
saltando, renqueando; tan inclinado, a veces, que parecía volcarse; tan metido en el
agua de un vado, que le salpicaba los faroles; tan enlodado siempre, que sólo se
libraba del barro rojo de los campos de caña, para recibir el barro gris de las tierras
pobres, donde se alzaban cruces de cementerios —ante los cuales se persignaba
Remigio, que venía detrás, montado en una de las bestias de la remonta.
CAPÍTULO 10: Ahora, el frescor del mar. La gran sombra de los velámenes. La brisa
norteña que, después de correr sobre las tierras, cobraba nuevo impulso en la
vastedad, trayendo aquellos olores vegetales que los vigías sabían husmear desde lo
alto de las cofas, reconociendo lo que oía a Trinidad, a Sierra Maestra o a Cabo Cruz.
Con una vara a la que habían fijado una pequeña red, Sofía sacaba maravillas del
agua: un racimo de sargazos, cuyos frutos hacía estallar entre el pulgar y el índice; un
gajo de mangle, aún vestido de ostras tiernas; un coco del tamaño de una nuez, de tan
esplendoroso verdor que parecía recién barnizado.
SEGUNDA PARTE:
CAPÍTULO 12: Cuando pensaba en la ciudad natal, hecha remota y singular por la
distancia, Esteban no podía sino evocarla en colores de aguafuerte, con sus sombras
acentuadas por la excesiva luz de lo iluminado, con sus cielos repentinamente
cargados de truenos y nubarrones, con sus calles angostas, fangosas, llenas de negros
atareados entre la brea, el tabaco y el tasajo. Más carbón que llamas había en el
cuadro de un Trópico que, visto desde aquí, se hacia estático, agobiante y monótono,
con sus paroxismos de color siempre repetidos, sus crepúsculos demasiado breves, y
sus noches caídas del cielo en lo que tardábase en traer las lámparas —largas noches
alargadas por el silencio de quienes entraban en el sueño antes de oír la voz del
sereno cantando las diez por María Santísima, sin pecado concebida en el primer
instante en su Ser Natural.
CAPÍTULO 13: A las diez y media había sido recibido Esteban por Brissot y a las once
tenía fijado un camino que era, hasta la frontera española, uno de los viejos caminos de
Santiago. «Sandalias habría de darme la libertad, con una escarapela por venera», dijo
el joven, muy satisfecho de su improvisada retórica, al saber lo que de él se esperaba.
En aquellos días necesitábanse hombres de sólidas convicciones, hábiles en escribir el
castellano y traducir documentos del francés, para preparar una literatura
revolucionaria, destinada a España, que ya empezaba a imprimirse en Bayona y
dondequiera que hubiese prensas disponibles en la proximidad de los Pirineos.
CAPÍTULO 14: «¡Estos franchutes me tienen harto! —gritó el español, dejándose caer
en el camastro de Esteban—. ¡Más que harto! ¡Vayan todos al carajo!» Se cerró el
rostro con las manos, permaneciendo en silencio durante largo rato. El joven le tendió
un cuenco de vino, que el otro apuró de un tirón, pidiendo más. Luego empezó a andar
de pared a pared, hablando atropelladamente de lo que había encendido su cólera.
Acababa de ser privado de su mando militar, destituido —Des-ti-tui-do— por un
cualquier comisario venido de París, despachado con poderes ilimitados para
reorganizar las tropas en este sector. Su desgracia era efecto de una corriente
antiextranjera, desatada en París, y que ya alcanzaba esta frontera: «Después de
desacreditar a los masones, se están ensañando con los mejores amigos de la
Revolución.»
CAPÍTULO 15: El 4 Floreal del Año II, sin estrépito ni clarines, zarpó la pequeña
escuadra, compuesta de dos fragatas, la Pique y la Thétis, el brick L’Espérance, y cinco
transportes de tropas, llevando una compañía de artillería, dos de infantería y un
batallón de Cazadores de los Pirineos, con el cual había llegado Esteban a Rochefort.
CAPÍTULO 16: Transcurrieron tres días más. Cada vez que el piloto atrasaba el reloj
de arena, el sol parecía más entero y el mar olía más a un mar que empezaba a hablar
a Esteban por todos sus efluvios. Una noche, para aliviarse de un calor que ya se
acrecía en las bodegas y sollados, el joven salió a cubierta para contemplar la
inmensidad del primer cielo enteramente despejado y limpio que hubiera hallado
durante la travesía.
CAPÍTULO 18: Chrétien y Víctor Hugues salieron en una de las primeras barcas —
acaso por demostrar al ejército que, en hora de acción, eran tan arrojados como los
militares. Cuando las tropas estuvieron en tierra, se oyeron algunos disparos, seguidos
de un corto intercambio de descargas, que se fueron diluyendo en la distancia. Cayó la
noche y el silencio se hizo en las naves, donde quedaban tropas de la marina con dos
compañías de Cazadores de los Pirineos, dejadas al mando del capitán De
Leyssegues. Y transcurrieron tres días durante los cuales nada ocurrió, nada se oyó,
nada se supo.
CAPÍTULO 19: Una mañana callaron las baterías. Los hombres se descrisparon; las
bestias pusieron las orejas en descanso; lo yacente, lo inerte, se hicieron yacente e
inerte sin más sobresaltos. Oyóse el chapaleo de las olas en el puerto, y una última
cristalería, rota por la pedrada de un niño, asustó a las gentes por la desacostumbrada
nimiedad del ruido. Los supervivientes salieron de sus hoyos, de sus cuevas, de sus
zahúrdas, cubiertos de hollín, de mugre, de excrementos, con vendajes colgantes,
inmundos, que se les mecían a un palmo de las llagas. Y entonces se supo del
portento: Víctor Hugues, dos noches antes, advertido de que los ingleses degollaban a
los hombres de sus puestos avanzados y empezaban a entrar en la ciudad, había
descendido del Morne du Gouvernement, a la desesperada, con tal ímpetu que el
enemigo, varias veces rechazado y finalmente perseguido, volviendo a cruzar la Rivière
Salée, se replegaba sobre el campo atrincherado de Berville, en la Basse-Terre. Los
franceses quedaban victoriosos en esta mitad del país.
CAPÍTULO 22: Cuando el viejo camisardo Loeuillet supo que tendría que imprimir
textos en castellano se percató con espanto, que no había traído «eñes» en sus cajas
de tipos. «¿A quién se le ocurre figurar ese sonido en una letra disfrazada? —decía,
furioso consigo mismo—. ¿Se imaginan que una noble y majestuosa palabra como
“Cygne” pueda escribirse “Ciñe”?» El hecho de que no hubiese sido advertido, además,
demostraba la desorganización y el desorden en que vivían los hombres que
pretendían gobernar el mundo: «¡No se les ocurre pensar que en castellano se usan
tildes! —clamaba—. ¡Partida de ignorantes!» Al fin resolvió que las tildes serían
sustituidas por acentos circunflejos, recortados de otras letras, lo cual complicaría
considerablemente el trabajo de composición.
CAPÍTULO 23: Con casi femenina ternura dolíase Esteban de la creciente soledad de
Víctor Hugues. Seguía el Comisario desempeñando su papel con implacable rigor,
apurando a los tribunales, sin dar tregua a la guillotina, remachando retóricas de ayer,
dictando, editando, legislando, juzgando, metido en todo, pero quien bien lo conocía se
daba cuenta de que su excesiva actividad era movida por un recóndito deseo de
aturdirse. Sabía que muchos de sus más obedientes subordinados soñaban con ver
llegar el papel sellado que trajera el decreto de su destitución copiado por pluma de fiel
amanuense.
CAPÍTULO TERCERO:
CAPÍTULO 28: El 7 de Julio de 1798 —para ciertos hechos no valían las cronologías
del Calendario Republicano— los Estados Unidos declararon la guerra a Francia en los
mares de América. Fue como un trueno que retumbara en todas las cancillerías de
Europa. Pero la próspera, voluptuosa y ensangrentada isla de Nuestra Señora de
Guadalupe ignoró durante largo tiempo una noticia que había de cruzar dos veces el
Atlántico para alcanzarla. Cada cual seguía en lo suyo, quejándose a diario de un
verano que, aquel año, resultaba particularmente caluroso. Algún ganado murió a
causa de una epidemia; hubo un eclipse de luna, la banda del Batallón de Cazadores
Vascos dio algunas retretas y se produjeron algunos incendios en los campos a causa
de un sol que había resecado demasiado los espartos. Víctor Hugues sabía que el
despechado General Pelardy hacía cuanto le era posible por desacreditarlo ante el
Directorio, pero el Agente, pasadas las angustias de otros días, se tenía por
insustituible en su cargo.
CUARTA PARTE:
CAPÍTULO 30: Pocos días bastaron a Esteban para advertir que Víctor Hugues se
había mostrado harto optimista al decirle que el viaje de Cayena a Paramaribo, en tales
momentos, era una empresa fácil. Jeannet, envidioso de la prosperidad de la
Guadalupe, también tenía sus corsarios: pequeños patrones rapaces, sin el empaque
ni la talla de un Antoine Fuët, que se arrojaban sobre cualquier embarcación solitaria o
extraviada, justificando el nombre de «Guerra de los Brigantes» con que los
norteamericanos denominaban ya la acción marítima de los franceses en el Caribe. Y,
para procurarse dinero, Jeannet vendía en Surinam, a cualquier precio, lo que tales
gentes le traían. Por lo mismo, sólo otorgaba a hombres de su confianza, partícipes de
sus negocios, los salvoconductos necesarios para pasar a tierra holandesa. Explicaba
su rigor afirmando que con ello se evitaban fugas de deportados —como las que
habían tenido lugar meses antes, gracias a la complicidad de algún enemigo del
régimen.
CAPÍTULO 33: Aquel mes de octubre —un octubre aciclonado, con violentas lluvias
nocturnas, calores intolerables en las mañanas, súbitas borrascas de mediodía que no
hacían sino espesar el bochorno con evaporaciones olientes a barro, a ladrillo, a ceniza
mojada— fue de constante crisis moral para Esteban. La muerte del Abate Brottier,
derribado durante una breve permanencia en Cayena, por obra de alguna peste traída
de Sinnamary, lo afectó en grado sumo. El joven había puesto algunas esperanzas en
las posibles influencias del activo y desenvuelto eclesiástico para hallar el modo de
pasar a Surinam.
CAPÍTULO 34: Veíalos flotar Esteban, hacia Trinidad, Tobago o las Granadinas,
dibujados en negro sobre estremecidas fosforescencias, como las largas, larguísimas
barcas, que no hacía tantos siglos hubiesen salido por estos mismos rumbos, en busca
de una Tierra Prometida. En aquella Edad de Piedra —tan reciente y tan actual para
muchos, no obstante— el Imperio del Norte era la obsesión de cuantos se reunían, de
noche, en torno a las hogueras. Y, sin embargo, era bien poco lo que de él se sabía.
Los pescadores tenían sus noticias de boca de otros pescadores, que las tenían de
otros pescadores de más lejos y más arriba, que las tenían a su vez de otros más
remotos. Pero los Objetos habían viajado, traídos por trueques y navegaciones sin
número. Estaban ahí, enigmáticos y solemnes, con todo el misterio de su factura. Eran
piedras pequeñas —¿y qué importaba el tamaño?— que hablaban por sus formas;
piedras que miraban, que desafiaban, que reían o se crispaban en extrañas muecas,
venidas de la tierra donde había explanadas inmensas, baños de vírgenes,
edificaciones nunca vistas. Poco a poco, de tanto hablar del Imperio del Norte, los
hombres fueron adquiriendo sobre él derecho de propiedad.
QUINTA PARTE:
CAPÍTULO 35: «¡Tú! —había exclamado Sofía al ver aparecer aquel hombre
ensanchado, acrecido, de manos duras y descuidadas, ardido por el sol, que, como los
marineros, cargaba sus muy escasas pertenencias en unas alforjas de lona, colgadas
del hombro—. ¡Tú!» Y lo besaba a boca llena, en las mejillas mal rasuradas, en la
frente, en el cuello. «¡Tú!», decía Esteban, asombrado, estupefacto ante la mujer que
ahora abrazaba, tan mujer, tan firme y hecha, tan distinta de la mozuela de caderas
estrechas cuya imagen había llevado en la mente —tan diferente de aquella que
hubiese sido demasiado madre-joven para ser una prima, demasiado niña para ser
mujer: la asexuada compañera de juegos, aliviadora de sus crisis, que fuese la Sofía de
antaño. Miraba en torno suyo, ahora, redescubriéndolo todo, pero con la incontrariable
sensación de ser un extraño. Él, que tanto había soñado con el instante del regreso, no
sentía la emoción esperada. Todo lo conocido —lo harto conocido— le era como ajeno,
sin que su persona volviese a establecer un contacto con las cosas.
CAPÍTULO 36: Había empezado su relato con tono risueño, recordando contradictorias
peripecias de la travesía de Port-au-Prince a Francia, en aquel barco atestado de
refugiados que resultaron ser masones casi todos, miembros de un Club de Filadelfos
muy poderoso en Saint-Domingue. Era pintoresco, en verdad, ver a tantos filántropos,
amigos del chino, del persa y del algonquino, prometiéndose los más tremebundos
escarmientos para cuando, ya aplastada la sublevación de negros, les tocara proceder
a ciertos ajustes de cuentas con algunos servidores ingratos que fueran los primeros en
arrimar la tea a los edificios de sus haciendas. Luego narraba Esteban en tono zumbón
sus «huronadas» de París, sus sueños, y esperanzas, andanzas y experiencias,
citando anécdotas: la de aquel ciudadano que pretendía hacer erigir, en la frontera de
Francia, un monumento colosal, dotado de un simbolismo tan terriblemente agresivo —
con un gigante de bronce cuyo solo rostro debía infundir el pavor— que los Tiranos, al
verlo, retrocederían con sus ejércitos amedrentados; de aquel otro que, en momentos
de peligro nacional, había hecho perder tiempo a una asamblea señalando que el título
de «Ciudadana», dado a las mujeres, tenía el defecto de dejar en sombras la
inquietante cuestión de saber si era «señorita» o no; contaba cómo el Misántropo había
sido dotado de un desenlace revolucionario, con el regreso de un Alcestes
repentinamente reconciliado con el género humano; se mofaba del éxito enorme
logrado en Francia, después de su partida, por una novela que lo había alcanzado en la
Guadalupe: el Emilito, donde un niño del pueblo, llevado a Versalles, se enteraba con
asombro de que también el Delfín hacía tá-tá... Quería conservar el buen humor, pero,
poco a poco, los hechos, los espectáculos recreados por las palabras, se iban pintando
con tintas más sombrías. El rojo de las escarapelas pasaba al encarnado oscuro. Al
Tiempo de los Árboles de la Libertad había sucedido el Tiempo de los Patíbulos. Hubo
un momento impreciso, indeterminable, pero tremendo, en que se operó un trueque de
almas; quien la víspera fuese manso, amaneció terrible; quien no había pasado de la
retórica verbal empezó a firmar sentencias.
CAPÍTULO 37: Transcurrían los días sin que Esteban se resolviera a iniciar su trabajo
en el almacén. «Mañana», decía, como para excusarse ante quienes nada le habían
exigido. Y mañana se daba a vagar por la ciudad, o cruzando la bahía en algún bote,
iba a la villa de Regla. Allí había melados fuertes y sangrías peleonas en los
mostradores de cochinillos asados que le recordaban los bucanes de otros días. En un
apartadero marino, arrimados unos a otros como mendigos en noche de invierno,
verdecían los veleros inservibles, desechados por viejos y renqueantes, siempre
mecidos por un manso oleaje que les calaba las bordas agujereadas, cubiertas de
lapas y algas violáceas. Aún quedaban, en alguna parte, las ruinas de barracones
donde estuvieran confinados, durante meses, los jesuitas expulsados de los Reinos de
España, traídos por el camino de Portobello, desde sus remotos conventos andinos.
Los vendedores de plegarias, de exvotos, de objetos de brujería —imanes, azabaches,
hierros y corales— ejercían libremente su comercio. Allí cada iglesia cristiana tenía
alguna iglesia cimarrona, consagrada a Obatalá, Ochum o Yemayá, detrás de la misma
sacristía, sin que ningún párroco pudiese protestar por ello, puesto que los negros
libertos reverenciaban a sus viejos dioses del África en la figura de las mismas
imágenes que se erguían en los altares de los templos católicos. A veces, de regreso,
entraba Esteban en el Teatro del Coliseo, donde una compañía española animaba, en
compás de tonadilla, un mundo de majos y chisperos evocador del Madrid cuyos
caminos le hubiesen sido cerrados por la guerra.
CAPÍTULO 38: El enfermo seguía luchando. Era imposible pensar que aquel hombre
pálido y frágil, con trazas de cabo de raza, tuviese tales reservas de vitalidad. Tenido
ya en casi perpetua asfixia, devorado por la fiebre, le quedaban fuerzas aún para
clamar, en sus delirios, que rehusaba la muerte. Varias veces, Esteban había visto
morir a un indio, a un negro: para ellos las cosas ocurrían de muy distinta manera. Se
postraban sin protestas, como bestias malheridas, cada vez más ajenos a cuanto les
rodeaba, cada vez más deseosos de que los dejaran tranquilos, como resignados de
antemano a la derrota final.
CAPÍTULO 39: Una noche en que Carlos y Sofía estaban ausentes de la Casa por
asistir a alguna ceremonia de su Logia Andrógina, Esteban, algo resfriado, se instaló en
el salón, con un gran vaso de ponche al alcance de la mano, para leer una vieja
recopilación de pronósticos y profecías, publicada medio siglo antes por Torres
Villarroel, el Gran Piscator de Salamanca. Asombrábase al descubrir que quien se
jactara, para mejor venta de sus almanaques, de ser doctor en Crisopeya, Mágica,
Filosofía Natural y Transmutatoria hubiese anunciado, en términos de una escalofriante
exactitud, la caída del Trono de Francia: Cuando los mil contarás con los trescientos
doblados y cincuenta duplicados, con los nueve dieces más, entonces, tú lo verás,
mísera Francia, te espera tu calamidad postrera con tu Rey y tu Delfín y tendrá
entonces su fin tu mayor gloria primera.
PARTE SEXTO:
CAPÍTULO 41: Las olas venían del sur, quietas, acompasadas, tejiendo y destejiendo
el tejido de sus espumas delgadas, semejantes a las nervaduras de un mármol oscuro.
Atrás habían quedado los verdes de las costas. Navegábase ahora en aguas de un
azul tan profundo que parecían hechas de una materia en fusión —aunque hibernal y
vidriosa—, movidas por un palpito muy remoto. No se dibujaban criaturas en aquel mar
entero, cerrado sobre sus fondos de montañas y abismos como el Primer Mar de la
Creación, anterior al múrica y al argonauta. Sólo el Caribe, pululante de existencias, sin
embargo, cobraba a veces un tal aspecto de océano deshabitado. Como urgidos por un
misterioso menester, los peces huían de la superficie, hundíanse las medusas,
desaparecían los sargazos, quedando solamente, frente al hombre, lo que traducía en
valores de infinito: el siempre aplazado deslinde del horizonte; el espacio, y, más allá
del espacio, las estrellas presentes en un cielo cuyo mero enunciado verbal recobraba
la aplastante majestad que tuviera la palabra, alguna vez, para quienes la inventaron —
acaso la primera inventada después de las que apenas empezaban a definir el dolor, el
miedo o el hambre.
CAPÍTULO 44:Proseguían los trabajos entre polvos y lodos. Cansada de oír las
piquetas y las sierras, las poleas y mazos, hasta los confines de la hacienda, Sofía se
encerró en la casa, tras de un despliegue de cortinas recién colgadas, de chales
abiertos sobre ventanas, de biombos y paravanes usados a modo de murallas, de
recintos, en aquella propiedad invadida por los guardias y centinelas desde que estaba
entregada a la confusión de dialectos de las negradas. Sentada en lo alto de una
escalera de mano, echada sobre alguna alfombra, acostada sobre la fresca caoba de
una mesa, había leído toda la literatura encontrada en la biblioteca, desechando
tratados que nada le decían por la voz de sus álgebras, geometrías y estampas
demasiado cargadas de alusiones científicas, cuyos personajes llevando una «A», o
una «B» sobre el lomo, se inscribían en figuras de teoremas que acaso los relacionara
con la trayectoria de los astros o los portentosos fenómenos de la electricidad.
CAPÍTULO 45: Se decía que los soldados de la Campaña de Egipto, furiosos por verse
sacados de Francia, habían querido exterminar la población de la colonia para
apoderarse de ella; que elaboraban untos, líquidos, grasas maceradas con materias
inmundas, con los cuales marcaban las fachadas de las casas a donde querían llevar la
contaminación. Todas las manchas se hicieron sospechosas. Quien, de día, pusiera la
mano en una pared, dejando en ella la huella de un sudor, era apedreado por los
transeúntes. Por llevar los dedos demasiado negros y pringosos, un indio fue matado a
palos, una madrugada, por gentes que velaban un cadáver. Aunque los médicos
afirmaran que el daño no era semejante al de la peste, dieron todos por llamarlo «el
azote de Jaffa». Y en espera de él —tarde o temprano llegaría—, la lujuria se hizo una
con el miedo.
PARTE SÉPTIMO:
Polisíndeton: Página 6
bayetas y flores, obituario y réquiem —y había venido éste de gran uniforme, y había
llorado aquél, y había dicho el otro que no éramos nada...— y sin que la idea de la
muerte acabara de hacerse lúgubre a bordo de aquella barca que cruzaba la bahía bajo
un tórrido sol de media tarde.
Exclamación: Página 11
¡Cuántas porquerías!
Interrogación: Página 14
“Una techumbre lateral de la casa largaba las tejas como un puñado de naipes”,
página 133
Concatenación: Página 23
Hipérbole: Página 24
11.- Lugares:
Los espacios son muy variados.Pasamos de espaciosconcretoscomo la casa o el
Almacén, a otrosmásgenerales, como Cayena, La Habana… Siempre, pero, con
undenominadorcomún, lasAntillas.
1.- Valores:
El amor: el viejo comisario cuidaba de la presentación de sus páginas con amor del
buen artesano.
Solidaridad: el viejo comisario lamentando la carencia de un colofón del artesano San
Andres.
Altruismo: Janet cuando pegó en las paredes de Cayena que los negros deben ser
libres no esclavos
2.- Instituciones:
E.-BIBLIOGRAFÍA:
Blogspot:http://tonynader.blogspot.com/2011/12/estilo-y-temas.html
Wikipedia:https://es.wikipedia.org/wiki/Alejo_Carpentier
Cubanet:https://www.cubanet.org/htdocs/CNews/y08/may08/19inter_7.html
Cubadebate:http://www.cubadebate.cu/opinion/2011/09/07/la-sociedad-cubana-
tras-medio-siglo-de-cambios-logros-y-reveses/#.W90mRdThDwc
FidelCastro:https://es.wikipedia.org/wiki/Fidel_Castro#El_enfrentamiento_con_B
atista
Libro de comunicación.
Libro de historia
Cuaderno de comunicación.
Diccionario Norma.