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Almada Noguerón, Vanesa.

Quemar el fuego / 1ra. Edición / Autogestiva

p. 56; 10 x 15 cm.
ISBN en trámite

Hecho el depósito que prevé la Ley 11.723

©2017; Almada Noguerón, Vanesa.

Todos los derechos reservados.

Impreso en Argentina

Diseño de tapa e ilustración: Pablo Lizalde

Toda parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida,
almacenada o transmitida de todas las maneras posibles, por todos los medios, ya sea
eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el previo permiso del
editor y/o autor, siempre que sea correctamente citada la fuente a la que pertenece.

2
quemar el fuego

Vanesa Almada Noguerón

3
escribes poemas

porque necesitas

un lugar

en donde sea lo que no es

Alejandra Pizarnik; 1956.

4
piedras

5
notes

entonces habrá que escribir alguna cosa que hable del amor,

que hable de las plantas ahogadas del patio,

de las máscaras que puede alcanzar el vicio,

el agua estancada,

la cuerda con que nos suelen maniobrar las horas,

la paciencia estallada

entonces habrá que pecarse las perfecciones,

habrá que contaminarle la papa al estofado,

que discriminarle los desperdicios adheridos a la loza maltratada del plato,

entonces

habrá que entregarles a los gatos todos los techos con las goteras limpias

entonces habrá que ofuscarse un poco,

que corromperse los recuerdos

que procurarse pensamientos gélidos

en cada cornisa del mundo en la que todavía no nos hayamos parado;

habrá que caminarse las vísceras con los talones un poco ampollados,

con la mitad del césped sin terminar de podar

6
habrá que inmortalizarse todas las vidas, entonces;

habrá que apagarles las bocinas a todas las bocas entreabiertas

a todos los gritos faltos de crines.

entonces habrá que escribir alguna cosa

habrá que hacerle unos cuántos hijos

a la vanguardia abandonada del alfabeto

y habrá que proveerles después algún tipo de educación,

algún tipo de utopía,

de cuento de hermanos Grimm

entonces habrá que quedarse para verlos desaparecer,

habrá que aguantarse.

para cuando hayan vuelto

– ya convertidos en libros de textos

o en envases domésticos de frutas y hortalizas –

habrá que autoabastecerse de alguna otra manía,

habrá que salirse del invicto,

habrá que escapar

7
los hay

Nadie sabe lo que tiene esto de otro

porque no tiene nada de suyo.

La otredad

no obstante

no es tan ucrónica

como suelen figurarse

aquellos.

Un día de éstos

van a venirse a flote

como corchos en el vino

o molusco invertebrado

con medallas olímpicas sobre el pecho.

8
apatía

por otro lado

me cae gordo lo neutro facial


como un libro que empieza por el medio
o una calle sin letreros

me asfalta los dedos en brea vencida,

me astilla las risas


se traga la sombra que me hace el bonete que llevo en el bolso de mano

y se abulta
se empotra en los pechos de la gente ajena

me caen bajo la herencia genética


y algunas rimas de verso blanco

por otro lado


se les arruina el invicto a los dueños de casa,
se nos fatigan los ruidos a gritos

y se les mojan las tormentas eléctricas


a los chaparrones

y a la ropa seca

10
deshabitados

si fuéramos cajones huecos


nos pondríamos el fuego adentro,
nos patearíamos las puertas

buscándonos la llave,
nos desinflaríamos las partes
gravitándonos los suelos (como atletas acrobáticos)
no nos alcanzaría la muerte

para gastarnos la vida,


nos marcaríamos la raya con la plancha
nos fregaríamos los pelos
contra el colchón

si fuéramos cajones huecos


nos rellenaríamos los cuerpos
con vueltos de caramelos,
nos quitaríamos las biografías de encima,
nos falsearíamos las ropas con embriones nuevos
y caeríamos a baldes
a vacíos fónicos
sobre la hoja en blanco

10
los amantes

ya rara vez se cruzan y hace años


que dejaron de advertirse cuánto se adoran
cuánto adivinan ese desorden de los cuerpos al rozarse
apenas mojados de mar o de selva
espejos siameses separados al nacer

acomodados cara a cara para descubrirse al paso las imperfecciones


y sin embargo

se autoproclaman incapaces de reconocerse


de aplicarse siquiera las máscaras
los postizos
los lentes de ver cerca
nunca se alcanzan a atrapar del todo los olores del cuello
y sin embargo
se prometen esponjas y jardines
duchas de hoteles y adulterios
octópodos de una sola vida

buscan la pausa donde hay tormenta


espinas

donde hay sábanas


y toallas limpias

11
otras prudencias inútiles

No sea cosa que nos quedemos descalzos de idiomas:

ensuciémonos las páginas de escándalos.

No sea cosa que los perros nos canten el póker desde la puerta del lienzo,
que nos sigamos pisando los pies en los vals de bodas,
que nos engruden la inocencia a cuentos,
que nos caigamos en algún boquete del cielo:
confisquémosle la grasa a las bisagras,
mordámonos las orillas,

los juncales secos


y los autorretratos.

Y pongámosles los puntos a las íes griegas.


No sea cosa que nos chamusquen Troya
y nos agarre la hoguera
sin rifa de los bomberos,
no sea cosa que nos enferme la furia aturdida del estofado
un viernes santo
por más que el ayuno estricto del lunes
por más que los vértigos y las urgencias:
descosámonos las pajas de los ojos
tiñámonos los juicios de rubio suicida
jurémonos laureles
y alquilemos balcones.

12
dodici

paz no encuentro ni puedo hacer la guerra

Se le rebalsa el tintero al capo lírico sonetista del Arezzo

y se pone a trazar mapamundis


entremedio de los huecos que le deja la tinta sobre la mesa.

En el cuarto de al lado,

los numismáticos del porvenir globalizado


se explotan las sienes sacando cuentas,
tratando de averiguar
qué día cumpliría años Adán
y por qué se nos ocurre cerrar los ojos justo antes del estornudo.

Pero todo verso anterior parece deportado para siempre del courtly love
porque no topa la imaginación con una causa para no flaquear,
como no topan las velas
con un motivo valedero para no morir quemadas.

En una de esas,
me reviento las vísceras con tubérculos deshidratados
arranco la preventa y,
con el circo lleno,

me gano el último boleto al corazón contento.

Ardo y soy hielo


y ya no es Cicerón el que me hace la sugerencia;
es la simpleza rectilínea de nuestros dos únicos cuerpos

caminándonos la psiquis,
aplastando las impurezas cursis

13
que el Canzoniere se olvidó de reciclar.

Y en ese trajín endecasílabo, te encuentro de nuevo;


dejo las cuentas a medio terminar,
miro sin córneas y grito sin lenguas,
me abotono a la bibliofilia crónica de tus viceversas

mientras me embuto
y me corto los cueros en pos de alargarte

otro veinticuatro
de una vez cada doce.

14
escape en convoy

vuelve esa puerta a querer viajarnos el adentro y el afuera

el viento no alcanza nunca

ni para cerrarla ni para abrirla

ni para espesarle el cuerpo

ni para apedrearla

rojo el cielo de ese cielo hueco

el blanco de ese guante envuelto en manos

como roja la causa de toda fuga

de todo desplazarse

vuelve esa puerta a querer irnos

amontonarnos a los costados de los trenes

gritando andenes, pasajeros, vías férreas

donde aplastarnos el rojo de la impaciencia

los fuelles

de las últimas monedas vírgenes

15
simultáneo sui generis

Ninguno dicta.
Todos copian y van por el mismo párrafo
la misma oración
la misma palabra
la misma letra
el mismo pedazo de firulete en el papel.

No sangran.
No les dejaron piedras para escarbar.

No crecen.
No les quedaron canciones para morir.

Todos escurren el lápiz en la misma zanja.

Se cierran con llave el mismo renglón.


Pero ninguno tiene el tintero tan aguado
como para sacarle punta al otro.

16
vienen los días que son los días que ya fueron

todos los días son esta mesa

repleta de cosas huecas o llenas o rotas de otras cosas


que alguna vez fueron el tiempo de alguien,
el cordón cuadriculado de alguien

todos los días el fuego de un libro arde

mientras se tuercen las cosas / los diálogos / las cenizas /


los aleteos / los hombres / las manos / los cuadros /
las manos desde los cuadros

todos los días un llanto acústico de risas tántricas


los gestos / las piedras / todos los absurdos

todos los días


un culto inhabitado que vuelve
en cada ausencia
en cada ruido

17
ad quadratum

siempre mayoría de respuestas A, Leonardo


atornillado al suelo en nudos de tobillos planos
embalsamado erecto

con las marcas de los huesos en llamas


virgen de muecas / superpuesto
amaneciendo el néctar desmaquillado de la noche o sudando viento

casi siempre cayendo del mapa, Leonardo


casi siempre dando el abrazo
casi siempre en vivo
alardeando el vector sorpresa de la entrepierna
la inversión deliberada de insomnio en caprichos místicos

en esteroides anabólicos o en go fitness

las raíces del pelo del pecho te juran laureles, Leonardo


te pesan los codos
la arritmia desnuda del abdomen te muerde la piel de lata
los pliegues amuchados del ombligo

encajar no es guardar en cajas, Leonardo


hoy no hay nubes ni caras siniestras en las sombras de los fuegos
faltan los cercos por donde hacer saltar a las ovejas antes de irnos a dormir
faltan los puntos finales

falta ella

pero algo
se nos va a ocurrir

18
para que vos me leas
a Laura

yo escribo para que vos me leas,


para que explote el fuego

sobre las venas de todos tus nombres;


escribo para que pese un poco más
el aire que nos vuela las páginas todavía en blanco,
perfecta revelación de nuestro pacto,

del cofre anónimo que nos contiene.

en esta selva cíclica, yo escribo;


pongo pisadas en las memorias de nuestros suelos,
-ejemplos vivos de nuevos posibles verbos-

y reseño las pausas pendientes,


abro paréntesis, descubro,
atravieso,
escribo
para que vos me leas.

19
quo vadis

de dónde sale el agua que respiran los vidrios los días de invierno
el hambre que nos causa la playa

adónde va el viento cuando deja de seguirnos


adónde las cartas
las tarjetas de cumpleaños que nunca fuimos capaces de mandarnos

adónde habría que reclamar las deudas que se tienen nuestros cuerpos
sobre qué otras desnudas criaturas
acomodan sus partes íntimas

adónde están los bordes que le fuimos recortando al camino

los cajones de manzana que no pudimos salvar

por dónde corre la sangre mojada


por qué sucias sábanas se revuelca su mancha

adónde van los libros prestados


(a veces leídos / siempre perdidos / nunca devueltos)
adónde sus notas al margen
sus índices manoseados
sus verdaderos padres

adónde duermen los peces cuando no están despiertos


cuando no ahogan sus cuerpos en ollas hirviendo

adónde van sus lágrimas


sus otras aguas

de dónde nacemos cuando ya hemos muerto


de dónde salen los otros

20
cuando los demás no nos piensan / ni nos adoran / ni nos fingen /
ni nos pueden alcanzar

adónde corren los verbos


y las formas de los signos
cuando no los podemos decir / ni atravesar / ni encender

de dónde sale el suelo cada vez que el infierno

quiere escaparse de los edenes

adónde esconden tu nombre


cada vez que el mío no se deja gritar
cada vez que nos deja el viento
cada vez que a los vidrios les empieza a faltar la respiración
después de la playa
en invierno

21
ilusión óptica

escalera de caracol

(con escalones lentos / para que


pueda escurrirse las secreciones
en el andar),

relojes
de péndulos y pájaros en las ventanas
sobre los pies.

lo contrario a la sed,
un semáforo en blanco,
un poema que es el agua.

una deidad
retratista de llaves,
una llave que es puerta,
un pez muerto en la playa que
se sacude la vida.

una lámpara tomando sombra,


un bostezo que se cierra,
un libro
que empieza y termina todas las palabras

y cosas por el estilo.

22
cómo cuándo quiénes

¿Dónde es la jaula que nos cerraron, Alejandra?


¿Qué infierno nos falta todavía

para quemar vivas las calles de la noche?

La euforia negra de tu nombre


vale todo este insomnio mudo,

vale esta arena mojada debajo de los pies desnudos,


esta nota sin firma;
dormidas ya nos quedamos,
llega el sueño como una espada en la voz
mientras llora esa ventana

y digo infiernos,
digo bocas abiertas,
pero nunca es eso lo que uno quiere decir.

23
metales

24
warning

miente esta habitación como miente el sueño que abre los dientes de la narcosis
como mienten
las lámparas de pie desenchufadas y los paraguas inertes sobre la baba oceánica

no hay suficientes colores de mariposas


que lleguen a cubrirnos el polvo de la espalda

ni el vello púbico clorofílico que nos arrastra los brazos


hacia la causa y el efecto

un abanico se nos abre entre las piernas


vuelan los cuerpos como vuelan
la fiebre ornitológica y los bonus track de los años bisiestos
en la calle de nuestra infancia
en la feria del pueblo
en la explosión caprichosa de una máquina cualquiera

insoportables raíces de habichuelas mágicas quieren venir

a atravesarnos la tarde

las tierras y los lechos

todavía se riegan los campos desde las vértebras de un reloj analógico

todavía se escriben los techos de las playas

con una rama amputada o con un bastón de cera

25
todavía

puede extinguirse el suelo o puede apagarse el agua

la poesía es la llama

que arde siempre cerca

26
todas las madres van al cielo

(2509)

es un ritual

destruir con el sobrante de agua oxigenada el almanaque en desuso o la vajilla envejecida

la pared que ocurre de pronto

la orfandad

y ese efecto a limón en los dientes

es un ritual caerse del cenicero

sin haberse aprendido bien el mapamundi del pozo

su ceguera y su miseria

que nos deje plantados la vida es un ritual

que nos persiga o nos mienta o nos vuelque el frío en la espalda

es un ritual el insomnio y la epilepsia lasciva con que el suelo nos recibe siempre el cuerpo

dejarse ese pedazo de sueño sin despertar

es un ritual el elemento sorpresa contraproducente elíptico sólo para entendidos que

supone perderte

27
no tenerte nunca a mano ni para omitirte ni para escoltarte

es un ritual

lejos del cielo o muy cerca del infierno esperarte

yo no tenía nada y vos me fuiste naciendo el resto

todavía llora tu olor en esta piel que llevo puesta

ya es de noche

y no estás para incendiarme el filo de la cuna

eso también es impostergable

30
cuello bote

todavía estoy encarnada a una canción de grillos

y no sé cuándo fue la última vez que me miré los pliegues

ni la primera que le conté los años a las cutículas

tengo los sueños y las espinas dorsales en ú

las camisetas de esmalte permanente transpiradas y huecas

a los nudillos les estuvo faltando calcio

guantes de lana

a las muñecas se les partió el jabón blanco

se aturdieron

a la lectura de dedos meñiques se le oxidaron los horóscopos

se le esculpieron las cajas chinas

se le venció la quiromancia

se le estiraron los sweaters y los plazos fijos

todavía estoy encarnada a una canción de grillos

la onicofagia y la imaginación

se me han hecho costumbre

31
apostilla

todos los vasos de la casa rebalsan,

como mi cuerpo

un traje de espejos

-o acaso esa voz, en vocativo-

bastará para sanarlo

ya corrompí los naipes,

ya volqué lenguas y estampillas encima del parqué lustrado,

de la ropa blanca,

de manteles plásticos zafios amancillados;

ya volqué perlas domésticas en suelos ajenos

ya terminé de volcarlas

otros vendrán

bailarán en la sangre hervida de esta contraproducencia,

sospecharán que fui nombre y fuego

voy a adjetivarlo todo

32
Simon says

soy un fragmento

un blíster de azulejos mudos

soy la fiesta del té

la reina de corazones

el alfil

soy el daño colateral del opio y la pipa

del opio en la pipa


del opio y tu mapa

del fuego

arrugándote el ruedo

del vestido

soy un fragmento

un vidrio al sol

un lente

una ciudad de sueños encapsulados


un mantra de algas sublinguales

33
una llave

soy la cueva animal inorgánica y ciega

un espejo de serpiente

soy
un río de lava embalsamada

un bufón de realeza

un vuelco

soy fábula y caramelo

un cubo de rubik

una plancha

un raviol mixto

la fábrica de chocolate

la bruja de los colores

soy

el elefante hindú de la fortuna

una metáfora en una lata de sardinas


en espiral

en cuclillas

en lluvia de palo de agua


34
soy purpurina

juego de mesa

volante

soy la cereza invicta sobre el pastel de guindas

una astilla aturdida

un amuleto

un mosaico

soy guardarropa de carnavales

fruta empotrada

papel picado

soy la pared más en blanco más a mano de Miró

soy dragón de utilería

una llama

un fragmento

soy un juego de nintendo el vidrio el opio los sueños la cueva el espejo un


fragmento

soy lava realeza cubo color fragmento

35
soy fruta espiral elefante dragón fragmento

soy metáfora que llueve

pared que amanece

soy tiempo

que ya

no existe

36
etcétera

ruedas de carreta masticando la cintura de la calle

marquesinas agitando palmas

agitando insultos o frases célebres,

desesperando

hojas de enredadera

manchas de aceite y alcancías rotas

una nube que es embudo / que es viento seco / que es neurosis

resortes en el cemento virgen

en los asientos momificados de las plazas

espuma sobre los palcos techados

en los desvanes

en los pliegues retorcidos de las paredes

a los pies de la cama

justo esa página abierta y justo esa foto

justo el timbre denunciando otra impresencia

la lluvia

la ropa mojándose afuera

luz

en el último piso

37
trasbordo

Golpean la puerta se ve que para guardar cierto protocolo, o porque saben bien que se las voy a
abrir de todas formas. Entran. Mientras una se mete para adentro, la otra no pierde el tiempo y se
acomoda a los pies de la cama, como trabándome el andar, como apretándolo. Y ahora me dicen
que tal vez convenga estarme quieta, próxima a un rincón cualquiera de un momento cualquiera.

y en esta cueva de falsos inviernos también se puede aprender a llorar

debajo del miedo,

debajo de las paredes húmedas,

con nuestros nombres escritos en forma de templo;

La que está adentro me decapita los ojos, para que una parte del llanto se me quede en la garganta.
La que está afuera simplemente observa, mide, toma unos absurdos apuntes que prefiere (siempre
prefiere) no mostrarme, no mostrarnos. Y ahora me dicen que tal vez sean nuestros los roces de los
cuerpos, los pasos que fuimos aprendiendo a dar hasta la puerta.

ya se va el puente que ninguna de las dos se va a atrever a cruzar;

se ahogan los sobres que envuelven nuestras cartas

y nuestras vergüenzas,

y sus gritos se tragan ambos pedazos de la noche;

Muy en el fondo, nos entristece un poco saber que ninguna se va a tomar la molestia de presentarse,
que nos conocemos de sobra. Todas ellas y todas nosotras. Y ahora me dicen que tal vez se queden.
Algún tiempo. Otro tiempo.

38
poets read tonight

todo lo que invita a decir esta espalda

todo lo que sangra

lo que aguanta y posterga

es la metáfora última del mundo

la pausa en la furia espástica

con que venimos a este agujero a practicar muecas

a alfombrar giros léxicos

y a profanar espaldas

levantemos bien las piernas y desesperemos

la poesía lo barre todo

39
que da calambre

a María Carmen

para decir la palabra abuela

sería conveniente que me aprendiera

- bien aprendidos -

los verdaderos secretos del arroz con azafrán

y los nombres compuestos

de todos los programas que condujo Héctor Larrea

en su trajín televisivo

(se me pondría difícil

ser tan rara como un perro verde

pero

es casi una fija

que el de las dos colas

se me terminaría escapando en ese mismo

tire y afloje)

después de decir la palabra abuela

seguiría sin quedarme claro cuántos australes serían

cien pesos

porqué nos quedamos afuera de la Libertadores

y de dónde sacó

el electricista

40
tanto talento para el chinchón

se me volverían costumbre (es evidente)

los diciembres de negro vivo

y el no ganar

para desgracias

de todas formas

todavía de grande

me sigue doliendo

la parte de adentro

de la tira umbilical

y la partera

se quedó sin saber

qué hacer conmigo

41
simulacro

Y nos quedábamos.

Nos desvelaban los gritos de nuestros propios proverbios;

aprovechábamos la redondez del mundo

para enderezarnos las pisadas / los viajes /

las turbaciones olvidadas /

las tardanzas

Éramos alguna clase de interrogante abierto

con exceso de pronombres en la portada.

éramos pasos

interrogantes / extranjeros /

péndulo / cuerpo /

interrogante

Nadie nos hizo respuesta / nadie nos quiso hacer.

Y nos quedamos.

Nos pareció mejor seguir fingiendo lenguajes;

barrer con la lengua

42
todo lo antes escrito sobre los paredones.

Nos pareció mejor la impaciencia

el exceso

el desvelo

la tardanza

el desasosiego

43
baldes de ojos

para hablarnos de naufragios nos hace falta por lo menos un charco,

mejillas pintadas de piel de anfibio,

cutis de caucho y dos paraguas huérfanos

de vez en cuando vienen los soles a calcinar mártires

aguanta el cuerpo la ofensa

arde

aunque es de esperar que insista

nos gusta el golpe mustio y volátil de Sodoma y de Gomorra

nos gusta el tóxico

el exceso

vaciarnos los baldes de ojos en el reverso de los bolsillos

humectar los techos y regar los patios

nos gusta el hielo en las plantas cuando amanece

el vicio

el vidrio apedazado en la puerta de la casa

44
y la calma nos cubre siempre la segunda mitad del cuerpo

nos arqueamos

volvemos siempre al muelle desde donde huimos por primera vez

rodamos

dejamos que el margen abierto de la lata nos insulte

que nos vierta el rostro

que anochezca

dejamos que llueva

que nos ahogue el filo

de esa gota

45
ella no pero ella sí

metidas en una lámpara

de la que no sale nunca ningún genio

(ningún excedente cíclico)

aunque la froten o aunque la rompan

en la otra punta del jardín se puede bajar a ver la espuma

de los que viven

de los que visten y bautizan galerías enteras

con nombres de cuevas

en eso estamos cuando nos vienen la risa convulsa y el aturdimiento

mostramos en las caras el escándalo que nos produce

la deformidad del suelo contra la piel

alguien soporta nuestro lenguaje

y hace más marcas en las paredes;

del aceite que sobra se pueden usar las partes

menos infectadas

46
la lámpara

(como toda lámpara)

cae

ellas se frotan:

se rompen

47
la gota que devolvió el vaso

Hay un candado roto abajo del mar.

Tiene la llave puesta, porque pretende

- como todos nosotros-

disimular su imperfección.

Tengo aire en el pelo y,

más acá del absurdo y del olor a muerte,

hablan los pensamientos.

El cielo camina despacio,

como arrastrándose en puntas de pie

para no despertarme, y así

sorprenderme en la búsqueda,

y en la elección del trascendental instante fétido.

Una familia de pequeños esciénidos se acomoda

debajo de las algas vecinas. ¿Será para dormir?

¿O acaso las percas marinas no duermen


ni existen?

48
Los pulmones zumban.

En la orilla, unas primas segundas lloran,

y el equipo de rescate pretende

con sus naranjas chillones de trajes de baño

calmar a la chusma y esconder,

en la parte de atrás de las columnas podridas del muelle,

los gritos de los pájaros y los aplausos para los niños perdidos.

Alguien se ahoga

y esa voz que me canta canciones de la infancia

se acerca un poco.

Está diciendo que me quede,

que el cordón de la vereda tiene arena seca para no resbalarse,

y que ella prefiere leer la aventura en folletín,

de ser posible desde el cerro más alto

para puntuar lo que esté mal redactado.

Ella- como alguien dijo una vez- es mi otro yo, pero no es yo misma.

Es ella misma.

Me conoce- creo- desde que fui engendro,

y lleva en la sangre

49
otra mixtura grasienta que es mi propia sangre.

Dos brazos (de los que sólo el sexo opuesto puede dotarse)

me chupan hasta el borde

y me empujan.

El cielo- ahora puedo verlo de frente-

ha vuelto a su lugar.

Ya no me ahogo

pero sigo teniendo aire en el pelo,

un candado roto en la mano

y agua de sal
en todos los ojos.

50
quemar lo que se escribe

Anhelo el amor que está vivo, lo que es imposible o ambiguo. Temo saber exactamente

cuáles son mis limitaciones.

René Magritte

voy a quedarme sentada encima de este espacio entre las letras

o en cuclillas sobre un banco de uvas secas

(vicio copiado de un sueño o

de un cuadro de Magritte)

quedarse, que es lo mismo que irse

sin haberse tomado el tiempo de perfeccionar un arreglo de escape

el espacio que resiste todo el peso de los cuerpos no es distinto

a otra resma blanca de vapores y barrotes

gastados o arrancados

Esta sombrilla es impermeable a todas las notas que llevo escritas.

No llueve, pero da lo mismo.

51
vórtice

me alejo un poco, me postergo;

me tomo un rato con el vuelto de agujas vírgenes que deja el reloj pulsera sobre el autismo

de la mesada;

planto carteles en la humedad vintage del césped

y vuelvo;

me ato a este viaje de electrones y de clavos sueltos.

Sigo anotando. Persisto.

52
Sobre la autora

Vanesa Almada Noguerón nace en la ciudad de La Plata (Buenos Aires, Argentina), en 1980.

Tiene estudios en Letras y en Gestión Cultural. Actualmente, reside en Mar del Plata e
integra el staff artístico del ciclo “Arte sin Aduanas”. Su labor literaria ha recibido diversos

reconocimientos tanto a nivel nacional como internacional, entre los cuales se cuentan el
Premio Poesía de las Américas (2008) y el Latin American Intercultural Alliance (2013). Parte

de su trabajo poético se encuentra disponible en las revistas de creación literaria Desnuca2,


La Avispa, SEA Digital (Arg.), Pangea (Ciudad de Salamanca), Ergo (Universitat de València) y
El Humo (Querétaro, México). De su autoría: Entre los ruidos (Baldíos en la Lengua, 2015).

www.almadanogueron.blogspot.com.ar / vanealmada@gmail.com

Facebook: Vanesa Almada Noguerón / Twitter: @vanesaalmada / Instagram: vane.almada.nogueron

53
índice

piedras

notes/7

los hay/9
apatía/10

deshabitados/11
los amantes/12

otras prudencias inútiles/13


dodici/14
escape en convoy/16
simultáneo sui generis/17
vienen los días que son los días que ya fueron/18
ad quadratum/19
para que vos me leas/21
quo vadis/22
ilusión óptica/25

cómo cuándo quiénes/26

54
metales

warning/29
todas las madres van al cielo/30
cuello bote/32
apostilla/33
Simon says/34
etc/38
trasbordo/39

poets read tonight/40


que da calambre/41
simulacro/43
baldes de ojos/45
ella no pero ella sí/47
la gota que devolvió el vaso/48
quemar lo que se escribe/50

vórtice/51

Sobre la autora /53

55
Este libro se terminó de imprimir

en la ciudad de Mar del Plata,

en Abril de 2017

56

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