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TÍTULO:
DOCENTE:
AUTORES:
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DEDICATORIA
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AGRADECIMIENTO
Profesores.
INTRODUCCIÓN
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El presente trabajo titulado: “La Responsabilidad en el Ejercicio de a Función Notarial, “Régimen”
y “Proceso Disciplinario” se encuentra establecido en el Decreto Legislativo N°1049, cuyo
propósito entre otros es contar con una seguridad y publicidad jurídicas que permitan garantizar la
cognoscibilidad general de derechos inscribibles o de actos con relevancia registral, lo que implica
la modernización de instituciones del Estado, así como de los de operadores adscritos o que actúan
por delegación de éste, que, dentro del ordenamiento jurídico, garantizan la seguridad de los actos
y transacciones inscribibles, siendo necesario aplicar el principio de legalidad y buena fe que
conlleven una mejora en el ejercicio y supervisión de la función notarial, por ser el notario el
profesional en Derecho autorizado para dar fe pública por delegación del Estado, a los actos y
contratos que ante él se celebren; adecuándolo a los últimos cambios tecnológicos para facilitar
las transacciones y el intercambio comercial mediante canales seguros. La función notarial ha sido
destacada tradicionalmente por los valores inherentes al ejercicio de la fe pública.
Por siglos el notario ha sido y es el “depositario de la fe pública”, y esta expresión que se ha
generalizado a nivel popular pretende resumir una serie de bondades que se ha ganado el agente
de la función notarial, y consecuentemente, el documento que de él emana, por el buen ejercicio
de esa facultad extraordinaria de que está dotado; de transformar en verdad, jurídicamente
obligatoria, sin posibilidad para las partes intervinientes de discutir su conformación formal o de
fondo, que serán inexorablemente las que surjan del documento, ajeno felizmente a los intereses
en juego o a las variaciones que pretenda imponerle la frágil memoria humana, frente a la
permanencia que reflejará el fruto de la función notarial.
EL GRUPO.
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SUMARIO
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTO
INTRODUCCION
CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CONCLUSION……………………………………………………………………………….....18
BIBLIOGRAFIA…………………………………………………………………………………..21
CAPITULO I
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LA RESPONSABILIDAD EN EL EJERCICIO DE LA FUNCION NOTARIAL,
REGIMEN Y PROCESO DISCIPLINARIO
Según Castán (citado por Cuba, 2006), en su obra denominada “En torno a la función notarial”,
considera que los caracteres de la función notarial son: el contenido complejo, la labor
formativa o asesora, la labor formativa o legitimadora y la labor documental o autenticadora.
Sin embargo, Bazán (2005), considera como caracteres de la función notarial, a la seguridad
jurídica, la legalidad, autonomía, instrumentalidad, formalidad, a su ejercicio por letrados y a
su exclusividad.
En tal sentido, Cuba (2006) señala que se pueden establecer como caracteres de la función
notarial a la redacción de los instrumentos, a los que se les da forma con sujeción al principio
de legalidad y constitucionalidad, revistiendo jurídicamente el acuerdo de voluntades
libremente manifestado, certificando los sucesos fácticos que se dan en la realidad (los hechos)
y dando fe de los actos y contratos que se celebran ante el notario, otorgando tranquilidad y
certeza respecto de ellos, autenticando la reproducciones, otorgando traslados (testimonios,
partes, copias simples y boletas), revistiendo de seguridad jurídica y disminuyendo los riesgos.
Sanahuja y Soler, distingue, además de la función autenticadora, las siguientes: de legalización,
legitimación y de configuración. (p. 66).
TÍTULO IV
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DE LA VIGILANCIA DEL NOTARIADO
Gattari la define como aquélla en que incurre el notario cuando, por infringir normas profesionales,
éticas y deontológicas, produce daños que la ley castiga para mantener el orden exterior e interior
y la imagen ideal del oficial público, del servicio y del cuerpo. Mientras que Giménez-Arnau
afirma que “es la que se deriva del quebrantamiento de normas reglamentarias”. Y el profesor
Sanahuja y Soler sostiene que la responsabilidad disciplinaria se exige por el superior en la escala
jerárquica y es de medios ejecutivos y rápidos y para que se mantenga en todo tiempo la
normalidad orgánica.
El notario es responsable, civil y penalmente, de los daños y perjuicios que, por dolo
pasa por dilucidar cuál es la naturaleza jurídica de la relación entre el notario y su cliente.
Explica el profesor Savransky que cuando un particular acude al notario para requerir sus servicios
profesionales y éste acepta, surgen obligaciones recíprocas para ambas partes. Pues a la prestación
de los servicios profesionales, señala, habrá de corresponder una contraprestación consistente en
el pago de honorarios Observemos cómo hoy en día es tratada la responsabilidad civil de los
profesionales en lo concerniente a su naturaleza jurídica: hay que determinar los elementos de
juicio que se han tenido en cuenta para establecer frente a qué tipo de responsabilidad civil nos
encontramos.Para Gatari, habrá responsabilidad civil cuando el notario faltando a los deberes
propios de su actividad, incumpliere obligaciones que tengan origen convencional o legal por
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acción u omisión, culposo o doloso, productor de un daño que le sea imputable según las reglas de
la causalidad.
La cuestión pasa por dilucidar cuál es la naturaleza jurídica de la relación entre el notario y su cliente.
El profesor Savransky, nos puede dar luces para hallar la respuesta. Explica este autor que cuando un
particular recurre al notario para requerir sus servicios profesionales y éste acepta, surgen
obligaciones recíprocas para ambas partes. Pues a la prestación de los servicios profesionales, señala,
habrá de corresponder una contraprestación consistente en el pago de honorarios. Luego, se configura
una especie de relación entre el notario y su cliente, materializada en un vínculo contractual. Al
respecto, y refiriéndose a los componentes clásicos de la actividad del notario.
Dice Savransky que la polémica entre los juristas clásicos proviene del Derecho romano y de su juicio
de los contratos de trabajo y mandato.
Ya desde el Derecho romano clásico se defendía la idea que el mandato era un contrato gratuito.
Luego, surge la pregunta:
La doctrina francesa (Pothier, Duranton) postulaba que la relación entre profesional y cliente era de
mandato representativo y fundamentaba el pago del precio en la naturaleza de los servicios. Ergo,
cuando éstos eran producto de la afectación intelectual para la consecución de los fines contratados,
se le reconocía al profesional la facultad de reclamar en sede judicial el precio pactado. Empero,
Savransky objeta esta postura. Señala que son notorias las diferencias entre el mandato y la actividad
profesional. El primero, se caracteriza por la función representativa. En cambio, cuando el cliente
acude al notario para requerir sus servicios profesionales, no es correcto hablar de mandato y, por
ende, de representación. Es que el notario no representa a su cliente: se atiene a hacer efectivo lo
contratado. Y extrae una conclusión: “Por ello debemos abandonar la posición de considerar al
escribano y su cliente unidos por un mandato. Pero, debemos abandonar al mismo tiempo el prejuicio
de considerar atentatorio de la dignidad notarial, el contrato de locación de trabajo”. Agrega que la
más moderna doctrina reconoce que en absoluto puede considerarse el profesional afectado por un
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contrato de locación de servicios o de obra, ya que así como el trabajo manual puede ser contratado
por medio del pago de un precio en dinero, el trabajo intelectual puede serlo de la misma manera. (El
BGB legisla en este sentido: artículos 662 y 675). De igual parecer se muestra Bueres: “Estimamos
que el notario no puede ser catalogado como locador de servicios ya que él no es un subordinado del
cliente”. Y agrega que cuando se alude al nexo de subordinación no se está haciendo referencia a la
dependencia económica, sino que se pone el acento en la subordinación jurídica.
Por tanto, las obligaciones del notario son de resultado. Bueres señala que en las obligaciones de
resultado la prueba del incumplimiento objetivo (por parte del acreedor) descarta la culpa del solvens,
la deja fuera de cuestión. Ergo, éste sólo podrá liberarse de responsabilidad probando el caso fortuito
lato sensu.
Responsabilidad penal
Señala De la Torre Díaz: “Los notarios incurren en responsabilidad penal por las siguientes acciones:
falsedad en escrituras públicas, tanto si es falsedad material (alteración de las actas, substitución de
una persona por otra, etc.) como si es falsedad intelectual (como si se transforma en una venta lo que
es una hipoteca), abuso de confianza, exigir mayores honorarios de los debidos. También caben los
delitos culposos como la falta de cuidado en la conservación de una escritura pública depositada en
la notaría Gattari sostiene que es la más importante. “Responsabilidad penal del notario es aquélla en
que incurre el oficial público cuando comete o intenta cometer delitos
atinentes a su profesión, tipificados por la norma común, la cual lo sanciona para satisfacer a la
sociedad que lo ha elegido. El notario es sujeto activo del delito y pasivo de la sanción no en cuanto
tal, sino como persona común. Los delitos que interesan son los que se relacionan con su condición
notarial, aunque no se hallen tipificados por ella sino en la norma común; en efecto, ni la ley ni las
sanciones son especiales para el notario, pero hay algunos delitos que se hallan más cercanos a su
área de actividades. La finalidad es satisfacer a la sociedad que lo ha elegido por medio de los poderes
que lo nombran”.
Sanahuja y Soler abona en la tesis de Gattari cuando expresa el notario español que los hechos
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punibles que pueda cometer el notario no son muy distintos de los que puedan realizar los demás
ciudadanos, aun cuando aquéllos sean más graves por el carácter público del agente. Larraud afirma
que la responsabilidad penal del notario tiende a prevenir actuaciones delictuosas de éste, dando
satisfacción a la sociedad ofendida por sus desviaciones de conducta.
1. Puede tener una agravación especial en la penalidad, anulando la regla non bis in idem, ya que
además de la sanción penal, puede ser objeto de una penalidad corporativa. El fundamento de la
agravación se halla en que el notario que delinque lesiona los intereses de la corporación, que no
siempre quedan protegidos con la sanción penal.
2. Cuando el ánimo de lucro sea el puramente profesional dirigido a la percepción de sus derechos y
honorarios, no sería de estimar éste como agravante en la penalidad.
Según el ilustre profesor español, son fuente de responsabilidad criminal del notario:
d. La denegación de auxilio
En cuanto al primer deber, el de veracidad, el hecho de faltar a ella acarreará la comisión de los delitos
de falsificación de documentos y falsedad ideológica (Artículos 427 y 428 CP). El quebrantamiento
del segundo deber conducirá al delito de violación de secreto profesional –tipificado por el artículo
165 del Código Penal peruano-, pues no se concibe mantener lealtad frente al cliente revelando la
información que se le ha confiado sin consentimiento de éste. Y la contravención del deber de
custodia resultará en el delito de supresión, destrucción u ocultamiento de documentos (Artículo 430
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CP).
Ahora bien, ¿por qué resulta especialmente relevante el delito de falsedad de documento público,
como ilícito penal derivado de la responsabilidad notarial? Citemos a Sanahuja y Soler:
“Este delito, de una gravedad extraordinaria siempre, lo es mucho mayor si es cometido por notario.
Depositario éste de la fe pública y de la confianza de los particulares, si se incurre en tal delito, no
sólo perjudica al Estado porque hizo mal uso de la función que le confiara y daña a los particulares
porque maliciosamente altera sus pactos, sino que infiere un profundo quebranto a la sociedad entera,
porque su acción criminosa infunde la alarma y despierta la intranquilidad en aquéllos para cuyo
beneficio y provecho se instituyó el ministerio notarial. Por eso es el de falsedad un delito público
perseguible de oficio, y por eso también nuestro Código lo castiga con penas gravísimas, aparte, como
es consiguiente, de la responsabilidad civil, inherente a la criminal.”
Según Cuba (2012), considera que las finalidades de la función notarial son:
1. Finalidad de Formación. Significa que la formación del acto o negocio jurídico, la recepción
de la voluntad de las partes y del negocio jurídico, debe ser tomado y redactado por el notario
(P. 68).
2. Finalidad de Conservación. Consiste en conservar y mantener en buen estado los
instrumentos públicos protocolares en el archivo del notario.
3. Finalidad de Reproducción. Consiste en reproducir por cualquier medio idóneo los
instrumentos públicos protocolares. Significa que el notario debe otorgar los traslados
instrumentales, a quienes lo soliciten, esto es, los testimonios, partes y copias simples (P.68).
4. Finalidad de Autenticación. - El notario al dar fe respecto del instrumento que está
otorgando, lo reviste de autenticidad. En el caso de autenticar una reproducción respecto de
su original, no se refiere a que el original sea auténtico, sino que la reproducción es auténtica
(idéntica) a su original (P. 68-69).
5. Finalidad de Apertura. - Está referida, según el autor, específicamente a la apertura de libros
como instrumentos extra protocolares; es decir, a la constancia notarial que se pone en la
primera foja útil del libro con indicación del número de apertura, del número de folios (simples
o dobles), el nombre del titular del libro (su denominación o razón social si se trata de una
persona jurídica), su domicilio. RUC y datos de quien solicita la apertura, la denominación
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y/o el objeto del libro (P.69).
La disciplina del notariado es competencia del Consejo del Notariado y el Tribunal de Honor de los
colegios de notarios. Contra las resoluciones del Tribunal de Honor de los colegios de notarios sólo
procede recurso de apelación. Las resoluciones del Consejo del Notariado, agotan la vía
administrativa. CINCORDANCIAS: D.S.Nº 010-2010-JUS (TUO del Reglamento), Arts. 64, 72 y
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Éste artículo deja en evidencia que el Consejo del Notariado tiene injerencia en el régimen
disciplinario, lo cual resta, de algún modo, autonomía a los colegios de notarios.
En todo proceso disciplinario se garantizará el derecho de defensa del notario, así como todos los
derechos y garantías inherentes al debido procedimiento, que comprende el derecho a exponer sus
argumentos, a ofrecer y producir pruebas y a obtener una decisión motivada y fundada en derecho.
CAPÍTULO III
DE LAS INFRACCIONES ADMINISTRATIVAS
DISCIPLINARIAS
CONCORDANCIAS: D.S.Nº 010-2010-JUS (TUO del Reglamento),
Arst. 74, 75 y76
b) Cometer hecho grave que sin ser delito lo desmerezca en el concepto público.
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y/o conexas, Estatuto y Código de Ética.
g) Agredir física y/o verbalmente, así como faltar el respeto a los notarios,
miembros de la junta directiva, tribunal de honor y/o Consejo del Notariado.
h) La falta de cierre o la reapertura indebida del oficio notarial, por parte del notario
suspendido por medida disciplinaria o medida cautelar.
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Legislativo Nº 1049”.(*) (*) Artículo incorporado por el Artículo 2 del Decreto
Legislativo N° 1232, publicado el 26 septiembre 2015.
d) No devolver al usuario el monto en exceso que se haya cobrado por los servicios
registrales brindados por la Superintendencia Nacional de Registros Públicos.
f) Incumplir con sus obligaciones tributarias durante un periodo de dos (2) años
consecutivos.
j) Agresión física, verbal o por escrito a notarios, miembros del Tribunal de Honor,
de la Junta Directiva y/o del Consejo del Notariado.
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l) Cometer hecho grave que sin ser delito, lo desmerezca en el concepto público por
afectar la moral, la ética y/o el orden público. No están comprendidas dentro de
dichas conductas la expresión de preferencias o creencias que constituyen el
legítimo ejercicio de sus derechos constitucionalmente protegidos.
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d) No cumplir con los requisitos mínimos de capacitación establecidos en la
normativa aplicable.
m) Incumplir sin dolo cualquier otro deber propio de la función notarial, ya sea de
origen legal, reglamentario o estatutario.
CONCLUSIONES
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El notario no es un funcionario público, por lo que no forma parte de la organización de la
administración pública, al no recibir salario, no existir contrato de trabajo o relación
jurídica de dirección y dependencia; el Estado no Sin embargo, sí realiza el notario una
función pública ya que autentica hechos o actos jurídicos con fuerza de fe pública frente a
todos, incluyendo al Estado; además, instruye a los particulares que a él acuden del alcance
jurídico de esos actos, resguarda los documentos originales y expide copias.
La función notarial es de orden e interés público; incompatible con toda restricción de la
libertad personal, de las facultades de apreciación y de expresión, y tiene una permanente
actualidad, y tiene la suficiente vitalidad y solidez para seguir respondiendo a las
necesidades de la sociedad.
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Las consecuencias jurídicas que se producen son: un notario nombrado, pero que no se
incorpora, solo es objeto de cese y la correspondiente extinción del título (art. 21-e); en
cambio, el notario habilitado que no llega a ejercer funciones abandona el cargo (art. 21-
f); y por último, si se produce el abandono del cargo por parte de un notario en ejercicio,
entonces la declaración debe realizarse previo procedimiento disciplinario.
Por último, la acción disciplinaria prescribe, según la nueva ley, a los cinco años desde que
se cometió la infracción, con lo cual se iguala el régimen de la Ley 27444, del
Procedimiento Administrativo General. Sin embargo, la ley no ha previsto normas
transitorias para los casos en los que se cometió una infracción bajo la anterior ley, pero
que al momento de dictarse la norma posterior todavía no ha transcurrido el plazo de tres
años previsto para la prescripción. ¿Se aplica los tres o los cinco años? La duda debe
resolverse en el reglamento.
Luego de analizado el Decreto Legislativo 1049, nuestro balance prima facie sobre la
nueva ley del notariado es muy positivo, ya que en síntesis podríamos decir que introduce
reformas sentidas y necesarias para la seguridad documental, mejora sustancialmente el
procedimiento disciplinario, se adapta a las nuevas tecnologías, y por sobre todo reafirma
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que la importancia de la función notarial está vinculada necesariamente con la actuación
correcta de su protagonista. Así, la ley pretende lograr ese “buen hacer” del notario en los
actos y contratos, lo que constituye la causa de que su oficio tenga valor ante los ojos de la
sociedad.
La introducción del cese notarial a los 75 años constituye una medida adecuada que pone
fin a la cuestionable solución de reconocer cargos vitalicios, que constituía una rémora del
sistema antiguo de compra del oficio, y además busca la renovación de los miembros del
notariado a una determinada edad, lo cual permitirá el reemplazo progresivo por las nuevas
generaciones
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BIBLIOGRAFÍA
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