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El hombre al vivir en la sociedad tiene que permanecer día a día en contacto con
otras personas frente a quienes puede estar ligado por lazos de parentela o
alianza, o simplemente de afecto, o por algún interés de cualquier naturaleza.
También lo hace con aquellos de quienes recibe, o se relacionan a las actividades
que le permiten obtener los medios económicos para satisfacer sus necesidades y
las de sus familiares y dependientes.
El hombre además de ser capaz de albergar y practicar todas las virtudes, puede
manifestar, y esto ocurre en la mayoría de las veces, desde el leve egoísmo
personal o de grupo, hasta los bajos instintos y actos de pasión, de codicia o de
vicio.
Por lo dicho, las relaciones del hombre en sociedad se efectúan dentro de cierto
desorden emocional y en pugna a los intereses de los demás. De ahí que el
Estado tenga que intervenir, y por medio del Derecho controlar y racionalizar las
actividades de los individuos, primero al nivel de los intereses en sus grupos
respectivos y luego al nivel de la comunidad global, a fin de que las mismas
propendan al bien general.
Aún cuando un asunto no parezca dudoso para una persona razonable, puede
convertirse en litigioso por la mala fé de una de las partes, la cual puede
evidenciarse: por una pretensión temeraria, que quien la esgrime sabe de
antemano que carece de fundamento, pero la utiliza como un medio de extorsión
para obtener una ventaja cualquiera; o mediante la resistencia por espíritu de
chicana o de maldad a una pretensión que se sabe es legítima.
Las situaciones de las cuales puede surgir el litigio son innumerables. La lesión a
la integridad personal, el rompimiento de los lazos matrimoniales, los atentados al
derecho de propiedad, solo son unos pocos ejemplos del drama que revelan día a
día los tribunales y cortes, donde hombres contra hombres, hermanos contra
hermanos, recurren o son llevados a ellos en busca de solución a sus diferendos.
Medio imperfecto e inadecuado la mayoría de las veces "para tratar de dominar a
los hombres, cuando arrastrados por sus intereses y sus pasiones, en vez de
abrazarse como hermanos tratan de despedazarse como lobos" (Carneliutti, F
Como se inace un proceso, pág. 22).
a) El diferendo.-
El litigio evidencia "un desacuerdo de voluntad en relación a un objeto" (Cornuy
Foyer, Procedure Civile, pág. 37). En él una de las partes esgrime una pretensión
y la otra se opone o la niega.
Mientras que la formación de los contratos se realiza por medio del concurso de
voluntades, en el litigio las voluntades expresadas se contraponen, entran en
conflicto.
b) El diferendo jurídico.
El litigio puede terminar por la voluntad de las partes o por decisión emanada de
los tribunales.
Fuera de la voluntad de las partes, existen los modos judiciales de la extinción del
litigio en los cuales la solución es impuesta por un juez, la decisión puede provenir
de la justicia del Estado o de la justicia arbitral.
Plazo es el tiempo dado a una persona para realizar un acto o para adoptar una
decisión.
El art. 1033, modificado por la Ley 396 de 1940, contiene las reglas generales
acerca de los plazos de procedimiento, aplicables por consiguiente en todos los
casos, a menos de disposición expresa de la ley en sentido contrario.
Los plazos de días se computan de día a día completos, contándose como un día
las 24 horas que comienzan y terminan a la media noche.
Los plazos de horas se calculan de hora a hora, o sea tomando como punto de
partida la hora indicada en el acto o la hora del hecho con que se inicia el plazo, y
terminando en la última de las horas del plazo impartido.
Por la misma razón se debe decidir que en los plazos de horas no se cuenta la
hora en que se hace ía notificación que sirve de punto de partida al plazo, el que
comienza a computarse solamente a partir de la hora siguiente.
Los plazos indicados por semanas deben ser computados a partir del día de igual
nombre de cada semana subsiguiente.
Los plazos de uno o de varios años se cuentan, lo mismo que
los que se componen de días o de meses, de fecha a fecha: cada
año transcurre desde el día en que parte el plazo al día del mes
correspondiente del ano en que sigue. Es obvio, que en caso de ano bisiesto, el
plazo que comienza el 29 de febrero termina el 28
de febrero del año siguiente, y que, recíprocamente, el plazo que
comienza el 28 de febrero, termina el 29 de lebrero del ano bisiesto que sigue.
Los plazos francos, de meses o de días, son aquellos en cuyo calculo se excluyen
los días términos, el dies a quo o dia en que se inicia, el dies ad quem, o dia que
termina el plazo. De aquí resulta que los plazos francos comprenden dos días
adicionales sobre la duración nominal que les atribuye la ley, puesto que, como se
ha dicho, en el cómputo de su duración no se toman en cuenta ni el día de su
comienzo, ni el día de su vencimiento.
Para determinar cuáles son los plazos francos, por oposición de los plazos no
francos, el art. 1033 dispone que "El día de la notificación y el del vencimiento no
se contarán nunca en el término general fijado para los emplazamientos, las
citaciones, intimaciones y otros actos hechos a persona o domicilio". En otras
palabras, la ley considera como francos todos los plazos que se inician con una
notificación hecha a la persona o en el domicilio .
Al contrario no son francos los plazos que no tienen como punto de partida una
notificación a persona o a domicilio, como por ej.: los relativos a la instrucción de
los asuntos civiles (art 76 a 79), con excepción del plazo del acto recordatorio
(art. único de la L. 362 de 1932) ; el de la oposición contra las sentencias en
defecto por falta de concluir de los juzgados de primera instancia en materia civil
(art 157); el impartido para n e ga rle ; hechos articulados con fines de información
testimonial (art. 252) ; el fijado para comenzar la información testimonial (art.
257); el de la apelación en materia de orden (art. 762).
Cuando son feriados el dia en que se vence el plazo y el día que le sigue, el plazo
debe prorrogarse hasta el día que sigue a este ultimo.
La disposición del art. 1033 in fine rige todos los plazos de procedimiento en
materia civil y comercial.