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Rubén

Luís Britto García Rubén no corras Rubén no grites Rubén no brinques Rubén no
saltes Rubén no pases frente a los guardias Rubén no enfrentes
Traga Rubén no brinques Rubén sóplate Rubén no te orines en los policías Rubén no dejes que te disparen Rubén no saltes
la cama Rubén no toques Rubén no llores Rubén estate quieto Rubén no grites Rubén no sangres Rubén no caigas: No te
Rubén no saltes en la cama Rubén no saques la cabeza por la mueras, Rubén.
ventanilla Rubén no rompas el vaso Rubén, Rubén lo le saque la
lengua a la maestra Rubén no rayes las paredes Rubén di los
buenos días Rubén deja el yoyo Rubén no juegues trompo Rubén
no faltes al catecismo Rubén amárrate la trenza del zapato Rubén
haz las tareas Rubén no rompas los juguetes Rubén reza Rubén
no te metas el dedo en la nariz Rubén no juegues con la comida
no te pases la vida jugando la vida Rubén.

Estudia Rubén no te jubiles Rubén no fumes Rubén no salgas


con tus amigos Rubén no te pelees con tu hermana Rubén, Rubén
no te montes en la parrilla de las motos Rubén estudia la química
Rubén no trasnoches Rubén no corras Rubén no ensucies tantas
camisetas Rubén saluda a tu tía Paulina Rubén no andes en patota
Rubén no hables tanto, estudia la matemática Rubén no te metas
con la muchacha del servicio Rubén no pongas tan alto el
tocadisco Rubén no cantes serenatas Rubén no te pongas de
delegado de curso Rubén no te comprometas Rubén no te vayas
a dejar raspar Rubén no le respondas a tu padre Rubén, Rubén
córtate el pelo, coge ejemplo Rubén.

Rubén no manifiestes, no cantes el Belachao Rubén, Rubén no


protestes profesores, no dejes que te metan en la lista negra
Rubén, Rubén quita esos afiches del cheguevara, no digas yankis
go home Rubén, Rubén no repartas hojitas, no pintes los muros
Rubén, no siembres la zozobra en las instituciones Rubén, Rubén
no quemes caucho, no agites Rubén, Rubén no me agonices, no
me mortifiques Rubén, Rubén modérate, Rubén compórtate,
Rubén aquiétate, Rubén componte.
Modificación de último momento
Héctor Sandro Evaluación: Muy bien. Living va con G al final. Placard va con
D al final. Debes poner más comas y no hacer oraciones tan
COMPOSICIÓN. TEMA: MI CASA largas.

Mi casa es muy linda y a mí me gusta mucho. No es una casa COMPOSICIÓN. TEMA: MI FAMILIA
porque es un departamento. Tiene tres ambientes, cocina, baño,
balcón y lavadero. Mi casa está en un quinto piso y es a la calle Mi familia principal son mis padres. A ellos los quiero mucho.
por un lado y por otro no. El cuarto de mis padres y el livin tienen Pero también tengo más familia. Tengo abuelos, tíos, tías, primas
salida al balcón y mi cuarto está entre el baño y la cocina. Las y primos. También tengo madrina que es mi tía Virginia y
paredes de mi casa son todas color cremita menos las mías que padrino que es mi abuelo Luis. Mi tío Agustín es hermano de mi
son rosadas y las del lavadero que son blancas y las del baño que papá y es el marido de mi tía Cuqui. Mi tía Virginia también es
son de azulejos todas hasta el techo. Los muebles de mi casa son hermana de mi papá y es soltera. Mi tía Rosa es hermana de mi
muy lindos y hay muchos adornos. Hay cuadros y floreros. Y mamá y está casada con mi tío Miguel Ángel. Ellos tienen dos
también hay una alfombra grande. A los costados de la cama de hijos que se llaman Faviana y Marcelo. Los padres de mi mamá
mis padres hay dos alfombritas. Yo también tengo una redonda son mi abuela María y mi abuelo Tulio. Yo quiero mucho a mis
que parece de piel. A mí me gusta mucho mi casa. En mi casa parientes porque son mi familia. A la que más quiero es a Chela,
viven mi papá, mi mamá y yo. A veces también vive mi tía Chela que no es mi tía pero no importa. Ahora vive en mi casa y es
cuando viene y se queda a dormir porque vive lejos. Mi tía Chela como si fuera más tía todavía que las otras. Vivía lejos y como
no es tía mía porque no es hermana ni de mi papá ni de mi mamá trabaja en el centro tenía que levantarse más temprano que yo,
ni está casada con un hermano de mi mamá o de mi papá como que voy al colegio de tarde, me despertaba a mí. Desde la semana
mi tía Rosa o mi tía Virginia o mi tía Cuqui. Pero es como si pasada duerme con mi papá y mi mamá. Mi tía Cuqui es rubia y
fuera mi tía y yo la quiero como a las otras. Mi casa es grande y mi tía Rosa es morocha. Mi abuelo Tulio usa anteojos. Mi tío
tiene mucha luz y hay macetas en el balcón. En el lavadero está Agustín tiene ojos verdes que son los ojos que más me gustan.
el lavarropas y la jaula de Alfonso que es un canario medio Mi tía Chela es muy linda y tiene el pelo cortito como el de mi
anaranjado. Hay también un banquito. Mi casa está en una calle papá. Yo quiero mucho a toda mi familia.
con árboles. Mis padres tienen un placar grande y yo tengo uno
más chico. En mi placar está mi ropa y un piloto y un camisón y Evaluación: Las oraciones están ahora mejor construidas, pero
un bolsón de mi tía Chela. Yo tengo mis muñecas y los libros de todavía faltan comas. Debes utilizar también el punto y aparte.
cuentos que me regaló mi tío Agustín en una repisa grande que No uses tanto la conjunción QUE. Fabiana va con b larga.
es como un modular. En el livin hay una vitrina con tacitas. Mi COMPOSICIÓN. TEMA: MIS VACACIONES
casa está cerca de la esquina. En mi casa paso hermosos
momentos en compañía de mis padres. En mi casa no puedo Este año las vacaciones de invierno fueron más lindas que las del
correr porque se raya el piso pero igual la quiero mucho. año pasado, que me quedé en mi casa. Fui a Córdoba, que no
conocía. Fui con mi mamá y tía Chela que pidió permiso en el está de viaje y mi mamá me dijo que va a volver pronto. Yo lo
trabajo para no dejar sola a mamá. Mi papá no pudo ir porque se extraño mucho.
quedó en Buenos Aires. Como llovió siempre hicimos una sola
excursión. Ese día vi paisajes muy lindos. Por suerte en el hotel Por suerte está tía Chela que le hace compañía a mi mamá. Mi
había una nena de mi edad y jugamos mucho todos los días, tía Chela es muy buena y siempre la acaricia y la besa y dice que
mientras mi mamá y tía Chela dormían la siesta. Córdoba es muy se olvide no sé de qué. Mi mamá es hermosa y cuando sea grande
hermosa. Mi mamá me dijo que vamos a volver en el verano si yo quiero ser como ella. A los padres hay que obedecerlos y
me porto bien y saco buenas notas. El hotel era chiquito pero respetarlos. Mis padres son muy buenos y me quieren mucho. El
muy lindo y limpio. A mí me tocó un cuarto con ventana. El día que mi papá se fue, yo estaba en el Colegio y él me dejó una
cuarto de mamá y tía Chela era muy hermoso también, con una cartita diciéndome que me portara bien. Yo la guardo debajo de
cama grande como la de mi casa. mi almoada así que no me olvido. Yo me acuerdo mucho de él.
Cuando de noche veo a mi tía Chela que se va a dormir con mi
Yo le escribí una postal a mis primos Fabiana y Marcelo y otra a mamá me parece que fuera mi papá, porque tía Chela ahora usa
mi papá. También junté piedritas y me saqué una foto arriba de pijama como yo y no camisón como mi mamá. El tercer domingo
un burro el día que salió el sol. Leí un libro que me regaló el tío de octubre es el Día de la Madre y el tercer domingo de junio el
Agustín y hice problemas para no olvidarme. Estoy muy Día del Padre.
contenta con estas vacaciones. Mi mamá y tía Chela también
están muy contentas y les oí decir que nunca fueron tan felices. Evaluación: Almohada va con H intermedia. Bien la redacción.
Yo también fui feliz.

Evaluación: Recuerda que la Y se reemplaza por E cuando va


antes de una palabra que empieza con I o con HI, como el caso
de HICE.

Las oraciones están bien. Trata de utilizar el punto y coma.

COMPOSICIÓN. TEMA: MIS PADRES

Yo quiero mucho a mis padres. Ellos son los que me dieron la


vida.

Mi mamá se llama Dora y mi papá Osvaldo. Mi mamá se ocupa


de los quehaceres de la casa y mi papá trabaja. Mi papá ahora
El corazón delator pasaba la cabeza! La movía lentamente… muy, muy lentamente,
Edgar Allan Poe a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora
entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la
¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco
terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la
loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna
destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. cautelosamente… ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente
Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba
cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre
Escuchen… y observen con cuánta cordura, con cuánta el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches… cada
tranquilidad les cuento mi historia. noche, a las doce… pero siempre encontré el ojo cerrado, y por
eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas
por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba
Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y
Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que
me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que
ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre… Un todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras
ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí dormía.
se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente,
me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de
siempre. costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve
con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de
Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi
locos no saben nada. En cambio… ¡Si hubieran podido verme! sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo.
¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él
cuidado… con qué previsión… con qué disimulo me puse a la ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos!
obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo
matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el sentí moverse repentinamente en la cama, como si se
picaporte de su puerta y la abría… ¡oh, tan suavemente! Y sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás… pero
entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo
cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones;
cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta,
la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente y seguí empujando suavemente, suavemente.
Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una
cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se pequeñísima ranura en la linterna.
enderezó en el lecho, gritando:
Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con
-¿Quién está ahí? qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante
al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo
Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera de buitre.
no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera
a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando… tal como Estaba abierto, abierto de par en par… y yo empecé a
yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un
pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte. azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el
tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo,
Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz
del terror. No expresaba dolor o pena… ¡oh, no! Era el ahogado exactamente hacia el punto maldito.
sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la
sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, ¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es
justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento
mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que
enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también
estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún
fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el
desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había coraje de un soldado.
tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin
conseguirlo. Pensaba: “No es más que el viento en la Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si
chimenea… o un grillo que chirrió una sola vez”. Sí, había respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera,
tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz
vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en
a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte,
influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible.
a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con
mi cabeza dentro de la habitación. atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a
medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un
resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror
incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues
y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, ¿qué podía temer ahora?
más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una
nueva ansiedad se apoderó de mí… ¡Algún vecino podía Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como
escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado
Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún
la habitación. El viejo clamó una vez… nada más que una vez. atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían
Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.
pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había
resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió Sonreí, pues… ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los
latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante
pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la
fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a
el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé
mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus
sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el
volvería a molestarme. entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí
a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi
cuando les describa las astutas precauciones que adopté para silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi
esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi víctima.
trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el
cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas. Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían
convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo.
Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les
los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a
habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía
podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar… la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los
ninguna mancha… ningún rastro de sangre. Yo era demasiado policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo
precavido para eso. Una cuba había recogido todo… ¡ja, ja! más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé
en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba
Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara… hasta que, al
madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de
momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con
creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido
aumentaba… ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y
presuroso…, un sonido como el que podría hacer un reloj
envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento,
y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con
mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía
continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias
en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido
crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a
otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos
hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente.
¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia…
maldije… juré… Balanceando la silla sobre la cual me había
sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido
sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto… más
alto… más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando
plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo
Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían… y
se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso
hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía!
¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No
podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que
tenía que gritar o morir, y entonces… otra vez… escuchen… más
fuerte… más fuerte… más fuerte… más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté!


¡Levanten esos tablones! ¡Ahí… ahí!¡Donde está latiendo su
horrible corazón!
Emma Zunz dueños. Emma, desde 1916, guardaba el secreto. A nadie se lo
Jorge Luis Borges había revelado, ni siquiera a su mejor amiga, Elsa Urstein. Quizá
rehuía la profana incredulidad; quizá creía que el secreto era un
El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica vínculo entre ella y el ausente. Loewenthal no sabía que ella
de tejidos Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del zaguán sabía; Emma Zunz derivaba de ese hecho ínfimo un sentimiento
una carta, fechada en el Brasil, por la que supo que su padre había de poder.
muerto. La engañaron, a primera vista, el sello y el sobre; luego,
la inquietó la letra desconocida. Nueve diez líneas borroneadas No durmió aquella noche, y cuando la primera luz definió el
querían colmar la hoja; Emma leyó que el señor Maier había rectángulo de la ventana, ya estaba perfecto su plan. Procuró que
ingerido por error una fuerte dosis de veronal y había fallecido ese día, que le pareció interminable, fuera como los otros. Había
el tres del corriente en el hospital de Bagé. Un compañero de en la fábrica rumores de huelga; Emma se declaró, como
pensión de su padre firmaba la noticia, un tal Fein o Fain, de Río siempre, contra toda violencia. A las seis, concluido el trabajo,
Grande, que no podía saber que se dirigía a la hija del muerto. fue con Elsa a un club de mujeres, que tiene gimnasio y pileta.
Se inscribieron; tuvo que repetir y deletrear su nombre y su
Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar apellido, tuvo que festejar las bromas vulgares que comentan la
en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, revisación. Con Elsa y con la menor de las Kronfuss discutió a
de frío, de temor; luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto qué cinematógrafo irían el domingo a la tarde. Luego, se habló
continuo comprendió que esa voluntad era inútil porque la de novios y nadie esperó que Emma hablara. En abril cumpliría
muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo, diecinueve años, pero los hombres le inspiraban, aún, un temor
y seguiría sucediendo sin fin. Recogió el papel y se fue a su casi patológico… De vuelta, preparó una sopa de tapioca y unas
cuarto. Furtivamente lo guardó en un cajón, como si de algún legumbres, comió temprano, se acostó y se obligó a dormir. Así,
modo ya conociera los hechos ulteriores. Ya había empezado a laborioso y trivial, pasó el viernes quince, la víspera.
vislumbrarlos, tal vez; ya era la que sería.
El sábado, la impaciencia la despertó. La impaciencia, no la
En la creciente oscuridad, Emma lloró hasta el fin de aquel día inquietud, y el singular alivio de estar en aquel día, por fin. Ya
del suicidio de Manuel Maier, que en los antiguos días felices no tenía que tramar y que imaginar; dentro de algunas horas
fue Emanuel Zunz. Recordó veraneos en una chacra, cerca de alcanzaría la simplicidad de los hechos. Leyó en La Prensa que
Gualeguay, recordó (trató de recordar) a su madre, recordó la el Nordstjärnan, de Malmö, zarparía esa noche del dique 3; llamó
casita de Lanús que les remataron, recordó los amarillos losanges por teléfono a Loewenthal, insinuó que deseaba comunicar, sin
de una ventana, recordó el auto de prisión, el oprobio, recordó que lo supieran las otras, algo sobre la huelga y prometió pasar
los anónimos con el suelto sobre “el desfalco del cajero”, recordó por el escritorio, al oscurecer. Le temblaba la voz; el temblor
(pero eso jamás lo olvidaba) que su padre, la última noche, le convenía a una delatora. Ningún otro hecho memorable ocurrió
había jurado que el ladrón era Loewenthal. Loewenthal, Aarón esa mañana. Emma trabajó hasta las doce y fijó con Elsa y con
Loewenthal, antes gerente de la fábrica y ahora uno de los Perla Kronfuss los pormenores del paseo del domingo. Se acostó
después de almorzar y recapituló, cerrados los ojos, el plan que que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado
había tramado. Pensó que la etapa final sería menos horrible que propósito. Pensó (no pudo no pensar) que su padre le había hecho
la primera y que le depararía, sin duda, el sabor de la victoria y a su madre la cosa horrible que a ella ahora le hacían. Lo pensó
de la justicia. De pronto, alarmada, se levantó y corrió al cajón con débil asombro y se refugió, en seguida, en el vértigo. El
de la cómoda. Lo abrió; debajo del retrato de Milton Sills, donde hombre, sueco o finlandés, no hablaba español; fue una
la había dejado la antenoche, estaba la carta de Fain. Nadie podía herramienta para Emma como esta lo fue para él, pero ella sirvió
haberla visto; la empezó a leer y la rompió. para el goce y él para la justicia.

Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y Cuando se quedó sola, Emma no abrió en seguida los ojos. En la
quizá improcedente. Un atributo de lo infernal es la irrealidad, mesa de luz estaba el dinero que había dejado el hombre: Emma
un atributo que parece mitigar sus terrores y que los agrava tal se incorporó y lo rompió como antes había roto la carta. Romper
vez. ¿Cómo hacer verosímil una acción en la que casi no creyó dinero es una impiedad, como tirar el pan; Emma se arrepintió,
quien la ejecutaba, cómo recuperar ese breve caos que hoy la apenas lo hizo. Un acto de soberbia y en aquel día… El temor se
memoria de Emma Zunz repudia y confunde? Emma vivía por perdió en la tristeza de su cuerpo, en el asco. El asco y la tristeza
Almagro, en la calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al la encadenaban, pero Emma lentamente se levantó y procedió a
puerto. Acaso en el infame Paseo de Julio se vio multiplicada en vestirse. En el cuarto no quedaban colores vivos; el último
espejos, publicada por luces y desnudada por los ojos crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir sin que lo advirtieran;
hambrientos, pero más razonable es conjeturar que al principio en la esquina subió a un Lacroze, que iba al oeste. Eligió,
erró, inadvertida, por la indiferente recova… Entró en dos o tres conforme a su plan, el asiento más delantero, para que no le
bares, vio la rutina o los manejos de otras mujeres. Dio al fin con vieran la cara. Quizá le confortó verificar, en el insípido trajín de
hombres del Nordstjärnan. De uno, muy joven, temió que le las calles, que lo acaecido no había contaminado las cosas. Viajó
inspirara alguna ternura y optó por otro, quizá más bajo que ella por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en
y grosero, para que la pureza del horror no fuera mitigada. El el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes.
hombre la condujo a una puerta y después a un turbio zaguán y Paradójicamente su fatiga venía a ser una fuerza, pues la
después a una escalera tortuosa y después a un vestíbulo (en el obligaba a concentrarse en los pormenores de la aventura y le
que había una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en ocultaba el fondo y el fin.
Lanús) y después a un pasillo y después a una puerta que se
cerró. Los hechos graves están fuera del tiempo, ya porque en Aarón Loewenthal era, para todos, un hombre serio; para sus
ellos el pasado inmediato queda como tronchado del porvenir, pocos íntimos, un avaro. Vivía en los altos de la fábrica, solo.
ya porque no parecen consecutivas las partes que los forman. Establecido en el desmantelado arrabal, temía a los ladrones; en
el patio de la fábrica había un gran perro y en el cajón de su
¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver. Había llorado con
de sensaciones inconexas y atroces, pensó Emma Zunz una sola decoro, el año anterior, la inesperada muerte de su mujer -¡una
vez en el muerto que motivaba el sacrificio? Yo tengo para mí Gauss, que le trajo una buena dote!-, pero el dinero era su
verdadera pasión. Con íntimo bochorno se sabía menos apto para como si los estampidos y el humo lo hubieran roto, el vaso de
ganarlo que para conservarlo. Era muy religioso; creía tener con agua se rompió, la cara la miró con asombro y cólera, la boca de
el Señor un pacto secreto, que lo eximía de obrar bien, a trueque la cara la injurió en español y en ídisch. Las malas palabras no
de oraciones y devociones. Calvo, corpulento, enlutado, de cejaban; Emma tuvo que hacer fuego otra vez. En el patio, el
quevedos ahumados y barba rubia, esperaba de pie, junto a la perro encadenado rompió a ladrar, y una efusión de brusca
ventana, el informe confidencial de la obrera Zunz. sangre manó de los labios obscenos y manchó la barba y la ropa.
Emma inició la acusación que había preparado (“He vengado a
La vio empujar la verja (que él había entornado a propósito) y mi padre y no me podrán castigar…”), pero no la acabó, porque
cruzar el patio sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo cuando el señor Loewenthal ya había muerto. No supo nunca si alcanzó
el perro atado ladró. Los labios de Emma se atareaban como los a comprender.
de quien reza en voz baja; cansados, repetían la sentencia que el
señor Loewenthal oiría antes de morir. Los ladridos tirantes le recordaron que no podía, aún, descansar.
Desordenó el diván, desabrochó el saco del cadáver, le quitó los
Las cosas no ocurrieron como había previsto Emma Zunz. Desde quevedos salpicados y los dejó sobre el fichero. Luego tomó el
la madrugada anterior, ella se había soñado muchas veces, teléfono y repitió lo que tantas veces repetiría, con esas y con
dirigiendo el firme revólver, forzando al miserable a confesar la otras palabras: Ha ocurrido una cosa que es increíble… El señor
miserable culpa y exponiendo la intrépida estratagema que Loewenthal me hizo venir con el pretexto de la huelga… Abusó
permitiría a la Justicia de Dios triunfar de la justicia humana. (No de mí, lo maté…
por temor, sino por ser un instrumento de la Justicia, ella no
quería ser castigada.) Luego, un solo balazo en mitad del pecho La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos,
rubricaría la suerte de Loewenthal. Pero las cosas no ocurrieron porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de
así. Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero
también era el ultraje que había padecido; solo eran falsas las
Ante Aarón Loewenthal, más que la urgencia de vengar a su circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.
padre, Emma sintió la de castigar el ultraje padecido por ello. No
podía no matarlo, después de esa minuciosa deshonra. Tampoco
tenía tiempo que perder en teatralerías. Sentada, tímida, pidió
excusas a Loewenthal, invocó (a fuer de delatora) las
obligaciones de la lealtad, pronunció algunos nombres, dio a
entender otros y se cortó como si la venciera el temor. Logró que
Loewenthal saliera a buscar una copa de agua. Cuando este,
incrédulo de tales aspavientos, pero indulgente, volvió del
comedor, Emma ya había sacado del cajón el pesado revólver.
Apretó el gatillo dos veces. El considerable cuerpo se desplomó

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