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Representaciones e imaginarios
sociales de violencia y muerte en
la prensa
El caso de Mi Diario
Autor
Lic. Johandry A. Hernández C.
Tutor
Dr. José Enrique Finol
Representaciones e imaginarios
sociales de violencia y muerte en
la prensa
El caso de Mi Diario
Autor
Lic. Johandry A. Hernández C.
Tutor
Dr. José Enrique Finol
Autor:
Licenciado Johandry Alberto Hernández Calvo
C.I.: V-17.183.216
Dirección: Calle 177, avenida 63, San Francisco, edificio Crisantemo, planta baja, ,
municipio San Francisco, estado Zulia, Venezuela.
Teléfono: 0261-7318103
Celular: 0414-6948954
Correo electrónico: johandryhernandez@gmail.com
Firma:
Tutor:
Dr. José Enrique Finol
C.I.: 4.155.223
Correo electrónico: joseenriquefinol@gmail.com
Firma:
Presentado por el licenciado Johandry Alberto Hernández Calvo C.I.: 17.183.216 para
optar al título de Magíster Scientarum en Ciencias de la Comunicación, Sociosemiótica
de la Comunicación y la Cultura, después de haber leído y estudiado detenidamente el
trabajo y evaluada la defensa del autor, consideramos que reúne los requisitos
señalados por las normas vigentes y por tanto se APRUEBA con mención publicación y
para que conste se firma en
JURADO
___________________________ __________________________
________________________
Dedicatoria
Dedico este trabajo a los cansados de la destrucción, a quienes en medio del hastío y la
hipnosis por la violencia, se indignan ante el espectáculo de la muerte. A quienes a
pesar de tener una nación ensangrentada, luchan para evitar que nos comamos unos
con otros. Dedico este trabajo a quienes apuestan y trabajan por otras formas de
reconocimiento, a los que creen en la alteridad.
“La muerte es un espejo que refleja las vanas gesticulaciones de la vida”, decía Octavio
Paz. Y muchos son los que se niegan a permitir que la muerte carezca de un verdadero
sentido, pues ello demostraría que nuestra vida tampoco la tuvo. A ellos, dedico este
trabajo y, en especial, a los comunicadores sociales sensatos: el país no se merece
ciertos monstruos mediáticos. La sociedad exige morir con respeto y en paz. Por eso, la
mofa ante los estragos de la violencia no merecen sino una maldición social.
Agradecimientos
Al profesor y amigo José Ignacio Sánchez, por las múltiples y productivas discusiones
teóricas y metodológicas que permitieron darle viabilidad al estudio. Sin sus aportes,
habría estado incompleta. Su ayuda desinteresada y su identificación con las
preocupaciones por los estragos mediáticos nos permitieron construir productivas ideas
para la investigación. En su posición como arquitecto, entiende como erudito el
comportamiento de los imaginarios sociales.
Al respetado profesor y tutor de este trabajo, José Enrique Finol, por sus oportunas
observaciones, orientaciones y por su entusiasmo ante el arduo trabajo que nos tocó
afrontar. Prevaleció siempre la motivación de hacer un mínimo aporte a la solución de
los estragos de la violencia en Venezuela y su representación en los medios. Su
ejemplo de solidez y solvencia académica merecerán siempre mi admiración.
RESUMEN
El objetivo de esta investigación es analizar las representaciones e imaginarios sociales
sobre violencia y muerte en las noticias de sucesos del pseudoperiódico Mi Diario. El
análisis se concentra en tres aspectos: la evaluación de su posicionamiento editorial en
el estado Zulia, la determinación de su ideología subyacente y una caracterización
(cualitativa y cuantitativa) del contenido de sucesos. Teóricamente, se sustenta en el
aporte de Baeza (2000), Baudrillard (1983, 1991), Debord (1967), González (1999),
Imbert (2003, 2004), Pinto (2003), Rincón (2002), entre otros. Se aplicó una
metodología según los tres aspectos anteriores: 1) encuesta de modelo probabilístico
polietápico en los 21 municipios del Zulia; 2) el Modelo Semiótico de Finol (2009), que
contempla el lenguaje, los colores, la diagramación, las fotografías y la lectura uniforme
de las isotopías del discurso; 3) una ficha de medición hemerográfica propuesta por
Méndez (2008) para el estudio del índice de peso informativo de los sucesos de un mes
tipo (se evaluaron 700 páginas entre 2007 y 2009). El estudio permitió establecer: 1) El
discurso informativo actual sobre sucesos tiene como estrategia comunicativa la
naturalización de la violencia y la muerte y se pliega a la lógica de la industria del
entretenimiento mediático; 2) Las estrategias de naturalización se fundamentan en tres
aspectos: a) se impone la muerte como entretenimiento sustentado en la
espectacularización de la intimidad, b) el reflejo de un imaginario en el que violencia
real y violencia desimbolizada coexisten como estadio previo de la anulación del miedo
social, c) la promoción de un simulacro que desemboca en una clausura comunicativa
al margen de toda racionalidad; 3) El discurso informativo actual de sucesos no es
voyerista sino omofágico, es decir, trasciende las fronteras de la intimidad y por pulsión
escópica provoca la necesidad en el receptor de consumir, simbólicamente, carne
humana; 4) La constatación del pseudoperiodismo, que se sustenta en la
espectacularización de la información, el disimulo o aparente supresión de la ideología,
la excitación/adulteración del significado, nuevos imaginarios para la destrucción de la
sociedad futura y el posicionamiento de la cultura de la polémica. Se propone la
continuidad del estudio sobre las teorías y los métodos de análisis del
pseudoperiodismo.
Abstract
The goal of this investigation is to analyze social representations and imaginary about
violence and death in the events of the newspaper Mi Diario. The analysis focuses on
three aspects: the evaluation of the editorial positioning of the newspaper in the state of
Zulia, the determination of its subjacent ideology and a characterization (qualitative and
quantitative) of the events content. Theoretically, it's based on the proposals of Baeza
(2000), Baudrillard (1983, 1991), Debord (1967), González (1999), Imbert (2003, 2004),
Pinto (2003), and Rincón (2002), among others. The following methodology was applied
according to the previously mentioned three aspects: 1) a probabilistic multi-phase poll
in the 21 divisions of the state of Zulia; 2) the Semiotic model proposed by Finol (2009),
that contemplates language, color, diagramming, photography and a uniform reading of
the isotopies of the discourse; 3) a hemerographic measurement card proposed by
Méndez (2008) to study the informative weight index of the events discourse in Mi Diario
on a model month. The study allowed for the following conclusions: 1) the current
informative discourse about events has the naturalization of violence and death as a
communicative strategy and adheres itself to the logic of the media entertainment
industry; 2) the hyper-visibility of violence in the press creates a spectacle of death; 3)
the naturalization strategies are based on three aspects: a) death is imposed as
entertainment supported on the transformation of of intimacy into spectacle, b) the
reflection of an imaginary in which real violence and de-symbolized violence coexist as a
state prior to the annulment of social fear, c) the promotion of a simulation that ends in a
communicative closure outside of all rationality; 4) the current informative discourse on
events is not voyeuristic but rather omophagic, it transcends the boundaries of intimacy
and, by scopic pulsion, provokes in the receiver the need to, symbolically, consume
human flesh; 5) the confirmation of an anti-representative journalism, which sustains
itself on the conversion of information into spectacle, the dissimulation or suppression of
ideology, the excitement/adulteration of meaning, new imaginaries for the destruction of
future society and the positioning of the culture of controversy. A proposal arises
towards the development of a theory about this new modality of journalism that
evaluates the role of the press in the representation of reality and complements the
ideas of Humanes and others (2006) about the predominance of opinion, the absence of
historic revisions and the displacement of local journalism in current informative
discourse.
ÍNDICE GENERAL
Página
Acta de veredicto iv
Dedicatoria V
Agradecimientos Vi
Resumen Vii
Abstract viii
Índice general ix
Índice de cuadros xiii
Índice de gráficos xiv
Índice de tablas xv
Índice de imágenes xvi
CAPÍTULO I.
RECORRIDO TEÓRICO DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES 44
Y ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN
57
6. Otros estudios sobre representaciones sociales
7. Representaciones sociales de violencia en Venezuela 60
CAPÍTULO II.
LA REPRESENTACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN: EL DISCURSO DEL DESORDEN EN LA
SOCIEDAD DEL ENTRETENIMIENTO
62
Parte I. El ancestral gusto cultural y universal por el crimen mediático 63
1. “Así guillotiné a Luis XVI” 64
2. La renegada de Valladolid 66
3. Jack, el destripador: ¿un asesino mediático? 67
4. La prensa amarilla norteamericana y el periodismo sin alma 69
5. Un comentario final 71
CAPÍTULO III.
POSICIONAMIENTO EDITORIAL DE MI DIARIO 131
CAPÍTULO IV.
LA IDEOLOGÍA DEL DISCURSO MEDIÁTICO DE LA VIOLENCIA Y 165
LA MUERTE
1. Isotopías sobre violencia y muerte presentes en el discurso de 166
sucesos
1.1. Los titulares en el discurso 168
2. Las estrategias del discurso de Mi Diario 169
2.1. El nivel de los lenguajes 169
2.2. La adjetivación en el discurso de la muerte 171
2.3 El rastro oral y la coloquialidad en el discurso de la violencia 172
2.4. Función de los colores y diagramación 177
3. El nivel semántico 187
3.1. Macro-sintagmas de violencia y muerte: lengua cotidiana y 187
metaforización
3.2. Isotopía de la positividad 190
3.3. Doble isotopía: tragedia/comicidad 191
3.4. Isotopías del detalle fotográfico: desenfreno del ver 193
3.5. Ideología transfigurada de muerte 196
CAPÍTULO V.
LA INTERPELACIÓN MEDIÁTICA DE LA VIOLENCIA Y LA 198
MUERTE
CONCLUSIONES:
HACIA UN APORTE A LA TEORÍA DEL PSEUDOPERIODISMO 256
I. La naturalización de la violencia y la cultura de la polémica 257
1. Es importante explorar al receptor 261
2. Tenemos que mirar también a la gran prensa 262
3. El discurso psicótico y el nuevo imaginario verbal de la violencia 263
4. Un manual para el tratamiento informativo del dolor 264
5. Crónica roja: ¿espacio de reconocimiento? 266
Índice de cuadros
Página
Cuadro 1. Planos de la acción simbólica y construcción de nociones 79
contextuales
Cuadro 2. Comparación de imagen corporativa de Mi Diario en las
distintas franquicias en América Latina (México, Panamá y Venezuela 137
Cuadro 3. Principales titulares de las noticias de sucesos de Mi Diario 169
en los años 2007, 2008 y 2009
Cuadro 4. Semas asociados a la violencia y muerte 171
Cuadro 5. Semas asociados a la violencia y muerte con rastros orales 174
y coloquiales
Cuadro 6. Análisis de las estrategias del lenguaje empleadas en Mi 177
Diario
Cuadro 7. Isotopías en el discurso de Mi Diario 188
Cuadro 8. Isotopías de la muerte presentes en los titulares de Mi 190
Diario
Cuadro 9. Isotopías de tragedia y comicidad presentes en el discurso 192
de Mi Diario
Índice de gráficos
Página
Gráfico 1. Periódicos más leídos en el estado Zulia (medición agosto 141
2009).
Gráfico 2. Frecuencia de lectura de Mi Diario en el Zulia 146
Gráfico 3. Secciones más leídas de Mi Diario 153
Gráfico 4. Los recursos de valoración empleados en Mi Diario 178
Gráfico 5. Colores usados en la diagramación de Mi Diario 180
Gráfico 6. Cantidad de espacio por secciones en Mi Diario 200
Gráfico 7. Temática de la primera página de Mi Diario 201
Gráfico 8. Ubicación de las noticias de sucesos en Mi Diario 204
Gráfico 9. Ubicación de las noticias de sucesos en las páginas de Mi 206
Diario
Gráfico 10. Objeto del mensaje sobre violencia y muerte en Mi Diario 208
Gráfico 11. Fuentes del mensaje en las noticias de sucesos en Mi 209
Diario
Índice de tablas
Página
Tabla 1. Nivel de lectoría de Mi Diario en el municipio Maracaibo 142
Tabla 2. Nivel de lectoría de Mi Diario en el municipio San Francisco 143
Tabla 3. Nivel de lectoría en los municipios Padilla, Machiques de 143
Perijá y Baralt.
Tabla 4. Nivel de lectoría de Mi Diario en los municipios Rosario de 144
Perijá, Jesús Enrique Lossada y Valmore Rodríguez
Tabla 5. Nivel de lectoría de Mi Diario en los municipios Miranda, 145
Santa Rita, Páez y La Cañada
Tabla 6. Resultados detallados de la frecuencia de lectura de Mi Diario 147
en el Zulia.
Tabla 7. Edades de los lectores de Mi Diario en el estado Zulia. 149
Tabla 8. Sexo de los lectores de Mi Diario en el estado Zulia 149
Tabla 9. Ocupación u oficio de los lectores de Mi Diario 150
Tabla 10. Ingreso familiar de los lectores de Mi Diario 152
Tabla 11. Secciones más leídas de Mi Diario 154
Tabla 12. Preferencia de los sucesos según la edad 156
Tabla 13. Preferencia por los sucesos según el sexo del lector 158
Tabla 14. Ocupación u oficio de los lectores de sucesos de Mi Diario 158
Tabla 15. Ingreso mensual de los lectores de sucesos de Mi Diario 160
Tabla 16. Los motivos de consumo de Mi Diario 161
Índice de imágenes
Página
Imagen 1. Fotografía de una valla publicitaria de Mi Diario 134
Imagen 2. Apoyo de la fotografía en la representación de la violencia. 179
Imagen 3. Colores de la tipografía de Mi Diario 183
Imagen 4. Tipografía de la significación en Mi Diario 186
Imagen 5. El mensaje visual microscópico de la muerte 193
Imagen 6. La sobreexplotación de la imagen 195
Imagen 7. Porcentaje de portadas dedicadas a la reseña de sucesos 202
sangrientos
Imagen 8. La hipervisibilidad del crimen como contrato comunicativo 212
Imagen 9. La transfiguración del suceso 213
Imagen 10. El acoso simbólico de la intimidad 215
Imagen 11. La representación extravagante de la muerte 216
Imagen 12. La superficialidad de la muerte en la cultura visual 217
Imagen 13. El show del goce de la muerte 218
Imagen 14. La exacerbación de la sangre 220
Imagen 15. La dicotomía terror-fascinación 221
Imagen 16. La mitología en la representación de la muerte 222
Imagen 17. Las estrategias místicas de la violencia real 224
Imagen 18. El misticismo de la muerte 225
Imágenes 19 y 20. La reproducción mimética de la muerte 225
Imagen 21. Lo positivo de la muerte 226
Imagen 22. Lo positivo de la muerte 228
Imágenes 23 y 24. Contemplación espectacularizada de la violencia 229
Imagen 25. Lo espectacular de la muerte: secuencia de la expresión 231
del dolor
Imagen 26. Pulsión escópica de la muerte 234
Imagen 27. La antinomia de la mirada 236
Imágenes 28 y 29. La hiperrealidad como técnica de anulación del 238
miedo
Imagen 30. La abyección del cuerpo 239
Imagen 31. La mutilación como grandeza de lo amoral 240
Imágenes 32 y 33. La contemplación como estructura vuyerista 242
Imagen 34. La fascinación morbosa 243
Imagen 35. Imaginería de muerte: entre orden y desorden 245
Imagen 36. La expurga simbólica de la muerte 247
Imagen 37. Pulsiones secretas mórbidas 249
Imagen 38. El acercamiento a lo caótico 250
Imagen 39. El canibalismo visual 251
Imagen 40. Los desafíos a las prohibiciones de la materia 252
Imagen 41. La omofagia mediática en Mi Diario 253
<<El hombre experimenta el mundo social en que ha nacido, y dentro del cual debe
orientarse, como una apretada trama de relaciones sociales, de sistemas, de signos y
símbolos con su particular estructura de sentido, con formas institucionalizadas de
organización social, de sistema de estatus y prestigio. Todos los que viven dentro del
mundo social presuponen el sentido de todos esos elementos en toda su diversidad y
estratificación, así como el esquema de su trama>>
Alfred Schütz
<<Finalmente, hijo, mira todas sus acciones y movimientos; porque si tú me los relatares
como ellos fueron, sacaré yo lo que ella tiene escondido en lo secreto de su corazón>>
Don Qujote de la Mancha (11,10)
Introducción:
La crisis y la pérdida del valor
de la violencia en los medios de
comunicación
Las premisas del estudio indican que en la construcción del discurso sobre la
violencia, los medios son protagonistas. El país vive, tal como el resto de las naciones
latinoamericanas, en un contexto de constante violencia3, reflejado diariamente en los
1
Imaginarios postmodernos ha sido un término acuñado por el sociólogo español Baeza (2000) para caracterizar
algunos rasgos de la realidad social en el colectivo.
2
Al respecto, revísese el informe sobre seguridad y violencia en Venezuela (2008) del Laboratorio de Ciencias
Sociales (Lacso). El estudio indica que el país es uno de los más violentos de América Latina.
3
Según el informe de la Red de Información Tecnológica de 2008, Latinoamérica es más peligrosa para los jóvenes
que otras partes del mundo. El Salvador está en el primer lugar, seguido por Colombia, Venezuela y Guatemala.
Estos datos coinciden con un informe del Banco Interamericano de Desarrollo, publicado en el año 2000, bajo el
título Asalto al Desarrollo, violencia en América Latina, en el que destaca la muerte de 140.000 personas por año y
reseña que una de cada tres familias es víctima del crimen. Lo más alarmante del informe es que no se tiene una idea
concreta de la magnitud de la violencia, ni de sus causas, y menos aún, de la efectividad de las políticas públicas
aplicadas para su prevención y control. A juzgar por el informe de 2008 sobre inseguridad y violencia, Venezuela se
ha convertido en uno de los países más inseguros del mundo: reportó 14.600 homicidios (un promedio de 36 diarios),
índice superior a naciones tradicionalmente violentas como México, Brasil y Colombia. Más recientemente, en
agosto de 2009, Caracas se había convertido en la segunda ciudad más peligrosa de América Latina, según el
Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública de México, que ubicó a Ciudad Juárez como la más insegura. Si en
una postura de contraargumentación se apelara al clásico texto de Émile Durkheim, Les règles de la mèthode
sociologique, en el que afirma que el delito y el crimen forman parte de la naturalidad social, estas cifras estarían
justificadas, porque como dice el autor, “la trasgresión y el delito forman parte de la normalidad social”. Sin
embargo, tal realidad es sólo justificable en sociedades cuyos índices de homicidios no superan los ocho por cada
cien mil habitantes, distinto a Venezuela que registró -en 2008- 52 por cada cien mil habitantes y hasta agosto de
2009 ascendió a 96 por cada cien mil habitantes. La ubicación de la capital venezolana en ese ranking de la muerte
supera a ciudades como El Cabo, en Sudáfrica y Bagdad, en Irak.
4
Varias perspectivas se toman en consideración para definir audiencia. Para las agencias de rating y empresas
comerciales de medios, las audiencias son cifras, son segmentos cuantitativos en los que se divide la sociedad con
respecto a su exposición y preferencias a algún medio. Desde la perspectiva de los anunciantes, las audiencias son
potenciales consumidores de los productos y servicios publicitados en los medios, a las que se debe convencer de sus
bondades. Una visión más académica y humanística como la de Orozco (1997) define la audiencia como todos los
seres del conglomerado social: “Somos todos, con nuestras destrezas cognoscitivas, hábitos comunicativos, pero
también con nuestras deficiencias analíticas, carencias informativas, necesidades de comunicación y reconocimiento.
Las audiencias somos sujetos capaces de tomar distancia de los medios y sus mensajes, pero también sujetos
ansiosos de encontrar en ellos lo espectacular, lo novedoso, lo insólito, todo eso que nos emocione, nos estremezca,
nos divierta y nos haga salir, aunque sea por momentos, de nuestra rutina y existencia cotidiana. Desde una
perspectiva comunicacional, agrega el autor, las audiencias son sujetos comunicantes, capaces de realizar escuchas,
lecturas y (tele, cine) videncias inteligentes, críticas y productivas. En este trabajo, aunque se acepta esta última
definición, la teoría semiótica prefiere el término destinatario dado el origen jurídico y audiovisual de la audiencia
frente al carácter textual del primero.
Las representaciones y los imaginarios son categorías sociales. Sin embargo, Baeza
(2000) alerta que el imaginario social postmoderno carece de valores, de negación de
todo componente agonístico colectivo, que se hunde en el pobre universo de las
imágenes no categorizadas y profusamente vehiculadas por los omnipresentes medios
audiovisuales. El autor las ubica en un universo en el cual deambulan los individuos en
la sonámbula búsqueda de algún horizonte de sentido existencial.
¿En qué está pensando la sociedad? La respuesta tiene asidero en una afirmación
de este mismo autor, quien asegura que el estudio de los imaginarios sociales en
América Latina tiene un desarrollo casi nulo. No hay certezas tampoco en Venezuela.
De allí que la importancia del estudio de los imaginarios sociales estriba precisamente
en el análisis de la estructuración de las maneras de enfrentar la vida en sociedad a
partir de la vinculación con la representación misma de la realidad que construyen y
significan los medios.
pueden ser múltiples y heterogéneas. Sin embargo, siempre habrá una valoración y
codificación desde los medios sobre la guerra, la miseria, el dolor y la muerte para
convertirlos en hechos consumibles a partir de la conexión que logre el medio con la
audiencia según el ritmo y el valor de los objetos a partir del discurso.
Explica Imbert (2004) que la violencia es, sin duda, el signo más visible de la
postmodernidad y, por ende, es prioritario el estudio de los fundamentos culturales y
simbólicos sobre cómo se [re] construyen las representaciones y los imaginarios de la
violencia en las mentes de los ciudadanos a partir de la recepción de los mensajes
mediáticos sobre violencia y su relación con la acción social y el lenguaje. Esta labor
tiene un doble sentido: la construcción discursiva de los medios sobre la violencia y la
manera en que se da la apropiación simbólica en los destinatarios en sus perspectivas
de vida.
¿Qué rol desempeñan los medios en la creación del discurso social sobre el delito, el
crimen, la violencia?, es decir, ¿cómo reflejan, reseñan e interpretan la realidad descrita
anteriormente? Estas preguntas son un un punto inicial de análisis en este complejo
contexto sobre la estructuración de la representación social de la violencia en los
medios venezolanos.
Este estudio se propone reflexionar sobre los nuevos usos y formas de la violencia,
mediante su representación mediática. Se analiza, pues, la representación de la
violencia y la muerte desde el caso particular del tabloide Mi Diario, que circula en el
estado Zulia, Venezuela, desde enero de 2007 y que basa su producción editorial en la
lógica del espectáculo sangriento a partir de la crónica roja.
5
Para profundizar y teorizar sobre este tema, se sugiere la revisión del trabajo de Zubieta y otros (2004) “Cultura
popular y cultura de masas: conceptos, recorridos y polémicas”, Buenos Aires, editorial Paidós.
Es de destacar que Mi Diario forma parte de uno de los consorcios mediáticos más
influyentes y mejor posicionados de Venezuela: Panorama. Según mediciones de
opinión pública hechas para este estudio, Mi Diario se ha convertido en el segundo
medio impreso más leído en el Zulia, luego precisamente del periódico Panorama. En
sólo tres años de circulación, logró superar a otros medios impresos tradicionales como
La Verdad y El Regional.
En la crónica roja hecha en este producto cultural impreso se vierte toda una
estructura editorial (que alcanza todas las esferas sociales) cuyo contenido enfila sus
intenciones de comunicación en atraer su atención en lo que se denomina como la
cultura de la polémica: “Nos insta a enfrentarnos al mundo en un marco mental adverso,
hemos sido corroídos a fuerza de vivir en una atmósfera de tensión constante” (Tannen,
1998: 15).
“Hay un discurso frente al desorden que puede caer en una representación mimética
de la realidad y alejarse así de la referenciación objetiva de los hechos,
contribuyendo a instaurar un discurso subjetivo, moralizado, más o menos
dramatizado: un discurso de la violencia en el que se manifiesta una violencia de la
representación en la representación misma de la violencia”.
Esta lógica es posible porque la muerte siempre será un tema de interés humano, tan
trascendente como la vida misma, pues es a partir de la muerte que las sociedades, a
través de los medios, idean y fundan sus propias y particulares tipificaciones nocionales
de la existencia, del [des] orden. El rol de los medios de comunicación es el de
identificar este tipo de manifestaciones para hacerlas visibles, de ponerlas en imagen e
inscribirlas en lo que Imbert (2004) y Rincón (2006) catalogan como un proceso
narrativo, que inserta el drama en un constructo discursivo y en toda una simbología del
espectáculo.
Afirma Imbert (2004) que al imaginario del miedo contesta el que podría llamarse un
imaginario de la violencia que la domestica, le da forma, pero que a la vez puede
cultivar o despertar imágenes estereotipadas y recurrentes en torno al tema.
Barato (1998) agrega que la influencia de los mass media se acentúa en las crónicas
de sucesos por referirse a un mundo, a una realidad con las que la mayoría de la
Es bien sabido que desde hace al menos tres décadas, en las escuelas de
comunicación social del país se han desarrollado innumerables investigaciones sobre
impactos y efectos de los contenidos violentos de los medios de comunicación en los
niños y en la población. No es ése el interés de este trabajo.
Hay una escenificación de la realidad producida por el discurso mediático, según una
perspectiva común a la sociología del conocimiento y a la sociosemiótica, que
considera que existe una realidad discursiva construida en la práctica social. Así, como
todo discurso social, el discurso periodístico está signado por lo indecible (lo que
escapa a la visibilidad social).
Toda esta estructuración del contenido parece estar propiciando una nueva relación
de deconstrucción del sistema de valores sociales para impulsar lo que se ha
catalogado en esta investigación como omofagia mediática en el Zulia, una práctica de
consumación de carne humana a través de un proceso simbólico.
Esta tarea permitirá, en primer lugar, entender cómo la realidad en los aparatos
productores de sentido que son los medios se construye con las imágenes y el
discurso; y cómo lo visto sustituye al pensamiento racional. Se entiende que este tipo
de publicación significa una poderosa maquinaria para amueblar el imaginario colectivo.
Ahí radica uno de los mayores peligros del actual discurso del delito de Mi Diario y en
cualquier formato mediático parecido: la irracionalidad como la única estrategia de vida,
una irracionalidad que se acrecienta con el relato paraliterario en el que esa realidad
está supeditada a la estructura de seducción del texto y que termina instaurando una
lógica del contrasentido en la fundación de la anomia como epicentro de funcionamiento
social. Pero, que además se sirve del “discurso periodístico” para validar lo
deontológicamente inaceptable.
Las noticias sobre el delito se formulan muchas veces como cuentos, con la
diferencia de que tratan con hechos sociales en los que se ponen a prueba las formas
de administrar la concepción de muerte, de violencia, de justicia. La preocupación
central es si efectivamente Mi Diario está gestando una nueva representación de la
violencia, una naturalización del crimen, a partir de sus estrategias comunicativas para
validar nuevas mediaciones colectivas. He aquí uno de los propósitos de este trabajo.
“La lógica de lo espectacular produce efectos de realidad que pueden llegar incluso a
insensibilizar ante la violencia real” (Imbert, 2003: 93).
4. Mi Diario y el pseudoperiodismo
Esta investigación permitirá obtener resultados que consoliden las recientes teorías y
métodos de análisis que sobre el pseuodperiodismo se han desarrollado en los últimos
años, sobre todo en España, y que han liderado autores como Humanes (2006), Torrico
(2000), Paniagua (2006) y Bargueño (2009).
Se coincide con Rey (2007) cuando afirma que el delito ha dejado de ser un
acontecimiento que rompe la tranquilidad de la convivencia, las reglas de la vida en
sociedad para pasar a ser un hecho sociológico e institucional. La asignación de tales
rasgos ha sido posible gracias a la proyección mediática del suceso. En efecto, gran
parte de los imaginarios colectivos de la contemporaneidad se construyen a partir de la
puesta en escena de la realidad en los medios de comunicación y, como parte del
elemento dramático, pocos resultan tan eficaces como la violencia y la muerte.
Lo realmente peligroso, como afirma Mier (2004), es que surge una zona de
penumbra que involucra todas las facetas, las formas y los dominios de la significación.
Una de las principales preocupaciones en este estudio es la evaluación de cómo el
entramado discursivo de Mi Diario origina en los receptores una capacidad de gestación
de una simbología de los sucesos, de la muerte, de la violencia para plegarse a sus
Johandry Alberto Hernández
Representaciones e imaginarios sociales de violencia y muerte en los medios. El caso de Mi Diario 36
empresarial que seguramente ha arrojado en poco tiempo, será muy difícil propiciar un
cambio editorial o una clausura del medio. Sin embargo, en este estudio se presentan
los indicios para que la sociedad civil, los grupos organizados y las instituciones
impulsen el debate sobre la utilidad de este producto cultural.
Autores como Macassi (2002) y Vélez y otros (1998) creen que la crónica roja es
éticamente un espacio social más fuerte que la gran prensa, elitista y desarticulada de
los dramas de la vida cotidiana y, por ende, un espacio de reconocimiento. Ésta sería
una discusión pendiente pero, se advierte, no tiene aceptación en este trabajo. Alegar
que la crónica roja es un espacio de convivencia es un contrasentido, porque como
afirma López (2005), la crónica roja se aprovecha de la sensibilidad humana para
convertirla en mercancía mediática.
Distintos colegas investigadores venezolanos han coincido en que el desafío para las
ciencias sociales en el país es la capacidad que pueda tener cada pensador para
adaptar sus herramientas heurísticas a las paradojas, a las dinámicas contradictorias, a
los movimientos subterráneos que hierven en su localidad. He allí un reto desafiante,
que se asume con compromiso en esta investigación.
Este estudio consta de varias miradas y perspectivas: una mirada semiótica que
analiza al producto cultural impreso como un discurso con sus componentes: una
mirada comunicativa que analiza la morfología del medio, la estructura formal del
mensaje y el contrato comunicativo que se establece con el espectador, es decir, cómo
se articula simbólicamente este discurso; una mirada sociológica, que considera a Mi
Diario como un reflejo de preferencia del imaginario social; y, finalmente, una mirada
antropológica, que permite analizar las representaciones colectivas.
De acuerdo con Taylor y Bogdan (1987), en ciencias sociales han prevalecido dos
grandes corrientes epistemológicas, la primera, el positivismo, que busca conocer los
hechos y causas de los fenómenos sociales con independencia de los estados
subjetivos de los individuos. Y una segunda tendencia ubicada en la línea
fenomenológica, que se preocupa por comprender cómo los individuos experimentan o
vivencian esos hechos.
Estas dos líneas de conocimiento dan inicio a dos grandes métodos de investigación
en ciencia: el primero, el método empírico analítico relacionado con el positivismo, y el
segundo, el método fenomenológico. El método empírico-analítico emplea métodos y
técnicas preferencialmente cuantitativos. En cambio, el método fenomenológico,
etnográfico o semiótico usa métodos y técnicas preferencialmente cualitativos con
técnicas de investigaciones propias y definidas.
Hay en este estudio, una fuerte influencia del paradigma cualitativo de la ciencia.
Desde la mirada cualitativa, éste es un estudio semiótico. Puede decirse que el aporte
de la fenomenología y la semiótica a la metodología de las ciencias sociales es que
circunscribe la actuación de los seres humanos, no simplemente en un marco de
hechos sociales, sino que son los propios seres humanos los que están creando, a
partir de acciones simbólicas, sus propios mundos sociales en interacción con otros y
para ello requieren una metodología especial. “El proyecto fenomenológico y semiótico
permite la aparición del fenómeno tanto como la explicación del significado y deja de
lado la oposición entre objeto percibido y la conciencia que percibe” (Rusque. 2003: 46).
En vista de que este estudio se interesa por las representaciones sociales, resulta
pertinente retomar dos ideas sobre el tema. La primera explicación la otorga Barbero
(2002), quien dice que las representaciones sociales se instituyen como el conjunto de
influencias que estructuran, organizan y reorganizan la comprensión de la realidad en la
cual vive la audiencia, por lo cual, además, poseen el poder para dar valor y significado
a esta realidad. Este autor argumenta que algunas de las mediaciones más
representativas son la vida cotidiana familiar, los usos sociales de los medios y la
competencia cultural para comprenderlos.
El error máximo admisible es +/– 3,2% con respecto al universo (los 21 municipios
del estado Zulia, 3.620.189 de habitantes). El nivel de confianza es de 97%. Los
municipios representados en la muestra -así como el número de encuestas hechas- son
los siguientes: Maracaibo (380), San Francisco (200), Mara (135), Cabimas (180),
Lagunillas (150), Padilla (60), Machiques (100), Baralt (84), Rosario (85), Jesús Enrique
Lossada (84), Valmore Rodríguez (80), Simón Bolívar (70), Sucre (70), Catatumbo (70),
Colón (90), Francisco J. Pulgar (70), Jesús M. Semprún (70), Miranda (85), Santa Rita
(70), Páez (70) y La Cañada de Urdaneta (70). El tamaño de la muestra fue de 2.273
encuestas.
Capítulo I.
Recorrido teórico de las
representaciones sociales y
antecedentes de la
investigación
Lo único absolutamente cierto que todo ser humano puede conocer de su destino es la
muerte. Sabemos que vamos a morir. Y en la vida, ésa es una de nuestras más exactas
certezas, de nuestras más nítidas convicciones. La muerte impregna, con su sentido o
sinsentido, la mayor parte de nuestras experiencias y aprendizajes, de nuestras memorias,
representaciones e ilusiones. Ella sella nuestra vida y, como un símbolo final, dibuja
minuciosamente la forma como será recordada nuestra existencia
Rafael Fauquié
“Mead toma como unidad de análisis lo que denomina el acto social. Aquí, el
símbolo y su significado son propiedad de la situación interactiva, no están fuera.
Cabe decir que la existencia de tal significado no implica necesariamente la
consciencia del mismo, puesto que ello sólo se consigue a través de la
simbolización. El argumento básico de Mead es que en este espacio interactivo
radican los símbolos y sus significados, por lo que sólo ahí puede formarse el
espíritu (Mind), conformado en el proceso de la comunicación. Los individuos no
existen como tales sino como la persona (Self), cuyo tamaño abarca su espacio
social teniendo a la sociedad (Society) como fondo. En consecuencia, Mead
enfatiza dos características de esta interacción: a) quien se comunica puede
comunicarse consigo mismo, y b) esta comunicación crea la realidad”.
Martín (2002) dice que uno de los que más ha estudiado la teoría de Moscovici es
Robert Farr, quien ofrece su versión de la noción de representaciones sociales
señalando que, desde una perspectiva esquemática, aparecen las representaciones
sociales cuando los individuos debaten temas de interés mutuo o cuando existe el eco
de los acontecimientos seleccionados como significativos o dignos de interés por
quienes tienen el control de los medios de comunicación.
Agrega además que las representaciones sociales tienen una doble función: hacer
que lo extraño resulte familiar y lo invisible perceptible.
hacia sino teorías o ramas del conocimiento con derechos propios para el
descubrimiento y la organización de la realidad” (Ídem, 1983: 665).
Este autor coincide con Moscovici cuando define las representaciones sociales como
un sistema de valores, ideas y prácticas que sirven para dos cosas: una, orientar a los
individuos en su mundo material y social y dominarlo; dos, hacer posible la
comunicación para tomar parte entre los miembros de una comunidad un código para el
intercambio social y otro para nombrar y clasificar de manera no ambigua los diversos
aspectos de su mundo y de su historia individual y de grupo.
Fressard (2004) dice que las representaciones sociales junto al imaginario social
forman un magma de significaciones imaginarias sociales encarnadas en instituciones.
Como tal, regula el decir y orienta la acción de los miembros de esa sociedad, en la que
determina tanto las maneras de sentir y desear como las maneras de pensar. Desde
una perspectiva más psicológica, explica que hay una institución imaginaria orientadora
de las significaciones y valores de una sociedad. Las significaciones sociales, por tanto,
no son naturales ni (completamente) racionales.
Este último autor argumenta que algunas de las mediaciones más representativas
son la vida cotidiana familiar, los usos sociales de los medios y la competencia
cultural para comprenderlos. En un capítulo más adelante, se profundiza en un
concepto más amplio que está estrechamente relacionado con el de imaginarios
sociales e ideología.
Moñivas (1994: 414) explica que las representaciones sociales, como instancia de
metodología heurística, ha servido para analizar dominios de estudio propios de la
psicología como estereotipos, actitudes, opiniones, creencias y las teoría de la
personalidad, entre otras.
Moscovisi dice que una de las facultades más oscuras del proceso de pensamiento y
el lenguaje humano es su potencialidad de convertir objetos abstractos y se basa en la
capacidad de cambiar una representación, la palabra de una cosa en la cosa de una
palabra, lo que llama objetivación.
Este proceso consiste en descubrir los aspectos icónicos de una idea, es decir, unir
el concepto con la imagen. Este teórico dice que luego se incorpora un proceso de
núcleo figurativo, una estructura imaginaria que reproduce una estructura conceptual de
manera visible. En una segunda fase, explica, se da la naturalización: se emite una
percepción, luego se reemplaza lo concebido para categorizar nuevos elementos. Esta
explicación sirve, pues, de sustento para la comprensión de la lógica mediática en el
Pérez-Agote (1989: 140) sostiene que el poder simbólico o poder de producir sentido
pone en funcionamiento unas ideas que, vinculadas a través de ciertos mecanismos
sociales, logran penetrar en la cabeza de los sometidos al poder. La máxima posibilidad
consiste en que aquellas ideas se conviertan en evidencia social, es decir, algo que no
se pone en tela de juicio porque se construye desde aquello desde lo que se interpreta,
se lee la realidad.
En otro de sus trabajos, Los imaginarios sociales del delito: la construcción social del
delito a través de las películas (1930-1999), Pinto profundiza en su teoría de los
imaginarios sociales en el referente cinematográfico luego del análisis de 210 películas
producidas en los últimos setenta años (desde 1930), con un gran predominio de las
producciones estadounidenses pero también algunas producidas en Europa, Asia y
América Latina.
Concluye que el ámbito del delito no permite simplificar las cuestiones ni llegar a una
total transparencia. “Lo que podamos considerar realidad no es posible llegar a
conocerlo plenamente sino que siempre se nos ofrecerá bajo la forma de la relevancia”
(ídem, 4).
En este trabajo, hace un análisis -sobre la base de los efectos paradigmáticos del
espectáculo de la violencia escenificados en los medios masivos de comunicación- la
construcción de un discurso de la violencia elaborado en el ámbito mediático que
contribuye a crear y reforzar un ritual moderno de la violencia.
Define en este libro los imaginarios sociales como ejes de articulación del
pensamiento y de la acción social frente “a la opacidad de la realidad social”. En un
desiderátum teórico, Baeza establece: “La ciencia social no tiene otro camino que
aceptar, de una vez y por todas, el desafío planteado por la imaginación llevado al
ámbito de la vida social” (ídem, 10). Son formas creativas de vivenciar lo desconocido.
“Los imaginarios sociales son elementos coadyuvantes en la elaboración de sentidos
subjetivos atribuidos al discurso, al pensamiento y a la acción social” (ídem, 14).
Aboga por una verdadera ciencia social pluridisciplinaria para el análisis de ciencias
cada vez más complejizadas en las que intervengan la antropología, la sociología, la
psicología social. Dice que el estudio de los imaginarios sociales en América Latina
tiene un desarrollo casi nulo. La importancia del estudio de los imaginarios sociales
estriba, a juicio del autor con el que se coincide en esta investigación, en que se
reconoce su influencia en la estructuración de las maneras de enfrentar la vida en
sociedad.
Jorge Bonilla y Camilo Tamayo son dos autores colombianos que han trabajado con
admirable rigurosidad en el análisis y revisión de la producción intelectual que se ha
hecho sobre la revisión de la violencia en los medios en América Latina. En su obra
"Las violencias en los medios, los medios en las violencias. Revisión y análisis crítico de
los estudios sobre medios de comunicación y violencia en América latina 1998-2005",
publicada en el 2006, los autores hacen revisión bibliográfica en la que describen y
analizan los enfoques teóricos, los métodos utilizados, los principales resultados, las
conclusiones y los aportes de cada uno de los estudios, informes y publicaciones que
fueron objeto del análisis.
En su trabajo, destacan principalmente tres líneas de interés: a) la cobertura
periodística en contextos de conflicto armado y violencia política; b) los contenidos,
naturaleza y formas de representación de la violencia en la programación recreativa e
informativa de los medios, y c) la influencia de la violencia mediática en las audiencias,
así como la percepción que tienen los públicos sobre ésta.
Bonilla y Tamayo revisan exhaustivamente un total de 102 trabajos publicados en el
continente sobre este tema de estudio. Concluyen que se deben elaborar
acercamientos comprensivos y metodologías de análisis que tengan en cuenta las
similitudes, pero también las diferencias entre los medios de comunicación.
Así, los autores plantean varias líneas de acción a seguir. Sugieren no conseguir
solamente un rigor científico sobre la base de exponer resultados dirigidos a los
eslabones más obvios de la investigación: la cantidad de la violencia en los medios y la
posible relación de esto con la conducta agresiva del receptor. Creen que esto
simplifica los escenarios complejos de la violencia a un hecho, un sujeto, una acción,
pero desprovistos de sus correlaciones con los referentes del conflicto, el antagonismo,
las relaciones de poder, dominación, legitimidad, consenso y cooperación.
Invitan a problematizar no solamente la violencia desde los hechos, sino, también, la
violencia desde los lenguajes, es decir, desde las gramáticas, los dispositivos, los
contextos y los órdenes que la (re) produce y la dotan de significación.
Por tratarse de tres tipos de contenido, el autor demostró que dan lugar a tres tipos
de relaciones comunicativas. A partir de su investigación, mantiene que las
representaciones sociales pertenecen a un marco de estudio de las actitudes, creencias
y valoraciones del mundo exterior. “Consideradas desde el ángulo de la estructura del
Otro de los estudios a destacar es el de la catedrática Sue Aran, del año 2003,
(España), en el que hace una revisión teórica sobre la representación de la violencia en
su trabajo Los imaginarios violentos. La autora reflexiona sobre la representación de la
violencia en los media y su instrumentalización como imaginario colectivo. El artículo se
divide en cuatro apartados. En primer lugar se propone un recorrido a través de las
conceptualizaciones de la violencia social. En segundo lugar, se conecta violencia
social y representada a través de las narrativas de la violencia. Los hechos del 11 de
septiembre permiten su ejemplificación e introducen el análisis sobre los mecanismos
de visibilidad del discurso televisivo. Para acabar, se reflexiona sobre el papel de los
espectadores en la construcción de las fronteras que organizan el imaginario colectivo
sobre la violencia.
En 2005, Julia Chacín trabajó con los marcadores sociales y las representaciones
sociales en las lenguas extranjeras. Un año más tarde, la profesora María Hernández
trabajó con las representaciones sociales en la educación cooperativa. En 2007, puede
mencionarse el trabajo de Marbelys Hernández titulado Representación social del
proyecto pedagógico en el aula en docentes de educación inicial.
En el caso de la Universidad del Zulia, están los trabajos de Thaís Gutiérrez (2001)
sobre La construcción de las representaciones sociales en torno a la política social en el
marco de globalización actual. La autora se concentra en los discursos y sus
representaciones sobre la política social en América Latina y especialmente en
Venezuela. Los profesores Leonardo Fernández y Alfredo Romero publicaron en la
revista Utopía y Praxis Latinoamericana, en 2002, un estudio multidimensionalidad de
representaciones sociales aplicado al caso de los colectivos agropecuarios. Se
propusieron el análisis del proceso de interpretación de los colectivos agrícolas sobre
un modelo heurístico de comprensión de los colectivos sociales (modelo de
representaciones fluctuantes) y discutieron su aplicación en el sector agrícola.
El autor dice que la telerrealidad no sólo reproduce hechos, sino que ayuda a
construirlos, pero que mezclan realidad con ficción y por eso lo que se observa en los
medios no es real.
En esa misma temática, resalta el trabajo de compilación de Germán Rey (2007) del
libro Los relatos periodísticos del crimen, en el que se recogen varios trabajos de
investigación sobre la configuración de los discursos sobre ciudadanía en la prensa
escrita en América Latina. Propone miradas comunicativas sobre la construcción y
representación de los actores de la (in) seguridad y sus temas asociados, así como las
metáforas más comunes usadas en los textos y titulares de noticias sobre criminalidad.
Capítulo II.
La representación de la violencia
en los medios de comunicación: el
discurso del desorden en la
sociedad del entretenimiento
La prensa ha provocado cambios extraordinarios en las costumbres sociales, así como en el
carácter y la manera en que el hombre moderno percibe el mundo externo,
Max Weber, 1910
Hablar de la fascinación por la muerte, sin duda, evoca en la memoria la euforia que
provoca en el imaginario colectivo. Ha sido un rasgo distintivo en la literatura, en la
religión, en la política, en la ideología, en la cotidianidad. No hay un espacio de la
actividad humana que no haya tenido la violencia y la muerte como núcleo sustantivo
de su evolución.
6
Al respecto, se sugiere la revisión del trabajo de Jiménez (2007) Subversión de la violencia en el que intenta ofrecer
una perspectiva legitimadora de la violencia como elemento central de las luchas históricas en ciertos escenarios
políticos de la humanidad.
¿Qué motivación podían tener los franceses para asistir a esta carnicería humana en
la que se fundaría la rebelión por la libertad? Sin duda, el espectáculo justiciero de la
muerte.
Era un placer masivo el ver cómo la consumación de la libertad nacía al filo de una
gigantesca navaja que decapitaba a los enemigos de la revolución. Miles de personas
se congregaban en las plazas para observar el espectáculo sangriento en el que el
verdugo exhibía las cabezas de los decapitados como trofeos.
Documentos históricos han revelado que el decapitamiento de Luis XVI, uno de los
episodios más representativos de la historia universal, la presenciaron 100.000
personas al son de redobles de campana. Paradójicamente años antes había
constatado por sí mismo la efectividad de la guillotina como instrumento de justicia e
incluso sugirió que sus cuchillas fueran oblicuas. El 21 de enero de 1793 trasladaron al
monarca a una plaza pública para asesinarlo.
Su ejecutor, el hombre que en algún momento pidió piedad a este rey para
exhumarlo de algunas deudas económicas, le cortó la cabeza al rey.
"Su Majestad subió al patíbulo y quiso abalanzarse sobre la parte frontal como si
pretendiera pronunciar un discurso. Se le dijo que aquello no era posible. Entonces
se dejó conducir hasta el lugar donde fue atado, desde donde exclamó con voz muy
alta: ‘Pueblo de Francia, muero inocente’. Después, volviéndose hacia nosotros,
dijo: ‘Caballeros, soy inocente de todo cuanto se me ha acusado. Desearía que mi
sangre sirviera para consolidar sobre ella la felicidad de todos los franceses".
El impacto mediático fue tan alto, que poco tiempo después se publicarían en los
periódicos franceses un decálogo de Charles Sanson sobre cómo guillotinar a la gente.
2. La renegada de Valladolid
Este autor explica que el valor histórico de estos textos reside en que hacen
referencia a la respuesta visceral de una sociedad con formas, usos, valores,
tradiciones, mitos y costumbres ancestrales reforzados con el vivir en un medio en el
que no está acostumbrada -la ciudad-, donde la aglomeración humana provoca un
incremento de la criminalidad.
En la era victoriana, en la Europa del siglo XVIII, hubo un revuelo social que
trascendió más allá de las fronteras de Inglaterra por las fechorías de un famoso
asesino que se encargaba de descuartizar el cuerpo de prostitutas londinenses.
Durante el otoño europeo del año 1888, este hombre mató y mutiló con insólito
ensañamiento al menos a cinco mujeres. La gente en esa época vivía atemorizada y
hasta había restricciones familiares para salir por las noches.
Este fenómeno tuvo una proyección mediática sin precedentes en la historia del
periodismo mundial. En los principales diarios de Londres se publicaban noticias sobras
las investigaciones que adelantaba la policía sobre el caso y hasta se proyectaban
imágenes e ilustraciones de los cadáveres de las víctimas.
“Supongo que si me matan puede que sea algo bueno para mí, porque el invierno se
acerca y la vida es horrible”, exclamó, en 1888, una solitaria prostituta londinense, en la
desolada localidad de Whitechapel, en plena efervescencia por los crímenes de Jack, el
destripador. Este relato, mucho más extenso, sirvió de portada en el London Times en
ese año.
Nótese que la prensa inglesa alimentaba en aquella época sus páginas con los
crímenes que más apasionaban a la audiencia. Con Jack, el destripador, el periodismo
sensacionalista experimentó uno de sus primeros éxitos masivos y sirvió de ejemplo a
otras publicaciones similares en otras partes del mundo. La representación de la
violencia y la muerte en la época adquiere el tinte del misterio y la propagación del
miedo entre los habitantes de la capital.
Johandry Alberto Hernández
Representaciones e imaginarios sociales de violencia y muerte en los medios. El caso de Mi Diario 68
“Querido Jefe, desde hace días oigo que la policía me ha cogido, pero en realidad
todavía no me han pescado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de
destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a
la dama en cuestión no le dio tiempo a chillar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso
de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito...”.
Firmado: Jack el Destripador, desde el infierno.
Ese diario acababa de salir a la calle cuando se produjo el primero de los asesinatos,
el de Mary Nichols, el 31 de agosto de 1888. Aprovechando la tendencia de la gente a
imaginar un único y perverso asesino, este periódico insistió en vincular todos los
crímenes con este malévolo personaje. El éxito mediático fue tan abrumador, que en
poco tiempo vendió 232.000 ejemplares.
Según detalla Cook, cuando el principal sospechoso al que acusaba el periódico fue
puesto en libertad, las ventas cayeron en picado, así que Star puso en marcha otra
estrategia: la fabricación de una carta en la que alguien que firmaba como Jack el
Destripador se atribuía los asesinatos. Cook asegura que un experto en grafología de la
época consideró que el autor de la carta era Frederick Best, un periodista del medio.
El doctor Cook dice que las víctimas; Mary Nichols, Catherine Eddowes, Mary Kelly,
Elizabeth Stride y Annie Chapman fueron asesinadas por hombres diferentes, al igual
que las otras seis víctimas de Whitechapel a menudo añadidas a la Navaja de Jack.
El asistente de cirujano de la policía que examinó las cinco víctimas, Percy Clark, dijo
a los observadores en el Londres 1910: “Creo que tal vez un hombre fue responsable
de tres de ellos, pero no quiere decir que haya hecho los otros”. Sin embargo,
comentarios como este son una gota en un océano como el mito del asesino solitario y
rebelde que se apoderó de la imaginación victoriana y que evidencia la omnipresencia
de la prensa en la creación imaginaria de realidades sobre la violencia y la muerte.
Del otro lado del continente, se producía una evolución y revolución del periodismo
norteamericano a finales del siglo XIX. Emery (1966) explica que las grandes
circulaciones se lograban popularizando el producto y a veces la función primordial de
informar pasaba a segundo plano por los esfuerzos que se hacían por divertir. El diario
moderno podía aprovechar las técnicas nuevas de publicación e imprimir en otras
formas, entre ellas podía resaltar el sensacionalismo y se desentendía de las
obligaciones fundamentales del periodismo. “El periodismo amarillista, en sus peores
aspectos, era el periodismo nuevo, pero sin alma” (Ídem: 409).
La edición dominical de World estaba dirigida por Morrill Goddard, quien había
mostrado dotes para sacarle provecho a las noticias significativamente ordinarias y
convertirlas en artículos especiales y también a través de caricaturas. El World
comenzó a publicar la primera sección cómica en este formato. La figura central de
cada uno de esos dibujos era un niño desdentado y sonriente, con ropa demasiado
grande para él. “Cuando los impresores del World arrojaron una mancha amarilla sobre
la ropa del niño, éste se inmortalizó con el nombre de “El niño amarillo” y de allí se
deviene el nombre de periodismo amarillo.
Así, comenzaron a publicarse títulos realmente llamativos: “Un golpe salvaje mata a
un niño”, “Lo convirtieron en ladrón”, “Sorprendente confesión de un asesino en masa,
quien implora que se le ahorque”, “Las razones por las que las muchachas se matan”...
Otros artículos de la primera plana eran una entrevista de un asesino convicto, la
ejecución de un condenado a muerte, la historia de una joven sirvienta que había sido
burlada. En esa misma tónica, había textos con el siguiente contenido: “Todo por el
amor de una mujer”, “Amor y frío veneno”, “Bautizo de sangre”. Eran frecuentes los
temas sexuales, de conflicto y de delincuencia.
El World tenía una circulación de 15 mil ejemplares, un costo de dos centavos y era a
ocho páginas. Como se nota, estos títulos guardan mucha relación con la construcción
discursiva de los periódicos sensacionalistas de la actualidad.
5. Un comentario final
Macassi (2002) explica que la prensa amarilla tiene sus orígenes en América Latina
en la prensa sensacionalista o popular de los años 50. De cierta manera, las distintas
generaciones han espectado sus titulares y han sido unas lectoras y otras observadoras
del proceso de radicalización que devino en la actual prensa amarilla.
Existe, por tanto, una historia personal de consumo que se ha constituido a lo largo
de los años en cada uno de sus lectores. Dado que la conformación del gusto no surge
simplemente de la exposición a las ofertas amarillistas, a este habitus por la noticia
amarillista concurren otros medios y otros fenómenos culturales.
Según explica este autor, la organización cognitiva apela a los símbolos para la
estructuración del pensamiento. La función simbólica de la mente es más amplia que el
lenguaje y engloba, además del sistema de signos verbales, todo el sistema de
símbolos en sentido estricto. “La fuente del pensamiento debe buscarse en la función
simbólica y se explica por la formación de las representaciones derivadas” (Piaget,
1977: 131).
En el caso del lenguaje es una forma particular de acción simbólica, pero aclara el
autor que el pensamiento antecede al lenguaje y ayuda a transformarlo y hacer
equilibrio en la esquematización de la mente. Este proceso es ante todo individual y se
transforma luego en colectivo.
A modo de ilustración, puede citarse el ejemplo del racismo, visto desde dos ángulos
simbólicos: uno construido individualmente y otro, hecho por los medios masivos de
comunicación. Probablemente, en su entorno más inmediato, el individuo se haga una
percepción particular sobre el tema, que puede concordar o no con la conceptualización
del problema que hagan los medios. Lo cierto es que desde una perspectiva macro
social, la percepción predominante y la que tendrá más adeptos será la de los medios.
Sobre los imaginarios sociales, Pinto (2003) explica que son esquemas, construidos
socialmente, que permiten percibir algo como real, explicarlo e intervenir
operativamente en lo que en cada sistema social se considere como realidad. El
imaginario social se construye a partir de una representación social.
Aclara que los imaginarios sociales tienen una función primaria y se pueden definir
como la elaboración y distribución generalizada de los instrumentos de percepción de la
realidad social como realmente existe. “Tiene que ver con la instrumentación del acceso
a lo que se considera realidad en unas coordenadas espacio-temporales específicas”
(ídem, 12).
Baeza (2000: 9), coincide con Pinto (2000), y refiere que los imaginarios son
esquemas de inteligibilidad de la realidad invisible. “Estos imaginarios se levantan como
auténticas matrices de sentido existencial colectivo”.
Gómez (2001) relaciona los imaginarios sociales con los procesos de producción de
sentido y construcción social de la realidad a través de las prácticas comunicativas, con
particular referencia a la comunicación mediática.
Desde una perspectiva semiótica, el autor aborda una distinción entre representación
e imaginario social. La representación es el proceso de investidura de sentido en el cual
se realiza la función semiótica de asignar determinados significantes y significados.
Este proceso no responde a la determinación de un único código o sistema de signos
como, por ejemplo, la gramática para la producción discursiva verbal, en la medida en
que los significados lingüísticos (léxicos y frásticos) hacen sentido sólo en el uso
concreto por parte de los hablantes (Gómez, 2001).
Sánchez (2009) define los imaginarios sociales como repertorios colectivos y alega
que están construidos por fragmentos de la memoria y del valor de las expresiones
colectivas a partir de un proceso de percepción. “Los imaginarios se sirven
ineludiblemente de lo social en la caracterización de discursos, creencias y mitologías
compartidas que constituyen la cultura” (Sánchez, 2009: 57).
Gómez (2001) agrega, además, que la función de los imaginarios es hacer posible el
acceso a la interpretación de lo social y permite la elaboración y distribución de
instrumentos de percepción de la realidad construida como mundo social, un mundo de
vida. “Esta percepción supone, por lo tanto, una organización imaginaria con función
ordenadora de la relación entre los sujetos-agentes sociales y sus experiencias” (Ídem,
199).
Se ha visto en este debate que la representación tiene un origen, ante todo, social. Y
lo social se percibe según la dicotomía representación-ideología. Las primeras como
modalidades del pensamiento son una manifestación de las ideologías que las
engendran.
Araya (2002) explica que las representaciones sociales son producciones mentales y
como tales implican en sí mismas ideologías. El concepto de ideología que aquí se
maneja se asocia con el sistema constituido por un conjunto de representaciones
sociales y la relación entre ambas pertenece al tipo de relación que une a las partes con
el todo.
En investigaciones anteriores, Van Dijk (1996: 19) expone que son sistemas que
sustentan las cogniciones sociopolíticas de los grupos y organizan las actitudes de los
grupos sociales, que consisten en opiniones generales organizadas esquemáticamente
acerca de temas sociales relevantes.
Althusser (1988: 23) expone que la ideología pasa a ser el sistema de ideas, de
representaciones, que domina el espíritu de un hombre o un grupo social. “La ideología
es una representación de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones
reales de existencia”.
La realidad
-Contexto -Universos simbólicos
-Cultura -Paradigmas
La representación
-Discursos (acción simbólica)
-Significante/significados
El imaginario
-Ideas -Valores
-Conceptos -Repertorios colectivos
Ideología
Representación de actitudes y creencias sobre un tema
Ramspontt (2003: 271) dice que la violencia, tanto la real como la representada por
los medios de comunicación, contempla en la actualidad nuevas formas en su carácter
tecnológico y simbólico, pero su instrumentalización como imaginario colectivo es un
recurso antiguo que cobra particular fuerza en las sociedades de mayor desarrollo
económico. Aunque se apuntan usos y responsabilidades políticas, nuestro análisis se
centra en la participación de los destinatarios en esa “ideologización” del imaginario
sobre la violencia, a partir de la invasión del discurso mediático y su acción simbólica. Y
la acción simbólica de la ideología, a fin de cuentas, es la manifestación de un sistema
de valores y ellos, explica Finol (1983), se manifiestan en los mensajes como símbolos
y supuestos conocidos y aceptados por el receptor.
En el caso del discurso noticioso, alega Humanes (2003), las rutinas de producción
de contenidos informativos se rigen por unas pautas semejantes a un proceso de
construcción de la memoria colectiva. Ortega (2006) agrega que todo mensaje difundido
por los medios de comunicación social proporciona una representación cognoscitiva de
la sociedad. “Los productos culturales de los medios son siempre interpretaciones que
ejercen algún tipo de influencia sobre su público” (Ortega, 2006: 38). La categoría o
insumo central del periodismo está en garantizar el derecho a la información de la
sociedad. Sin embargo, hay un fenómeno mediático que prescinde de la información
como su elemento medular para construir una representación social de la realidad,
ajena a todo principio periodístico y regido por otros principios mediáticos más oscuros.
El fenómeno se conoce como pseudoperiodismo.
“Como elemento pseudoperiodístico, en este caso comercial, cabe citar una mayor
presencia de publicidad. Debemos saber, obviamente, que una buena parte de los
contenidos de los nuevos programas no son periodismo y considerarlos como tal
sería una confusión lamentable” (Paniagua, 2006: 190).
De Pablos (2006), por su parte, se refiere a un periodismo más ligero, que se inserta
en unos medios cuya elaboración resulta más barata, cuyos redactores salen menos a
la calle, porque así, explica, “es menos caro hacer información, y porque la información
preparada fuera de las redacciones sin necesidad de que en la redacción se haga poco
más que mirarla por encima, darle las características tipográficas del medio y poco más”
(De Pablos, 2006: 119).
Por último, en su estudio sobre la representación de la violencia doméstica en la
prensa española, Aran y Medina (2006), demuestran que el pseudoperiodismo recurre a
la presentación de estereotipos y preconcepciones, en lecturas aislada y
desconectadas de las noticias sobre violencia de género, en un cierto sensacionalismo
que desdibuja el problema.
El pseudoperiodismo equivale al impulso de la antirrepresentación.
Las isotopías son definidas por Greimas como la “iteratividad -a lo largo de una
cadena sintagmática- de clasemas que aseguran al discurso-enunciando su
homogeneidad” (Greimás y Courtés, 1979:230). Greimas y Courtés distinguen entre
isotopía gramatical e isotopía semántica.
Eco, por su parte, afirma que el término isotopía “es un término paraguas que cubre
varios fenómenos. Como todo término paraguas este muestra que la diversidad
esconde alguna unidad. En verdad, isotopía se refiere casi siempre -agrega Eco- a la
constancia en una dirección que un texto exhibe cuando es sometido a las reglas de
coherencia interpretativa” (Eco, 1986:201). Eco clasifica las isotopías en Isotopías
discursivas, Isotopías narrativas e Isotopías extensionales.
Este tipo de contenido mediático se construye a partir del relato de crímenes más
locales, aunque no por ello pueda tener trascendencia en todo un país. La narrativa de
una violencia más local y cercana al ciudadano resulta en una propuesta de
inteligibilidad y significación, como un principio de valoración del ser, de representar, de
comprender; en fin, en un espejo en el que ese hombre (también local) pueda mirarse y
desprender las múltiples interpretaciones de su entorno más inmediato.
Esta lógica permite el desfile en los medios de múltiples historias anónimas que por
un día o varios (dependiendo del impacto) adquieren una fama fugaz para alimentar
una especie de propuesta moralizadora sobre la violencia y sus consecuencias.
Campesinos, sirvientas, indígenas, obreros, meseros, delincuentes, prostitutas,
homosexuales, amas de casa, comerciantes, ciudadanos comunes se convierten, a
través del relato periodístico, en una épica personalizada y trágica para caracterizar -y
en muchos casos teatralizar7- el contexto de violencia más inmediato.
La sociedad actual tiene como principal rasgo la multi [inter] culturalidad y está
signada por el postmodernismo. Esta ecuación alude al contexto social latinoamericano
actual de fragilidad de los Estados-nación, a la posibilidad de describir la geografía
múltiple de la sociedad global, en las nuevas fronteras -más allá de las territoriales- y
las demarcaciones simbólicas imaginarias. “Trazar esa geografía es marcar las zonas
de las fronteras que, conectadas con las sensibilidades, las memorias y las identidades,
constituyen lugares de reconocimiento y resistencia”8.
¿Qué lugar ocupa la muerte en la imaginaría social, caracterizada por estos rasgos?
La sociología de la comunicación denuncia que la sociedad actual se recrea en
ejercicios ociosos, en el gusto por el caos, en consumos discursivos y corporales que
7
En un análisis lingüístico y semántico de los titulares de Mi Diario, Hernández (2009) demostró que
discursivamente el periódico impulsa un proceso de teatralidad en su representación lingüística de la violencia y la
muerte.
8
Concepto ampliamente desarrollado en la revista Signo y Pensamiento, Nº 46, volumen XXIV, enero-junio de 2005, página 5,
de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia.
Hay todo un dispositivo que hace posible que los equipos editoriales y reporteros
cronistas persigan la muerte en rincones de los barrios más pobres, en las discotecas,
en las rencillas pasionales, en los hoteles de carretera, en los puestos de comida, en
los lugares y no-lugares de la ciudad para demostrar que mientras ella vive, hay otra
parte que muere, que está sometida a la violencia, a la demostración cruda de su
sometimiento.
Los cuerpos de la crónica roja exteriorizan toda una iconografía de visibilidad del
crimen, de la muerte. No se trata solamente del cadáver exhibido, sino, como apunta
López (2005), también del desdoblamiento del cuerpo. Hay un afán por la demostración
de la nitidez de la imagen en el mejor encuadre, pero al margen de cualquier principio
cosmético. Se trata de mostrar la crudeza: escamaciones, granos, pelos de barba,
cabellos, pieles secas, orejas partidas, mutilaciones.
El crimen es de mal gusto, pero bien adobado llega a saber bien, resalta López
(2005). La expresión, más que una provocación, sirve para ilustrar la estrategia de los
medios sensacionalistas: hacer digerible el crimen. El crimen y la sensibilidad forman
los dos elementos de esa relatoría cotidiana que habita en el gusto popular para
reconocerse en sus propias miserias. La autora advierte que lo real y su representación,
en cualquier momento, terminarán coincidiendo. La muerte violenta, en sus múltiples
formas de representación en la prensa, han construido el campo de mayor expresión
simbólica y mediática con efectos culturales [in] sospechados.
He allí una labor prioritaria de las ciencias sociales en la actualidad: descifrar las
apropiaciones, interpretaciones e interpelaciones del sujeto con la realidad, los medios,
la muerte.
El caos actual tiene su origen en esa dislocación que ha provocado el discurso de los
medios por la fascinación de lo íntimo, como denuncia Imbert (2004). Para los medios
sensacionalistas, se torna urgente la fórmula de ventilación del secreto, la complacencia
del exceso, la costumbre de lo excéntrico, la intensificación del accidente, la
instauración de la pornografía de la sangre a través de lo que este autor denomina el
régimen del ver: “El discurso informativo a la par que produce y reproduce desorden,
visualmente a través de la imagen del accidente, instaura un régimen del ver, basado
en lo excesivo” (ídem, 94).
Se evidencia la dualidad clásica del sujeto y el objeto del ver que potencia la
visibilidad de lo íntimo a través de los encuadres de fotografías e imágenes de
cadáveres, signos de violencia, enfrentamientos, robos, crímenes.
9
En la escena del crimen, el fotógrafo de sucesos busca las heridas, cuál de ellas causó la muerte, la que sangra,
evidencias de cómo quedó la ropa, la cama o la calle, las cartas que se escribían los enamorados antes de morir, la
miseria de la intimidad.
El sujeto en contacto con la prensa roja recibe una oferta editorial voyeur, es decir,
que explora la intimidad del otro para hacerla pública, de dominio colectivo. El
voyerismo informativo10 (Imbert: 2004: 98) se define como la tentación de la mirada
mediática, un ver por ver que degenera en una mirada perversa, que anula todo
referente, una pérdida del contenido, una mirada invisible que puede incurrir en una
representación de lo invisible.
Cocimano (2005) aclara y coincide con Imbert (2004) en que en la actualidad hay un
pleno desarrollo de un nuevo régimen de visibilidad soportado en las tecnologías
digitales e incentiva una necesidad primaria: el voyerismo como práctica que busca
satisfacer a través de la observación de lo genital o de la imagen pornográfica.
“Sentado frente a la pantalla, el sujeto contemporáneo ha logrado al fin saciar su deseo
visual, potenciando el metabolismo de la satisfacción escópica” (Imbert, 2004: 3).
Se discrepa con Cocimano (2005) cuando afirma que el espectador de este tipo de
producto mediático permanece inmovilizado por la proliferación de información y el
consumo de bienes. Este autor refuerza su postura con base en las teorías de Paul
Virilio, quien habla de una posición catatónica del espectador: un sujeto inerte,
paralizado, obnubilado por el torrente de imágenes propuestas para el consumo.
10
Se parte en este trabajo de la premisa de que la expresión voyerismo informativo no abarca en profundidad la
explicación de este tipo de novedosos ritos y prácticas mediáticas y, por tanto, se hace prioritaria la formulación de
otra definición que se aproxime más fielmente al fenómeno. Se formula la inclusión del término Omofagia
Mediática, que se explicará detalladamente más adelante.
En otro trabajo, Imbert (1992: 99) plantea que el hacer periodístico, más allá de la
diversidad de posiciones y modelos, es un proceso formal, ordenador de estructuras
(construye una realidad y es creador de universos simbólicos de representaciones
colectivas y roles).
Plantea dos posibilidades para el análisis del riesgo que implica esta representación
de la violencia y la muerte a través de los medios, que sirven de hipótesis precisamente
a este trabajo. Dice el autor que al margen de la trivialización de la violencia se pueden
producir dos derivas peligrosas, con las que se asiente en esta investigación:
En una clasificación para ubicar los contenidos más representativos de las estéticas
mediáticas, el autor establece que las formas de representación más visibles son la
Filosofía Light, la actitud New Age y la política reality. Destaca la preeminencia del
pensamiento leve, en el que se evita la densidad y el argumento.
Este investigador colombiano afirma que los medios de comunicación son máquinas
narrativas y que han encontrado en el entretenimiento su modo de relato para producir
seducción, conformidad, afectos y saberes, proponer goces y saberes. “El
entretenimiento es entonces la celebración de la ligereza, del lenguaje envolvente
destinado a manifestar su superficie lúdica, mundana, estética y fetichista” (Rincón,
2004: 45).
Uno de los autores que más ha descifrado la cultura del ocio es Lipovetsky (2002,
2008). Según este autor, la industria cultural mediática ha fomentado una ética alegre y
consumista. En esta cultura del ocio irrumpe una simbología estética capaz de fomentar
toda una lógica del consumo de lo superficial, basado en el atractivo pasional, la
impresionabilidad, la espectacularización y lo instantáneo para fundar lo que estos dos
autores han denominado como el imperio de lo visual.
Kellner (2004) afirma que el espectáculo ha llegado a ser uno de los principales
modos de organización de la economía actual y que no hay espacio de actuación del
hombre que no escape a esa lógica. Rincón (2006) agrega que el mundo del show y su
emocionalidad se ha multiplicado y ha llegado a la política, la educación, la religión y -
sobre todo- al crimen. Se trata de “reclutar” a todo aquel receptor incauto en la
convocatoria espectacular.
11
Revísese el informe sobre inseguridad y violencia en Venezuela 2008 del Laboratorio de Ciencias Sociales,
Universidad Central de Venezuela.
En las rutinas periodísticas, la reseña de los sucesos siempre tendrá un espacio tan
importante como las demás fuentes de información tradicionales de los medios de
comunicación. La preferencia de este tipo de material ha hecho que los sucesos
cuenten con espacios privilegiados en las redacciones de los periódicos y demás
medios de comunicación.
12
Revísese al respecto el informe 2008 sobre inseguridad y violencia en Venezuela y las cifras del Cuerpo de
Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC) en las que se reporta que sólo en ese año en el país se
reportaron 14 mil homicidios.
una subjetividad de las que carece la información. Por eso fascina tanto, porque en su
superficialidad textual y narrativa evoca los miedos colectivos, los interpela y, a su vez,
los disipa.
Es así como se explica que el suceso tenga afinidades con algunos géneros
populares y formas culturales como los relatos de crímenes en la historia del hombre.
“Fascina porque es portador de sentido más allá del contexto de producción del
acontecimiento, en un relato trivial de lo cotidiano. El suceso no es una categoría entre
otras, sino la categoría cardinal de nuestro pensamiento mágico, de nuestra mitología
(Rey, 2002: 109).
Imbert (2004) denuncia que este tipo de concepción (alimentada en los medios
masivos, sobre todo los especializados en la crónica roja) reintroduce lo sagrado -la
muerte como valor- en una cotidianidad plana, que se está despojando de lo simbólico
para lograr la imposición del ocio masificado.
Esta conducta de los medios frente a la representación del crimen, Imbert lo cataloga
como una tentación al desorden a través de una escenificación de la realidad producida
por un discurso (desde una perspectiva común a la sociosemiótica que considera que
hay una realidad discursiva construida en la práctica social).
En el debate sobre violencia real/ violencia mediática hay múltiples lecturas. Una
explicación antropológica de la violencia incluye su origen en las disputas políticas y
sociales por el dominio hegemónico del control político. Autores como Hernández
(1998) plantean que la aparición y sofisticación de los medios de comunicación permitió
la difusión masiva de esos procesos y abrió las puertas a la penetración de la violencia
en todos los intersticios del espacio social. “La violencia real y la ficticia se convirtió en
espectáculo, en contenido principal de las industrias culturales” (Hernández, 1998: 87).
Es una verdadera ruptura con los valores históricos de toda sociedad, porque la
violencia ha perdido su sentido, su rasgo reverencial y con ello se perdió el sentido de
lo sagrado. “Trivializándose, transformada en espectáculo, es como la violencia se
desacraliza: una violencia exclusivamente negativa, destructiva, anómica, los medios la
asumen como una especie de tributo que hay que pagar a la modernidad” (Imbert,
2004: 94).
Roncallo (2007) establece que el miedo es una perturbación angustiosa del ánimo y
suele aparecer como consecuencia de cierto tipo de realidades exteriores al sujeto que
alteran el curso normal de su cambio vital y como condición perturbadora intenta ser
exorcizado de la vida del sujeto en la medida en que una existencia tranquila podría ser
la del miedo ausente.
Agrega este investigador que significar la muerte pasa por darle precio (reintegrarla a
una forma de intercambio simbólico) a una muerte presente como acontecimiento,
omnipresente como imagen (puro icono) que ya no forma signo (ya no tiene sentido) y
que aflora por doquier en el universo de representaciones.
Se asiente con Bisbal (2000: 6) cuando refiere que hoy las representaciones sociales
son producto, en gran parte, de la representación mediática. La sociedad postmoderna
vive en un mundo de realidad virtual, pero real. Balandier (1994) explica que el
acontecimiento procesado por los medios de masas se convierte en la matriz en que se
labran los mitos del presente, y la escena efímera en que el drama representado
deviene en portador de una lección.
La construcción de la violencia y la muerte en los medios juega con las fibras más
sensibles de la cultura, de allí que sus construcciones discursivas apunten a la
elaboración de significaciones sociales básicas de sumisión, poder, pornografía, lo
prohibido.
Cuando Imbert (2004) habla de una pérdida del valor de la violencia, plantea un
elemento para el análisis: la muerte se ha constituido en un valor tan trascendental
como la vida misma. Por eso, entre lo real (violencia cotidiana) y lo simbólico-imaginario
(valores de la muerte en los medios) co-existe, tal como plantea Vizer (2006), un
proceso multi-dimensional, coherente e histórico que implica instituciones,
Por eso, las relaciones de sentido construidas en la vida cotidiana de la gente sirven
de sustento para el reconocimiento de sí mismos a partir de sus relatos, de las
conversaciones de las costumbres con los medios masivos.
El tratamiento de la muerte en los mass media, clasifica Imbert (2004), deriva en tres
tipos de representación: reproducción mimética, representación dramatizada y la
sublimación mitológica en producciones cinematográficas. Por la naturaleza de esta
investigación, se profundiza en la primera.
Aquí se ubica el origen formal de una alteración del orden simbólico relativo al modo
de representación de la violencia y la muerte en los medios: el suceso polariza la
atención y ocupa un lugar central de la agenda pública. Se habla del asesinato del día,
del personaje secuestrado, de los millones que cuesta una víctima, del operativo policial
y su maquinaria en el combate o persecución contra la delincuencia, de cómo se
asesinó a una víctima o al malandro, de cómo flota el cadáver sin identificar en un lago,
se estelariza el poderío del criminal del momento y sus desafíos contra el bien: en torno
a esta superficialidad de un tema tan sensible como la violencia gira el debate mediático
diario.
Roncallo (2007) señala que la fascinación que producen los hechos de guerra en las
agendas mediáticas obedece a que estos acontecimientos están asociados a los
valores-noticias que privilegian el drama, la tragedia, la novedad, la espectacularidad, el
antagonismo y el heroísmo. Explica que son narrativas frente a las cuales los hechos de
paz viven en un constante opacamiento debido a que no están relacionados con lo
insólito, dramático e impactante.
posibilidad en las rupturas de las normas propias de una comunidad, en esa distancia
denominada [des] cohesión social.
Los dominios de realidad, usando la terminología de Vizer (2004), vienen a ser los
constructos en los cuales los hombres sienten y dan por sentado que viven y participan
de la construcción de la realidad humana. Una realidad instituida tanto como espacio
real como simbólico. Es decir que la construcción de realidad se origina en los medios,
pero no sólo en ellos, pues en la lucha, los individuos pueden otorgar su confianza a
cualquiera de los sistemas sociales. Sin embargo, la discusión no se trata únicamente
del análisis de la crónica policial ni del amarillismo, sino de las representaciones
sociales e imaginarios sobre la violencia y la muerte que se han creado a partir de estos
productos editoriales: los dominios de realidad que sobre la muerte y la violencia tienen
los individuos a partir del consumo de este tipo de contenidos.
Larrain (2003: 31) expresa que en esta perspectiva simbólica, la cultura vendría a ser
el patrón de significados incorporados en formas simbólicas, que incluye expresiones
lingüísticas, acciones y objetos significativos, a través de los cuales los individuos se
comunican y comparten experiencias.
Predomina el miedo entre el público, una preeminencia de una fobia social que evita
el contacto, porque tal como establece Fromm (1994: 67), los seres humanos
generalmente tienen una actitud de miedo ante la muerte: “No podemos soportar ni
siquiera una conciencia artificial de la muerte”.
imagen y el espectáculo se muestra a la vez como la sociedad misma, como una parte
de la sociedad y como instrumento de unificación. “El espectáculo no es un conjunto de
imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes” (Debord,
1967: 3).
Este autor señala que parte de la sociedad es expresamente el sector que concentra
todas las miradas y toda la conciencia, porque según dice, está separado es el lugar de
la mirada engañada y de la falsa conciencia y la unificación que lleva a cabo no es sino
un lenguaje oficial de la separación generalizada.
La sociedad del espectáculo, tal como la plantea este autor, proyecta a través de las
plataformas mediáticas una simple instrumentación de la realidad, una realidad óptica
que invierte lo real y lo hace positivo.
No hay ámbito de actuación humana (política, economía, sociedad, vida diaria) que
no esté salpicada por el espectáculo. Para este autor, la vida se ha convertido en una
actuación que reevalúa cualquier reacción de shock y comunica a través de una sobre
exposición de imágenes, de representaciones, de simulacros. “El resultado: una ironía,
creer que somos protagonistas, espectadores” (Rincón, 2004: 58).
Por su parte, González (1999: 55) define el espectáculo como la puesta en relación
de dos factores: una determinada actividad que se ofrece y un determinado sujeto que
la contempla. “Nace así el espectáculo, de la dialéctica de estos dos elementos que se
materializan en la forma de relación espectacular”. Complementa la definición como la
Por otra parte, se da una relación de distancia que excluye la intimidad en beneficio
de un determinado extrañamiento de lo masivo. En tercer lugar, se plantea una
relación en el ahora en el que el significado se obtiene en el presente continuo, en la
inmediatez, en lo instantáneo. Se asiste al espectáculo como actualidad, se vive, se
siente. En cuarto lugar, es evidente una relación de seducción, en la que el
espectáculo convierte todo en la interpelación preferida: la incitación, la fascinación, el
encanto. “Busca emocionarnos, no quiere nada más” (Rincón, 2004: 59). Por último, se
da una relación de fórmula, en la que el espectáculo se construye a través de
prácticas tendientes al disfrute, su estructura está llena de elementos accesorios, su
dramaturgia es efectista, su reiteración evita el fraude.
Sobre la cotidianización del espectáculo, González (1999) apunta que tiende a negar
cualquier forma de relación: se excluye de un universo cultural monopolizado por el
espectáculo”. Los medios, a juicio de este autor, producen un espectáculo
desimbolizado, que provocan la articulación de dos contextos: la escena espectacular y
el contexto del universo doméstico, desde el cual el mundo es contemplado.
Zizek (2004) dice que a partir de esta relación se da una antinomia de la mirada y la
visión se pierde en la pornografía, porque ella en sí misma es perversa. En la
pornografía, el espectador es forzado a priori a ocupar una posición perversa: “El
espectador ocupa la posición de objeto: los sujetos reales son los actores de la pantalla,
que tratan de excitarnos, mientras que nosotros, los espectadores, somos reducidos a
la condición de objeto-mirada-paralizada”. (Ídem: 183). Esta visibilización de lo indecible
por parte de los medios, diría Imbert (2004), revela una clara incitación a la
contemplación morbosa.
Hiperrealidad se refiere a los efectos de realidad, que vuelven creíble y hacen existir
en el imaginario colectivo. “Es también el código que más allá del realismo, rehabilita,
revivifica y simula la realidad a través de la exacerbación”. (2003: 29). Hay una
mutación entre los modos de ver y de sentir.
La realidad de orden colectivo, público, es sustituida por una realidad de otro tipo:
genuina (creada para este cometido), arbitraria (regida por sus propias reglas),
microscópica (relativa, cortada del mundo real), simbólicamente a mitad de camino
entre lo privado (como espacio de intimidad) y lo público (por presencia de las
cámaras).
La ficción de los medios nos ofrece, tal como expresa Ímbert, una trascripción
simbólica de nuestras vidas: retoma los elementos típicos y los reorganiza con la forma
de la historia, enfoca los elementos esenciales y pone en evidencia los nexos que los
mantienen juntos.
El cuerpo, según sugirió Nietzsche, debe convertirse en criterio para toda moral y
para toda realidad. Hoy más que nunca se asiste a un periodo particular de la
humanidad en el que el cuerpo se instituye como una institución social, como hilo
conductor del pensamiento humano. Toda la producción discursiva actual de los medios
y plataformas masivas de comunicación soportan sus intenciones de comunicación,
precisamente, en el cuerpo. La apoteosis del espectáculo en la postmodernidad es, sin
duda, el cuerpo. La artillería visual se alimenta de los cuerpos, de los cuerpos
degenerados (González, 1999: 80).
En un intento por interpretar esta premisa de Nietzsche, Navarro (2002) explica que
tomar el cuerpo como hilo conductor del pensar implica que tome la palabra para
articular un discurso mudo que, sin embargo, se hace visible a través de sus
representaciones. Se deduce entonces que el discurso confeccionado a partir de la
Johandry Alberto Hernández
Representaciones e imaginarios sociales de violencia y muerte en los medios. El caso de Mi Diario 118
Merleau-Ponty (1964) explica que los sujetos son reinstaurados como seres
temporales y espaciales y ubica a la corporeidad como centro del funcionamiento
cognitivo del hombre: “La postura corporal nos da nociones globales sobre las
relaciones entre el cuerpo y las cosas” (Merleau-Ponty, 1964: 5).
Duvignaud (1987: 151) resalta las posturas en que aparecen los cuerpos para
encontrar la constatación de la violencia sexual, la reducción de la víctima no sólo al
signo, sino a la horrible metáfora visual.
La vista del cuerpo exánime, de un cuerpo dócil que no puede resistir más, un cuerpo
yaciente, es ya un eje del terror: “El impacto visual de nuestra propia desesperanza nos
pone cara a cara con las peores fantasías de nuestro miedo”.
Lo escandaloso del uso del cuerpo como entidad central de los contenidos
mediáticos estriba en la abyección como técnica de soporte del espectáculo y del
goce. Un cadáver mutilado en la primera página de un periódico, en la que además se
Johandry Alberto Hernández
Representaciones e imaginarios sociales de violencia y muerte en los medios. El caso de Mi Diario 120
Manero (2008) revela que las formas singulares del cuerpo victimizado remiten a su
apreciación como signo y como símbolo, como signo de un lenguaje macabro y
horroroso, como símbolo social de un prestigio asignado de manera proporcional a la
intensidad del sufrimiento vivido. “Se estructura a la manera de un gran espejo que nos
devuelve el rictus característico del pathos social que nos envuelve, imagen visual y
auditiva, formas sensoriales y táctiles que nos remiten a lo irremediable. El cuerpo
supliciado, el cuerpo del terror que habita en las pesadillas propias de cada sociedad”
(Ídem: 57).
González (1999: 75), por otra parte, plantea que existen dos ámbitos de la
experiencia perceptiva humana: la experiencia perceptiva directa, es decir, la
construcción de las imágenes perceptivas del mundo; y la experiencia perceptiva de la
representación visual, es decir, las construidas por la percepción y el mundo referencial.
Resalta este autor que con la fotografía, el orden simbólico entra en crisis y con él
todo el universo de la representación: ese es el efecto de la doble potencia analógica y
singular de la foto.
El autor advierte que, desde el punto de vista del imaginario social, no se puede
desvincular la representación de la muerte del de la violencia, porque según ha
constatado, las imágenes violentas que invaden el escenario mediático contribuyen a
ritualizar la violencia hasta crear una verdadera imaginería: colección de imágenes
La muerte no es sólo física, sino también simbólica. Al ser simbólica, tiene sus raíces
sociales y se inscribe dentro de una dialéctica de pulsiones contradictorias. “Es difícil
hablar de violencia sin remitir el objeto a una tensión entre orden y desorden porque
esta tensión es constitutiva de toda la vida social” (Ídem, 19).
Resulta conveniente recordar a Fromm (1994) cuando afirma que los seres humanos
generalmente tienen una actitud de miedo ante la muerte: “No podemos soportar ni
siquiera una conciencia artificial de la muerte” (ídem, 67). Esta dinámica mediática que
ritualiza la muerte, la convierte en espectáculo y la incrusta en una narrativa de
entretenimiento que fomenta, sin duda, una representación de la violencia en el
adiestramiento del imaginario colectivo para [re] fundar y [re] fundir una concepción
inconcreta, como diría Imbert (2004), de la muerte: “De ahí su vuelta permanente como
objeto reprimido” (Ídem: 120), pues de tanto representar al objeto, se ha perdido
consciencia del hecho, que infunde respeto, que es sagrado, que se sustenta en una
ética del convivir.
Es mucho más preciso el autor cuando denuncia el placer mediático de infringir las
reglas, en olvidarse del superyó social, en franquear los límites, los límites mismos de la
representación, hasta toparse con el límite por antonomasia: la muerte.
Se propone catalogar esta práctica como omofagia mediática, término que permite
abordar y entender la desconstrucción radical de los valores de la vida que marcan la
distancia con la civilización y hacen una aproximación a lo animal, a lo caótico y que es
relacional entre audiencia-medio.
Para exponer su teoría, Onfray evoca al clásico filósofo griego Diógenes, quien tuvo
como principio de vida la denuncia de lo convencional y la oposición a su naturaleza.
Explica este autor que toda prohibición corresponde a la pura arbitrariedad social y que
no podría haber ninguna prohibición universal.
Capítulo III.
Posicionamiento editorial de Mi
Diario en la región
“Los muertos habrían perecido en vano si los vivos se negasen a verlos”
Roberto Capa, periodista de guerra
Para tal fin, se hizo una encuesta en los 21 municipios del estado y se siguieron los
siguientes aspectos metodológicos: se fundamentó en un modelo probabilístico
polietápico, estratificado de cuotas aleatorias, atendiendo a las características del
universo. De selección múltiple y de fijación de cuotas por sexo, edad y situación social
(sectores medios altos, medios y de bajos ingresos).
Esta medición permitió, a su vez, lograr un primer acercamiento con los motivos de
consumo de Mi Diario y definir en principios un perfil general sobre los lectores. En este
capítulo se detallan los resultados más importantes.
El producto cultural impreso Mi Diario circuló por primera vez en el estado Zulia,
Venezuela, el 15 de enero de 2007. Morfológicamente, es de tamaño tabloide, mide 32
centímetros de largo por 28 de ancho y generalmente tiene 24 páginas, todas con
contenido a color, amplias fotografías y poco texto.
Imagen 1. Fotografía de una valla publicitaria de Mi Diario, ubicada en la Circunvalación 2, una de las
13
más importantes vías de comunicación terrestre de Maracaibo, capital del Zulia
13
Fotografía tomada del sitio web www.soloenvenezuela.com, consultada en junio de 2009.
Esa solicitud ha cobrado vigor, sobre todo, en los siete años sucesivos a la crisis de
gobernabilidad que vivió Venezuela después del derrocamiento del presidente Hugo
Chávez en el golpe de Estado del año 2002. A partir de ese difícil episodio de la historia
nacional, los medios se desvirtuaron para adoptar posturas partidistas y convertirse
abiertamente en defensores de proyectos políticos. En ese contexto, en el que se
segmentaron en opositores y oficiales al Gobierno, han usado su poderosa maquinaria
para mostrar dos realidades diametralmente opuestas e irreconciliables, dos países
distintos, en cuyo centro se ubica una ciudadanía desprovista de insumos para
interpretar efectiva y cabalmente su realidad más inmediata. Sobre este tema, abunda
literatura15.
Villalobos (2005) expone que los medios aportan su cuota a la pérdida de ciudadanía
cuando no actúan de manera equilibrada y no se convierten en ventana plural y
democrática y cuando, en lugar de considerar al público como audiencia con derechos,
lo trata sólo como consumidores y virtuales clientes. Una ciudadanía atenta a lo público
requiere deliberación ante sus esferas de actuación en la consecución del bienestar.
Las orientaciones de esa meta social debieran soportarse, en lo que el mismo autor
refiere, en una ecología comunicativa, que consiste en la actuación mediática y
periodística basada en una conducta ética, a prueba de toda circunstancia perversa
como el ocultamiento de información o pronósticos infundados, lo contrario a verificar la
información, no dar crédito al rumor, usar las fuentes con precisión y actuar con
honestidad.
14
Revísese los trabajos de Antillano (2002) y Parra (2009), dos autores que relatan en sus trabajos la pérdida del
referente moral y político de los medios de comunicación venezolanos.
15
Se sugiere la revisión de la investigación de Fernández (2003), docente e investigadora de la Universidad del
Zulia, quien explora la competencia comunicativa escrita de los periodistas de política y demuestra, a partir del
análisis semántico, sintáctico y pragmático, que los comunicadores sociales favorecen abiertamente corrientes
ideológicas y posicionan discursos con estrategias lingüísticas precisas.
Mi Diario cumple así casi tres años de circulación ininterrumpida y forma parte de la
oferta editorial zuliana. Puede comprarse en los quioscos, las librerías, en las avenidas
principales, en las colas de las autopistas, a los pregoneros ubicados en las calles.
Éstos últimos son los vendedores más asiduos. De hecho, esta empresa les ofrece
premios y reconocimientos públicos a quienes se destaquen en las ventas.
16
Según la pre-venta hecha por el equipo de marketing del diario Panorama a finales de 2009, las circulación de Mi
Diario, que es la misma en número al de este tradicional periódico zuliano, sólo en los principales municipios del
estado se distribuían 123.900 ejemplares, segmentados de la siguiente manera: Maracaibo 97.700, San Francisco
6.300, Mara 2.900, La Cañada de Urdaneta 1.900, Páez 4.000, Rosario y Machiques de Perijá 6.500, Almirante
Padilla 1.200, Jesús Enrique Lossada 3.400. En los municipios de la Costa Oriental del Lago circulan 25.500
ejemplares y en otros estados 20.600. Estas cifras promedio son de los días domingo.
17
El diario Panorama es uno de los periódicos de mayor tradición y estirpe de la región zuliana y de Venezuela, con
95 años de fundación. Más que una empresa mediática, se ha convertido en un consorcio casi monopólico
comunicacional y económico, con gran peso en la agenda mediática nacional. Según los últimos sondeos hechos por
empresas encuestadoras, es uno de los diarios de mayor lectoría en Venezuela. En la sede de este periódico
funcionan las oficinas de Mi Diario y en sus talleres se imprimen sus ejemplares. Panorama es el brazo ejecutor de
Mi Diario.
En ambos países, Mi Diario tiene una identidad gráfica similar a la edición del
impreso que circula en el Zulia. A continuación, se muestran los logos de los tres
medios:
Cuadro 2. Comparación de imagen corporativa de Mi Diario en las distintas franquicias en América Latina
18
(México, Panamá y Venezuela)0
Nótese cómo los tres logotipos del cuadro 1 reflejan la similitud en el concepto y la
imagen corporativa de esta franquicia mediática. Desde el punto de vista del diseño,
ambos poseen fondo ovalado, casi la misma tipografía y el mismo eslogan, sólo que
con sus variaciones geográficas. Hay un leve cambio en los tonos de los colores, pero
básicamente es el mismo esquema gráfico.
Mi Diario forma parte, como ya se ha dicho, de una empresa editorial conocida como
Fábrica de Diarios y que ha posicionado distintos productos mediáticos en el mercado
latinoamericano. Según se constata en su sitio web19, tienen oficinas en tres países de
18
Fuentes: www.fabricadediarios.com, www.midiario.com, consultados el 10 de mayo de 2009.
19
www.fabricadediarios.com, consultado el 14 de mayo de 2009.
Sobre el caso de Mi Diario, sus creadores admiten en su portal web que es un medio
dedicado a la explotación de lo que ellos mismos han catalogado como periodismo
sangriento. Además, ofrecen un perfil del lector al que va dirigido: “Mi Diario es un
atractivo tabloide que ha revolucionado el concepto de periodismo popular. Dirigido al
amplísimo segmento de la población que no acostumbra a leer, noquea a sus lectores
con sus impactantes diseños gráficos y sus sorprendentes historias. Quien dijo que el
periodismo popular no es sangriento, no ha conocido a Mi Diario20.
20
Las negritas son del autor.
21
En la página web www.fabricadediarios.com, puede leerse un breve perfil de cada uno de los periodistas.
Otro de los puntos de atención en el resto del medio impreso se centra en su famosa
sección Bomboncitos, dispuesta en el centrounido del tabloide para exhibir a mujeres
semidesnudas. En este caso, resulta interesante destacar la promoción de una oferta
sexual abierta, que en muchos casos también se ha destinado para el público femenino.
Diversifica, a su vez, el contenido con horóscopos, consejos de hechicería, datos sobre
carreras hípicas, juegos de azar, noticias, chismes de farándula y entretenimiento.
Hoy; 0,2%
El Nacional ; 0,5%
El Universal; 0,6%
Pico Bolívar; 0,7%
Meridiano; 1,1%
NS/NR; 7,3%
El Regional; 12,8%
La Verdad; 12,4%
Mi Diario; 17,2%
Panorama; 46,5%
0,0% 5,0% 10,0% 15,0% 20,0% 25,0% 30,0% 35,0% 40,0% 45,0% 50,0%
Mi Diario supera, incluso, a La Verdad y al Regional del Zulia, ambos periódicos con
más de diez años de circulación en los 22 municipios y con un formato más
Si bien es cierto que como franquicia del diario Panorama tiene detrás una gran
trayectoria editorial, no puede obviarse el hecho de que los dos medios tienen
presentaciones (editoriales y discursivas) diferentes.
Mi Diario forma parte, pues, de una alternativa de lectura para los zulianos, a pesar
de la estructura de su contenido. La cifra de segundo periódico más leído representa
que la audiencia ha estrechado una fuerte vinculación con este medio.
Si se detallan estos resultados por municipio, puede tenerse una noción aún más
clara de la influencia mediática de Mi Diario en la sociedad zuliana. En la capital, donde
reside el contingente más amplio de población, Mi Diario ocupa el tercer lugar de
preferencia entre los lectores.
Maracaibo
Alternativas
Frecuencia % válido
Panorama 198 52,1%
La Verdad 88 23,2%
Mi Diario 60 15,8%
NS/NR 11 2,9%
Meridiano 10 2,6%
El Nacional 4 1,1%
El Universal 4 1,1%
El Regional 3 0,8%
Últimas
Noticias 2 0,5%
Hoy -- 0,0%
Qué Pasa -- 0,0%
Pico Bolívar -- 0,0%
Total 380 100%
En el segundo municipio más importante del Zulia, San Francisco, las cifras son
similares a las de Maracaibo: Mi Diario ocupa el tercer lugar en lectoría, con 17%,
superado apenas por cinco puntos porcentuales por el periódico La Verdad.
San Francisco
Alternativas
Frecuencia % válido
Panorama 101 50,5%
La Verdad 46 23,0%
Mi Diario 34 17,0%
NS/NR 11 5,5%
Meridiano 1 0,5%
El Nacional 3 1,5%
El Universal -- 0,0%
El Regional 1 0,5%
Ultimas
Noticias 2 1,0%
Hoy 1 0,5%
Qué Pasa -- 0,0%
Pico Bolívar -- 0,0%
Total 200 100%
Esta tendencia se repite de manera similar en casi todos los municipios del Zulia. No
obstante, el impacto mediático de Mi Diario ha sido tan alto, que en algunos es el
periódico más leído. Obsérvese la siguiente tabla:
En Machiques de Perijá la relación es similar, sólo que ocupa el segundo lugar con
29%, superado solamente por Panorama. Se repite la tendencia también en Rosario de
Perijá, con 21,2%.
Tabla 4. Nivel de lectoría de Mi Diario en los municipios Rosario de Perijá, Jesús Enrique Lossada y
Valmore Rodríguez.
Tabla 5. Nivel de lectoría de Mi Diario en los municipios Miranda, Santa Rita, Páez y La Cañada.
Otro de los aspectos que permitió corroborarse con la medición fue constatar que
efectivamente Mi Diario circula, con variaciones de lectoría, en los 22 municipios del
estado Zulia.
45,00%
Nunca ;
40,00% 44,60%
35,00%
Todos los
30,00%
días ; 34,00%
25,00%
20,00%
Cada tres
15,00% Los fines
días; Cada dos
de semana;
8,80% días;
10,00% 6,60%
5,80%
5,00% NS/NR; 0,30%
0,00%
Las cifras, en una primera revisión, muestran que la mayor parte de la población
zuliana (44,60%) nunca leen el periódico. Sin embargo, otro 34% afirma que lo lee
todos los días. Como se muestra en los resultados, existe una alta exposición de los
lectores con este tipo de contenido, se evidencia el establecimiento de una conducta de
adquisición religiosa, un hábito de consumo regular: no se trata de que Mi Diario sea
uno de los principales medios en la región, sino también que un alto porcentaje de la
población lo lee todos los días.
Al contrastar ambas cifras, 44,60% de quienes nunca leen el periódico y 34% de los
que leen todos los días, se nota que es superior el número de lectores que rehúyen del
contenido sensacionalista de Mi Diario. No obstante, un análisis más pormenorizado
muestra otro tipo de tendencia en la lectoría. Obsérvese el siguiente cuadro:
Total
Alternativas
Frecuencia % válido
Todos los días 772 34,0%
Nunca 1014 44,6%
Los fines de semana 149 6,6%
Cada dos días 131 5,8%
Cada tres días 201 8,8%
NS/NR 6 0,3%
Total 2273 100%
Existen otras escalas en la frecuencia de lectura que varían: los fines de semana,
cada dos días y cada tres días. Al sumar los resultados de cada una con la opción
todos los días la frecuencia de lectura de Mi Diario alcanza 55,2%, superior por diez
puntos porcentuales con la opción de quienes nunca leen el periódico.
Puede afirmarse entonces que más de la mitad de la población de este estado tiene
una relación de lectura predominantemente estrecha con Mi Diario o en algún día de la
semana el medio se convierte en una alternativa de lectura. Evidentemente, el grupo
más amplio lo constituyen aquellas personas que compran diariamente este producto
editorial, mientras que un grupo más pequeño tiene una frecuencia de exposición que
varía. Dentro de este contingente, el grupo de lectura de los fines de semana es el más
amplio (6,6%), periodo en el que tradicionalmente los medios captan un mayor número
de lectores. Como se dijo en el capítulo anterior, los fines de semana Mi Diario alcanza
un tiraje de 123.000 ejemplares aproximadamente. Un grupo más pequeño 8,8% lo lee
cada tres días y 5,8% cada dos días.
Estos resultados demuestran que hay una audiencia comprometida fielmente con Mi
Diario, con una alta frecuencia de lectura: más de la mitad de la población ha tenido una
experiencia de consumo con este material.
Si los lectores han posicionado al medio como uno de los más consolidados y leídos
y además han creado vínculos de lecturas tan fuertes y amplias, la interrogante a
responder se centra en entender qué tipo específico de contenido leen del periódico.
Esta tarea permitió esbozar un primer acercamiento con el tipo de representaciones
sociales que tienen los lectores del Zulia y el ofrecimiento de pistas en la información
sobre los imaginarios también sociales, que se detallan a continuación.
En la medición se constató que los lectores de Mi Diario son jóvenes. Tal como se
observa en la siguiente tabla, el mayor porcentaje de lectores tiene edades
comprendidas entre 25 y 34 años.
Edades de 17-24 años 25-34 años 35-44 años 45-54 años Más de 55
los lectores años
La población joven del Zulia constituye el grupo de lectores en mayor porcentaje del
periódico. Los más jóvenes, cuyas edades oscilan entre 17 y 24 años, forman parte del
grupo más numeroso con 15,72%. Si esta cifra se suma al 34,53% de lectores con
edades entre 25 y 34 años, se obtiene como resultado que personas entre 17 y 34 años
forman parte de un mayoritario 50,25%. Más de la mitad de los lectores de Mi Diario son
jóvenes.
En menor proporción se ubican los lectores con edades entre 35 y 44 años (26,28%),
entre 45 y 54 años con 16,23% y con más de 55 años se agrupa 6,44%.
Los lectores más asiduos de Mi Diario en la región son las personas que trabajan por
su cuenta, esto es, que no tienen un empleo formal sino que se dedican a alguna
actividad económica independiente. Agrupa a taxistas, comerciantes informales y
cualquier actividad afín.
El otro grupo más numeroso está constitutito por obreros (16,49%) y amas de casa
(10,30%). Por lo general, este tipo de público es el más fácil de captar en la promoción
de material editorial al estilo de Mi Diario. Forman parte del segundo contingente más
numeroso de lectores de este periódico.
Los estudiantes en diferentes niveles del sistema educativo casi están a la par de las
amas de casa en preferencia de lectura (9,79%). Otros grupos minoritarios de lectura
son los vendedores (7,98%), desempleados (3,86%), educadores y funcionarios
públicos (1,54% respectivamente).
22
Según el Ministerio del Trabajo de Venezuela, el salario mínimo está en Bs. 1.060, el equivalente a 250 dólares
aproximadamente.
El grupo más numeroso de lectores está constituido por personas que tienen un
ingreso igual o doblemente superior a un salio mínimo, es decir, entre Bs. 800 y Bs.
1.500. El tercer grupo más numeroso plantea que tiene un ingreso mensual familiar
entre Bs. 1.500 y Bs. 2.000 (14,94%). En porcentajes menores, se ubican quienes
tienen un ingreso superior a Bs. 2.000 y alcanza 9,52%.
Estos resultados pueden ofrecer al menos una noción de que los lectores de Mi
Diario se ubican en el grupo que tiene un salario superior al sueldo mínimo.
Una vez definido un perfil genérico sobre el lector promedio de Mi Diario, el análisis
se concentra ahora en la evaluación sobre la preferencia de los sucesos en los lectores
y determinar si es una de las secciones más posicionadas del periódico dentro de la
audiencia.
50,00%
45,00%
Ninguna
45,40% 40,00%
35,00%
30,00%
Sucesos
28,90% 25,00%
20,00%
Deportes
15,00%
9,40% Comunidad
7,60% Los Bomboncitos 10,00%
4,90% Todas
NS/NR
3,20% 0,60% 5,00%
0,00%
Total
Alternativas
Frecuencia % válido
Sucesos 658 28,9%
Ninguna 1032 45,4%
Deportes 213 9,4%
Comunidad 173 7,6%
Los Bomboncitos 111 4,9%
NS/NR 73 3,2%
Todas 13 0,6%
Total 2273 100%
Al detallar las cifras, prevalece una preferencia marcada por la sección de sucesos
(28,9%). De hecho, nótese cómo supera incluso al resto de las secciones del periódico.
La que más se aproxima, por debajo de diez puntos porcentuales, es la sección de
deportes con 9,4%.
En menor cantidad se ubican Comunidad con 7,6%, Los Bomboncitos con 4,9% y
quienes dijeron leer todas las secciones alcanzaron 0,6%.
Los receptores, según estos resultados, están visiblemente divididos en dos grandes
grupos: quienes rechazan al medio y quienes muestra preferencia por la lectura. De
este último, mayoritario, se observa que compra el periódico para leer exclusivamente la
sección de sucesos.
El Zulia opta por la sangre. El tratamiento de los cadáveres, la reseña desinhibida del
asesinato y el esfuerzo fotográfico por mostrar en su justa dimensionalidad los detalles
del cuerpo lacerado por la violencia constituyen las técnicas de representación de una
violencia distorsionada en su naturaleza axiológica. El resultado, se dijo, es el impulso
de la omofagia mediática como nuevo estatuto de representación de la muerte. La
gravedad del asunto estriba en la confesión de los zulianos, quienes al decir que
prefieren el consumo de los sucesos como alternativa de lectura, se están declarados
como una audiencia omofágica, devoradora de cadáveres, de muerte, de violencia.
Se asoman, así, unos primeros indicios de unos destinatarios con un fuerte vínculo
con este tipo de contenido, pero además de lectores que están asumiendo la violencia
como un hecho natural, como un fenómeno que debe formar parte de la cotidianidad y
que, al convertirse en problema vivencial permanente, adquiere los vestigios de una
adicción desenfrenada por la consumación de la muerte en su relación más alterada.
Se trata de la instauración en el Zulia de una lógica del contrasentido. No hay indicios
de pudor ante la violencia, sino más bien el estrechamiento de unos vínculos fuertes de
preferencia de lectura por la brutalidad de una realidad que pierde consciencia del
hecho en sí mismo.
Secciones Más de 55
de 17-24 años 25-34 años 35-44 años 45-54 años años
preferencia
Los jóvenes entre 17 y 24 años también dicen tener inclinación y gusto por la
exhibición de la violencia en Mi Diario. De hecho, al sumar ambos grupos de jóvenes
(17-24 años/25-34años) se obtiene una cifra igual a 25,37%. Por lo tanto, la población
joven no sólo es la más expuesta a este tipo de contenido, sino también la que mayor
preferencia por los sucesos.
Se trata de que en los próximos años, se pueda gestar una sociedad adulterada que
funda unos cimientos de [anti] civilidad sustentados en una representación también
distorsionada de la muerte: al no ser ya un objeto sacralizado, irrumpe en la imaginería
de los jóvenes (adultos del futuro) como instancia de consumación de un espectáculo
de una sociedad per se violenta. Son los riegos de la anulación del miedo que
concretan publicaciones como la que se analiza en esta investigación.
Tabla 13. Preferencia por los sucesos según el sexo del lector.
En la tabla siguiente, se nota una variación con respecto a los lectores genéricos del
medio y los que prefieren la lectura, en este caso, de las noticias de sucesos.
El ingreso familiar de los lectores de sucesos es variado, pero hay una tendencia
mayoritaria que los ubica entre quienes tienen un salario o remuneración mensual entre
Bs. 800 y Bs. 1.500 (43,92%). Esta cifra revela y refuerza la tesis de que se trata de
lectores de una clase económica promedio, ubicados en la escala de clase media baja
Johandry Alberto Hernández
Representaciones e imaginarios sociales de violencia y muerte en los medios. El caso de Mi Diario 160
Quienes ganan menos de Bs. 800, poco menos de un salario mínimo en Venezuela,
se ubica en 25,37% y constituyen el segundo grupo más numeroso. En este escalafón
están las personas pertenecientes a la clase social D y se encuentran obreros, amas de
casa y trabajadores informales sin mayor instrucción educativa.
Las personas que reciben una remuneración superior a Bs. 1.500 se ubican en
14,43%, seguido de quienes reciben entre Bs. 2.000 (5,16%) y más de Bs. 2.500
(6,99%).
Si se suman los promedios porcentuales entre las personas que ganan menos de Bs.
1.500 y quienes ganan entre Bs. 1.500 y más las cifras muestran un resultado aún más
concreto: las opciones Menos de Bs. 800 y entre Bs. 800 y Bs. 1.500 alcanza 69,29%.
Evidentemente, el grupo mayor de lectores está ubicado entre la clase media baja y
baja. Sin embargo, al contabilizar el resto de las opciones -sin contar a quienes no
sabían o no respondieron- la cifra asciende a 26,58%.
Estos hallazgos demuestran, pues, que los lectores de Mi Diario en el Zulia están
distribuidos en distintas actividades laborales, comerciales y académicas. No se nota
una discriminación definida por un tipo de público en particular. Las tendencias indican
que todos los sectores, en varios niveles instruccionales educativo y de ingresos
económicos mensuales, están leyendo mayoritariamente la sección de sucesos de Mi
Diario.
Así, pues, se reafirma al estado Zulia como un estado que muestra una fuerte
tendencia a privilegiar a los medios y sus productos editoriales que hagan un
tratamiento periodístico sensacionalista y espectacularizado de la violencia y la muerte.
Puede deducirse que el fenómeno no se restringe únicamente a los lectores de
condiciones socioeconómicas bajas, sino que ha penetrado y ejercido su influencia en
todos los estratos educativos, culturales y económicos del estado Zulia.
En este último indicador, los resultados apuntan a conocer los motivos de lectura de
Mi Diario en la población zuliana. Aparecen distintas categorías ligadas a los propósitos
que promueve el periódico para acercarse a la audiencia. El establecimiento de
estrategias editoriales y lingüísticas ha tenido un impacto directo en la audiencia.
Las principales razones por las que los lectores toman al medio como alternativa
para informarse sobre su entorno, se detallan a continuación:
Total
Alternativas
Frecuencia % válido
NS/NR 1078 47,4%
Porque tiene un lenguaje sencillo y coloquial 403 17,7%
Porque muestra la realidad sin tapujos 372 16,4%
Porque dice lo que ningún medio reseña 189 8,3%
Por sus amplias y llamativas fotografías 162 7,1%
Otra 69 3,0%
Total 2273 100%
Otro de los motivos de preferencia por Mi Diario está relacionado con su estrategia
de mostrar la realidad sin tapujos, esto es la reseña de información ausente de todo
convencionalismo deontológico del ejercicio del periodismo. El hecho de que las
noticias sobre el dolor y la muerte estén ausentes de normas éticas de redacción y
23
“Sacarle la piedra” es una expresión del lenguaje coloquial zuliano que equivale a “sacar de sus casillas a alguien”.
24
Quebrar se emplea como sinónimo de matar, asesinar.
25
La chacachaca es un estilo de lavadora de complicado mecanismo manual que se popularizó en el país con la
llegada de la modernidad a mediados del siglo XX, y que hoy en día es mayormente usada en los estratos sociales
bajos que no pueden adquirir una lavadora automática. Su peculiar nombre se debe al sonido que ésta emite mientras
se encuentra en funcionamiento.
presentación de fotografías no causa inhibición por parte de los lectores para consumir
su contenido.
Porque dice lo que ningún medio reseña es una alternativa que alcanza un
porcentaje menor (8,3%) y estrechamente relacionado con la opción anterior. Se refiere
al distanciamiento con el conservadurismo mediático que tienen los medios de
comunicación tradicionales, a la gran prensa que disimula los vestigios de amarillismo
en sus contenidos. Al considerar a Mi Diario como una empresa abiertamente
comprometida con el destape de la violencia sin recato y la muerte como hilo central
discursivo, la audiencia considera esa consideración como un motivo para leer el
periódico.
Es probable que la opción mostrar la realidad sin tapujos sea considerada como una
meta categoría que abarca el elemento discursivo y el elemento visual como una
articulación comunicativa desde la que se instaura un régimen de consumo creado y
alimentado por una representación de la violencia absolutamente visibilizada en el
discurso informativo.
Capítulo IV.
La ideología del discurso
mediático sobre violencia y
muerte
Toda nuestra sociedad tiende a neutralizar la alteridad, a destruir al otro como referencia natural
-en la efusión aséptica de la comunicación, en la efusión interactiva, en la ilusión del
intercambio y el contacto. A fuerza de comunicación, esta sociedad se vuelve alérgica a sí
misma. A fuerza de transparencia de su ser genético, biológico y cibernético, el cuerpo llega a
volverse alérgico a su sombra. Todo el espectro de la alteridad negada resucita como proceso
autodestructor. Eso también es la transparencia del mal. Se ha terminado la alienación: ha
terminado el Otro como mirada, el Otro como espejo, el Otro como opacidad. Ahora la
transparencia de los otros se ha convertido en la amenaza absoluta. Ya no existe el Otro como
espejo, como superficie reflectora; la conciencia de sí es amenazada de irradiación en el vacío
Jean Baudrillard
Como se ha discutido antes, todo discurso tiene implícita una representación social
de la realidad y, a su vez, se convierte en la exteriorización de una ideología del
pensamiento sobre determinado tema o situación.
Es necesario recordar a Van Dijk (2005: 10) cuando explica que las ideologías
“consisten en representaciones sociales que definen la identidad social de un grupo, es
decir, sus creencias compartidas acerca de sus condiciones fundamentales y sus
modos de existencia y reproducción”. La discusión ha de centrarse entonces en el
establecimiento de la ideología discursiva presente en la prensa como un sistema de
26
Se aclara que este apartado de la investigación no es un análisis profundo sobre la diagramación y el uso de color
empleado en Mi Diario.No es ésa la intención. Se trata, básicamente, de un análisis semiótico general que toma en
cuenta algunos aspectos de la diagramación, el color y las fotografías para complementar el estudio conjunto y global
del discurso verbal y visual hecho en este medio en la representación de la violencia.
Para este estudio se recurrió al Modelo de Análisis Semiótico planteado por Finol
(2009), que se basa en el concepto de recurrencia y tiene como función la
fundamentación de la constitución de bloques semánticos en el discurso.
Martín Vivaldi (1986) señala que los títulos deben resumir de manera clara, precisa y
concisa el evento, pero aclara que se debe evitar caer en esquematismo, es decir, no
suprimir lo importante de un hecho y cuidarse del uso incorrecto de las preposiciones, o
la supresión de los artículos. El antetítulo o subtítulo, según Bastenier (2001) puede ser
un elemento de fijación de circunstancias de lugar, de momento, o de
despersonalización de protagonistas, pero en cualquier caso hay que entenderlo como
elemento independiente del título.
7 10/10/2007 PP Lo mató gay celoso. Se puso loquita porque su novio le daba atención a
otro
8 10/10/2007 6 Una vaca asesina. Otro chofer fue víctima de una animal suelto en la Lara
Zulia
9 06/11/2007 PP Loco amor letal. Lo remató su primo por celos. Una linda catira los dividió
las lolas
42 27/09/2009 PP Demoníaco. Asesinato de un hombre abrió el apetito de la pelona. PP
43 06/11/2009 2 Lo siquitrillaron. Guerra entre piratas de carretera dejó una muerte macabra
44 06/11/2009 3 Mandao al más allá. En cerros de Marín sicarios asesinaron a un ex reo de
7 pepazo
45 06/11/2009 4 Par de pepazos. Asesinan a un chamo de 17 años en Delicias
46 16/11/2009 PP Se le fue el yoyo. En los barrios los soplones son silenciados
Cuadro 3. Principales titulares de las noticias de sucesos de Mi Diario en los años 2007, 2008 y 2009.
Otro hallazgo en los mensajes de los titulares de Mi Diario es el apoyo del discurso
en el componente pragmático, que se sustenta en la relación entre la forma y función de
la comunicación verbal. El análisis de la pragmática del discurso se basa en el estudio
de los signos, en este caso del signo lingüístico. En el campo de la semiótica se
destacan tres áreas: sintaxis, semántica y pragmática.
27
Sobre este asunto hay una investigación en desarrollo en la Maestría en Ciencias de la Comunicación de la
Universidad del Zulia. Se sugiere la revisión del trabajo propuesto por Pérez (2010) en el que caracteriza la
oralización del discurso informativo en la prensa zuliana y dedica todo un capítulo al español coloquial.
Es importante, a efectos de esta análisis, concentrarse en los dos últimos, pues tal
como explica Renkema (1999), la pragmática se ocupa de cuestiones tales como por
qué un individuo usa un signo específico, que circunstancias exigen el uso de ese signo
específico y cómo se interpreta ese signo. En síntesis, se trata de la relación entre los
signos y sus usuarios.
Almela (2003) explica que lo oral se refiere a la dimensión de la lengua que también
se conoce como hablada y que expresa una manifestación comunicativa contraria al
código escrito. Rodríguez (2003) dice que la oralidad se concreta en una forma de
transmisión vocal y especifica. El autor enfatiza que ello no quiere decir que lo oral
suponga inexistencia de escritura. “Lo que hace que una lengua pueda ser denominada
como oral no es el hecho de ser emitida de forma oral, sino de ser producida en una
situación de oralidad” (Rodríguez, 2003: 164).
Hay, pues, una resignificación de las frases propias coloquiales del Zulia pero
ajustadas a un lenguaje propio de la violencia en Mi Diario para asignarles una carga
valorativa asociada directamente con la muerte. Se está en presencia de una traslación
del coloquialismo del Zulia para ajustarla a una representación lingüística de la violencia
y la muerte.
Abundan, por otra parte, las contracciones idiomáticas -propias del rastro oral- en la
elaboración de títulos, lo que refuerza la familiaridad del lenguaje. “Reventao”,
“embromao”, “repotenciá”, “mandao”, son muestras de que la intencionalidad en la
producción del mensaje se centra en facilitar, a través del coloquio, la recepción del
mensaje.
El contexto familiar como intención comunicativa hace que abunden las expresiones
procedentes de la jerga y argot del Zulia: “pegao”, “pepazo”, “echarle mano”. “Pegao”
implica la inmovilidad del cuerpo luego del asesinato, pepazo se refiere a la designación
coloquial de balas de armas de fuego, echarle mano a algo es sinónimo de robar.
Adjetivación
Reiteración
Frases inacabadas
Espontaneidad
Expresividad
Comparaciones humorísticas
Una de las estrategias del medio busca apoyar el mensaje lingüístico con el mensaje
visual: las amplias fotografías proporcionan información adicional que complementa la
representación discursiva global sobre la violencia y muerte.
100
80
60
40
20
0
1
Fotografía a color 100
Los colores que predominan -tanto en la diagramación como en las letras de títulos,
subtítulos y pie de fotografías- son el negro (55%), el rojo (40%) y en menor cantidad el
blanco (3%) y el amarillo (2%).
2% 3%
40%
55%
Estos resultados, desde la perspectiva de la semiótica del color, evidencian que los
matices usados son elementos comunicantes o signos que sirven a Mi Diario para el
posicionamiento de una nueva representación ante todo visual de la violencia en su
plataforma mediática.
Valera (2002) explica que el color es un signo visual y tiene una facultad de
representación y por tanto una fuerza simbólica. “La imagen simbólica será entendida
como analogía interna (correlación entre órdenes) y estructural. Se trata de una relación
profunda, necesaria, constante, que subyace a toda construcción simbólica y, en tanto
procedimiento de unificación y de ordenación, aparece en el arte, en el mito” (Ídem,
245).
Las autoras hablan de las intenciones del color en la información: el contacto: captar
la atención, incitar a la lectura, permanecer en la memoria del receptor. Información:
suscitar en ellos representaciones, ideas e imágenes pertinentes al tema de la
comunicación concreta. Identificación: sugerir la identificación del emisor. Ayuda al
receptor a reconocer su fuente de información. Persuasiva: producir en el receptor
efectos ulteriores a la propia comunicación, modificaciones en sus representaciones,
convicciones o conductas.
El discurso de la muerte adquiere una dimensión más allá del formato lingüístico, se
trata de un macro discurso en el que se toman en cuenta además de la dimensión
semántica, la semiológica, en la que los colores se emplean para redimensionar los
significados visuales de la violencia y la muerte. En el caso de Mi Diario hay una
correspondencia entre la selección de los colores y la temática de sucesos.
Tradicionalmente, el rojo y el negro son colores que se asocian al mal, a la sangre, a lo
oscuro y sórdido, a lo que genera miedo e incertidumbre.
Esta selección de colores hecha por el medio tiene una afinidad más intensa con las
emociones, porque como se vio en la fotografía anterior, el color está cargado de
información: el rojo es igual a sangre y se convierte en una invitación de acercamiento
con el contenido al lector a partir de una experiencia visual penetrante, inmediata, de
enganche.
La teoría del color establece que hay tres matices primarios o elementales: amarillo,
rojo, azul. Cada uno representa cualidades fundamentales. Mi Diario apuntala su
discurso en el rojo porque es el más emocional, activo y tiende a expandirse. Cuando
Mi Diario además mezcla el rojo con otro color de alta significación como el negro se
obtienen nuevos significados. El rojo, que es un matiz provocador, se sobrevalora al
mezclarse con el negro. En este simbolismo se establece de manera intuitiva un
posicionamiento de colores para la violencia.
Es común que la sociedad rechace y huya de las privaciones, del dolor, del hambre y
la muerte, pero el medio emplea el color atractivo y fuerte como elemento de primer
contacto con el lector y así garantizar que perciba su contenido como una experiencia
de euforia, apreciación y aventura. La efectividad del mensaje visual es innegable.
Fíjese cómo las otras dos fotografías ofrecen detalles, en apariencia intrascendentes,
pero que muestran el afán de este medio por profundizar en las particularidades de la
violencia y la muerte como rasgos vitales de la representación: “La policía cerró en un
círculo blanco las conchas de balas utilizadas para matar a los hombres”, dice la
En el caso de las letras, pueden ser concebidas como texto y como elementos
gráficos. El texto, concebido como elemento gráfico, es más que la unión de caracteres
de escritura formados en líneas. Las letras organizan el contenido del mensaje
periodístico, a su vez que jerarquiza la información según la importancia de los datos.
En el caso del color de las letras para los títulos de Mi Diario son mayormente negros
y resaltados, dispuestos de extremo a extremo en la página y generalmente ilustran la
acción informativa (verbal o nominal) en una sola palabra.
Puede verse que la linealidad del texto tiene es sencillo, recto y ofrece un mecanismo
de integración dinámica, destaca connotaciones visuales a elementos de significación
con alta carga semántica, tal como se muestra en el ejemplo anterior.
El predominio del color negro, tanto en la diagramación con en las letras, se debe a
su contenido semántico relacionado con la violencia y la muerte, por eso todo el
discurso guarda coherencia visual con el discurso verbal. Hay una ritmicidad que
El lector de Mi Diario tiene patrones de referencia visual que le posibilitan, sin duda,
la distinción de diversos planos de lectura. El producto cultural impreso emplea las
estrategias signo-mayúscula, uso del color y alienación central del texto para darle
uniformidad al proceso de significación tipográfica. Esto hace que en esta mezcla
armónica de elementos visuales el contenido de sucesos se destaque por encima de
otras secciones del mismo medio impreso y allí se detecta el propósito comunicativo
más importante de Mi Diario: establecer el discurso de la violencia y la muerte como un
código de identificación social y en ese sentido se esfuerza en un equilibrio en la
armonía visual de su contenido.
3. El nivel semántico
El nivel semántico del Modelo de Análisis Semiótico se basa, como se dijo antes, en
el concepto de recurrencia, el cual tiene como función fundamentar la constitución de
bloques semánticos en el discurso. Por otra parte, estos bloques semánticos están
caracterizados por la redundancia de semas, lo que genera las isotopías.
Hay que distinguir sobre los aspectos sintagmáticos y paradigmáticos del discurso. El
sintagmático se relaciona con la sintaxis, la combinación de palabras en la oración y se
rige por reglas fijas (Renkema, 1999: 116). El paradigmático se refiere al paradigma, a
una lista de formas verbales. “En la lengua cotidiana, el proceso de selección de
palabras es simplemente la selección de palabras de una categoría equivalente, es
decir, que los elementos deben tener algo en común” (Renkema, 1999: 117).
Al clasificar los semas asociados a los campos violencia y muerte se encuentra que
hay una sobrelexicalización de la muerte: “pelona”, “más allá”, “magia negra”. Estos
términos están asociados a la isotopía corporal, con una sub isotopía de los sobre
natural. La frases son coloquiales, propias de la comunidad de hablantes, términos
asociados al registro oral. Resulta interesante revisar la postura de Van Dijk (1993:
114), quien sugiere que en el discurso periodístico no deben emplearse las expresiones
coloquiales.
tres años de circulación una estructura discursiva sustentada en metáforas falaces para
dimensionar la muerte como entidad risible.
Otro de los rasgos del discurso del medio impreso tiene que ver con la reseña de
asesinatos de manera positiva. Obsérvese el siguiente cuadro:
La fotografía anterior acompaña una amplia reseña del medio impreso sobre el
asesinato de un hombre indígena. Para reforzar la información -dispuesta en dos
páginas completas- se le proporciona al lector información fotográfica que ahonde sobre
los detalles del hecho. En la imagen de la izquierda, el medio consideró importante
resaltar cómo los familiares recolectan la sangre del cadáver después de un asesinato.
“La echaron en un envase para hacer el ritual”, termina la leyenda fotográfica. En la
imagen de la derecha, en la parte superior, se exhibe otro dato: el cadáver envuelto en
una manta roja “en señal de venganza”, relata la nota periodística.
La repetición de este tipo de imágenes, que forma una isotopía del detalle
fotográfico, fomenta en el lector una intromisión en el espacio privado del sujeto
28
Tronera significa hueco en el lenguaje coloquial zuliano.
mediante una doble estrategia discursiva: la organización del mensaje visual hecho por
el producto cultural impreso y la promoción de una representación visual que provoque
una adulteración del morbo del lector. “Detiene la mirada, la poraliza y de alguna
manera la aparta de la realidad, del contexto, del referente social” (Imbert, 2003: 114).
Capítulo V.
La interpelación mediática de la
violencia y la muerte
El crimen nos inspira una especie de terror ancestral, nos fascina y nos paraliza al mismo
tiempo. La sangre, ese líquido que aún posee vida y se va coagulando, se va oscureciendo y
convirtiéndose en materia, es nuestra propia sustancia derramada. No somos más que
probablemente eso, aunque somos también y sobre todo aquello que desafía el razonamiento y
la explicación. La sangre atrae y retiene la mirada. ¿Cómo es posible? ¿Cómo impedir algo tan
espantoso? La sangre, por decirlo así, necesita ser meditada. Porque el miedo, que forma parte
de nuestra naturaleza, es, al mismo tiempo, un estado antinatural
Boileau Narcejac, La novela policiaca
Uno de los aspectos del análisis morfológico del medio impreso se refiere al índice
de peso informativo, definido por Méndez (2007) como una medida compuesta a partir
de la evaluación de tres variables: ubicación del tema en el ejemplar, ubicación en la
página y la valoración.
20,93
20
17,62 17,29
15 13,7
9,95
10 9,18
5,27
5
3,46
2,25
0
Sucesos Comunidad Sexo Farándula Juegos de Esoterismo Deportes Columnas de Publicidad
azar opinión
Estos resultados, en una primera lectura, demuestran que las secciones que mayor
esfuerzo editorial tienen dentro de Mi Diario son las relacionadas con noticias sobre
eventos deportivos, sucesos y problemas de las comunidades. En apariencia, la
sección que ocupa mayor porcentaje de espacio es la de deportes. Sin embargo, al
tomar en consideración otros aspectos en la valoración del espacio para cada sección,
se evaluó también la proyección de cada sección en la primera página del medio
impreso. Méndez (2007: 102) explica que la medición del espacio no abarca
únicamente el caso de la noticia en su respectiva página, sino que en el caso de que
una noticia tenga llamada en primera página, se medirá cada parte como un caso
separado, esto es, el llamado y la noticia en sí se considerarán como casos separados.
La medición abarcó, entonces, también la valoración del espacio que se dedica a cada
sección en la primera página del medio impreso.
Sexo/Exhibiscionismo 7,14
Espectáculos 7,14
Sucesos 53,57
0 10 20 30 40 50 60
La mayor parte de las noticias reseñadas en la primera página de este tabloide está
dedicada a la proyección de los sucesos (53,57%). Estos resultados permiten
establecer que para el consejo editorial de Mi Diario el contenido más importante y el
que debe tener el primer contacto con el lector es el referido a las notas y reseñas
relacionadas con los sucesos, violencia y muerte.
Imagen 7. 53,57% de las portadas de este medio impreso se dedican a la reseña de sucesos
sangrientos
Por otra parte, se evidencia que se destina espacio para las denuncias comunales,
que son recurrentes en las primeras planas de Mi Diario: se refieren a la carencia de
servicios públicos de alguna comunidad del Zulia, ayudas y peticiones a entes públicos
Otro de los espacios que resaltan tiene que ver con las autopromociones del medio
(14,28%). En ellas, sobresalen concursos a beneficio de los lectores, tales como rifas
de electrodomésticos, automóviles y dinero, hasta la invitación a las jovencitas zulianas
para participar como modelos en la sección Bomboncitos, espacio en las que aparecen
semidesnudas y se venden sus fotografías a través de mensajes de texto por teléfonos
celulares. La proyección de la autopromoción del producto cultural impreso abarca
también juegos de lotería y rifas colectivas. Hay una fuerte influencia en el
reforzamiento de las necesidades colectivas y su solución a través de propuestas
facilistas, mágicas, rápidas, que refuercen la condición de explotación del cuerpo, la
condición de ama de casa o de ciudadano necesitado, cuyos problemas se pueden
resolver con un golpe de suerte. Ocupa también un importante espacio para los
espectáculos y para el sexo (ambos con 7,14%).
como se explicó anteriormente. Las páginas pares, aunque no tienen tanto peso desde
el punto de vista del diseño, también representan un espacio importante.
Ubicación en la página
Interna impar 40
Primera página 15
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45
Esta cifra indica que casi la mitad del contenido sobre violencia se inserta en este
tipo de páginas. Seguidamente, en un porcentaje similar (40%) se encuentran las
páginas impares, que sirven para proyectar más apreciablemente el contenido violento
de Mi Diario. Las cifras anteriores indican que más de 80% de las noticias sobre
sucesos se ubican en estos dos tipos de páginas.
He aquí una de las estrategias comunicativas del medio: acercar, aproximar los
sucesos al lector mediante el aprovechamiento de los criterios morfológicos del
producto cultural impreso.
Estos resultados constatan las claves de organización del contenido del medio
impreso para acentuar los aspectos esenciales de claves de apreciación de la realidad:
para Mi Diario es trascendente posicionar la violencia y la muerte como temática que
debe ser de principal interés para los ciudadanos.
60
60
50
40
30
20
17,5 17,5
10
2,5 2,5
0
Media Media Roba Páginas
Página entera
pág.horizont pág.horizont pág.inferior enfrentadas
Ubicación en la página 17,5 17,5 60 2,5 2,5
Mi Diario se caracteriza, así lo constatan los resultados cuantitativos del estudio, por
ser una plataforma de hiperrealidad mediática que exacerba la violencia y el crimen: es
su principal intención de comunicación.
Nótese cómo la mayor parte de las noticias de sucesos (60%) se ubican en páginas
enteras para la reseña de este tipo de contenidos.
Las medias páginas horizontal superior e inferior obtuvieron cifras similares (17,5%),
páginas enfrentadas, 2,5% y en menor proporción la robapágina inferior obtuvo el
restante 2,5%.
Méndez (2007) define objeto del mensaje como la persona o el tema del que se
habla en el texto periodístico. Una vez demostrado que la violencia y la muerte ocupan
la temática central en Mi Diario, se consideró pertinente el análisis del tratamiento del
tema en sus páginas.
Han sido estos temas los que principalmente afectan a los venezolanos, según los
reportes criminalísticos hechos por las autoridades29. Diariamente y durante los tres
años de circulación de este producto cultural impreso, sus páginas se han encargado
de explotar y trasmitir una representación de la violencia y la muerte apoyada en estos
cuatros temas. Los tópicos anteriores ocupan una posición privilegiada en la
representación de la violencia hecha por el medio.
29
Se sugiere la revisión de las cifras anuales sobre violencia del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y
Criminalísticas (CICPC) y del Ministerio de Interior y de Justicia.
40 37,5
35 32,5
30
25
20
15 12,5
10
10
5
5 2,5
0
Fuentes Familiares de Autoridades Vecinos Testigos Testigos sin
policiales las víctimas sanitarias identificados identificar
Las fuentes consultadas son los familiares de las víctimas (37,5%); en segundo
lugar, aparecen las fuentes policiales (32,5%). En menor proporción, destacan en Mi
Diario las consultas a testigos identificados (12,5%) y los testigos no identificados
(10%). Las alternativas como vecinos y autoridades sanitarias obtuvieron porcentajes
de 5% y 2,5% respectivamente. Ahora bien, si se suman los resultados de las variables
Familiares de las víctimas, vecinos, testigos identificados y testigos sin identificar la cifra
asciende a 67,5%.
Esta rutinización del delito funciona bajo parámetros de la cantidad: entre más
sucesos y más sangrientos se publiquen, mayor garantía de éxito mercantil se adjudica
el producto cultural impreso. En la lógica de la cantidad, funciona la mera reseña. Es
más fácil para un reportero llegar a la escena del crimen (usando el argot policial) y
consultar a la primera fuente que se presuma esté involucrada en el delito.
Morfológicamente, este medio impreso dedica sus recursos de espacio y diseño para
acercar la violencia al espectador. Esta técnica se refuerza con una solicitación de la
mirada del lector a través de una representación de la violencia a partir de una
hipertrofia representativa, la puesta en escena en el medio de unos símbolos de
representación de la muerte como espacio de interlocución.
La noticia sobre este suceso aparece como categoría difusa que invade el espacio
comunicativo y emerge, tal como se muestra en la imagen 8, en fotonoticia y fascina
porque es portador de sentido más allá del contexto de producción del acontecimiento.
Es una especie de exaltación de los cuerpos del terror.
El crimen y la sensibilidad forman los dos elementos de esa relatoría cotidiana que
habita en el gusto popular para reconocerse en sus propias miserias y así hacer
digerible el suceso sangriento.
Se observa una transfiguración del ser como una entidad en la que nada debe
quedar oculto, todo más bien develado. Esta táctica del medio representa una
alteración de las formas de la subjetividad para la tarea de consumación de patrones de
apropiación desaforados y promover un consumo distorsionado por lo ajeno-íntimo-
privado. Los autores consultados en esta investigación coinciden en que el caos actual
tiene su origen en esa dislocación que ha provocado el discurso de los medios por la
fascinación de lo íntimo.
La tentación de la óptica mediática, un ver por ver que degenera en una mirada
perversa, anula todo referente e impulsa una pérdida del contenido: una mirada invisible
que puede incurrir en una representación de lo invisible.
Se evidencia una tendencia por explorar y explotar los límites del ver para fomentar
una contemplación de la violencia en su estado más desaforado. La peligrosidad de
esta práctica mediática estriba en el hecho de que puede producirse una confusión
representación-realidad que deviene como consecuencia una insensibilización ante la
violencia real. La hipervisibilización de la violencia representada trae consigo la
anulación de la violencia como hecho real y sensible.
“El amor lo mató”, explica el título de la noticia para revelar los estragos de las
pasiones en los seres humanos. Evidentemente, se está en presencia de un contenido
absolutamente lúdico. La fotografía en un plano cerrado del rostro del cadáver se
convierte en la primera forma audiovisual capaz de convertir la tragedia y la sangre en
goce.
6. El goce de la muerte
Este producto cultural impreso casi lamenta el hecho de que no se haya cambiado
quirúrgicamente el sexo, porque de lo contrario estaría vivo. “Había nacido para ser
mujer”, remata en un intento por adoptar una postura ante la desgracia de la víctima.
Este sujeto tiene en común una evasión del tiempo, pérdida de noción de los límites
y la desaparición o declive de las identidades. En este contexto de incertidumbre social,
Mi Diario ha hecho desaparecer la violencia como categoría informativa para convertirla
en contenido lúdico, en espectáculo: “Aparece como metacategoría social con un
peculiar código que cae en el sensacionalismo: visibilización excesiva de la realidad y
dramatización del relato, exacerbación narrativa y descriptiva” (Imbert, 2004: 90).
7. La exacerbación de la sangre
Como diría Balandier (1994), el acontecimiento procesado por los medios de masas
se convierte en la matriz en la que se labran los mitos del presente y la escena efímera
en que el drama representado deviene en portador de una lección. En el caso del
ejemplo de la imagen 15, la lección metaforiza que cuando alguien muere mientras
ingiere licor, el acontecimiento se convierte en festín, fiesta, en celebración: “Alfredo
García salió de su residencia […] a beber licor en casa de unos amigos, cuando quería
pasar una gandola, se encontró con una camioneta de frente”.
La construcción de la violencia y la muerte en este medio juega con las fibras más
sensibles de la cultura, de allí que sus construcciones discursivas apunten a la
elaboración de significaciones sociales básicas de sumisión, poder, pornografía, sobre
lo prohibido y la festividad.
Cuando Imbert (2004) habla de una pérdida del valor de la violencia, hay que
considerar dos aspectos: lo real (violencia cotidiana) y lo simbólico-imaginario (valores
El imaginario del bien y el mal se refuerzan en las noticias sobre violencia a través de
técnicas discursivas que evocan un hiperrealismo ficcional como método de
intervención de la muerte como hecho trascendente, capaz de relacionar mitología
(Lucifer) con realidad (tentación).
Se consagra, pues, un universo mitológico que traduce una inaceptabilidad del hecho
natural (morir) y se le asigna un grado de culpabilidad a un ente alegórico-teológico
como el demonio: murió por culpa de Lucifer.
Imbert (2004) refuerza esta idea cuando explica que se producen la conciliación de
los contrarios: la vida con la muerte, la ciencia, el satanismo, el más allá con las
impresiones, las sensaciones, pulsiones y crea un universo en el que “los corazones no
palpitan, sino las vísceras, cuando no es la palpitación de la muerte” (ídem: 132).
Nótese como en esta ilustración se aprecia fácilmente este planteamiento:
Se observa una escenificación del peligro, que funciona como modalidad edulcorada
de la muerte, que no es natural, sin embargo se convierte en acto social. Así, la
tragedia se vuelve aséptica y pierde su carácter humano.
“Misterio ronda la muerte de una mujer que se había hecho las lolas30”, expresa el
subtítulo de la noticia de la imagen 21. En este ejemplo, se resalta una pérdida de
cualidad, porque la muerte y la violencia pueden convertirse en entretenimiento: el
espectáculo, expone Debord (1967: 54), como la sociedad moderna, está a la vez unido
y dividido y edifica su unidad sobre el desgarramiento.
30
En el lenguaje coloquial del Zulia, Lolas es un término peyorativo que se refiere a los senos de una mujer.
31
Repotenciá es la contracción idiomática de repotenciado, términos coloquiales que se aproximan en significado a
la palabra remodelar. Semánticamente tiene la connotación quedar como nuevo.
En la imagen 24, la reseña de un hombre asesinado que según este medio andaba
en “malos pasos”, adquiere una dimensión positiva porque se revela como huella de
una carencia, es decir, para Mi Diario es importante proyectar la idea de que quien
practique algún delito o crimen tendrá en la muerte su último escalafón de vida, se
construye como hecho predecible y se refuerza en la imaginería social.
Entró en shock, casi muere del dolor. `Yo te dije que no te juntaras con esos
muchachos y no me hiciste caso´, gritaba la mujer”. Esta disposición del contenido
pretende impulsar una relación de contemplación en la que se sobrevalora el deseo
de ver. Inmediatamente, se da una relación de acercamiento que incluye la intimidad
en beneficio de una proyección masiva del suceso.
Se nota cómo la mujer, echada en el piso sobre el cadáver, está en una posición de
pose hacia la cámara. Evidentemente, la reiteración se detecta en el placer, en el
disfrute de lo ya conocido, en la redundancia de ofrecer siempre lo mismo (las dos
secuencias pertenecen a ediciones distintas de casi tres meses de diferencia) pero con
leves modificaciones en las versiones.
“El espectador admite que no es real pero se parece tanto a la realidad que resulta
creíble y puede sustituir a su modelo” (Imbert, 2004: 28). Hasta este punto de la
investigación, se establece una relación paradójica con la realidad: a la vez
espectacular y especular. Especular porque es una realidad enraizada en la
cotidianidad, en lo vivencial, que actúa como espejo; espectacular porque está dotada
de teatralidad, inherente al código mediático, vinculado a un contrato comunicativo que
propicia el espectáculo de la sangre.
La ficción de los medios ofrece, tal como expresa Ímbert (2004), una trascripción
simbólica de nuestras vidas: retoma los elementos típicos y los reorganiza con la forma
de la historia, enfoca los elementos esenciales y pone en evidencia los nexos que los
mantienen juntos.
La anulación del miedo, por vía de la hiperrealidad, se hace a nivel figurativo por
medio de la construcción de un régimen de visibilidad que saturar el espacio de la
representación y el nivel comunicativo con sus nuevos ritos y mitos: la hipertrofia del ver
modifica la relación con el espectador, lo acerca a una realidad representada de modo
paradójico. Se pierde el miedo a la violencia y a la muerte: asesinan a alguien porque,
tal como dice el título de la imagen 28, es “pedido por la muerte”.
Duvignaud resalta las posturas en que aparecen los cuerpos para encontrar la
constatación de la violencia sexual, la reducción de la víctima no sólo al signo, sino a la
horrible metáfora visual. Mi Diario celebra la vista del cuerpo exánime, de un cuerpo
dócil que no puede resistir más, un cuerpo yaciente, fétido en su propia desgracia: “El
impacto visual de nuestra propia desesperanza nos pone cara a cara con las peores
fantasías de nuestro miedo” (1987: 151).
Sin duda, se está en presencia de una amenaza al orden simbólico y a todo orden,
porque, en último término, al cuerpo que se le observa vestido con varios ropajes de
ideas, sombríos o multicolores, en la destrucción de sí, en la corrupción de su carne; es
el signo de la ausencia de significado, diría Navarro (2002). El cuerpo carece de toda
valoración ontológica. “Enrojece de pudor, palidece de angustia, se contrae en las
convulsiones de la muerte” (Ídem: 185).
Así, se produce la abyección como técnica de soporte del espectáculo y el goce. Los
cadáveres mutilados que aparecen en Mi Diario, en la que además se muestran
detalles de sus vísceras, sirve de instancia de grandeza de lo amoral. Se coincide con
Kristeva (2004) cuando al hablar de abyección establece unos patrones de
identificación: lo que perturba un sistema, una realidad, un orden, que no respeta
límites, lugares, reglas. Fíjese la leyenda fotográfica de la imagen de la izquierda en la
imagen 30: “La masa encefálica quedó esparcida alrededor de la víctima. Había una
concha de bala”.
32
Término coloquial que se refiere a impactos de bala.
La muerte no es sólo física, sino también simbólica. Al ser simbólica, tiene sus raíces
sociales y se inscribe dentro de una dialéctica de pulsiones contradictorias. “Es difícil
hablar de violencia sin remitir el objeto a una tensión entre orden y desorden porque
esta tensión es constitutiva de toda la vida social” (Ídem, 19).
Se adopta la definición del mal desde la óptica de Baudrillard (1991), quien lo define
como una aberración de las fuerzas destructivas del sistema social, aberración de las
pulsiones inconscientes, aberración del arte.
Las imágenes Mi Diario sirven para exorcizar el mal a través del espectáculo y
provocar una metástasis del valor, de la liberación de la anomia.
En el análisis de este medio impreso, se observa que hay una práctica pornográfica y
obscena simultáneamente, que altera los signos para provocar lo que Baudrillard
(1991: 3) cataloga como una “potencialización fantástica donde se interpretan la
propia pérdida”. Así, pues, la pornografía del horror puede conceptualizarse como la
excitación de la muerte en la [des] clasificación del valor-signo que el objeto tiene en
la cultura y el resultado es la antirrepresentación para volcar lo sórdido como primer
elemento de las pulsiones secretas más primitivas y vulgares de lo humano y
catalizador de un proceso de naturalización del goce por el mal, por la violencia, por
la muerte.
No hay lugar para la simbolización. Se nota cómo el hecho de que Mi Diario emplee
amplias y predominantes fotografías en su contenido para representar la violencia y la
muerte sirve de sostén a la cámara para volverla instrumento de muerte: se mata a los
actores, los desaloja de la representación.
En este punto del análisis, se comprueba que Mi Diario inspira una verdadera pulsión
de muerte, una conducta que va más allá de la simple puesta en escena voyerista de la
muerte. Los anteriores ejemplos ilustran unas prácticas que expresan unas simbologías
para privilegiar el primitivismo de gozar con la muerte violenta.
33
El psicoanálisis define pulsión escópica como un impulso psíquico característico de los sujetos, en el que influye
la experiencia y se asocia a instintos no racionales. Jurado (s/f) explica que pulsión designa al impulso provocado
ante una excitación y una tensión corporal, tensión que tiende hacia diversos objetos y que si accede a ellos sólo se
descarga momentáneamente; la pulsión -a diferencia del instinto- nunca queda satisfecha completamente. Velázquez
(2005) agrega que ésa es una particularidad de la pulsión, y significa la necesidad de ver y es la proyección del deseo
del espectador. “Está asociado al goce de la mirada, que fortalece la necesidad de ver. De igual forma que los
movimientos de la pulsión general, la escópica tiene un fin: ver el sistema visual y un objeto causa de deseo” (Ídem,
59).
“De ahí su vuelta permanente como objeto reprimido” (Ídem: 120), pues de tanto
representar al objeto, se pierde consciencia del hecho, que infunde respeto, que es
sagrado, que se sustenta en una ética del convivir. Esta subversión mediática expresa
un abierto desprecio por la muerte como entidad de valor social y evidencia una
represión ante los vínculos sociales que se establecen con ese estado material del
hombre.
Esta constatación tiene como fin procurar una indiferencia ante lo ímprobo y
convertirlo en objeto de fascinación. Al final, se trata de consumir una representación de
la violencia lo más parecido a un primitivismo de la sangre, de la carne humana en su
evidencia más desgarradora.
Conclusiones:
Hacia un aporte a la teoría del
pseudoperiodismo
Mi Diario funge como intermediario entre las relaciones que establecen los usuarios y
los modos en que la violencia y la muerte se presentan para ser apreciadas y
consideradas. La visibilidad de la violencia en su estado puro se convierte en código, en
paradigma social. Se demostró que el discurso de sucesos se convierte en el principal
catalizador del proceso de reversión y adulteración de la violencia para insertarla en
una lógica discursiva de la desaparición, que confirma la ausencia del otro, la soledad
del individuo y la anulación del miedo.
Una de las principales amenazas de la sociedad zuliana es que la mayor parte de los
lectores de este contenido de violencia adulterada en su representación mediática son
los jóvenes. Este estudio demostró que los destinatarios de Mi Diario son heterogéneos:
pertenece a todos los estratos sociales, a todos los niveles educativos y lo leen tanto
hombres como mujeres, jóvenes y adultos, pero además es el segundo medio más
leído del Zulia. El imaginario social de violencia y muerte se alimenta de este tipo de
contenido, por lo que esta sociedad corre un riesgo alto con esa distorsión de la
violencia.
Tal como se evidenció, la mayor parte de lectores tiene entre 17 y 35 años de edad.
Según los índices de homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y
Criminalísticas (CICPC), los jóvenes con esas edades forman el grupo más amplio de
homicidios en Venezuela. Esto expresa que la juventud zuliana se está formando con
estas prácticas comunicativas de fascinación de la violencia y, por ende, su noción de
realidad se alterará. ¿Cuáles significados de la violencia y la muerte se están gestando
en el imaginario de los jóvenes? “Lo que significa la violencia […], cómo se reacciona
ante ella, en qué casos y cómo debe emplearse y cuáles son sus consecuencias son
cuestiones que niños y jóvenes aprenden de los medios de comunicación” (López y
López, 2001: 177). Ya se han explicado las causas del tipo de representación de
violencia hecha por Mi Diario. Hace falta constatar las consecuencias.
Se alerta sobre los riesgos que implica el hecho de que la juventud crezca con este
tipo de representación, pues en su etapa adulta tendrán absolutamente distorsionada
su noción sobre la intimidad, el dolor, la muerte, la violencia: pérdida de la idea de los
límites, insensibilidad ante lo íntimo, desaparición o declive de las identidades,
contemplación al espectáculo de la sangre…
La violencia como hecho social adquiere muchas manifestaciones, que más allá de
su tratamiento mediático novedoso y actual, traducen un malestar hacia el sistema de
regulación social convencional.
Diario es el segundo medio impreso más leído de una de las regiones más pobladas e
importantes de Venezuela, no debe olvidarse esta realidad.
López y López (2001: 176) explican que el sentido de las palabras tiene que ver con
el uso público que se haga de ellas, en el juego del lenguaje que los forma. “El
significado lo encontraremos en el uso cultural del lenguaje”. Así, pues, violencia y
muerte -con sus conceptos asociados- poseen un sentido relativo a la realidad cultural
en la que se use: “Su campo semántico está en evolución como la cultura está en
evolución” (Ídem). Argumentan los autores que el significado de las palabras y sus
matizaciones en el discurso dependen de la configuración social en la que aparezca.
Por eso, es prioritario indagar en qué medida la práctica discursiva de Mi Diario está
instaurando en el Zulia un nuevo imaginario verbal de violencia y muerte, en el que
expresiones simples y cotidianas se adoptan para [re] asignarles nuevos signos y
sentidos.
López Mañero (1997) explica que el dolor y el amor son dos experiencias centrales
en la vida de todo hombre. Por eso, debido al interés vital que despiertan, son
Hacer falta recurrir a la premisa de López y López (2001) cuando reflexionan sobre la
miseria de la prensa escrita, de sus intereses, de sus rencillas, de su falta de
independencia y le asigna una parte de culpa a quien también compra el periódico.
Por ello, las salas de redacción de los medios deben preocuparse por la formación
de la competencia comunicativa de los periodistas34. La redacción de las noticias de
sucesos requiere una preparación especial y el desarrollo de destrezas discursivas
concretas que se enfoquen en tres direcciones: 1) no aprovecharse de las
circunstancias de superioridad del informador con respecto a la indefensión del doliente,
ni de su inexperiencia con los medios; 2) un profundo respeto hacia quienes, ya sea de
forma voluntaria, ya como iniciativa del periodista, intervienen en el mensaje
informativo; 3) Profundo respeto a su voluntad de participar o no en una información,
siempre, claro está, que sea necesario y posible solicitarla (López Mañero, 1997).
Autores como Macassi (2002) y Vélez (1998) creen que la crónica roja es éticamente
un espacio social más fuerte que la gran prensa, elitista y desarticulada de los dramas
de la vida cotidiana. Estos autores asumen una postura de contemplación hacia la
crónica roja y señalan que ha sido ignorada en las escuelas de periodismo, criticada en
los altares de la academia y menospreciada en los estudios de géneros de
comunicación. “La crónica roja defiende -desde la ética, la estética y la semiología- sus
posibilidades como espacio en el que los pueblos se leen, leyéndose se reconocen y
reconociéndose se transforman” Vélez y otros (1998: 2).
Los autores defienden los lazos que la validan como instrumento social, como
concurrencia de valores que la acercan a los principios primigenios de la prensa,
concebida como una posibilidad de encuentro en el que los pueblos se descubren y re-
conocen. Abogan por el aprovechamiento de los mecanismos y espacios de la crónica
roja, y de sus modos de contar, para buscar la posibilidad de construir nuevas ofertas
informativas y productos periodísticos, que se vinculen a un panorama no sólo
34
Se insiste en la revisión de Fernández (2007) sobre el estudio de las competencias comunicativas de los periodistas
venezolanos.
Se cree que los autores dejan en evidencia una confusión en sus propuestas:
probablemente buscan aprovechar sus herramientas para contar algún hecho de su
realidad inmediata y crear una sensación de acercamiento informal con los lectores, tal
como ocurre en la crónica roja. Si se trata de eso, se recomienda el trabajo de Rincón
(2006) sobre cómo se cuenta la sociedad del entretenimiento y así aprovechar las
nuevas modalidades narrativas del discurso informativo en la actualidad, para hacer
germinar nuevas formas de consenso y democratización de la comunicación.
Estas tareas pendientes pueden asumirse en una línea de investigación que combine
Sociología de la Comunicación, Semiótica y discurso informativo, pues todo apunta a
que el fenómeno de la violencia debe analizarse también desde la óptica de la
comunicación social, porque los medios (aparatos de la representación) son los
principales agentes de transformación de la representación de la realidad, como ya lo
advertía Weber en 1910.
Este nuevo pacto comunicativo permite sellar un consenso formal que sometió al
periodismo a las lógicas de la sociedad del entretenimiento mediático. Se trata de
privilegiar la forma y no los contenidos. Gracias al acoplamiento de los códigos de la
antirrepresentación con el periodismo, se unifica el signo de lo excesivo y permite
reconciliar la adulteración, la cotidianidad y la naturalización de la hipervisibilización.
No hay ideología aparente, pero sí una puesta en escena del deseo anónimo. Las
figuras de representación del periodismo que se han analizado no se caracterizan por
poseer una ideología o sistema de creencias, pero ciertamente hay una visión del
mundo y de la violencia absolutamente desintegrada del universo simbólico que legitima
una lógica del mercantilismo de la violencia. El discurso de Mi Diario tiende a vaciar de
significación el universo de la ideología y sistema de valores y todo es reducido a
espectáculo, valor de cambio visual. Es la evidencia, la mecánica del orden adulterado
social.
3. ¿Esto es periodismo?
Mi Diario no muestra ni apela al periodismo como plataforma de comunicación
humana ni como servicio al bien común. Se trata de una contraposición a la conciencia,
a la libertad y se incumple el principio de la beneficencia (crear convivencia, desarrollo y
paz ciudadana), elementos básicos de la axiología periodística.
Repite los aspectos desarticuladores, desalentadores, negativos de la condición
humana, para se privilegiar la violencia, el conflicto y la polémica. Se circunscribe a lo
reiterativo, a lo acumulativo e impulsa la trivialización puntual e insignificante de un
contenido que no se acerca a la categoría de lo informativo, porque lo difumina, se
transfigura para convertirla en espectáculo de la violencia. Sobrecarga el discurso de
datos sin relación con nada significativo y no valora los hechos asociados a la violencia
con la complejidad que exige el problema en una sociedad convulsionada como la
venezolana.
35
Los redactores y fotógrafos de Mi Diario son “profesionales” titulados en Comunicación Social.
Habría que profundizar en esos aspectos para la construcción de esta teoría, pero
agregarle, además, otros elementos estudiados en este trabajo: el disimulo o aparente
supresión de la ideología, la excitación en la adulteración del significado, los
imaginarios que proponen para la construcción o destrucción de la sociedad futura y el
posicionamiento de la cultura de la polémica. Este trabajo también se propone como
un avance hacia un modelo de análisis para los contenidos pesudoperiodísticos en la
prensa.
Falta esperar cuál será el rol de las escuelas de comunicación social sobre el
fenómeno. Hasta el momento ninguna de las cuatro escuelas de comunicación social
del Zulia se ha pronunciado, inverosímil y sorpresivamente, frente a este problema.
Como instituciones encargadas de promover la construcción de la ciudadanía a partir
de la comunicación, deberían unirse como bloque unitario para enfrentar el poderío de
un consorcio mediático que se ha mostrado desafiante y dispuesto a adulterar nuestras
nociones de lo social, cultural y ético. Es, además de preocupante, sospechoso que
luego de tres años de circulación de Mi Diario ninguna de estas escuelas haya
procurado un debate público serio sobre la peligrosidad de esta publicación para la
sociedad zuliana. Tampoco el Colegio Nacional de Periodistas ha dicho nada en contra,
una postura que crea suspicacia y raya en la complicidad con este periodismo de la
antirrepresentación. El reto sigue vigente. Hace falta asumir esta responsabilidad con el
futuro de la convivencia a partir de un ejercicio de verdadera comunicación, que desde
hace algún tiempo reclama una sociedad agotada de tanta polarización y carente de
espacios de entendimiento.
5. Escuchar la incertidumbre
Estamos ante una lógica sacrificial, que se enraíza en mecanismos primitivos: una
lógica de inmolación de los objetos, como un intento de hacerlos desaparecer, de
expulsarlos de la conciencia. Pero esta eliminación procede al hacerlos más visibles y
en ese recorrido de lo invisible a lo visible, del secreto a la obscenidad, el discurso
informativo es estratégico: más allá del espectáculo está lo hipervisible.
Justo allí, en ese ejercicio, rebullirá el apelativo al libre albedrío y surgirá el forcejeo
mediático, mercantil y político (ése que hay detrás de todo consorcio mediático y propio
de su discurso narcisista) con los actores sociales. Se entraría en la dualidad de cuál
decisión tomar: si seguir o no con Mi Diario, si pasar o no las barreras del polémico
concepto de la libertad de expresión y su alcance constitucional.
¿Las instituciones sociales se atreverán? Lo otro será recurrir al olvido como forma
desesperada de declinar. Pero lo cierto es que Mi Diario, como faro del periodismo del
pseudoperiodismo o la antirrepresentación, tendrá unos alcances culturales
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Anexos
Año Día/mes
02 de febrero
12 de febrero
13 de marzo
15 de marzo
18 de marzo
20 de marzo
28 de abril
18 de junio
13 de julio
05 de septiembre
10 de octubre
06 de noviembre
2007 16 de diciembre
30 de diciembre
11 de marzo
10 de abril
02 de mayo
09 de mayo
27 de mayo
02 de junio
2008 09 de junio
17 de junio
16 de julio
17 de julio
09 de agosto
17 de agosto
30 de agosto
01 de septiembre
07 de septiembre
08 de octubre
29 de noviembre
Enero: 25 ejemplares (salvo las fechas 1,2,10, 20, 23,23, 24)
Febrero: 25 ejemplares (salvo las fechas 15, 24, 25, 26, 28)
Marzo: 26 ejemplares (salvo las fechas 5, 9, 13, 25, 26, 27)
Abril: 21 ejemplares (salvo las fechas 8, 9, 10, 16, 18, 19, 20,21 23)
Mayo: 14 ejemplares (mencionados a continuación: 2,4,6, 8, 9, 13, 14, 15, 16, 17, 20, 21, 24, 31)
2009 Junio: 4 ejemplares (15, 24, 27, 28)
Julio: 5 ejemplares (4, 5, 6, 14, 15)
Agosto: 5 ejemplares (17, 18, 27, 30, 31)
Septiembre: 3 ejemplares (17, 18, 27)
Octubre: 2 ejemplares (4,18)
Noviembre: 3 ejemplares (6, 16, 18)
Diciembre: 2 ejemplares (28, 29)
36
Obtenida a partir de la técnica estadística del muestreo aleatorio Méndez (2008) de los años 2007 y 2008. Los
ejemplares del año 2009 se recopilaron los ejemplares casi diarios durante los primeros cinco meses del año.