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BATERIA DE LECTURA DIARIA

(MATEMÁTICA 1° MEDIO)(DESDE 7° A 4° MEDIO)

TEXTO 1:
CALCULO ULTRARRÁPIDO
La capacidad para efectuar rápidamente operaciones aritméticas mentales parece tener sólo una
moderada correlación con la inteligencia general y menor aún con la intuición y creatividad matemáticas.
Algunos de los matemáticos más sobresalientes han tenido dificultades al operar, y muchos «calculistas
ultrarrápidos» profesionales (aunque no los mejores) han sido torpes en todas las demás capacidades
mentales. Sin embargo, algunos grandes matemáticos han sido también diestros calculistas mentales. Carl
Friedrich Gauss por ejemplo, podía llevar a cabo prodigiosas hazañas matemáticas en la mente.
Le gustaba hacer alarde de que aprendió antes a calcular que a hablar. Se cuenta que en cierta ocasión su
padre, de oficio albañil, estaba confeccionando la nómina general de sus empleados, cuando Friedrich, que
entonces tenía 3 años, le interrumpió diciéndole: «Papá, la cuenta está mal…». Al volver a sumar la larga
lista de números se comprobó que la suma correcta era la indicada por el niño.
Nadie le había enseñado nada de aritmética. John von Neumann era un genio matemático que también
estuvo dotado de este poder peculiar de computar sin usar lápiz ni papel. Robert Jungk habla en su
libro Brighter than a Thousand Suns acerca de una reunión celebrada en Los Álamos, durante la Segunda
Guerra Mundial, en la que von Neumann, Enrico Fermi, Edward Teller y Richard Feynman lanzaban
continuamente ideas. Siempre que había que efectuar un cálculo matemático, Fermi, Feynman y von
Neumann se ponían en acción. Fermi empleaba una regla de cálculo, Feynman una calculadora de mesa, y
von Neumann su cabeza. «La cabeza», escribe Jungk (citando a otro físico), «terminaba normalmente la
primera, y es notable lo próximas que estaban siempre las tres soluciones».
La capacidad para el cálculo mental de Gauss, von Neumann y otros leones matemáticos como Leonhard
Euler y John Wallis puede parecer milagrosa; palidece, sin embargo, ante las hazañas de los calculistas
profesionales, una curiosa raza de acróbatas mentales que floreció a lo largo del siglo XIX en Inglaterra,
Europa y América. Muchos comenzaron su carrera de niños. Aunque algunos escribieron acerca de sus
métodos y fueron examinados por psicólogos, probablemente ocultaron la mayoría de sus secretos, o
quizás ni ellos mismos entendían del todo como hacían lo que hacían. Zerah Colburn, nacido en Cabot, Vt.,
en 1804, fue el primero de los calculistas profesionales. Tenía seis dedos en cada mano y en cada pie, al
igual que su padre, su bisabuela y al menos uno de sus hermanos. (Se le amputaron los dedos de sobra
cuando tenía alrededor de 10 años.
Nos preguntamos si acaso fue eso lo que le alentó en sus primeros esfuerzos por contar y calcular.) El niño
aprendió la tabla de multiplicar hasta el 100 antes de que pudiese leer o escribir. Su padre, un pobre
granjero, se dio cuenta rápidamente de sus posibilidades comerciales, y cuando el rapaz tenía solamente
seis años le llevó de gira por primera vez. Sus actuaciones en Inglaterra, cuando tenía ocho años, están bien
documentadas. Podía multiplicar cualesquiera números de cuatro dígitos casi instantáneamente, pero
dudaba un momento ante los de cinco. Cuando se le pedía multiplicar 21.734 por 543. decía
inmediatamente 11.801.562. Al preguntarle cómo lo había hecho, explicó que 543 es igual a 181 veces 3. Y
como era más fácil multiplicar por 181 que por 543, había multiplicado primero 21.734 por 3 y luego el
resultado por 181. Washington Irving y otros admiradores del niño recaudaron dinero suficiente para
enviarlo a la escuela, primero en París y luego en Londres.
No se sabe si sus poderes de cálculo decrecieron con la edad o si perdió el interés por actuar. Lo cierto es
que volvió a América cuando tenía 20 años, ejerciendo luego otros diez como misionero metodista. En 1833
publicó en Springfield, Mass., su pintoresca autobiografía titulada A Memoir of Zerah Colburn: written by
himself. . . with his peculiar methods of calculation. En el momento de su muerte, a los 35 años, enseñaba
lenguas extranjeras en la Universidad de Norwich en Northfield, Vt.
Paralelamente a la carrera profesional de Colburn se desarrolla en Inglaterra la de George Parker Bidder,
nacido en 1806 en Devonshire. Se dice que adquirió la destreza en el cálculo aritmético jugando con
piedrecitas y botones, porque su padre, un picapedrero, sólo le enseñó a contar. Tenía nueve años cuando
se fue de gira con su progenitor. Entre las preguntas que le planteaban los espectadores puede elegirse la
que sigue: si la Luna dista 123.256 millas de la Tierra y el sonido viaja a cuatro millas por minuto ¿cuánto
tiempo tarda éste en hacer el viaje de la Tierra a la Luna (suponiendo que pudiese)? En menos de un minuto
el niño respondía: 21 días, 9 horas y 34 minutos. Cuando se le preguntó (a los 10 años) por la raíz cuadrada
de 119.550.669.121, contestó 345.761 en 30 segundos.
En 1818, cuando Bidder tenía 12 años y Colburn 14, coincidieron en Derbyshire, donde hubo un cotejo.
Colburn da a entender en sus memorias que ganó el concurso, pero los periódicos de Londres concedieron
la palma a su oponente. Los profesores de la Universidad de Edimburgo persuadieron al viejo Bidder para
que les confiase la educación de su hijo. El joven se desenvolvió bien en la universidad y finalmente llegó a
ser uno de los mejores ingenieros de Inglaterra. Los poderes de cálculo de Bidder no decrecieron con la
edad. Poco antes de su muerte, acaecida en 1878, alguien citó delante de él que hay 36.918 ondas de luz
roja por pulgada. Suponiendo que la velocidad de la luz es de 190.000 millas por segundo, ¿cuántas ondas
de luz roja, se preguntaba, llegarán al ojo en un segundo? «No hace falta que lo calcules», dijo Bidder. «El
número de vibraciones es 444.433 .651.200.000».
Tal vez haya sido Alexander Craig Aitken el mejor de los calculistas mentales recientes. Profesor de
matemáticas de la Universidad de Edimburgo, nació en Nueva Zelanda en 1895 y fue coautor de un libro
de texto clásico, The Theory of Canonical Matrices, en 1932. A diferencia de otros calculistas ultrarrápidos,
no comenzó a calcular mentalmente hasta la edad de 13 años, siendo el álgebra, no la aritmética, lo que
despertó su interés. En 1954, casi 100 años después de la histórica conferencia de Bidder, Aitken pronunció
otra en la Sociedad de Ingenieros de Londres sobre el tema «El arte de calcular mentalmente: con
demostraciones».
El texto fue publicado en las Transactions de la Sociedad (Diciembre, 1954), con el fin de conservar otro
testimonio de primera mano de lo que ocurre dentro de la mente de un calculista mental rápido. Un
prerrequisito esencial es la capacidad innata para memorizar números rápidamente. Todos los calculistas
profesionales hacen demostraciones de memoria. Cuando Bidder tenía 10 años, pidió a alguien que le
escribiera un número de cuarenta dígitos y que se lo leyera. Lo repitió de memoria inmediatamente. Al final
de una representación, muchos calculistas eran capaces de repetir exactamente todos los números con los
que habían operado.
Hay trucos mnemotécnicos mediante los que los números pueden transformarse en palabras, que a su vez
pueden memorizarse por otro método, pero tales técnicas son demasiado lentas para emplearlas en un
escenario y no hay duda de que ningún maestro las empleaba. «Nunca he utilizado reglas mnemotécnicas»,
dijo Aitken, «y recelo profundamente de ellas. No hacen más que perturbar con asociaciones ajenas e
irrelevantes una facultad que debe ser pura y límpida».
Aitken mencionó en su conferencia haber leído recientemente que el calculista francés contemporáneo
Maurice Dagbert había sido culpable de una aterradora pérdida de tiempo y energía» por haber
memorizado pi (v.) hasta el decimal 707 (el cálculo había sido hecho por William Shanks en 1873). «Me
divierte pensar», dijo Aitken, «que yo lo había hecho algunos años antes que Dagbert y sin encontrar
ninguna dificultad. Sólo necesité colocar los digitos en filas de cincuenta, dividir cada una de ellos en grupos
de cinco y luego leerlas a un ritmo particular. De no ser tan fácil habría sido una hazaña reprensiblemente
inútil». Veinte años después, cuando los computadores modernos calcularon pi con miles de cifras
decimales, Aitken se enteró de que el pobre Shanks se había equivocado en los 180 últimos dígitos. «De
nuevo me entretuve», continuó Aitken «en aprender el valor correcto hasta el decimal 1000, y tampoco
entonces tuve dificultad alguna, excepto que necesitaba ‘reparar’ la unión donde había ocurrido el error de
Shanks.
El secreto, a mi entender, es relajarse, la completa antítesis de la concentración tal como normalmente se
entiende. El interés es necesario. Una secuencia de números aleatorios, sin significación aritmética o
matemática, me repelería. Si fuera necesario memorizarlos, se podría hacer, pero a contrapelo». Aitken
interrumpió su conferencia en este punto y recitó pi hasta el dígito 250, de un modo claramente rítmico.
Alguien le pidió comenzar en el decimal 301. Cuando había citado cincuenta dígitos se le rogó que saltase
al lugar 551 y dar 150 más.
Lo hizo sin error, comprobándose los números en una tabla de pi.
TEXTO 2:

HISTORIA DEL NÚMERO PI DETERMINACIÓN DE SU VALOR A TRAVÉS DEL TIEMPO

Cualquier esfuerzo práctico por dividir el diámetro de un círculo en su


propia circunferencia solo puede resultar en fracaso.
Tal procedimiento sólo puede ser teórico en su naturaleza, e intentar obtener su valor “racional” solo
conllevará a frustración. La frustración que se retrata a lo largo de la historia en el esfuerzo de la
humanidad por medir lo inconmensurable.

Intentar inscribir una línea recta (el diámetro de un círculo) en otra línea curva (el perímetro del mismo)
es intentar una alteración a la naturaleza, una alteración imposible que siquiera los ordenadores
modernos están en condiciones de realizar.

Ya en la antigüedad, los calculistas advirtieron que todos los círculos conservaban una estrecha
relación entre su perímetro y su radio pero… ¿Puede este vínculo ser considerado como un número
“racional”? Es decir: ¿Puede conocerse con exactitud esta relación, o debemos limitarnos a dar
aproximaciones?.

Sólo desde el siglo XVII la relación se convirtió en un número y fue identificado con el nombre “Pi”
(de periphereia, nombre que los griegos daban al perímetro de un círculo), pero largo fue el camino
hasta aceptar que Pi era un irracional, como infinita es la posibilidad de encontrarle un nuevo decimal.
A lo largo de la historia, la expresión de Pi ha asumido muchas variaciones. Uno de los mas antiguos
textos matemáticos, el papiro de Rhind, (1700 años antes de nuestra era) nos muestra al escriba
Ahmés cotejando la evaluación del área de un círculo inscrito en un cuadrado.
La biblia le asigna el valor 3, en Babilonia 3 1/8; los egipcios 4(8/9)²; Siddhantas 3,1416; Brahmagupta
3,162277; y en China 3,1724. Sin embargo, como era de esperarse, fue en Grecia donde la exacta
relación entre el diámetro y el perímetro de una circunferencia comenzó a consolidarse como uno de
los mas llamativos enigmas a resolver. Un contemporáneo de Sócrates, Antiphon, inscribe en el círculo
un cuadrado, luego un octógono e imagina doblar el número de lados hasta el momento en que el
polígono obtenido coincida prácticamente con el círculo. Brisón, por la misma época, hizo intervenir
los polígonos circunscriptos.
Después de los trabajaos de Hipócrates y de Euxodo, Euclides precisa, en sus Elementos los pasos
al límite necesarios y desarrolla el método de exhaución, consistente en doblar, al igual que Antiphon,
el número de lados de los polígonos regulares inscritos y circunscritos y en mostrar la convergencia
del procedimiento.

Arquímedes reúne y desarrolla estos resultados. Muestra que el área de un círculo es el semiproducto
de su radio por su circunferencia y que la relación de la circunferencia al diámetro está comprendida
entre 223/71 = 3,14084 y 22/7 = 3,14285.

Obtiene luego para las áreas y los perímetros de los polígonos regulares, inscritos y circunscritos, de
n y 2n lados, relaciones de recurrencia de forma notable, que permiten calcular pi con una
aproximación dada; este método de cálculo recibió el nombre de “algoritmo de Arquímedes”.

Con el renacimiento, los trabajos de ciclometría se multiplican. Purbach construye una tabla de senos
de 10′ en 10′ y adopta para Pi el valor 377/120 = 3,14666…. Los siglos XV y XVI se destacan por el
desarrollo de la trigonometría, bajo el impulso de Copérnico y Kepler. Rhaeticus construye una tabla
de senos en la que se incluye a Pi con 8 decimales exactos. Adrien Romain (1561-1615) obtiene 15
decimales y Ludolph de Colonia (1539-1610) llega hasta 32. Según su deseo, estos 32 decimales
fueron grabados en su tumba, pero en su país la posteridad lo recompensó mucho mejor pues se dio
a pi el nombre de “número de Ludolph”.

Pronto la proeza de Ludolph se vió opacada por lo perfeccionamientos logrados por Snell (1580-1626)
y Huyghens (1629-1655). El primero halla que el arco x está comprendido entre: 3 sen x /( 2 + cos x)
y 1/3.(2 sen x + tg x) mientras que el segundo, cuya obra ha sido calificada como modelo de
razonamiento geométrico, da la expresión (sen² x tg x)1/3 Con su método, Snell obtuvo 34 decimales
exactos, partiendo del cuadrado y doblando 28 veces el número de los lados. Huyghens, en cambio,
calcula Pi con 9 decimales exactos utilizando simplemente el polígono de seis lados.

El cálculo infinitesimal dió fórmulas notables que, al aportar métodos de cálculo nuevos y mucho mas
potentes, separó en cierto modo a Pi de sus origenes geométricos y aclaró el papel fundamental que
que juega en todo el análisis matemático.

El matemático francés Viete obtuvo, a fines del siglo XVI, la primer fórmula de Pi por medio de un
producto infinito convergente que no hace figurar mas que a los número 1 y 2. Gregory en 1670
desarrolla la fórmula del Arco tangente que, para x = 1 da la fórmula de Leibniz: PI/4 = 1 – (1/3) + (1/5)
-…

Como caso particular, cabe mencional a Euler, a quien le debemos la costumbre de designar por Pi a
la relación circunferencia : diámetro y quien en 1775 calculó su valor, con 20 decimales, en una hora
por medio de la fórmula:
Pi/4 = 5 arc tg 1/7 + 8 arc tg 3/79. Sin embargo, su mayor descubrimiento es el de un cierto parentesco
entre Pi y otros números no menos importantes en la matemática, como lo son el número e, i, como
así los lazos que existen entre las funciones circulares seno y coseno, y la función exponencial ex:
ésta es periódica y su período imaginario es 2 i Pi.

Estas verdades son el resultado común de varias corrientes de ideas. Los logaritmos inventados por
el escocés Neper (1550-1617), no solamente tuvieron gran importancia para los cálculos numéricos;
la función, nula para x = 1, que admite como derivada a 1/x ofrece un sistema de logaritmos
particularmente interesantes desde el punto de vista teórico: los conocidos logaritmos neperianos.

El mas constante entre todos aquellos que se abocaron al cómputo de Pi fue el matemático inglés
William Shanks, quien luego de un arduo trabajo que le demandó nada menos que veinte años, obtuvo
707 decimales en 1853. Desafortunadamente, Shanks cometió un error en el 528º decimal, y apartir
de ése todos los restantes están mal. En 1949 John Von Neumann utilizó la computadora electrónica
ENIAC, y luego de setenta horas de trabajo obtuvo 2037 cifras decimales. Tiempo después, otra
computadora consiguió 3.000 decimales en sólo 13 minutos. Hacia 1959, una computadora británica
y otra gala lograron las primeras 10.000 cifras.

En 1986 David H. Bailey extrajo 29.360.000 cifras en un Cray-2 de la Nasa utilizando el algoritmo de
Ramanujan de convergencia cuártica. Finalmente, en 1987, Kanada consiguió mas de 100 millones
de cifras se podrían conseguir facilmente 2.000 millones de cifras usando en exclusiva un
superordenador durante una semana. En resumen, ya es prácticamente posible tantas cifras como se
requiera, y el único impedimento aparente es debido al tiempo que un ordenador pueda tardar en
conseguirlos.

Lo cierto es que sólo cuatro decimales de Pi con suficiente precisión bastan para las necesidades
prácticas. Con 16 decimales se obtiene, con el espesor aproximado de un cabello, la longitud de una
circunferencia que tenga por radio la distancia media de la tierra al sol.

Si reemplazamos el sol por la nebulosa mas lejana y el cabello por el corpúsculo mas pequeño
conocido por los físicos, no harian falta mas que 40 decimales. Entonces ¿Que necesidad existe para
buscar tantas cifras? Quizá ninguna necesidad práctica, pero el hombre no se resigna aún a aceptar
cosas que no pueda llegar a comprender, como por ejemplo el infinito.
TEXTO 3:

Los Tres Problemas Geométricos Más Famosos De La Antigüedad

LOS PROBLEMAS GRIEGOS

Introducción: Vale la pena de hablar de los tres problemas que mas preocuparon a los griegos desde que
aquella ciencia empezó a construirse racionalmente. Estos tres problemas son: la duplicación del cubo, la
trisección del ángulo y la cuadratura del círculo, que los griegos no supieron resolver… ni nosotros
tampoco. La única ventaja que tenemos sobre ellos es la de saber por qué son irresolubles.

Como dichos problemas han trastornado a tantas cabezas de aficionados a la Matemática y todavía existe
una pintoresca fauna de locos inofensivos que cree haberlos resuelto, conviene precisar lo que quiere decir
“resolver un problema” que es, precisamente, lo que no saben los pobres ilusos que se caracterizan tanto
por su ignorancia de la Matemática actual y de la historia de esta ciencia como por la testaruda resistencia
pasiva que oponen a. todo intento pura convencerles de su error.

En primer lugar, decir que un problema es irresoluble no tiene sentido si no se indica con qué medios o
instrumentos, porque pudiera ocurrir que un problema que no tiene solución con ciertos recursos, la tenga
con otros; y en segundo lugar, hay que distinguir entre la posibilidad y la resolubilidad de un problema: un
problema es posible cuando admite una solución, aunque ésta no se pueda obtener por medio de
construcciones elementales, de modo que la n-solubilidad es un concepto relativo porque, en sentido
absoluto, todo problema posible es resoluble.

La resolución de un problema consiste esencialmente en reducirlo a otro ya resuelto, y, por tanto, se debe
llegar a uno, considerado como fundamental, cuya solución se supone dada por uno o varios de los
postulados que se refieren al uso legítimo de los instrumentos necesarios para ciertas construcciones
geométricas que, para los griegos, eran la regla y el compás: únicos aparatos de su actividad matemática
hasta el punto de que no concedían carta He naturaleza científica a las figuras cuya construcción exige
instrumentos distintos de aquéllos.
Con la regla se puede construir la recta que pasa por dos puntos, el punto común a dos rectas no paralelas,
y, en, general, los problemas de primer grado, es decir: los que, expresados en lenguaje analítico, sólo
contienen la primera potencia de la incógnita, y si en el problema entran nociones métricas como las de
paralelismo, longitudes de segmentos, valores angulares, etc., es irresoluble con la regla; con el compás es
posible describir una circunferencia de centro y radio dados, o de centro dado y que pase por un punto
dado, y determinar los puntos comunes a dos circunferencias secantes, y, por último, con la regla y el
compás son resolubles muchísimos problemas siempre que su expresión algebraica sólo contenga raíces
cuadradas.

Modernamente se ha demostrado que la regla y el compás se pueden sustituir por una regla de bordes
paralelos; pero esto no lo sabían los griegos ni lo saben tampoco los actuales cultivadores de la Matemática
patológica.

El culpable de la imposibilidad de construir un cuadrado y un circulo con el mismo área es el número pi, el
famoso 3,1416. Claro que no termina ahí, sino que tiene infinitos decimales. Pi es un número que los
matemáticos llaman trascendente, esto es, que no se puede obtener como solución de una ecuación que
contenga, además de la consabida incógnita, números positivos, negativos o fracciones -lo que se conoce
como números racionales-. Por este motivo, el área de un cuadrado, lado por lado, nunca puede ser igual a
la de un círculo, pi por el radio al cuadrado.
TEXTO 4:
ERATÓSTENES: MEDICIÓN DEL RADIO TERRESTRE
HISTORIA DE LA MEDICIÓN DEL RADIO DE LA TIERRA: Los sabios de la Grecia antigua no compartían la idea de
sus antepasados de que la Tierra era un disco sostenido por cuatro elefantes subidos a una enorme tortuga
marina. Más bien creían que el planeta era esférico, una idea postulada hacia 500 a.C. por los seguidores de Pi-
tágoras, que consideraban la esfera como la forma perfecta.
Al astrónomo griego Eratóstenes se atribuye el haber medido por primera vez la circunferencia terrestre en el
año 230 a.C. Razonó que si el planeta es una esfera, entonces la línea que une dos lugares cualesquiera
forzosamente es un arco. Si lograba medir la longitud de éste como una proporción de 360 grados (un círculo
completo), obtendría una medida a partir de la cual podría calcular la circunferencia total.
ERATOSTENES:(275 – 194 a.c. ) Geógrafo, matemático, astrónomo, poeta y filósofo griego nacido en Cirene. Fue
discípulo de Aristón de Chios de Lisaninas de Cirene y de Calimaco y contemporáneo de Arquímedes y Apolonio.
Dijo Montucla que fué un hombre excepcional, que sobresalió en todos los géneros del saber humano, pues fué
notable como orador , poéta, anticuario, matemático y filósofo por lo que algunos le dieron el nombre de
Pentatlos, que se aplicaba a los atletas que vencían en las cinco luchas de los juegos olímpicos.

Parece que vivió en Atenas hasta que por su fama , en tiempo de Tolomeo Evergetes, este
le llamó a Alejandría y le puso al frente de la famosa biblioteca de aquella ciudad, siendo muy probable que le
encargara a si mismo de la construcción de las grandes armillas de que se sirvieron durante muchos años los
astrónomos de la escuela de Alejandría.
Habiendo comprobado que en Alejandría el día del solsticio de verano el sol no distaba del cenit más que la
quincuagésima parte de circunferencia del gran círculo de la esfera, adoptando la cantidad de 252.000 estadios
como la longitud total del meridiano.
El estadio egipcio tenía 300 codos, por lo que puede calcularse en unos 40.000.000 m. la referida longitud.
Icografía Mostrando el Razonamiento de Eratóstenes:
Para medir la distancia de Alejandría a Siena envío un servidor, que fue contando los pasos. Esa distancia es de
unos 800 Km. aproximadamente.
El angulo @ lo calculó en base a la altura de la torre en Siena y el largo de la sombra proyectada, justo cuando
en Alejandria el sol caía verticalmente, osea al medio dia. Dicho angulo es de 7 grados, que es el mismo que
forman los dos radios terrestres en el centro de la Tierra.

Con estos datos razonó así: Si para un ángulo de 7 grado la distancia es de 800 Km. cuanto será para los 360
grados correspondiente a toda la circunferencia de la Tierra?.
Como 7 grados entra unas 50 veces en los 360 grados, multiplicó 50 por 800 igual a: 40.000 km. de perímetro.
Dividiendo esta distancia por el número Pi, obtuvo el diámetro que es igual a: 13.100 Km.
El valor exacto es de: 12890 Km. , que indica que calculo dicha medida con un error del 1%.
Pappus cita una obra de este autor que se titulaba De locis et meridiates, que sin duda, trataba del problema
de la duplicación del cubo, para lo cual imaginó un instrumento llamado mesolabio, que señalaba las dos media
proporcionales. El mismo Pappus explica la construcción del referido instrumento en las Colecciones
matemática.
Entre sus demás trabajos los antiguos señalaron las Geográficas de las que se conservan algunos fragmento,
citados por Polibio, Estrabón, Marciano, Plinio y otros autores. Son dignas también de mencionarse sus
Cosmografías, en las que procura señalar las fechas de los principales acontecimientos mencionados por la
historia, y el Tratado sobre la Antigua comedia Atica.
La lista completa de las obras que se atribuyen a Eratóstenes y los fragmentos que se conservan de ellas se
encuentran en la Erathostenica de Bernhardy (Berlin, 1822). Parece que tambien fué inteligente en música,
pues Tolomeo y Porfirio hablan de un libro de Eratóstenes en el que trataba de las porciones musicales; en él
dividía las cuerdas del tetracordio en los tres géneros, diátonico, cromático y enharmónico, cuya división
explicaba mediante una teoría especial. Perdió las vista a consecuencia de una oftalmia, enfermedad que ha
sido siempre la plaga del Nilo.
Y dícese que no pudiendo leer, se suicidó.
El calendario juliano fue ideado por Eratóstenes. Señaló la oblicuidad de la Eclíptica en 23 grados 51´20″. Inventó
también el algoritmo denominado criba de Eratóstenes.
TEXTO 5:

BREVE HISTORIA DEL ORIGEN DEL AJEDREZ


El conjunto del juego de ajedrez con el tablero y las piezas colocadas en posición inicial nos hace recordar un
campo de batalla, definido por unos límites en el cual se enfrentan dos ejércitos claramente diferenciados
prestos a entrar en combate.
Las 64 casillas por donde ha de discurrir la confrontación están bien diferenciadas, siendo de color claro la
mitad de ellas y la otra mitad, de color oscuro. Nos puede correr la imaginación con multitud de batallas
disputadas en este mundo claramente definido, haciéndonos retroceder en el tiempo donde la caballerosidad
y las reglas estrictas de lucha marcaban las pautas de la batalla.
A través del mismo nos llega un modelo de sociedad militar donde se reflejan las grandes gestas (la heroica
coronación del peón y su transformación después de todas las penalidades pasadas) y miserias que se
producen (la perdición de un gran ejercito debido a la rápida acción de un comando suicida).

Sobre leyendas de este juego


La leyenda nos sitúa su nacimiento en la India, su inventor un brahmán llamado Sissa Ben Dahir lo concibió
para distracción y ocio de un rey, tal fue el éxito en la corte de dicho rey que ofreció a tan brillante inventor
que eligiera su recompensa. El brahmán solicitó que le fuera concedido un grano de trigo en la primera casilla
del tablero, dos en la segunda, cuatro en la tercera y seguir doblando la cantidad hasta totalizar las 64 casillas
del tablero. Dejo a disposición de la gente que tenga una calculadora a mano, el saber la cantidad de granitos
de trigo le correspondían al sabio por la invención del juego, dudo que el rey pudiera hacer frente a dicha
comanda, ya que la cifra final es tan elevada que sobrepasa la producción mundial de trigo de la actualidad.
Casi todos los escritos que hay sobre los orígenes del ajedrez tienden a realzar el influjo que ejerce a todo
aquél que lo practica. Las leyendas se originan en distintas civilizaciones pero en su mayoría se sitúan en el
Lejano y Cercano Oriente. Dichas narraciones fueron transmitidas de forma oral y los árabes, al ser los
sucesores de la tradición cultural de la zona indo-persa por derechos de conquista, fueron los que asimilaron
las tradiciones del ajedrez a su cultura. Con el tiempo pasaron a ser escritas adaptándolas a su conveniencia.
Algunas divergencias sobre los orígenes
Una de las historias de los orígenes del ajedrez tuvo fuerte arraigo en la Edad Media que daba como inventor
del juego a Palamedes, combatiente en la guerra de Troya. Cuenta la leyenda que Ulises lo odiaba por ser su
genio superior al de él, aunque el héroe de Troya al final consiguió ganar. Un estudioso llamado Souterus lo
reconoció como posible creador del juego.
La fuerte influencia que los clásicos griegos ejercieron en esta época (la Edad Media) sobre todo realzado con
los trovadores y juglares que transmitían leyendas e historias por medio de la canción y la palabra hicieron
como valedores de invención de problemas ajedrecísticos a Aristóteles, Platón, Arquímedes… aunque
seguramente no fueran ellos sus autores.

Parece que se desarrolló hasta el siglo XX, un juego que tenía fuerte parecido a nuestro protagonista, en
zonas de China e Indochina; otros con similitudes en el que intervenían dados, fichas y tablero denominados
petteia en los griegos o el de los romanos llamado latrunculi. Ambos se jugaban en un tablero escaqueado,
aunque a modo de ser estricto su parecido es más cercano a otro juego de la actualidad, el backgammon.
En Bizancio los griegos jugaban a un juego con similitudes, mucho antes de la aparición del ajedrez en Europa
a través de la invasión árabe en España, llamado zatrikión cuya introducción es achacada a los persas.
También existe una tesis sobre la creación del juego por parte de los egipcios en tiempos faraónicos. Dichas
tesis fueron formuladas por Brunet y Ballet en su libro “El ajedrez, investigaciones sobre su origen”
(Barcelona, año 1890) y las justificaban con unos bajorrelieves hallados en tumbas con el escaqueado del
tablero. Dicha tesis goza en la actualidad de poca aceptación.
En el siglo VII se encuentra fuertemente detallada la actividad ajedrecística en la cultura árabe a través de
una inmensa colección de finales de partida denominados mansubat. Los mansubat están presentados como
sería hoy en día una revista de ajedrez de resolución de problemas detallando el número de movimientos a
realizar, indicando el bando que mueve y el bando que tiene que conseguir la victoria o el empate. Altos
dignatarios del mundo musulmán tenían un fuerte arraigo con el ajedrez encontrándose mansubat realizados
por Visires, Califas o Emires.
Estas composiciones pueden ser consideradas como la primera gran manifestación de la introducción cultural
del ajedrez en un pueblo. Para reproducir los movimientos, los árabes identificaban a las columnas del tablero
por los nombres de las piezas que las ocupaban al inicio de la partida (“de la torre”, “del caballo”), dicha
nomenclatura fue la empleada por el Rey Castellano-Leones Alfonso X el Sabio.
Los árabes llegaron a perfeccionar también un sistema de notación que sirvió de base al sirio naturalizado
francés Philippe Stamma para desarrollar el actual sistema de notación algebraico único aceptado
actualmente por la Federación Internacional de Ajedrez, la F.I.D.E. El nombre de las piezas
Chaturanga en el idioma de su país de origen significa “cuatro miembros”. En el ejército de la India eran esos
cuatro miembros carros de combate, los elefantes, la caballeria y la infantería. Vemos la similitud con las
torres, alfiles, caballos y peones de la actualidad. Posiblemente, los nombres actuales de las piezas proceden
de voces arábigo-persas corruptas. De hecho, podemos afirmar hoy que, salvo los nombres de muy fácil
traducción, como caballo, rey o peón, los demás son expresiones que ya eran corrupciones del sánscrito
cuando las adoptaron los persas.
Nuestro famoso erudito Souterus compara las voces de jaque y mate, con mucho criterio con “xa” y “mat”,
“el rey está muerto”, de los babilonios que se presupone que de ahí pasó a los persas y de Persia a Occidente.
Las labores detectivescas para averiguar de dónde sale la palabra “alfil” nos llevan hacia el “hasti”, del
sánscrito, a “pil”, en persa, y “fil”, “elefante” en árabe. Si anteponemos el artículo árabe “al” queda al
descubierto su transformación al castellano.
PREGUNTAS:

1.- ¿Qué te llamó la atención del texto? Justifica tu respuesta (no menos de 5 líneas).
2.- ¿Cuál(es) es(son) el(los) personaje(s) principales de la historia? ¿cuál(es) es(son) su(s) aporte(s)?
3.- ¿Qué beneficio traen estas ideas a tu vida?
4.- ¿En qué benefician los avances o historias presentados, en la continuidad del proceso matemático?

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