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En esta tesis se analizan la ontología y la epistemología de los realistas

poscontinentales. “Realismo poscontinental” es una expresión acuñada por nosotros


para referirnos a un conjunto de filósofos recientes, normalmente agrupados bajo las
etiquetas del “realismo especulativo” (Quentin Meillassoux, Ray Brassier Graham
Harman, Iain Hamilton Grant) y del “nuevo realismo” (Maurizio Ferraris, Markus
Gabriel). El uso de la expresión “realismo poscontinental” es una declaración de
intenciones acerca del enfoque adoptado en esta tesis. De los seis autores aquí expuestos
se analiza principalmente su relación con la tradición filosófica continental (el idealismo
alemán, la fenomenología, la hermenéutica, el posestructuralismo francés y el
posmodernismo), así como su posición ante los problemas clásicos del realismo
filosófico (el problema de la existencia del mundo externo y el problema del estatus de
los conceptos universales). No en balde, el realismo filosófico es la posición filosófica
que defiende que una cierta realidad existe independientemente de nosotros y, sin
embargo, puede ser conocida por nosotros. El realismo filosófico se opone, por ende,
tanto al nominalismo (que niega la existencia de esa cierta realidad) como al idealismo
(que acepta su existencia, pero niega su independencia respecto de nosotros), así como
al escepticismo (que acepta tanto su existencia como su independencia, pero niega que
pueda ser conocida por nosotros).
La posición de los realistas poscontinentales respecto de los adversarios del realismo
filosófico es un tanto ambigüa. Contra el idealismo y el escepticismo, el principio de
factualidad de Meillassoux afirma que el mundo externo existe (argumento ontológico)
y que podemos obtener conocimiento de él (argumento epistemológico); pero la
posición de este autor acerca del estatus de los conceptos universales es claramente
nominalista (teoría de los kenotipos). Brassier ha tenido tres periodos intelectuales
claramente diferenciados: en su primer periodo, influido por François Laruelle, se
definió como un “gnóstico escéptico” y asumió una posición nominalista acerca de la
psicología popular y la fenomenología; en su segundo periodo, influido por Alain
Badiou, abandonó todo escepticismo para asumir una posición todavía más nominalista
(nihilista, para más señas) acerca de las entidades postuladas por los idealistas; en su
tercer y último periodo —influido por Wilfrid Sellars y, a través de él, por idealistas
como Kant o Hegel— ha enmendado las posiciones escépticas y nominalistas de
periodos anteriores. Harman ha sido tachado de idealista o vitalista por Meillassoux y
de escéptico o sofista por Brassier; lo que está claro es que su posición, influida
principalmente por Martin Heidegger y Edmund Husserl, no es nominalista. Después de
una primera etapa intelectual posmoderna, Grant se ha visto influido por dos autores
normalmente considerados idealistas, pero que, de hecho, tienen una posición muy
realista acerca de los universales (la teoría de las ideas de Platón) y acerca del mundo
externo (la filosofía de la naturaleza de Schelling). Ferraris ha luchado duramente contra
la hermenéutica de Hans-Georg Gadamer y el pensamiento débil de Gianni Vattimo en
la construcción de una teoría estética que, a pesar de asumir posiciones nominalistas
acerca de los universales (teoría de los tipos y las ocurrencias), es profundamente
antiidealista y antiescéptica. Por último, Gabriel ha asumido una posición nominalista
acerca de la existencia del mundo al mismo tiempo que ha utilizado las teorías de
idealistas como Descartes, Schelling o Hegel para criticar al escepticismo. Nos
encontramos, por lo tanto, ante un realismo ecléctico cuya principal virtud seguramente
sea el haber roto con el puritanismo y el antagonismo característico de la filosofía del
siglo XX.

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