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Efectividad de los diseños N = 1

La lógica esencial de un diseño de caso único es muy simple. Dado que usualmente
no hay grupo control en estos estudios, debe mostrarse que la conducta de un solo individua
cambia como un resultado del tratamiento que se aplica, y no de algún otro factor que
confunde. Como requisito mínimo, esto requiere de tres elementos. Primero, la conducta
meta debe definirse operacionalmente. No es suficiente decir simplemente que se intentará
reducir la conducta inadecuada en el salón de clases. Más bien, deben definirse las
conductas en términos de eventos registrados, tales como hablar en clase si no pidió la
palabra y otro está hablando. En el ejemplo del niño israelí, además de registrar si usaba la
máscara, los investigadores también medían lo que llamaron conducta “problemática pasiva”,
como ignorar peticiones, o pretender no oírlas.

La segunda característica de estos diseños es establecer un nivel de respuesta de


línea base. Esto significa que la conducta en cuestión debe observarse por un período antes
del tratamiento a fin de determinar su frecuencia típica. Es contra este nivel de línea base
que debe evaluarse los efectos del tratamiento. El tercer elemento es iniciar el tratamiento y
continuar el registro de la conducta. El diseño más simples es el diseño A-B, donde A es la
línea base y B el tratamiento. El resultado ideal es que la conducta cambie cuando A cambia
B, que si recuerdan es lo que pasó en el estudio del niño y el gas. De lo que discutimos de
validez interna, sigue que este diseño es débil, ya que el cambio conductual puede deberse
al tratamiento, pero no se pueden descartar otros factores que confunden, como historia,
maduración, y aún regresión. Otros diseños intentan reducir las explicaciones alternativas.

EL TRABAJO TERAPEUTICO Y LA INVESTIGACION

Para analizar la efectividad de una intervención, se utilizan dos criterios: el


experimental y el terapéutico. El primero se refiere a la comparación de los niveles de la
ejecución durante la intervención, con aquellos que habrían sido probables si la intervención
no se hubiera presentado. Este criterio también se aplica a los diseños de grupos, pero en el
caso de sujeto único no cumplen este criterio con la sola aplicación del análisis estadístico,
sino por medio de la replicación de los efectos del tratamiento sobre el tiempo. El criterio
experimental se cumple a) si los niveles de la ejecución de A y B no se traslapan, y b) si la
tendencia de las fases muestra cambios.

El criterio terapéutico se refiere al valor o importancia del cambio conductual; es decir,


la significancia clínica de los efectos del tratamiento, además de la misma importancia de
la conducta meta seleccionada. El criterio clínico es más difícil que satisfacer, pues el propio
paciente, o los individuos que lo rodean, son los que determinan el nivel de conducta que es
aceptable.
Para evaluar de forma objetiva la importancia clínica se ha usado la validación social,
es decir determinar si los cambios son clínicamente importantes en el contexto social al que
pertenece el paciente, con dos procedimientos. La comparación social consiste en
comparar la conducta del paciente antes, y después, con la conducta no desviada de sus
compañeros. La evaluación subjetiva determina si el cambio conduce a diferencias
cualitativas en la forma en que el sujeto es percibido por otros.

En la práctica clínica, la investigación de caso único ha sido muy escasa, puesto que
se ha limitado únicamente a la selección de la conducta problema y a la especificación de las
variables que la controlan o mantienen, con la finalidad de seleccionar una serie de objetivos
que han de alcanzarse mediante la intervención terapéutica. Por consiguiente, este tipo de
investigación se encamina más al estudio de la variable dependiente, que al análisis de las
variables independientes que produjeron los cambios en la conducta meta. De esta manera,
la práctica clínica se ha centrado más en la solución de problemas que en la formulación
exploratoria de teorías explicativas de la conducta de interés. Este estado de cosas ha
originado que en el desarrollo de la psicología clínica se presente una paradoja que se refleja
en el interior de dicha disciplina como la división entre investigadores y practicantes (Hayes,
1981).

Uno de los elementos fundamentales en esta división fue la preponderancia de los


diseños de grupos, cuyos requisitos eran prácticamente imposibles de cumplir en la práctica
clínica. Los diseños de caso único representan la solución al problema, sin embargo, su
proliferación no ha sido suficiente, Hayes (1981) menciona algunas causas: a) la metodología
se imparte por no clínicos, matemáticos, estadísticos, psicólogos experimentales; b) se
asocia con el conductismo, el que lo usen ellos no impide a los cognitivos usarla; c) la
formación en metodología parece impedir distinguir entre investigación y diseño de grupos,
puesto que para los estudiantes la investigación con grupos es investigación, mientras el
trabajo con un paciente no lo es.

Si vemos la práctica profesional como un tipo de experimentación de caso único,


zanjamos la diferencia. Esto se basa en que la lógica para llevar a cabo tanto la terapia como
la experimentación es similar. Los pasos necesarios son: a) tomar medidas repetidas
sistemáticas; b) especificar el tratamiento, c) determinar las estrategias del diseño que ha de
utilizarse, y d) usar elementos existentes en los diseños para tomar decisiones acerca de la
mejoría. Así que los objetivos terapéuticos terminales, por ejemplo mantenimiento,
establecimiento o eliminación de una conducta meta, pueden alcanzarse ya que se
cumplieron los objetivos experimentales acerca de las decisiones de la efectividad de un
tratamiento, tomadas como base en los cambios de nivel y de tendencia de la serie de
tiempo en las diferentes condiciones.

La investigación de series de tiempo consiste en un proceso periódico de medición


sobre algún individuo y de la introducción de una variación experimental. Un ejemplo común
de este tipo de investigación es el diseño AB, en el que se observa sistemáticamente el
comportamiento de una unidad experimental con la presencia de una VI y se hacen
mediciones constantes a lo largo del estudio.
Durante la fase A se realiza un conjunto de observación del comportamiento sin la
presencia de la VI. A este período se le conoce como línea base y sirve para dos propósitos:
el primero es que este conjunto de inicial de datos proporciona una estimación del nivel de
ejecución del participante y, en ambientes clínicos, de la gravedad del problema del paciente.
El segundo propósito es que sirve para predecir, en un futuro inmediato, el nivel de ejecución
del sujeto en caso de que la variable independiente no fuera aplicada. De aquí que la
proyección de la ejecución de línea base se utilice como criterio para evaluar la efectividad
de la variable independiente.

Es precisamente en ambientes aplicados donde por lo general se confunde entre lo


que es una línea base y el concepto de preevaluación de la metodología de grupos. Esta
confusión es más marcada en investigaciones interesadas en la adquisición de conductas
que no existen en el repertorio antes de realizarse la manipulación experimental. La
preevaluación de ninguna manera puede servir en sentido estricto como línea base, puesto
que solo informa de la presencia o ausencia de un repertorio; se trata de una medición
estática de la conducta y no de la forma en que se presenta a través del tiempo. La línea
base comprende un proceso dinámico de medición en puntos sucesivos en el tiempo.

ANALISIS VISUAL DE DATOS GRAFICOS DE DISEÑOS N=1

El análisis visual representa una herramienta exploratoria, pero es un proceso


dinámico en el que los datos se obtienen y analizan continuamente, que se ha probado ser
práctico y confiable y que ayuda en las decisiones acerca del cambio de fases. Aquí
discutiremos primero los lineamientos generales.

CONDICIONES O FASES.
La longitud mínima de una condición es de tres periodos de observación,
preferentemente consecutivos. Lo máximo se determina dependiendo de la variabilidad de
los datos, esperando hasta que sea evidente la estabilidad, o terminando la fase por
cuestiones aplicadas. Al cambiar de fases, cambiar solo una variable a la vez.

NIVEL.
Cuando inspeccionamos los datos, hay dos aspectos básicos: estabilidad y cambio del
nivel. Generalmente, si el 80 a 90% de los puntos de los datos caen dentro de un rango del
15% del nivel medio de todos los puntos de una condición, se consideran estables. El nivel
se calcula con una media. El cambio de nivel absoluto dentro de una condición se calcula
con el rango entre el primer y el último punto de una condición, y se hace notar si muestra
mejora o empeora terapéutica. Adicionalmente, se analiza el cambio de nivel entre
condiciones adyacentes. Esto es con el rango entre el último dato de la primera condición y
el primero de la segunda, y se hace notar si muestra mejora o empeora terapéutica. Esta
información indica el impacto inmediato de la intervención, sobretodo con cambios abruptos.
TENDENCIA.
La tendencia es la inclinación de la línea que une los puntos de los datos dentro de cada
condición. Típicamente se consideran como acelerada, desacelerada o sin aceleración;
adicionalmente debe señalarse si la dirección de la pendiente muestra mejora o empeora
terapéutica. Cuando hay suficientes datos, deben reinspeccionarse y determinar si hay más
de una ruta dentro de la tendencia, lo que debe guiar la decisión de cambio de condición es
la dirección de la última ruta. Al igual que el nivel, debe determinarse la estabilidad de la
tendencia, y el cambio de tendencia entre condiciones adyacentes. Finalmente, se debe de
determinar el porcentaje de sobrelapamiento de los valores entre condiciones adyacentes.
Para esto último se divide el número de datos de la segunda condición que caen en el rango
de la primera condición, entre el número total de puntos de la segunda condición (y se
multiplica por 100).

ANALISIS DE CAMBIOS DENTRO DE LA CONDICIÓN

El análisis visual de los datos dentro de una condición se enfoca primordialmente a


determinar la estabilidad de los datos. La Figura 1 muestra una línea base estable, tanto en
nivel como en tendencia, que permite la introducción de un tratamiento.

100
PORCENTAJE CORRECTO

80

60

40

20

0
1 2 3 4 5
SESIONES

Figura 1. Patrón de datos con nivel y tendencia estables (ACEPTABLE)

En cambio, la Figura 2 presenta datos variables. El psicólogo confrontado con este


tipo de datos tiene dos opciones, no excluyentes, (1) continuar midiendo la conducta hasta
que se estabilice, y (2) iniciar una búsqueda sistemática de la fuente o fuentes responsables
de la variabilidad.
100

PORCENTAJE CORRECTO
75

50

25

0
1 2 3 4 5 6
SESIONES

Figura 2. Patrón de datos con nivel y tendencia variables (INACEPTABLE)

Las Figuras 3 y 4 presentan daros que muestran un patrón que se deteriora o que
decae, es decir las rutas de los datos están en la dirección opuesta al tratamiento. A pesar de
su cambio de nivel, con ambos tipos de tendencias se podría implementar una intervención
en la sesión siguiente.

40
AUTO-AGRESION

30

20

10

0
1 2 3 4 5
DIAS

Figura 3. Patrón de datos con tendencia acelerada pero con deterioro. (ACEPTABLE).
10

NUMERO CORRECTO
8

0
1 2 3 4 5
SESIONES

Figura 4. Patrón de datos con tendencia desacelerada pero con deterioro. (ACEPTABLE).

Las siguientes 4 gráficas presentan ejemplos de rutas de datos en los que hay
variabilidad. La Figura 5 muestra un período inicial de variabilidad seguido por estabilización
de los datos. La variabilidad puede deberse a no saber los criterios, o al saberse observado,
distracciones, etc. Y es posible iniciar un tratamiento en la siguiente sesión.

5
RESPUESTAS POR MINUTO

0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
SESIONES

Figura 5. Patrón de datos con nivel y tendencia variables que se estabilizan. (ACEPTABLE).

La Figura 6 muestra una ruta de datos que inició como estable pero con el tiempo se
hizo variable. Tal tendencia posee un problema difícil. La variabilidad puede ser una función
de una variable extraña (problemas en el hogar), que puede ser temporal o permanente, o
puede indicar un cambio en la variable independiente (la tarea se hizo más compleja).
Cualquiera que sea el caso, debe extenderse la condición antes de introducir un tratamiento.
100

TAREAS COMPLETAS %
80

60

40

20

0
1 2 3 4 5 6 7 8
SESIONES

Figura 6. Nivel y tendencias estables que llegand a ser variables (INACEPTABLE).

Una ruta de datos que es usual en el trabajo aplicado es la que se muestra en la


Figura 7. Estos datos muestran mucha variabilidad con una tendencia gradual hacia la
mejora. Un cambio en la condición no daría una demostración convincente de control
experimental aún si los datos se estabilizaran en la condición siguiente. La regla es identificar
y controlar las fuentes de variabilidad antes de proceder con la siguiente condición. Si hay
razones clínicas, se puede desobedecer la regla.

100
PORCENTAJE CORRECTO

80

60

40

20

0
1 2 3 4 5 6 7 8
SESIONES

Figura 7. Nivel variable con tendencia que mejora. (INACEPTABLE).

Una ruta menos usual es la presentada en la Figura 8 Los datos muestran una
regularidad que es evidente la produce un evento recurrente que debe de identificarse antes
de implementar una intervención.
20

INTERRUPCIÓN EN CLASE
15

10

0
Lu Mi Vi Lu Mi Vi Lu Mi Vi
DIAS

Figura 8. Patrón con variabilidad cíclica. (INACEPTABLE).

Las Figuras 3 y 4 presentaron tendencias que se consideran aceptables, las Figuras 9


y 10 ejemplifican tendencias que “mejoran” en los datos, que son inaceptables. Estas rutas
requieren continuar la condición hasta estabilidad. Si la mejora es gradual, se puede
implementar un tratamiento y buscar cambios en la tendencia, pero no conlleva una “clara”
demostración de control experimental.

100
PORCENTAJE CORRECTO

80

60

40

20

0
1 2 3 4 5 6
SESIONES

Figura 9. Patrón de datos con tendencia acelerada pero con mejora. (INACEPTABLE).
20

PARARSE DE SU LUGAR
16

12

0
1 2 3 4 5 6
DIAS

Figura 10. Patrón de datos con tendencia desacelerada pero con mejora. (INACEPTABLE).

Las Figuras 11 y 12 muestran una tendencia con deterioro y luego mejora y con
mejora y luego deterioro, respectivamente. Como puede notarse si una tendencia es
aceptable depende de la conducta objetivo y la dirección en que se quiere su cambio. Debe
uno fijarse en la variable dependiente, listada en la ordenada, para determinar si la tendencia
es aceptable. La Figura 11 tiene sus últimos tres datos en la dirección de mejora, y se
debería esperar a estabilidad o inversión de la tendencia. La Figura 12 muestra que la
conducta de moverse de su lugar estaba bajando (mejorando) en los primeros tres días de la
condición, pero que la tendencia invirtió su dirección a partir del día 4 y continuó
incrementando los siguientes dos días; a causa de esta inversión en tendencia sería
apropiado iniciar la intervención.

20
GRITOS CHILLONES

16

12

0
1 2 3 4 5 6
DIAS

Figura11. Patrón de datos con deterioro y luego mejora. (INACEPTABLE).


10

MINUTOS FUERA DE LUGAR


8

0
1 2 3 4 5 6
DIAS

Figura 12. Patrón de datos con tendencia de mejora y luego de deterioro. (ACEPTABLE).

Figura 13. Patrones de datos de cambio entre condiciones. Las gráficas (a) y (b) presentan cambios en variabilidad, las
gráficas (c) y (d) cambio en nivel, las gráficas(e) e (i), sin cambios en los datos, las gráficas(f), (g) y (h) cambio en tendencia,
y las gráficas (j), (k) y (l) cambio en nivel y tendencia
ANALISIS DEL CAMBIO ENTRE CONDICIONES

Para cambiar de condiciones la condición presente debería mostrar una ruta estable,
si no ocurre así, podría dificultar la interpretación del efecto experimental. Por ejemplo, en la
Figura 13, la gráfica a muestra datos de línea base variables, y los cambios pequeños en la
intervención dan una demostración muy débil de control experimental, comparada con
cambios pequeños precedidos de una línea base estable. Además, mientras haya menos
sobrelapamiento entre los datos de condiciones adyacentes, más convincente la
demostración de que la intervención fue responsable del efecto experimental. En la Figura
13, la gráfica b presenta el caso opuesto, que tampoco ofrece una interpretación objetiva
convincente.

En la Figura 13, las gráficas c y d muestran situaciones óptimas, por su facilidad de


interpretación. La primera representa un incremento abrupto en el nivel siguiendo a una
tendencia estable a un nivel más bajo de la condición precedente, un patrón representativo
de un programa efectivo de aceleración de conducta. El segundo, representa un decremento
abrupto en el nivel que sigue a una tendencia estable a un nivel más alto en la condición
precedente, un patrón representativo de un programa efectivo de desaceleración de
conducta.

En la Figura 13, la gráfica e no muestra cambio en el nivel de la variable dependiente


entre las dos condiciones adyacentes, es decir las dos condiciones son funcionalmente
equivalentes. Si estos datos representan línea base (A) y condición de intervención (B), se
pueden tratar como equivalentes e introducir inmediatamente una nueva intervención (C o
BC). Es decir, la notación cambia a A = B, y no A-B. En estos casos, se tiene una de las
pocas veces en que no se requiere la reintroducción de A para introducir una nueva
condición.

Las gráficas restantes de la Figura 13 (f, g, h, i, j, k y l), ejemplifican los cambios más
comunes en tendencia entre condiciones adyacentes. Las gráficas f, g, y h despliegan
cambios en tendencia en la segunda condición (B) que no están acompañados por cambios
iniciales en el nivel. La gráfica f muestra que cuando se introduce la intervención la tendencia
se invierte. La gráfica g muestra que la tendencia creciente desaparece. La gráfica h muestra
que cuando se introduce la intervención ocurre una aceleración. En cada uno de estos
ejemplos cuando se introduce la intervención, se influye en la tendencia de los datos. Si el
cambio en la tendencia mejora el comportamiento depende del objetivo de la intervención. Si
la variable dependiente de la gráfica h fuera el porcentaje de respuestas correctas, los datos
representarían una mejora en la intervención, pero no sería así, si la variable dependiente
fuera, por ejemplo, el número de interrupciones de la actividad de los compañeros.

La gráfica i muestra que no hubo cambios en la tendencia de los datos como una
función la variable independiente. Estos datos se interpretan de la misma manera que los de
la gráfica e.

Las gráficas j, k, y l de la figura 13 ejemplifican cambios en la tendencia acompañados


de cambios en nivel después de la introducción de la intervención. En los tres ejemplos, la
tendencia de la línea base es estable, sin embargo, la introducción de la variable
independiente resulta en una tendencia desacelerada en la gráfica j, en desaparecer la
tendencia en la gráfica k, y una tendencia acelerada en la gráfica l.

La Figura 14 presenta tres patrones adicionales, que representan, (1) un cambio


temporal en nivel y tendencia (gráfica a), (2) un cambio demorado en nivel y tendencia
(gráfica b), y (3) un cambio decadente en nivel y tendencia (gráfica c). Para cada uno de
estos tres patrones de datos se presenta un ejemplo para un programa de aceleración
(gráficas en la izquierda) y un programa de desaceleración (gráficas en la derecha).

Figura 14. Patrones de datos de cambio entre condiciones. La gráfica (a) muestra cambio
temporal en nivel y tendencia, la (b) cambio demorado en, y la (c) cambios en nivel y tendencia decadentes.

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