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PEDRO IBARRA I GÜELL

y MERCÈ CORTINA I ORIOL


(comps.)

Recuperando
la radicalidad
Un encuentro en torno al
Análisis Político Crítico
Índice

1. Introducción ...........................................................................................

PARTE I. ESTADO / PODER / DEMOCRACIA

2. Reflections on the State, State Power, and the World Market ..................
Bob Jessop

3. Nuevo Estado, nuevas movilizaciones, nuevas ideas: la reconstrucción


de la política ..........................................................................................
Juan Carlos Monedero

4. Los espejismos de la razón y los caminos de la participación. Políticas de


intervención en el territorio y procesos democráticos ..............................
Joan Subirats

5. Ingurumena eta demokrazia / Democracia ambiental..............................


Iñaki Bárcena y Jone Martínez

6. Sobre la cohesión del demos posnacional: el proyecto cosmopolita de


Jürgen Habermas y algunas precisiones de Chantal Mouffe.....................
Marcos Engelken

7. Unas breves reflexiones finales: el pensamiento crítico y la crisis


del trabajo abstracto ................................................................................
John Holloway
VI ÍNDICE

PARTE II. LAS EMANCIPACIONES NACIONALES

8. Izquierda y emancipación nacional hoy ...................................................


Ephraim Nimni

9. Identitatea aro globalean. Euskal begiratu bat .........................................


Joseba Azkarraga Etxagibel

10. Immigrazioa eta euskal nazionalismoa. Egungo errealitateari begirada bat


Iker Iraola

11. Represión legal y vínculos organizacionales. El caso del conflicto vasco ...
Arkaitz Letamendia

PARTE III. SUJETO, CAMBIO Y CONFLICTO SOCIAL

12. Los nuevos movimientos sociales en la España del siglo xxi.....................


Luis Enrique Alonso y Rafael Ibáñez Rojo

13. La teoría de los clivajes y el conflicto social moderno ...............................


Salvador Aguilar

14. El sujeto performativo. Una propuesta metodológica para el estudio del


sujeto político .........................................................................................
Ana Cristina Aguirre, María Angélica Benavides y Joan Pujol Tarrès

15. Eventful Protests, Global Conflicts..........................................................


Donatella della Porta

16. Estudiantes contra la globalización capitalista. El caso de Cataluña .........


Robert González García

17. Las empresas transnacionales y el Tribunal Permanente de los Pueblos ....


Mikel de la Fuente Lavin y Juan Hernández Zubizarreta

18. Devenir mujer del trabajo y precarización de la existencia. La centralidad


de los componentes afectivos y relacionales al analizar las
transformaciones del trabajo ...................................................................
Lucía del Moral Espín y Manu Fernández García

19. Una aplicación de las enseñanzas del movimiento perestroika al análisis


de las políticas urbanas ............................................................................
Jordi Bonet i Martí
ÍNDICE VII

PARTE IV. GLOBALIZACIÓN CONTRAHEGEMÓNICA

20. La globalización contrahegemónica: del internacionalismo del Mayo del


68 hasta el altermundialismo del siglo xxi ...............................................
Michael Löwy

21. De la revuelta global del 68 al «fin de fiesta» neoliberal de 2008. Apuntes


sobre los principales acontecimientos de alcance global vividos durante
los últimos cuarenta años de movimientos sociales ..................................
Jaime Pastor

22. Repeat Lenin: del 68 a los movimientos globales ......................................


Pablo Iglesias

PARTE V. LATINOAMÉRICA

23. Movimientos sociales, matrices sociopolíticas y nuevos escenarios en


América Latina .......................................................................................
Maristella Svampa

24. La izquierda nacional: izquierda y gobierno en América Latina. Entre la


revolución y el reino de la necesidad .......................................................
Carlos Figueroa Ibarra

25. Una aproximación empírica a la construcción de la identidad indígena:


los marcos interpretativos y los conflictos sociales en Cusco ....................
Claire Wright

Sobre los autores............................................................................................


20
La globalización
contrahegemónica:
del internacionalismo del Mayo del 68
hasta el altermundialismo del siglo xxi
Michael Löwy

M AYO DEL 68 FUE SIN DUDA UNO DE LOS MÁS IMPORTANTES MOVIMIENTOS
sociopolíticos antisistémicos; según Immanuel Wallerstein, el más destacado del siglo
xx después de la Revolución Rusa. En su libro sobre el nuevo espíritu del capitalismo,
Luc Boltanski y Ève Chiapello distinguen entre dos tipos de crítica anticapitalista―
en el sentido weberiano del término―, cada uno con su combinatoria compleja de
emociones, sentimientos subjetivos, indignaciones y análisis teóricos, que de alguna
manera convergieron en Mayo del 68. En primer lugar, la crítica social, desarrollada
por el movimiento obrero tradicional, que denuncia la explotación de los trabajado-
res, la miseria de las clases dominadas y el egoísmo de la oligarquía burguesa que con-
fisca los frutos del progreso. Y en segundo, la crítica artista, que cuestiona los valores
y las opciones de base del capitalismo y que denuncia, en nombre de la libertad, un
sistema que produce alienación y opresión.1
Veamos más de cerca lo que Boltanski y Chiapello entienden, bajo el concepto
de «crítica artista del capitalismo», una crítica del desencantamiento, de la inauten-
ticidad y de la miseria de la vida cotidiana, de la deshumanización del mundo por
la tecnocracia, de la pérdida de autonomía, en fin, del autoritarismo represivo de los
poderes jerárquicos. En vez de liberar las potencialidades humanas para la autonomía,
la autoorganización y la creatividad, el capitalismo somete a los individuos a la «jaula
de hierro» de la racionalidad instrumental y de la mercantilización del mundo. Las
formas de expresión de esta crítica son tomadas prestadas del repertorio de la fiesta,

1. Luc Boltanski y Ève Chiapello (1999): Le nouvel esprit du capitalisme. Gallimard, París:
244-245.
340 CAPÍTULO 20

del juego, de la poesía, de la liberación de la palabra, en cuanto que su lenguaje es ins-


pirado por Marx, Freud, Nietzsche y el Surrealismo. La crítica artista es antimoderna
en la medida en que denuncia el desencantamiento, y modernista cuando insiste en
la liberación. Se pueden encontrar sus ideas ya en la década de 1950 en los pequeños
grupos de la «vanguardia» artística y política ―como «Socialismo o Barbarie» (Casto-
riadis, Claude Lefort) o el Situacionismo (Guy Debord, Raul Vaneigem)― antes de
que exploten en las calles durante la rebelión estudiantil de 1968.2
De hecho, lo que Boltanski y Chiapello llaman «crítica artista» en mayo del 68
yo lo llamaría «crítica romántica del capitalismo», es decir, una protesta cultural en
contra de los fundamentos de la civilización industrial/capitalista moderna, su pro-
ductivismo y su consumismo, así como una asociación singular, única en su género,
entre subjetividad, deseo y utopía; el «triángulo conceptual» que define, según Luisa
Passerini, 1968.3
El espíritu romántico de este mayo se define, en un primer momento, por la ne-
gatividad, la rebelión contra un sistema económico, social y político considerado in-
humano, intolerable y filisteo, y por actos de protesta como los incendios de coches,
esos símbolos despreciables de la mercantilización capitalista y del individualismo
posesivo.4 Pero está al mismo tiempo cargado de esperanzas utópicas, de sueños li-
bertarios y surrealistas, de «explosiones de subjetividad» (Luisa Passerini), en pocas
palabras, de lo que Ernst Bloch llamaba Wunschbilder, «imágenes de deseo», que no
solo son proyectadas en un futuro posible, una sociedad emancipada, sin alienación,
reificación u opresión, sino también inmediatamente experimentadas en diferentes
formas de práctica social: el movimiento revolucionario como una fiesta colectiva y
como creación colectiva de nuevas formas de organización; la tentativa de inventar
comunidades humanas libres e igualitarias, la afirmación compartida de su subjetivi-
dad (sobre todo entre las feministas); el descubrimiento de nuevas formas de creación
artística, desde los pósteres subversivos e irreverentes, hasta las inscripciones poéticas
e irónicas en los muros.
Mi principal desacuerdo con el ensayo de Boltanski y Chiapello, que, no obstante
me parece muy importante por la riqueza de sus análisis, es su tentativa de demos-
trar que, en el curso de las últimas décadas, la crítica artista, separándose de la social,
fue integrada y recuperada por el nuevo espíritu del capitalismo, por su nuevo estilo
de management, basado en los principios de flexibilidad y libertad, que propone una
mayor autonomía en el trabajo, más creatividad, menos disciplina y menos autorita-
rismo. Una nueva élite social, muchas veces activa en la década 1960 y seducida por
la crítica artista, rompió con la crítica social del capitalismo ―considerada «arcaica»

2. Ibid: 86, 245-246.


3. L. Passerini (2002): «“Utopia” and Desire», Thesis Eleven, nº 68, febrero: 12-22.
4. Voici ce que’écrivait Henri Lefebvre dans un livre publié en 1967 : «Dans cette société
où la chose a plus d’importance que l’homme, il y a un objet roi, un objet-pilote : l’automobile.
Notre société, dite industrielle, ou technicienne, possède ce symbole, chose dotée de prestige et de
pouvoir. (…) la bagnole est un instrument incomparable et peut-être irrémédiable, dans les pays
néo-capitalistes, de déculturation, de destruction par le dedans du monde civilisé». (H. Lefebvre,
Contre les technocrates, 1967, re-edité en 1971 sous le titre Vers le cybernanthrope, Paris, Denoel,
p. 14).
LA GLOBALIZACIÓN CONTRAHEGEMÓNICA 341

y asociada a la vieja izquierda comunista― y se adhiere al sistema, ocupando puestos


de dirección.5
Sin duda, hay mucho de verdad en esta imagen, pero en lugar de una continuidad
sin brechas ni contradicciones entre los nuevos managers y los rebeldes de 1968, en-
tre los deseos y las utopías de mayo y la última ideología capitalista, creo que hay una
profunda ruptura ética y política, a veces en la vida del mismo individuo. Lo que se
perdió en este proceso, en esta metamorfosis, no es un detalle, sino lo esencial: el an-
ticapitalismo. Una vez despojada de su propio contenido anticapitalista ―distinto del
de la crítica social―, la crítica artista o romántica deja de existir en cuanto tal, pier-
de toda significación y deviene simple adorno. Por supuesto, la ideología capitalista
puede integrar elementos de origen «artista» o «romántico» en su discurso, pero éstos
han sido previamente vaciados de todo contenido social significativo, para devenir
una forma de publicidad. Hay poco en común entre la nueva «flexibilidad» industrial
y los sueños utópicos libertarios de 1968. Hablar, como lo hacen Boltanski y Chia-
pello, de un «capitalisme gauchiste»6 (capitalismo izquierdista), me parece un puro
contrasentido, una contradictio in adjecto.
¿Cuál es entonces la herencia de 1968 en nuestros días? Podemos compartir la
opinión de Perry Anderson: no solo el movimiento fue vencido, sino que varios de
sus participantes y dirigentes se han vuelto conformistas; el capitalismo, en su forma
neoliberal, en las décadas de 1980 y 1990 no solo se hizo triunfante, sino que logró
presentarse como el único horizonte de lo posible.
Pero creo que asistimos, en el curso de los últimos años, al desarrollo, a escala pla-
netaria, de un nuevo y vasto movimiento social, con un fuerte componente anticapi-
talista, y que seguramente se va a reforzar con la actual desastrosa crisis financiera del
sistema. Por supuesto, la historia no se repite jamás, y sería tan vano como absurdo
esperar un «nuevo Mayo del 68», en París o en otro sitio: cada generación rebelde in-
venta su propia y singular combinatoria de deseos, utopías y subjetividad.
Estamos hablando del movimiento altermundialista, una amplia nebulosa, una
especie de «movimiento de movimientos» que se manifiesta de forma visible en los
foros sociales ―regionales o mundiales, con la participación de decenas de miles de
delegados― y en las grandes protestas contra el G8 o la OMC. Se trata de una am-
plia red descentralizada, que no corresponde a las formas habituales de la acción so-
cial o política; múltiple, diversa y heterogénea, esta red incluye sindicatos obreros y
movimientos campesinos, ONG y organizaciones indígenas, movimientos de muje-
res y asociaciones ecologistas, viejos intelectuales y jóvenes activistas. Lejos de ser una
debilidad, esta pluralidad es una de la fuentes de la fuerza, creciente y expansiva, del
movimiento. América Latina y Europa son los principales centros del altermundialis-
mo, con un principio de extensión a Asia (Foro Social Mundial de Mumbai, en 2005)
así como ―hasta ahora sin mucho éxito― a África.
Esta movilización internacional contra la globalización neoliberal, que ha toma-
do ―con la consigna «el mundo no es una mercancía»― las calles de Seattle, Praga,

5. Ibid: 283-287.
6. Je me refère aux interventions orales de P. Anderson lors de débats à l’occasion d’un semi-
naire sur Mai 68 à Florence, qui a donné lieu à la publication d’un numéro de la revue Thesis Eleven.
342 CAPÍTULO 20

Porto Alegre y Génova, es, inevitablemente, muy diferente de los movimientos de la


década de 1960. Está muy lejos de ser homogénea: en cuanto que sus participantes
más moderados o pragmáticos creen aún en la posibilidad de regular el sistema, una
amplia parte del «movimiento de movimientos» es abiertamente anticapitalista, y en
sus protestas podemos encontrar, como en 1968, una fusión única entre las críticas
marxista, libertaria y romántica del orden capitalista, de sus injusticias sociales y de
su infamia mercantil. Se pueden sin duda percibir algunas analogías con la década
de 1960 –la fuerte tendencia antiautoritaria―, pero también algunas diferencias im-
portantes: la ecología y el feminismo, que eran aún incipientes en mayo de 1968, son
ahora componentes centrales de la nueva cultura radical, mientras que las ilusiones
acerca del «socialismo realmente existente» ―ya sea el soviético o el chino― han des-
aparecido prácticamente con la caída del muro de Berlín.
Este movimiento está aún en sus inicios y es imposible prever cómo se va a desa-
rrollar, pero ya ha cambiado el clima intelectual y político en varios países. Su carácter
es realista, es decir, exige lo imposible.
Las solidaridades internacionales que nacen en el seno de esta amplia red son de
un nuevo tipo, un poco diferente de las que caracterizaban a las movilizaciones inter-
nacionalistas de las décadas de 1960 y 1970.
En esa época, la solidaridad se desarrollaba en apoyo a los movimientos de libera-
ción, ya fuera en los países del Sur ―revoluciones argelina, cubana, vietnamita― o
en la Europa del Este, con los disidentes polacos o con la Primavera de Praga. Un
poco más tarde, en la década de 1980, tuvimos la solidaridad con los sandinistas en
Nicaragua o con el sindicato Solidarnosc en Polonia.
Esta tradición, generosa y fraternal, de solidaridad con los oprimidos, no desapare-
ció, por supuesto, en el nuevo movimiento por la Justicia Global que empezaba en la
década de 1990. Un ejemplo evidente es la simpatía y el apoyo al neozapatismo, des-
pués del levantamiento de los indígenas de Chiapas, en enero de 1994. Pero vemos ya
en este proceso algo nuevo, un cambio de perspectiva. En 1996, el Ejército Zapatista
de Liberación Nacional llamó, en las montañas de Chiapas, a un Encuentro Inter-
continental ―irónicamente designado como «Intergaláctico» por el subcomandante
Marcos― contra el neoliberalismo y por la humanidad. Los miles de participantes
que asistieron a este encuentro ―que se puede considerar el primer antecedente de
lo que se llamará más tarde el «altermundialismo»―, procedentes de cuarenta países,
vinieron, sin duda, también por solidaridad con los zapatistas; pero el objetivo del en-
cuentro, definido por el EZLN, era mucho más amplio: la búsqueda de convergencias
en la lucha común en contra de un adversario común, el neoliberalismo, y el debate
sobre las posibles alternativas para la humanidad.
Ésta es, por tanto, la nueva característica de las solidaridades que se tejen en el
seno, o alrededor, del movimiento de resistencia global a la globalización capitalista:
el combate por objetivos inmediatos comunes a todos ―por ejemplo, la paralización
de la Organización Mundial del Comercio (OMC)― y la búsqueda común de nue-
vos paradigmas de civilización. En otras palabras: en vez de una solidaridad con, se
trata de una solidaridad entre organizaciones diversas, movimientos sociales o fuerzas
políticas de diversos países o continentes, que se ayudan mutuamente y se asocian en
el mismo combate, frente al mismo enemigo planetario.
LA GLOBALIZACIÓN CONTRAHEGEMÓNICA 343

Para dar un ejemplo: la red campesina internacional Vía Campesina reúne movi-
mientos tan diversos como la Confederación Campesina francesa, el Movimiento de
los Sin Tierra en Brasil o grandes movimientos campesinos en India. Estas organiza-
ciones se apoyan mutuamente, intercambian sus experiencias y actúan en común en
contra de las políticas neoliberales y se enfrentan juntos con sus adversarios comunes:
las multinacionales del agro-business, los monopolios de semillas, los fabricantes de
transgénicos, los grandes propietarios de tierras. Su solidaridad es recíproca y consti-
tuyen juntas uno de los más poderosos, activos y combativos componentes del mo-
vimiento mundial en contra la globalización capitalista. Se podrían mencionar otros
ejemplos, en el terreno sindical, feminista ―la Marcha Mundial de Mujeres― ecoló-
gico o político. Sin duda, este proceso de revitalización de las antiguas solidaridades y
de invención de otras nuevas está aún en sus inicios. Es algo frágil, incierto e incapaz,
por el momento, de poner en peligro ―a pesar de la actual crisis capitalista― la do-
minación aplastante del capital global y la hegemonía planetaria del neoliberalismo.
Aun así, es el lugar estratégico en el cual se está elaborando el internacionalismo del
futuro.
¿Cuáles son las características del movimiento altermundialista como fuerza «con-
trahegemónica»? Se trata sin duda de uno de los fenómenos de resistencia antisisté-
mica más importantes (para utilizar la terminología de I. Wallerstein) de principios
del siglo xxi.
La dinámica del «movimiento de movimientos» incluye tres momentos distintos
pero complementarios: la negatividad de la resistencia, las propuestas concretas, y la uto-
pía de otro mundo.
El primer momento, que es el punto de partida del movimiento, es el rechazo, la
protesta, el deseo de resistir al estado de cosas existente. El adversario no es la «mun-
dialización» en sí, sino su forma neoliberal capitalista, la corporate globalization con-
siderada responsable de una serie de injusticias y catástrofes: desigualdad creciente
entre el Norte y el Sur del planeta, desempleo, exclusión social, destrucción de la
naturaleza, guerras imperiales, etcétera. El movimiento nació con el grito de los zapa-
tistas en 1994: ¡Ya basta! Sin ese sentimiento radical de protesta y rebelión, el movi-
miento altermundialista no existiría.
¿Contra quiénes se dirige esta protesta? En primer plano, las instituciones finan-
cieras o comerciales internacionales: OMC, FMI, Banco Mundial, y las grandes po-
tencias del Norte, reunidas simbólicamente en el G-8. Pero para muchos de los par-
ticipantes del movimiento, el rechazo incluye no solo el neoliberalismo y el belicismo
(guerra de Irak), sino el mismo sistema capitalista mundial. Veamos, por ejemplo, la
«Carta de principios del Foro Mundial», redactada por el Comité de Organización
brasileño ―en el cual participan no solo sindicatos obreros y movimientos campe-
sinos, sino también ONG diversas y un representante de la Comisión Justicia y Paz
de la Iglesia Católica― y aprobada después por el Consejo Internacional del FSM.
Este documento, sin duda uno de los más representativos y «consensuales» del movi-
miento altermundialista, afirma: «El Foro Social Mundial es un espacio de encuentro
abierto, que busca profundizar la reflexión, el debate democrático de ideas, la for-
mulación de propuestas, el libre intercambio de experiencias y la articulación hacia
acciones eficaces, de instancias y movimientos de la sociedad civil que se oponen al
344 CAPÍTULO 20

neoliberalismo, a la dominación del mundo por el capital y a toda forma de imperia-


lismo, y que se proponen construir una sociedad planetaria basada en el ser humano.
[…] Las alternativas propuestas al FSM se oponen a un proceso de mundialización
capitalista bajo el mando de las grandes empresas multinacionales». La radicalidad
del rechazo altermundialista se vuelve en contra de la naturaleza capitalista de la do-
minación.
Dicho esto, el movimiento no es puramente negativo: no le faltan propuestas alter-
nativas concretas, urgentes e inmediatamente realizables. De hecho, no hay ningún
«programa común» del altermundialismo, y ninguna fuerza política logró imponer
su «proyecto». Aun así, aparecen, en el curso de los foros y de las movilizaciones, un
conjunto de reivindicaciones que son, si no unánimes, por lo menos ampliamente
aceptadas y defendidas por el movimiento: por ejemplo, la retirada de Irak de las
tropas extranjeras; la abolición de la deuda del Tercer Mundo; la imposición de im-
puestos sobre las transacciones financieras; la supresión de los paraísos fiscales; una
moratoria sobre los transgénicos; el derecho de los pueblos a la soberanía alimentaria;
la igualdad efectiva entre hombres y mujeres; la defensa y la extensión de los servicios
públicos; la prioridad para la salud, la educación y la cultura; y la salvaguardia del me-
dio ambiente. Estas reivindicaciones fueron elaboradas por las redes internacionales
altermundialistas ―la Marcha Mundial de Mujeres, Attac, Focus on Global South,
Vía Campesina, Comité por la Abolición de la Deuda del Tercer Mundo― y por di-
ferentes movimientos sociales, y son debatidas en los foros sociales.
Una de las grandes cualidades del FSM es permitir el encuentro y la escucha recí-
proca entre feministas y sindicalistas, creyentes y no creyentes, militantes del Norte y
del Sur, ecologistas y campesinos. En este proceso de confrontación y enriquecimien-
to mutuo no desaparecen los desacuerdos, pero poco a poco se dibujan un conjunto
de proposiciones comunes y una visión social alternativa.
Se trata aquí del tercer momento, tan importante como los anteriores: la dimen-
sión utópica del movimiento; «otro mundo es posible». No se trata solo de corregir los
excesos del capitalismo neoliberal, sino de soñar y de luchar por otra civilización, otra
forma de vivir juntos en el planeta. Más allá de las múltiples propuestas concretas, el
movimiento contiene una perspectiva transformadora más ambiciosa, más «global»,
más universal. No se trata de un programa consensual, reformador o revolucionario:
la utopía altermundialista solo se manifiesta en el hecho de compartir ciertos valores
comunes. Son éstos los que dibujan el contorno de ese «otro mundo posible».
Un valor fundamental de esa utopía es la democracia. La idea de democracia par-
ticipativa, como forma superior de ejercicio de la ciudadanía, más allá de los límites
de los sistemas representativos tradicionales ―porque permite a la población ejercer
directamente su poder de decisión y de control― es uno de los temas centrales del
movimiento. El gran desafío, desde el punto de vista del proyecto de una sociedad
alternativa, es la extensión de la democracia al terreno económico y social: ¿por qué
permitir, en esa esfera, el poder exclusivo de una élite que se rechaza en el campo po-
lítico?
El neoliberalismo reemplazó los grandes valores revolucionarios del pasado ―li-
bertad, igualdad, fraternidad―, por otros más «modernos»: libre cambio, equidad,
caridad. La utopía altermundialista retoma por su cuenta los valores de 1789, pero
LA GLOBALIZACIÓN CONTRAHEGEMÓNICA 345

dándoles un nuevo significado: así, la libertad no es solo la libertad de expresión, de


organización, de pensamiento, de crítica o de manifestación, duramente conquistadas
por siglos de lucha en contra el absolutismo, el fascismo y las dictaduras. También es
la libertad en relación con otra forma de absolutismo: la dictadura de los mercados
financieros y de la élite de banqueros y empresarios multinacionales que impone sus
intereses al conjunto del planeta. En cuanto a la igualdad, ésta se enfrenta no solo a
la «fractura social» entre los grandes propietarios y la masa de los desposeídos, sino
también a la desigualdad entre naciones, etnias y géneros. En fin, la fraternidad ―que
parece limitarse a los hermanos (frates)― gana siendo reemplazada por la solidaridad,
es decir, por relaciones de cooperación y ayuda mutua. La expresión «civilización de
la solidaridad» es un buen resumen del proyecto alternativo del movimiento. Esto
significa no solo una estructura económica y política distinta sino, sobre todo, otra
sociedad que celebra las ideas de bien común, interés general, derechos universales y
gratuidad.
Otro valor importante del altermundialismo es la diversidad. El nuevo mundo
con el cual sueña el movimiento es todo lo contrario de un universo homogéneo, en
el cual todos deben imitar un modelo único. Nosotros deseamos, decían los zapatis-
tas, «un mundo en cual quepan muchos mundos». La pluralidad de las lenguas, de las
culturas, de las músicas, de las comidas, de la formas de vida es una riqueza inmensa
que hay que saber cultivar.
Estos valores «antihegemónicos» no definen un paradigma de sociedad para el
futuro. Nos proporcionan pistas, aperturas, ventanillas para lo posible. El recorrido
hacia la utopía no está trazado: como decía el poeta, se hace camino al andar.

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