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DÍAZ-S ALAZAR, Rafael, El proyecto de Gramsci, Prólogo de Francis­

co Fernández Buey, Madrid, HOAC/Anthropos, 1992, 510 páginas.

¿Somos testigos del fin de las ideologías?, ¿qué tan cierta es esta
aseveración de quienes contemplan con la disolución de la Unión Soviéti­
ca el final de una era de regímenes totalitarios y el avance de la democra­
cia en la mayor parte del planeta? Nunca hemos estado tan cerca de la
alineación del discurso político como a vísperas de concluir el segundo
milenio de la era cristiana. Parecería que la historia se ha convertido en
una paradoja en la que conviven el cinismo del discurso con las acciones
pragmáticas de la fuerza y la violencia política y social. Las guerras de
fin de siglo tienen el signo común de la intolerancia religiosa, étnica y
racial. Las ideologías se han convertido en sofisticados instrumentos de
dominación que gobiernan detrás del trono, enmascaradas por la tecnolo­
gía de los medios de comunicación para fabricar consensos, obstaculizar
prácticas sociales emancipatorias y controlar la opinión pública.
En este contexto resulta de singular importancia la recuperación del
pensamiento de Antonio Gramsci para la crítica constructiva y la bús­
queda de alternativas viables en un futuro inmediato. El sociólogo
español Rafael Díaz-Salazar (Universidad Complutense de Madrid) con­
tinúa en El proyecto de Gramsci una de las tradiciones de análisis crítico
y reivindicativo de la obra del pensador y luchador político italiano en la
que se han inscrito autores europeos y latinoamericanos como Perry
Anderson, Jorge Alonso, Norberto Bobbio, Christine Buci-Glucksmann,
Hugo Portelli, Juan Carlos Portantiero y Hugo Zemelman, por mencio­
nar a algunos de sus más importantes representantes. En esta ocasión,
Díaz-Salazar aborda en forma original la reconstrucción de la teoría
política de Gramsci desde la óptica del hecho religioso que constituyó
para él uno de los principales paradigmas de debate y aprendizaje para la
producción de sus tesis, estrategias de acción política y herramientas de
análisis coyuntural.
Es de conocimiento general que los escritos de Gramsci fueron
elaborados en dos momentos de su vida, marcada de manera dramática
por su encarcelamiento durante el régimen fascista. Los escritos
precarcelarios son en su mayoría artículos periodísticos, pero los apuntes
que constituyen los Quaderni son notas desordenadas, sintetizadas y
encubiertas debido a la fuerte vigilancia y censura a la que fue sometido
Gramsci en prisión. Díaz-Salazar consulta minuciosamente las fuentes
originales y ediciones críticas de los escritos precarcelarios y de los
Cuadernos de la cárcel. Al respecto escribe:

A pesar de su aparente fragmentariedad, cada elemento constitutivo de la


obra gramsciana se halla implícito en otro elemento formando un círculo o
un sistema de vasos comunicantes [...] Dado que los escritos de Gramsci
están muy condicionados por los acontecimientos políticos e históricos y
son muy fragmentarios, he utilizado un método diacrònico y sincrónico,
genético y sistemático. Realizo una lectura secuencial y transversal de sus
textos (p. 28).

La riqueza del método de Díaz-Salazar salva las dificultades de una


lectura limitada a la exégesis filológica o bien a la sistematización
temática de los textos más cercana a la interpretación manualera. El
resultado es la lectura de una obra abierta, articulada y potencial para
elaborar “ una sociología de la contemporaneidad y del cambio socio-
político desde el pensamiento de Gramsci” (p. 313). Este logro
epistemológico es relevante si consideramos que entre los detractores o
“ continuadores” del pensamiento de Marx, Engles, Lenin o Gramsci el
análisis de sus obras se ha caracterizado por la interpretación dogmática
y positivista. Pero no sólo las fuentes originales son materia de consulta;
el libro contiene una amplia revisión bibliográfica que a los lectores
latinoamericanos abre horizontes de necesaria consulta sobre la abun­
dante y rica producción de análisis políticos, religiosos y sociales realiza­
da por pensadores españoles, italianos y franceses.
Rafael Díaz-Salazar, autor también de Iglesia, dictadura y democra­
cia y El capital simbólico, tiene como objetivo buscar y evidenciar el
horizonte de cambio social esbozado en el proyecto de Gramsci por la
interacción entre transformación de la sociedad civil y de la ideología de
masas. Para ello, escribe el autor:

Mi lectura de Gramsci utiliza el paradigma de la religión como hilo


conductor. A nadie que conozca los clásicos de la sociología se le escapa la
enorme relevancia que éstos dieron al tema religioso. [...] Para Gramsci
— al igual que para los clásicos de la sociología— lo fundamental no es el
estudio del fenómeno religioso en sí mismo, sino el uso del análisis socio-
religioso para investigar otras cuestiones. [...] Insisto en que si Gramsci
analizó la religión como un tema central fue en función de una finalidad
no religiosa, y ésta influyó en que en su metodología general relacionara
análisis socio-político y cultural con análisis de los hechos religiosos (p.
22-23).

A lo largo de cinco capítulos Díaz-Salazar documenta, analiza, criti­


ca y recupera con minuciosa claridad los conceptos básicos de la obra de
Gramsci, sin perder el contexto histórico y de evolución personal en el
que fueron producidos.
El 4‘Capítulo I. La construcción de la sociedad socialista y la crítica
de la religión” , trata sobre la primera época del joven Gramsci — antes
de su encarcelamiento: 1914a finales de 1926— , periodo en el que inicia
su crítica a la ideología religiosa en la medida que valora su importancia
como: 1) obstáculo para la emancipación de las masas y 2) modelo
negativo que puede servir de paradigma a un nuevo tipo de cultura
enraizado en la filosofía de la praxis. Desde el principio, Gramsci trata el
hecho religioso en tanto organización política de la religión
institucionalizada. Ello le permite descubrir la pluralidad interna del
mundo católico y distinguir los grupos sociales que en él interaccionan.
Al respecto, su aportación sociológica más importante consiste en dar
una explicación sociopolítica de las diferencias y tensiones en el seno de
la Iglesia. (Véase en los Cuadernos su análisis sobre las corrientes
eclesiásticas surgidas en tomo a jesuítas, integristas y modernistas).
En el “ Capítulo II. Ideología de masas, formas de conciencia social y
religión del pueblo” , se analiza el concepto de religión que aparece en los
Cuadernos, el contexto intelectual en el que surge, y la función que
cumple en la elaboración gramsciana del marxismo. A diferencia de
otros autores marxistas, el interés de Gramsci por el estudio de la
ideología está en función de la movilización política de las masas y de la
búsqueda del lugar específico de la filosofía de la praxis dentro de las
diversas tendencias filosóficas materialistas e idealistas (p. 115). Esta
preocupación orientó su definición de ideología en un sentido amplio, y lo
situó en una postura diferente a la de Marx y los marxistas clásicos. Para
Gramsci, el concepto de ideología no tiene un contenido negativo (limita­
do al de falsa conciencia o conciencia alienada de la realidad); es una
concepción del mundo que se manifiesta implícitamente en múltiples
actividades. Las ideologías no son algo etéreo, ni meramente intelectual.
Poseen una fuerza material y realizan funciones sociales al expresar los
intereses de clase y constituirse en medios para la toma de conciencia;
además, configuran instituciones, comportamientos y representaciones
de la realidad, y llegan a constituirse en instrumentos de dominación
política. En este capítulo se abordan cuestiones medulares en la obra de
Gramsci: la relación entre superestructura y estructura, formación de
bloques de poder, función de los intelectuales, y la diferencia entre
ideología y cultura.
El “ Capítulo III. Transformación de la sociedad civil, construcción
de la hegemonía y paradigma religioso” es quizá el central del libro. En
él, Díaz-Salazar expone en detalle los conceptos de sociedad civil y
hegemonía, las relaciones entre sociedad civil y política y la construcción
de hegemonía por medio de la guerra de posición. Asimismo, relaciona en
un análisis original el significado de estas categorías con respecto al
devenir histórico de la religión para ejemplificar la función política del
cristianismo en la construcción de hegemonía en la sociedad civil.
El “ Capítulo IV. Estado ético, partido político e institución religio­
sa” trata sobre el conflicto entre el Estado ético y educador y la Iglesia
como fuerza política e intelectual; la función del partido político como
“ Príncipe moderno” , y las rupturas internas de la Iglesia.
Finalmente, en el “ Capítulo V. Más allá de Gramsci con Gramsci.
Cambio socio-político y factor religioso en la estructura social” , Díaz-
Salazar recupera el proyecto de Gramsci analizado a lo largo de los
primeros cuatro capítulos y propone un intento de actualización.

Voy a revisar críticamente el proyecto y el pensamiento de Gramsci desde


una teoría social de la emancipación que se pregunta por el papel social de
los hechos religiosos en los cambios de la estructura social. Especialmente
quiero cotejar la obra de Gramsci con las transformaciones operadas en el
área de la conciencia y de los comportamientos religiosos, y más concreta­
mente con el surgimiento de religiones vinculadas con luchas sociales
emancipatorias. Me parece que éste es el punto más adecuado e interesante
para repensar la obra de un autor que dio una primacía al estudio de la
funcionalidad política del hecho religioso (p. 314).

Tomando como objeto empírico el llamado “ cristianismo de libera­


ción” , Díaz-Salazar examina cómo esta religión está cumpliendo en
varios países las funciones emancipatorias de: desbloqueo ideológico de
las masas hacia el socialismo, deslegitimación del orden de opresión
existente, movilización política revolucionaria, y legitimación de un
proyecto revolucionario (p. 323). El caso de Nicaragua después del
triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional quizá sea el mejor
ejemplo de lo anterior. Sin embargo, esta situación no contradice la teoría
política de Gramsci, si por ello se entiende que desde su universo
conceptual es posible comprender y explicar algunos hechos contempo­
ráneos, más que establecer una confrontación teórica con su obra. Con
este espíritu, Díaz-Salazar enriquece la perspectiva gramsciana que
reconoce un núcleo sano de la religión (identificado por Gramsci en el
cristianismo primitivo y los movimientos místicos de Peguy y san Fran­
cisco de Asís) mediante el diálogo con otros autores como Emst Bloch,
Leszek Kolakowski y Sigmund Freud. El resultado de este diálogo es una
reflexión original para la formación de una teoría marxista de los hechos
religiosos, que bien podría considerarse como un terreno de encuentro
tantas veces intentado, y casi siempre malogrado, entre cristianos y
marxistas. Lo que logra Díaz-Salazar a partir de Gramsci tiene un
significado equiparable a lo que en el terreno de la teología de la
liberación hicieron pensadores como Leonardo Boff, Enriquece Dussel,
Arturo Paolí, Gustavo Gutiérrez y José María González, por citar sólo a
algunos.
El Proyecto de Gramsci se publica en una de las coyunturas más
críticas para los regímenes políticos y religiosos de oriente y occidente.
En el caso particular de América Latina, las ideas de Gramsci desde la
lectura de Díaz-Salazar constituyen un punto de referencia necesario
para analizar, comprender y recuperar aquellas experiencias del cristia­
nismo liberador que la misma iglesia católica ha atacado y desterrado de
los paradigmas magisteriales que sus jerarquías imponen. Lo mismo se
podría argumentar para analizar las experiencias históricas socialistas
del siglo XX y el significado estructural religioso que entrañan las
actuales luchas de poder regionales.
Como innovación teórica, como materia de reflexión para la praxis
política y religiosa, y como necesidad para establecer puntos de encuen­
tro y diálogo, la lectura del Proyecto de Gramsci rebasa el ámbito de la
actualización académica y se erige como necesidad prioritaria para todo
aquel que se preocupa y lucha por construir un futuro diferente.

Miguel Jesús Hernández M.


El Colegio de Michoacán.

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