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El documento presenta un resumen de la teoría de sistemas de David Easton, en donde se describe a la vida política como un sistema abierto que interactúa con su ambiente. Se explica que los sistemas políticos están expuestos a influencias ambientales y que poseen mecanismos para responder a estos cambios y regular su conducta. También se discuten los conceptos de equilibrio, perturbaciones, demandas, apoyo e intercambios entre sistemas como variables clave en el análisis sistémico de la política.
El documento presenta un resumen de la teoría de sistemas de David Easton, en donde se describe a la vida política como un sistema abierto que interactúa con su ambiente. Se explica que los sistemas políticos están expuestos a influencias ambientales y que poseen mecanismos para responder a estos cambios y regular su conducta. También se discuten los conceptos de equilibrio, perturbaciones, demandas, apoyo e intercambios entre sistemas como variables clave en el análisis sistémico de la política.
El documento presenta un resumen de la teoría de sistemas de David Easton, en donde se describe a la vida política como un sistema abierto que interactúa con su ambiente. Se explica que los sistemas políticos están expuestos a influencias ambientales y que poseen mecanismos para responder a estos cambios y regular su conducta. También se discuten los conceptos de equilibrio, perturbaciones, demandas, apoyo e intercambios entre sistemas como variables clave en el análisis sistémico de la política.
La vida política como sistema abierto y adaptable La vida política es un sistema de conducta incorporado a un ambiente a cuyas influencias está expuesto el sistema político mismo que reacciona frente a ellas. En primer lugar se da por supuesto que las interacciones políticas de una sociedad constituyen un sistema de conducta. En segundo lugar si se logra aislar analíticamente la vida política como sistema, es notoria la inutilidad de interpretar ese sistema como existente en el vacío. Es necesario verlo rodeado de ambientes físicos, biológicos, sociales y psicológicos. En tercer lugar, lo que vuelve útil y necesaria la identificación de los ambientes es el supuesto de que la vida política forma un sistema abierto, debe considerarse expuesto a influencias procedentes de los demás sistemas a los que está incorporado. Una de las propiedades de la organización interna de un sistema político es su capacidad para responder a las circunstancias en que funciona. Los sistemas políticos poseen gran cantidad de mecanismos mediante los cuales pueden tratar de enfrentarse con sus ambientes. Gracias a ellos son capaces de regular su propia conducta, transformar su estructura interna y remodelar sus metas fundamentales. El análisis del equilibrio y sus deficiencias El análisis del equilibrio prescinde de esas capacidades variables de los sistemas para hacer frente a influencias ambientales. Ha invadido buena parte de la investigación política. Por necesidad, un análisis que conciba a un sistema político tratando de mantener un estado de equilibrio tiene que suponer la presencia de influencias ambientales, ya que son estas las que alejan de su presunta situación de estabilidad a las relaciones de poder del sistema. Es habitual examinar el sistema en función de su tendencia a volver a un presunto punto previo de estabilidad. Son numerosas las dificultades conceptuales y empíricas que se oponen al empleo eficaz de la idea de equilibrio para analizar la vida política. Hay dos particularmente relevantes para nuestros fines actuales. En primer término, el enfoque del equilibrio deja la impresión de que los miembros de un sistema tienen una meta básica cuando hacen frente a un cambio: Volver al antiguo punto de equilibrio. En segundo término, ninguna atención explicita se presta a los problemas relacionados con el camino que sigue el sistema en esos desplazamientos. Es característica primordial de todos los sistemas su capacidad de adoptar una amplia serie de acciones positivas, constructivas e innovadoras para desviar o absorber cualquier fuerza de desplazamiento del equilibrio. Para enfrentar una perturbación no es necesario volver al punto de equilibrio previo o pasar a uno nuevo, sino que se puede modificar su ambiente, aislarse contra otra influencia del ambiente, los miembros de la sociedad transformar sus relaciones y sus metas y prácticas para mejorar su manejo de los inputs del ambiente. La adopción del análisis del equilibrio oculta la presencia de aquellas metas del sistema que no pueden describirse como estado de equilibrio; también oculta la existencia de sendas variables para alcanzar esos fines optativos. Conceptos mínimos para un análisis sistémico El análisis sistémico promete ofrecer una estructura teórica más expansiva, completa y flexible. Para ello, debe establecer sus propios imperativos teóricos. Podemos definir sistema como cualquier conjunto de variables, independientemente del grado de relación entre ellas. Esta definición exime de la necesidad de dirimir si un sistema político es realmente un sistema. Sistema político: Aquellas interacción por medio de las cuales se asignan autoritariamente valores en una sociedad. El ambiente puede dividirse en dos partes: 1. Intra social: Todos aquellos sistemas que pertenecen a la misma sociedad que el sistema político pero que no son sistemas políticos. Comprenden series de conducta, actitudes e ideas como la economía, la cultura, la estructura social y las personalidades individuales; son segmentos funcionales de la sociedad, uno de cuyos componentes es el sistema político. Los demás sistemas constituyen la fuente de muchas influencias que crean y dan forma a las circunstancias en que tiene que operar aquel. 2. Extra social: Todos los sistemas que están fuera de la sociedad dada. Componentes funcionales de una sociedad internacional, suprasistema del que forma parte toda sociedad individual. Estas dos clases de sistemas comprenden el ambiente total del sistema político. Podemos emplear el concepto de perturbación para designar aquellas influencias del ambiente total de un sistema que actúan sobre este y lo modifican. Todos los sistemas políticos se caracterizan por el hecho de que para describirlos como persistentes, tenemos que atribuirles el cumplimiento exitoso de dos funciones: 1. Asignar valores para una sociedad 2. Lograr que la mayoría de sus miembros acepten estas asignaciones como obligatorias. Estas dos propiedades constituyen las variables esenciales de la vida política. Por su presencia, podemos decir que una sociedad tiene vida política alguna. Estas variables permiten establecer si y como causan tensión en un sistema las perturbaciones que actúan sobre él. Se produce tensión cuando existe peligro de que dichas variables sean impulsadas mas allá de lo que cabe denominar su margen critico. Variable de enlace entre sistemas Intercambio: Reciprocidad de las relaciones entre el sistema político y los demás sistemas del ambiente Transacciones: Un efecto actúa en cierta dirección sin preocuparnos por el momento de la conducta reactiva de otro sistema Si los sistemas no estuvieran acoplados de algún modo, todos los aspectos de la conducta en una sociedad, identificables mediante el análisis, serian independientes entre sí. Una transacción o intercambio entre sistemas será considerado como un enlace que adopta la forma de relación input-output. Demandas y apoyos como indicadores de inputs. Inputs: Permitirá aprehender el efecto de la gran variedad de acontecimientos y circunstancias ambientales, en tanto se vinculan con la persistencia de un sistema político. Servirán de variables resúmenes que concentran y reflejan todo cuanto es relevante en el ambiente para la tensión política. Podemos concebirlos comprendiendo todo acontecimiento externo al sistema que lo altere, modifique o afecte. También se puede limitar a ciertas clases de inputs que pueden servir de indicadores sintéticos de los efectos más importantes que atraviesan la frontera existente entre los sistemas para métricos y los políticos. Nos exime de tratar y rastrear por separado las consecuencias de cada tipo de suceso ambiental. Las influencias ambientales más destacadas se centran en dos inputs principales: 1. Demandas 2. Apoyo A través de ellos se encauza, refleja, resume e influye en la vida política una serie de actividades. En las fluctuaciones de los inputs de demandas y apoyo encontramos los efectos de los sistemas ambientales que se transmiten al sistema político. Outputs y retroalimentación Output: Organizar las consecuencias resultantes de la conducta de los miembros del sistema. Averiguar los efectos de estos outputs sobre lo que podríamos denominar outputs políticos, las decisiones y acciones de las autoridades. Por su intermedio podemos averiguar los efectos de la conducta que tiene lugar dentro de un sistema político sobre su ambiente. Influyen en los sucesos de la sociedad más amplia de la que forma parte el sistema, determinan cada tanda sucesiva de outputs que penetran en el sistema político. Existe un circuito de retroalimentación cuya identificación contribuye a explicar los procesos mediante los cuales el sistema puede hacer frente a la tensión. Debemos tener en cuenta que en todo sistema existen personas que suelen hablar en nombre de él, denominadas autoridades. Es preciso retroalimentar a estas autoridades con información relativa a los efectos de cada tanda de outputs para que no actúen a ciegas. Un modelo de flujo del sistema político El análisis sistémico de la vida política se apoya en la idea de que los sistemas están insertos en un ambiente y sujetos a posibles influencias ambientales que amenazan con llevar sus variables esenciales mas allá de su margen critico. Ello induce a suponer que el sistema debe ser capaz de reaccionar con medidas que atenúen la tensión. Las acciones emprendidas por las autoridades son críticas en este aspecto. Un análisis sistémico plantea ciertos interrogantes fundamentales, cuya respuesta contribuirá a dotar de sustancia y vida al esquema presentado. La tarea de construcción de la teoría no consiste en dar respuestas sustantivas a estas preguntas desde el comienzo, sino más bien en enunciar las preguntas apropiadas, así como en idear el mejor modo de buscar respuestas.
ROBERT DAHL: LA POLIARQUÍA.
La teoría madisoniana y populista sugiere dos métodos para estructurar una teoría de la democracia. El método de maximización consiste en especificar una serie de objetivos que se deben maximizar. Así, la democracia puede definirse en función de los procesos gubernamentales específicos necesarios para maximizar todos o algunos de esos objetivos. La teoría madisoniana postula una república no tiránica, la teoría populista postula la soberanía popular y la igualdad política. Una segunda vía (método descriptivo) consiste en considerar como una sola clase de fenómenos a todos los Estados-nación y a las organizaciones sociales democráticos y, examinando los miembros de esta clase, descubrir: las características comunes que los distinguen y las condiciones necesarias y suficientes para que las organizaciones sociales posean esas características. Pero no se trata de métodos excluyentes; y la democracia populista presenta un defecto básico que es que no explica nada del mundo real. ¿Qué significa maximizar la democracia? Considerando la democracia como un estado de cosas constituye un límite, y todas las acciones que se acerquen a este límite serán maximizadoras. El modelo de democracia populista sugiere 3 características: 1) la alternativa elegida y aplicada como política gubernamental es la alternativa preferida por los individuos 2) en el proceso de elegir la que ha de imponerse como política del gobierno se asigna un valor igual a la preferencia de cada individuo 3) la regla de decisión: al elegir entre alternativas, se elegirá la preferencia por el mayor número. Si elegimos una acción concreta, por ejemplo el resultado de la votación, como índice satisfactorio de las preferencias, entonces no existen pruebas operativas para comprobar la existencia de la igualdad política. La única prueba operativa de igualdad política es en qué medida se sigue la regla en una serie de casos. Por lo tanto, nuca podemos calificar una decisión concreta de demócrata, sino sólo una serie de decisiones. Es de importancia crucial especificar en qué etapa concreta del proceso de decisión consideraremos efectuada la expresión de preferencia. Existe así en la teoría democrática la posibilidad de un tipo de regresión finita a etapas diferentes en el proceso de decisión; pero mientras uno tenga claridad absoluta en cuanto a qué etapa está describiendo, se pueden evitar algunas de las ambigüedades más comunes. Es preciso distinguir como mínimo dos etapas: la etapa de elección y la etapa interelectoral. La etapa electoral, se compone de un mínimo de tres períodos. El período de votación, el período previo a la votación y el período posterior a la votación. Durante el período de votación tendríamos que comprobar en qué medida se dan, al menos, tres condiciones: 1. Cada miembro efectúa los actos que consideramos una expresión de preferencia entre las alternativas previstas. 2. Al tabular estas expresiones el peso asignado a la elección de cada individuo es idéntico. 3. La alternativa con mayor número de votos se proclama elección ganadora. En cierto sentido, toda decisión humana puede considerarse una elección consciente o inconsciente de la alternativa preferida entre las que el agente percibe. La esencia de toda política competitiva es, aproximadamente, el soborno del electorado por parte de los políticos. Así pues, puede enunciarse una cuarta condición limitadora que debe cumplirse en el período previo a la votación y que debe regir la inclusión de alternativas para el período de votación: 4. Cualquier miembro que perciba un conjunto de alternativas, y considere al menos una de ellas preferible a las demás, puede añadir su alternativa preferida, o sus alternativas, entre las seleccionadas para la votación. También el monopolio de la información agrega una quinta condición: 5. Todos los individuos poseen idéntica información sobre las alternativas. La quinta condición no es ninguna garantía de racionalidad cósmica. Permite decir, como máximo, que la elección no ha sido manipulada mediante el control de la información por parte de un individuo o un grupo determinado. Las condiciones cuarta y quinta no son tan fácilmente comprobables como las tres primeras. Sería posible que un régimen permitiese que se diesen esas condiciones durante el período de la votación y luego se limitase a ignorar los resultados. En consecuencia, dos condiciones más para el período posterior a la votación: 6. Las alternativas con mayor número de votos desplazan a todas las alternativas con menos votos. 7. Las órdenes de los cargos electos se cumplen. La maximización de la igualdad política y de la soberanía popular en esa etapa interelectoral exigiría: 8.I Que todas las decisiones interelectorales están subordinadas a las establecidas durante la etapa de elección o que sean aplicación de éstas, es decir, las elecciones controlan en cierto modo; 8.2 o que las nuevas decisiones del período interelectoral estén regidas por las siete condiciones precedentes, actuando en circunstancias institucionales bastante distintas; 8.3 o ambas cosas. Ninguna organización humana ha cumplido jamás, ni es probable que cumpla, esas ochos condiciones. En cuanto a la primera condición, en todas las organizaciones humanas hay claramente variaciones significativas en la participación en las decisiones políticas, relaciondas con variables como el grado de interés, capacidad, acceso, educación, etc. En ninguna organización se da la cuarta condición. Quizás haya una aproximación en grupos muy pequeños. En los grupos grandes el control sobre la comunicación está tan desigualmente distribuido que algunos individuos disponen de una influencia considerablemente mayor que otros en la definición de las alternativas programadas para la votación. El número de individuos que ejercen un control significativo sobre las alternativas programadas, es, en la mayoría de las organizaciones, una pequeña fracción del total de sus miembros. Son aplicables los mismos comentarios a la quinta condición. La séptima condición origina graves dificultades, pero lo más difícil es en qué medida se da esta condición. Como las organizaciones humanas raras veces llegan al límite establecido por estas ocho condiciones, es preciso considerar cada una de ellas como el fin de un continuo o escala con el que podría medirse cualquier organización. Si pudieran medirse cada una de las ocho escalas, sería posible y quizá conveniente establecer clases arbitrarias, cuyo sector superior podría denominarse poliarquías. Las organizaciones difieren marcadamente en la medida en que se acercan a los límites establecidos por las ocho condiciones. Las poliarquías incluyen una variedad de organizaciones democráticas. El número de poliarquías es, por lo tanto, grande. Considerando que hay un gran número de casos a estudiar, debería ser posible resolver el problema de cuáles son las condiciones necesarias y suficientes para que existan poliarquías. Vemos así que el primer método para elaborar una teoría de la democracia, el método de maximización, se funde en este punto con el método descriptivo. Cada una de las ocho condiciones puede formularse como una norma. El nivel de poliarquía existente dependerá de la medida en que se consideren deseables las normas. Así podemos formular las siguientes hipótesis: 1. Cada una de las condiciones de la poliarquía aumenta a aumentar la amplitud del acuerdo sobre la norma correspondiente. 2. La poliarquía es una función del consenso sobre las ocho normas, si todas las demás condiciones permaneces invariables. El consenso posee 3 dimensiones como mínimo: el número de individuos que concuerdan, la intensidad de su convicción y el grado en que su actividad manifiesta se ajusta a la convicción. La magnitud de la coincidencia de criterios debe depender funcionalmente de la medida en que la familia, los centros de enseñanza, iglesias, clubes, la literatura, la prensa, etc. Utilizan los diversos procesos de socialización en favor de las normas. Igual, si fuese posible determinar en qué medida se utilizan esos procesos, podríamos formular: 3. La amplitud del acuerdo sobre cada una de las ochos normas aumenta con el grado de instrucción social en la norma. 4. El consenso es pues una función de la instrucción social total de todas las normas. De las hipótesis precedentes se deduce también que: 5. La poliarquía es una función de la instrucción social total en todas las normas. La cantidad de instrucción que se da en estas normas no es independiente del nivel de acuerdo que existe sobre las posibles elecciones entre alternativas políticas. Cuanto menos acuerdo haya sobre las elecciones políticas alternativas, más difícil será para cualquier organización instruir a sus miembros a las ocho normas; aunque la práctica de las regla pueda beneficiar a algunos miembros, impondrá limitaciones a otros. Si los resultados son graves para un número grande de individuos, quienes sufren por la aplicación de las reglas se opondrán a ellas y por lo tanto se resistirán a que se les instruya en ellas. Así: 6. La instrucción social en las ochos normas aumenta con el nivel del consenso o acuerdo sobre las elecciones posibles entre las alternativas políticas. De la 5 y la 6 se deduce que: 7. Con el consenso sobre las alternativas políticas aumenta una, o más de una, de las condiciones de la poliarquía. La hipótesis 6 indica que también es válido lo contrario de la hipótesis 4. Cuanto más desacuerdo haya respecto a las normas, más probable es que alguno de los medios de instrucción social instruyan a algunos individuos en normas opuestas. 8. El nivel de instrucción social en una de las ocho normas aumenta también con el grado de acuerdo existente sobre ella. Para abordar, si existe, esta cuestión de la relación entre la diversidad y democracia, necesitamos diferenciar 2 categorías: a. La categoría que va desde la coincidencia de pareceres sobre objetivos hasta la discrepancia. Debemos distinguir aquí entre coincidencia sobre objetivos políticos y sobre objetivos no políticos. Es político cualquier objetivo que los individuos pretendan propugnar o rechazar por medio de la acción del gobierno. Hay dos tipos de objetivos políticos: los plasmados en las ocho normas y los referidos a políticas públicas. La poliarquía exige una coincidencia de pareceres relativamente amplia sobre ambos tipos de objetivos políticos. b. La categoría que va de la autonomía al control. Un grupo es autónomo en la medida en que su política no está controlada por individuos exteriores al grupo. Madison sostiene un grado relativamente elevado de autonomía de grupo, unido a un grado relativamente alto de discrepancia sobre los objetivos políticos, que constituirá un freno importante a la capacidad de cualquier mayoría para controlar la política gubernamental. La discrepancia y la falta absoluta de autonomía minan la poliarquía. Si los dos grupos son autónomos entre sí la decisión no es ya una decisión política en la que haya de utilizarse la maquinaria de la poliarquía. Se convierte en una cuestión no política. Pasado cierto punto, cuanto más agudo es el desacuerdo sobre políticas dentro de una organización social y cuanto mayor es la proporción de individuos que se incluyen en el desacuerdo, mayor es el nivel de autonomía social que hace falta para que exista un cierto nivel de poliarquía. Peor el nivel de acuerdo no puede considerarse absolutamente independiente de la cuantía de actividad política de una organización. El grado con que se cumplen algunas de las condiciones de la poliarquía dependerá también de la actividad política de sus miembros. Así: 9. La poliarquía es una función de la actividad política de los miembros. La teoría populista era formal y axiomática, pero que le faltaba información sobre el mundo real. Decir que sólo es posible alcanzar la igualdad política y la soberanía popular perfecta, por definición de términos, con el principio de la mayoría, no es enunciar una proposición absolutamente inútil, pero tampoco es algo de gran utilidad.