Eje del trabajo del mediador: la escucha

Durante ésta etapa el mediador ha asumido un rol pasivo, las partes han sido protagonistas, y el
mediador se dedicó a escuchar, lo que no es poco.

En ésta etapa el eje de su tarea está centrado es la escucha:

a) No sólo el mediador escucha también las partes entre sí, por lo menos es lo que
deseamos si optamos por una reunión conjunta. Aunque a veces no siempre se puede.

b) El mediador no sólo escucha ahora sino mediante todo el proceso. Ello implica una
actitud mucho más abarcativa, intensa y espontánea del mediador y significa ponerse
por entero a disposición del hablante. De ahí la relación con los conceptos de
autenticidad y profundidad. De manera de hacerle saber a las partes que ese es su
lugar de trabajo del conflicto. Es imprescindible para la legitimación.

Escuchar implica entrar al mundo que el otro ofrece, nuestra mirada y atención genuinas
son nuestro elemento más valioso.

El mediador frente al despliegue de la comunidad

Más allá de la singularidad de las percepciones, las personas están abriendo sus mundos y
éstos enriquecen notablemente al mediador

También vemos situaciones que se reiteran como problemáticas sociales más generalizadas, y
recibimos una percepción del contexto global, a través de historias individuales.

Pasar a la dimensión de la presencia humana tiene una gran intensidad.

La presencia física de todos en la sala nos impacta de diversas maneras. Aún cuando en las
tareas previas hayamos tenido contacto directo con quien se acerca al conflicto, generalmente
hemos estado con uno de los protagonistas, pero no con todos los involucrados en la situación.
Ésta circunstancia novedosa ubica un lugar especialísimo en donde vamos a desarrollar nuestra
actividad con enorme cautela.

El mediador debe estar preparado para ésta intensidad tanto de la presencia humana, como para
conducir el proceso a través de la palabra y donde él sostiene el eje desde este lugar sutil.

Caram

¿Qué es escuchar?

Es la actividad que desarrollaremos a lo largo de todo el proceso y consiste en atender a lo que

se dice como a lo que no se dice (miradas, movimientos, silencios) a lo que dice el que habla y o
que provoca en lo demás, a las sonrisas al cuerpo que se acomoda, a la sensación de
incomodidad que se percibe, o sea todo lo que acontece en la mediación. (Lederach).

O sea que no sólo el mediador se dedica a oír.

En esa tarea intentaremos ir separando las partes importantes del relato, el recorte de los
hechos, las argumentaciones y los sentimientos, con la finalidad de a poco de ir armando un
diagrama del conflicto.

¿QUE ES ESCUCHAR BIEN?

Esto implica al menos dos cosas.

1. Alentar el relato de la partes para favorecer la expresión del que habla, animándolas a
que se expresen con confianza, demostrando interés a través de nuestra actitud
corporal: mirando al que habla, tomando notas, no interrumpiendo.
(salvo que no comprendamos lo que dice, se alejen manifiestamente de lo pertinente
para el tratamiento del conflicto, ya sea porque los temas guardan poca conexión
Parente con el tema convocante o porque las palabras contengan una carga agresiva
para los demás participantes).
2. Escuchar despojados de nuestros supuestos, para preservar una verdadera neutralidad.
Escuchar con verdadera curiosidad y despojados de juzgar lo que ecuchamos.

¿PARA QUE ESCUCHAMOS?

Escuchamos para conocer, para enterarnos, para saber más de la persona que está hablando,
para comprender las razones que se expresan, poniendo en suspenso las ideas, reacciones o
respuestas que provoque.

¿CÓMO ESCUCHAMOS?

- Intentamos colocarnos en el lugar del otro.

- Mientras escuchamos vamos discriminando los conceptos de trabajo los coneptos
mencionados. Delimitando el foco del trabajo.
- La idea es en base a los que escuchamos transformar esas ideas hipótesis, que
anotaremos para trabajarlas oportunamente.
- Trabajamos para conocer, no para corroborar nuestra hipótesis.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE QUE LAS PARTES SE SIENTAN ESCUCHADAS?

- Al ser escuchadas las personas s sienten legitimadas y esto genera confianza y ánimo
para enfrentar problemas y buscar salidas, en la idea d que nadie conoce mejor que los
protagonistas la cuestión y los posibles recursos para solucionarla.