Vous êtes sur la page 1sur 10

Pág.

¿Qué es Pecado?
Introducción.-

El punto central, me parece a mi, que determina ambas direcciones de creencias - el fundamento y
la premisa de toda la controversia - es la interrogante: ¿Qué es el pecado? Después de todo, todo el
evangelio se centra en cómo somos salvados del pecado. Es el pecado lo que nos ha causado estar
perdidos, y el evangelio son las buenas dádivas de cómo somos redimidos del pecado. Ahora la mayoría
de nosotros parecería que hemos asumido, tal vez durante toda nuestra vida, que sabemos lo que es
pecado, pero como es típicamente cierto de la mayoría de las cosas que nosotros hemos aceptado sin
examinar cuidadosamente, nuestras aseveraciones pueden ser simples suposiciones no probadas que
necesitan de un cuidadoso replanteamiento. Es justamente en este punto que el adventismo ha sido
retado como poseedor de una definición no precisa y errónea del pecado, la cual ha conllevado a
posiciones erróneas respecto a la justificación por la fe.
La pregunta crucial es ¿Cuál es la naturaleza del pecado por el cual el hombre es considerado
culpable, tan culpable que él debe morir en el fuego infernal a menos que sea rescatado por la gracia de
Dios? Debemos ser precisos al definir la naturaleza del pecado, de manera que podamos saber
exactamente de qué es que el Evangelio nos rescata. ¿De qué debemos ser perdonados? ¿Qué debe ser
sanado para que escapemos de la muerte eterna?
Cuando visitamos a un médico, él primero debe determinar con precisión (esperamos), la
naturaleza del problema que nos aflige antes que él pueda recetar una terapia o medicina que nos pueda
sanar. Justamente ocurre lo mismo con el pecado. Debemos saber donde reside nuestra culpa, de manera
que podamos aplicar el evangelio para corregir la enfermedad.

1.- ¿Qué es Pecado?

La justificación por la fe es probablemente el tema más importante de todos los temas bíblicos y se
encuentra en la base de cualquier discusión de como los hombres y las mujeres son salvos. Pero, ¿Qué es
justificación por la fe y cómo se relaciona con el evangelio? Hemos tenido mucha controversia dentro de
la iglesia Adventista sobre este tema. Es muy significativo que en el debate serio de este asunto siempre
somos dirigidos hacia un tema que está en la base de todos los otros temas:
¿Qué es pecado? ¿Por qué estamos tan preocupados por un tema que parece tan negativo?
Simplemente porque las conclusiones que uno tenga de lo que es la justificación por la fe dependen de la
definición que uno le de al pecado. ¿Por qué es el hombre culpable? ¿Por qué razón condena Dios al
hombre? ¿Por qué dice Dios que el hombre debe morir en el fuego del infierno? Lo que decimos de lo
que es pecado afecta cualquier otra decisión que tomemos sobre la naturaleza de la justificación por la
fe.
Quizás pensamos que sabemos qué es el pecado. Sería de gran ayuda reexaminar nuestras
suposiciones y decidir por nosotros mismos qué queremos decir cuando usamos la palabra pecado.
Todos sabemos que hemos pecado, pero ¿cómo? Cuando vamos al médico, él debe descubrir qué es lo
que está mal antes de dar la prescripción correcta. Así pues, saber qué anda mal en nuestras vidas antes
que Jesucristo nos pueda salvar de nuestro problema, nuestro pecado. Debemos conocer la naturaleza
de la enfermedad a la cual el remedio sería aplicado.
Demos una mirada hacia atrás y veamos el pecado con el cual comenzó todo el problema que
tenemos en este mundo. Conocemos que Adán escogió pecar voluntariamente. Sabemos que él se volvió
culpable por su decisión. Pero, ¿qué de nosotros? ¿Somos culpables por el pecado de Adán, porque
nacimos como descendientes de Adán? ¿Somos culpables porque heredamos la naturaleza caída de él?
¿O somos culpables porque decidimos repetir el pecado de Adán?
Así que, volvamos otra vez a la pregunta sobre la naturaleza del pecado. ¿Qué debe perdonar y
sanar el Evangelio? La pregunta básica que debe ser contestada es esta: ¿Cuál es la naturaleza del
Pág. 2

pecado por el cual una persona se considera culpable, tan culpable que moriría en las llamas del infierno
a menos que Dios la perdone? ¿Cuál es la naturaleza de ese pecado?

2.- El Pecado Como Naturaleza.-

Ahora nosotros debemos comenzar con definiciones precisas. Muchas definiciones se han
formulado a través de los siglos. Un grupo dice que nuestra culpabilidad es el resultado inevitable de
algo llamado pecado original. De acuerdo a esta forma de pensar el pecado original no es la elección de
Adán de pecar. Lo que quiere decir es el estado o condición en la cual nacemos como resultado o por el
pecado de Adán, nacemos pecadores. Aunque el término pecado original ha sido usado por muchos
teólogos, quizás necesitamos apartarnos del término como tal y hablar del asunto que está detrás del
término. Algunas veces los términos teológicos tienden a oscurecer en vez de clarificar. ¿Qué significa
realmente el término?
El pecado original puede ser definido de varias maneras. Algunos dicen que somos culpables
porque heredamos el pecado de Adán. Algunos dicen que somos culpables no porque heredamos la
culpabilidad, pero, a causa de que nacimos como hijos e hijas de Adán, y se nos imputa la culpa por
haber nacido en una raza caída. Así la culpabilidad de Adán se nos imputa a nosotros.
Otra variación dice que no somos culpables porque se nos imputó como culpables o porque
heredamos el pecado, sino porque nacimos en una condición separada. Nacemos separados de Dios y
esa es nuestra culpabilidad. Y es por esta separación que somos culpables. Algunos hasta han llegado a
decir que no somos culpables personalmente, sino que nacemos condenados como parte de la raza
caída.
Pero el común denominador en todas estas apreciaciones es que somos culpables o condenados
porque nacimos en la familia humana. Así que de cualquier manera en que se expliquen estos varios
puntos de vista, lo que se está diciendo es que la culpabilidad o condenación se heredan por naturaleza.
Nuestra naturaleza caída es nuestra culpabilidad.
Pero aún se dice más y esto es, que tenemos dos clases de pecado en nuestras vidas: 1) Que somos
culpables por nuestro nacimiento como parte de la raza, y 2) Que somos culpables a causa de nuestros
propios pecados, nuestras propias decisiones y nuestros actos de rebelión. Ambos aspectos son pecado.
Así aunque hay dos aspectos del pecado, es decir, nuestro nacimiento en la raza caída y nuestras
decisiones rebeldes, ya estamos condenados a causa de nuestro nacimiento, antes de nuestras decisiones.
Esta es la base del término pecado original. Somos culpables o condenados en el momento en que
nacemos, por el pecado de Adán.
Las implicaciones de esta creencia se expresan en las siguientes declaraciones. “El pecado existe
en el ser antes que seamos conscientes de él”. “Hay culpa en los deseos malos aún cuando son resistidos
por la voluntad”. “El pecado es nuestra naturaleza depravada y todos sus frutos”. Así usted ve que de
acuerdo con esta definición, el pecado existe antes de la elección y aún antes del conocimiento. El
pecado existe en nosotros antes que podamos comprender y hacer decisiones referentes al bien y al mal.
El pecado mora en nosotros a causa de nuestro nacimiento en la raza caída.
Juan Calvino, uno de los más grandes teólogos sistemáticos, dijo esto acerca del pecado y la
culpa. “Todos nosotros entramos a este mundo con el contagio del pecado ... Estamos a la vista de Dios
contaminados y corrompidos. La impureza de los padres se transmite a sus hijos ... Todos son
originalmente depravados ... La culpa viene por naturaleza”. Calvino dice que la corrupción hereditaria y
la depravación de nuestra naturaleza es designada como pecado por Pablo. “Aún los infantes traen su
condenación con ellos del vientre de sus madres y sufren ... por sus propios defectos”. Y claro esto es
pecaminoso a la vista de Dios, porque Dios no condena sin culpa. “El hombre en su totalidad ... está
lleno ... que no hay una parte que permanezca ajena al pecado, y así, todo lo que sale de él se le imputa
como pecado ... los hombres nacen viciosos ... todos somos pecadores por naturaleza”. Juan Calvino,
Instituciones de la Religión Cristiana, Libro II, capítulo 1 Nº 5,6,7,8,9,10,27.
Pág. 3

Usted ve que este entendimiento de pecado hace claro por qué la Iglesia católica, Martín Lutero y
Juan Calvino vieron la necesidad de bautizar a los niños pequeños. Si de hecho uno es culpable por
naturaleza, es imprescindible que uno sea bautizado inmediatamente cuando nace para ser libre de este
pecado, y ser limpio de la culpabilidad de nacer. El bautismo de los niños es extremadamente importante
para quienes tienen el problema del pecado original. Así Martín Lutero y Juan Calvino argumentaron
enfáticamente esta necesidad. Tan pronto nacen, los niños deben ser bautizados y hechos limpios del
pecado inherente en ellos. Lutero y Calvino estuvieron ambos de acuerdo y recibieron su entendimiento
del pecado original de San Agustín.
Lutero y Calvino también sostuvieron la doctrina de la predestinación, que también recibieron de
San Agustín. San Agustín creyó que Dios había predestinado a todos los hombres para ser salvados o
condenados. Martín Lutero y Juan Calvino siguieron sus pisadas y construyeron la doctrina de la
justificación por la fe sobre la presuposición de la predestinación. El pecado original cuadra muy
lógicamente con la doctrina de la predestinación.
Hay aún otra dimensión en la creencia de que el pecado es inherente (heredado) en la naturaleza.
Cuando Adán pecó, perdió la habilidad para no pecar, así que todo lo que le quedó fue la habilidad para
pecar.
Cualquiera que fueran las decisiones que Adán tomara, serían decisiones pecaminosas. Adán
después de su pecado, fue únicamente capaz de pecar, y nosotros como miembros de la raza humana
pecadora, lo único que estamos en capacidad de hacer es pecar, y lo único que Dios puede hacer es
perdonar nuestro pecado.
Lo que estoy diciendo es que esta doctrina tiene muchas maneras de ser expresada. Pero el
concepto básico de todas estas definiciones, es que nosotros nacemos siendo pecadores. Nosotros
nacemos culpables y condenados. Nosotros somos culpables o condenados por ser parte de la familia de
Adán.
Sería bueno notar rápidamente la apreciación de Emil Brunner sobre esta doctrina. “De este modo
la doctrina eclesiástica, que está basada enteramente sobre la idea de la caída de Adán y la transferencia
de su pecado a las generaciones sucesivas, sigue un método que en ningún sentido es bíblico.
Aún el pasaje de Rom. 5:12, que parece ser una excepción, y que ha sido considerado como el
locus classicus (que ocupa un lugar clásico) de la teología cristiana desde el tiempo de San Agustín, no
puede ser considerado como el sustentador de la doctrina Agustiniana, que fue seguida por las
generaciones siguientes. Aquí, Pablo no intenta explicar qué es el pecado; de hecho, no hay nada que
indique que Rom. 5 describe la naturaleza del pecado”. “La teoría del pecado original que vino a ser la
norma para la doctrina cristiana sobre el hombre, desde el tiempo de San Agustín, es completamente
extraña al pensamiento bíblico”. “El pecado, primero que todo, debe ser entendido como un acto,
particularmente como una caída, como un activo rompimiento con el Divino comienzo, como una activa
desviación del orden Divino ... El pecado es un acto. Esta es la primera cosa que podemos decir que es
pecado. Únicamente como un segundo punto podemos decir: Este acto es siempre, y al mismo tiempo
una condición, una existencia en acción, una condición en que no se puede hacer otra cosa, una
condición de esclavitud” Emil Brunner. La Doctrina Cristiana de la Creación y la Redención, página 98-
99, 103, 109.
Me gustaría sugerir que la evidencia que sostiene la doctrina del pecado original, en cualquier
forma como se explique, por inherencia, ya sea por imputación o por separación, no es una enseñanza
claramente bíblica como algunos han pensado que es. Hay por lo menos otra manera de entender los
textos que son usados para fundamentar esta doctrina del pecado original.

3.- El Pecado como Elección.-


Enfoquemos la segunda definición de pecado, es decir, como elección. En esta definición estamos
diciendo muchas de las mismas cosas que han sido declaradas en las definiciones anteriores del pecado
original.
Pág. 4

Nosotros creemos que en la naturaleza original de Adán nada hubo que estuviera en rebelión
contra Dios. Ningún deseo lo impulsó a estar fuera de la voluntad de Dios. Para Adán era natural hacer
todo recto; para Adán era extraño hacer el mal. Pero con la caída, algunas cosas cambiaron en la
naturaleza de Adán, en la parte más profunda de su ser. La caída trajo para Adán una tendencia al mal.
Su naturaleza estaba ahora distorsionada y torcida; ahora Adán quería hacer lo que antes odiaba,
rebelarse contra Dios. Ahora para Adán era natural pecar. Ahora era extraño hacer lo recto.
Así que cuando nosotros decimos que heredamos una naturaleza caída de Adán, nosotros debemos
entender a cabalidad lo que esto significa. Nosotros sí heredamos la maldad, la debilidad y la corrupción
de Adán. Nosotros tenemos deseos iguales a los que tuvo Adán en su estado pecaminoso. Nosotros
deseamos hacer el mal. Nosotros deseamos rebelarnos contra Dios. Es difícil para nosotros hacer el
bien. Es más natural para nosotros hacer el mal. Pienso que si somos honestos con nosotros mismos,
admitiremos que somos nuestros propios tentadores muy a menudo. Realmente no necesitamos que
Satanás nos rodee y nos tiente con todo tipo de ideas, porque nosotros somos muy capaces de tentarnos
a nosotros mismos. Nuestra naturaleza nos descarría. El egoísmo parece estar en la raíz de nuestras
vidas, proponiéndonos cosas que sabemos que no debemos hacer. Así que, sí heredamos tendencias
negativas de Adán, que nos llevan a hacer el mal.
La diferencia entre esta definición y la definición anterior del pecado, es que nosotros no
heredamos culpa o condenación. Nosotros sí heredamos cada cosa que Adán pudo habernos legado.
Heredamos todas las propensiones, todas las tendencias, todos los deseos, y nacemos en una manera que
realmente Dios no escogió para que el hombre naciera. Pero esta definición dice que el pecado personal
viene cuando decimos: El pecado, en sí mismo no es heredado. La culpa no es por naturaleza; pero
cuando nosotros decidimos rebelarnos contra la luz y el conocimiento del deber, entonces nosotros
venimos a ser culpables. Nosotros decidimos hacer la decisión de Adán, la decisión de rebelarnos contra
Dios, y entonces somos culpables.
Debemos admitir que la naturaleza depravada hace fácil el pecar, tomar decisiones pecaminosas.
Pero el punto que yo quiero enfatizar, es que nosotros somos culpables cuando tomamos estas
decisiones, y no antes. Por lo tanto, creo que nosotros debemos distinguir cuidadosamente entre el
concepto del mal y de culpa. Hemos hecho un bosquejo de las dos definiciones básicas de pecado.
Dependiendo de la definición que decimos creer, la justificación por la fe estará iluminada de una forma
diferente. Las decisiones que tomemos sobre la justificación y santificación serán diferentes dependiendo
de la decisión que hagamos sobre la naturaleza del pecado.

4.- Mal y Culpa.-

Si queremos definir el pecado como decisión, debemos hacer una diferencia entre el mal y la culpa.
Hay mucho mal en el mundo de hoy, aún en el reino animal. Pero no le imputamos culpa a todo el mal
que hay en nuestro mundo hoy.
Una de mis ilustraciones favoritas es la del gato. Nos gozamos con los gatos que se recuestan en
nuestros pies, que les gusta que los toquen y vienen a buscar su plato de leche tibia. Pero a veces nos
olvidamos que hay otro aspecto en nuestras mascotas caseras. ¿Se han dado cuenta de que los gatos no
son misericordiosos con los ratones que agarran para su próxima comida? Cuando son capaces de
agarrar un ratón, no lo sacan rápidamente de su miseria, sino que juegan con él. De hecho torturan al
ratón, hasta que el ratón encuentra que físicamente le es imposible escaparse y finalmente se rinde.
¿Qué le haríamos a un ser humano que torture a un animal o a un ser humano en esa forma? Lo
consideramos culpable del más terrible de todos los crímenes y probablemente lo encerraríamos por el
resto de su vida. ¿Pero qué hacemos con el animal que ha hecho eso, nuestro gato? Decimos que eso es
parte de la vida. No es bueno que el ratón sufra, pero el gato tampoco es culpable. Así pues, vemos que
hay algunos actos que son vistos como malos, pero que son parte natural de los resultados del pecado, y
hay otros actos tan malos por los cuales una persona puede ser considerada culpable.
Pág. 5

Ahora llevemos esto a un nivel humano. Si estamos clavando un poste y le pedimos a un amigo
que nos sostenga el poste para que podamos enterrarlo más fácil, es posible que por error le demos en
su dedo en vez de darle al poste. El dedo le va a doler, se le pondrá morado y tomará algún tiempo para
sanar, pero nuestro amigo probablemente no nos acusará de culpa personal. Considerará que todo fue un
desafortunado accidente.
Adelantémonos un paso más para aclarar el punto. Si un niño pequeño juega con una pistola y le
dispara a su hermano o hermana mayor, le quitaríamos la pistola al niño y la guardaríamos mejor desde
ese momento. No condenaríamos ni juzgaríamos al niño como culpable. Pero si un muchacho de 20 años
toma la misma arma y le dispara a alguien, inmediatamente nos preguntamos ¿por que? Nos gustaría
saber primero todo, si lo hizo con malicia.
Así que, hay una diferencia entre los conceptos de mal y de culpa. La palabra mal sencillamente
quiere decir algo incorrecto, malo o negativo, los resultados del pecado en un mundo maldito. La culpa
se aplica a la responsabilidad moral por los pensamientos o hechos malos.
Lo que estoy diciendo, es que los árboles y animales están llenos de pecado y mal, pero no son
condenados ni redimidos por Dios, pues no tienen conocimiento de valores morales. Sólo el hombre
tiene conocimiento de valores morales, y por este conocimiento se le condena como culpable por
cualquier acto malo. Si vamos a creer que el pecado es por decisión, debemos hacer una diferencia
crucial entre mal y culpa. La culpa necesita conocimiento previo y rebelión voluntaria. Estoy sugiriendo
que la condenación de Dios siempre está basada en el conocimiento previo que el hombre tenga.
Santiago lo dice claramente, “y al que sepa hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado” Santiago 4:14.

5.- Resultado y Penalidad.-

Ahora debemos verificar la hipótesis de que hay una diferencia entre los conceptos de mal y de
culpa. En Génesis 2:17 una pena clara y precisa se da por la rebelión contra Dios. Dios le habló a Adán:
“Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día en que de él comieres,
ciertamente morirás”. Nosotros hemos estado confundidos con este versículo, porque es claro que
cuando Adán comió del fruto que le dio Eva, él no murió ese día.
Hemos dicho algunas veces, bueno, él comenzó a morir. Pero el hebreo simplemente dice, “en el
día que comiereis morirás” y es una buena traducción. ¿Por qué Adán no murió ese día? ¿Por qué la
pena de muerte no fue impuesta enseguida en su caso? Porque el rescate fue hallado. “El Hijo unigénito
de Dios se ofreció a tomar el pecado del hombre sobre él mismo y hacer expiación por la raza caída”.
EGW, 1 SDABC: 1082.
En el instante cuando el hombre aceptó la tentación de Satanás, e hizo cada cosa que Dios le dijo
que no hiciera, Cristo, el Hijo de Dios, se puso entre la vida y la muerte diciendo: “El castigo caiga
sobre Mi; me colocaré en lugar del hombre. Él tendrá otra oportunidad” Idem:1085. “Así tan pronto
como vino el pecado, así vino un Salvador ... Tan pronto como Adán pecó, el Hijo de Dios se presentó
como el Fiador para la raza humana, con todo el poder para quitar la pena de muerte anunciada, como
cuando él murió en la cruz del Calvario” Idem:1084.
¿Por qué no murió Adán ese día? Porque el substituto se colocó entre la pena de muerte y Adán
ese día. Jesús tomó el lugar de Adán ese día. Esto nos puede ayudar a entender Apocalipsis. 13:8 cuando
dice que el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Como Fiador del hombre, Jesús en
efecto pagó la culpa aquel día, colocándose entre Adán y la pena de muerte.
Muy pronto Adán ofreció su primer sacrificio animal con el significado para él, que el Hijo de Dios
morirá en su lugar. La culpa por el pecado de Adán fue pagada inmediatamente por Jesús. Jesucristo
tomó el lugar de Adán inmediatamente.
¿Pero pagará Adán la pena algún día? ¿Morirá Adán para pagar su pecado? ¿Por qué Adán murió
930 años más tarde? ¿Pagó alguna vez la pena? ¿O sencillamente murió como resultado de las
consecuencias naturales del pecado?
Pág. 6

De hecho, se nos dice que su muerte fue una bendición, porque él sufrió mucha agonía sabiendo
que su pecado había causado todo el pecado, el dolor y el sufrimiento del cual él mismo había sido
testigo por 900 años. Su muerte fue un alivio.
La muerte natural de Adán fue el resultado de su pecado, más bien que su pago o muerte por
pecado. La pena había sido pagada por Jesucristo. Adán había ofrecido el cordero mostrando que él
había entendido que la pena de muerte había sido pagada. Pero la maldición, las consecuencias propias
del pecado permanecieron.
PECADO

MAL CULPA

MUERTE INFIERNO

(Resultado) (Pago del Pecado)


Esto quiere decir que debemos dividir la idea básica en columnas separadas. La columna del lado
izquierdo se denomina el mal e incluye todas las cosas que resultan inherentes del pecado. Todo este mal
lleva a la muerte, el sufrimiento, y todos los acontecimientos negativos que vemos alrededor nuestro.
La columna de la derecha se denomina culpa. Y esta columna nos lleva a la segunda muerte o al
infierno, que es el castigo por el pecado. Así tenemos realmente dos consecuencias del pecado, que los
seres humanos, los animales y la naturaleza en general experimentan y que llevan a la primera muerte.
En el otro lado tenemos la culpa, que nos lleva a la pena por el pecado, que es la segunda muerte, la cual
ha sido pagada por Jesús. Si nosotros decidimos aceptar a Jesús como nuestra salvación, nunca
moriremos la segunda muerte.
Ahora, es verdad que la expiación cubre todas las consecuencias del pecado. Yo sugeriría que la
expiación tiene que ver con la parte de la culpa, perdonando y con los resultados del mal, recreando y
restaurando aquello que la maldición del pecado ha hecho. El trabajo de la expiación se dirigirá así, a la
restauración de todas las cosas al plan original de Dios, pero no perdona aquellas cosas que están en la
columna de la izquierda. Solamente perdona aquellas áreas en el lado de la culpa. Perdona únicamente la
pena por el pecado.
Así los términos justificación, perdón, salvación, el evangelio, justicia y santificación, se aplican a
la columna de la derecha. Estos términos tienen que ver con la culpa, la pena y el infierno. Yo estoy
estableciendo una diferencia básica entre los resultados del pecado y la pena por el pecado.
Hay una diferencia fundamental entre la primera muerte. La condenación y la salvación conciernen
particularmente con la culpa y la pena. En esta área es que debemos enfocarnos cuando hablamos de
justificación por la fe.
Miremos algunos textos del Nuevo Testamento a ver si tenemos una evidencia amplia de esta
distinción. En Lucas 13:1-5 Jesús narra una historia dirigida a dar una lección. Lucas dice que “en este
mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había
mezclado con los sacrificios de ellos. En otras palabras, ellos habían sido muertos. Jesús les respondió:
¿Pensáis que estos galileos porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?
Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”.
Aquí vemos que la muerte de estos galileos no fue el resultado directo de sus pecados. Jesús dijo
que estos galileos sobre quienes cayó la torre, no eran más culpables que otros por haber sufrido tal
muerte. Aquí esto es claro. La primera muerte que ellos experimentaron no estaba directamente unida a
su culpa.
En Juan 9:1-3 dice, “Al pasar Jesús, vio a un ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos,
diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que
Pág. 7

pecó éste, ni sus padres, sino que para que las obras de Dios se manifiesten en él”. Otra vez Jesús estaba
diciendo que su ceguera, la maldición con la cual él había sido afligido, no era el resultado de un pecado
personal, pero sí causado por una debilidad heredada. Jesús hace una diferencia entre la culpa personal y
los efectos inherentes o resultados del pecado. Otro texto importante está en Juan 5:24-25. A menos que
hagamos una distinción en este capítulo, tendremos a Jesús contradiciéndose a Sí mismo en estos
pasajes: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree en el que me envió, tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, mas pasado de muerte a vida”.
Jesús está diciendo que ahora, hoy, si creemos, tendremos vida eterna. Ahora mismo estamos
pasando de muerte a vida. Él continua diciendo: “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es
cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”. En el versículo nosotros
estamos libres de la muerte y tenemos vida eterna ahora. En el versículo 25 quienes mueran oirán la voz
del Hijo de Dios en la resurrección que viene. A menos que hagamos una distinción entre la primera
muerte y la segunda muerte, nos encontraremos en una contradicción desesperada.
Jesús está diciendo que hoy mismo tenemos vida eterna en Él. Somos liberados de la pena de la
culpa. Hemos sido liberados y nunca moriremos la segunda muerte, que es la paga por el pecado. Con
excepción de los que serán trasladados, moriremos la primera muerte llamada un sueño (tal es el caso de
Lázaro). Más tarde oiremos la voz del Hijo de Dios y nos levantaremos del sueño de la primera muerte.
Así que aún los que son perdonados y se les ha dado la vida eterna morirán como resultado de la
maldición del pecado de Adán. Moriremos porque estamos en un mundo que está muriendo. La primera
muerte no puede ser la paga por el pecado, porque quienes posean la vida eterna también morirán en la
primera muerte. Sencillamente, la vida eterna significa que no hay segunda muerte, que es la paga por el
pecado. Otro texto donde se expresa claramente este pensamiento es el de Juan 5:11-13, donde se nos
dice que tenemos vida en Cristo hoy, ahora, y sin embargo sabemos que moriremos.
Pienso que tenemos buenas evidencias en la Escritura que hay dos consecuencias diferentes del
pecado. Primero, la maldición del pecado que es la primera muerte. Segundo, la paga por el pecado que
es la segunda muerte.

6.- Luz y Elección.-

¿Es realmente verdad que la culpa es el resultado de una decisión personal y no el resultado de
nuestro nacimiento como hijos de Adán? ¿Podemos nosotros sostener con la Biblia que el pecado y la
culpa vienen de una elección y no porque nosotros nacimos en la familia humana perseguidos por los
resultados inherentes del pecado? Miremos la evidencia bíblica.
En Rom. 7:7-9, Pablo habla acerca de la ley y nuestra relación con ella. Pablo dice: “¿Qué diremos
pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque
tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: no codiciarás. Mas el pecado tomando ocasión por el
mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía
en un tiempo, pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”. Aquí Pablo dice que
conocimos el pecado porque la ley nos lo señala, y si no conocemos la ley, realmente no tendremos
ningún conocimiento o entendimiento del pecado. Pablo llega a decir que sin la ley, el pecado está
muerto. Nosotros pecamos cuando entendemos y elegimos estar en contra de Dios.
En Juan 15:22-24, Jesús le dijo a sus discípulos, justo antes de su muerte: “Si yo no hubiera
venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado”. “Si yo
no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y
han aborrecido a Mí y a mi Padre”. A causa de que la gente conoció a Jesús y lo que Él había hecho,
ellos fueron responsables por la manera como recibieron a Jesús. Por su venida y el conocimiento que
tenían de Él, si lo rechazaron, fueron culpables.
En Juan 9:41, Jesús responde algunas críticas de los fariseos. Él dice: “Si fuerais ciegos, no
tendrías pecado; mas ahora porque decís vemos, vuestro pecado permanece”. Esto es si usted
Pág. 8

verdaderamente fuera ciego, si usted realmente no le hubiera conocido, entonces no sería culpable de
pecado. Pero usted dice, vemos; entonces usted es culpable de pecado.
No parece claro aquí que el pecado y la culpa están unidos estrechamente al conocimiento,
entendimiento y la luz. Quizás el factor que hace la distinción entre las dos columnas que usamos
primeramente (que nos ayudó a diferenciar el mal de la culpa) es el término bíblico luz. Porque lo que
cambia el mal en culpa es la luz o el conocimiento, o el entendimiento, y las decisiones hechas en base a
la nueva luz, o entendimiento.
El libro de Santiago nos da alguna luz sobre este problema. Santiago dice: “El pecado está en
aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace”. Quien conoce lo que es bueno y falla en hacerlo, para esa
persona eso es pecado. Otra vez el conocimiento y la culpa están estrechamente unidos. Santiago 1:15
dice: “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado siendo
consumado da a luz la muerte”. Aquí vemos un desarrollo de la concupiscencia (deseo) hasta llegar al
pecado. El pecado no está necesariamente en el deseo en sí mismo. El pecado es lo que éste deseo
produce. El pecado es la complacencia de ese deseo.
En el Antiguo Testamento, Ezequiel 18:2-4 se refiere a un proverbio usado por los hijos de Israel:
“Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron
las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más
tendréis por que usar este refrán en Israel.
He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma
que pecare esa morirá. En el versículo 20 Ezequiel enfatiza el principio bíblico: “El alma que pecare esa
morirá. El hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo”. Responsabilidad
individual para decisiones individuales. La libertad individual de elección.
Ahora, ¿Qué hace Dios con aquellos que ignorantemente están practicando la maldad y están en
desarmonía con la voluntad de Dios? ¿Cómo maneja Él esta situación? Pablo dice en Hechos 17:30:
“Pero Dios habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres
en todo lugar, que se arrepientan”. En tiempos de ignorancia los hombres están haciendo maldad. Ellos
están haciendo lo que no está en armonía con la voluntad de Dios. ¿Cómo maneja Dios este problema?
De acuerdo con este versículo, Él pasa por alto el tiempo de la ignorancia. Él no perdona pero sí pasa
por alto. Pero cuando la luz y el conocimiento llegan, entonces el mal se convierte en culpa. Por ese
pecado hecho, a pesar del conocimiento, el pecador debe arrepentirse y buscar perdón.
La declaración del Señor en Mateo 11:21-24 se hace un poco más clara con este entendimiento:
“¡Ay de ti Corazín! ¡Ay de ti Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que
han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os
digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para tí”.
En términos de cantidad de obras malas, yo estoy seguro que Sodoma aventajó a Capernaum.
Pero la condenación fue mayor para Capernaum. ¿Por qué? Capernaum tuvo más luz. Ellos tuvieron el
privilegio de aceptar a Jesús mismo. Claro está que Sodoma había hecho cosas malas, pero muchas de
esas cosas malas las había hecho con poca luz. Ellos no entendieron el camino de Dios para ellos. A
causa de su ignorancia no fueron tan culpables como fue la gente de Capernaum, que habían rechazado
mayor luz. Así Capernaum fue más culpable que Sodoma, porque ellos tenían más luz. Su decisión fue
basada sobre un conocimiento más completo. Salmo 87:4-6 sugiere que el Señor toma nota donde nace
un hombre. Él hará juicio sobre la base de donde un hombre está, que pasado ha tenido, y cuanto
entendimiento ha tenido de la voluntad de Dios.
Elena de White hace algunas declaraciones importantes sobre el pecado y la culpa: “Es inevitable
que los hijos sufran las consecuencias de la maldad de sus padres, pero no son castigados por la culpa de
sus padres, a no ser que participen de sus pecados ... Por herencia y por ejemplo, los hijos llegan a ser
partícipes de los pecados de sus progenitores. Las malas tendencias, los apetitos pervertidos, la
moralidad depravada, además de las enfermedades y la degeneración física, se transmiten como un
legado de padres a hijos hasta la tercera y cuarta generación” Patriarcas y Profetas: 313-314.
Pág. 9

Note lo que se transmite como resultado del pecado de Adán. Malas tendencias, apetitos
pervertidos, depravación moral, como también las enfermedades y la degeneración física. Todo esto lo
hemos recibido de parte de nuestros padres y progenitores. Pero también debemos fijarnos en la muy
importante declaración que dice: “Los hijos no son castigados por la culpa de sus padres, a no ser que
participen en los mismos pecados”. Esta es una evidencia bastante concluyente sobre la doctrina de que
el pecado y la culpa vienen por elección a la luz de un conocimiento completo del bien y del mal.
“No seremos tenidos por responsables por la luz que no alcanzó nuestra percepción, pero sí por
aquella que hemos rechazado y resistido”. “Un hombre no puede aprender una luz que nunca se le
presentó, por esta razón no puede ser condenado por la luz que nunca tuvo” 5SDABC: 1145. La culpa
personal se demanda solamente sobre la base de la luz y el conocimiento. No somos condenados por las
cosas buenas o malas que hagamos hasta que lleguemos a entender, en algún grado de conocimiento,
que tales cosas son incorrectas. “Nadie será condenado por no seguir la luz y el conocimiento que nunca
tuvo” Idem:1145. Parece claro que ella fundamenta la condenación sobre el entendimiento, sobre
decisiones voluntarias. “La luz pone de manifiesto y corrige los errores escondidos en las tinieblas; y al
aparecer ella, la vida y el carácter de los hombres debe cambiar de una manera correspondiente, para
estar en armonía con ellas. Los pecados que eran una vez pecados de ignorancia, debido a la ceguera de
la mente, no pueden ser ya practicados sin culpa” OE:170. Una vez que conocemos que nuestros actos
son malos, venimos a ser culpables si nos complacemos en estos pecados. Antes que conociéramos no
éramos culpables; después que conocemos, somos culpables. La culpa se une así al conocimiento y a las
decisiones que hagamos.
“Había todavía muchos entre los judíos que ignoraban lo que había sido la obra y el carácter de
Cristo. Y los hijos no habían tenido las oportunidades ni visto la luz que sus padres habían rechazado ...
Los hijos no fueron condenados por los pecados de sus padres; pero cuando, conociendo plenamente la
luz que fuera dada a sus padres, rechazaron la luz adicional que a ellos mismos les fuera concedida,
entonces se hicieron cómplices de las culpas de los padres y colmaron la medida de su iniquidad” CS:31.
A causa de su participación personal, la culpa les fue imputada.
“El pecado de hablar iniquidad comienza con acariciar malos pensamientos ... Un pensamiento
impuro tolerado y un deseo no santificado acariciado, y el alma es contaminada, su integridad
comprometida” 5T:177. Por favor, note la diferencia. Es la tolerancia del pensamiento impuro, el
acariciar el deseo lo que constituye la contaminación y el pecado. No es el deseo ni el pensamiento en sí
mismo. No está bien decir que hay pecado en el deseo de pecar, si ese deseo es rechazado
inmediatamente. “Todo pensamiento impuro debe ser rechazado inmediatamente”. “Ningún hombre
puede ser forzado a transgredir. Su consentimiento debe ser ganado primero. El alma debe proponerse el
acto de pecado antes que la pasión domine sobre la razón o la iniquidad triunfe sobre la conciencia. La
tentación, no importa cuan fuerte sea, nunca es una excusa para pecar” Idem:177. Las inclinaciones del
corazón natural no son en sí mismas pecado, hasta que no se acarician, hasta no ser deseadas. Al
consentir a los malos pensamientos cruzamos la frontera entre el mal y la culpa. La inclinación es mal,
pero no somos culpables por la inclinación hasta que escojamos actuar de acuerdo a ella.
Si la luz viene, y ésta luz es puesta a un lado o rechazada, entonces viene la condenación y la
desaprobación de Dios. Pero antes que la luz llegue no hay pecado, porque no hay luz para que ellos la
rechacen” 1T:116. Parece bastante claro que el pecado está ligado muy de cerca con el conocimiento y
el entendimiento.
“Hay pensamientos y sentimientos sugeridos y despertados por Satanás, que molestan aún a los
mejores hombres. Si ellos no son acariciados y son rechazados como odiosos, el alma no se contaminará
con la culpa y ningún otro es contaminado por su influencia” RH, 27 de Marzo de 1898. Esos
pensamientos y sentimientos, si no son acariciados no contaminarán con la culpa. Los pensamientos y
sentimientos están mal. Pero están ahí a causa del mal que hay en este mundo a causa de la naturaleza
caída que tenemos. Pero no nos contaminan a menos que escojamos acariciarlos o realizarlos.
En Consejos sobre la Salud, en la página 81, Elena de White muestra que usar el tabaco daña el
cuerpo, pero Dios es misericordioso con aquellos que usan el tabaco en ignorancia. Únicamente después
Pág. 10

que llega la luz son considerados culpables por el uso del tabaco. Ahora el tabaco tendrá sus efectos
negativos. Quizás se desarrolle un cáncer, pero hasta que la luz venga no se imputará culpa. Contraer
cáncer no significa que una persona es culpable y que ha pecado contra la luz de la verdad.
En conclusión, yo creo que la culpa reside únicamente en las facultades superiores que son
responsables de la elección del mal, y no en las facultades inferiores que sufren los efectos de la ley
natural, y que son parte del ciclo del pecado en esta tierra. La culpa no puede residir en un mundo sin
moral, sino solamente en el hombre que es responsable por las perversiones de la ley moral. La culpa no
se aferra a las facultades animales del hombre, sino a aquellas facultades morales que tienen que ver con
el ejercicio del poder de la elección.
El pecado en sus raíces, es amor propio. Así el pecado es determinado más por motivos que por
actos. Es la elección de colocar primero el “yo”, cualquiera que sea la forma que tome. El pecado es la
decisión de separarse de Dios, por colocar el “yo” primero. Es la elección de acariciar el mal. Es la
elección de permanecer ignorante de la voluntad de Dios. Es la elección de ser descuidados con las
habilidades y responsabilidades que se nos han dado.
En el fundamento de las divisiones teológicas sobre la justificación por la fe, entre los Adventistas,
se encuentran diferentes creencias sobre la naturaleza del pecado y la culpa. El real debate es sobre la
naturaleza del pecado. Este interrogante debe ser claramente respondido: ¿Por qué somos culpables y
por qué debemos ser perdonados?
La respuesta que le demos a esta pregunta afecta directamente nuestra percepción de la forma
como Cristo vino a este mundo. ¿Qué naturaleza tomó Cristo? ¿Qué poderes usó? ¿Cómo venció el
pecado? Estas preguntas recibirán respuestas diferentes dependiendo de las conclusiones que tengamos
sobre la naturaleza del pecado.

Autor: Dennis E. Priebe

www.eme1888.cl; eme1888@gmail.com

Vous aimerez peut-être aussi