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! Rainer Warning (e d.

Estética de la recepción
R. Ingarden, Félix V. Vodicka, H. G. Gadamer
Michael Riffaterre, Stanley Fisch,
Wolfgang Iser, Hans Roben Jauss

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La balsa de 1::! Medusa, 31 1

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~· Prólogo ............................................................................................................................................
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estética de Ja recepción en cuanto pragmática en las ciencias de la /
<-r litera_tura, Rainer Warning ............................................................................................. .. 13
.:; 1 Concreción y reconstrucción, Roman Ingarden ........................................................ . 35
. rLa estética de la recepción de las obras literarias, Felix Vodicka .-(............ .. -~.?
-- ÍLa concreción de la obra li~eraria, Felix Vodicka ................................................... . 63
·f. - - v Historia de efectos y aplicación, Hans Georg Gadamer ......................................

-r:-.. . . . . . . - 81
·-.

Título original: Rainer Warning, Hrsg.


Rezephonsasthetih. Theorie und Praxis
J
! 11
1
1
~"~ Crit_erios para el análisis del ~~til.o, Micha~! Riffaterre ~ ..:.... ..
~ La literatura en el lector: esnhsuca «afectiva>>, Stanley F1sh ............................ ..
U- .
q La estructura apelativa de los textos, W olfgang Iser ...+:..~.................... ..
_..¿ fE! Proceso de Lecturi, W~lfgang Iser ::b:.: ....... / . ............................................... ..
'La Realidad de la Ficción, Wolfgang Iser ~ ....................................................... .
" 89
111
133 -
149
165
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~ 1
© 1979 by Wilhelm Fin~ yerlag, München/West-Genpany
2
¡ ::; Réplicas, W olfgang Iser ............................... !.. ....................................................................... .. 197 _)
©de la presente ed!ciOn, V isor Dis., S. A., 1989
Tomás Bretón, 55, 28045 Madrid
ISBN: 84-7774-529-3
1
. l.
_......! Continuación del diálogo entre la estética de la recepción •burguesa» y

•materialista», Hans Robert Jauss .......................................... :..


La Ifigenia de Goethe y la de Racine, Hans Robert Jaus"s .......... .....................
r .' . . . . . . . . CW¿l
__.tf. La douceur du foyer. La lírica de 1857 c omo ejemplo d~ transmisión de
Depósito legal: M. 31.437-1989 1 0
1
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Impreso en España - Printed in Spain
Gráficas Rogar, S. A.
J normas sociales, Hans Robert Jauss ....................................._................................... ____,--.__.. 251 )
'..-l-· El papel del lector en Joseph Andrews y Tom Jones de Fielding,
Fuenlabrada (Madrid) W olfgang Iser ........................................................................................................................ 277
t::f Oposición y casuística - El papel del lector en •Jacques le fataliste et
·6-- son maltre» de Diderot, Rainer Warning .............................................................. 297
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Pr6logo

ll L~ selección de textos de la presente recopilación está hecha desde la orientación


de una determinada concepción de lo que la ciencia de la literatura puede aportar de
modo responsable a la llamada investigación sobre la recepción. Tal concepción se
expone y fundamenta en el trabajo introductorio. En ella se explica por qué no se·
ha intentado exponer una muestra representativa de todas las direcciones heurísticas
que se acogen a la mencionada etiqueta. De este modo no se ha tomado en
consideración . la llamada investigación empírica de la recepción, puesto que, en
virtud de su pretensión teórica, no constituye una disciplina dentro de las ciencias
de la literatura, sino más bien dentro de la sociología o la psicología. En cuanto tal,
puede ser importante para la ciencia de la literatura en el marco de una interdisci-
plinariedad controlada, es decir, referida a la teoría, y también en el marco de la
didáctica de la literatura. En ambos casos se presupone sin embargo que la ciencia
de la literatura puede describir por su parte procesos de recepción desde la
perspectiva de la teoría del texto. En qué medida pueda hacerlo y con qué modelos
es lo que constituye el hilo conductor de esta recopilación.
Debo dar las gracias a Jurig Striedter que puso a disposición dos textos de su
-1
traducción de Vodicka; a Wolf Dieter, quien leyó y sometió a crítica la introducción;
a Wolfgang Matzat, quien, con el apoyo de Adelheid Schramm, Ingrid Fink, Brigitte
Schwammlein y Georg Aulmann se encargó de la redacción; y, finalmente, a Eva
María Biene, quien leyó el manuscrito. ·

München, enero de 1975


R.W.

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·

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11

1~
una multiplicidad de sfmbolos y por ell? q~ed~ cerrada a la com;i;ncia. Estas Hans Roben Jauss
limitaciones del sujeto hacen plausibles las tmphca~tones de la observacwn de .Freud:
«donde era el ello, debe ser el yo». Pues quiere dectr, co~o lo ~a f~rmulado Rtcoeur,
que Freud «en lugar del ser-conciencia pone el denJemr-conczenna~. «Lo que eera Con tinuacion del diálogo entre la estética
origen se convierte en tarea o meta»27•
Ahora bien la lectura no es una terapia que traiga nuevamente a la comunicación de la recepción «burguesa» y «materialista»
los sfmbolos se~arados y excomulgado~ p_or ~a conciencia. Es fácil reco~ocer 1~ po~o
que un sujeto es un dato idéntico, m s1qu1era en el ~aso de la prop1a c~nc1~nc1a:
Pero cuando la certeza del sujeto ya no se basa exclusivamente en su concienCia, m
siquiera en el mfnimo cartesiano segú~ el cual es 1? 9~e se percibe en ~1. esp~jo de t
No por casualidad una teoría de la recepción literaria constituye uno de los últimos
su conciencia entonces la lectura de .hteratura de f1cc1on en cuanto mov1hzaC1on de
la espontaneidad cumple ~na importante función e~ el <<devenir-conciencia» .. Pu~s
esta espontaneidad del su¡eto aparece frente al_ telon de fondo de la co~C1e~c1a
t logros de la estétia. marxista. No hace mucho Karl R. Mandelkow ha investigado en la
RDA su historia, que hasta ahora era en buena parte una historia de obstáculos 1. Sin
existente, cuya situación marginal en la lec~~ra strve p~ra. acoger en la con~1enc1a a embargo, ya en 1956 una escritora, Christa Wolf expresaba la esperanza «de que el
esa espontaneidad despertada a otros c~nd1~1on~ntes dtstmtos d; ~os ~rop1os. Este efecto de la obra de arte seda uno de los criterios de una estética marxista aún por
. proceso no puede dejar intacta. a la c~nc1enc1a cxt~t~nte; pues su extto ttene lugar en crear". Esta esperanza no parece haberse cumplido todavfa en 1968, en que un
la medida en la que la conc;iencta comtenza a adqumr otra forma. · escritor, Günter de Bruyn en su novela Buridam Ese! lo atestigua por boca de una
En esta perspectiva se ve claramente el problema ~n el que está metida la teorfa indiscreta bibliotecaria. Entretanto, en 1963 Georg Lukács se habfa manifestado
marxista de la recepción del libro que comentamos. St se habla e~ e_lla del lector en sobre la Catarsis y la Continuación de la experiencia receptora, y en 1965 Walter
cuanto persona histórica que debe, ser educada e~ un «modo soc1ahs~~ de le~t.ura», Hohmann en la revista Der Bibliothekar hablaba del retraso insatisfactorio de la
entonces resulta la siguiente apona para la teona de la representacwn 28 uulizada investigación del efecto literario en la ciencia literaria marxista. Sin embargo, la
como instrumento cdtico en este libro: si el lector debe ser educado en algo que Estética de Lukács recogfa el problema del efecto para situar al sujeto receptor, en
todavfa no es el medio de fomentar tal proceso no puede ser la reproducción de las la Hnea de la estetica burguesa clásica, en el papel pasivo de la contemplación pasiva,
relaciones dad~. Sólo podrfa ser educado cuando acontece algo con él. Sin embargo, para garantizando as! -más papista que el propio Goethe- la autoridad de la obra
que ocurra esto, se necesita de algo má~ que la repro~~cción de _süs relacio?e~ reales. frente a los ataques del receptor emancipado. El ataque programático de Hohmann
Podemos pues preguntarnos si esa teona de _la recepcto? no equtvoca el ob¡ettvo _que no permaneció en los Hrnites de una sociologia del lector para provecho de una
pretende, por causa del realismo representattvo que deftende. poHtica cultural de bibliotecas , sino que tenía también su feo pie equino: «Cultivar
la investigación del efecto como una ampliación de una teorfa literaria basada en el
primado de . la estética de la producción, con el objetivo de fundamentar los
mecanismos y leyes de un 'verdadero' efecto del arte basado en la identificación, para
mejor poder orientarlo y corregirlo con tales conocimientos»2• La conexión de esta
teorfa con la práctica de una polftica cultural autoritaria es evidente. La investigación
marxista del efecto en la R.DA debió por ello sentir la provocación de la ciencia de
la literatura en la Alemania Occidental en medida notable, por cuanto ésta buscaba
desarrollar una estética de la recepción que reconoce al lector un papel activo en la
constitución del sentido de las obras, as! como en la formación de la tradición y en
la función soci:~l de la literatura. En palabras de Karl R. Mandelkow: «La apertura
de un texto a la posibilidad de una participación activa del receptor ·parece, por
parte de la obra, la condición de una forma no autoritaria del efecto. Tal relación
d.emocrática emre obra y efecto incluye ciertamente el peligro -para h; blar como
Benjamín- deyn «partidismo» del público. Pero ésta y no otra es la auténtica
exigencia de la estética de la recepción para la teoda marxista de la literatura»3.
A esta exigencia h1 respondido desde 1970 un grupo de ciendficos de la
literatura en torno a Robert.,Weimann, Manfred Naumann y Claus Trager, con un
1 Rtzeptionsaslhetik und marxistiscbe Literaturtheorie, en: Historizitat in Spracb - und Literaturwis-
stnscbaft- Vortrage und Berirhte der Stuttg4rter G.rmanistentagung 1972, ed. por W. Müller-Seidel,
27 Paul Ricoeur, Hermmeutik und Strukturalismus, Munich 1973, p. 142. Munich 1974,p. 319-388.
28 Se me ha hecho también el reproche de haber partido de la falsa afirmación de que las obras 2 Resumen de Mandelkow, ibid., p. 381.
literarias • no poseen función alguna de representaciÓn• (p. 126). 3 !bid., p. 384.

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alto nivel de argumentación. En mitad del diálogo está la clarificación de los círculos De hecho es wnsecuente aplicar las categorías de producción y consumo a las
de problemas: producción y consumo, efecto y recepción, tradición y selección. Pese actividades espirituales, que para Marx caen bajo el concepto de trabajo en cuanto
a todas las diferencias hay una comunidad de intereses de investigación, como la apropiación de la naturaleza. Naumann reconoce corno acertada la posición de Marx
comprensión de la literatura de nuevo en su función de comunicación y, por lo de 1857, cuando explica del modo siguiente su tesis (que en esta formulac ión
tanto, como fuerza formadora en la historia. A mi última aportación a este debate también es la mía), la obra de arte necesita del lector para ser realmente una obra:
(La parcialidad del método de la estética de la recepción)4 siguió en 1973 por Manfred. «como la producción está dirigida no sólo a proporcionar una 'materia natural', sino
Naumann y otros: Sociedad-Literatura-Lector: la recepción de la literatura desde la a apropiarse de ella en forma disponible para e l hombre, el producto es un
perspectiva teóricaS. Es éste el primer ensayo valioso de una teoría materialista de la 'verdadero' producto no como 'actividad objetivada', sino solamente en tanto que
recepción literaria por parte alemana, aunque por desgracia ignora casi todo (¿o tiene objeto 'para un sujeto activo', es decir, en el consumo (p. 84). Hasta aquí bien. Sin
que ignorarlo?) lo que en este campo ha elaborado la escuela de Praga también en embargo se ignora el huevo del cuco que está aquí escondido. Difícilmente podría el
sentido materialista. A la nueva teoría de la recepción sirve como legitimación una objeto artÍstico solicitar de Un público que tiene que crear, una necesidad que
famosa cita de la Introducción a la critica de la economía política de 1857 de Marx, todavía no existe, si sólo se atribuyera a lo bello una función representativa
ahora nuevamente valorada. Los autores parten de la dialéctica descrita en tal lugar concebida de modo materialista. El paradigma estético de la dialéctica marxista de
entre producción y consumo, objeto de arte y público capaz del disfrute de la belleza, producción y consumo implica una función transcendente (••idealista•) de lo bello.
y en especial del concepto de «recepción privilegiada•, con lo que pretenden superar Pero eso no basta: también el público que, en cuanto •sujeto activo»del consumo

la debilidad subjetivista, es decir, idealista, de la estética burguesa de · ¡a recepción. «crea la necesidad como objeto interno, corno fin de la producciÓn» (MEW 13,
·¿Puede llamarse con razón materialista este contraproyecto a las categorías de p. 625) está aquí elevado por Marx al momento activo de un proceso abarcador que
«horizonte de expectativa• .Y «estructura apelativa•, a las que se acoge con gusto la trasciende la estética de la imagen base y superestructura. Sea cual fuere el modo de
llamada «Escuela de Constanza,., apelando a la Introducción de Marx de 1857? ¿Cómo interpretar el texto, la teoría de 1857, aportada corno justificación de una nueva y
se las arreglan sus autores con las implicaciones idealistas que también en este materialista teoría de la recepción literaria, no encaja evidentemente con las teorías
contexto se derivan del paradigma de objeto de arte elegido por el mismo Marx?6. de la representación, ni siquiera con la invocada por Naumann en otro lugar: «es un
Manfred Naumann, el autor del artículo introductorio sostiene que el «descu- principio elemental de toda teoría materialista del arte que también lo ideal que se
brimiento» de que producción y recepción son en la literatura los dos lados de un manifiesta en el arte 'no es otra cosa que lo material trasladado y traducido a la
proceso dialéctico no es más que «un caso especial de la dialéctica general de la cabeza del hombre'; y que también los 'conceptos de nuestra cabeza' que tienen una
apropiaciÓn• (p. 86-87), remitiéndose a la siguiente explicación de Marx: «La función en la formación de las obras de arte, son 'representaciones de las cosas
producción no sólo proporciona un material a las necesidades, sino también las reales'» (p. 39).
necesidades a un material. Cuando el consumo sale de su primitivo estado natural y Si el objeto bello de arte solicita una necesidad nueva, todavía no dada,
de su inmediatez -puesto que permanecer en ellos ya sería el resultado de una diffcilmente puede ser representación de cosas materiales dadas. Y, del mismo modo,
producción hundida en la naturaleza bruta-, ya está él mismo, en cuanto impulso, difícilmente ·pueden «las leyes de la belleza• mediante las cuales el hombre, según
,mediado por el objeto. La necesidad que siente de él está creada por la percepción otro texto famoso de Marx de 1844, forma (es decir, «reproduce la naturaleza
misma. El objeto artístico -al igual que cualquier producto- crea un público entera•), a diferencia del animal que se limita a producirse a sí mismo, en la medida
sensible al arte y capaz de gozar de la belleza. Por lo tanto, la producción no sólo en que «sabe aplicar siempre al objeto las medidas inherentes», difícilmente pueden
produce un objeto para el sujeto, síno también un sujeto ·para el objeto. La ser sacadas de un material ya dado, en el que previamente -no se sabe de donde-
producción produce el consumo, 1) proporcionándole el material; 2) determinando el tiene que ponerse una medida, para que así, mediante la actividad estética del
modo de consumo; 3) transformando los productos, puestos como objetos, en hombre <<se le aparezca la nat uraleza como su obra y su realidad»7•
necesidades del consumidor. Produce por lo tanto, el objeto del consumo, el modo Mencionemos de paso que tampoco Naumann en otro lugar (p. 24 y ss.)
de consumo, el impulso hacia el consumo. Al mismo tiempo el consumo produce la observa la contradicción entre la postura del joven Marx, de comprender el arte
disposición del productor, al solicitarla como una necesidad determinada a un fin• como apropiación de la naturaleza y como medio de formación de sentido, y la
(MEW, vol. l3, p. 624). teoría de la representación de Lenin. El arte como paradigma del trabajo (con la
posibilidad, no agotada por Marx, de ser paradigma del trabajo no alienado), como
4
En este volumen, p. 380 )' ss. se encuentra ciertlmente en la bibliografía, pero no en el detallado modo, igualmente originario, de apropiación o reproducción de la naturaleza, da
informe de investigación con el que Peter V. Hohendahl ha introducido su: S ozialgeschicbte und
Wirkungsiistbetik -Dokumente zur empirischen und marxistischen Rezeptionsforschung, Frankfurt 1974
tanto al producto del trabajo artÍstico como al del trabajo material un rango que no
(libros de bolsillo Fischer Athen2um, ciencia de la literatura 2072). Lo correcto hubiera sido indicar al está subordinado metafísicamente a un ser más elevado y espiritual. Por el contrario,
menos al lector mi réplica a Bernd J. Warneken, a cuya crítica: Zu Hans Robert Jauss Programm einer la posterior teoría del conocimiento marxista-leninista que contempla el producto
Rtzeptionsiisthetik se reserva la última palabra en la serie de documentos. La misma discusión de artÍstico cor,no representación de las cosas verdaderas o como traducción de lo
Hohendahls conmigo s6lo se expone a partir de mis publicaciones de 1972.
S Berlín y Weimar, 1973.
material en lo ideal (p. 26) recae involuntariamente, por lo que respecta al arte, en
un platonismo materialista, en la medida en que subordina el producto del arte,
6
Sobre más implicaciones id.~alistas de la estética materialista trato en un trabajo que se publicará
próximamente: Das idealistiscbe A rgernis -Bemerkungen zur marxistischen Asthetik, cuya tercera parte la
7 Okonomisch-philosophische M anuskripte, citados por, K. Marx: Die Frühschriften, ed. S. Landshut,
forma el presente fragmento.
Stuttgart 1971, pp. 237-240.

210 211
como copia, al producto del trabajo material, atribuyéndole así un tercer lugar determina ese «modo muy diferente>> en un plano categorial e intersubjetiva. Le falta
detrás de la verdad económica. En ningún lugar se atreve Naumann a decirnos en el concepto de Vodicka de apertura literaria, como se ve cuando habla de
qué consiste «la relativa autonomía del arte• (p. 30), y si esta relativa autonomía es instituciones sociales que seleccionan, promocionan y valoran las obras literarias
una excepción a la sospecha ideológica (en la página 31 atribuye amablemente a las antes de que lleguen a. ~anos de l~s lectores (p. 90). Cuando Naumann (como yo)
clases que luchan por el poder «un máximo de verdad relativa sobre el ser social»). observa «que la recepc10n no constituye un punto de llegada final, sino también un
Consoladoramente, frente al retroceso de la formación burguesa, hay que punto de partida para una nueva producción literaria» (p. 37), se limita a decir que
constatar que en la sociedad socialista desarrollada de la RDA, «la lectura se evidentemente la producción literaria representa el momento abarcante que no
convierte paulatinamente para la mayoría de los hombres en una 'costumbre vital'• puede pasarse sin «el concepto de una necesidad estética fundamental» (p. 38), lo
que en una antropología marxista suena de manera extrañamente platónica. Cuando
(p. 13). Pero, entretanto, parece instalarse profundamente en Naumann cierta
desconfianza en la madurez del lector socialista. Esto se ve cuando, polemizando con
f él (como yo) distingue entre el concepto de recepción, formado por el lector, y el
1
Roland Barthes y conmigo manifiesta lo siguiente: el escritor revolucionario y concepto de efecto, que acentúa el lado de la obraH, debe producirse la mediación
realista «no sólo quiere que la lectura libere al lector de 'adaptaciones, prejuicios y 1 entre ambos conceptos «por la relación de valoració n que necesariamente lleva al
forzosidades', sino que proporcione una 'nueva percepción de las cosas'; quiere lector a la obra cuando la recibe• (p. 87-88). No acierta a ver <<dialécticamente» que
obligarle a una correcta percepción de las cosas• (p. 74). En la misma línea transcurre esa «necesidad» no sólo está dada por parte de la obra sino también por parte de la
el ataque de D. Schlennstedt a la teoría de Wolfgang Iser: «Mediante la búsqueda de recepción en un horizonte institucional, como puede comprobarse en la vaga
significados garantiza la libertad del lector, asignando a la indeterminación flo tante alternativa de la siguiente afirmación: <<Algunas obras fuerzan al lector por sus
una meta poética. Nosotros, por el contrario, mantenemos que la defensa pluralista propiedades objetivas a enfrentarse siempre de nuevo con ellas, y otras, que son la
de la manipulación, que de tal manera se manifiesta, es solamente su reverso . La mayoría, hacen, por las mismas razones, que los lectores, tras un cierto tiempo, las
fiesta de la arbitrariedad no ayuda a superar las relaciones criticadas, sino que es su rechacen como objetos de recepción» (p. 87).
expresión, un apoyo al sometimiento de los individuos al azar. Una estética ligada Falta ante todo en Naumann, el concepto de concreción, entendido como el
al progreso social pone el acento en la determinaciÓn» (p. 373). Que en estos tres concepto que surge en la fusión de los horizontes de la «recepción preferente» de la
casos no se trata de mero exceso de celo ni de transitoria adecuación a la línea del obra y del «horizonte de expectativas de l sujeto activo••, en tanto que configuración
partido, lo muestra la teoría de la preferencia en la recepción. de la recepción confirmada por una obra literaria. Cuando Naumann habla de
La fundamentación teórica de Manfred Naumann no deja reconocer con la •modos sociales de recepciÓn», se trata de «funciones sociales objetivas ... o concreciones
deseada claridad lo que la aplicación práctica de Schlennstedt anuncia claramente: la de la conciencia• (p. 91) y no de procesos de recepción de la literatura. Faltan
variante marx ista de la estética de la recepción está interesada primariamente por la totalmente las categorías intersubjetivas de la recepción, de manera que parece como
«determinación objetiva de la actividad receptiva•. No se pregunta propiamente por si se opusiese a la recepción preferente (que, como en mi caso, puede estar
la determinación material de la recepción, es decir, por el «sujeto activo• mismo de condicionada por el lenguaje o el género) la recepción individual de un lector general
' la actividad receptora: se supone a ésta, pese a la po lémica contra el «lector (ver pp. 88-97).
! implícito>> de Iser y contra el «público en general» señalado por mí, como conciencia El ejemplo de recepción preferent e que aporta D. Schlennstedt, el poema de
idealizada (Ver Schlennsted t, p. 354: «en el intento de convert ir el potencial dado en Brecht Der Rauch, confirma la unilateralidad de la nueva teoría marxista de la
la obra de arte en un modelo teórico de recepción, tendrá que contarse con una 1
recepción. Lo que se consigue con esa interpretación nada tiene que ver con un
conciencia idealizada•). Lo mismo subraya Naumann de entrada: «la propiedad que análisis de las estructuras apelativas (ver p. 356), como podrfa explicarse a part ir de
tiene la obra de orientar la recepción, la ·resumimos en el concepto de recepción 1 las teorías de Iser. A este respecto echo ante todo de menos la reconstrucción de las
preferente. Se trata de un concepto libre de valores. Cualquier obra es susceptible de 1 preferencias específicas de recepción del género «poesía lírica» y, en esp ecial, de la
recepción preferente. Se t rata de una categoría que expresa las funciones que una tradición del laconismo Hrico 9• En el curso de la investigación aparece por parte de
) la recepción un <<lector implícito• idealizado, que no puede - a diferencia de la
obra potencialmente puede ejercer por su propia estructura» (p. 35).
teoda de Iser- actualizar modos diferentes, de interpretación o de «donación de
. · Ciertamente se encuentran en la fundamentación teórica de M. Naumann
sentido• (p. 369 y ss.). Ciertamente se concede que el trabajo de donación de
determinaciones que aluden al proceso d e recepción por parte de la obra (recepción
sentido exigido por la obra puede conducir «a expresiones especiales en la búsqueda
preferente) y por parte del lector (modos sociales de recepción, p . 91), y que se
del sentido de las configuraciones poéticas» (p. 369). Sin embargo, en ningún lugar
diferencian tan poco de mis teorías que, con relación a la prioridad de mi escrito de
del análisis aparecen tales expresiones. Más bien se reconstruye un <<sujeto libre»
1967 podría hablarse de una «apropiación dialéctica». Sin embargo, se comprueba
contemplador y juzgador implicado por :Brecht, frente al cual el lector real exigido
enseguida que en Naumann no se trata de una ·interacción de dos sistemas u
horizontes, el sistema de la obra u horizonte literario de expectativas («recepción
preferente•) por una parte, y el sistema de interpretación u horizonte mundano de
expectativas por otra parte. No se atribuye al lector en cuanto «sujeto activo>> 8 p. 87. Transcripción casi literal de formulaciones de mi apéndice: La parcialidad del método de
ningún horizonte propio de comprensión, condicionado socialmente, ningún código
la estética de la recepción, en este volu men.
cambiante de interpretación. Cuando Naumann (como yo) admite «que la recepción 9 Ver p. 358, donde sólo se habla globalmente de normas en la herencio literaria, y p. 366 donde
privilegiada de la misma obra puede realizarse de modos muy diferentes>> (p. 35), no no se dice nada sobre la diferencia entre las variantes del laconismo de Goerhe y Brecht.

212 213
por la investigación ha de conducirse de manera conforme 10 . También se dice hacia distinto, de los procesos reales sociales e históricos, sino que se comprendan · sus
el final: •si el lector objetiva al sujeto lírico o no, concibiéndolo como una funciones pasadas y posibles en la historia y la sociedad, y no contribuir más al
subjetividad que se le enfrenta, depende de la proximidad o lejanía de lo evocado a escándalo de que la obra de arte en cuanto bella apariencia sirva tanto para la
la propia subjetividad, y también de determinadas intenciones receptivas•• (p. 378). liberación de posibilidades y necesidades, de otro modo incumplidas, como para el.
Pero esa proximidad o lejanía a la «propia subjetividad» (de nuevo falta la catégoría disfraz de los intereses dominantes. Con el reconocimiento de las mutuas dificultades
intersubjetiva del horizonte de expectativas o del código de comprensión) no es se habría ganado un nuevo punto de partida en la prosecución del debate entre.
objeto de reflexión, aunque en la página 375 se proclama «la actitud mundana» del teoría de la literatura •burguesa» y «marxista». Pienso también en una corrección de·
lector socialista, distinta de la actitud burguesa frente a la naturaleza. Esta actitud la regulación del lenguaje, largo tiempo retrasada. El campo de la política puede
mundana, •en la que el otro hombre pasa al plano de la necesidad» (p. 375) tendría dividirse tajantemente por razones inabarcables en una posición «burguesa» y una
que ser tematizada como horizonte de recepción condicionado de modo específico y «marxista». En el campo de la filosofía hay una teoría del conocimiento «idealista»
social frente a la recepción preferente, si se quiere realizar el postulado de una teoría y otra «materialista•. Pero, en el campo de la estética estas etiquetas co.ntrapuestas
marxista de la recepción, la cual -por desgracia sólo de modo programático- «se no tienen fundamento o son meramente ideológicas, gracias a la prop1edad de la
relaciona con el contexto cambiante de la situación histórica y actual del lector» experiencia estética, la cual, en su acción poderosa, no dominable y, por ello,
(p. 378). «subvers iva», se sustrae, siempre y de nuevo, a cualquier avasallamiento ideológico y
Así pues la, proclamada en principio, elevación del lector al nivel de «sujeto dominio de las instancias sociales 11 •
activo• en el proceso de producción y consumo de la literatura; queda al final en
proporciones modestas, por no decir puramente metafóricas. Una explotación menos
timorata de las implicaciones estéticas de la dialéctica marxista de la producción y el
consumo hubiera podido conducir a superar las barreras que se oponen en esta
estética materialista a la función social del arte (•La producción no produce sólo un
objeto para el sujeto, sino también un sujeto para el objeto»). Pues, aunque para
Marx «la producción es el verdadero punto de partida, y por lo tanto el momento
trascendente» (MEW 13, p. 625), ello no excluye, sino que incluye, que el consumo
mismo se haga sujeto activo, es decir, • momento de la producciÓn» (ibid. p. 626).
La producción artÍstica debería haber aclarado esta inversión dialéctica mejor que la
producción material. Pues de esta última dice Marx: «en la sociedad, la relación del
productor y el producto, una vez terminado, es externa, y el retorno del mismo al
sujeto depende de sus relaciones con otros individuos. No está disponible de modo
inmediato». Disponibilidad inmediata se dice sobre t odo evidentemente en el caso
del artista en cuanto trabajador menos alienado, en acción mutua con el lector en
cuanto consumidor menos alienado, como dice Marx: •el individuo produce un
objeto y vuelve de nuevo a sí por su consumo, pero en tanto que individuo
productor y reproductor de sí mismo. El consumo aparece así como un momento de
la recepciÓn» (MEW 13, p. 626).
Quien se refiera a los raros fragmentos de la teoría estética del primer Marx
tiene que contar con que la esperada legitimación de una estética materialista se t oca
con premisas idealistas desconocidas o silenciadas. La estética materialista, tanto si
rechaza estas premisas como un escándalo como si las acepta como •herencia•, no
puede pasarse sin ellas si quiere explicar el efecto de obras antiguas de arte en
tiempos posteriores o simplemente el carácter de la forma artÍstica que trasciende las
clases, si quiere, frente a la alienación de los hombres por el dominio del capitalismo,
describir la posibilidad de una actividad liberada de la dependencia de la división del
trabajo, como proceso de «formación estética de sentido.. , y si quiere comprender al
cosumidor no sólo como víctima de las relaciones materiales, sino también como
•sujeto activo», y con ello la posibilidad de una función solidaria y social del arte.
Por otra parte, la estética burguesa no puede prescindir de premisas materialistas si
quiere que la literatura y el arte no se separen, como una historia ideal o un mundo
10 Ver p. 366: •repetir su actividad como actividad nuestra•. p. 378: •perspectivas ... desde las que 11 Me remito a mi contribución a Poetik und Hermen~utik VI: Negativítiit und Identifika·
ve las cosas expuestas•. lion - Vmuch zur Theorie der iirthetischen Erfahrung (ed. por H . Weinrich, Fink, Munich 1975).

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