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Se entiende por ‘’Ciudadanía’’ la calidad de ciudadano, o conjunto de personas de

una población o país que reúnen los requisitos para ser considerados como tales, y
por lo tanto tienen derechos políticos, fundamentalmente el de elegir y ser elegidos
para las funciones gubernamentales, así como las obligaciones correspondientes.
Las leyes de cada Estado establecen las condiciones en que se reconoce la
ciudadanía a los nacionales que llegan a la mayoría de edad, y a los extranjeros
que la solicitan.
La ciudadanía es aquel conjunto de prácticas que definen a una persona como
miembro de pleno derecho dentro de una sociedad. Implica la posesión de un
pasaporte conferido por el estado y el conjunto de derechos y obligaciones que
tienen los miembros de una comunidad política.
La ciudadanía implica obligaciones a cargo de las instituciones públicas, para
responder a los compromisos de participación de los derechos conferidos.

Puede ser definida como un conjunto de derechos y deberes que hacen del
individuo miembro de una comunidad política, a la vez que lo ubican en un lugar
determinado dentro de la organización política, y que, finalmente, inducen un
conjunto de cualidades morales (valores) que orientan su actuación en el mundo
público.

Así planteada, la condición de ciudadanía nos enfrenta a un procedimiento, que se


refiere al conjunto de derechos y mecanismos para su ejercicio, constituido por un
modelo de reglas, aplicadas y reconocidas igualmente para todos y por todos), al
que se encuentra ligado todo individuo por el solo hecho de ser un miembro de la
comunidad, también nos enfrenta a una dimensión de carácter situacional o locativa
que implica a la vez un aspecto relacional. Esta dimensión apunta a un grupo de
funciones a través de las cuales los individuos se ubican en la división del trabajo
político.

Las interacciones entre individuos se establecen a partir del mutuo reconocimiento,


y en razón de ello los hombres pueden esperar ser tratados por el Estado y sus
instituciones, y por los otros individuos en condiciones de igualdad a partir de ciertos
principios abstractos compartidos que definen la autoridad y las jerarquías.
Finalmente, existe una dimensión moral, que tiene que ver con un conjunto de ideas
acerca de la vida pública y con los valores cívicos que orientan los comportamientos
considerados adecuados o justos para la coexistencia y la acción pública
(universalismo, igualdad, libertad individual, tolerancia, solidaridad, justicia,
etcétera)

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