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El objeto del proceso es el litigio planteado por las dos partes. En consecuencia,
dicho objeto está constituido tanto por la reclamación formulada por la parte
actora o acusadora como por la defensa o excepción hecha valer por la parte
demandada o inculpada; en ambos casos, con sus respectivos fundamentos de
hecho y de derecho.
Sobre las teorías que tratan la naturaleza jurídica del proceso, se pueden incluir
dentro de dos grandes corrientes:
Las teorías publicistas: Han considerado que el proceso constituye por sí solo
una categoría especial dentro del derecho público, ya sea que se trate de
una relación jurídica o bien de una serie de situaciones jurídicas.
Sin embargo, es evidente que nada resulta más contrario a la naturaleza del
proceso que la figura del contrato, toda vez que el proceso jurisdiccional no
requiere un acuerdo previo entre las partes, para que pueda iniciarse y
desarrollarse ante el juzgador. La obligación de las partes de sujetarse al proceso
y a la sentencia que dicte el juzgador deriva del imperio de la ley.
Según esta teoría, la litis contestatio, y por lo tanto el proceso, no puede ser un
contrato, puesto que el consentimiento de las partes a someterse a la decisión
del juez no es enteramente libre; sobre todo, el del demandado. En
consecuencia, si el consentimiento de éste no es espontáneo, y sin embargo el
proceso crea obligaciones, hay que buscar en las otras fuentes de éstas la
explicación de su naturaleza.
Esta teoría surge con la célebre obra de Oskar von Bülow, quien sostiene que el
proceso es “una relación de derechos y obligaciones, es decir, una relación
jurídica pública”.
Por otro lado, el señalamiento de los presupuestos procesales tuvo por objeto no
sólo esclarecer las condiciones previas que se deben satisfacer para que se
pueda constituir válidamente la relación jurídica procesal, sino también advertir
que dichas condiciones deben ser analizadas y resueltas de oficio por el
juzgador, aun sin que la parte demandada las objete por vía de excepción
procesal.
Si bien es cierto que una vez que las partes acuden al proceso, los derechos
materiales controvertidos quedan en estado de incertidumbre y sujetos a las
contingencias del proceso, también lo es que este estado de incertidumbre no
afecta los derechos y obligaciones, así como los deberes, que corresponden a
las partes y al juzgador dentro del proceso; es decir, no afecta los derechos,
obligaciones y deberes de carácter procesal.