Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
¡Necesito un Traductor!
Fernando Bartra Encinas
El sol apenas empezaba a dar sus primeros rayos, las nubes parecían abatidas por el
friaje, mis compañeros y yo, estábamos de pie, con nuestros equipajes listos y al frente
estaban las autoridades de Junin pablo, también los niños quienes nos iban a elegir, todos
en forma de media luna.
Elegían más a las compañeras de inicial y no todavía entre nosotros los de primaria. A mi
compañero Gamaliel lo eligió una anciana y su pequeña nieta Chononbiri1, mis
compañeros bromeaban porque los niños aún no nos elegían. Luego de unos minutos más,
le tocó el turno a elegir a un niño de unos 11 años, se llamaba Soijisma. Vino lento, miró a
todos los de primaria y se acercó a mí, yo lo abracé y sonreí feliz. Resultó ser que la abuela
de Chononbiri era también la abuela de Soijisma, vivían en casas separadas, pero
cocinaban una sola casa, lo que hacía parecer a la familia más grande.
Llegamos a su casa, me encontré con mi compañero, resultó que él era un familiar de ellos
y eso aumentó nuestra confianza, me trataron bien desde el principio. En tiempos
pasados viví también en una comunidad y por lo tanto conocía las costumbres, su trato
hacia con los demás y sobre su gran bondad, pues en el desayuno nos pusieron en una
mesa aparte y nos sirvieron patarashca de boquichico ¡un enorme boquichico!, además de
chilcano y yuca cocida. Mientras paseábamos por la huerta nos dijeron que, si queríamos,
podíamos coger naranjas, cosa que hicimos en seguida.
Soijisma siempre estaba jugando con sus amigos, por eso no pude interactuar tanto con
él, sin embargo, me di cuenta que era un niño inteligente, alegre y obediente y, sus padres
1
Chononibiri, Soijisma, Wexakea y Metsasame son nombres en idioma originario de la familia con
quienes conviví.
lo querían mucho. El abuelo era un buen conversador, debatíamos con él algunos temas y
nos enseñaba de su sabiduría, la Tita nos atendía siempre de lo mejor junto a sus hijas,
nietas y nuera. Por la noche, al momento de hacer la cama, no sabía dónde acomodarme,
pero el señor Wexakea y su esposa Metsasame, me habían preparado su única cama y me
la cedieron, me sentí alegre y triste, era un gesto demasiado amable de parte de ellos, pues
tuvieron que dormir en el piso solo para que yo estuviera cómodo.
La comunidad me hizo reflexionar bastante, vi que hay mucha necesidad, hay mucho que
hacer para los niños con respecto a su educación y salud. Me recordó a mi pueblo en el
que crecí, con el canto de las aves, con sus lluvias y sus ríos, su hermoso cielo azul
confundidas con las nubes que le dan ese toque maravilloso. Estar en este lugar te da paz,
dan ganas de llorar cuando ves los atardeceres dorados y fríos, con su gente feliz, su
idioma que, aunque no entendía, me resultaba una melodía. Me reafirmé allí mismo,
terminar mis estudios, poner todo de mi parte para adquirir más conocimientos y valores,
para ser un buen maestro, ejemplo para mis niños más adelante, me imaginé hacer mis
huertos con ellos, a cuidar a la naturaleza y valorar su idioma, su historia y su tierra.
Última noche junto a la familia que nos acogió. A la derecha Soijisma junto
a su padre Wexakea.
Lleva a los niños
La mañana era fresca ¡Nuestro último día! El mural que estaban pintando todavía no
estaba terminado, asi que todos los del grupo del mural ponían su máximo esfuerzo, los
niños y algunos adolescentes curiosos, se paseaban para ver y los más pequeños se
acercaban mucho lo cual interrumpía el trabajo.
Estuve observando todo eso y mis compañeros que pintaban me dijeron que llevara a los
niños, me entristecí con ellos, mas no dije nada, pues era por los niños por quienes
también habíamos venido. Los llamé y les dije que haríamos un paseo, asi que empecé a
recorrer todo el mural explicándoles de qué trataba y a qué pueblo indígena representaba
cada pintura, les pedía a mis compañeros y compañeras que nos ayudasen en la
explicación y colaboraron ansiosos.
El día anterior, cuando íbamos recorriendo la comunidad con dos compañeros, encontré
en medio de la calle a Darío, un niñito que estaba sentado en el suelo y jugaba con unas
canicas, nos miró y sonrió, quise llorar porque me recordó a mis hermanitos que se habían
quedado en Pucallpa, mal de salud y este pequeñito estaba en las mismas condiciones.
Estornudaba por la gripe, me imaginaba los síntomas que debía tener y cómo de repente
le dolía su cabeza y me sentí impotente. Mi compañera Marianella le regaló algunas
manzanas, y él agradeció con una sonrisa.
Darío
En el pintado del mural lo encontré otra vez jugando, a pesar de estar enfermo. Lo tomé
de la mano y lo llevé a conocer el mural junto a los demás niños, hasta que acabamos y ya
no sabía qué hacer, justo recordé que mi trabajo de investigación trataba sobre la
situación psicolingüística asi que, aproveché el momento para juntar a los niños en una
de las bancas del parque que se encontraba al frente del local comunal, y de esa forma
obtuve la información que necesitaba, pero ellos aún seguían conmigo.
Entonces recordé que cada tarde que salía de la universidad, en casa con mis hermanitos,
los juntaba para enseñarles matemática, comunicación, arte y su área favorita, jugar.
Bueno, me dije, a ver si intento lo mismo con los niñitos. Les pregunté qué juego sabían y,
luego les propuse si querían jugar en ese momento, me respondieron emocionados que sí.
Jugamos talán, talán, que es el gato y el ratón, tomé de la mano a Darío elegimos quién
sería el gato, el ratón y la puerta, nos ubicamos en medio del patio y comenzamos a jugar.
A veces me hablaban en shipibo preguntándome algo y yo no entendía, la mayorcita
traducía lo que los pequeñitos trataban de decirme, uno quería ser el ratón y otro el gato,
ya que nuestro primer gato se había cansado de correr, dado que era en la mañana y
apenas el sol se abría, pero, igual se sentía un leve calor.
Me dirigí con todos ellos al campo para jugar fútbol, incluidos los más pequeños, pero me
olvidaba de algo, debía darles un incentivo, un reconocimiento agregado a su entusiasmo
de participar. Fui a la tienda de al lado, compré unos dulces y panes para el premio al
ganador y para los participantes también. A los más grandecitos les dividí en equipo de
varones y mujeres, me quedé con los más pequeños. Primero jugaron las mujeres y luego
los varones, corrían entusiastas y era divertido verlos competir, con tanto griterío de las
chicas y la velocidad de los muchachos.
Tomé a Darío y a los demás pequeñitos y, los llevé a un costado del campo, les dividí en
grupos y comenzamos a jugar. A ellos les hacía preguntas sobre las partes del cuerpo, los
números y las vocales, sin embargo, había un problema, ellos no me entendían y era por
el idioma. Rápidamente pedía ayuda a las niñas que ya habían jugado ya que los varones
seguían en el primer tiempo. Ellas me sirvieron de traductoras y sí que comprendieron.
Niños y niñas, pequeñitos, tiernos y alegres, ver esas caritas de emoción de competir con
el Westiora, Rabe, kimisha2 y darme cuenta de sus conocimientos, me era muy
importante y motivador.
Al final me reuní con todos, a los ganadores les di su premio. Ellos hacían cola y generaban
desorden, solo sonreí y les ordené entregándoles a cada uno su incentivo, me arrepentí no
haber traído más cosas de Pucallpa para regalarles. Me despedí de ellos y cada uno se fue
por su lado y yo me regresé a la casa del señor Wexakea un poco agotado, pero feliz. Me
eché en la hamaca, Chononbiri, su abuela y Metsasame estaban en la cocina. Soijisma vino
de jugar también y vi que su madre le daba una jarra con Atsa Xiate3 y se dirigió a mí y me
entregó. Bebí, estaba dulce y recién hecho, leía un poema y el agotamiento hizo que me
quedara dormido en la hamaca.
Vista panorámica de la CC. NN Junin Pablo con su plaza y el local comunal a la derecha.
2
Son los números en el idioma shipibo westiora es uno, rabe es dos y kimisha es tres.
3
Atsa Xiate significa masato.
Mi reflexión
Pero no debíamos irnos con las manos vacías, debíamos practicar un valor ancestral de
nuestros pueblos que es la reciprocidad, Por eso el profesor nos organizó en grupos para
pedir donaciones como ropas, juguetes y víveres para compartir con la familia que nos
tocaría. Era la primera vez que salía a pedir donaciones por lo que estaba nervioso, pero
al final en las dos veces que salimos nos fue muy bien, la gente es muy amable, algunos
cuestionan nuestra veracidad, pero la donación es voluntaria y recibimos los que nos dan
y agradecemos con una sonrisa sincera.
El día del viaje llegó y hubo contratiempos, con tranquilidad todo se solucionó y horas
más tarde estábamos surcando en medio del rio Ucayali. Las olas golpeaban el bote, las
garúas caían y dentro de la embarcación el ambiente era frio y tranquilo. Me gusta ver la
naturaleza con sus matices, el rio y las playas que en estos meses de verano empiezan a
formarse en las riberas.
Me quedé dormido y solo me levanté cuando algunas personas bajaron a un pueblito del
lugar para avisar que faltaban como una hora y media para llegar, volví a quedarme
dormido y más tarde ya llegamos a la comunidad. Bajamos nuestros equipajes, los niños
y demás personas nos ayudaron a trasladarlos hasta el local comunal donde el jefe y otras
autoridades nos dieron la bienvenida. Incluso, nos invitaron a almorzar Bueten y masato.
El profesor Adán y otro docente hacían todo lo posible para atendernos, iban de un lugar
a otro preguntando si nos faltaba algo y se cercioraba de que todo estuviese bien...
Al día siguiente por la mañana, mañana con un sol brillante y el viento frio, con garzas
cruzando el cielo y agua turbia e intranquila, nos encontrábamos retornando a la ciudad
de Pucallpa, nos regalaron algunos frutos de la localidad. Como mencioné, practican la
reciprocidad, cuando los tres compañeros repartimos las donaciones que habíamos
llevado para la familia, su gozo era inmenso, podía verse en sus caras la felicidad
expresada en risas mientras elegían las ropas y entre ellos se quitaban diciendo ¡nokona!
¡nokona!4
El abuelo miraba feliz, Chononbiri ya había agarrado de entre las prendas y juguetes un
vestidito blanco y una pequeña muñeca que cuidaba siempre con recelo. Me arrepentí no
llevar más para compartir con la familia, porque a diferencia de los que vivimos en la
ciudad, en los pueblos la realidad es distinta y la necesidad es pan de cada día, sin
embargo, viven en un medio privilegiado dónde pueden plantar sus hortalizas, frutas y
atsa5 para preparar el masato, tienen un hermoso río y dos grandes lagos, donde sacan los
recursos naturales para su consumo diario. Cabe resaltar que la CC. NN Junin Pablo se
encuentra dentro de una reserva.
El aire que respiran es puro, la comunidad es tranquila. Sus jóvenes deportistas, sus
muchachas alegres y empeñosas, los más adultos son gente trabajadora. Los niños y niñas
parecen palomas en el parque cuando se les encuentra en las calles jugando. Es una
realidad diferente, no alejada de la mía pues yo vengo de una comunidad, me sentí como
en casa estando allí, aunque extraño más mi vista hacia los cerros azules y misteriosos,
que bajo sus faldas descansa mi pequeño pueblo, que poco a poco marcha a un destino no
tan favorecedor tal vez.
Pienso que en nosotros está la esperanza, en los niños más que todo porque nuestra mente
con el tiempo se va cerrando gracias a nuestra ignorancia y mediocridad, nos
conformamos con recibir sobras de otro que, si hay alguna injusticia, ya pasará. Vemos a
un hermano o grupos de hermanos luchando por sus derechos, o vemos que a uno le han
pisoteado todo aquello, sin embargo, no nos detenemos de nuestra mortal carrera para
4
Nokona significa mío.
5
Atsa significa yuca.
ayudarlo, será porque tal vez ni nosotros mismos conocemos nuestros derechos y
sentimos ese temor de lo que puedan hacernos los de arriba.
Por eso no propongo aún nada, me falta conocer más, me falta aprender y ver otras
realidades, me falta mejorarme a mi mismo. Nosotros como futuros docentes EIB, los que
tengamos dudas todavía, es hora de tomar decisiones y no entorpecer el camino de
nuestros demás compañeros que de verdad están comenzando a amar la carrera, defender
y sentirse orgullosos de su EPB.
Nosotros debemos preparanos en valores, primero tratar de ser mejores personas como
menciono; humildes, valientes, sin pelos en la lengua, llenos de conocimientos a impartir.
Debemos respetar al niño, adolescente, al adulto y al anciano, no dejar que un puesto
mayor de trabajo que los de nuestros hermanos nos hagan seres orgullos, miserables y
egoístas y, ver en otro ser humano igual que en defectos como nosotros a alguien inferior.
Los tiempos se ponen difíciles, los tiempos cambian, la forma de enseñar ya no es la misma
del pasado, la exigencia es mucha, la globalización de cualquier forma trae un gran
impacto hacia nuestros pueblos indígenas. Pueblos que cada día, se van adaptando a los
ritmos veloces de estos cambios.
Insto compromiso a cada docente EIB, porque vamos a tratar con seres humanos llenos
de imaginación, que tal vez aporten en el mañana nuevos conocimientos en bien a nuestro
país o para sus propios pueblos. Por eso es nuestro deber darles buenas bases y, si vamos
a ir solo por el dinero, mejor en este preciso momento dejemos la carrera, pues nuestros
niños no se merecen que se les imparta más mediocridad de la que ya ven día a día en
nuestra sociedad.
Junin pablo, una comunidad grande, de gente que se siente orgullosa de su lengua, de sus
costumbres y su forma de ver al mundo, preparan a sus niños y jóvenes pues son
conscientes que mañana necesitarán de abogados que defiendan sus tierras, de médicos
que atiendan a sus enfermos, de ingenieros u otros profesionales que les capaciten cómo
aprovechar de manera sostenible sus recursos naturales y a cuidar de ella, de su madre
tierra que les brinda toda su bondad para la supervivencia de sus hijos.
Todos los alumnos estábamos desde las 6 A.M en el puerto de Pucallpa, esperando al
profesor, como todavía no llegaba, algunas alumnas, comenzaron a averiguar por su
cuenta cuál era el bote. Una vez con la respuesta, se comunicó a los demás y empezamos
a embarcar toda nuestra carga, el profesor llegó y aún seguíamos metiendo, maletas, sacos
de víveres, etc. El bote se llenó y todavía faltaba que se embarcara una sección. Nadie
sabía que hacer, luego el profesor calmó a todos y nos explicó que ese no era el bote pues
era muy pequeño y éramos un aproximado de 75 personas. Tuvimos que sacar nuestros
equipajes de nuevo, meterlos había durado como media hora y otra vez, sacamos todo con
cansancio y nos pasamos a otra embarcación más grande.
Con todo la ansiedad y el optimismo que me causaba el viaje, me había olvidado de llevar
mis sandalias y utensilios, asi que presté a la señora Katie, mi compañera, un plato para
poder cenar. Nos habían cedido platos de la escuela, pero preferí utilizar lo prestado. Al
día siguiente cuando lavaron y devolvieron los utensilios de la escuela llevaron también
el plato de mi compañera. No le comenté nada, pero estaba preocupado, no sabía cómo
recuperarlo, y asi pasé todos los días preguntando a mis compañeras dónde vivía la señora
a las que habían prestado y no lo pude recupera. O sea que el plato viajero quedó en Junin
Pablo.
Se había programado para el día domingo por la mañana un paseo por el lago Imiria, no
todos los alumnos participarían por algunos inconvenientes, eso incluía a mi sección.
Llegó el día indicado, después del desayuno me fui a lavar mi ropa en el pozo que se
encontraba cerca y allí fue cuando vi que las chicas de inicial, una compañera y el profesor
iban camino al puerto, en ese preciso momento empecé a lavar y enjuagar desesperado,
porque uno de mis propósitos estando allí era conocer aquel famoso lago.
Acaba de lavar mis zapatillas y por eso me puse sin permiso las sandalias de mi
compañero, porque el mío me había olvidado de traer de Pucallpa, él me gritaba y yo
comencé a correr a toda velocidad. Llegué justo a tiempo, ya se estaban embarcando, y de
esa forma emprendimos el paseo por el rio hasta llegar a nuestro destino.
El lago era hermoso, con plantas acuáticas que se formaban en conjunto como islas
flotantes en medio de él y de grandes extensiones. El cielo parecía infinito con sus nubes
blancas colocadas sobre una inmensa sábana azul.
Llegamos a un pueblo, donde desembarcamos para conocer y comprar, pero en el bote
una de las compañeras de inicial comenzó a sentirse mal y me pidieron que bajara a
comprar un medicamento.
Fui de bodega en bodega y no encontraba lo que me habían pedido, me alejé del puerto y
preguntando de aquí y allá pude comprar y justo en ese momento comenzaron a llamarme
a gritos porque ya íbamos a partir. Corrí de vuelta y en el transcurso sentí que una de las
sandalias se rompió, me asusté porque lo había tomado sin prestar, y conociendo a mi
compañero, imaginé lo que me esperaba. Agarré las sandalias y corrí descalzo hacia el
bote. Comenté lo sucedido a una amiga y ella prometió ayudarme.
Retornamos a Junin Pablo y en una bodega compramos pegamento, pegamos la sandalia
y quedó como nueva. Llegando a casa se lo regresé a mi compañero, pero, no le comenté
nada de lo sucedido.
Y esa mi experiencia en la CC. NN Junin Pablo, aquel pueblito que me hizo reflexionar y
disfrutar de lo maravilloso de la naturaleza, de su gente y sus conocimientos.