Vous êtes sur la page 1sur 35

THE OXFORD HANDBOOK OF RATIONALITY

Editado por ALFRED R. MELE PIERS RAWLING

OXFORD UNIVERSITY PRESS 2004

Traducción no autorizada realizada por Mter. Torres Juan Emilio y Dr. Horacio
Faas para uso exclusivo de la Cátedra Introducción a las Ciencias Sociales

CAPÍTULO 19
RACIONALIDAD Y CIENCIA
PAUL THAGARD

¿Son los científicos racionales? ¿Qué constituiría la racionalidad científica? En la


filosofía de la ciencia, estas preguntas generalmente se discuten en el contexto de la
teoría de selección: ¿Cuáles son los estándares apropiados para evaluar teorías
científicas? y, ¿Los científicos los siguen? Pero hay muchas clases de razonamiento
científico además de la teoría de la selección, tal como analizar datos experimentales.
Por otra parte, el razonamiento en ciencia es a veces práctico, por ejemplo cuando los
científicos deciden qué programas de investigación perseguir y qué experimentos
realizar. La racionalidad científica implica a grupos así como a individuos, porque
podemos preguntar si las comunidades científicas son racionales en su búsqueda
colectiva de los objetivos de la ciencia.

Este capítulo proporciona una revisión y evaluación de los aspectos centrales de la


racionalidad en ciencia. Primero se ocupa de la pregunta tradicional, ¿Cuál es la
naturaleza del razonamiento por la cual los científicos individuales aceptan y rechazan
hipótesis conflictivas? También discutiré la naturaleza de la razón práctica en ciencia y
luego volveré a la cuestión de la naturaleza de la racionalidad de grupo en ciencia. El
resto del capítulo considera si los científicos son de hecho racionales, es decir, si se
ajustan a los estándares normativos de la racionalidad individual y grupal. Considero
distintos factores psicológicos y sociológicos que han sido tomados para socavar la
racionalidad de la ciencia.
¿PARA QUÉ ES LA CIENCIA?

Primero, sin embargo, es necesario ocuparse de un tema previo: ¿Cuáles son los
objetivos de la ciencia? En general, la racionalidad requiere estrategias de
razonamiento que sean eficaces para lograr objetivos, así que la discusión de la
racionalidad de la ciencia debe considerar qué ciencia se supone debe conseguirse.
Para comenzar, podemos distinguir entre los objetivos epistémicos y prácticos de la
ciencia. Los posibles objetivos epistémicos incluyen la verdad, la explicación y la
adecuación empírica. Los posibles objetivos prácticos incluyen el creciente bienestar
humano a través de avances tecnológicos. Mi visión es que la ciencia tiene todos
estos objetivos, pero déjenos considerar algunas visiones más extremas.

Algunos filósofos han defendido la visión de que el objetivo epistémico primario de la


ciencia es el logro de la verdad y el evitar el error (Goldman 1999). En esta visión, la
ciencia es racional en la medida en que las creencias que acumula sean ciertas, y el
razonamiento científico es racional en la medida que tiende a producir creencias

1
ciertas. La posición filosófica del realismo científico mantiene que la ciencia se dirige a
teorías verdaderas y en alguna medida lo logra, produciendo algunas teorías que al
menos son aproximadamente ciertas. En contraste, la posición del anti realismo es
que la verdad no es una preocupación de la ciencia. Uno de los anti realistas más
prominentes es Bas van Fraassen (1980), que sostiene que la ciencia sólo se dirige
hacia la adecuación empírica: las teorías científicas deben hacer predicciones sobre
fenómenos observables pero no se deben interpretar como verdaderas o falsas. La
visión anti realista, sin embargo, está en desacuerdo con la práctica y el éxito de la
ciencia (ver Psillos 1999 para una defensa sistemática). La mayoría de los científicos
hablan y actúan como si estuvieran intentando entender cómo trabaja realmente el
mundo, no sólo intentando hacer predicciones precisas. Por otra parte, los
impresionantes éxitos tecnológicos de la ciencia son completamente misteriosos a
menos que las teorías científicas que los hicieron posibles sean al menos
aproximadamente ciertas. Por ejemplo, mi computadora no estaría procesando este
capítulo a menos que realmente haya electrones que se mueven a través de sus chips
de silicio.

Pero la verdad no es el único objetivo de la ciencia. Las realizaciones más


impresionantes de la ciencia no son hechos individuales ni incluso leyes generales,
sino amplias teorías que explican una gran variedad de fenómenos. Por ejemplo, en la
física la teoría de la relatividad y la teoría cuántica proporcionan cada una la
comprensión de muchos fenómenos, y en biología la teoría de la evolución y la teoría
genética tienen una aplicación muy amplia. Así una parte importante de lo qué los
científicos se esfuerzan por hacer es generar las explicaciones que unen
conjuntamente muchos hechos que individualmente no serían muy interesantes. Un
científico cuyo objetivo sea sólo acumular verdades y evitar errores estaría cubierto de
trivialidades. Por lo tanto la ciencia apunta a la explicación así como a la verdad. Estos
dos objetivos incluyen el objetivo de la adecuación empírica, porque para la mayoría
de los científicos el punto de describir y predecir fenómenos observados es averiguar
que es verdad sobre ellos y explicarlos.

Pero hay también objetivos prácticos que alcanza la ciencia. Los físicos del siglo diez y
nueve tales como Faraday y Maxwell fueron primariamente guiados por los objetivos
epistémicos de comprender los fenómenos eléctricos y magnéticos, pero su trabajo
hizo posible las tecnologías electrónicas que ahora impregnan la vida humana. La
investigación sobre tópicos tales como superconductividad y laser ha funcionado tanto
con objetivos científicos y tecnológicos. La biología molecular es también un campo
que comenzó con objetivos epistémicos pero que ha estado crecientemente motivado
por aplicaciones potenciales prácticas en medicina y en agricultura. De manera similar,
el foco principal de las ciencias cognitivas tales como la psicología y la neurociencia ha
sido entender los mecanismos básicos de pensamiento, pero también ha habido
motivaciones prácticas tales como la mejora de la educación y el tratamiento de
enfermedades mentales. Está claro, por lo tanto, que un objetivo de la empresa
científica es la mejora del bienestar humano a través de aplicaciones tecnológicas.
Éste no quiere decir que cada científico debe tener ese objetivo, puesto que muchos
científicos trabajan lejos de áreas de aplicación inmediata, pero la ciencia en conjunto
ha hecho y debe continuar haciendo contribuciones tecnológicas.

2
Existen visiones más críticas sobre los objetivos prácticos de la ciencia. Se ha
demandado que la ciencia en gran parte funciona para ayudar a mantener la
hegemonía de fuerzas políticas y económicas dominantes proporcionando ideologías y
tecnologías que previenen la sublevación de la gente oprimida. Esta demanda es una
bruta exageración, pero nadie cuestiona que los productos de la investigación
científica pueden tener efectos adversos - por ejemplo, el uso de dudosas teorías de
superioridad racial para justificar políticas sociales y el uso de tecnología avanzada
para producir armas devastadoras. Pero decir que los objetivos de la ciencia son la
verdad, la explicación y el bienestar humano no implica que estos objetivos sean
siempre alcanzados, sólo que éstos son los objetivos que la ciencia generalmente
tiene y debe tener. Podemos ahora tratar la cuestión de qué estrategias de
pensamiento racional sirven mejor a la realización de ésos objetivos.

MODELOS DE RACIONALIDAD INDIVIDUAL

Considere un reciente ejemplo del razonamiento científico, la teoría de colisión de la


extinción del dinosaurio. Desde el descubrimiento de los fósiles de dinosaurio en el
siglo XIX, los científicos han reflexionado el porqué los dinosaurios se extinguieron. Se
han propuesto docenas de diversas explicaciones, pero en las últimas dos décadas se
ha aceptado ampliamente una hipótesis: los dinosaurios se extinguieron hace
alrededor de 65 millones de años porque un gran asteroide chocó con la tierra. La
evidencia de la hipótesis de la colisión incluye el descubrimiento de una capa de iridio
(una sustancia más común en asteroides que en la tierra) en las formaciones
geológicas colocadas alrededor de la misma época en que los dinosaurios se
extinguieron. ¿Cuál es la naturaleza del razonamiento que llevó a la mayoría de los
paleontólogos y geólogos a aceptar la hipótesis de la colisión y rechazar las hipótesis
competidoras? Consideraré tres respuestas principales a esta pregunta, derivada de la
teoría de la confirmación, de la teoría Bayesiana de probabilidades y de la teoría de
coherencia explicativa. En cada caso, describiré una clase de agente epistémico ideal
y consideraré si los científicos son en realidad agentes del tipo especificado.

Confirmación y falsificación

Mucho trabajo en la filosofía de la ciencia ha supuesto que los científicos son los
agentes de confirmación que operan aproximadamente como sigue (ver, e.g., Hempel
1965). Los científicos comienzan con las hipótesis que utilizan para hacer predicciones
sobre fenómenos observables. Si los experimentos u otras observaciones muestran
que las predicciones son ciertas, entonces se dice que las hipótesis son confirmadas.
Una hipótesis que ha recibido sustancial confirmación empírica puede ser aceptada
como cierta, o por lo menos como adecuada empíricamente. Por ejemplo, la hipótesis
que los dinosaurios llegaron a extinguirse debido a la colisión de un asteroide se debe
aceptar si ha sido confirmada por predicciones exitosas.

Popper 1959 sostiene que los científicos no deben buscar la confirmación sino que
deben funcionar como el tipo siguiente de agentes de falsificación. Los científicos usan
hipótesis para hacer predicciones, pero su objetivo primario deben ser encontrar
evidencia que contradice los resultados previstos, llevando al rechazo de hipótesis
más que a su aceptación. Las hipótesis que han sobrevivido a severos intentos de

3
falsificarlas se dice que están corroboradas. En esta visión, los proponentes de la
teoría de colisión de la extinción de dinosaurios deben intentar falsificar su teoría por
pruebas rigurosas y después considerarlas como corroboradas, pero no aceptadas
como verdaderas.

Aunque las hipótesis sean frecuentemente usadas para hacer predicciones, el proceso
de la ciencia es mucho más complejo para que los científicos funcionen generalmente
tanto como agentes de confirmación o agentes de falsificación. Particularmente, es
excesivamente raro que los científicos precisen refutar sus propias hipótesis, y, dada
la dificultad de realizar experimentos complejos, es afortunado que intenten las
confirmaciones más que las refutaciones. Hay muchas razones por las que una
predicción experimental podría fallar, extendiéndose desde problemas con
instrumentos o del personal que fracasan en controlar variables claves. Un agente de
falsificación terminaría con frecuencia tirando a la basura buenas hipótesis.

Pero los científicos no son tampoco sólo agentes de confirmación, puesto que las
hipótesis frecuentemente consiguen apoyo no sólo de nuevas predicciones, sino
también de explicar datos ya obtenidos. Por otra parte, sucede a menudo en ciencia
que hay hipótesis en conflicto que en alguna medida son confirmadas por datos
empíricos. Como argumenta Lakatos 1970, la tarea entonces no es sólo determinar
qué hipótesis son confirmadas, sino también qué hipótesis se confirman mejor que sus
competidoras. La evaluación de hipótesis raramente es una cuestión de evaluar una
hipótesis con respecto a sus predicciones, sino más bien requiere evaluar hipótesis en
competencia, siendo aceptada la mejor y rechazadas las otras. Hay enfoques tanto
probabilísticos como explicativos para esa evaluación comparativa.

Probabilidades

Carnap y muchos otros filósofos de la ciencia han intentado utilizar los recursos de la
teoría de probabilidades para iluminar el razonamiento científico (Carnap 1950,
Howson y Urbach 1989, Maher 1993). Los agentes probabilísticos funcionan como
sigue. Evalúan hipótesis considerando la probabilidad de una hipótesis dada la
evidencia, expresada como la probabilidad condicional P(H/E). La herramienta
estándar para calcular tales probabilidades es el teorema de Bayes, una forma del cual
es:

P (H/E) = P (H) * P (E/H)/P(E).

Esto dice que la probabilidad posterior de la hipótesis H dada la evidencia E es


calculada multiplicando la probabilidad previa de la hipótesis por la probabilidad de la
evidencia dada la hipótesis, dividido todo por la probabilidad de la evidencia.
Intuitivamente, el teorema es muy atractivo, con una hipótesis llegando a ser más
probable en la medida que esto haga más probable evidencia improbable. Los agentes
probabilísticos buscan toda la evidencia relevante, calculan los valores para P(E) y
P(E/H), consideran algún valor previo de P(H), y entonces calculan P(H/E). De dos
hipótesis incompatibles, los agentes probabilísticos prefieren aquella con la
probabilidad posterior más alta. Un agente probabilístico aceptaría la teoría de colisión

4
de la extinción del dinosaurio si su probabilidad dada la evidencia es más alta que la
probabilidad de teorías competitivas.

Desafortunadamente, no es tan fácil como suena que un científico sea un agente


probabilístico. Distintos filósofos, tales como Glymour (1980) y Earman (1992), han
discutido problemas técnicos con la aplicación de la teoría de probabilidades al
razonamiento científico, pero sólo mencionaré la que considero son los tres obstáculos
en el camino más grandes. Primero, ¿Cuál es la interpretación de la probabilidad en
P(H/E)? La probabilidad tiene su interpretación más clara como frecuencias de
eventos observables en las poblaciones; por ejemplo, la probabilidad de que un dado
tenga arriba un 3 es 1/6, significando que en una gran cantidad de pruebas tenderá a
ser 1 evento en 6 que deje arriba un 3. Pero ¿Qué significado podemos adjuntar a la
probabilidad de que la extinción del dinosaurio fuera causada por la colisión de un
asteroide? No hay manera obvia de interpretar la probabilidad de tales hipótesis
causales en términos de frecuencias objetivas en poblaciones especificables.

La interpretación alternativa es que tales probabilidades son grados de creencia, pero


existe evidencia substancial de que el pensamiento de las personas no se ajusta a la
teoría de las probabilidades (ver, e.g., Kahneman, Slovic y Tversky 1982; Tversky
1994). Uno podría decir que la probabilidad de una hipótesis es un grado de creencia
idealizado, pero no está claro lo que ésto significa. El grado de creencia es algunas
veces exportado en términos de comportamiento de apuestas, pero ¿Qué significaría
apostar a la verdad de varias teorías de la extinción del dinosaurio?

La segunda dificultad de visualizar a los científicos como agentes probabilísticos es


que hay problemas de cómputo en el cálculo de probabilidades de acuerdo con el
teorema de Bayes. En general, el problema de calcular probabilidades es intratable
computacionalmente en el sentido que el número requerido de probabilidades
condicionales aumenta exponencialmente con el número de proposiciones. Sin
embargo, se han desarrollado algoritmos poderosos y eficientes para calcular
probabilidades en las redes Bayesianas que hacen supuestos simplificadores sobre la
independencia mutua de diferentes proposiciones (Pearl 1988). Todavía nadie, sin
embargo, ha utilizado las redes Bayesianas para simular un caso complejo de
razonamiento científico tal como los debates sobre la extinción del dinosaurio. En
contraste, la sección siguiente discute una explicación computacionalmente factible de
inferencia científica basada en coherencia explicativa.

La tercera dificultad con los agentes probabilísticos es que pueden ignorar los factores
cualitativos que afectan la teoría de elección. Los argumentos de los científicos
sugieren que cuiden no sólo cuánta evidencia hay para una teoría, sino también sobre
la variedad de la evidencia, la simplicidad de la teoría que la explica y las analogías
entre las explicaciones propuestas y otras establecidas. Quizás la simplicidad y la
analogía se podrían explicar en términos de probabilidades previas: una teoría más
simple o una que ofrece explicaciones análogas conseguiría un valor más alto para
P(H) a ser alimentado en el cálculo vía el teorema de Bayes de la probabilidad
posterior P(E/H). Pero la visión de la probabilidad como grado de creencia subjetiva
deja en el misterio cómo la gente llega o debe llegar a las probabilidades previas.

5
Coherencia explicativa

¿Si los científicos no son agentes de confirmación, falsificación o probabilísticos, qué


son? Una respuesta, que vuelve a dos filósofos de la ciencia del siglo diecinueve,
William Whewell y Charles Peirce, es que son agentes de explicación. En esta visión,
lo que los científicos hacen en inferencia teórica es generar explicaciones de
fenómenos observados y una teoría sería preferida a sus competidoras si proporciona
una mejor explicación de la evidencia. Las teorías se aceptan sobre la base de una
inferencia hacia la mejor explicación. Tales inferencias no son simplemente una
cuestión de considerar cual entre teorías competitivas explica más piezas de
evidencias, sino también requieren evaluación en términos de coherencia explicativa
global de cada hipótesis con respecto a un sistema completo de creencias científicas.
Los factores que entran en esta evaluación para una hipótesis particular incluyen la
evidencia que explica, su explicación por hipótesis de más alto nivel, su consistencia
con la información de base, su simplicidad y analogías entre las explicaciones
ofrecidas por las hipótesis y las explicaciones ofrecidas por las explicaciones
establecidas (Harman 1986, Lipton 1991, Thagard 1988).

La dificultad principal con la concepción de los científicos como agentes de explicación


es la imprecisión de conceptos tales como explicación, inferencia a la mejor
explicación y coherencia explicativa. Históricamente, la explicación se ha
conceptualizado como una relación deductiva, una relación probabilística y una
relación causal. La conceptualización deductiva de la explicación se ajusta bien con la
visión de los agentes de confirmación y de falsificación: una hipótesis explica una
pieza de evidencia si una descripción de la evidencia sigue deductivamente desde la
hipótesis. De manera similar, la conceptualización probabilística de la explicación
ajustes bien con la visión de probabilística de los agentes: una hipótesis explica una
pieza de evidencia si la probabilidad de la evidencia dada la hipótesis es más alta que
la probabilidad de la evidencia sin la hipótesis. Como Salmon (1984) y otros, prefiero
una conceptualización de la explicación como la provisión de causas: una hipótesis
explica un trozo de evidencia si proporciona una causa de lo que describe la evidencia.
La conceptualización causal debe hacer frente al problema de decir qué son causas y
cómo las relaciones causales son distintas de las deductivas y de las probabilísticas
(ver Thagard 1999, cap. 7).

Suponiendo que nosotros sabemos qué es una explicación, ¿Cómo podemos


caracterizar la inferencia a la mejor explicación? He demostrado cómo una noción
precisa y fácilmente computable de coherencia explicativa se puede aplicar a muchos
casos centrales en la historia de la ciencia (Thagard 1992). Por ejemplo, podemos
entender porqué la teoría de colisión de la extinción del dinosaurio ha sido aceptada
por muchos científicos pero rechazada por otros evaluando su coherencia explicativa
con respecto a la evidencia disponible para diferentes científicos (ver Thagard 1991
por simulaciones de computadora del debate del dinosaurio usando el programa
ECHO).

Prefiero ver a los científicos como agentes de explicación más que como agentes de
confirmación, falsificación o probabilísticos porque esta visión ajusta mejor con la
práctica histórica de los científicos como se evidencia en sus escritos, así como con

6
las teorías psicológicas que son escépticas sobre la aplicabilidad del razonamiento
deductivo y probabilístico en el pensamiento humano. Pero reconozco que la visión del
agente probabilístico es probablemente la más popular en la filosofía contemporánea
de la ciencia; ha absorbido en gran parte la visión del agente de confirmación por el
principio plausible de que la evidencia confirma una hipótesis si y sólo si la evidencia
hace la hipótesis más probable - esto es, P (H/E) > P (H). Es también posible que los
científicos no sean agentes racionales de ninguno de estos tipos pero sean más bien
razonadores de muy diversos tipos. Por ejemplo, Mayo 1996 desarrolla una visión de
los científicos como patrones de modelación de los resultados experimentales que son
útiles para distinguir errores. Solomon 2001 describe a los científicos como alcanzando
conclusiones basadas sobre una gran variedad de “vectores de decisión,”
extendiéndose desde factores empíricos tales como importancia de los datos a
factores no empíricos tales como ideología.

RAZÓN PRÁCTICA

Según lo mencionado en la introducción de este capítulo, Hay mucho más en la


racionalidad científica que aceptar y rechazar hipótesis. Aquí hay algunas de las
decisiones importantes que los científicos toman en el curso de sus carreras:

1. ¿En qué campo general de estudio debo insertarme- por ejemplo, debe
volverme un paleontólogo o a un geólogo?
2. ¿Dónde y con quién debo estudiar?
3. ¿Qué temas de investigación debo perseguir?
4. ¿Qué experimentos debo hacer?
5. ¿Con quién debo colaborar?

Cuando los científicos toman estas decisiones, están actuando obviamente por otras
razones que las epistémicas, introduciéndose en un campo por más razones que las
que él maximizaría su stock de verdades y explicaciones. Los científicos tienen
objetivos personales así como los epistémicos, tales como divertirse, ser exitoso, vivir
bien, llegar a ser famoso y así sucesivamente. Vamos a considerar dos modelos de
científicos como tomadores de decisiones prácticas: los científicos como agentes de
utilidad y los científicos como agentes emocionales.

El punto de vista del agente de utilidad es el familiar en la economía, con un agente


realizando una acción debido a un cálculo que la acción tiene mayor utilidad esperada
que las acciones alternativas, donde la utilidad esperada es una función de las
utilidades y las probabilidades de diferentes resultados. Este punto de vista está de
acuerdo con la visión epistémica de los científicos como agentes probabilísticos y tiene
muchas de las mismas dificultades. Cuándo los científicos están considerando entre
diversos temas de investigación, ¿Tienen alguna idea de las probabilidades y las
utilidades relevantes? Suponga que soy un biólogo molecular que hace investigación
del genoma y tengo que decidir si trabajar con levadura o con gusanos. Puedo tener
presentimientos sobre qué programa de investigación puede producir los resultados
más interesantes, pero es difícil ver cómo estos presentimientos se podrían traducir en
alguna cosa tan precisa como probabilidades y utilidades.

7
Una visión más realista de la toma de decisión de los científicos y de la gente en
general es que seleccionamos las acciones que reciben la evaluación emocional más
positiva basada en su coherencia con nuestros objetivos (Thagard 2000, cap. 6;
Thagard 2001). En este punto de vista, la toma de decisión se basa en la intuición más
que en el cálculo numérico: inconscientemente balanceamos diferentes acciones y
diferentes objetivos, arribando a un conjunto algo coherente de los aceptados. La
importancia de los objetivos es afectada por cómo se adaptan a otros objetivos así
como con las diversas acciones que tenemos disponibles. Podemos tener poco
conocimiento consciente de este proceso de balanceo, pero los resultados del proceso
vienen a la conciencia vía las emociones. Por ejemplo, los científicos pueden sentirse
excitados con un programa particular de investigación y aburridos o incluso
disgustados con un programa alternativo. Los psicólogos utilizan el término valencia1
para referirse a evaluaciones emocionales positivas o negativas. Para discusiones del
rol de las emociones en el pensamiento científico, ver Thagard (2002a, b). Como
Nussbaum (2001), veo las emociones como reacciones inteligentes a las percepciones
del valor, incluyendo el valor epistémico.

Tal como hay una concordancia entre la visión probabilística de agentes epistémicos y
la visión de utilidad de agentes prácticos, hay una concordancia entre la visión
explicativa de la coherencia de agentes epistémicos y la visión de coherencia
emocional de agentes prácticos. De hecho, las emociones desempeñan un rol
significativo en la inferencia de las hipótesis así como también en la inferencia de las
acciones, porque las entradas a y las salidas de ambos tipos de inferencias son
emocionales así como también cognitivas. La semejanza de salidas es evidente
cuando los científicos aprecian el gran poder explicativo de una teoría y la caracterizan
como elegante, excitante e incluso hermosa. Como con los juicios prácticos de la
coherencia emocional en la toma de decisión práctica, no tenemos ningún acceso
consciente directo a los procesos cognitivos por los cuales juzgamos algunas hipótesis
como siendo más coherentes que otras. Lo que emerge a la conciencia desde un juicio
de coherencia explicativa es frecuentemente emocional, bajo la forma de afición o
incluso de alegría con respecto a una hipótesis, y aversión o incluso desprecio al
rechazar hipótesis competitivas. Por ejemplo, cuando Walter y Luis Alvarez surgieron
con la hipótesis de que los dinosaurios se habían extinguido debido a una colisión de
un asteroide, encontraron la hipótesis no sólo plausible sino incluso excitante (Alvarez
1998). En cambio, algunos paleontólogos escépticos pensaron que la hipótesis no sólo
era dudosa sino también ridícula. Las entradas emocionales a la evaluación de las
hipótesis incluyen las diversas actitudes que los científicos sostienen hacia diferentes
resultados experimentales e incluso para diferentes experimentos - cualquier buen
científico sabe que algunos experimentos son mejores que otros. Otra clase de

1
Valencia, en psicología, especialmente en el debate sobre las emociones, se entiende como el atractivo
intrínseco (valencia positiva) o la aversión (valencia negativa) de un evento, objeto o situación. Sin
embargo, el término también se utiliza para caracterizar y clasificar las emociones específicas. Por
ejemplo, las emociones popularmente como "negativas", como la ira y el miedo, tienen "valencia
negativa". La alegría tiene "valencia positiva". Positivamente, las emociones valenciadas son evocadas
por eventos positivamente valenciados, objetos o situaciones. El término se utiliza también sobre el tono
hedónico de los sentimientos, afectan a ciertos comportamientos (por ejemplo, el enfoque y la evitación),
el objetivo del logro o no logro, y de conformidad con o violación de las normas. La ambivalencia puede
verse como un conflicto entre valencias positivas y negativas (Nota adherida por el traductor)

8
entradas emocionales son analógicas: una teoría análoga a una teoría visualizada
positivamente tal como la evolución tendrá mayor valencia positiva que una que sea
análoga a una teoría despreciada tal como la de la fusión fría.

Así mi punto de vista de los científicos como agentes explicativos-emocionales es muy


diferente de la visión de ellos como agentes probabilísticos – de utilidad. Mi énfasis
sobre las emociones probablemente tendrá lectores preguntándose si los científicos
son racionales. Quizás ellos sólo dejan prevalecer sus variados prejuicios intelectuales
y deseos personales al planear programas de investigación y aceptar hipótesis de
formas que desatienden los objetivos epistémicos de la verdad y la explicación. Hay,
desafortunadamente, casos donde los científicos se desvían en esta forma, con
resultados desastrosos tales como fraude y otras clases de comportamiento inmoral.
Pero los temperamentos y el entrenamiento de la mayoría de los científicos son tales
que tienen accesorios emocionales a los objetivos cruciales epistémicos. Muchos
científicos se convierten en científicos porque disfrutan el descubrir cómo trabajan las
cosas, de modo que los objetivos de verdad y de explicación están en ellos desde los
principios de su entrenamiento científico. Estos accesorios se pueden fomentar
trabajando con consejeros que no sólo valoran estos objetivos sino que también
transmiten sus evaluaciones emocionales a los estudiantes y a los compañeros
postdoctorales con quienes trabajan. Así pues, para la mayoría de los científicos, un
compromiso con la promoción de la explicación y de la verdad es una entrada
emocional en su toma de decisión práctica.

MODELOS DE RACIONALIDAD DEL GRUPO

Como Kuhn (1970) y muchos otros historiadores, filósofos y sociólogos de la ciencia


han observado, la ciencia no es meramente una cuestión de racionalidad individual.
Los científicos hacen su trabajo en el contexto de grupos de varios tamaños, desde los
equipos de investigación en sus propios laboratorios hasta la comunidad de científicos
que trabajan en proyectos similares y hasta en la comunidad científica total. Como he
documentado en otra parte (Thagard 1999, cap 11), la mayoría de los artículos
científicos tienen autores múltiples y la tendencia está hacia una colaboración cada
vez mayor. Además, todos los científicos funcionan dentro del contexto de una
comunidad más amplia con sociedades compartidas, journals y conferencias. Por lo
tanto la cuestión de la racionalidad de la ciencia se puede plantear para grupos así
como para individuos: ¿Qué es para un grupo de científicos ser racionales
colectivamente y son tales grupos generalmente racionales? Supondré que los grupos
de científicos tienen los mismos objetivos primarios que atribuí a la ciencia en general:
verdad, explicación y bienestar humano vía aplicaciones tecnológicas.

Puede parecer que la racionalidad de los grupos científicos es apenas la suma de la


racionalidad de los individuos que los comprenden. Entonces un grupo es racional si y
sólo si los científicos individuales en él son racionales. Pero es posible tener
racionalidad individual sin racionalidad grupal, si la búsqueda de objetivos científicos
por cada científico no suma al desempeño óptimo del grupo. Por ejemplo, suponga
que cada científico selecciona racionalmente perseguir exactamente la misma
estrategia de investigación que los otros, con el resultado que hay poca diversidad en
las investigaciones resultantes y no son tomados los caminos que serían más fértiles

9
con respecto a verdad y a la explicación. Filósofos tales como Kitcher (1993) han
acentuado la necesidad de la diversidad cognitiva en la ciencia.

Por una parte, puede ser que sea posible tener racionalidad grupal a pesar de la falta
de racionalidad individual. Hull (1989) ha sugerido que los científicos individuales que
buscan fama y poder más que verdad y explicación pueden de hecho contribuir a los
objetivos globales de la ciencia, debido a que su búsqueda individualista de motivos
que no son epistémicos de hecho llevan al grupo científico en conjunto a prosperar.
Esto es análogo al modelo económico de Adán Smith en el cual la avaricia individual
lleva al desarrollo económico total y a la eficiencia.

Es importante reconocer también que la racionalidad grupal en ciencia es tanto


epistémica como práctica. De una comunidad científica particular, podemos hacer dos
clases de preguntas:

1. Epistémica: Dada la evidencia, ¿Cuál debe ser la distribución de las creencias


en la comunidad?

1. Práctica: ¿Cuál debe ser la distribución de iniciativas de investigación en la


comunidad? ´

Para la pregunta epistémica, puede argumentarse que si todos los científicos tienen
acceso a las mismas evidencias e hipótesis, entonces todas ellas deben adquirir las
mismas creencias. Tal unanimidad, sin embargo, iría en detrimento del éxito a largo
plazo de la ciencia, puesto que reduciría diversidad cognitiva. Por ejemplo, si
Copérnico se hubiera enredado dentro de la teoría Ptolemaica2 del universo, puede
ser que él nunca hubiera generado su teoría alternativa heliocéntrica3, que resultó ser
superior respecto tanto a verdad como a explicación. De manera similar, en el caso del
dinosaurio Walter Álvarez nunca habría formulado su teoría de porqué los dinosaurios
se extinguieron si él hubiera sido un paleontólogo convencional.

Por otra parte, la uniformidad epistémica contribuiría a la uniformidad práctica, lo que


sería claramente desastroso. Sería una insensatez tener a todos los científicos dentro
de una comunidad científica siguiendo solo unas pocas pistas prometedoras, puesto
que esto reduciría el logro total de explicaciones así como retardaría el desarrollo de
explicaciones nuevas. Garrett Hardin (1968) acuñó el término la “tragedia de los
comunes” para describir una situación en la cual la racionalidad individual podría
promover la irracionalidad grupal. Considere a los pastores de ovejas que comparten
un área de pasto común. Cada pastor puede razonar por separado que agregar una
oveja más a su manada no tendría ningún efecto serio sobre el área común. Pero tales
decisiones individuales pueden producir colectivamente pastoreo excesivo, de modo
que no haya suficiente alimento para ninguna de las ovejas, con el resultado que todos
los pastores de ovejas estarán en peor situación económica. Análogamente, podemos
imaginarnos en ciencia y en otras organizaciones una clase de “tragedia de consenso,”

2
De Ptolomeo, Sistema astronómico que sitúa la tierra en el centro del Universo, con todos los demás
cuerpos girando a su alrededor.(Nota del traductor)
3
Teoría que supone que el sol es el centro del universo (Nota adherida por el traductor)

10
en la cuál todos los individuos alcanzan conclusiones similares sobre qué creer,
sofocanto el crecimiento creativo.

Así pues, ¿Cual debe ser nuestro modelo de racionalidad grupal en ciencia? Kitcher
1993 y Goldman 1999 desarrollan modelos de racionalidad grupal que suponen que
los científicos individuales son agentes probabilísticos. Si bien estos análisis son
interesantes en cuanto a la diversidad cognitiva y de la verdad, no los encuentro
plausibles debido a los problemas con la visión probabilística discutida en la última
sección. Como alternativa, he desarrollado un modelo de consenso científico basado
en la coherencia explicativa.

Este modelo se llama CCC, por consenso = coherencia = comunicación (Thagard


2000, cap.10). Supone que cada científico es un agente de explicación, aceptando y
rechazando hipótesis en base a su coherencia explicativa con evidencia e hipótesis
alternativas. La comunicación ocurre como resultado de reuniones entre los científicos
quienes intercambian información sobre la evidencia y las hipótesis disponibles. Si
todos los científicos adquieren exactamente la misma información, entonces acordarán
sobre qué hipótesis aceptar y rechazar. Sin embargo, en ninguna comunidad científica,
el intercambio de información es perfecto, de modo que algunos científicos no puedan
escuchar algunas de las evidencias y de las hipótesis. Por otra parte, diferentes
científicos tienen diferentes antecedentes de sistemas de creencias, así que la
coherencia total de una nueva hipótesis puede ser diferente para diferentes científicos.
Idealmente, sin embargo, si la comunicación continúa habrá eventualmente consenso
de la comunidad cuando los científicos acumulan los mismos conjuntos de evidencias
y de hipótesis y por lo tanto alcanza los mismos juicios de coherencia. El modelo del
CCC se ha implementado como extensión computacional del programa de coherencia
explicativa ECHO, en el cual los científicos individuales evalúan hipótesis sobre la
base de su coherencia explicativa pero también intercambian hipótesis y evidencias
con otros científicos. Estas reuniones simuladas pueden ser tanto intercambios de
pares entre pares de científicos seleccionados aleatoriamente o por “conferencias” de
la clase que ocurren en las conferencias científicas en las que el científico puede
difundir conjuntos de hipótesis y de evidencias a un grupo de científicos. Por supuesto,
la comunicación nunca es perfecta, así que puede tomar muchas reuniones entre
todos los científicos para que adquieran aproximadamente las mismas hipótesis y
evidencias. He desarrollado experimentos computacionales en los cuales diferentes
números de científicos simulados con tasas de comunicación variables alcanzan
consenso en dos interesantes casos históricos: teorías de las causas de úlceras y
teorías del origen de la luna.

El modelo de CCC muestra cómo la racionalidad epistémica del grupo puede


presentarse en los agentes de explicación que se comunican uno con otro, pero no
nos dice nada sobre la racionalidad práctica del grupo en ciencia. Una posibilidad sería
intentar extender el modelo de utilidad- probabilística de la razón práctica individual.
En este modelo, cada científico toma decisiones prácticas sobre la estrategia de
investigación basada en cálculos referidos a la utilidad esperada de diversos cursos de
acción. La diversidad de investigación se presenta porque diferentes científicos
adjuntan diversas utilidades a los distintos proyectos experimentales y teóricos. Por las

11
razones ya dadas, preferiría extender el modelo explicativo-emocional descrito en la
sección anterior.

La extensión se presenta naturalmente desde el modelo CCC recién descrito, salvo


que en comunidades grandes, diversas no podemos esperar el mismo grado de
consenso práctico como de consenso epistémico, por las razones dadas antes. Por el
momento, nos centremos en grupos de investigación particulares más que en
comunidades científicas totales. En este nivel, podemos encontrar una clase de
consenso local que aparece debido a coherencia y comunicación emocional. Las
características del grupo incluyen las siguientes:

1. Cada científico es un agente de explicación con evidencia, hipótesis y la capacidad


de aceptarlas y de rechazarlas sobre la base de coherencia explicativa.

2. Además, cada científico es un agente emocional con acciones, objetivos, valencias


y la capacidad para tomar decisiones sobre la base de coherencia emocional.

3. Cada científico puede comunicar evidencia e hipótesis con otros científicos.

4. Cada científico puede, por lo menos a veces, comunicar acciones, objetivos y


valencias a otros científicos.

5. Como resultado de la comunicación cognitiva y emocional, el consenso se alcanza


a veces sobre qué creer y también sobre qué hacer.

La parte difícil a implementar es el componente (4) que implica valencias. Es fácil


extender el modelo de consenso del CCC para incluir coherencia emocional
permitiendo simplemente acciones, objetivos y valencias que se intercambiarán tal
como la evidencia, las hipótesis y las explicaciones.

En la vida real, las valencias no se intercambian tan fácilmente como la información


verbal sobre acciones, objetivos y qué acciones logran los objetivos. Solo oyendo a
alguien decir que realmente se cuida sobre algo no es suficiente para que usted se
cuide también, ni debería, porque sus objetivos y valencias pueden ser
perpendiculares (ortogonales) o aún antagónicas a los míos. Así en un modelo
computacional de consenso emocional, la probabilidad del intercambio de objetivos y
valencias en cualquier reunión debe ser mucho más baja que la probabilidad del
intercambio de hipótesis, evidencia y acciones.

No obstante, en las tomas de decisiones de la vida real que involucra a científicos y a


otros grupos tales como ejecutivos corporativos, a veces se alcanza el consenso
emocional. ¿Cuáles son los mecanismos de intercambio de valencias? - esto es,
¿Cómo transfieren las personas sus valores emocionales a otras personas? Dos
mecanismos sociales relevantes son el contagio emocional y el aprendizaje basado en
la complementariedad o el afecto 4 (attachment-based learning). El contagio emocional
ocurre cuando la persona A expresa una emoción y la persona B imita
4
La cursiva es una traducción libre del traductor. Entre paréntesis se encuentra el término acuñado en
idioma original por el autor

12
inconscientemente mímico las expresiones faciales y corporales de A y entonces
comienza a adquirir la misma emoción (Hatfield, Cacioppo y Rapson 1994). Por
ejemplo, si un miembro del grupo presenta con mucho entusiasmo una estrategia de
investigación, entonces el entusiasmo puede transportarse a través tanto de medios
cognotivos como emocionales a los otros miembros del grupo. La parte cognitiva es
que los otros miembros del grupo se enteran de las acciones posibles y de sus
potenciales buenas consecuencias y la parte emocional es transportada por las
expresiones faciales y gestos del entusiasta, de modo que la sensación positiva de la
valencia de una persona se expande al grupo entero. La valencia negativa puede
también expandirse, no sólo por el señalamiento de una crítica que precisa
desventajas de una acción propuesta así como alternativas más prometedoras, sino
también por el contagio de expresiones faciales y corporales negativas.

Otro mecanismo social para el intercambio de valencias es lo que Minsky (2001) llama
aprendizaje basado en la complementariedad o el afecto 5 (attachment-based
learning). Minsky puntualiza que la ciencia cognitiva ha desarrollado buenas teorías de
cómo las personas utilizan objetivos para generar sub objetivos, pero ha tenido poco
que decir sobre cómo la gente adquiere sus objetivos básicos. De manera similar, los
economistas que emplean el modelo de utilidad esperada de toma de decisión toman
las preferencias como dadas, Tal como muchos filósofos que adhieren al modelo de
racionalidad de deseos-creencias que toman los deseos como dados. Minsky sugiere
que los objetivos básicos se presentan en los niños como resultado de las alabanzas
de las personas a quienes los niños se sienten mas cerca emocionalmente. Por
ejemplo, cuando los niños jóvenes comparten sus juguetes con sus amigos,
frecuentemente reciben alabanzas de sus padres o de otros cuidadores. Los padres
tienen valencia positiva para el acto de compartir y los niños pueden también adquirir
una actitud emocional positiva hacia el compartir como resultado de ver que es algo
querido por la gente que los cuidan. No es solo que el compartir se convierte en un
sub objetivo para alcanzar el objetivo de conseguir elogios de los padres; Más bien, el
ser bueno con los amigos se convierte en un objetivo internalizado que tiene valor
emocional intrínseco para los niños.

Conjeturo que el aprendizaje basado en la complementariedad o el afecto también


ocurre en ciencia y en otros contextos de toma de decisión del grupo. Si su supervisor
no es solo un jefe sino también un mentor, entonces usted puede formar una
complementariedad (attachment) emocional que lo haga particularmente sensible a los
elogios y criticas del supervisor. Esto hace posible la transmisión de valores positivos
basado en la complementariedad o el afecto, tales como el entusiasmo por la verdad y
la comprensión, o, más localmente, por la integridad al tratar con datos y
explicaciones.

Observe que el contagio emocional y el aprendizaje basado en la complementariedad


o el afecto requieren contactos interpersonales muy intensos que no serán alcanzados
en una habitación de video conferencia o en una gran aula, y aún menos a través de la
lectura de un artículo publicado. El distinguido psicólogo social, Richard Nisbett, dijo
que él aprendió cómo hacer buenos experimentos a través de discusiones con su

5
Idem nota 4

13
supervisor, Stanley Schacter. Nisbett dijo, “él me dejó saber cuan buena estaba mi
idea por gruñidos: evasivo (“hmmm… “), desaprobando claramente (“ahnn… “) o (muy
raramente) aprobando (“ah!”). Estos gruñidos y sus expresiones faciales
acompañantes transportaban información emocional que conformo las valencias del
investigador en ciernes.

Por consiguiente, cuando extiendo mi modelo CCC de consenso más coherencia más
comunicación para incluir decisiones del grupo, yo incluiría dos nuevas variables para
determinar el grado de transmisión de valencia entre los agentes: grado de contacto
personal y grado de complementariedad -afecto. Si el contacto personal y el
complementario- afecto es alto, entonces la probabilidad de transmisión de la valencia
será mucho mayor que en el caso ordinario de la comunicación científica, en la cual el
éxito de la transmisión verbal de información de hipótesis, de evidencia y de acciones
es mucho más alto que la transmisión de valencias.

Sin embargo, puede haber mecanismos cuasi-verbales para la transferencia de


valencias. Thagard y Shelley (2001) discuten las analogías emocionales cuyo
propósito es transferir valencias así como información verbal. Por ejemplo, si un
científico presenta un proyecto de investigación como análogo a un triunfo científico tal
como la teoría del asteroide de la extinción del dinosaurio, entonces los oyentes
pueden transferir el valor positivo que sienten para la teoría del asteroide al proyecto
de investigación propuesto. Alternativamente, si un proyecto es análogo a la debacle
de la fusión fría, entonces la valencia negativa adjuntada a ese caso puede ser
proyectado sobre el proyecto propuesto. Así las analogías emocionales son un tercer
mecanismo, además del contagio emocional y del aprendizaje basado en la
complementariedad-afecto, para la transferencia de valencias. Los tres mecanismos
pueden interactuar entre ellos, por ejemplo cuando un mentor utiliza una analogía
emocional y expresiones faciales para transportar valores a un protegido.
Alternativamente, el mentor puede funcionar como un modelo de rol, proporcionando
una clase diferente de analogía emocional: los estudiantes que se ven como análogos
a sus modelos de roles pueden tender a transferir a sí mismos algunas de las
características motivacionales y emocionales de sus modelos.

Espero que sea obvio desde mi discusión de la racionalidad práctica del grupo en
ciencia porqué la ciencia no necesita sucumbir a la tragedia del consenso,
especialmente con respecto a la racionalidad práctica. La comunicación entre los
científicos es imperfecta, tanto con respecto a la información cognitiva tal como
hipótesis y evidencias como especialmente con respecto a las valencias emocionales
para los enfoques particulares. Los científicos pueden reunirse para conferencias de
consenso tales como las patrocinadas por los National Institutes of Health que se
ocupan regularmente de temas polémicos en el tratamiento médico (ver Thagard 1999,
cap 12, para una discusión). Pero no todos los científicos en una comunidad asisten a
tales conferencias o leen las publicaciones que emanan de ellas. Por otra parte, las
clases de contacto interpersonal necesarios para la comunicación de valores por el
contagio emocional y el aprendizaje basado en la complementariedad-afecto ocurre
solamente en pequeños subconjuntos de la comunidad científica total. Por lo tanto el
logro del objetivo científico general de la verdad, la explicación y las aplicaciones
tecnológicas no necesitan ser entorpecidas en una comunidad científica por una

14
escasez de diversidad práctica. Solomon 2001 proporciona una rica discusión del
consenso y del disenso en ciencia.

¿ES LA CIENCIA RACIONAL?

Una persona o un grupo es racional en la medida que sus prácticas le permitan lograr
sus legítimos objetivos. Al principio de este capítulo, argumenté que los objetivos
legítimas de la ciencia son la verdad, la explicación y las tecnologías que promueven
el bienestar humano. ¿Funcionan los individuos y los grupos científicos de formas que
avanzan hacia estos objetivos, o ellos realmente persiguen otros objetivos personales
y sociales que son perpendiculares o incluso antagónicos a los objetivos legítimos?
Ahora consideraré varios desafíos psicológicos y sociológicos para la racionalidad de
la ciencia.

Los desafíos psicológicos se pueden basar en cualquier fría cognición, la que implica
procesos tales como solución de problemas y razonamiento, o en la cognición caliente,
la que incluye factores emocionales tales como motivación. El desafío de la cognición
fría a la racionalidad científica sería que los procesos cognitivos de las personas son
tales que es difícil o imposible que ellos razonen de las maneras que promueven los
objetivos de la ciencia. Si la racionalidad científica requiriera a las personas ser
agentes de falsificación o probabilísticos, entonces el desafío de la fría cognición sería
una grave amenaza. Cité antes algunos de los datos experimentales e históricos que
sugieren que el razonamiento probabilístico y la falsificación no son aspectos naturales
del pensamiento humano. En cambio, hay evidencia de que las personas pueden
utilizar coherencia explicativa con éxito en juicios sociales (ver Read y Marcus-Newhall
1993).

Uno puede sostener que hay evidencia de que las personas son agentes de
confirmación y no muy buenos dado que tienden a sesgos de confirmación buscando
excesivamente confirmar sus hipótesis más que falsificarlas (ver Klayman y Ha 1987).
Sin embargo, los experimentos psicológicos que encuentran sesgos de confirmación
involucran tareas de razonamiento que son mucho más simples que las realizadas por
los científicos reales. Típicamente, sujetos no científicos se les pide formar
generalizaciones desde datos observables, por ejemplo buscar patrones en
secuencias numéricas. Las tareas de generalización de los verdaderos científicos son
más complejas, en que la interpretación de los datos requiere determinar si los
patrones aparentes en los datos son verdaderos o solo artefactos del diseño
experimental. Si los científicos no intentaran conseguir de la manera difícil sus
experimentos para confirmar sus hipótesis, los experimentos raramente resultarían ser
interesantes. Notablemente, el intentar confirmar de la manera difícil no es siempre
suficiente para producir resultados que confirmen, así que los científicos tienen a
veces impuesta la falsificación. Pero sus sesgos hacia encontrar confirmaciones no es
intrínsecamente destructivo para la racionalidad científica.

Un desafío más serio a la racionalidad de la ciencia proviene de la cognición caliente.


Tal como todas las personas, los científicos son seres emocionales y sus emociones
los pueden llevar a distorsiones en sus trabajos científicos si se adjuntan a valores que

15
son hostiles a los objetivos legítimos de la ciencia. Aquí están algunas clases de casos
donde las emociones han distorsionado la práctica científica:

1. Los científicos avanzan a veces en sus propias carreras fabricando o distorsionando


datos que apoyen sus propias hipótesis. En tales casos, tienen mayor motivación para
realzar sus propias carreras que para perseguir la verdad, la explicación o el bienestar.

2. Los científicos a veces bloquean la publicación de teorías que desafían la suya


fabricando problemas en los artículos presentados o en los subsidios propuestos que
les han pedido revisar.

3. Sin ser fraudulentos o intencionalmente malos, los científicos a veces se engañan


sin intención pensando que sus hipótesis y datos son mejores que los de sus rivales.

4. Los científicos fomentan a veces sus carreras acompañando las visiones de los
poderosos políticos - por ejemplo, el rechazo nazi de la física de Einstein y la defensa
soviética de la teoría genética de Lysenko.

Casos como éstos demuestran indudablemente que la ciencia no siempre es racional.


Algunos sociólogos tales como Latour (1987) han representado a los científicos como
enormemente preocupados en ganar poder a través de la movilización de aliados y
recursos.

Es importante reconocer, sin embargo, que la emocionalidad natural de los científicos


no es en sí misma una causa de irracionalidad. Como documenté en otra parte, las
emociones motivan frecuentemente a los científicos favoreciendo los objetivos de la
ciencia, tales como la curiosidad, la alegría del descubrimiento y el aprecio de la
belleza de las teorías altamente coherentes (Thagard, 2002b). Dada la modesta
estructura de incentivos de la ciencia, una pasión por el descubrimiento es un
motivador mucho más poderoso del trabajo intenso requerido para el éxito científico
que las recompensas extrínsecas tales como el dinero y la fama. Así la cognición
caliente puede promover la racionalidad científica, no solo desviaciones de ella. La
movilización de recursos y de aliados puede estar al servicio directo o indirecto de los
objetivos de la ciencia, no solo de los objetivos personales de los científicos
individuales.

Una respuesta útil a la pregunta “¿Es la ciencia racional?” es “¿Comparada a qué?”


¿Son los científicos como individuos más adeptos que los que no son científicos a
fomentar la verdad, la explicación y el bienestar humano? La historia de la ciencia y de
la tecnología durante los últimos doscientos años sugiere fuertemente que la
respuesta es sí. Hemos adquirido teorías explicativas muy amplias tales como
electromagnetismo, relatividad, teoría cuántica, evolución, teoría de bacterias y
genéticas. Miles de journals científicos constituyen una acumulación asombrosa de
verdades que la vida ordinaria nunca habría permitido. Por otra parte, tecnologías tales
como la electrónica y los productos farmacéuticos han enriquecido y prolongado las
vidas humanas. Así la irracionalidad ocasional de científicos individuales y de grupos
es compatible con la opinión global de que en general la ciencia es una empresa
altamente racional.

16
En las últimas décadas, el desafío más agresivo al ideal de los científicos como
agentes racionales ha provenido de sociólogos e historiadores que reclaman que el
conocimiento científico es “construido socialmente.” Obviamente, el desarrollo del
conocimiento científico es un proceso social así como individual, pero la tesis de su
construcción social generalmente intenta hacer el reclamo mucho más fuerte de que la
verdad y la racionalidad no tienen nada que ver con el desarrollo de la ciencia. Mi
propia visión es que una visión integrada psicológica/sociológica del desarrollo del
conocimiento científico es perfectamente compatible con la racionalidad científica que
involucra la búsqueda frecuentemente exitosa de la verdad, la explicación y del
bienestar humano (Thagard 1999).

Sin embargo, la evaluación de la racionalidad científica necesita de forma crucial,


emplear los modelos de razonamiento individual y de las prácticas grupales que
reflejan los procesos y metodologías de pensamiento de los verdaderos científicos.
Los modelos basados en las teorías de lógica formal y de probabilidades han tendido a
estar tan alejados de la práctica científica que alientan la inferencia de que los
científicos son irracionales. En cambio, los modelos psicológicamente realistas
basados en la coherencia explicativa y emocional, junto con los modelos socialmente
realistas del consenso, pueden ayudar a iluminar la racionalidad a menudo
impresionante de la empresa de la ciencia.

17
Traducción no autorizada realizada por Mter. Torres Juan Emilio U Dr. Horacio
Faas para uso exclusivo de la Cátedra Introducción a las Ciencias Sociales

CAPÍTULO 20

RACIONALIDAD ECONÓMICA

PAUL WEIRICH

Según un libro de textos introductorio de economía de Case y Fair (1992, 5), “la
economía es el estudio de cómo los individuos y las sociedades eligen utilizar los
recursos escasos que la naturaleza y las generaciones previas han proporcionado.” La
teoría económica supone como primera aproximación que los individuos y las
sociedades eligen racionalmente. Por lo tanto, formula cuidadosamente los principios
de la toma de decisión racional.

Examino las concepciones más comunes de la racionalidad en la economía. Aunque


los economistas traten la racionalidad desde múltiples perspectivas, describo
solamente una pocas visiones centrales. Otros artículos del Handbook complementan
mi bosquejo. El título “racionalidad económica” no es un medio para sugerir que la
racionalidad viene de varios tipos, uno de los cuales es apropiado en economía. El
concepto familiar de racionalidad, compartido por todas las disciplinas, dirige los
principios de racionalidad en la economía.

La economía se divide en micro y macroeconomía. La primera trata de la interacción


de consumidores y productores, tales como establecimiento de precios, y la última
trata los resultados agregados de esa interacción, tales como la tasa de inflación
nacional. La microeconomía formula principios de elección racional. Estudia la toma de
decisiones tanto individual como grupal. Sin embargo, la división entre estos tipos de
decisión es flexible. Un hogar o una firma integrada por individuos se puede tratar
como un solo individuo.

Los economistas se centran en la racionalidad en la elección y la acción. La


racionalidad en preferencia y creencia se presentan como tópicos auxiliares. Tratan la
racionalidad instrumental – esto es, la adopción racional de medios para alcanzar
fines. También proponen estándares de racionalidad que exige diferentes tipos de
consistencia. Por ejemplo, Raiffa (1968, 76), Pindyck y Rubinfeld (1989, 59), y Case y
Fair (1992, 184) suponen que la racionalidad requiere la consistencia de un ranking de
preferencias, entendido como la transitividad de preferencias y de actitudes de
indiferencia. La consistencia de este tipo va más allá de la consistencia lógica.

Un hogar tiene diversos objetivos. Además de alimento, ropa y vivienda, puede buscar
educación y entretenimiento. Una firma tiene típicamente objetivos más limitados tales
como beneficio y reducción del riesgo. Los economistas tienden a dejar a los filósofos
la formulación de estándares de la racionalidad para los objetivos básicos, pero
suponen que los objetivos usuales de hogares y de firmas son racionales.

Los economistas parecen condenar ciertos objetivos básicos como irracionales.


Comúnmente advierten contra la irracionalidad de estar influenciados por costes

18
hundidos, desaprovechando costos de oportunidad y teniendo preferencias temporales
puras (pure time preferences). Un libro de textos puede, por ejemplo, amonestar al
dueño de un restaurante que languidece al invertir más dinero en su negocio,
intentando mantenerlo a flote contra las probabilidades, en vez de cerrarlo y de
aceptar la pérdida de su inversión inicial. Puede criticarse un matrimonio que continua
ocupando una gran casa después de que sus hijos han crecido y se han mudado,
ignorando la oportunidad de vender su casa y de utilizar lo recaudado para comprar
otra para los dos, una casa más pequeña y una anualidad de retiro. Se puede
reprender a una persona impaciente que escoja el menor de dos bienes solo porque
está disponible un poco antes. La impresión de uno puede ser que el comportamiento
proscrito es juzgado irracional porque procede de objetivos básicos irracionales. Por
ejemplo, parece que considerar costos hundidos es considerado irracional debido a
que proviene del objetivo básico irracional de nunca aceptar una pérdida. Sin
embargo, los economistas sostienen típicamente que tales errores provienen de la
falsa valoración de opciones y consecuencias, o de pensamiento confuso. Ellos
registran las equivocaciones como errores de juicio más que como errores en los
objetivos básicos y no consideran sus advertencias como críticas de los objetivos
básicos.

1. CONCEPCIONES DE RACIONALIDAD EN ECONOMÍA

Tres concepciones de racionalidad dominan la reciente teorización económica. Están


estrechamente vinculados y pueden ser pensados como vínculos en una cadena
evolutiva más que como rivales para el mismo nicho ambiental.

Maximización de interés propio

Una visión tradicional en economía toma como objetivo básico de una persona el
interés propio y siendo la racionalidad la promoción del interés propio. Cuando están
abiertos varios cursos de acción, la racionalidad recomienda el que mejor promueve el
interés propio. Se dice maximizar el interés propio. Cuando la acción que maximiza el
interés propio es incierta, la racionalidad recomienda como guía la probabilidad. Se
dice maximizar el interés propio esperado.

Edgeworth enunció claramente el supuesto del interés propio. Según él, “El primer
principio de la economía es que cada agente actúa solamente por interés propio”
(1881, 16). Los filósofos denominan esta visión egoísmo psicológico. Una visión
estrechamente vinculada es la del egoísmo acerca de la racionalidad, la visión de que
la racionalidad requiere que una persona promueva exclusivamente su propio interés.

Algunas presentaciones de la visión egoísta de la racionalidad utilizan terminología


técnica. En lugar de hablar del interés de un agente, hablan de la utilidad para él.
Pindyck y Rubinfeld (1989, 81, 87) definen la utilidad para un agente como su
satisfacción y recomiendan que un agente maximice la utilidad para sí mismo, es decir,
maximice su satisfacción. Sus análisis suponen que una firma busca beneficios a largo
plazo y que la racionalidad requiere su actuación para maximizar los beneficios a largo
plazo (246-47, 458). Case y Fair (1992, 88, 160, 181, 476-77) toman la utilidad como
felicidad, satisfacción o bienestar y dicen que un agente maximiza y debe maximizar,

19
la utilidad para sí mismo. Aunque el egoísmo psicológico y el egoísmo sean comunes
en economía, pueden adoptarse como supuestos simplificadores encontrados
aproximadamente en transacciones económicas típicas.

Los economistas precisan que, contrariamente a la creencia común, el interés propio


no genera una guerra de todos contra todos. Una de las lecciones de Adán Smith en
The Wealth of Nations es que los agentes que persiguen el interés propio
frecuentemente son conducidos a cooperar porque la cooperación es con frecuencia
un medio excelente de promover el interés propio. Los agentes con interés propio
pueden intercambiar mercancías, por ejemplo, debido a que cada uno se beneficia del
intercambio (Smith 1976, 26-27). Smith proclama que el interés propio lleva a los
agentes a actuar como si una mano invisible dirigiera su comportamiento hacia el bien
común (1976, 456). En el mismo sentido, como explican Pindyck y Rubinfeld (1989,
570), la economía de bienestar contemporánea demuestra que si cada uno comercia
en el mercado para maximizar su satisfacción y todos terminan con un comercio
mutuamente beneficioso, la asignación resultante será eficiente en el sentido que
ninguna asignación alternativa produce ganancias para alguno sin pérdidas para otros.
La eficiencia en este sentido se denomina el óptimo de Pareto a partir del economista
italiano Vilfredo Pareto del siglo diecinueve.

El interés propio tiene diferentes significados para diferentes teóricos. La interpretación


estándar toma el interés de una persona como su bienestar o protección, es decir, lo
que es bueno para ella. Sin embargo, aquellos que mantienen que todas las personas
están exclusivamente interesadas en sí mismas a veces toman el interés de una
persona como satisfacción de sus deseos, cualquiera sean ellos. Satisfacer cualquiera
de sus deseos cuenta como promover su interés. Entonces el reclamo de que la gente
está interesada en su propio interés no dice más que las personas persiguen sus
deseos. Como observa Sen (1977, 322-24), no descarta el altruismo, puesto que un
altruista persigue su deseo de ayudar a otros.

Binmore (1994, 6, 15, 18-19, 21) demanda que la racionalidad equivale a promover
inteligentemente el interés propio o un amplio interés propio. Significa la promoción de
los objetivos propios cualquiera que estos sean, incluso si incluyen mostrar simpatía
hacia otros y honrar los compromisos (21, 28). Tomando ampliamente el interés propio
hace que la promoción del interés propio genere la siguiente concepción de
racionalidad.

Maximización de utilidad

Durante el siglo veinte, los economistas descubrieron técnicas para usar en las
preferencias de un agente entre los actos para derivar su asignación de probabilidades
y de utilidades a los resultados posibles de los actos y de tal modo derivan las
utilidades de los actos. Von Neumann y Morgenstern (1953) desarrollaron y
promulgaron tales métodos, pero Ramsey (1931, cap. 7) había elaborado previamente
métodos similares (ver Joyce, cap. 8 y Dreier, cap. 9, este volumen).

Los métodos derivan probabilidades y utilidades subjetivas - aproximadamente, grados


de creencia y grados de deseos, respectivamente. Ellos enriquecen los enfoques de la

20
toma de decisión frente al riesgo. También proporcionan un marco para un enfoque
amplio de los objetivos básicos de un agente. La nueva teoría de la utilidad no
restringe el contenido de esos objetivos. Según Ramsey, “La teoría que propongo
adoptar es que buscamos las cosas que queremos, que pueden ser para nuestro
placer, el de otros o de todos los demás, y nuestras acciones son tal como las
pensamos como muy probables de desarrollar estos bienes” (1931, 173). La teoría de
utilidad moderna generaliza la maximización del interés propio a la maximización de la
utilidad personal. Toma la utilidad lo suficientemente amplia para acomodar todos los
objetivos, no solo el interés propio.

Von Neumann y Morgenstern (1953, 1, 8-9) dicen que la tradición económica


caracteriza el comportamiento racional como la maximización de la utilidad tomada
como la satisfacción en el caso del consumidor y el beneficio en el caso del
empresario. Sin embargo, la teoría de la utilidad que articulan (cap. 3) no restringe los
objetivos del agente. Savage (1972), que extendió el enfoque de utilidad de von
Neumann y Morgenstern, dice que el tipo de utilidad que introducen es dependiente de
la probabilidad en contraste con tipos previos - por ejemplo, satisfacción-que es
independiente de la probabilidad. Su tipo de valores de utilidad dependiente de la
probabilidad en la representación de preferencias entre los actos que implican riesgo
y, él dice, puede explicar mejor el comportamiento racional (1972, 91-104). Esto no
supone que un agente tiene objetivos egoístas; sólo matematiza la relación de
preferencia entre los actos (1972, 69). Von Neumann y Morgenstern hacen a la utilidad
dependiente de la probabilidad objetiva, mientras que, con mayor poder explicativo,
Savage hace a la utilidad dependiente de la probabilidad subjetiva.

Aunque como observa Arrow (1963, 3), la tradición económica toma la racionalidad
como un cierto tipo de maximización, la teoría de utilidad moderna tomando la
racionalidad como maximización de la utilidad se aparta de la visión de la racionalidad
como la maximización del interés propio. La asignación de la utilidad a un agente no
necesariamente sigue el interés propio. Otros objetivos, incluyendo la preocupación
por otra gente, pueden influenciar la asignación de utilidad de un agente. Según la
nueva visión, la racionalidad reconoce todos los objetivos del agente. Harsanyi (1977,
10), trabajando dentro de la misma escuela, reconoce una función de utilidad que
asigna utilidad positiva a los valores no egoístas. Él dice que los agentes racionales
persiguen tanto valores egoístas como no egoístas a los cuales sus funciones de
utilidad asignan utilidad positiva.

A veces en teoría moderna de utilidad la maximización de la utilidad recibe otros


nombres. La maximización de utilidad entre opciones de riesgo se puede llamar
maximización de la utilidad esperada puesto que depende de probabilidades y de
expectativas en relación a los resultados posibles de las opciones. Sin embargo, la
maximización de la utilidad y la maximización de la utilidad esperada son equivalentes.
La utilidad, al ser subjetiva, es en relación a la información. Debido a que la asignación
de utilidad de un agente a una opción de riesgo depende de los objetivos e
información del agente, cambios en la información del agente influencia la asignación
de utilidad a la opción. A mayor evidencia de que la opción desarrollaría los objetivos
del agente, más atractivo sería para él. La utilidad de una opción y la utilidad esperada
por lo tanto concuerdan.

21
A veces se toma la utilidad estando en relación a la información completa. Bajo esta
interpretación, la utilidad puede diferir de la utilidad esperada. La utilidad esperada
está en relación con la información real, no necesariamente con la información
completa. Dado que la utilidad en relación a la información completa puede diferir de la
utilidad en relación a la información real, esto puede diferir de la utilidad esperada
aunque la utilidad relativa a la información real concuerde con la utilidad esperada. Yo
trato la maximización de la utilidad con respecto a la información real, que es igual que
maximizar la utilidad esperada y así no distingo entre la maximización de utilidad y la
maximización de la utilidad esperada.

Debido a que la utilidad representa preferencia, la maximización de utilidad entre


opciones es igual que adoptar una opción en el top del ranking de preferencias de
opciones. Así, la visión de Varian (1984, 115) de que la racionalidad requiere la
maximización de preferencia concuerda con la visión que esto requiere la
maximización de la utilidad. La diferencia entre la maximización de la preferencia y la
maximización de la utilidad es solamente terminológica.

Debido a que la teoría moderna de utilidad deriva utilidades desde las preferencias,
frecuentemente anuncia la maximización de la utilidad como una forma de
consistencia entre preferencias, o entre opciones, o entre preferencias y opciones.
Luce y Raiffa (1957, 31-32) dicen que toman la utilidad como una representación de
preferencias o una guía para la acción consistente. Barry (1965, 4-5) dice que los
economistas sostienen que la racionalidad no requiere la maximización de la utilidad,
pensada como satisfacción, sino que solo requiere un patrón consistente de opciones.
Arrow (1967, 5) dice que la racionalidad es una cuestión de hacer elecciones
derivadas de un ordenamiento de la preferencia. Esta condición impone un tipo de
consistencia sobre las opciones. Harsanyi (1977, 8) también dice que el
comportamiento de elección es racional si satisface ciertos requisitos de consistencia.
Según Broome (1991, 90-92), la teoría de utilidad moderna demanda solamente un
ranking de preferencia, si es racional, puede ser representado por una asignación de
utilidad según la cual una utilidad de un acto iguala la utilidad esperada de sus
resultados posibles. Esta condición impone un tipo de consistencia ante un ranking de
preferencias. Binmore (1994, 21, 27) dice que la racionalidad requiere solamente ser
consistente en buscar los objetivos de uno, lo que exige consistencia entre
preferencias y actos.

El tren de pensamiento que interpreta la maximización de utilidad como una forma de


consistencia es aproximadamente el siguiente. Las técnicas para derivar
probabilidades y utilidades desde ranking de preferencias suponen que los ranking de
preferencias son transitivos y cumplen otros requisitos que se pueden tomar como
requerimientos de consistencia en sentido amplio. En general las técnicas requieren
rankings de preferencias que son como si maximizan la utilidad; las preferencias entre
opciones tienen que seguir las utilidades computadas con respecto a las
probabilidades derivadas y las asignaciones de utilidad para los resultados posibles de
las opciones. Este requisito global se puede también tomar como requisito de
consistencia. El produce la maximización de la utilidad dada la derivación de la utilidad
desde los rankings de preferencias.

22
Los operacionistas van más lejos. Ellos definen probabilidad y utilidad en términos de
preferencias, y algunos, tal como Binmore (1994, 169), además definen preferencias
en términos de opciones. Como observa Binmore, desde definiciones operacionales
de preferencias y de utilidades las hacen deducibles de las opciones, satisfaciendo
preferencias o maximizando la utilidad es apenas comportamiento de elcción
consistente (1994, 50-51). Por ejemplo, considere una definición operacional de la
utilidad como una representación matemática de las preferencias según la cual las
preferencias siguen las utilidades. Debido a que la definición exige que las
preferencias sigan las utilidades, esto hace que el requerimiento tradicional de
consistencia sea una verdad definida y la priven de fuerza normativa. De manera
similar, una definición de preferencia en términos de opción hace al requerimiento
tradicional de consistencia que la opción siga a la preferencia una verdad definida sin
fuerza normativa. Que las opciones maximizan la utilidad se convierte en una verdad
por definición. Después de la operacionalización, los únicos requerimientos
consistentes con fuerza normativa se refieren a la consistencia de preferencias o a la
consistencia de opciones. Ver Blackburn 1998, cap. 6, y Hubin 2001, sec. 3.

Racionalidad limitada

Las secciones anteriores examinaron las concepciones de racionalidad que requerían


algún tipo de maximización. Sin embargo, algunos teóricos dudan de que los seres
humanos sean capaces del tipo de maximización exigida. Simon (1982) defiende los
estándares de racionalidad adaptados a los límites humanos, especialmente límites
cognitivos. Su propuesta principal comienza con la observación de que la gente no
examina todas sus opciones al principio de un problema de decisión. Buscan
opciones durante las deliberaciones y las consideran secuencialmente. También,
simplifican la evaluación de una opción apenas la clasifican como satisfactoria o no
satisfactoria, dependiendo de si encuentra sus aspiraciones. Para aproximar la
optimización de una manera práctica, Simon propone adoptar la primera opción
satisfactoria descubierta (1982, 250-51). Alguien que vende una casa, por ejemplo,
puede racionalmente aceptar la primera oferta satisfactoria en vez de quedarse
esperando una oferta óptima. Alguien que juega ajedrez puede adoptar el primer
movimiento satisfactorio que ve en vez de intentar la tarea hercúlea de identificar el
movimiento óptimo. Simon llama a su procedimiento “satisfaciente” y denomina las
teorías que incorporan tales procedimientos teorías de “racionalidad limitada.”

Simon sostiene que en vista de nuestro tiempo y capacidad cognitiva limitados para
tomar decisiones, no debemos mantenernos en el estándar clásico de la maximización
de la utilidad. En general, él defiende reemplazar las reglas substantivas de
racionalidad, tales como la regla de maximizar la utilidad, con reglas procedimentales
de racionalidad, tales como la regla de satisfacer (1982, 424-43). Las reglas
procedimentales prescriben métodos de toma de decisiones más que las decisiones a
ser tomadas. Se centran sobre el proceso más que en el resultado. Consideran cómo
deben ser tomadas las decisiones más que en qué decisiones deben ser tomadas.
Algunas reglas de sentido común para tomar decisiones son procedimentales. El
consejo de dormir antes de finalizar una decisión importante, por ejemplo, atiende al
método más que al resultado. Según Simon, mientras que la racionalidad substantiva
apunta a las mejores soluciones, la racionalidad procedimental apunta a buenas

23
soluciones en vista de los límites humanos. La racionalidad procedimental es práctica
frente a los problemas que son insuperables desde la perspectiva de la racionalidad
substantiva (1982, 428, 431).6

La regla de satisfacer no es puramente procedimental, puesto que apunta a una


opción satisfactoria. Pero los niveles de aspiración se ajustan a la dificultad de
encontrar una opción satisfactoria, y el procedimiento de búsqueda determina cual
opción satisfactoria emerge primero. Así el procedimiento desempeña un rol
importante en el satisfacer. También, la motivación para satisfacer es práctica. Por lo
tanto Simon clasifica la regla de satisfacer como regla procedimental.

Muchos teóricos de decisión tienen interés en modificar los estándares de la


racionalidad para adaptarlos a las capacidades cognitivas de los seres humanos.
Skyrms (1990, 2-3) defiende el usar la teoría de racionalidad limitada de Simon y un
enfoque dinámico a la toma de decisión para articular la conexión entre las reglas de
decisión y la teoría de juegos. Rubinstein (1998, 4) defiende usar los modelos de
racionalidad limitada, especialmente aplicados a la actividad inferencial humana, para
revisar las explicaciones de los avances del equilibrio de la teoría de juegos. (Ver
Bicchieri, cap. 10, este volumen, en teoría de juego.)

2. CRÍTICAS

Debido a que la economía se concentra en la racionalidad instrumental, un reclamo


común es que sus concepciones de la racionalidad son demasiado estrechas. Los
objetivos irracionales escapan a la crítica. Por ejemplo, si un agente insano está
empeñado en mutilarse a sí mismo, la racionalidad económica parece que no le impide
este camino. Además, el enfoque económico de la racionalidad parece frío y
calculador, negando así el valor de la emoción y de la espontaneidad.

La acusación de que la economía examina solamente la racionalidad instrumental es


una exageración. Por ejemplo, la visión de que uno debe promover el interés propio
supone que la racionalidad requiere ese objetivo. También, los economistas fomentan
ciertos objetivos sociales como requerimientos de la racionalidad. Case y Fair (1992,
21-23) enumeran eficiencia, equidad, crecimiento y estabilidad. Estos objetivos se
suponen en la rama de la economía conocida como política económica, que se alía
con la filosofía social. No obstante, es verdad que la economía minimiza la evaluación
de objetivos básicos. Sin embargo, puede fácilmente corregir la impresión que es
contraria a su evaluación, reconociendo la necesidad de complementar sus principios
de racionalidad instrumental con principios adicionales de racionalidad para evaluar
objetivos básicos. Por otra parte, la economía puede reconocer el valor de la emoción
y la espontaneidad sin abandonar su enfoque a la racionalidad instrumental. Sus
principios de racionalidad instrumental se pueden formular para acomodar todos los
valores, no sólo los materialistas comunes en ejemplos de libro de textos.

Debido a que la economía puede responder a las críticas mencionadas sin cambiar
perceptiblemente sus conceptos de racionalidad, no examino con más profundidad

6
Esta distinción entre racionalidad procedimental y substantiva difiere de la distinción hecha en ética.
Para esa distinción, ver Hooker y Streumer, cap. 4, este volumen.

24
esas críticas. También, puse aparte las críticas de la racionalidad económica
provocadas por su extensión de agentes solos a grupos de agentes. El teorema de la
posibilidad de Arrow (1963, cap. 5) presenta un problema para esta extensión.
Establece que no hay un procedimiento general satisfactorio para agregar los rankings
de las preferencias racionales de los miembros de un grupo en ranking de preferncias
racionales para el grupo. Aunque algunos teóricos sugieren revisar los estándares de
racionalidad para que los individuos faciliten su extensión a los grupos, puede resultar
que los estándares apropiados para los individuos apenas difieren de los estándares
apropiados para los grupos. Quizás una agregación de preferencias individuales por
un mercado o un mecanismo de votación no produzca resultados racionales en ningún
sentido colectivo más rico que la eficiencia. Dada esta posibilidad, el problema de
extender los estándares de la racionalidad individual a los grupos no produce críticas
directas de esos estándares.

Las siguientes tres sub secciones repasan las críticas que apuntan específicamente a
las tres concepciones de la racionalidad presentadas en la sección 1.

Compromisos

Muchos toman la excepción a la visión de que la racionalidad requiere la maximización


egoísta del interés propio. Pueden conceder que el comercio, los negocios y la
racionalidad de los mercados funciona de una manera en gran medida egoísta. No
obstante, se oponen a aplicar la concepción egoísta de la racionalidad a todas las
clases sociales. Se resisten a la “conmodificación”7 de la educación, del cuidado de la
salud, de la ciudadanía y de la vida familiar. Por la propagación de la teoría de la
elección racional en las ciencias sociales, ellos piensan que la racionalidad egoísta se
debe restringir al reino económico y no extenderse a instituciones sociales y políticas
tales como la familia y la ley.

Sen (1977) va un paso más allá. Él argumenta contra tomar la racionalidad como
siendo la maximización del interés propio incluso en el reino económico. Él observa
que los seres humanos no están solamente motivados por el interés propio, incluso en
las transacciones económicas donde el supuesto de Edgeworth puede parecer una
simplificación razonable. Él observa que las personas a veces están motivadas por su
compromiso con otros -por ejemplo, la familia, la comunidad o clase - y mantiene que
tales motivaciones son racionales. El reclama que tomando en cuenta el compromiso,
ayuda a los economistas a tratar los fenómenos que caen directamente en el terreno
de la disciplina, por ejemplo, la financiación de bienes públicos (tales como calles,

7
En líneas generales, la conmodificación dice referencia a la subordinación de los ámbitos público y
privado a lo que Fredric Jameson ha llamado la lógica del capitalismo, o sea, el postmodernismo. Para
esta lógica, cuestiones tales como la amistad, el amor o el conocimiento se valoran tan sólo en dinero, en
los beneficios que puede producir su compraventa. Lo que cuenta no es ya su valor intrínseco, sus
cualidades propias, sino su valor extrínseco, la posibilidad de que puedan ser vendidas.
En otras palabras, la conmodificación es un proceso abstractivo por virtud del cual a los objetos se les
segrega de los contextos físicos, psíquicos y socioculturales en que se generan, para reducirlos a unos
términos de beneficio económico. Pinillos Diaz .José Luis- Postmodernismo y Psicología. Una cuestión
pendiente- anales de psicología 2002, vol. 18, nº 1 (junio), 1-11 © Copyright 2002: Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Murcia Murcia (España). Real Academia de la Lengua (España) ISSN:
0212-9728 (Nota adherida por el Traductor)

25
alumbrado público y defensa nacional) y la organización de una firma (incluyendo
relaciones entre el trabajo, el management y los accionistas). El deber puede explicar
la revelación honesta de un ciudadanos del beneficio para él de un bien público y
puede explicar la productividad de un trabajador en ausencia de un sistema integral de
incentivos. Sen propone la revisión de la concepción de racionalidad de la economía
para tener en cuenta el compromiso que los padres tienen con el bienestar de sus
hijos, que los profesionales tienen por el bienestar de sus clientes y que los
ciudadanos tienen por el bienestar de sus comunidades. Estar motivado por el
compromiso es compatible con una evaluación razonada de los actos y así es
compatible con un comportamiento racional en sentido amplio (1977, 342-44).

Compromiso con equipos y planes

Si la utilidad se define en términos de opciones y el estándar de la maximización de la


utilidad es solo una cuestión de hacer elecciones consistentes, entonces el estándar
de racionalidad está abierto a la acusación de ser demasiado débil. Como puntualiza
Sen (1987, 70), un agente puede consistentemente elegir frustrar sus objetivos. Tal
comportamiento es irracional a pesar de ser consistente. Se presentan críticas
similares si la utilidad se define en términos de preferencias y el estándar de tener
preferencias que sigan a la utilidad es apenas una cuestión de tener preferencias
consistentes. Un agente que compara opciones riesgosas puede tener preferencias
consistentes que sean como si él asigna probabilidades del 40 por ciento y el 60 por
ciento a un evento y a su complemento, respectivamente, cuando en realidad sus
asignaciones de probabilidad son las contrarias. Tales preferencias son irracionales a
pesar de ser consistentes.

En vista de estas críticas de gran alcance, esta sección examina la maximización de la


utilidad dado un concepto de utilidad que permita a la utilidad guiar las preferencias y
opciones. Toma la utilidad como medida de la fuerza del deseo. Los economistas
frecuentemente tienen en mente este concepto de utilidad cuando toman utilidad como
satisfacción debido a que se imaginan que la satisfacción se presenta por el logro de
cualquier objetivo, incluyendo uno altruista. Tomando la utilidad como un grado de
deseo, la maximización de la utilidad puede todavía considerarse como un tipo de
consistencia entre los deseos y las opciones, pero es un tipo exigente de consistencia.

La maximización de la utilidad así concebida enfrenta algunas objeciones. Algunos


teóricos objetan que esto tiene sentido solamente cuando los deseos son cuantitativos
y producen comparaciones de opciones. Cuando los deseos no son cuantitativos y las
opciones son incomparables, no se aplica y son necesarios principios suplementarios.
Ver Chang 1997. La imprecisión y la incomparabilidad ciertamente limitan la aplicación
del principio de maximización de utilidad pero no desafía sus credenciales cuando se
aplica. Ahora me traslado hacia otra objeción más mordaz.

Algunos teóricos objetan que la maximización de la utilidad, incluso con utilidad


concebida ampliamente, ignora ciertos tipos de compromiso. Según una versión de
esta crítica, ignora el compromiso con equipos de agentes. Según otra versión, ignora
el compromiso con los planes.

26
El primer reclamo es que la maximización de la utilidad personal, incluso si acomoda a
objetivos altruistas, es una concepción demasiado débil de la racionalidad para
manejar el compromiso con los objetivos de un equipo. Considere, por ejemplo, un
equipo de dos altruistas que hacen frente a un problema de coordinación. Suponga
que se pueden coordinar de dos maneras, una de las cuales es superior. Cada
altruista apunta a participar en el esquema de coordinación que el otro sigue. Pero
¿Qué conduce a los dos al esquema superior de la coordinación si por alguna razón
ellos no pueden comunicarse? Cada uno puede identificarse con el equipo y perseguir
los objetivos del equipo y alcanzar una forma superior de coordinación. Según
Bacharach (próximo), tal comportamiento familiar demanda estándares de racionalidad
que van más allá de la maximización de la utilidad personal.

El segundo reclamo es que la maximización de la utilidad no estipula el valor


instrumental del compromiso a los planes que ponen restricciones sobre la
maximización de la utilidad. Un plan implica un compromiso a una serie de actos,
quizás incluyendo el cultivo de un rasgo de carácter o de una disposición de
comportamiento. Algunos pasos en un plan pueden no ser para maximizar la utilidad
sino que se pueden justificar por los beneficios de ejecutar el plan completo. La
maximización de la utilidad se puede aplicar a patrones de comportamiento a largo
plazo mas que a cada acto cuando se presenta la ocasión de él. Los actos se pueden
justificar siendo parte de un plan de maximización de la utilidad mas que siendo
maximizadotes por ellos mismo. La restricción en la maximización de la utilidad en un
momento puede servir al objetivo de maximizar la utilidad en el tiempo de vida.

Gauthier (1986, cap. 6) defiende el limitar la maximización - aproximadamente,


actuando sobre disposiciones de comportamiento que son beneficiosas aunque
puedan demandar actos que no maximizan. Considere, por ejemplo, dos personas en
un Dilema del Prisionero, un problema de decisión en el cual la cooperación por
ambos beneficia a ambos pero cada uno tiene un incentivo para no cooperar sin que
importe lo que haga el otro agente. La maximización de la utilidad de los individuos
falla para alcanzar la cooperación. Sin embargo, Gauthier precisa que alguien
dispuesto a cooperar en un Dilema del Prisionero se beneficia al tener esa disposición
si está en una comunidad de individuos que cooperan solamente con una persona que
tiene esa disposición, aun cuando todavía no coopere maximiza su utilidad. Según su
visión, es racional cultivar la disposición a cooperar en esas circunstancias, y la
cooperación a la cual lleva la disposición es racional en virtud de la racionalidad de la
disposición.

McClennen (1990, cap. 1) considera secuencias de actos. Él considera los casos en


los cuales una secuencia maximiza la utilidad aunque los actos dentro de la secuencia
no maximicen la utilidad. En tal caso su visión es que la maximización de la utilidad de
la secuencia hace racional los actos que no maximizan dentro de la secuencia. Un
agente racional decididamente lleva a cabo la secuencia de actos a pesar de los
incentivos para desviarse. Por ejemplo, suponga que usted puede ganar cinco dólares
ahora si rechaza un dólar a futuro. Usted decididamente acepta el plan de rechazar el
dólar ofrecido a futuro y es recompensado con cinco dólares. Después usted actúa
sobre su resolución de declinar el dólar ofrecido aunque le hayan pagado cinco
dólares y no perdería ese dinero si usted aceptara el dólar. Según McClennen, la

27
actuación sobre la resolución es racional a pesar de no maximizar la utilidad. (Ver
McClennen, cap. 12, este volumen, sobre reglas.)

Bratman (1987, cap. 2) atrae la atención a las razones que el mismo planeamiento
genera. Él dice que la adopción de un plan, da a un agente una razón para seguir el
plan, una razón independiente de la maximización de la utilidad. Si un conductor es
indiferente entre dos rutas a su destino pero se decide por una, su decisión de tomar
esa ruta genera una razón para tomarla. La razón no depende de la utilidad. Debido a
esto, el tomar la otra ruta es irracional aunque tomando esa ruta no disminuya la
utilidad.

Agentes limitados

El principio de satisfacer más que optimizar dirige la atención a los límites humanos y
a los costos de tomar decisiones. Aunque sea sugestivo e intrigante, no ha
reemplazado los principios de optimización en economía. Necesita articulación
adicional. El nivel de aspiración de un agente debe ser regulado cuidadosamente para
que explique como una opción satisfactoria ajuste apropiadamente a las
circunstancias. En algunos casos de desastre inminente, el nivel debe caer
dramáticamente para incitar una decisión rápida. En los casos rutinarios, bien
estudiados, donde es fácil la optimización, debe crecer al máximo alcanzable. Incluso
después de la regulación del nivel de aspiración de un agente, el principio de
satisfacer es todavía incompleto. Puesto que la búsqueda por una opción satisfactoria
determina cuál opción satisfactoria se encuentra primero, y así cual opción recomienda
el principio, el procedimiento de búsqueda debe estar completamente especificado.
También, los casos en los cuales un agente encuentra múltiples opciones
satisfactorias simultáneamente requieren un principio de selección suplementario.

La satisfacción apunta a la optimización si el nivel de aspiración de un agente alcanza


una opción en el top de su ranking de preferencia, o si es indiferente entre las
opciones satisfactorias. Algunas maneras de articular el principio de satisfacer puede
tomar la satisfacción como equivalente a una forma de optimización en todos los
casos. La satisfacción se puede considerar como un procedimiento de optimización
por el que los agentes maximizan la utilidad pero figura en los cálculos de la utilidad
los costos cognitivos de tomar decisiones. Dado un poder cognitivo limitado, los costos
de deliberaciones prolongadas son altos, así que los atajos optimizan todas las cosas
consideradas. Por ejemplo, Raiffa (1968, ix-x), reclama que su método de decisión es
práctico y toma en cuenta los límites humanos, aunque tenga como objetivo la
optimización. Registra el costo de deliberación al evaluar las estrategias de toma de
decisión y busca una estrategia óptima incluyendo ese costo. Tal optimización
reemplaza las razones de satisfacer. Debido a que toma en cuenta los límites
humanos, los principios alternativos de racionalidad son innecesarios. Desde la
perspectiva de tales teorías, los agentes están limitados, no racionales y
satisfacientes, cuando sea defendible, acuerda más que rivaliza con la optimización.8

8
Sen (1997, 763, 768-69) distingue optimización de la maximización y sostiene que la maximización
asimila mejor la satisfacción. Aquí no distingo la optimización de la maximización.

28
Simon reconoce que el satisfacer puede ser formalmente equivalente a la optimización
si los costos de la decisión se incluyen en las evaluaciones de opciones. Él considera
las formas de optimización que toman en cuenta los límites humanos como formas de
satisfacer o formas de racionalidad procedimental (1982, 435). Según él, enfatizar la
racionalidad procedimental más que la racionalidad substantiva sin embargo hace una
diferencia práctica con las estrategias de solución de problemas (1982, 417-18). Esta
defensa del satisfacer toma tanto la satisfacción como la optimización como
procedimientos de toma de decisión más que como estándares para evaluar las
decisiones que puede aplicar un observador externo después de que se hayan tomado
las decisiones. Esta distinción también se presenta en otra defensa de satisfacer.

Mongin (2000, 95-104) argumenta contra la tentativa de reducir el satisfacer a la


optimización. Él demanda que debido a los costos de la decisión, la optimización no es
siempre racional. El dice que la optimización, requiere una decisión para aplicar un
principio de optimización y la optimización en una decisión de segundo orden requiere
otra, y la decisión de tercer orden aplicaría un principio de optimización, y así
sucesivamente. La optimización minuciosa por lo tanto genera una regresión infinita de
decisiones y por lo tanto incurre en costos prohibitivamente altos de decisión. Esta
objeción sólo aparece, sin embargo, si la optimización se toma como un procedimiento
de la decisión más que como un estándar de evaluación. Encontrar un estándar
óptimo de evaluación no requiere una decisión de aplicar un principio de optimización
y así no genera una regresión infinita de decisiones.

Si el satisfacer rivaliza con la optimización depende de la interpretación del principio de


maximizar la utilidad. El principio puede ser adelantado como un procedimiento para
que sigan los tomadores de decisión, o como un estándar para la avaluación de las
decisiones. Puesto que tradicionalmente la racionalidad económica trató los
estándares de evaluación para las decisiones más que como procedimientos de toma
de decisión, tomo la maximización de la utilidad como un estándar de evaluación y
pongo aparte el tema de los procedimientos de toma de decisión racionales. Bajo esta
interpretación, la maximización de la utilidad trata más fácilmente las preocupaciones
de los proponentes de la satisfacción. Tomar el principio como un estándar de
evaluación es una manera de reconocer que los agentes limitados cognitivamente no
son capaces de tomar cada decisión usando procedimientos de optimización.

Slote (1989, cap. 1) argumenta contra la optimización y por la satisfacción sobre bases
independientes de ventajas procedimentales. Él piensa que la optimización implacable
es excesiva. La virtud de la moderación sugiere el satisfacer, o estar contento con
“bastante bueno.” Slote sostiene que es racional, fuera de la moderación, rechazar el
óptimo a favor del bastante bueno- esto es, declinar intencionadamente una opción
óptima (1989, 12). En tales casos la optimización es práctica pero no obstante se
propone satisfacer.

La moderación es una virtud, pero la optimización puede responder a este valor.


Considere a un agente que aprecie el valor de la moderación. Su asignación de
utilidad está afectada por su valor. Si él debe decidir entre dos opciones y prefiere una
que considere todas las cosas, incluyendo el valor de la moderación, entonces la
racionalidad requiere su selección incluso si la otra opción es satisfactoria. La

29
moderación no da ninguna razón para actuar contrariamente a la preferencia. La
optimización no es excesiva en este caso.

En general, los argumentos para salir de la maximización de la utilidad tienden a


mantener que algunos actos son preferibles a los actos que maximizan la utilidad. Los
argumentos pueden ser refutados dejando que la utilidad abarque el buen servicio
para aquellos actos de modo que cuenten como maximización de la utilidad. En el
caso de principios de racionalidad limitada tales como el satisfacer, el reconocimiento
de límites cognitivos, costos de decisión y otros factores que motivan los principios
sugieren explicaciones más amplias de la utilidad que incluyan esos factores. Estas
explicaciones adaptan la maximización de la utilidad a las capacidades de agentes
limitados cognitivamente. De manera semejante, las explicaciones amplias de la
utilidad pueden adaptar la maximización de la utilidad a los valores de agentes
moderados. Concluyo que los argumentos para el satisfacer no producen un rival
genuino al principio de maximización de la utilidad si este último adopta una
interpretación amplia de la utilidad.

3. MAXIMIZACIÓN PRUDENTE

Algunos críticos de las ideas económicas sobre racionalidad promueven enfoques


alternativos a la racionalidad. Gert (1998, 39, 83-84) toma un enfoque deóntico 9 según
el cual una acción es racional siempre y cuando no transgreda principios de sentido
común tales como aquellos que prohíben la auto-imposición gratuita de dolor.
Anderson (1993, cap. 2) toma una acción como racional si expresa valores racionales
tales como el valor de la salud. Suppes (1984, 187-203) toma una acción como
racional si es una cuestión de razonamiento.

Desde una perspectiva teórica, más que un refrescante nuevo comienzo, es más
atractivo revisar los reclamos de la economía sobre la racionalidad para hacer frente a
las críticas y así si es posible extraer la verdad que contienen. Es más fructífero
teóricamente construir sobre los fundamentos que partir de cero. Dejando las otras
perspectivas de enfoques que complementan más que reemplazar los enfoques
económicos de la racionalidad.

Reviso y defiendo la maximización de la utilidad, con las utilidades para un agente


tomadas ampliamente de modo que registren todos sus objetivos, incluyendo los
altruistas y con las utilidades no definidas en términos de preferencias sino más bien
introducidas por la teoría de la utilidad de una manera que las haga simplemente
deducibles desde las preferencias y capaz de justificar las preferencias. Tomo la
maximización de la utilidad como un estándar de evaluación para las decisiones y
avanzo solamente para los casos donde las opciones tienen utilidades y así son
comparables. Las subsecciones siguientes ofrecen una breve defensa de la

9
La lógica deóntica es un tipo de lógica modal usada para analizar formalmente las normas o las
proposiciones que tratan acerca de las normas. (Nota adherida por el traductor)

30
maximización de la utilidad. En Decision Space (2001) examino más a fondo esto y
los métodos de analizar una utilidad de una opción.

Utilidad abarcativa

Mi forma de enfrentar las críticas a la maximización de la utilidad es permitir que la


utilidad agote las razones avanzadas de las desviaciones. Un utilidad de una opción
responde a cualquier razón para adoptar la opción. Cualquier razón para adoptarla es
una razón para preferirla a otras opciones y asignarle así una utilidad más alta que
para las otras. La resistencia a esta defensa de la maximización de la utilidad
argumenta que una interpretación amplia de la utilidad hace trivial a la maximización
de la utilidad o incluso no falsificable. Puede parecer que se puede asignar siempre
utilidades para que una persona maximice la utilidad de su selección. Sin embargo,
hacer una interpretación amplia de la utilidad no significa autorizar una asignación
arbitraria de utilidades. Todavía deben representar las preferencias de una persona.
Poniendo aparte las definiciones operacionales de la preferencia y adhiriéndose al
concepto ordinario, cotidiano de preferencia, una preferencia no se vincula por
definición a una opción. Es posible que un agente actúe en contrario a una
preferencia. Esta posibilidad asegura la posibilidad de que un agente fracase en
maximizar la utilidad. Un principio que aconseja la maximización de la utilidad no es
por lo tanto vacío.

Aplico mi defensa de la maximización de la utilidad a las críticas que apelan al


compromiso. Si una persona se compromete al bienestar de otros, entonces él le da a
los actos que promueven su bienestar un grado de utilidad más alto. El compromiso
con otros no es contrario a la maximización de la utilidad. La utilidad abarcativa cubre
el valor de honrar tales compromisos.

¿La maximización de la utilidad frustra los valores de la comunidad incluso si la utilidad


es abarcativa? Los maximizadores de la utilidad toman muchas medidas hacia la
cooperación y sus ventajas. En las interacciones actuales toman en cuenta las
consecuencias de sus elecciones sobre el comportamiento de otros en las
interacciones futuras. Si una cooperación ahora de un agente con otros les anima a
que cooperen con él más adelante, él tiene un incentivo para cooperar ahora.
También, las sociedades, una vez establecidas, pueden construir instituciones para
promover la cooperación. La autoridad gubernamental puede requerir medidas
cooperativas que beneficien a todos. La cooperación toma impulso si los miembros de
una sociedad tienen alguna medida de altruismo que reduce los incentivos contrarios a
la cooperación. Los individuos con valores comunitarios pueden simultáneamente
maximizar la utilidad y promover objetivos sociales. La dinámica social, como aclara
Skyrms (1996, cap. 3), puede explicar la evolución de la cooperación sin estándares
nuevos de la racionalidad.

¿La maximización de la utilidad no logra alcanzar formas óptimas de coordinación en


los casos donde los miembros de equipo no pueden comunicarse? Hay dos maneras
de enfrentar esta pregunta. Una forma es si los ajustes en las asignaciones de utilidad
pueden producir la forma óptima de coordinación. La respuesta es sí. La identificación
con un equipo puede hacer que la asignación de la utilidad de un agente se conforme

31
con la del equipo. Entonces el comportamiento de maximización de utilidad del agente
produce el mismo resultado como nuevos principios de racionalidad con respecto a la
acción del equipo.

Otra manera de tomar la pregunta interroga si, dadas las asignaciones de la utilidad
que los agentes tienen típicamente, la maximización de la utilidad puede producir la
coordinación. La respuesta es otra vez sí, dado el tiempo para que opere la dinámica
social. Skyrms (próximo) muestra que las personas racionales que buscan una forma
óptima de coordinación pueden tener éxito aprendiendo a asociarse con aquellos que
buscan la misma forma de coordinación. Atendiendo a la construcción de la
asociación, la gente puede solucionar óptimamente problemas de coordinación sin
descansar sobre reglas nuevas de racionalidad.

¿El reconocimiento del valor del planeamiento requiere en cada momento la previsión
de las desviaciones a la maximización de la utilidad? Considere el caso siguiente en el
cual la utilidad de la vida de un agente sufre debido a que aparentemente él maximiza
la utilidad en cada momento. Suponga que un agente está rodeado por gente que lo
molesta. Él nunca toma represalias cuando es atacado, sin embargo, dado que tal
represalia no le trae ningún beneficio después de que él ha sufrido un ataque. Aquellos
comprometidos con la política de tomar represalias si son atacados a pesar de los
costos mejoran sobre el curso de la vida debido al efecto disuasivo de su política.

Aunque en este caso la represalia no maximizadora es recompensada, las


circunstancias no hacen tal represalia racional. Si la venganza irracional se
recompensa es debido a que la gente da el lugar a una persona que toma represalias
irracionalmente, entonces una persona racional cultiva este comportamiento irracional,
como observan Pindyck y Rubinfeld (1989, 479). El principio de maximizar la utilidad
reconoce la racionalidad de cultivar ese comportamiento sin conceder la racionalidad
del comportamiento. Los agentes racionales cultivan disposiciones y rasgos de
carácter que maximizan la utilidad de la vida. En ambientes donde se recompensa la
irracionalidad, pueden cultivar disposiciones y rasgos de carácter que generan
comportamiento irracional. Esta posibilidad no demanda la revisión del principio de
maximizar la utilidad. Sigue siendo el estándar del comportamiento racional incluso en
ambientes violentos.

Finalmente, reconsidere el compromiso a los planes. Las razones de tales


compromisos proporcionan razones para honrarlos. Plegarse a un plan tiene ventajas
a pesar del atractivo a la desviación. El fracaso de plegarse a un plan puede frustrar
los propios objetivos. La búsqueda constante de mejoras tiene costos cognitivos. Los
agentes con capacidad cognitiva limitada se benefician siguiendo resueltamente los
planes en vez de calcular en cada momento el acto que maximiza la utilidad. En casos
en que es racional seguir el plan propio, los costos cognitivos del seguimiento de
estrategias alternativas hace al seguimiento del plan que se maximice la utilidad. El
reconocimiento de límites cognitivos lleva la maximización de la utilidad a alinearse
con los procedimientos racionales del planeamiento.

32
Reconocimiento de límites

Volvamos a la objeción de que la maximización de la utilidad es un estándar


demasiado alto para los seres humanos. Mi manera de enfrentar esta objeción es
reconocer que el comportamiento que no maximiza puede ser racional a menos que
un agente y su problema de decisión resuelvan ciertas idealizaciones. Según las
idealizaciones, el agente es cognitivamente perfecto y las circunstancias para tomar
una decisión son perfectas. El agente ha sido perfectamente racional hasta el
momento de la decisión y será perfectamente racional posteriormente, de modo que
su decisión no necesite compensar la irracionalidad de otra parte.

Debido a que la teoría económica utiliza el comportamiento racional como una


aproximación al comportamiento real, como observan Harsanyi (1977, 16-19) y Sen
(1987, 68), puede asumirse para simplificación que los seres humanos racionales
maximizan la utilidad, aunque, en realidad, fomentar la maximización de la utilidad
como una condición necesaria de la racionalidad solamente para los agentes ideales
en circunstancias ideales. Además, a pesar de las idealizaciones subyacentes, la
maximización de la utilidad puede dirigir nuestras decisiones. Expresa un objetivo de la
racionalidad para ellas. Las decisiones que fracasan en el objetivo están abiertas a la
crítica incluso si las condiciones no ideales proporcionan buenas excusas para
fracasar y así despuntan una carga de irracionalidad. Puede ser que guíen las
decisiones a un objetivo y preparen las decisiones aunque cumplir el estándar que
expresa no requiere su adopción como procedimiento de decisión.

Un método estándar de generalizar una teoría que descanse sobre idealizaciones es


rescindir una idealización y luego ajustar los principios de la teoría en su ausencia. La
sección sobre satisfacer, por ejemplo, discutió una manera de revisar el principio de
maximización de la utilidad para acomodar a límites cognitivos. Se sugirió hacer que la
utilidad de una opción tome en cuenta los costos de la decisión. Una manera de hacer
esto es tomar una opción como decisión posible. Es decir, si estoy decidiendo si ir al
almacén, una opción es la decisión de ir al almacén, no sólo el acto de ir al almacén.
La utilidad de la decisión incluye los costos de la decisión - por ejemplo, el tiempo y
esfuerzo invertidos en la formación de la intención de ir al almacén. Estos costos
disminuyen la utilidad de la decisión e influencia su lugar en un ranking de utilidad de
las opciones.

Para ilustrar otra generalización de la maximización de la utilidad para los casos no


ideales, considere un problema de decisión en el cual las opciones carezcan de
utilidades cuantitativas debido a que los deseos son imprecisos. Consecuentemente,
el principio de maximización de la utilidad no se aplica. Suponga, sin embargo, que a
pesar de no ser comparables cuantitativamente, las opciones son comparables.
Entonces se aplica una generalización de maximización de la utilidad, formulada por
I.J. Good (1952, 114). Implica lo que llamo una cuantificación de creencias y deseos.
Ésta es sólo una asignación de la probabilidad y la utilidad que acuerda con las
creencias y deseos. Por ejemplo, si un agente quiere un auto más que una moto, pero
está indeterminada la intensidad de su preferencia, entonces una cuantificación puede
representar que la preferencia es el doble de lo que hace otra cuantificación. El
principio de Good dice que una decisión racional maximiza la utilidad bajo alguna

33
cuantificación de creencias y deseos. De acuerdo a esto, la maximización de la utilidad
determina indirectamente la elección racional incluso cuando las creencias y los
deseos son imprecisos.

Aunque la eliminación de idealizaciones y la revisión del principio de maximización de


utilidad para acomodarlo a un mayor realismo sea un proyecto desafiante, los dos
ajustes bosquejados muestran que el progreso es posible. En Realistic Decision
Theory (Weirich próximo) persigo este proyecto.

Generalización hacia la Autosuficiencia

Además de generalizar el principio de maximización de utilidad para manejar límites


cognitivos, es importante también generalizarlo para manejar ciertos problemas
técnicos. La generalización pone en evidencia principios claramente más
fundamentales detrás de formas tradicionales de maximización de utilidad.

Suponga que un agente enfrenta un número infinito de opciones y para cada opción
adicional tiene mayor utilidad. Entonces es imposible maximizar la utilidad. El principio
de maximización de la utilidad necesita una generalización para tales casos. También,
la utilidad depende de la probabilidad subjetiva y así de la información, y adoptar una
opción en sí misma suministra información. ¿Cuál es el cuerpo apropiado de
información a utilizar al computar la utilidad de una opción? Parece que la utilidad de
una opción se debe computar con respecto a la información que se adopta. Pero
puesto que diversas opciones entonces tienen utilidades computadas con respecto a
la información que diferencia sobre la opción adoptada, a las comparaciones de las
opciones les falta una base común. Incluso si el número de opciones es finito, puede
resultar que ninguna opción maximice la utilidad sobre los supuestos que han sido
adoptados. En la terminología que introduce Jeffrey (1983, sec. 1.7), puede resultar
que no hay opción ratificable. Por ejemplo, suponga que usted está compitiendo con
otro jugador en un juego, y usted tiene sólo dos opciones. Si su oponente es más listo,
puede ser que cualquier opción que usted adopte, su adopción es evidente para su
opositor que la ha previsto y la ha contrarrestado de modo que la otra opción hubiera
sido mejor. El principio de maximización de la utilidad necesita la generalización
también para tales casos.

En Equilibrium y Rationality (1998, cap. 4) propongo una generalización que maneja


ambos problemas. El primer paso define una opción que es autosuficiente de una
forma que hace que la autosuficiencia asumida tenga utilidad máxima en casos
estándars pero no requiere tener utilidad máxima en general. El paso siguiente
demuestra que en cualquier problema de decisión, incluso en los casos del problema,
alguna opción es autosuficiente. El paso final argumenta que, bajo idealizaciones
apropiadas, la racionalidad requiere la adopción de una opción autosuficiente.

Racionalidad condicional

Refinar el principio de maximización de utilidad para enfrentar objeciones también


reclama una distinción en relación al alcance de la evaluación para una decisión. A
veces decimos que la decisión de un agente fue racional dado sus creencias pero fue

34
irracional consideradas todas las cosas porque sus creencias fueron irracionales. De
forma similar, a veces decimos que la decisión de un agente fue racional dadas las
opciones que él consideró pero que fue irracional consideradas todas las cosas porque
él no pudo contemplar mejores opciones. El alcance de la evaluación de una decisión
puede excluir algunos factores relevantes o incluir todos los factores relevantes.
Podemos adoptar estándares más o menos exhaustivos de evaluación. Los
estándares no abarcativos pueden evaluar la racionalidad de una toma de decisión por
reconocer algunos factores que los estándares abarcativos demandan preguntar.

Si las idealizaciones no remueven errores que un agente trae a un problema de


decisión, la maximización de la utilidad es un estándar de solamente racionalidad
condicional. Si la evaluación de la decisión de un agente no es integradora, tomando
por sentado su asignación de utilidad. Los estándares sin condiciones que forman la
base de una evaluación integradora deben considerar como una decisión racional
compensa los errores. En algunos casos al apartarse de la maximización de la utilidad
puede ser apropiado. Por ejemplo, una evaluación integradora puede impulsar una
decisión que no pueda maximizar la utilidad si la asignación de utilidad del agente es
irracional - digamos, si surge de un enojo irracional. Una decisión de maximización
puede ser racional tomando por garantizada la asignación de utilidad del agente pero
irracional desde una perspectiva integradora que no dé por garantizada la condición de
evaluación. La elaboración de la interacción de los estándares condicionales e
incondicionales de la racionalidad es un proyecto de investigación excitante.

NOTAS

Agradezco a Larry Alexander, Peter Vallentyne y Xinghe Wang por sus pensamientos
provechosos sobre mi tópico.

35

Vous aimerez peut-être aussi