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FEMINISMO GORILA

Uno de los libros de referencia del feminismo, según consta en la contratapa. O valdría decir, más
específicamente, del posfeminismo. La novelista francesa Virginie Despentes (1969) publicó
“Teoría King Kong” el 2006, y leyéndolo hoy (*) sorprende por lo actual y lo oportuno. No es para
menos: estamos en plena revolución posfeminista. Muchas de las ideas de Despentes, muchas de
sus frases, gritos de batalla, o truismos feministas, diez años después, son ya parte del mainstream,
de lo que se lee en Twitter y Facebook —el grafiti virtual de nuestro tiempo— con total
normalidad.

El libro lleva en su título la palabra “teoría”, pero se entiende que esto no implica en absoluto
búsqueda de rigor intelectual. Aquí no hallarán citas, ni respaldos académicos, ni fact-checking.
Hay una bibliografía al final del libro (que incluye, por ejemplo, tanto a Beauvoir, como a Preciado
—varios títulos— o a Paglia), pero que ha sido usada con mucha libertad. “Teoría King Kong” está
muy bien escrito, entendido esto último como un efectivo uso de la manipulación verbal para
producir conmoción. Disfruté mucho leyéndolo. Es posible, sin embargo, separar lo emocional de
lo argumentativo.

El libro es un conjunto de ensayos que es parte manifesto político, parte autobiografía, parte
literatura. Las reflexiones de Despentes están separadas temáticamente. Algunos ejemplos:
“Imposible violar a una mujer viciosa”, sobre la violación; “Durmiendo con el enemigo”, sobre la
prostitución; “Brujas porno”, sobre la pornografía. Son algunos de los temas cruciales del
feminismo cultural, todos atravesados por una sola idea fundamental: la sospecha de que la mujer,
y todo lo que el “colectivo” espera de ella, es una construcción política. He ahí la denuncia. Se vive
en la fantasía, en la opresión y en la hipocresía de una construcción que sirve, esencialmente, a los
intereses de los hombres ricos. A los que han batallado con el posmodernismo desde la academia
esto no debe sorprender en absoluto. Pero tales debates han llegado finalmente a nuestra
cotidianidad y son más candentes que nunca, aunque muchas veces en versiones panfletarias: es el
subtexto que adereza los conflictos, por ejemplo, entre cierta izquierda radical y bandos
ultraconservadores que, últimamente, han inventado “la ideología de género” como antídoto a la
negación de lo “natural”.

Una vez delineado tal status quo, el mono gigante, King Kong, sirve de metáfora para elaborar una
contrapropuesta. Despentes —no en el primer ensayo, sino en el penúltimo— esboza un peculiar
análisis del King Kong de Peter Jackson, el personaje de la película del 2005. Nos dice la francesa
que Kong es “una metáfora de una sexualidad anterior a la distinción entre los géneros”, un
“híbrido anterior a la obligación de lo binario” (que, para la autora, se inventó conceptualmente en
el s. XIX). Precisamente por qué escoge Despentes a este personaje, o si es que acaso la propia
película resiste esta interpretación, es irrelevante porque la intención es lo importante: la
demolición de lo femenino, necesaria para hallar la real libertad y la real emancipación de la mujer.
En otras partes se describe esta feminidad: la feminidad de lo atractivo, de lo sexual, de lo bello, de
lo opuesto a lo viril y lo agresivo. Kong es ese cuerpo sin género y asexuado y que, como tal,
termina exterminado porque es una amenaza a la heterosexualidad y la hipernormatividad.
¿Convencidos? En absoluto. Pero es difícil no sentirse seducido por la convicción de las frases.
Para hacerle frente a la mujer a lo Kate Moss, Despentes propone entonces a la King Kong Girl.

He ahí la teoría, y de ella se sirve la escritora para polemizar y debatir sobre temas particulares. En
el caso de la prostitución, la King Kong Girl es la prostituta, la mujer que amenaza con traerse
abajo la enorme hipocresía del matrimonio, del hogar, de la mujer casada que está obligada a
acostarse con el hombre “gratis”. La prostitución empodera, independiza y, por eso, debe ser
marginada, sacada del centro de las ciudades. Con la pornografía es algo similar. La pornografía
libera nuestro deseo porque aquello que nos excita de él es, a menudo, socialmente molesto. La
actriz pornográfica se nos presenta, entonces, como otra King Kong Girl que, justamente por estar
liberada, se la persigue para estigmatizarla. Es importante decir que Despentes cree que esta
opresión machista también afecta al hombre y que, tarde o temprano, él deberá buscar su propia
emancipación de aquello que le han inculcado, como por ejemplo, el “miedo a ser marica” o la
“obligación de que les gusten las mujeres” (sic).

Una de las estrategias de las que se vale Despentes para elaborar su manifiesto es hacer de su
biografía parte importante de su teoría (el masivo Michel Onfray, en libro divertidísimo, dijo que
Freud había hecho algo similar con el psicoanálisis y procede con esa convicción a demolerlo). Es
por eso que el ensayo de la violación es particularmente fuerte e intenso. Despentes fue violada a
los diecisiete (como también se dedicó a la prostitución y a la crítica de pornografía). Los elementos
autobiográficos le dan un peso persuasivo y de autoridad a los ensayos, aunque es evidente que
pasar de lo particular a lo general con las emociones como único motor está algo lejos del camino
hacia la verdad.

Es por eso que "Teoría King Kong" solo convencerá a los convencidos, más allá de los pincelazos
realmente literarios ("La violación es a menudo iniciática, esculpe en la carne para fabricar la mujer
abierta, que no se vuelve a cerrar nunca completamente", es una magnífica frase). Si atrapa es por
su intensidad al describir una actualidad distópica, un apocalipsis sexual que sigue oprimiendo a
la mujer y ha terminado por desfigurar al hombre. Frente a tal desalentadora visión de las cosas, la
isla de King Kong parece ser la única atlántida posible. Como literatura distópica es absorbente, sin
duda. Como lectura fidedigna del mundo, no.

2.5/5

* Hay una nueva edición por Penguin Random House

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