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Este cuento relata la historia de un niño recibe una caja de veinticinco soldaditos de plomo

por el día de su cumpleaños. Uno de ellos tiene solamente una pierna, pues al fundirlos había
sido el último y no había habido suficiente plomo para terminarlo. Cerca del soldadito se
encuentra una hermosa bailarina hecha de papel y adornada con una lentejuela. Tanto ella,
como él, se detiene sobre una sola pierna, y el soldadito se enamora de esta bailarina. Pero a
medianoche otro juguete, un duende en una caja de sorpresas, increpa furioso al soldadito
prohibiéndole que mire a la bailarina. El soldadito finge no oír sus amenazas, pero al día
siguiente, por cosas del destino, cae por la ventana y va a parar a la calle. Allí, tras llover un
buen rato, dos niños lo encuentran y lo colocan en un barquito de papel, dejándolo solo cerca
de una corriente de agua, hasta que el soldadito llega a una alcantarilla oscura. En ese lugar
se encuentra una rata que lo persigue exigiéndole un peaje. Por fin, la alcantarilla termina y
el barquito de papel se cae por una catarata que lo conduce a un canal, donde el papel se
deshace y el soldadito naufraga. Apenas comienza a hundirse, un pez se lo come y
nuevamente el soldadito queda en la oscuridad. Sin embargo, poco después el pez es
capturado y cuando el soldadito vuelve a ver la luz se encuentra de nuevo en la misma casa.
El soldadito se encuentra con la bailarina, se miran sin decir palabra. De repente, uno de los
niños agarra al soldadito y lo arroja sin motivo a la chimenea. Una corriente de aire arrastra
también a la bailarina, siendo consumidos por el fuego. A la mañana siguiente, al remover
las cenizas, la sirvienta encuentra un pequeño corazón de plomo y una lentejuela de la
bailarina.

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