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Ileana García Rodríguez

HISTORIA DE MÉXICO
Maestría en Historia Moderna y Contemporánea
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

En el capítulo «Continuidad de Cádiz en la Tlaxcala republicana: territorio de la federación,


1821-1824» que forma parte del libro Fuero indio. Tlaxcala y la identidad territorial entre
la monarquía y la república nacional 1787-1824, el historiador vasco José María Portillo
Valdés, describe la trayectoria de Tlaxcala, entendida como una identidad territorial, en el
tránsito entre el segundo momento de restauración constitucionalista hasta su conformación
como territorio en el régimen federalista.
El texto comienza por describir lo sucedido en Tlaxcala a partir del segundo
momento de vigencia de la constitución de 1812. La negación por parte del gobernador
González Campillo de poner en marcha la constitución, así como los conflictos con los
ayuntamientos constitucionales causados a raíz de interpretaciones divergentes del texto
constitucional fueron elementos característicos de esté periodo anterior a la declaración de
la independencia. De fondo había una pugna por definir quién ejercería la jefatura política y
el control de la provincia. El gobernador Campillo se proponía como la única figura que
podía asegurar la gobernabilidad, el cumplimiento de las deliberaciones del virrey y de la
constitución. Éstos argumentos convencieron al virrrey Apodaca, quien eventualmente
otorgó un reconocimiento provisional de jefatura provincial.
Por su parte, en septiembre de 1820, el ayuntamiento constituyente reunió a una
junta electoral de la cual el gobernador Campillo estuvo excluido. La junta también
desempeñó algunas funciones políticas entre las cuales estuvo la petición a los párrocos
para elaborar un censo que pudiera establecer el número de diputados que le correspondía a
la provincia. Por otro lado, se escogió a José Mariano Moreno como diputado. Ya en
Madrid, Moreno, junto con otros diputados novohispanos presentó una instrucción para
remover a Campillo de su puesto. Portillo señala que justamente fue el actuar de la junta
por sobre el gobernador lo que propició la consolidación de Tlaxcala como provincia
independiente.
Por otro lado, en Cádiz también se discutieron las cuestiones relacionadas con el
derecho de las provincias a tener diputaciones provinciales propias. En sus intervenciones,
el diputado veracruzano Pablo de la Llave cuestionó cuáles serían los criterios para
constituir provincias. Cuestiones como ser un distrito militar, tener gobernador propio,
milicias provinciales, intendentes, cajas reales u obispados fueron barajeadas como
posibilidades. Sin embargo, Moreno, sabiendo que Tlaxcala no cumplía con todos los
elementos enumerados anteriormente argumentó su caso a partir del discurso de la foralidad
tlaxcalteca, el cual a grandes rasgos consiste en lo que Portillo define como una identidad
territorial basada en la existencia de un cierto tipo de derecho, un cuerpo político y una
jurisdicción. En el caso de Tlaxcala, el discurso foral se sustentaba en la relación particular
que el territorio había mantenido con la monarquía como conquistadora y en los pactos y
privilegios otrogados.
La propuesta para la elección de diputación llegaría en el momento previo a la
declaración de la independencia de México, en la que primero se dio la emancipación y
posteriormente la segregación. En esta transición Tlaxcala logró mantener su identidad
territorial y demostró que era capaz de seguir existiendo sin monarquía.
Portillo señala algunos elementos característicos de la disolución de la vinculación
monárquica en el caso de México. Ésta incluyo una forma monárquica, conservó el grueso
del territorio y estuvo marcada por la implementación de un constitucionalismo genuino y
propio que se formó en el marco de un constitucionalismo occidental existente desde 1776
y de la reinterpretación de elementos de la experiencia y el texto surgidos en Cádiz. El
federalismo que resultó de aquello establecido por el primer constitucionalismo mexicano
señalaba que la soberanía estaba en la nación que a su vez habilitó constitucionalmente a
los estados.
Una cuestión a definir sería la delimitación territorial de esas partes que
conformaban a la nación. Se debía de mantener un equilibrio entre el tamaño de dichos
territorios, para evitar tentativas independentistas y la viabilidad fiscal de éstos. El texto
constitucional de 1824 definió a Tlaxcala como un caso indeterminado que sería resuelto
posteriormente. El 22 de diciembre de 1821, la Soberana Junta decidió la instalación de la
diputación provincial en Tlaxcala lo cual permitió que asegurara su independencia con
respecto a Puebla. Con la posterior designación de Joaquín de las Piedras en septiembre de
1822 como jefe político y gobernador de Tlaxcala se completó la consolidación del
territorio de Tlaxcala en el tránsito al federalismo lo cual su vez le daría autonomía a su
actuar hasta la promulgación de la constitución federal de 1824.
Con la elección de los hermanos Guridi al Congreso como representantes, se notó la
preferencia por la corriente federalista, aunque aún se mantenían ciertas reservas. Los
debates en la época se dieron por establecer el lugar que Tlaxcala tendría, la condición de
estado determinaría la participación en un sistema federal que a grandes rasgos asentaba la
soberanía en el cuerpo de la nación pero dejaba los asuntos de gobierno al poder
territorializado de los estados. La situación al interior de Tlaxcala era complicada pues
había grupos que buscaban arrebatar el tradicional control que había mantenido la capital
mediante la integración a Puebla y la frustración de la diputación.
En la propuesta del Congreso de Ramos Arizpe, Tlaxcala no aparecía como un
estado de la Federación, lo cual implicaba que tendría que incorporarse a la tutela de
Puebla. Guridi se negó y refutó los argumentos de Ramos Arizpe de que Tlaxcala no tenía
las condiciones para sobrevivir como estado. El diputado de Tlaxcala volvió a utilizar el
discurso foral que hacía énfasis en la condición independiente del territorio desde antes de
la llegada de los españoles y durante la Colonia, así como con la conformación de la
diputación provincial .
Sin embargo, otros sectores criticaron el discurso foral tlaxcalteco. Se describió a
Tlaxcala como un territorio déspota y traicionero por su alianza a la monarquía, también se
señalo que se había opuesto a la insurgencia. Así se abrió un debate en la prensa en la que
se desplegaron tácticas de presión por distintos grupos, lo cual resultó en que se volvió a
posponer la decisión sobre el status de Tlaxcala en la república.
Con la aprobación del Acta constitucional, se creyó que Tlaxcala había logrado ser
un estado de la federación, sin embargo en la acta final Tlaxcala apareció mencionada
como un paréntesis unido a Puebla, lo cual abrió la puerta a una nueva serie de pugnas. La
oposición interna, liderada por Huamantla, nuevamente movió sus piezas para oponerse a la
incorporación como estado. Se cuestionaba si realmente era la voluntad de los habitantes la
conformación como estado o la anexión a Puebla, así como si se contaban con las
condiciones materiales para sostenerse. El Congreso estimó todas estas controversias como
razón suficiente para poner en duda la pretensión de estado de Taxcala.
Fue en este momento en que el diputado Guridi se abrió la posibilidad para que
Tlaxcala fuera un territorio. En las discusiones pesó la percepción de los grupos criollos de
Tlaxcala como un territorio indio carente de la suficiente experiencia política y de gobierno
necesaria, a pesar de que su tradición contradecía este punto.
Una junta de electores secundarios compuesta por representantes de ocho
demarcaciones se constituyó en mayo de 1824 y se reunió en Santa Ana Chiautempan. En
octubre emitieron un reporte final para el Congreso. El resultado, por el cual venía
trabajándose desde antes por un sector de Tlaxcala ante la posible incorporación a Puebla,
fue la declaración el 24 de noviembre como territorio, adicionalmente se elegiría un
diputado y se renovara al ayuntamiento. Esta maniobra permitió que Tlaxcala conservara su
identidad territorial y que posteriormente accediera a la condición de estado.
Las consecuencias de lo anterior fueron que Tlaxcala tuvo una organización que era
una extensión del experimento gaditano, tenía diputación y poder marcadamente provincial
y un jefe político dependiente de la federación. Esto creo una forma particular de ser en el
sistema federalista que implicó que Tlaxcala tuviera cierta autonomía. También implicó el
fin de Tlaxcala como una provincia india, aunque claramente no indígena.

REFERENCIA

Portillo, José María, Fuero indio. Tlaxcala y la identidad territorial entre la monarquía
imperial y la república nacional 1787-1824, México, Instituto Mora/ El Colegio de
México/Conacyt, , 2015.

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