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Así, en aquellos grupos en los que los padres de sobrevivientes son mayoría, en contraste
con los otros grupos donde los acompañantes tienen también posibilidad de opinión y/o
decisión respecto a las acciones a tomar en la lucha articulada, se hace patente que el
equilibrio de fuerzas de los padres se sostiene en su situación familiar con las víctimas
y su irreparable sufrimiento respecto a un lazo que no puede ser reparado. Esta
valoración de la emocionalidad, sin embargo, entra en conflicto directo con la
valoración de la “racionalidad” necesaria para tomar “mejores decisiones” respecto al
caso judicial que se lleva a cabo.
Por otro lado, es importante recalcar que para dentro de los grupos, este factor familiar
también afecta directamente en la autoridad que los padres asumen tener por sobre los
sobrevivientes al entenderlos “como si” fueran hijos propios, en la gran familia del
movimiento.
Es importante destacar que, si bien esta metáfora no es siempre tomada en las relaciones
entre padres y sobrevivientes, funciona en momentos de disenso para dos cosas, una
porque permite jerarquizar las opiniones y desplegar una estructura de autoridad en la
toma de decisiones y a su vez permite unificar el grupo al aparecer el peligro de la
desunión. Bourdieu describe ya esta tarea como una de las funciones principales de la
familia, al permitir la integración en una unidad o cuerpo social que excede a los
individuos y que por tanto debe ser protegida y reproducida.
2- Según Balbi y Boivin (2008: 10): ...al hacer de las perspectivas nativas el centro de la
indagación respecto del mundo social del cual forman parte, la etnografía contribuye de
una manera decisiva a incrementar nuestra capacidad para entender el lugar que cabe en
el curso mismo de la vida social a conceptos tales como los de „política‟, „Estado‟ y
„gobierno‟, así como a las instituciones, las formas de acción social y los tipos de
relaciones sociales a que hacen referencia.
(a) Explique la afirmación de los autores. Ilustre el procedimiento que proponen haciendo
referencia a (b) el análisis de Palmeira (2003) sobre la categoría nativa ‘tiempo de la
política’ y (c) el análisis dedicado por Zenobi (2014) a las relaciones entre ‘política’ y
‘politización’ desde el punto de vista de los familiares y víctimas de la masacre de
Cromañón.
Según lo que señala Guber, las etnografías muestran la cantidad de diferencias empíricas
que existen entre los distintos grupos humanos, hacen de las mismas construcciones
teóricas y las convierten en su objeto de trabajo. También, en las mismas se reconoce que
las perspectivas de los actores son fundamentales para acceder al conocimiento social
porque son parte del mismo y porque estos elaboran algún tipo de visión del mundo en el
que los propios actores se sitúan.
En el texto se dan varios ejemplos de lo anterior, sobre trabajos elaborados por diversos
investigadores quienes realizaron exámenes profundos sobre los conceptos de “Estado”,
“gobierno”, “política” que nos permiten desnaturalizarse y obtener una visión más clara
y objetiva sobre los mismos, siempre marcando las diferencias entre los conceptos
teóricos centrales y nuestras categorías nativas, implantadas en el sentido común.
b) Cabe destacar el rol que juega la etnografía de Palmeira para demostrar cómo la
categoría nativa “política” entendida por individuos dentro de una sociedad determinada
explicita la forma en que adquiere sentido un concepto que en nuestra sociedad sería
imposible concebir bajo esa misma categorización.
Dicho análisis se enfoca en las comunidades locales de Brasil, donde la política para sus
habitantes se da en determinado tiempo que es el tiempo de las elecciones, y a éste se lo
denomina como el “tiempo de la política”. Por esta razón, al estar delimitado
temporalmente se presenta como una actividad no permanente. Cabe aclarar que esto no
quiere decir que los actores crean que no existe la política a lo largo del año, sino que ésta
la ejercen los políticos y algunos de sus seguidores, pero para el común de la población
solo se da en este periodo.
Por lo tanto, en estas sociedades durante el año se destacan dos periodos diferenciados:
el tiempo donde se gobierna, y el tiempo de las elecciones. Este último es crucial para los
candidatos ya que se proponen incorporar el mayor número de votantes que adhieran a su
facción. Las facciones se destacan por ser cuasi grupos, son unidades en conflicto que se
manifiestan abiertamente en el tiempo de la política y que pujan constantemente por la
obtención del poder en el municipio a través del intento de conseguir mayor cantidad de
votantes y adherentes. Se hacen visibles, las diferentes posiciones ideológicas, no solo a
través de los candidatos sino a través de sus votantes que deben mostrar públicamente a
qué facción adhieren, éstos lo hacen mostrando a su candidato en carteles en la puerta de
sus casas, cantando el voto, yendo a negocios con quienes comparten la posición política,
etc.
Esta adhesión se caracteriza, a diferencia de la simple elección del voto individual, como
un proceso de comprometerse a lo largo del tiempo con una determinada facción.
Compromiso que involucra a individuos, a familias en conjunto o a grupos significativos.
Por esta razón, la adhesión y su manifestación pública es crucial ya que conlleva una
coerción moral que puede influir en el voto de los ciudadanos.
Las relaciones de parentesco, en estas comunidades, están marcadas por las obligaciones
sociales que hacen que una persona tenga prioridad a las relaciones familiares en tanto a
lo afectivo, pero también, según el caso, a lo político. Por lo tanto, para un candidato el
poseer una gran familia es un capital político que le podría jugar a favor. Sin embargo, la
lealtad política trasciende los lazos familiares, de vecindad y amistad ya que está asociada
al compromiso de “devolver un favor o favores”, en general, favores que son
característicos por no poder ser saldados en la cotidianidad ya que representan un monto
muy grande para el beneficiario de éste, y es a través de la adhesión y, por consiguiente,
del voto, que son saldados. Los favores, por lo tanto, son entendidos como formas de
reciprocidad que comprenden relaciones donde se entabla un pedido y una promesa, y el
compromiso asumido por ambas partes conlleva un sentimiento de lealtad entre ellas. En
las elecciones, el candidato pronuncia ciertas promesas hacia los habitantes si estos votan
por él, lo que conlleva a establecer relaciones de reciprocidad entre ambos actores.
Igualmente, cabe destacar, que la recepción de un bien hace del beneficiario un votante
seguro o por lo menos comprometido con una determinada facción. De esta manera, se
manifiesta el proceso de compraventa de votos en la localidad como algo natural pero que
aun así tiene sus limitaciones; no es condenable el hecho en sí sino las modalidades que
se emplean para conseguir votos como, por ejemplo, el uso excesivo de dinero de un
candidato en la campaña electoral en comparación con otros candidatos.
Los familiares, por ejemplo, no toman inicialmente una identidad de ciudadanos, sino una
más potente emotivamente y aparente menos política, la de padres o madres de los chicos
fallecidos; en esto su situación es similar a la experiencia de las madres de mayo, que
pasan de una condena privada a una condena pública, y un posterior entendimiento más
amplio de la relación filial con génesis en un hecho político como la dictadura. La
experiencia de PASO respecto a la politización es una crítica, pero que no niega un uso
específico de la política, un uso correcto contrario a un uso partidario de la misma, la
evaluación de la política entonces es moral.
Lo mismo pasa con términos como “hacer quilombo, violentos, irracionales, politizados,
pasivos, frontales”, están determinados en cómo se desarrollen moralmente en el campo
de la disputa entre familiares y el Estado. Estas obedecen a cierta crisis moral en las que
incluso la manera correcta de la política, implica una valoración a la vez positiva y
negativa de la política, como en el caso de Pablo Asturias, que usa las palabras “rosquear,
o hacer operetas” como acciones cuestionables dentro de la política, pero necesarias para
la lucha que lleva a cabo. CofraCom se termina rompiendo por la desafiliación de familias
que consideran que su lucha es “justa y pura” y que no debe mezclarse con lo partidario
y los militantes que los acompañan. Miri, de APHAC, a su vez, va cambiando su visión
negativa de la política al momento que se repone emocionalmente de lo ocurrido y va
percibiendo la relación entre la corrupción estatal y la muerte de los chicos.