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Vargas Salvador
El material cerámico ha sido utilizado durante mucho tiempo, como el principal indicador
cultural de indistintas formaciones sociales; así, muchos yacimientos arqueológicos fueron filiados de
Es así como la arquitectura publica se vio circunscrita a una determinada cultura sin tener en
presencia material del artefacto (en nuestro caso; la cerámica), en un determinado sitio, no identificaría
Otro de los grandes inconvenientes de este método filiatorio que compromete a los edificios
públicos, es que los contextos que incluyen material arqueológico muchas veces están en relación al uso
y no, necesariamente a la función auténtica de los espacios arquitectónicos1, por lo que los restos
corresponderían, en estos casos, a elementos intrusivos a las actividades de función original de dichos
espacios arquitectónicos.
Por otro lado, el templo como centro de peregrinación, converge a muchas expresiones
étnicas (Lumbreras 1983 :59); cada una de ellas trasladando sus respectivas culturas materiales
expresadas en objetos votivos dispuestas en ciertos sectores del santuario; los cuales podría generar
equívocos en la identificación cultural entre constructores-ocupantes del edificio y los usuarios. A todo
esto debe sumarse las constantes imprecisiones en la identificación de los alfares, muchos de los cuales
han sido clasificados bajo criterio de estilo (Formas y decoración, con iconos muchas veces
1
Un claro ejemplo vendría a ser el uso fortuito de los rellenos constructivos al ser utilizados como
improvisados escenarios funerarios, al carecer el edificio de una determinada unidad arquitectónica
o ambientes diseñada específicamente para dicha función.
1
compartidos), sin considerar diferenciaciones en los rasgos tecnológicos; elementos necesarios en la
por Don Rafael Larco (1938, 1941, 1945, 1948, 1966 ) para detectar estilos artísticos tradicionales,
Salinar, Virú y Mochica; todos y cada uno de ellos con características particulares “suficientes” para ser
consideradas como pueblos con rasgos culturales propios, además de contar (según el mismo autor) con
autónomos gobiernos, territorio, moral, religión y arte (Larco; 1938, 1948). Así, los estilos
proporcionaron deforma exclusiva, el sustento cultural que dio paso a la formulación de sociedades
organizadas distintas, sin tenerse en cuenta los demás restos materiales y normas de comportamiento,
La Cultura Salinar fue descrita por primera vez en 1941 por Rafael L. Hoyle, a partir de los
contextos provenientes de tumbas en Pampas de jagüey, en el valle medio del Chicama; definiéndola
como un importante episodio cultural de la “época evolutiva”, antecedida por la cultura Cupisnique.
Resultado de los exámenes de las superposiciones estratigráficas en las tumbas excavadas por Larco, en
el valle Chicama; se propuso una clara secuencia de : Cupisnique- Salinar- Moche (Larco 1948).
Durante sus trabajos en el Proyecto Valle Virú; Strong y Evans (1952), Ford y Willey (1953)
proporcionaron información de sitios Salinar en la parte media y superior de éste valle, tipificando a esta
cultura como una sociedad con una organización compleja y avanzada, la cual estuvo representada por el
estilo cerámico Blanco sobre Rojo de Puerto Moorin. Los estilos cerámicos Pulido Llano y Castillo
Llano, clasifican cronológicamente los sitios Puerto Moorin, Temprano y Tardío, (Willey 1953 : 61).
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El estilo Mochica fue identificado por primera vez por Max Uhle (1913), a través de un bien
elaborado género alfarero al que denominó Proto-Chimú. Una revisión de los materiales colectados por
Uhle en el valle de Moche, por parte de A. Kroeber (1926), le llevaron a inferir sobre la anticipada
Mochica, o Muchik como prefirió llamarle J.C. Tello, (1923) (En Kaulicke 1992: 855,856),
erróneamente, al asociar el nombre de una las antiguas lenguas de los habitantes de la costa norte, con
los hombres que desarrollaron dicha cultura. Sin embargo, corresponde a Rafael Larco, el uso del
término Mochica para clasificar a esta entidad (Uceda y Mujica, 1997: 9) y entender a la cerámica como
un gentilicio.
La hipótesis más difundida sobre el origen y desarrollo de la cultura Mochica, cuya historia se
refleja en su estilo cerámico, la propone como una sociedad de carácter estatal sustentada en una dinastía
teocrática que a su vez rige el poder militar, la cual se extiende a través de conquistas. Larco, establece
sus inicios vinculados a la Fase I, sustituyendo a la cultura Virú, en los valles de la costa norte a partir de
la fase III, donde el estado Mochica, con un área nuclear, en los valles de Chicama y Moche y una
capital política en el sitio de las Huacas del Sol y la Luna, se consolida lo suficiente como para
emprender rápidas conquistas que permitirían controlar durante las fases IV y V, toda la Costa Norte
Por otro lado, la cultura Virú, ha sido explicada como un pueblo con orígenes en el valle de Virú
y coetanea con Salinar en sus inicios (Larco 1948:20). Presenta, una clara contemporaneidad en
contextos funerarios del valle del Chicama, con el estilo Mochica Temprano (I, II ) y lo que el denomina
como un estilo Virú de Chicama ( Larco; 1948 : 25 ); termino utilizado por él, para reconocer a los
edificadores, “de grandes construcciones piramidales. Finalmente, se asevera que el estilo Moche
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La disímil caracterización de los estilos cerámicos Gallinazo, de los Moches, asociadas, cada uno
de ellos a particulares tradiciones constructivas, fue utilizada en adelante como un elemento de filiación
de tal o cual ocupación cultural en los diversos sitios arqueológicos de la Costa Norte del Perú.
arquitectónico por Wendel C. Bennett (1939-1950); al aislar los restos materiales ubicados en tres
subperiodos ocupacionales con rasgos constructivos propios, en el sitio de Grupo Gallinazo (V-59), en el
valle de Virú, lugar que dio el nombre epónimo a dicha cultura material dentro del marco de estudio del
Esta secuencia fue establecida en: Gallinazo I; caracterizada por recintos pequeños sin puertas o
ventanas, con paramentos hechas de tapia, muchas veces se decoradas con diseños geométricos excisos.
(Bennett; 1950: 66), en contraste al Gallinazo II, donde fueron utilizados, adobes modelados 2 esféricos,
semiesféricos, odontiformes y subcónicos, así como grandes adobes paralelepípedos con improntas de las
cañas de las gaveras donde fueron moldeados; así mismo se utilizó lo que Bennett denominó, como
bloques de tapia que llegaron a medir 65x33x20 ctms. (Ibid: 67). La decoración arquitectónica se resume
a mosaicos (mosaic decorations), elaborados mediante la irregular disposición de adobes que van
definiendo organizadamente patrones en diamantes, escalones dobles, bloques cuadrados con cruces
2
Es interesante notar la observación hecha por C. Campana, sobre los adobes modelados lenticulares, cilíndricos y
cónicos (como los que aparecen en Huaca Prieta (2250 a. C.)), los cuales pertenecerían a un mismo genero tecnológico. (Bird
y Hyslop 1985 en Campana 2000 : 60).
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En el subperiodo Gallinazo III, las estructuras fueron construidos con adobes paralelepípedos
con o sin improntas de cañas, muy similares (según los autores), tanto a los adobes mochicas, como a
Uno de los rasgos mas importantes en la construcción monumental del período medio de la fase
Gallinazo en el valle de Virú, fue la utilización, de adobes bajos con improntas lineales de cañas en sus
bloques, los mismos que no demostraron uniformidad de sus dimensiones, como es el caso de los
Según lo expuesto, se observa que la técnica de la gavera de caña, presenta un precedente muy
los mismos, algo que ocurre en épocas muy posteriores y plenamente reconocida como una práctica
mismo tiempo que las expresiones estilísticas Moche Temprano ha sido explicada como: ...una serie de
entidades en cada valle que compitieron con los entidades Moche contemporáneas por los recursos de
las partes media y baja de los valles. (Shimada y Magiña; 1994: 33)
Las investigaciones realizadas sobre la evidente relación entre ambas culturas en los distintos
valles de la Costa, demuestran que presentan maneras muy particulares de coexistencia. Uno de estos
casos es el propuesto por Wilson (1991), para el valle de Casma, donde el investigador reportó sitios
5
El sitio denominado El Castillo en el valle del Santa, correspondiente a un edificio de
(Campana,1994:28), sin embargo en una de las últimas prospecciones en el sitio, se han podido
identificar características propias de una factura Gallinazo sustentadas en la tipología tecnológica de sus
estructura nuclear; sumándose a esto una significativa muestra cerámica propia del estilo Gallinazo, sin
descartar (por parte de la autora), la posibilidad de evidencias de coetaneidad con moche temprano
(Goycochea; 2000:16-45).
contemporaneidad, entre las fases Gallinazo Tardío y Moche Temprano, en el sitio de Santa Rosa de
Quirihuac (Valle de Moche), inferido del hallazgo de vasijas Gallinazo (Castillo Modelado) del tipo
En el sitio de las grandes huacas de Moche, Theresa L. Topic, realizó excavaciones en el año
1972 dentro del marco del Proyecto Chan-Chan Valle de Moche, reportando de los estratos más
profundos de las excavaciones realizadas en las inmediaciones de la Huaca del Sol (corte 4, en la
sección 2), una muestra de fragmentos de cerámica, que expresó una coexistencia del estilo Moche
temprano, con un tipo de vajilla domestica de estilo Gallinazo. Parte de las interesantes consideraciones
Gallinazo hacia las formas cerámicas utilitarias moche, en mismo el valle de Moche (Topic 1977 : 333).
Otro monumento arquitectónico estructurado con adobes de manufactura similar a los descritos
por W. C. Bennett (1950) como Gallinazo; corresponde al edificio de Huaca de La Luna en el valle de
Moche, lo cual es interpretado por Hasting y Moseley (1975) como una probabilidad, de que el núcleo
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estructural de sus tempranas etapas constructivas haya sido construido durante la época Gallinazo (En ;
y 2002), identificó cerámica del tipo Castillo Modelado de Virú, asociada a cerámica de estilo Moche I,
en la tumba A53-1 (Donnan 2003), formulando la presencia estilística de la cerámica Virú (Gallinazo),
El edificio de Huaca Dos Cabezas, utilizó en su construcción, entre otros, adobes paralelepípedos
con improntas de gavera de caña, los cuales se encuentran en lógica relación cronológica con la
existencia de tumbas con cerámica propias del periodo Moche I y Gallinazo. (Campana 2000 : 94)
Jequetepeque, halló evidencias de coetaneidad entre la cerámica Moche y Gallinazo en una terraza
escalonada de casi 6 m. de altura, elaborada en su mayoría con adobes planos con improntas de gavera de
caña, denominada Huaca 31 en el sitio de Pacatnamú, (Ubbelohde-Doering; 1967: 22-24). Esta terraza
fue filiada por el investigador como una obra de la tradición tecnológica Gallinazo. En la misma
estructura fueron encontrados adobes modelados ovoides como parte del relleno (Donnan y Cock;
1983:68).
Otro sitio dentro del valle de Jequetepeque, con evidencias de coetaneidad tecnológica Gallinazo
y Moche, provienen del contexto funerario de La Mina, donde la presencia de adobes planos con
improntas de gavera de caña, (con los cuales se construyó la cámara funeraria), junto al característico
estilo cerámico mochica temprano; fue interpretada por A. Narvaez, como un proceso de transición entre
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En el valle de Zaña, una densa población Gallinazo fue evidenciada en el sitio de Cerro Corbacho
otros tantos sitios que presenta los mismos indicios de contemporaneidad, entre ambas tradiciones
cerámicas y arquitectónicas. Contextos funerarios y lugares de asentamiento como Cerro Sajino, Cerro
Huaringa, Cerro La Calera y Cerro Vichayal, entre otros, presenta una coexistencia de los estilos Moche
El sitio de Huaca Letrada, en el valle La Leche, presenta una estructura principal correspondiente
a una plataforma de casi 20 m. de altura, erigida con adobes tabulares (paralelepípedos), con improntas
de gavera de caña. El sitio es sindicado como el centro político de la población Gallinazo para todo el
valle La Leche. (ibid:43-47). En el mismo valle, Huaca La Merced, en el complejo de Batan Grande,
evidenció entre sus rellenos constructivos, cerámica Moche III, junto a Gallinazo Medio y Tardío
(Ibid:48-52).
adobes paralelepípedos sobre construcciones de tapia y quincha, esta ultima, relacionada con cerámica
que se asemeja a los tipo, Puerto Moorín y Gallinazo de Virú ( Kaulicke 1992, 883). Las excavaciones
llevadas a cabo por P. Kaulicke (1994) en Vicus, Piura, reporta un tipo cerámica denominada Vicus-
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El balance de las investigaciones sobre distintos yacimiento de la costa norte del Perú, ha
ampliado el panorama sobre la posible coexistencia y coetaneidad de las tradiciones estilísticas (solo
cerámicas), Salinar, Virú y Moche en un área de similar ocupación, donde estas registran rasgos
culturales propios, con mínimas diferencias entre sí y en una misma área, inclusive en un idéntico
contextos.
Los trabajos que viene realizando el Programa Arqueológico Complejo “El Brujo” (P.A.C.E.B.),
en el sitio monumental de Huaca Cao Viejo, comprueban la existencia de un edificio de carácter público,
con pleno funcionamiento ya desde los inicios del periodo Intermedio Temprano, dentro del cual,
también se ha encontrado evidencias cerámicas, tanto del estilo Moche, Gallinazo, como Salinar, entre
los escombros y sobre los pisos de los diversos ambientes de la plataforma piramidal (Franco et al 2003 :
157); donde la presencia de restos cerámicos Gallinazo, han sido interpretados como el resultado fortuito
del acarreo de material de construcción mezclados con estos tiestos, provenientes de sitios ocupacionales
Huaca Blanca o Huaca Cao Viejo como se le denomina en la actualidad, se encuentra ubicado
dentro del complejo arqueológico El Brujo; ubicado en la parte baja de la cuenca del Chicama, sobre la
margen derecha y a escasos 2.5 km. al norte de la desembocadura del río Chicama (Franco et al: 1998a;
44-45).(Lam.01)
Este edificio de considerables dimensiones, consta (según el estado actual de las investigaciones)
de tres inherentes Unidades Arquitectónicas, las cuales corresponden al modelo de edificio principal de
tipo piramidal, plaza delantera y algunos otros sectores complementarios laterales, el cual tendrían sus
orígenes en el Horizonte Temprano e inclusive presente ya desde el precerámico tardío (Franco et al;
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1995:8). El modelo correspondiente a una plataforma piramidal, una gran plaza hacia el norte y una
plataforma, lateral a la plaza, responde a una tradición que M. Reindel, interpretó como un modeló típico
Una de los fechados mas antiguos 3 adquiridos para el edificio corresponde a dos muestras de un
horcón de algarrobo hallado sobre el piso de la plaza, junto a la fachada de los Prisioneros y Guerreros
del edificio “A”, presumiblemente, funcional desde las primeras fases constructivas pero reutilizado
hasta el último momento de ocupación, ya que hasta la fecha se encuentra en optimas condiciones de
uso. Este fechado arrojo como resultado una datción de 2,180 + 70 años BP: 230 a.C. (GD = 11025); el
otro fue de 2,130 + 40 años BP : 180 a.C. (GD = 7558) (Franco et al 1997 : 89).
La Unidad I, podría describirse como una pirámide trunca de caras laterales escalonadas y base
2003 : 128). Está construida íntegramente por materiales hechos de tierra (adobes), y algunos aparejos
vegetales distribuidos en distintos tipos de rellenos constructivos y bajo una técnica segmentaria de
Así mismo, se ha determinado que la altura máxima actual del edificio (28 m. de altura), ya había
sido lograda en la cuarta fase arquitectónica (Fase D), por lo que la importancia constructiva del edificio,
así como su prolijidad en las técnicas de decoración llega a su auge, hacia la ocupación existencial
3
De las muestras obtenidas en las tres primeras temporadas de investigación (1991-1993), para la secuencia de la
Huaca Cao Viejo; la mencionada fue obtenido en el Institute of Physics, Radioisotops Aplication Department Radiocarbón
Laboratory, Silesian Technical University-Poland. Los investigadores acotan que ….el tronco de algarrobo estuvo expuesto
durante varios meses al medio ambiente (Franco et al 1997 : 89-90)
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Esta misma pirámide presenta en su terraza superior, un ambiente abierto, delimitado por muros
perimétricos que define su área interna, de planta casi cuadrangular que debe superar los 900 m². Esta
área de congregación pública consta de un recinto emplazado en su ángulo interior Sureste. Tres accesos
comunican este patio con los demás ambientes de la plataforma superior. El principal, se encuentra hacia
ancho. Este sistema de acceso comunica el Frontis Norte, con la Plataforma Superior.
Un conjunto de ambientes contiguos al Patio tanto hacia el Oeste, como hacia el Sur, los que se
hallan asociados externamente por un corredor lateral adyacente. Estos recintos, presentan plantas
cuadrangulares, con paredes altas (de más de 3.00 m.) de altura, pintadas de blanco y presencia de nichos
(hornacinas). El sistema de cubiertas es sostenido por pilastras, elaborados con adobes cuadrados (Fase
“D”).
con paredes casi perpendiculares, de más de 2.5 mts. de altura, y un ancho optimo en sus cabeceras, las
cuales son utilizados como corredores epimurales. Las superficies de algunos de estos pasajes,
corresponden a planos inclinados, configurando así, un sistema de acceso sobre la base de rampas
consecutivas que en conjunto superan la distancia vertical existente entre el nivel de la Plaza principal
(Unidad II) y la Plataforma Superior de la pirámide. Estos paramentos sirven a la vez de paneles soportes
de representaciones gráficas que cumplen el doble objetivo de trasmitir mensajes simbólicos a la vez que
decoran el edificio.
adyacente por sobre el nivel este de la Plaza, conocido como Anexo Este (Unidad III) (Lam. 02 A.),
determinada por una rampa perpendicular a la pirámide, la cual se enlaza con las rampas en zig-zag del
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frontis norte de la Unidad I, definiendo al edificio como una plataforma con Rampas combinadas.
El Frontis Oeste, al igual que el frontis Sur de la pirámide, presenta una misma disposición
escalonada con funciones epimurales, similar al anterior frontis descrito, pero con la excepción del
sistema de acceso vertical (en base a rampas) y la decoración mural, limitándose a tan solo el uso aislado
El Frontis Este, de la Unidad I, es considerado como el sector más afectado por eventos
destructivos, donde un gran volumen de la pirámide a colapsado, generado por una falla de
desplazamiento vertical, lo cual destruyó no sólo la margen Este de la Plataforma Superior, sino además
La gran Plaza (II), hacia el norte de la pirámide, se halla delimitada por grandes muros
perimétricos que se proyectan longitudinalmente de sur a norte (140 x 75 m.), teniendo como punto de
Se han registrado el caso de dos estructuras semisubterráneas, construidos en pares dentro del
perímetro de la Plaza (estructuras duales; Franco et al 1994 : 8), (Lam. 02 A, B, y C). Estas presentan
una base de planta cóncava, la cual dista de la superficie de la plaza en casi 2 m., superada mediante
rampas de casi 7 m. de largo. Se encuentran vinculadas, solo a las dos primeras fases arquitectónicas del
edificio (Edificios “E” y “D”). Estas estructuras, se ubican en el ambiente donde se iniciaría el circuito
del recorrido interior del edificio por parte de los reverentes que visitaban el templo. Sus características
morfológicas son aparentes a las funciones receptivas, presumiéndose, cumplirían las tempranas
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actividades rituales que implican a los concurrentes del templo. Los mismos pozos no fueron
Estructuras de modelo semejante fueron halladas en un espacio abierto al pie del flanco Oeste del
cerro Oreja en el valle de Moche, durante los trabajos de excavación que dirige el Instituto Regional de
Cultura-La Libertad como parte del Proyecto Chavimochic (Franco et al ; 1994: 8, 63, 64, 70). Según los
responsables del proceso de investigación, se ha determinado la función de estas estructuras dentro una
ocupación correspondiente al periodo Gallinazo (al seno de una amplia secuencia cultural que comparten
con Salinar, Moche y Chimú). Esta inferencia fue hecha por la asociación de adobes plano convexos
(lenticulares) y paralelepipedos planos, con improntas de gavera de caña, así como cerámica propia de
La alineación de la proyección longitudinal del nexo entre las unidades I y II, así como la
presenta una desviación aproximada de 7° Este, en relación al norte geográfico, colocándolo dentro de
Entre los modelos de los edificios de Huaca de La Luna y Cao Viejo, existe una recurrente
distribución de grandes espacios abiertos y plataformas arquitectónicas, al igual que recintos y patios
decorados inclusive bajo las mismas técnicas y similares símbolos (Uceda y Mujica; 1998:16).
que componen el edificio, debido al estado de deterioro y soterramiento en el que se halla. Sin embargo
4
Es decir, aquellos que enlazan a las unidades principales entre si y establecen la dirección del
recorro de los usuarios/visitantes del edificio
5
Este documento comenzó a ser escrito en el verano del 2001
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la contigüidad de algunos montículos, no descarta la posibilidad de una articulación directa a la
estructura del edificio mediante sistemas de accesos, lo que asentiría ser considerados como parte
integral de uno de los modelos (de vincularse a solo una de las fases constructivas), o tal vez al diseño
general, si es que su asociación fuera recurrente desde las primeras fases constructivas (modelo original).
Por lo tanto, un tema a definir es la inclusión de estos elementos arquitectónicos como parte de una
nueva Unidad funcional, o tan solo como parte integral de las mismas Unidades adscritas a los modelos
plataforma de casi 3 m. de altura, la que se erigió utilizando rellenos de adobes paralelepípedos planos
(bajos) y con improntas de caña, para luego terminar, construyéndose en sus últimas fases con adobes
arquitectónica a través del tiempo. El edificio de Huaca de La Luna, presenta una de estas plataformas de
menor tamaño (Plataforma III), con una plaza adyacente, hacia el oeste (plaza 4). Estas se hallan hacia el
noreste del edificio principal (Uceda et al 1995 Fig 1). Las investigaciones llevadas acabo en el sitio, han
propuesto una no inclusión de la plataforma III, en la estructura del edificio de huaca de La Luna, cuando
menos durante la función y ocupación de esta. Esto se basa en aspectos evidénciales tales como la
reorientación de la plaza (Plaza 4) anexada a esta posterior plataforma (hacia el Oeste de esta y no al
norte, como las anteriores); así como la inexistencia de un sistemas de accesos y comunicación entre la
plataforma III y el edificio; teniendo en cuenta por último, que los adobes utilizados en esta edificación,
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a diferencia de los del resto del complejo, presentan marcas de fabricante, en su totalidad. (Uceda y
Otro de los sectores arquitectónicos incluido tardíamente, al modelo del edificio de Huaca de La
Luna, corresponde a la Plaza 3, las que al parecer, solo fueron construidas en el edificio del valle de
Moche, a partir de las ultimas fases constructivas y exclusivamente diseñadas para actividades
2000:53,60).
diferenciados, contando cada uno de ellos, con evidencias de ritos y ceremonias específicas
desarrolladas en esta sección e inferidas a partir de los hallazgos de restos de individuos con señales de
haber sido sacrificados de modos distintos (Bourget, 1997; Uceda, 1997). Sin embargo, debemos
recordar, que la particularidad del rito implica una persistente repetición de las actividades ceremoniales,
tanto en el contenido del discurso como en la intervención parafernálica de los artefactos y ambientes.
tempranos, así como la ausencia de cadáveres (dispuestos en similar postura), indicaría que el
requerimiento espacial de estas actividades fueron asimiladas tardíamente, cuando menos en este sector
del edificio.
Este tipo de estructuras como la Plaza 3 A y plataforma II, (entre otras) de Huaca de La Luna, no
Otro de los casos referente a elementos arquitectónicos complementarias en el modelo ulterior del
edificio de Huaca Cao viejo, responde a dos estructuras (RE3 y RE4) (Franco et al 2003 : 132) (Lam. 02
15
D.), contiguas elaboradas bajo el nivel de superficie, de planta rectangular, con un largo promedio de 18
y 20 m.; un ancho de 3.8 y 4.1 m., y una profundidad de 3.3 m.; sin accesos evidentes. Estas estructuras
de una posible función administrativas (depósitos o almacenes) (Franco et al; 1998a:74), han sido
elaboradas con adobes altos, marcados. Se encuentran asociadas tan sólo a la últimas fases constructivas
del edificio (Fases “B”, “A”), ya que no presentan evidencias de anteriores estructuras similares,
carácter funerario de contextos intrusívos, con ofrendas cerámicas de los estilos M .IV y M. V, (Ibid. 75),
lo cual podría estar indicando el abandono del edificio antes de la extinción del ciclo estilístico (I-V), de
la cerámica mochica.
Es preciso mencionar la relación estructural existente entre los recintos RE3 y RE4, y las
conformadas por elementos constructivos y arquitectónicos (recintos, patios, banquetas, muros nichados,
rampas, pisos, etc), elaborados con adobes altos y con marcas de fabricantes. Algunos de estos ambientes
fueron interpretados como depósitos asociados a las ultimas fases constructivas del edificio “A” y “B”
(Cardenas et al 2001 : 5, 33, 38, 45) (Lam. 02 E.). La utilización de las base de la plataforma piramidal
en las nuevas estructuras descritas, así como el uso de las mismas técnicas de construcción y de adobes
de las mismas características a los utilizados en los recintos 3 y 4, plantea la posibilidad de corresponder
a una misma unidad arquitectónica anexa al edificio en sus dos últimas fases constructivas y cuya
Estructuras nichadas / RE3 y RE4), al ulterior modelo del edificio, debe ser confrontada a la
interrogante, de si estuvieron consideradas desde la realización del diseño original y presentes en las
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tempranas fases constructivas o fueron incluidas posteriormente por efectos de cambios trascendentes en
Las funciones administrativas, serian inherentes a las actividades sacras del edificio 6 desde sus
tempranas fases, donde estructuras como los pozos duales, correspondientes a las fases constructivas
caso de la plaza principal del templo), estarían vinculadas a actividades de carácter ofrendatorio. La
función y de mayores dimensiones (Ambientes nichados y los depósitos RE3 y RE4), fortalecería las
actividades administrativas del templo. Funciones de la misma índole, pero mejor definidas en respecto a
Estos tipos de adiciones de unidades arquitectónicas al diseño original, al igual a los suscitados
en el sector Este del edificio de Huaca de la Luna (cuando menos en la Plaza 3 A. y las plataformas II y
III) sugieren la manipulación intencional en el rediseño del edificio, cuando menos entre las primeras y
las ultimas fases constructivas, adicionándose o suprimiéndose estructuras, áreas de actividad y hasta
6
La concentración de riqueza y poder colectado por las actividades ofrendatorias en el templo, establecería una
formación que conjugaría a la estructura administrativa secular con la jerarquía religiosa, donde la redistribución y la
manipulación económica son la razón fundamental para la existencia de la administración (Topic 1982: 278).
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Queremos hacer notar una diferencia en nuestra investigación entre la ofrenda y el tributo; considerando a la
primera como una dadiva que se ofrece en muestra de una ferviente gratitud propiciatoria, esencia del intercambio reciproco
entre el donatario y el numen que viene a ser la huaca; por lo tanto las ofrendas en el sitio se encuentran antes de la
construcción del edificio, durante el funcionamiento de este, y posterior a su abandono, tal y como lo viene constatando el
PACEB. Por otro lado el tributo, es entendido como un pago obligado e impuesto, establecido por el sistema gubernamental,
no exceptuado de la religión, cuya cuantía se destina al sostenimiento de las cargas públicas. El análisis arqueológico de estas
actividades, nos sugiere hacer la diferenciación entre la denominación Huaca, de, Edificio de la huaca. (Vargas 2001 : 36,37).
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unidades arquitectónicas, las cuales podrían producir nuevos complementos a la función original del
existencia ocupacional, comprendido a través de una secuencia constructiva. De esta manera se deduce
que las actuales dimensiones volumétricas del monumento son el resultado de sucesivas ampliaciones
y/o remodelaciones practicadas sobre las antiguas estructuras subyacentes, las cuales fueron soterradas
con los mismos materiales de construcción antes de plantear una nueva edificación en su mismo
emplazamiento. Se ha identificádo hasta el momento siete fases arquitectónicas (A-G) que harían
El proceso de crecimiento secuencial del edificio de Huaca Cao Viejo expresa una continuidad
del modelo arquitectónico Pirámide- Plaza- Anexo Este, en todas las siete fases ocupacionales del
edificio, cuando menos evidentes a partir del cuarto proyecto de ampliación (denominado edificio “D”)
Cada uno de estas fases arquitectónicas superpuestas, exponen sus inherentes técnicas
constructivas y tipológicas, en el uso y manejo de los materiales constructivos utilizados, sobre todo
observadas en las características formales y dimensionales del adobe. Incuestionables cambios son
observados en la técnica constructiva utilizadas entre las primeras fases constructivas (Fases “G”, “F”,
Si bien es cierto en que ambos períodos se emplea el relleno constructivo a base de segmentos, los
vinculados a las primeras fases utilizan bloques de dimensiones irregulares elaborados a su vez con
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adobes paralelepípedos con marcas de gavera de caña y de una gran variabilidad dimensional, tramados a
tizón y a soga, restando estabilidad estructural a los rellenos. M. Reindell (1993), observo características
similares en los edificios de Dos Cabezas, Licapa, Castillo de Tomaval, Castillo de Sarraque, Fachen.
Sin embargo, en las tres ultimas fases constructivas en el edificio de Cao Viejo, la utilización de
bloques de adobes de formas y dimensiones mas homogéneas entre sí, es una constante. Los adobes
dispuestos alternadamente de tizón con hiladas soga, lo cual redunda en una mayor estabilidad de los
constructivas precedentes, fue muy frecuente en las estructuras de las dos últimas fases, diferenciándose
de las tempranas en la particular forma de asentarlos en hiladas de costado (Gálvez et al 2003 : 115)
(Lam. 03 E.)
De similar forma las paredes de algunos ambientes arquitectónicos (Edificio D), en su totalidad
fueron construidas con una técnica de tramado irregular, generando muros de dos paramentos (dos
caras), asociados por un relleno de cascote al interior el cual homogeniza el vacío dejado por la
deficiencia del tramado supliendo así, esta deficiencia de estructuración. Así mismo los muros
secundarios, se hallan adosados a los primarios sin ningún tipo de trabazón. Todos estos inconvenientes
tecnológicos son totalmente superados en la estructuración de las fases ultimas (Fases C, B y A).
Se suma además a estas deficiencias estructurales propias del desarrollo tecnológico temprano
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denominados equívocamente plano-convexos (Franco et al; 1994: 71), Estos adobes modelados son
utilizados en mayoría como rellenos y en algunos casos, dentro de cámaras de relleno cuyos muros
fueron elaborados con adobes paralelepípedos bajos y con impronta de caña (Lam. 03 A y C). Estas
mismas técnicas, así como las características tipológicas de los adobe, se encuentran emparentadas con
las soluciones constructivas Gallinazo II y III en el valle de Virú. (Bennett; 1950: 106, 107 ;
Shimada,1988: 2-3). Estas prácticas constructivas, son coetáneas a los rellenos hechos a base de
segmentos de adobes tramados, desapareciendo ambas para dar paso a rellenos de adobes tramados, mas
los rellenos constructivos como en los paramentos decorados con relieves geométricos de los sectores
del frontis Norte del edificio y en el Sector Norte de la cima unidad I del edificio de la Huaca Cao Viejo
durante la fase “C” (Franco et al 1995 : 53, Franco et al 1996 : 43, Franco et al 2003 : 83). Las
dimensiones de estos adobes, se relacionan con la de las denominadas tapias (Tapiales), registradas en el
sitio de Gallinazo por Bennett. (65x33x20 cm.) (Bennett 1950 : 67). Es probable que el tema de la
dificultad en la movilización, motivada por el excesivo peso de estos, llevo a plantear a Bennett, la
elaboración de estos adobes in situ, confundiendo la denominación de la técnica; sin embargo, debemos
tener en cuenta que una de características particulares de la tapia esta razonada sobre el hecho de apurar
el volumen de la construcción exclusiva de paramentos (no así la de rellenos), de manera mas eficaz, que
al utilizar adobes con dimensiones convencionales. Esto, no esta en lógica relación, si tenemos en cuenta
que la altura de los adobones descritos no exceden los 20 cm. en ambos yacimientos, no compensando la
Las dos últimas fases constructivas (“A”, ”B”), se hallan vinculadas al extensivo uso de adobes
marcados (marca de fabricante) altos, de lados lisos (con improntas de caña de la gavera en menor
20
porcentaje) (Lam. 04 B.), los cuales alcanzan su máxima difusión ente el moche III. y el IV. (Pérez
1994: 249), así como la reutilización de adobes planos dispuestos de costado, distribuidos en aparejos y
improntas de caña (emparentados a Gallinazo), marcados en su superficie, pertenecientes a las fases “D”,
ubicados en los rellenos constructivos de la unidad I (plataforma superior), así como en la unidad III. Si
bien los adobes marcados no son numerosos, estos si cumplirían con el objetivo de señalar 8 una porción
de los mismos dentro de la construcción del edificio (Hasting y Moseley 1975). Esto ubicaría a la
Los paramentos de los frontis de la unidad I (pirámide), durante las cinco primeras fases
arquitectónicas del edificio, pasan de una sutil inclinación (casi perpendicular), la que no exceden los 4°;
a una evidente inclinación de 17° (talud), correspondientes a los paramentos dispuestos en la fachada
Oeste (y posiblemente Sur y Este) de las dos ultimas fases (Vargas 2001: 56). Es importante la notación,
puesto que Reindel, propone que la característica en la inclinación de los paramentos sería el resultado de
nuevas propuestas ideológicas en el valle, vinculadas a una tradición constructiva norteña (Cultura
Lambayeque; Franco y Murga 1998), sin embargo, en el ultimo frontis oeste del edificio de Huaca Cao
verticales de los paramentos, puesto a que estos adquieren una inusitada altura, como producto del
crecimiento vertical de las estructura tras los distinto eventos de sepultamiento del edificio.
8
C. M. Hasting y M. E. Moseley (1975), propusieron un modelo interpretativo sobre la organización laboral en la
erección de las grandes estructuras monumentales Moche, sobre la base del estudio de las marcas de los adobes de las
Huacas del Sol y la Luna y la técnica de construcción por segmentos.
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Los trabajos de prospección realizados por B. Leonard y G. Russell, en el medio y bajo Chicama,
sitúan cronológicamente, a la construcción de pirámides truncas como el caso de Huaca Sintuco, Huaca
Blanca (Cao Viejo) y Huaca El Brujo (las ultimas en el complejo El Brujo) utilizando adobes plano-
Intermedio Temprano 3 (Leonard y Russell 1992 :34,35). Este periodo se halla asociado a contextos
cerámicos vinculados a técnicas alfareras Salinar, Gallinazo y Moche temprano (Ibid : 31,32 y 33).
Así mismo la presencia cultural Gallinazo en el sitio había sido ya evidenciada por J. Bird como
resultado de la identificación de restos cerámicos de excavaciones procedentes del extremo sur del
yacimiento arqueológico El Brujo (Bird y Hyslop, 1985:8), sin embargo, las manifestaciones de su
Paredones, por la presencia de cerámica de sencillo acabado del tipo Castillo Inciso, asociadas a
estructuras hechas con adobes paralelepípedos bajos y con improntas de gavera de caña (Jiménez y
Es importante tener en cuenta que los contextos cerámicos ubicados en el edificio de Huaca Cao
Viejo, correspondientes a vasijas de buenos y regulares acabados y alta calidad decorativa, de evidente
filiación mochica, pertenecen a contextos funerarios, casi todos intrusivos, los que en mayoría se hallan
asociado a las fases de construcción media y tardía del edificio (“C”, “B” y “A”), así como al período de
cese de función del edificio (Franco et al. 1995), (Franco et al. 2001) (Lam. 05 D.).
Contrariamente, la cerámica propia a las fases constructivas tempranas e intermedias (Fase “D” y
decoradas, si muestran óptimos acabados y se encontrarían representadas por enseres adecuados a este
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bebida eran aspectos imperativos en las relaciones tradicionales del grupo (Topic 1994 : 118), por lo que
correspondería una revisión en el uso nominal del término “cerámica domestica”, por responder esta a
Estos alfares muestran una clara filiación Salinar y Gallinazo y se encuentran emparentados con
los tipos White-on-red, Castillo Modeled y Castillo Incised (Strong y Evans 1952 : 295-325) (Lam. 05
F.) (ver Franco et al 2003 : Fig. 19.21 ). Los mismos, se hallan asociados a restos de botellas asa estribo,
de borde acampanulado y fino acabado, (del tipo Salinar), mezcladas con otras de borde biselado,
Moche.
Sin embargo, no existen indicios de diferencias morfológicas y/o tecnológicas, en cuanto a restos
de otros objetos (metales, maderas, textiles), que identifiquen la producción Gallinazo, Moche o Salinar,
lo que podría implicar una continuidad de ciertos elementos tecnológicos y estilísticos, o tal vez, las
El corpus iconico de la decoración adscrita a las tempranas fases constructivas en Cao viejo (“F”,
“E”, “D” y “C”) (Franco et al 2003 : 128-151), responden a elementos figurativos de una limitante
estática comunicativa, producto del carácter reiterativo de sus mensajes, propio en imágenes iterativas
(Smith y Vargas; 2000: 8), como el caso de paneles decorados con la imagen de seres animados
altamente estilizados (rayas o peces), los cuales son diseminados armónicamente en todo el soporte
Uno de los tipos de representación utilizados en la decoración mural de los edificios de Huaca del
Brujo y Huaca Cao Viejo, (Franco et al; 1994a:170), se halla emparentada con los relieves que Bonavia
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identifica como de estilo Gallinazo, en Huaca Licapa ó Huaca Mocan en el valle del Chicama (Bonavia
1974 :11). El icono identificado como serpientes entretrabadas, forma la base estructural de un amplio y
difundido estilo denominado, interlocking, presente, además en el Horizonte Blanco sobre Rojo,
emparentado con Salinar en el Formativo Tardío (Stumer;1954, en Bonavia; 1974: 46), evidentes
tambien en la decoración arquitectónica de otros edificios como los de Grupo Gallinazo (Bennett; 1950:
fig.4), Huaca Coton, en el valle de jequetepeque (Reindel; 1993: Abb:53), así como de algunos adobes
hallados en el castillo de Tomaval. (com. per. M. Salinas Abril 1993) (Lam. 04 C.)
Otros iconos reconocidos como el animal lunar, el decapitador, así como las figuras abstractas
de las llamadas serpientes o peces bicéfalos, se hallan insertados dentro del contexto ideológico de mas
de una sociedad, en la costa de los Andes centrales y septentrionales, con una continuidad existencial
presente ya desde el Periodo Formativo hasta el horizonte Inca (Smith y Vargas; 2000: 1- 4) (Lam.06),
esto cuestionaría a la imaginería mochica como unica usuaria de estos símbolos, sobre todo si se tiene
encuenta que tanto las imágenes del animal lunar y el rostro sonriente; simplificación del decapitador
(deidad de las montañas) (Ibid. 8), se hallan emparentados con estilos Gallinazo-Recuay (Makowski y
Rucabado 2000) resultando sumamente ambiguo el uso de estos iconos en la tarea de filiar una
determinada cultura.
repetir una imagen de un solo instante escénico9, sin la posibilidad de lograr la estructura temática
iconográfica correspondiente a las fases constructivas ultimas del edificio de Huaca Cao Viejo, las
mismas que estarían emparentadas a las últimas fases estilo decorativo de la cerámica mochica (Lam. 06
F.).
9
al ser portadores de utensilios que adjudican un rol determinado, como en el caso del decapitador.
24
Este ultimo contexto icónico demuestran un cambio substancial de lo anteriormente
documentado, presentándose una mayor dinámica narrativa como respuesta de la añadidura de nuevos
personajes menos metafísicos y mas tangibles, como el caso de sacerdotes, guerreros, pescadores (entre
otros); muchas de las veces interactuando entre ellos y mostrando un pleno desenvolvimiento escenico 10.
(Benson 2003 : 491,492). Esta transformación suscitada a la temprana tendencia comunicativa, donde el
novedoso argumento icnográfico, tendría la necesidad de ser dados a conocer y ser propagados,
estructura ideológica de los mitos, los que a la vez modificarían el contenido en la disposición de ritos y
Muchas de las estructuras públicas construidas en los inicios del Período Intermedio Temprano en
el valle del Chicama, han sido identificadas como parte de la producción material de las sociedades
Salinar, Gallinazo, y Moche (Leonard y Rusell; 1992). Así lo corroboraría el análisis arquitectónico
realizado por M. Reindell (1990), quien logró establecer una clasificación secuencial de las técnicas y
las formas de los grandes monumentos de los valles entre Motupe y Virú, comprendido entre el Período
Características de los datos constructivos y arquitectónicos que se incluyen dentro de las cuatro
primeras fases ocupacionales del edificio de Huaca Cao Viejo (“G”, “F”, “E”, “D” ), tales como adobes
fabricados a mano, y otros elaborados en gavera de caña, colocados sin trabazón, en aparejos irregulares
que estructuran altos edificios cúbicos, de fachadas escalonadas y rampas en zig-zag, decorados con
relieves hechos en barro; son equivalentes a lo que Reindel, considera como características propias de
sus fases A y B, atribuidas por él, al periodo Salinar, Gallinazo y Moche Temprano (Reindel 1993 : 447-
448).
10
Tal es el caso de temas definidos no solo por los utensilios sino, además por la interrelación
escénica del grupo, tales como Los Danzantes, Los Prisioneros, Los Pescadores del Tema Complejo;
en la última fase constructiva del edificio de Cao Viejo.
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Así mismo, los rasgos en las ultimas fases constructivas en el edificio, (“B” y “A”), tales como el
uso de adobes rectangulares altos con marcas de fabricante, albañilería dispuesta en hiladas de canto, así
como la elaboración mejorada de bloques homogéneos de adobes como base de uniformes rellenos
clasificación de Reindel), correspondientes a una típica tradición Moche tardía, la cual se superpone a
CONCLUSIONES
Consideramos que los evidentes cambios constructivos entre las primeras fases del edificio y las
últimas, condicionan en términos generales, una optimización tanto de las formas del adobe, así como un
evidencian una superior práctica en la estructuración en la edificación, sino que además expresan una
mejor y sistemática organización laboral, infiriendo que los cambios existentes entre la tecnología
asociada a las tempranas fases “G-D” y las tardías “A y B”, en el edificio, demuestran un coherente
proceso de evolución tecnológica, la cual podría haberse gestado dentro de una misma tradición
Así también, hacemos la observación de como el modelo sufre una notable variación al
tales como las estructuras ubicadas en el sector externo Oeste del edificio de Huaca Cao Viejo,
interpretados como unidades arquitectónicas con funciones administrativas, hábiles en solo las dos
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Este cambio del modelo arquitectónico, no afectaría el discurso básico de las actividades rituales
en el templo, pero si al diseño arquitectónico original; el cual se ve ampliado al igual que las actividades
(Funciones), del edificio, sin prescindir de los precedentes servicios, asentando así una misma
pervivencia ideológica con cierta reformas que favorecerían y justificarían a los instaurados grupos en el
poder.
Así mismo, los símbolos más representativos de la iconografía plasmada en la arquitectura del
sitio, presentan una continuidad a lo largo de toda la secuencia, apareciendo en ambos períodos, pero es
en el momento tardío donde emerge un diferente método comunicativo, con nuevos discursos, la
adición de nuevos personajes y una temática narrativa distinta.(Smith y Vargas: 2000) (Lam 06 E. y F.).
arquitectónico del edificio, sino que además plantea una seria duda sobre la exclusiva participación y
uso, en la construcción y ocupación del edificio por la sociedad gestora del “generalizado” estilo
cerámicos Gallinazo y Salinar, asociados a la presencia de vasijas escultóricas de asa estribo y borde
El vinculo entre las características arquitectónicas y constructivas asociadas a los tipos cerámicos
Castillo Modelado y Castillo Inciso en el sitio de Cao Viejo, parecen identificar una cultura con una
trascendencia previa o coetanea a la aparición a los estilos cerámicos mochicas, que persiste hasta fines
del periodo Moche II o inicios del periodo Moche III, período en que los rasgos cerámicos existentes
11
Los contextos de las primeras fases constructivas, comprometiendo tanto a materiales constructivos (adobes), técnicas de
albañilería, simbología decorativa (iconografía) y materiales diagnósticos asociados a los estratos de los niveles de ocupación
de estas fases arquitectónicas; presentan una asociación mas estrecha a Gallinazo que a la cultura Moche.
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De lo expuesto, proponemos que no existen evidencias que sustente la presencia de dos
construcción del edificio de Huaca Cao Viejo, ni tampoco la intrusión de una nueva ideología en las
actividades cultistas del templo12. Por lo tanto los cambios (adiciones), suscitados al modelo entre las
fases “G, F, E , D y C” y las fases “B y A”, explicarían posiblemente un proceso de reorganización del
culto con una nueva reformulación del mito a través de los ritos modificados en nuevos escenarios y
sustentado y difundido por un nuevo discurso iconográfico más dinámico y explicativo. Estos cambios
sólo pudieron formularse al seno de una misma tradición religiosa existente en el Período Intermedio
Temprano.
12
Al igual que no se encuentran evidencias en la diferenciación particular de formas, o técnicas
empleadas en la elaboración de otros objetos, que no sean los estilos cerámicos Salinar- Gallinazo-
Moche.
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