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Denis A.

Vargas Salvador

CAMBIOS EN LA ARQUITECTURA MONUMENTAL DEL INTERMEDIO TEMPRANO;


EL CASO DEL EDIFICIO DE HUACA CAO VIEJO
Denis A. Vargas Salvador
arisalv@hotmail.com

El material cerámico ha sido utilizado durante mucho tiempo, como el principal indicador

cultural de indistintas formaciones sociales; así, muchos yacimientos arqueológicos fueron filiados de

acuerdo al contexto cerámico hallados en ellos.

Es así como la arquitectura publica se vio circunscrita a una determinada cultura sin tener en

cuenta la premisa de que el usuario de un artefacto no necesariamente es el productor, por lo tanto la

presencia material del artefacto (en nuestro caso; la cerámica), en un determinado sitio, no identificaría

plenamente la expresión cultural del portador o usuario. (Lumbreras 1984 : 3).

Otro de los grandes inconvenientes de este método filiatorio que compromete a los edificios

públicos, es que los contextos que incluyen material arqueológico muchas veces están en relación al uso

y no, necesariamente a la función auténtica de los espacios arquitectónicos1, por lo que los restos

corresponderían, en estos casos, a elementos intrusivos a las actividades de función original de dichos

espacios arquitectónicos.

Por otro lado, el templo como centro de peregrinación, converge a muchas expresiones

étnicas (Lumbreras 1983 :59); cada una de ellas trasladando sus respectivas culturas materiales

expresadas en objetos votivos dispuestas en ciertos sectores del santuario; los cuales podría generar

equívocos en la identificación cultural entre constructores-ocupantes del edificio y los usuarios. A todo

esto debe sumarse las constantes imprecisiones en la identificación de los alfares, muchos de los cuales

han sido clasificados bajo criterio de estilo (Formas y decoración, con iconos muchas veces
1
Un claro ejemplo vendría a ser el uso fortuito de los rellenos constructivos al ser utilizados como
improvisados escenarios funerarios, al carecer el edificio de una determinada unidad arquitectónica
o ambientes diseñada específicamente para dicha función.

1
compartidos), sin considerar diferenciaciones en los rasgos tecnológicos; elementos necesarios en la

individualización de las costumbres propias de una tradición local.

LOS SALINAR, LOS VIRÚ Y LOS MOCHICAS

La compleja producción de cerámica fina, exclusivamente de carácter funerario, fue utilizada

por Don Rafael Larco (1938, 1941, 1945, 1948, 1966 ) para detectar estilos artísticos tradicionales,

correspondientes a culturas partícipes de un mismo proceso histórico en común, como Cupisnique,

Salinar, Virú y Mochica; todos y cada uno de ellos con características particulares “suficientes” para ser

consideradas como pueblos con rasgos culturales propios, además de contar (según el mismo autor) con

autónomos gobiernos, territorio, moral, religión y arte (Larco; 1938, 1948). Así, los estilos

proporcionaron deforma exclusiva, el sustento cultural que dio paso a la formulación de sociedades

organizadas distintas, sin tenerse en cuenta los demás restos materiales y normas de comportamiento,

asociados a determinada región y en un tiempo determinado.

La Cultura Salinar fue descrita por primera vez en 1941 por Rafael L. Hoyle, a partir de los

contextos provenientes de tumbas en Pampas de jagüey, en el valle medio del Chicama; definiéndola

como un importante episodio cultural de la “época evolutiva”, antecedida por la cultura Cupisnique.

Resultado de los exámenes de las superposiciones estratigráficas en las tumbas excavadas por Larco, en

el valle Chicama; se propuso una clara secuencia de : Cupisnique- Salinar- Moche (Larco 1948).

Durante sus trabajos en el Proyecto Valle Virú; Strong y Evans (1952), Ford y Willey (1953)

proporcionaron información de sitios Salinar en la parte media y superior de éste valle, tipificando a esta

cultura como una sociedad con una organización compleja y avanzada, la cual estuvo representada por el

estilo cerámico Blanco sobre Rojo de Puerto Moorin. Los estilos cerámicos Pulido Llano y Castillo

Llano, clasifican cronológicamente los sitios Puerto Moorin, Temprano y Tardío, (Willey 1953 : 61).

2
El estilo Mochica fue identificado por primera vez por Max Uhle (1913), a través de un bien

elaborado género alfarero al que denominó Proto-Chimú. Una revisión de los materiales colectados por

Uhle en el valle de Moche, por parte de A. Kroeber (1926), le llevaron a inferir sobre la anticipada

presencia de esta forma cultural pre-Tiwanakense, difundida posteriormente con la nominación de

Mochica, o Muchik como prefirió llamarle J.C. Tello, (1923) (En Kaulicke 1992: 855,856),

erróneamente, al asociar el nombre de una las antiguas lenguas de los habitantes de la costa norte, con

los hombres que desarrollaron dicha cultura. Sin embargo, corresponde a Rafael Larco, el uso del

término Mochica para clasificar a esta entidad (Uceda y Mujica, 1997: 9) y entender a la cerámica como

un gentilicio.

La hipótesis más difundida sobre el origen y desarrollo de la cultura Mochica, cuya historia se

refleja en su estilo cerámico, la propone como una sociedad de carácter estatal sustentada en una dinastía

teocrática que a su vez rige el poder militar, la cual se extiende a través de conquistas. Larco, establece

sus inicios vinculados a la Fase I, sustituyendo a la cultura Virú, en los valles de la costa norte a partir de

la fase III, donde el estado Mochica, con un área nuclear, en los valles de Chicama y Moche y una

capital política en el sitio de las Huacas del Sol y la Luna, se consolida lo suficiente como para

emprender rápidas conquistas que permitirían controlar durante las fases IV y V, toda la Costa Norte

entre Piura y Huarmey. (Makowski; 1994:120)

Por otro lado, la cultura Virú, ha sido explicada como un pueblo con orígenes en el valle de Virú

y coetanea con Salinar en sus inicios (Larco 1948:20). Presenta, una clara contemporaneidad en

contextos funerarios del valle del Chicama, con el estilo Mochica Temprano (I, II ) y lo que el denomina

como un estilo Virú de Chicama ( Larco; 1948 : 25 ); termino utilizado por él, para reconocer a los

edificadores, “de grandes construcciones piramidales. Finalmente, se asevera que el estilo Moche

suplantó al Gallinazo en Chicama. (Ibid)

3
La disímil caracterización de los estilos cerámicos Gallinazo, de los Moches, asociadas, cada uno

de ellos a particulares tradiciones constructivas, fue utilizada en adelante como un elemento de filiación

de tal o cual ocupación cultural en los diversos sitios arqueológicos de la Costa Norte del Perú.

El heterogéneo estilo cerámico Gallinazo, fue asociado a un correspondiente contexto

arquitectónico por Wendel C. Bennett (1939-1950); al aislar los restos materiales ubicados en tres

subperiodos ocupacionales con rasgos constructivos propios, en el sitio de Grupo Gallinazo (V-59), en el

valle de Virú, lugar que dio el nombre epónimo a dicha cultura material dentro del marco de estudio del

Project Viru Valley.

Esta secuencia fue establecida en: Gallinazo I; caracterizada por recintos pequeños sin puertas o

ventanas, con paramentos hechas de tapia, muchas veces se decoradas con diseños geométricos excisos.

(Bennett; 1950: 66), en contraste al Gallinazo II, donde fueron utilizados, adobes modelados 2 esféricos,

semiesféricos, odontiformes y subcónicos, así como grandes adobes paralelepípedos con improntas de las

cañas de las gaveras donde fueron moldeados; así mismo se utilizó lo que Bennett denominó, como

bloques de tapia que llegaron a medir 65x33x20 ctms. (Ibid: 67). La decoración arquitectónica se resume

a mosaicos (mosaic decorations), elaborados mediante la irregular disposición de adobes que van

definiendo organizadamente patrones en diamantes, escalones dobles, bloques cuadrados con cruces

cortadas en ellos. (Ibid:107).

2
Es interesante notar la observación hecha por C. Campana, sobre los adobes modelados lenticulares, cilíndricos y
cónicos (como los que aparecen en Huaca Prieta (2250 a. C.)), los cuales pertenecerían a un mismo genero tecnológico. (Bird
y Hyslop 1985 en Campana 2000 : 60).

4
En el subperiodo Gallinazo III, las estructuras fueron construidos con adobes paralelepípedos

con o sin improntas de cañas, muy similares (según los autores), tanto a los adobes mochicas, como a

sus plataformas y pirámides (Ibid: 68,106, 107).

Uno de los rasgos mas importantes en la construcción monumental del período medio de la fase

Gallinazo en el valle de Virú, fue la utilización, de adobes bajos con improntas lineales de cañas en sus

caras laterales y su consecuente disposición en segmentos constructivos verticales, denominados

bloques, los mismos que no demostraron uniformidad de sus dimensiones, como es el caso de los

materiales empleados en el sitio del Castillo de Tomaval (Salinas; 1990: 69.78).

Según lo expuesto, se observa que la técnica de la gavera de caña, presenta un precedente muy

temprano; sin embargo se mantiene aislado de la costumbre de marcar intencionalmente la superficie de

los mismos, algo que ocurre en épocas muy posteriores y plenamente reconocida como una práctica

Mochica. (Moseley y Hasting; 1975: 199).

La presencia de la cultura material Gallinazo compartiendo los mismos ámbitos geográficos al

mismo tiempo que las expresiones estilísticas Moche Temprano ha sido explicada como: ...una serie de

entidades en cada valle que compitieron con los entidades Moche contemporáneas por los recursos de

las partes media y baja de los valles. (Shimada y Magiña; 1994: 33)

Las investigaciones realizadas sobre la evidente relación entre ambas culturas en los distintos

valles de la Costa, demuestran que presentan maneras muy particulares de coexistencia. Uno de estos

casos es el propuesto por Wilson (1991), para el valle de Casma, donde el investigador reportó sitios

Moche III y IV relacionado con Gallinazo (Wilson; 1991. en Shimada y Maguiña;1994:37 ).

5
El sitio denominado El Castillo en el valle del Santa, correspondiente a un edificio de

características piramidales, fue identificado prematuramente como una estructura Moche

(Campana,1994:28), sin embargo en una de las últimas prospecciones en el sitio, se han podido

identificar características propias de una factura Gallinazo sustentadas en la tipología tecnológica de sus

materiales constructivos (adobes delgados con improntas de gavera de caña), pertenecientes a su

estructura nuclear; sumándose a esto una significativa muestra cerámica propia del estilo Gallinazo, sin

descartar (por parte de la autora), la posibilidad de evidencias de coetaneidad con moche temprano

(Goycochea; 2000:16-45).

Las excavaciones de G. Gumerman y J. Briceño (2003), establecen también una

contemporaneidad, entre las fases Gallinazo Tardío y Moche Temprano, en el sitio de Santa Rosa de

Quirihuac (Valle de Moche), inferido del hallazgo de vasijas Gallinazo (Castillo Modelado) del tipo

Gollete –efigie, junto a fragmentos de botellas de asa estribo de la fase Moche I.

En el sitio de las grandes huacas de Moche, Theresa L. Topic, realizó excavaciones en el año

1972 dentro del marco del Proyecto Chan-Chan Valle de Moche, reportando de los estratos más

profundos de las excavaciones realizadas en las inmediaciones de la Huaca del Sol (corte 4, en la

sección 2), una muestra de fragmentos de cerámica, que expresó una coexistencia del estilo Moche

temprano, con un tipo de vajilla domestica de estilo Gallinazo. Parte de las interesantes consideraciones

de T. Topic, es la de reconocer la continuidad del desarrollo de las tradiciones cerámicas domesticas

Gallinazo hacia las formas cerámicas utilitarias moche, en mismo el valle de Moche (Topic 1977 : 333).

Otro monumento arquitectónico estructurado con adobes de manufactura similar a los descritos

por W. C. Bennett (1950) como Gallinazo; corresponde al edificio de Huaca de La Luna en el valle de

Moche, lo cual es interpretado por Hasting y Moseley (1975) como una probabilidad, de que el núcleo

6
estructural de sus tempranas etapas constructivas haya sido construido durante la época Gallinazo (En ;

Shimada y Maguiña; 1994: 35).

En el edificio piramidal de Dos Cabezas, en el valle de Jequetepeque. Christopher Donnan (1994

y 2002), identificó cerámica del tipo Castillo Modelado de Virú, asociada a cerámica de estilo Moche I,

en la tumba A53-1 (Donnan 2003), formulando la presencia estilística de la cerámica Virú (Gallinazo),

contemporánea al estilo mochica.

El edificio de Huaca Dos Cabezas, utilizó en su construcción, entre otros, adobes paralelepípedos

con improntas de gavera de caña, los cuales se encuentran en lógica relación cronológica con la

existencia de tumbas con cerámica propias del periodo Moche I y Gallinazo. (Campana 2000 : 94)

Ubbelohde-Doering, durante su temporada de campo de los años 1962 y 1963 en el valle de

Jequetepeque, halló evidencias de coetaneidad entre la cerámica Moche y Gallinazo en una terraza

escalonada de casi 6 m. de altura, elaborada en su mayoría con adobes planos con improntas de gavera de

caña, denominada Huaca 31 en el sitio de Pacatnamú, (Ubbelohde-Doering; 1967: 22-24). Esta terraza

fue filiada por el investigador como una obra de la tradición tecnológica Gallinazo. En la misma

estructura fueron encontrados adobes modelados ovoides como parte del relleno (Donnan y Cock;

1983:68).

Otro sitio dentro del valle de Jequetepeque, con evidencias de coetaneidad tecnológica Gallinazo

y Moche, provienen del contexto funerario de La Mina, donde la presencia de adobes planos con

improntas de gavera de caña, (con los cuales se construyó la cámara funeraria), junto al característico

estilo cerámico mochica temprano; fue interpretada por A. Narvaez, como un proceso de transición entre

ambas culturas. (Narvaez ; 1994: 80).

7
En el valle de Zaña, una densa población Gallinazo fue evidenciada en el sitio de Cerro Corbacho

y Ucupe-Pueblo, cuya filiación cultural fue inferida a través de características constructivas de

plataformas elaboradas en segmentos de adobes paralelepípedos con improntas de gavera de caña,

asociados al estilo cerámico Castillo Inciso y Castillo Modelado (Wester; 1999:55-69).

En la región de Lambayaque (abarcando los valles de zaña Lambayeque y La Leche), existen

otros tantos sitios que presenta los mismos indicios de contemporaneidad, entre ambas tradiciones

cerámicas y arquitectónicas. Contextos funerarios y lugares de asentamiento como Cerro Sajino, Cerro

Huaringa, Cerro La Calera y Cerro Vichayal, entre otros, presenta una coexistencia de los estilos Moche

Temprano (I-III) con Gallinazo tardío.( Shimada y Maguiña; 1994: 39-43 ).

El sitio de Huaca Letrada, en el valle La Leche, presenta una estructura principal correspondiente

a una plataforma de casi 20 m. de altura, erigida con adobes tabulares (paralelepípedos), con improntas

de gavera de caña. El sitio es sindicado como el centro político de la población Gallinazo para todo el

valle La Leche. (ibid:43-47). En el mismo valle, Huaca La Merced, en el complejo de Batan Grande,

evidenció entre sus rellenos constructivos, cerámica Moche III, junto a Gallinazo Medio y Tardío

(Ibid:48-52).

El estilo cerámico mochica temprano en el Alto Piura, se encuentra asociada a arquitectura de

adobes paralelepípedos sobre construcciones de tapia y quincha, esta ultima, relacionada con cerámica

que se asemeja a los tipo, Puerto Moorín y Gallinazo de Virú ( Kaulicke 1992, 883). Las excavaciones

llevadas a cabo por P. Kaulicke (1994) en Vicus, Piura, reporta un tipo cerámica denominada Vicus-

Tamarindo C. de características similares a los tipos Castillo Modelado y Castillo Inciso.

8
El balance de las investigaciones sobre distintos yacimiento de la costa norte del Perú, ha

ampliado el panorama sobre la posible coexistencia y coetaneidad de las tradiciones estilísticas (solo

cerámicas), Salinar, Virú y Moche en un área de similar ocupación, donde estas registran rasgos

culturales propios, con mínimas diferencias entre sí y en una misma área, inclusive en un idéntico

contextos.

EL EDIFICIO DE HUACA CAO VIEJO

Los trabajos que viene realizando el Programa Arqueológico Complejo “El Brujo” (P.A.C.E.B.),

en el sitio monumental de Huaca Cao Viejo, comprueban la existencia de un edificio de carácter público,

con pleno funcionamiento ya desde los inicios del periodo Intermedio Temprano, dentro del cual,

también se ha encontrado evidencias cerámicas, tanto del estilo Moche, Gallinazo, como Salinar, entre

los escombros y sobre los pisos de los diversos ambientes de la plataforma piramidal (Franco et al 2003 :

157); donde la presencia de restos cerámicos Gallinazo, han sido interpretados como el resultado fortuito

del acarreo de material de construcción mezclados con estos tiestos, provenientes de sitios ocupacionales

adyacentes, de carácter domestico propios de esta cultura.

Huaca Blanca o Huaca Cao Viejo como se le denomina en la actualidad, se encuentra ubicado

dentro del complejo arqueológico El Brujo; ubicado en la parte baja de la cuenca del Chicama, sobre la

margen derecha y a escasos 2.5 km. al norte de la desembocadura del río Chicama (Franco et al: 1998a;

44-45).(Lam.01)

Este edificio de considerables dimensiones, consta (según el estado actual de las investigaciones)

de tres inherentes Unidades Arquitectónicas, las cuales corresponden al modelo de edificio principal de

tipo piramidal, plaza delantera y algunos otros sectores complementarios laterales, el cual tendrían sus

orígenes en el Horizonte Temprano e inclusive presente ya desde el precerámico tardío (Franco et al;

9
1995:8). El modelo correspondiente a una plataforma piramidal, una gran plaza hacia el norte y una

plataforma, lateral a la plaza, responde a una tradición que M. Reindel, interpretó como un modeló típico

de la tradición constructiva sureña. (Reindel 1997 : 97) (Lam. 02 A.)

Una de los fechados mas antiguos 3 adquiridos para el edificio corresponde a dos muestras de un

horcón de algarrobo hallado sobre el piso de la plaza, junto a la fachada de los Prisioneros y Guerreros

del edificio “A”, presumiblemente, funcional desde las primeras fases constructivas pero reutilizado

hasta el último momento de ocupación, ya que hasta la fecha se encuentra en optimas condiciones de

uso. Este fechado arrojo como resultado una datción de 2,180 + 70 años BP: 230 a.C. (GD = 11025); el

otro fue de 2,130 + 40 años BP : 180 a.C. (GD = 7558) (Franco et al 1997 : 89).

La Unidad I, podría describirse como una pirámide trunca de caras laterales escalonadas y base

poligonal de 120 m. de longitud (norte-sur) y 100 m. de ancho y mas de 28 m. de altura, (Franco et al

2003 : 128). Está construida íntegramente por materiales hechos de tierra (adobes), y algunos aparejos

vegetales distribuidos en distintos tipos de rellenos constructivos y bajo una técnica segmentaria de

bloques de adobes y/o cámaras de relleno suelto. (Lam. 03)

Así mismo, se ha determinado que la altura máxima actual del edificio (28 m. de altura), ya había

sido lograda en la cuarta fase arquitectónica (Fase D), por lo que la importancia constructiva del edificio,

así como su prolijidad en las técnicas de decoración llega a su auge, hacia la ocupación existencial

intermedia y no hacia lo finales de su ocupación.

3
De las muestras obtenidas en las tres primeras temporadas de investigación (1991-1993), para la secuencia de la
Huaca Cao Viejo; la mencionada fue obtenido en el Institute of Physics, Radioisotops Aplication Department Radiocarbón
Laboratory, Silesian Technical University-Poland. Los investigadores acotan que ….el tronco de algarrobo estuvo expuesto
durante varios meses al medio ambiente (Franco et al 1997 : 89-90)

10
Esta misma pirámide presenta en su terraza superior, un ambiente abierto, delimitado por muros

perimétricos que define su área interna, de planta casi cuadrangular que debe superar los 900 m². Esta

área de congregación pública consta de un recinto emplazado en su ángulo interior Sureste. Tres accesos

comunican este patio con los demás ambientes de la plataforma superior. El principal, se encuentra hacia

el norte del ambiente y corresponde a un corredor de 25 m. de proyección longitudinal (N-S) y 3 m. de

ancho. Este sistema de acceso comunica el Frontis Norte, con la Plataforma Superior.

Un conjunto de ambientes contiguos al Patio tanto hacia el Oeste, como hacia el Sur, los que se

hallan asociados externamente por un corredor lateral adyacente. Estos recintos, presentan plantas

cuadrangulares, con paredes altas (de más de 3.00 m.) de altura, pintadas de blanco y presencia de nichos

(hornacinas). El sistema de cubiertas es sostenido por pilastras, elaborados con adobes cuadrados (Fase

“D”).

El Frontis Norte (Fachada Principal), de la estructura piramidal, presenta un frente escalonado,

con paredes casi perpendiculares, de más de 2.5 mts. de altura, y un ancho optimo en sus cabeceras, las

cuales son utilizados como corredores epimurales. Las superficies de algunos de estos pasajes,

corresponden a planos inclinados, configurando así, un sistema de acceso sobre la base de rampas

consecutivas que en conjunto superan la distancia vertical existente entre el nivel de la Plaza principal

(Unidad II) y la Plataforma Superior de la pirámide. Estos paramentos sirven a la vez de paneles soportes

de representaciones gráficas que cumplen el doble objetivo de trasmitir mensajes simbólicos a la vez que

decoran el edificio.

El inicio de este sistema de acceso, se encuentra ensamblada sobre la estructura platafórmica,

adyacente por sobre el nivel este de la Plaza, conocido como Anexo Este (Unidad III) (Lam. 02 A.),

determinada por una rampa perpendicular a la pirámide, la cual se enlaza con las rampas en zig-zag del

11
frontis norte de la Unidad I, definiendo al edificio como una plataforma con Rampas combinadas.

(Reindel 1993 : 439) (Lam. 02)

El Frontis Oeste, al igual que el frontis Sur de la pirámide, presenta una misma disposición

escalonada con funciones epimurales, similar al anterior frontis descrito, pero con la excepción del

sistema de acceso vertical (en base a rampas) y la decoración mural, limitándose a tan solo el uso aislado

de pigmentos de origen inorgánico, pudiendo ser amarillo, blanco o rojo.

El Frontis Este, de la Unidad I, es considerado como el sector más afectado por eventos

destructivos, donde un gran volumen de la pirámide a colapsado, generado por una falla de

desplazamiento vertical, lo cual destruyó no sólo la margen Este de la Plataforma Superior, sino además

varias de las fachadas de sus consecutivas fases constructivas.

La gran Plaza (II), hacia el norte de la pirámide, se halla delimitada por grandes muros

perimétricos que se proyectan longitudinalmente de sur a norte (140 x 75 m.), teniendo como punto de

inicio la fachada principal de la pirámide. (Franco et al 2003 : 132). (Lam. 02 A)

Se han registrado el caso de dos estructuras semisubterráneas, construidos en pares dentro del

perímetro de la Plaza (estructuras duales; Franco et al 1994 : 8), (Lam. 02 A, B, y C). Estas presentan

una base de planta cóncava, la cual dista de la superficie de la plaza en casi 2 m., superada mediante

rampas de casi 7 m. de largo. Se encuentran vinculadas, solo a las dos primeras fases arquitectónicas del

edificio (Edificios “E” y “D”). Estas estructuras, se ubican en el ambiente donde se iniciaría el circuito

del recorrido interior del edificio por parte de los reverentes que visitaban el templo. Sus características

morfológicas son aparentes a las funciones receptivas, presumiéndose, cumplirían las tempranas

funciones de depósitos destinados a la recepción y/o almacenaje de exvotos, dentro de inherentes

12
actividades rituales que implican a los concurrentes del templo. Los mismos pozos no fueron

considerados en el diseño de la Plaza en fases posteriores.

Estructuras de modelo semejante fueron halladas en un espacio abierto al pie del flanco Oeste del

cerro Oreja en el valle de Moche, durante los trabajos de excavación que dirige el Instituto Regional de

Cultura-La Libertad como parte del Proyecto Chavimochic (Franco et al ; 1994: 8, 63, 64, 70). Según los

responsables del proceso de investigación, se ha determinado la función de estas estructuras dentro una

ocupación correspondiente al periodo Gallinazo (al seno de una amplia secuencia cultural que comparten

con Salinar, Moche y Chimú). Esta inferencia fue hecha por la asociación de adobes plano convexos

(lenticulares) y paralelepipedos planos, con improntas de gavera de caña, así como cerámica propia de

este estilo, (com. per. Jose Carcelen Noviembre 1999).

La alineación de la proyección longitudinal del nexo entre las unidades I y II, así como la

ubicación de accesos, rampas y corredores principales4 y la decoración intensiva de la fachada norte de la

Pirámide; determinan un eje de orientación Norte-Sur, en el edificio. El eje longitudinal de la estructura,

presenta una desviación aproximada de 7° Este, en relación al norte geográfico, colocándolo dentro de

los edificios públicos prehispánicos con una evidente orientación septentrional.

Entre los modelos de los edificios de Huaca de La Luna y Cao Viejo, existe una recurrente

distribución de grandes espacios abiertos y plataformas arquitectónicas, al igual que recintos y patios

decorados inclusive bajo las mismas técnicas y similares símbolos (Uceda y Mujica; 1998:16).

Se desconoce con exactitud5, el número de ambientes y sobre todo de Unidades Arquitectónicas

que componen el edificio, debido al estado de deterioro y soterramiento en el que se halla. Sin embargo

4
Es decir, aquellos que enlazan a las unidades principales entre si y establecen la dirección del
recorro de los usuarios/visitantes del edificio
5
Este documento comenzó a ser escrito en el verano del 2001

13
la contigüidad de algunos montículos, no descarta la posibilidad de una articulación directa a la

estructura del edificio mediante sistemas de accesos, lo que asentiría ser considerados como parte

integral de uno de los modelos (de vincularse a solo una de las fases constructivas), o tal vez al diseño

general, si es que su asociación fuera recurrente desde las primeras fases constructivas (modelo original).

Por lo tanto, un tema a definir es la inclusión de estos elementos arquitectónicos como parte de una

nueva Unidad funcional, o tan solo como parte integral de las mismas Unidades adscritas a los modelos

secuenciales del edificio, como se detalla a continuación.

El Montículo I, responde a la denominación dentro de la nomenclatura de sectorización, de un

promontorio ubicado a 140 m. al noreste de la pirámide. Su pertinente excavación, expone a una

plataforma de casi 3 m. de altura, la que se erigió utilizando rellenos de adobes paralelepípedos planos

(bajos) y con improntas de caña, para luego terminar, construyéndose en sus últimas fases con adobes

paralelepípedos altos y marcados (marcas de fabricante), dispuestos en bloques, complementándose

posteriormente, con celdas de contención de relleno suelto. (Gómez et al; 1997)

La configuración de edificios piramidales asociadas a este tipo de plataformas menores

emplazadas hacia el Noreste, se encuentra enmarcada dentro de una prolongada continuidad

arquitectónica a través del tiempo. El edificio de Huaca de La Luna, presenta una de estas plataformas de

menor tamaño (Plataforma III), con una plaza adyacente, hacia el oeste (plaza 4). Estas se hallan hacia el

noreste del edificio principal (Uceda et al 1995 Fig 1). Las investigaciones llevadas acabo en el sitio, han

propuesto una no inclusión de la plataforma III, en la estructura del edificio de huaca de La Luna, cuando

menos durante la función y ocupación de esta. Esto se basa en aspectos evidénciales tales como la

reorientación de la plaza (Plaza 4) anexada a esta posterior plataforma (hacia el Oeste de esta y no al

norte, como las anteriores); así como la inexistencia de un sistemas de accesos y comunicación entre la

plataforma III y el edificio; teniendo en cuenta por último, que los adobes utilizados en esta edificación,

14
a diferencia de los del resto del complejo, presentan marcas de fabricante, en su totalidad. (Uceda y

Tufinio 2003 : 215)

Otro de los sectores arquitectónicos incluido tardíamente, al modelo del edificio de Huaca de La

Luna, corresponde a la Plaza 3, las que al parecer, solo fueron construidas en el edificio del valle de

Moche, a partir de las ultimas fases constructivas y exclusivamente diseñadas para actividades

relacionadas a eventos ceremoniales específicos (Bourget; 1998:60-64), (Bourget y Millaire;

2000:53,60).

Dos de los tres sectores de esta unidad arquitectónica, se encuentran cronológicamente

diferenciados, contando cada uno de ellos, con evidencias de ritos y ceremonias específicas

desarrolladas en esta sección e inferidas a partir de los hallazgos de restos de individuos con señales de

haber sido sacrificados de modos distintos (Bourget, 1997; Uceda, 1997). Sin embargo, debemos

recordar, que la particularidad del rito implica una persistente repetición de las actividades ceremoniales,

tanto en el contenido del discurso como en la intervención parafernálica de los artefactos y ambientes.

La inexistencia de ambientes similares en el emplazamiento de la plaza 3 para momentos mas

tempranos, así como la ausencia de cadáveres (dispuestos en similar postura), indicaría que el

requerimiento espacial de estas actividades fueron asimiladas tardíamente, cuando menos en este sector

del edificio.

Este tipo de estructuras como la Plaza 3 A y plataforma II, (entre otras) de Huaca de La Luna, no

han sido reportados en el modelo del edificio de Huaca Cao Viejo.

Otro de los casos referente a elementos arquitectónicos complementarias en el modelo ulterior del

edificio de Huaca Cao viejo, responde a dos estructuras (RE3 y RE4) (Franco et al 2003 : 132) (Lam. 02

15
D.), contiguas elaboradas bajo el nivel de superficie, de planta rectangular, con un largo promedio de 18

y 20 m.; un ancho de 3.8 y 4.1 m., y una profundidad de 3.3 m.; sin accesos evidentes. Estas estructuras

de una posible función administrativas (depósitos o almacenes) (Franco et al; 1998a:74), han sido

elaboradas con adobes altos, marcados. Se encuentran asociadas tan sólo a la últimas fases constructivas

del edificio (Fases “B”, “A”), ya que no presentan evidencias de anteriores estructuras similares,

subyacentes a estas. El cese de su función y clausura (soterrados), se vincula a nuevas actividades de

carácter funerario de contextos intrusívos, con ofrendas cerámicas de los estilos M .IV y M. V, (Ibid. 75),

lo cual podría estar indicando el abandono del edificio antes de la extinción del ciclo estilístico (I-V), de

la cerámica mochica.

Es preciso mencionar la relación estructural existente entre los recintos RE3 y RE4, y las

estructuras últimamente develadas en la esquina exterior noroeste de la Unidad I. Estas se encuentran

conformadas por elementos constructivos y arquitectónicos (recintos, patios, banquetas, muros nichados,

rampas, pisos, etc), elaborados con adobes altos y con marcas de fabricantes. Algunos de estos ambientes

fueron interpretados como depósitos asociados a las ultimas fases constructivas del edificio “A” y “B”

(Cardenas et al 2001 : 5, 33, 38, 45) (Lam. 02 E.). La utilización de las base de la plataforma piramidal

en las nuevas estructuras descritas, así como el uso de las mismas técnicas de construcción y de adobes

de las mismas características a los utilizados en los recintos 3 y 4, plantea la posibilidad de corresponder

a una misma unidad arquitectónica anexa al edificio en sus dos últimas fases constructivas y cuya

función estaba dedicada a actividades de carácter administrativo (Ibid 47-49).(Lam. 05)

La discutida inclusión de estas dos unidades arquitectónicas (Montículo I y la conjunción de

Estructuras nichadas / RE3 y RE4), al ulterior modelo del edificio, debe ser confrontada a la

interrogante, de si estuvieron consideradas desde la realización del diseño original y presentes en las

16
tempranas fases constructivas o fueron incluidas posteriormente por efectos de cambios trascendentes en

el transcurso de las actividades realizadas en las ultimas fases.

Las funciones administrativas, serian inherentes a las actividades sacras del edificio 6 desde sus

tempranas fases, donde estructuras como los pozos duales, correspondientes a las fases constructivas

tempranas, incluidas al interior de ambientes de carácter público y connotaciones hieráticas (como el

caso de la plaza principal del templo), estarían vinculadas a actividades de carácter ofrendatorio. La

clausura de los mismos, en fases constructivas subsiguientes, no excluirían de dichas funciones al

templo, lo que relacionado a la aparición de Unidades arquitectónicas totalmente diseñadas a esta

función y de mayores dimensiones (Ambientes nichados y los depósitos RE3 y RE4), fortalecería las

actividades administrativas del templo. Funciones de la misma índole, pero mejor definidas en respecto a

la recaudación y la redistribución; como respuesta a una actividad de tributación7 de carácter mas

gubernativo, realizadas ahora ya no en estructuras incluidas dentro de ambientes ceremoniales, sino en

unidades específicamente diseñadas para dicha actividad, incluyendo en su modelo ambientes

ceremoniales como la conjunción de las estructuras descritas y patios.

Estos tipos de adiciones de unidades arquitectónicas al diseño original, al igual a los suscitados

en el sector Este del edificio de Huaca de la Luna (cuando menos en la Plaza 3 A. y las plataformas II y

III) sugieren la manipulación intencional en el rediseño del edificio, cuando menos entre las primeras y

las ultimas fases constructivas, adicionándose o suprimiéndose estructuras, áreas de actividad y hasta
6
La concentración de riqueza y poder colectado por las actividades ofrendatorias en el templo, establecería una
formación que conjugaría a la estructura administrativa secular con la jerarquía religiosa, donde la redistribución y la
manipulación económica son la razón fundamental para la existencia de la administración (Topic 1982: 278).
7
Queremos hacer notar una diferencia en nuestra investigación entre la ofrenda y el tributo; considerando a la
primera como una dadiva que se ofrece en muestra de una ferviente gratitud propiciatoria, esencia del intercambio reciproco
entre el donatario y el numen que viene a ser la huaca; por lo tanto las ofrendas en el sitio se encuentran antes de la
construcción del edificio, durante el funcionamiento de este, y posterior a su abandono, tal y como lo viene constatando el
PACEB. Por otro lado el tributo, es entendido como un pago obligado e impuesto, establecido por el sistema gubernamental,
no exceptuado de la religión, cuya cuantía se destina al sostenimiento de las cargas públicas. El análisis arqueológico de estas
actividades, nos sugiere hacer la diferenciación entre la denominación Huaca, de, Edificio de la huaca. (Vargas 2001 : 36,37).

17
unidades arquitectónicas, las cuales podrían producir nuevos complementos a la función original del

edificio sugerido tal vez por distintos conceptos politicos-ideológicos.

Entre los resultados de mayor consideración en la investigación que viene realizando el

P.A.C.E.B., corresponde a la información del crecimiento volumétrico del edificio en el transcurso de su

existencia ocupacional, comprendido a través de una secuencia constructiva. De esta manera se deduce

que las actuales dimensiones volumétricas del monumento son el resultado de sucesivas ampliaciones

y/o remodelaciones practicadas sobre las antiguas estructuras subyacentes, las cuales fueron soterradas

con los mismos materiales de construcción antes de plantear una nueva edificación en su mismo

emplazamiento. Se ha identificádo hasta el momento siete fases arquitectónicas (A-G) que harían

referencia a igual número de Edificios (modelos), construidos.(Franco et al 2003 :128).

El proceso de crecimiento secuencial del edificio de Huaca Cao Viejo expresa una continuidad

del modelo arquitectónico Pirámide- Plaza- Anexo Este, en todas las siete fases ocupacionales del

edificio, cuando menos evidentes a partir del cuarto proyecto de ampliación (denominado edificio “D”)

(Franco et al; 2001: 7).

Cada uno de estas fases arquitectónicas superpuestas, exponen sus inherentes técnicas

constructivas y tipológicas, en el uso y manejo de los materiales constructivos utilizados, sobre todo

observadas en las características formales y dimensionales del adobe. Incuestionables cambios son

observados en la técnica constructiva utilizadas entre las primeras fases constructivas (Fases “G”, “F”,

“E” y “D”) y las dos ultimas (Fases “B” y “A”).

Si bien es cierto en que ambos períodos se emplea el relleno constructivo a base de segmentos, los

vinculados a las primeras fases utilizan bloques de dimensiones irregulares elaborados a su vez con

18
adobes paralelepípedos con marcas de gavera de caña y de una gran variabilidad dimensional, tramados a

tizón y a soga, restando estabilidad estructural a los rellenos. M. Reindell (1993), observo características

similares en los edificios de Dos Cabezas, Licapa, Castillo de Tomaval, Castillo de Sarraque, Fachen.

Colpán y Chamalca. (Reindell 1993: 433).

Sin embargo, en las tres ultimas fases constructivas en el edificio de Cao Viejo, la utilización de

bloques de adobes de formas y dimensiones mas homogéneas entre sí, es una constante. Los adobes

(paralelepípedos altos y marcas de gavera de caña), presentan dimensiones uniformes, y se hallan

dispuestos alternadamente de tizón con hiladas soga, lo cual redunda en una mayor estabilidad de los

rellenos constructivos. (Lam. 03 B. y D.)

La reutilización de adobes planos (con improntas de gavera de caña), perteneciente a fases

constructivas precedentes, fue muy frecuente en las estructuras de las dos últimas fases, diferenciándose

de las tempranas en la particular forma de asentarlos en hiladas de costado (Gálvez et al 2003 : 115)

(Lam. 03 E.)

De similar forma las paredes de algunos ambientes arquitectónicos (Edificio D), en su totalidad

fueron construidas con una técnica de tramado irregular, generando muros de dos paramentos (dos

caras), asociados por un relleno de cascote al interior el cual homogeniza el vacío dejado por la

deficiencia del tramado supliendo así, esta deficiencia de estructuración. Así mismo los muros

secundarios, se hallan adosados a los primarios sin ningún tipo de trabazón. Todos estos inconvenientes

tecnológicos son totalmente superados en la estructuración de las fases ultimas (Fases C, B y A).

Se suma además a estas deficiencias estructurales propias del desarrollo tecnológico temprano

(fases “G” y “F”), la utilización de adobes modelados de formas semiesféricas o lenticulares,

19
denominados equívocamente plano-convexos (Franco et al; 1994: 71), Estos adobes modelados son

utilizados en mayoría como rellenos y en algunos casos, dentro de cámaras de relleno cuyos muros

fueron elaborados con adobes paralelepípedos bajos y con impronta de caña (Lam. 03 A y C). Estas

mismas técnicas, así como las características tipológicas de los adobe, se encuentran emparentadas con

las soluciones constructivas Gallinazo II y III en el valle de Virú. (Bennett; 1950: 106, 107 ;

Shimada,1988: 2-3). Estas prácticas constructivas, son coetáneas a los rellenos hechos a base de

segmentos de adobes tramados, desapareciendo ambas para dar paso a rellenos de adobes tramados, mas

consistentes (bat), en las tres últimas fases constructivas.

Un detalle interesante es la presencia de adobones de (70 X 40 X 20 cm.), conformando tanto

los rellenos constructivos como en los paramentos decorados con relieves geométricos de los sectores

del frontis Norte del edificio y en el Sector Norte de la cima unidad I del edificio de la Huaca Cao Viejo

durante la fase “C” (Franco et al 1995 : 53, Franco et al 1996 : 43, Franco et al 2003 : 83). Las

dimensiones de estos adobes, se relacionan con la de las denominadas tapias (Tapiales), registradas en el

sitio de Gallinazo por Bennett. (65x33x20 cm.) (Bennett 1950 : 67). Es probable que el tema de la

dificultad en la movilización, motivada por el excesivo peso de estos, llevo a plantear a Bennett, la

elaboración de estos adobes in situ, confundiendo la denominación de la técnica; sin embargo, debemos

tener en cuenta que una de características particulares de la tapia esta razonada sobre el hecho de apurar

el volumen de la construcción exclusiva de paramentos (no así la de rellenos), de manera mas eficaz, que

al utilizar adobes con dimensiones convencionales. Esto, no esta en lógica relación, si tenemos en cuenta

que la altura de los adobones descritos no exceden los 20 cm. en ambos yacimientos, no compensando la

necesidad del crecimiento suplementario de las estructuras.

Las dos últimas fases constructivas (“A”, ”B”), se hallan vinculadas al extensivo uso de adobes

marcados (marca de fabricante) altos, de lados lisos (con improntas de caña de la gavera en menor

20
porcentaje) (Lam. 04 B.), los cuales alcanzan su máxima difusión ente el moche III. y el IV. (Pérez

1994: 249), así como la reutilización de adobes planos dispuestos de costado, distribuidos en aparejos y

bloques de dimensiones más homogéneas.

Un apunte importante, es la referencia sobre la existencia temprana de adobes bajos con

improntas de caña (emparentados a Gallinazo), marcados en su superficie, pertenecientes a las fases “D”,

ubicados en los rellenos constructivos de la unidad I (plataforma superior), así como en la unidad III. Si

bien los adobes marcados no son numerosos, estos si cumplirían con el objetivo de señalar 8 una porción

de los mismos dentro de la construcción del edificio (Hasting y Moseley 1975). Esto ubicaría a la

tradición de marcar los adobes paralelepípedos como un precedente temprano.

Los paramentos de los frontis de la unidad I (pirámide), durante las cinco primeras fases

arquitectónicas del edificio, pasan de una sutil inclinación (casi perpendicular), la que no exceden los 4°;

a una evidente inclinación de 17° (talud), correspondientes a los paramentos dispuestos en la fachada

Oeste (y posiblemente Sur y Este) de las dos ultimas fases (Vargas 2001: 56). Es importante la notación,

puesto que Reindel, propone que la característica en la inclinación de los paramentos sería el resultado de

nuevas propuestas ideológicas en el valle, vinculadas a una tradición constructiva norteña (Cultura

Lambayeque; Franco y Murga 1998), sin embargo, en el ultimo frontis oeste del edificio de Huaca Cao

Viejo, dicha inclinación respondería a la necesidad de contrarrestar los potenciales desplazamientos

verticales de los paramentos, puesto a que estos adquieren una inusitada altura, como producto del

crecimiento vertical de las estructura tras los distinto eventos de sepultamiento del edificio.

8
C. M. Hasting y M. E. Moseley (1975), propusieron un modelo interpretativo sobre la organización laboral en la
erección de las grandes estructuras monumentales Moche, sobre la base del estudio de las marcas de los adobes de las
Huacas del Sol y la Luna y la técnica de construcción por segmentos.

21
Los trabajos de prospección realizados por B. Leonard y G. Russell, en el medio y bajo Chicama,

sitúan cronológicamente, a la construcción de pirámides truncas como el caso de Huaca Sintuco, Huaca

Blanca (Cao Viejo) y Huaca El Brujo (las ultimas en el complejo El Brujo) utilizando adobes plano-

convexos (lenticulares) y rectangulares con improntas de caña, en su construcción a partir de periodo

Intermedio Temprano 3 (Leonard y Russell 1992 :34,35). Este periodo se halla asociado a contextos

cerámicos vinculados a técnicas alfareras Salinar, Gallinazo y Moche temprano (Ibid : 31,32 y 33).

Así mismo la presencia cultural Gallinazo en el sitio había sido ya evidenciada por J. Bird como

resultado de la identificación de restos cerámicos de excavaciones procedentes del extremo sur del

yacimiento arqueológico El Brujo (Bird y Hyslop, 1985:8), sin embargo, las manifestaciones de su

ocupación expresadas en la asociación cerámica/arquitectónica, fueron registradas en el sitio de

Paredones, por la presencia de cerámica de sencillo acabado del tipo Castillo Inciso, asociadas a

estructuras hechas con adobes paralelepípedos bajos y con improntas de gavera de caña (Jiménez y

Vargas; 1992: 28-32).

Es importante tener en cuenta que los contextos cerámicos ubicados en el edificio de Huaca Cao

Viejo, correspondientes a vasijas de buenos y regulares acabados y alta calidad decorativa, de evidente

filiación mochica, pertenecen a contextos funerarios, casi todos intrusivos, los que en mayoría se hallan

asociado a las fases de construcción media y tardía del edificio (“C”, “B” y “A”), así como al período de

cese de función del edificio (Franco et al. 1995), (Franco et al. 2001) (Lam. 05 D.).

Contrariamente, la cerámica propia a las fases constructivas tempranas e intermedias (Fase “D” y

“C”) y asociada a algunos ambientes; si bien no corresponden en mayoría a vasijas exquisitamente

decoradas, si muestran óptimos acabados y se encontrarían representadas por enseres adecuados a este

tipo de acontecimientos públicos, ejecutados en estos espacios ceremoniales, donde la comida y la

22
bebida eran aspectos imperativos en las relaciones tradicionales del grupo (Topic 1994 : 118), por lo que

correspondería una revisión en el uso nominal del término “cerámica domestica”, por responder esta a

actividades de carácter ceremonial (Lam. 05 A y E).

Estos alfares muestran una clara filiación Salinar y Gallinazo y se encuentran emparentados con

los tipos White-on-red, Castillo Modeled y Castillo Incised (Strong y Evans 1952 : 295-325) (Lam. 05

F.) (ver Franco et al 2003 : Fig. 19.21 ). Los mismos, se hallan asociados a restos de botellas asa estribo,

de borde acampanulado y fino acabado, (del tipo Salinar), mezcladas con otras de borde biselado,

emparentadas comúnmente (aunque no exclusivamente; Kaulicke 1992), a las tempranas fases I y II de

Moche.

Sin embargo, no existen indicios de diferencias morfológicas y/o tecnológicas, en cuanto a restos

de otros objetos (metales, maderas, textiles), que identifiquen la producción Gallinazo, Moche o Salinar,

lo que podría implicar una continuidad de ciertos elementos tecnológicos y estilísticos, o tal vez, las

diferencia se den tan solo a nivel de estilos cerámicos.

El corpus iconico de la decoración adscrita a las tempranas fases constructivas en Cao viejo (“F”,

“E”, “D” y “C”) (Franco et al 2003 : 128-151), responden a elementos figurativos de una limitante

estática comunicativa, producto del carácter reiterativo de sus mensajes, propio en imágenes iterativas

(Smith y Vargas; 2000: 8), como el caso de paneles decorados con la imagen de seres animados

altamente estilizados (rayas o peces), los cuales son diseminados armónicamente en todo el soporte

decorativo de los muros de fachada.

Uno de los tipos de representación utilizados en la decoración mural de los edificios de Huaca del

Brujo y Huaca Cao Viejo, (Franco et al; 1994a:170), se halla emparentada con los relieves que Bonavia

23
identifica como de estilo Gallinazo, en Huaca Licapa ó Huaca Mocan en el valle del Chicama (Bonavia

1974 :11). El icono identificado como serpientes entretrabadas, forma la base estructural de un amplio y

difundido estilo denominado, interlocking, presente, además en el Horizonte Blanco sobre Rojo,

emparentado con Salinar en el Formativo Tardío (Stumer;1954, en Bonavia; 1974: 46), evidentes

tambien en la decoración arquitectónica de otros edificios como los de Grupo Gallinazo (Bennett; 1950:

fig.4), Huaca Coton, en el valle de jequetepeque (Reindel; 1993: Abb:53), así como de algunos adobes

hallados en el castillo de Tomaval. (com. per. M. Salinas Abril 1993) (Lam. 04 C.)

Otros iconos reconocidos como el animal lunar, el decapitador, así como las figuras abstractas

de las llamadas serpientes o peces bicéfalos, se hallan insertados dentro del contexto ideológico de mas

de una sociedad, en la costa de los Andes centrales y septentrionales, con una continuidad existencial

presente ya desde el Periodo Formativo hasta el horizonte Inca (Smith y Vargas; 2000: 1- 4) (Lam.06),

esto cuestionaría a la imaginería mochica como unica usuaria de estos símbolos, sobre todo si se tiene

encuenta que tanto las imágenes del animal lunar y el rostro sonriente; simplificación del decapitador

(deidad de las montañas) (Ibid. 8), se hallan emparentados con estilos Gallinazo-Recuay (Makowski y

Rucabado 2000) resultando sumamente ambiguo el uso de estos iconos en la tarea de filiar una

determinada cultura.

Así mismo la caracterización de estos personajes antropomorfos o zoomorfos, coinciden en

repetir una imagen de un solo instante escénico9, sin la posibilidad de lograr la estructura temática

iconográfica correspondiente a las fases constructivas ultimas del edificio de Huaca Cao Viejo, las

mismas que estarían emparentadas a las últimas fases estilo decorativo de la cerámica mochica (Lam. 06

F.).

9
al ser portadores de utensilios que adjudican un rol determinado, como en el caso del decapitador.

24
Este ultimo contexto icónico demuestran un cambio substancial de lo anteriormente

documentado, presentándose una mayor dinámica narrativa como respuesta de la añadidura de nuevos

personajes menos metafísicos y mas tangibles, como el caso de sacerdotes, guerreros, pescadores (entre

otros); muchas de las veces interactuando entre ellos y mostrando un pleno desenvolvimiento escenico 10.

(Benson 2003 : 491,492). Esta transformación suscitada a la temprana tendencia comunicativa, donde el

novedoso argumento icnográfico, tendría la necesidad de ser dados a conocer y ser propagados,

encontraría explicación en una lógica consecuencia de reformulaciones (reinterpretaciones), hechas a la

estructura ideológica de los mitos, los que a la vez modificarían el contenido en la disposición de ritos y

ceremoniales. (Smith y Vargas 2000)

Muchas de las estructuras públicas construidas en los inicios del Período Intermedio Temprano en

el valle del Chicama, han sido identificadas como parte de la producción material de las sociedades

Salinar, Gallinazo, y Moche (Leonard y Rusell; 1992). Así lo corroboraría el análisis arquitectónico

realizado por M. Reindell (1990), quien logró establecer una clasificación secuencial de las técnicas y

las formas de los grandes monumentos de los valles entre Motupe y Virú, comprendido entre el Período

Intermedio Temprano y el Horizonte Tardío.

Características de los datos constructivos y arquitectónicos que se incluyen dentro de las cuatro

primeras fases ocupacionales del edificio de Huaca Cao Viejo (“G”, “F”, “E”, “D” ), tales como adobes

fabricados a mano, y otros elaborados en gavera de caña, colocados sin trabazón, en aparejos irregulares

que estructuran altos edificios cúbicos, de fachadas escalonadas y rampas en zig-zag, decorados con

relieves hechos en barro; son equivalentes a lo que Reindel, considera como características propias de

sus fases A y B, atribuidas por él, al periodo Salinar, Gallinazo y Moche Temprano (Reindel 1993 : 447-

448).

10
Tal es el caso de temas definidos no solo por los utensilios sino, además por la interrelación
escénica del grupo, tales como Los Danzantes, Los Prisioneros, Los Pescadores del Tema Complejo;
en la última fase constructiva del edificio de Cao Viejo.

25
Así mismo, los rasgos en las ultimas fases constructivas en el edificio, (“B” y “A”), tales como el

uso de adobes rectangulares altos con marcas de fabricante, albañilería dispuesta en hiladas de canto, así

como la elaboración mejorada de bloques homogéneos de adobes como base de uniformes rellenos

constructivos, se hallan emparentadas con características propias de los periodos C y D (de la

clasificación de Reindel), correspondientes a una típica tradición Moche tardía, la cual se superpone a

las precedentes. (Ibid 1993 : 448)

CONCLUSIONES

Consideramos que los evidentes cambios constructivos entre las primeras fases del edificio y las

últimas, condicionan en términos generales, una optimización tanto de las formas del adobe, así como un

perfeccionamiento en su distribución dentro de los aparejos constructivos. Estos detalles, no solo

evidencian una superior práctica en la estructuración en la edificación, sino que además expresan una

mejor y sistemática organización laboral, infiriendo que los cambios existentes entre la tecnología

asociada a las tempranas fases “G-D” y las tardías “A y B”, en el edificio, demuestran un coherente

proceso de evolución tecnológica, la cual podría haberse gestado dentro de una misma tradición

arquitectónica, solucionada por un mismo grupo étnico asentado en el lugar.

Así también, hacemos la observación de como el modelo sufre una notable variación al

confirmarse la adición de nuevas unidades arquitectónicas con funciones específicas o complementarias,

tales como las estructuras ubicadas en el sector externo Oeste del edificio de Huaca Cao Viejo,

interpretados como unidades arquitectónicas con funciones administrativas, hábiles en solo las dos

ultimas fases constructivas.

26
Este cambio del modelo arquitectónico, no afectaría el discurso básico de las actividades rituales

en el templo, pero si al diseño arquitectónico original; el cual se ve ampliado al igual que las actividades

(Funciones), del edificio, sin prescindir de los precedentes servicios, asentando así una misma

pervivencia ideológica con cierta reformas que favorecerían y justificarían a los instaurados grupos en el

poder.

Así mismo, los símbolos más representativos de la iconografía plasmada en la arquitectura del

sitio, presentan una continuidad a lo largo de toda la secuencia, apareciendo en ambos períodos, pero es

en el momento tardío donde emerge un diferente método comunicativo, con nuevos discursos, la

adición de nuevos personajes y una temática narrativa distinta.(Smith y Vargas: 2000) (Lam 06 E. y F.).

El balance de la información, evidencia no sólo los cambios hechos al original diseño

arquitectónico del edificio, sino que además plantea una seria duda sobre la exclusiva participación y

uso, en la construcción y ocupación del edificio por la sociedad gestora del “generalizado” estilo

cerámico Mochica, al hallarse manifestaciones tecnológicas constructivas precedentes 11 y contextos

cerámicos Gallinazo y Salinar, asociados a la presencia de vasijas escultóricas de asa estribo y borde

biselado, propensamente conocidas como mochica Temprano.

El vinculo entre las características arquitectónicas y constructivas asociadas a los tipos cerámicos

Castillo Modelado y Castillo Inciso en el sitio de Cao Viejo, parecen identificar una cultura con una

trascendencia previa o coetanea a la aparición a los estilos cerámicos mochicas, que persiste hasta fines

del periodo Moche II o inicios del periodo Moche III, período en que los rasgos cerámicos existentes

desaparecen y la arquitectura evoluciona dentro de una misma tradición cultural.

11
Los contextos de las primeras fases constructivas, comprometiendo tanto a materiales constructivos (adobes), técnicas de
albañilería, simbología decorativa (iconografía) y materiales diagnósticos asociados a los estratos de los niveles de ocupación
de estas fases arquitectónicas; presentan una asociación mas estrecha a Gallinazo que a la cultura Moche.

27
De lo expuesto, proponemos que no existen evidencias que sustente la presencia de dos

tradiciones arquitectónicas como producto de dos formaciones socio-culturales distintas en la

construcción del edificio de Huaca Cao Viejo, ni tampoco la intrusión de una nueva ideología en las

actividades cultistas del templo12. Por lo tanto los cambios (adiciones), suscitados al modelo entre las

fases “G, F, E , D y C” y las fases “B y A”, explicarían posiblemente un proceso de reorganización del

culto con una nueva reformulación del mito a través de los ritos modificados en nuevos escenarios y

sustentado y difundido por un nuevo discurso iconográfico más dinámico y explicativo. Estos cambios

sólo pudieron formularse al seno de una misma tradición religiosa existente en el Período Intermedio

Temprano.

12
Al igual que no se encuentran evidencias en la diferenciación particular de formas, o técnicas
empleadas en la elaboración de otros objetos, que no sean los estilos cerámicos Salinar- Gallinazo-
Moche.

28

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