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Universidad Teológica de América Central

Facultad de Teología
Magisterio Social de la Iglesia

Encíclica Rerum Novarum

*Docente:

José Rafael Alfaro

*Estudiantes:

Henry Mauricio Alfaro De León

Ronald Alejandro Asensio Canizález

Marco Antonio Calero Guillén

San José, lunes 18 de agosto de 2014


1. Descripción del problema obrero

Muchos ubican el inicio de la Doctrina Social de la Iglesia en la publicación de la encíclica


Rerum Novarum, aunque es necesario tomar en cuenta las encíclicas anteriores de León
XIII, que recogen su doctrina política, principalmente ante el debate de la época entre la
aceptación y el rechazo de las instituciones políticas surgidas en la Revolución Francesa.
Respecto a la situación de los obreros, el Papa se encargó de dirigir “cartas sobre el
poder político, sobre la libertad humana, sobre la cristiana situación de los Estados y otras
parecidas” (RN 1).
León XIII inicia su Encíclica exponiendo la situación de los obreros y el contexto global a
nivel económico, en el que “las relaciones económicas de toda índole, se hallan
sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido
de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a un
muchedumbre infinita de proletarios” (RN 1).

Ubicación contextual de la encíclica


Antes de abordar los aspectos específicos mencionados en la Rerum Novarum sobre el
problema obrero, conviene ubicar contextualmente la encíclica a tratar, que fue publicada
en mayo de 1891. El Liberalismo, Socialismo, desarrollo industrial y ateísmo son palabras
claves que deben tomarse en cuenta para la comprensión del contexto de la época.
El Liberalismo es una ideología fundamentada en el postulado filosófico de la libertad de
los seres humanos, entendida como la autonomía de las personas de cualquier autoridad,
bien sea del orden político, social, económico o religioso. Así pues, puede comprenderse
el sistema económico liberal, cuya principal premisa es la inhibición del Estado de su
participación en el orden económico social para eliminar los obstáculos que se
obstruyeran la libertad y el establecimiento del libre mercado. Por tanto, el individualismo,
movido por el afán de lucro, era la condición del orden social.
Ante la consolidación el Liberalismo, principalmente a partir de la Revolución Industrial,
cuyos efectos se reflejaban en la cruda división de clases, empezó a cobrar fuerzas el
Socialismo, primordialmente de dirección arreligiosa. La abolición de la propiedad privada
y la administración de todos los bienes directamente por el Estado, eran las ideas
socialistas que León XIII rebate especialmente.
Por otro lado, la industria reflejaba el avance de la ciencia. La industria textil, la máquina
de vapor, el automóvil, el teléfono, telégrafo, cinematógrafo, etc. Fueron algunos de los
avances industriales que, aunque perseguían el fin de facilitar la vida de los seres
humanos, en realidad detonaron en una abrupta estratificación social, donde los
empresarios (capitalistas) se enfrentaban a los obreros (proletariados). La explosión
demográfica experimentada por Europa en la época abonó a que la división de clases
fuera el principal problema social en el siglo XIX y primera parte del XX.
Otro aspecto que se suma al panorama contextual es la desaparición del cristianismo de
distintos ámbitos sociales, como fruto de la aparición del ateísmo en la filosofía de

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Europa. La fenomenología y la filosofía de la religión llegaron a considerar el hecho
religioso como algo externo de la naturaleza de la persona humana, de modo que una
serie de miedos, complejos y deficiencias en la identidad de los seres humanos serían el
fundamento de la práctica religiosa.

Crítica a la “solución socialista” en la Rerum Novarum


La lucha de clases era el principal mal de la sociedad de la época en que León XIII
publicó su encíclica, pues se reflejaba en la situación de la clase obrera y la concentración
del capital en manos de unos pocos. El sistema económico capitalista liberal descendía
del Liberalismo que gobernaba en la época, de ahí que fuera el Socialismo el sistema
contrapuesto, con principios que se proyectaban como la solución contra las injusticias
que sufría el proletariado.
Fue precisamente a la solución socialista contra las injusticias del sistema que gobernaba,
que el Papa se opuso radicalmente en la Rerum Novarum. Ante la promoción del
Socialismo de la supresión de la propiedad privada, León XIII estimó que esa “medida era
tan inadecuada para resolver la contienda, que incluso llega a perjudicar a las propias
clases obreras; y es, además, sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los
legítimos poseedores, altera la misión de la república y agita fundamentalmente a la
naciones” (RN 2).
Los obreros fueron vistos por León XIII como los pobres a los que la Iglesia estaba
llamada a socorrer, y es bajo este eje que toda la encíclica se desarrolla. “En relación con
los proletariados concretamente, (la Iglesia) quiere y se esfuerza en que salgan de su
misérrimo estado y logren una mejor situación. Y a ello contribuye con su aportación no
pequeña, llamando y guiando a los hombres hacia la virtud” (RN 21).
La crítica exteriorizada por el Papa contra la solución socialista de la abolición de la
propiedad privada y la administración común de los bienes, puede sintetizarse en cuatro
puntos fundamentales:
1. Por naturaleza, el ser humano tiene derecho a poseer algo privado, por lo que su
remedio contra los vejámenes del sistema capitalista es injusta (RN 4).
2. El ser humano es anterior al Estado y no viceversa, por tanto, tiene el derecho
primordial y natural de velar por su vida y por su cuerpo (RN 6). Por tanto, todo lo
ganado con el trabajo es justo utilizarlo como propio, mas la violación de este
derecho, por cualquiera que sea, es ilegítima (RN 7).
3. La familia es una pequeña sociedad, anterior al Estado y con absoluta necesidad
de poseer deberes y derechos particulares, “totalmente independientes de la
sociedad civil” (RN 9).
4. Finalmente, el Papa señala que la supresión del derecho a la propiedad privada
provocaría una erosión en la motivación de las personas, por lo que se extinguirían
“las mismas fuentes de las riquezas” y se desembocaría en una miseria colectiva
(RN 11).

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2. La Solución al problema del obrero

Con el planteamiento del problema visto en el escenario social, León XIII toma la
determinación de reafirmar la participación de la Iglesia en la cuestión social. La iglesia
tiene el derecho de competencia sobre la cuestión social y de proponer las soluciones
viables para el conflicto entre los capitalistas y los obreros. No puede haber salida ante el
problema si no se toman las soluciones desde los principios evangélicos, es decir, desde
la propuesta de la religión, puesto que es la iglesia como institución, la encargada de regir
desde los asuntos morales (RN 12).

Por esa razón, en primer lugar, se debe de tener en cuenta que los seres humanos son
totalmente distintos y eso es una premisa que permite caer en la realidad, pues no
pueden erradicarse las desigualdades sociales, ya que son un estado natural del hombre.
La condición del ser humano está limitada a sus capacidades como cosa natural. (RN 13)

Sin embargo, León XIII propondrá como única solución a esta lucha de clases la armonía
que debe de existir entre ambas partes. Ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el
trabajo sin el capital si las partes entran en conflicto crean un estado de salvajismo. La
solución ante el problema, se reitera nuevamente, solo puede encontrarse en la armonía y
esta tiene sus principios en la Doctrina de la Religión Cristiana determinando los deberes
del proletariado, los cuales tendrán su fin en la dignidad del ser humano y su participación
en su vida espiritual. Con ello se alcanza la construcción de la justicia. (RN 14)

La solución que propone León XIII al conflicto la plantea de la siguiente manera:

a) Los ricos, el proletariado deben de tener presente que los bienes materiales no
son un parte esencial de la felicidad que busca la Iglesia para sus fieles. Lo
material no tienen cabida en la vida futura (RN 15).

b) No se niega que se pueda tener bienes en la tierra siempre y cuando se sepan


administrar y ellos nos ayuden a entablar lazos de generosidad entre todos los
seres humanos, es decir, que los que poseen más puedan ser capaces de ayudar
a los que necesitan con el cuidado de no crear una dependencia, que sería
improcedente en la doctrina de los bienes temporales (RN 16).

c) La pobreza no es un pecado ni una aberración, al contrario, Cristo dignificó la


pobreza tomando él la misma condición. Por tanto, la dignidad del ser humano no
está en lo que posees como bienes materiales, sino en cómo lleva su vida desde
lo moral. En cuanto sea más virtuoso así denota su dignidad. (RN 17).

d) La misma dignidad del hombre, la virtud, es un asunto accesible a todos los seres
humanos.

e) La dignidad que proviene por ser hijos de Dios, pues confiere a los seres humanos
el don de la gracia, una virtud que debe de reflejarse en la vida comunitaria. (RN
18)

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La Contribución de la Iglesia

A partir de los cinco puntos de partida para la solución del conflicto, la Rerum Novarum se
convierte en una propuesta de cambios sociales que tienen sus fundamentos en la
doctrina cristiana, ante el socialismo antirreligioso que se deslumbraba en la sociedad.
León XIII dirá que la única solución a la cuestión social es regresar a la costumbres
cristinas (RN 20), la Iglesia no solo está destinada para la administración de los
sacramentos que son un medio para la salvación de las almas, sino que, estando en la
tierra, es necesario que también sea garante del bienestar de sus hijos en la tierra. Lo que
será también parte de la solución es recuperar los valores de la virtud que se estaban
perdiendo producto de las filosofías anticristianas nacientes y que abonaban a una lucha
de clases.

Por un lado, recuerda a los empresarios y los proletariados, que si bien tienen por
derecho natural el poseer bienes materiales, deben privarse de los antivalores que los
acechan: la ambición y el placer. Más bien, León XIII recuerda cómo se administraban los
bienes en tiempos de los apóstoles, en la que los acaudalados ponían sus bienes a
disposición de los demás hermanos de la comunidad. El Papa recuerda que es necesario
mantener un espíritu de ahorro para los que tienen las posibilidades económicas (RN 21),
de ese mismo modo, los obreros deben de ser virtuosos en el desempeño de sus oficios,
pues estos son los generadores de la riqueza de la nación. Es necesario por tanto que
exista Equidad, porque ambas clases son necesarias para la producción de una nación.

El Estado y el Bien Común

La encíclica también contiene los deberes que tiene el Estado ante el problema. En primer
lugar, no debe delimitar su protección a una sola clase social, sino que debe de ser un
Estado para todos, y para ello usará el “criterio divino”, en cuanto Dios da su misericordia
a todos los seres humanos sin distinción (RN 27), y ha de observar la buena distribución
de la justicia, de manera que garantice el orden y la paz de la sociedad, si este se
quebranta, la Iglesia manda que se intervenga conforme a la ley dentro de los límites y
vigor de las mismas (RN 26).

En segundo lugar, debe procurar el cuidado de los proletariados en cuanto son


generadores de riquezas para la nación, y no debe de permitir que los obreros
anticristianos usurpen los bienes temporales por la fuerza (RN 28, 29) y en tercer lugar, el
Estado debe de hacer respetar los derechos de todos, pero con especial cuidado el de los
obreros, pues a nadie le está permitido violar impunemente la dignidad humana. (RN 30).

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3. Acción de las asociaciones formadas por los obreros y las competencias del
Estado

Tras el acontecimiento de la Revolución Industrial, la producción de maquinaria y la


permanencia del poder en manos de unos pocos, el mundo se vio afectado por la
necesidad de una mayor producción y una mayor cantidad de tiempo destinado a
actividades laborales, en muchos casos, peligrosas de realizar, debido al tipo de
maquinaria para usar o al ambiente en el que se realizaba dicha labor.

La exigencia en el trabajo era cada día más fuerte y sin un descanso digno para los
obreros, sin distinción alguna de género o edad. El pago del salario no era lo suficiente
para el sostenimiento de la familia, debido a ello es que los obreros se miraban obligados
a cumplir una extensa jornada laboral para obtener más ingresos para su familia. El
acceso a la propiedad privada era una exigencia por parte de los obreros hacia el Estado.
La obtención de tierras por parte de los proletarios sería un trastocamiento al sistema
económico, que miraría cuestionadas la base sobre la que se sustenta, que es,
principalmente, la estratificación social. El tener derecho a formar parte de un
sindicato/asociación era otra exigencia que los obreros realizaban y que el Papa enfatiza
en el cuerpo del documento.

La exhortación que sugiere León XIII como solución de estos problemas son básicamente
los siguientes:

1. Es necesario que el patrón provea a los obreros un descanso en los días de fiesta,
días consagrados por la religión, el domingo (RN 31).
2. La cantidad de salario debe de ser aceptada por libre consentimiento del patrón y
del obrero. Esta cantidad establecida entre ambos y no debe de ser menor a los
gastos que el obrero realiza (RN 32).
3. El patrón debe de asegurar el ambiente de trabajo de los obreros que tiene a su
poder, dándoles un trabajo que sea proporcional a la fuerza de cada uno de ellos y
según su edad (RN 32).
4. El acceso a tener propiedad privada por parte de los obreros es un derecho natural
y debe ser respetado, de manera que este pueda formarse, poco a poco, un
pequeño capital para el sustento de su familia y del suyo (RN 33).
5. Es instinto natural del ser humano el poder juntarse con otras personas y crear
pequeños grupos cerrados. El Estado no tiene porqué impedir la existencia de
grupos cerrados/privados, ya que este es derecho concedido al hombre por ley
natural, pero podrá intervenir y prohibir estos grupos si van en contra de los
valores éticos de la sociedad (RN 35).
6. El Estado está en la obligación de respetar, conservar, cuidar y defender las
asociaciones realizadas por los obreros (RN 36).
7. Que el obrero pueda estimular en sí el culto hacia Dios y velar por el cumplimiento
de los días festivos; amar a la Iglesia, que es madre común de todos los cristianos
y ser fervientes en sus sacramentos (RN 39).
8. Los derechos y deberes de los patronos deben de ser concordes a los derechos y
deberes de los obreros (RN 40).

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9. La abundancia de trabajo debe de ser un factor que no le haga falta al obrero.
Será necesario que el patrón le aporte algo en casos de algún accidente
inesperado dentro de las instalaciones del trabajo cuanto en la enfermedad, en la
vejez o en cualquier problema ocurrido (RN 40).

Por último, el Papa exhorta al Estado, a los obreros y a los patronos a realizar la parte que
a cada uno le corresponde con base en la caridad, pues es la caridad cristiana el mejor
intermediario para contrarrestar las diferencias en la sociedad.

Bibliografía:

Gutiérrez, J. y Iribarren, J. (1970) Siete grandes mensajes. Madrid: BAC

Quisbert, E. (2010) ¿Qué es la encíclica Rerum Novarum? Bolivia: CED

Southo, J. (2002) Doctrina social de la Iglesia, Manual abreviado. Madrid: BAC

Torres, A. (1962) Diccionario de textos sociales pontificios. Madrid: Biblioteca Fomento


Social.

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