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La ética de Hegel 1

La Ética (del griego ethika, de ethos,


‘comportamiento’, ‘costumbre’), se define como principios o pautas de
la conducta humana.

La ética, como una rama de la filosofía, está


considerada como una ciencia normativa, porque se ocupa de las
normas de la conducta humana, y para distinguirse de las ciencias
formales, como las matemáticas y la lógica, y de las ciencias empíricas,
como la química y la física. Las ciencias empíricas sociales, sin
embargo, incluyendo la psicología, chocan en algunos puntos con los
intereses de la ética ya que ambas estudian la conducta social. Por
ejemplo, las ciencias sociales a menudo procuran determinar la relación
entre principios éticos particulares y la conducta social, e investigar
las condiciones culturales que contribuyen a la formación de esos principios.

Los filósofos han intentado determinar la bondad en la conducta de acuerdo con dos principios
fundamentales y han considerado algunos tipos de conducta buenos en sí mismos o buenos porque se
adaptan a un modelo moral concreto. El primero implica un valor final o summum bonum, deseable en sí
mismo y no sólo como un medio para alcanzar un fin. En la historia de la ética hay tres modelos de
conducta principales, cada uno de los cuales ha sido propuesto por varios grupos o individuos como el bien
más elevado: la felicidad o placer; el deber, la virtud o la obligación y, por último, la perfección, el más
completo desarrollo de las potencialidades humanas.

Dependiendo del marco social, la autoridad invocada para una buena conducta es la voluntad de
una deidad, el modelo de la naturaleza o el dominio de la razón. Cuando la voluntad de una deidad es la
autoridad, la obediencia a los mandamientos divinos o a los textos bíblicos supone la pauta de conducta
aceptada. Si el modelo de autoridad es la naturaleza, la pauta es la conformidad con las cualidades
atribuidas a la naturaleza humana. Cuando rige la razón, se espera que la conducta moral resulte del
pensamiento racional.

Desde que los hombres viven en comunidad, la regulación moral de la conducta ha sido necesaria para el
bienestar colectivo. Aunque los distintos sistemas morales se establecían sobre pautas arbitrarias de
conducta, evolucionaron a veces de forma irracional, a partir de que se violaran los tabúes religiosos o de
conductas que primero fueron hábito y luego costumbre, o asimismo de leyes impuestas por líderes para
prevenir desequilibrios en el seno de la tribu. Incluso las grandes civilizaciones clásicas egipcia y sumeria
desarrollaron éticas no sistematizadas, cuyas máximas y preceptos eran impuestos por líderes seculares
como Ptahhotep, y estaban mezclados con una religión estricta que afectaba a la conducta de cada egipcio o
cada sumerio. En la China clásica las máximas de Confucio fueron aceptadas como código moral. Los
filósofos griegos, desde el siglo VI a.C. en adelante, teorizaron mucho sobre la conducta moral, lo que llevó
al posterior desarrollo de la ética como una filosofía.

1 Salvatierra, Juan, “Introducción a Hegel”, Ed. Biblioteca Vieja, Buenos Aires, 1990.
De esta forma han ido bordeando diferentes etapas filosóficas que tienen por tema la moral y ética de los
individuos que componen dichos grupos colectivos humanos, algunas de ellas corresponden a la temprana
Ética Griega, Escuelas Griegas de Ética, Estoicismo, Epicureísmo, Ética Cristiana, Ética de los Padres de la
Iglesia, Ética y Penitencia, Ética después de la reforma, Filosofías Éticas Seculares, Las leyes de Newton,
Filosofías éticas anteriores al Darwinismo, Utilitarismo, llegando a la Ética hegeliana; es aquí donde nos
detendremos con el fin de comprenderla.

Georg Wilhelm Friedrich Hegel, (Stuttgart, actual Alemania, 1770 - Berlín, 1831), Filósofo alemán.
Hegel estudió primero en el instituto de su ciudad natal, y entre 1788 y 1793 siguió estudios de teología en
Tubinga, donde fue compañero del poeta Hölderlin y del filósofo Schelling, gracias al cual se incorporó en
1801 como docente a la Universidad de Jena, que sería clausurada a la entrada de Napoléon en la ciudad
(1806).

Al tiempo que se introducía en la obra de pensadores como Schiller, Herder, Lessing y Kant, Hegel
compartió con sus compañeros el entusiasmo por la Revolución Francesa. Aunque al principio se hallaba
muy próximo al idealismo de Fichte y Schelling, a medida que fue elaborando su propio sistema filosófico,
ya profesor en la Universidad de Heidelberg (1816-1818) y luego en Berlín (1818-1831), se alejó
progresivamene de ellos.

El concepto de Estado ético

“El Estado es la realidad de la idea ética, el espíritu ético en cuanto voluntad clara , ostensible a sí
misma, sustancial, que se piensa y sabe y cumple aquello que sabe y en la medida en que lo sabe. En la
costumbre tiene su existencia inmediata, y en la autoconciencia del individuo, en su saber y actividad, tiene su
existencia mediada, así como esta autoconciencia, por el carácter, tiene en él cual esencia suya, finalidad y
productos de su actividad, su libertad sustancial”. 2

“El Estado es la realidad de la idea ética”. Se trata de la realidad en sentido fuerte, de la idea ética,
es decir, de la eticidad en su plenitud, en su máxima realización. La plenitud de la eticidad se realiza
plenamente en el Estado, al que no hay que concebir como aparato, sino como universal concreto, plena
realización intersubjetiva, en la plenitud del mutuo reconocimiento.

La idea ética es el “espíritu ético”, o en otras palabras el pueblo, se asienta sobre determinadas
costumbres, es decir, determinados valores vividos en forma inconsciente o subconsciente.

Hegel exige entonces que dejemos de pensar que el hombre es un individuo aislado, y que puede
reflexionar sobre sus normas de una manera abstracta e imparcial; que veamos al hombre como realmente
es, históricamente, como se ha constituido, con sus acciones y con sus instituciones particulares. Tenemos
que volver un poco a Aristóteles.

Como estamos viendo, lo que se busca con estos modelos son normas universales válidas para todos
por igual, a partir de un estado inicial de individuos separados sin ningún tipo de lazos entre ellos. Esta es
la manera de justificar el universalismo en la moral, que Hegel llama la moralidad. Frente a esta
moralidad, Hegel introduce una nueva palabra, la eticidad, generada a partir de la palabra ética, así
como de moral viene moralidad.

2 (Hegel, Filosofía del Derecho, § 257).


Frente a la moralidad moderna Hegel acuña el término eticidad para referirse a la ética Aristotélica,
a la ética antigua, que sumada a la idea moderna de libertad da como resultado una filosofía o una ética de
la acción. Lo que quiere recuperar de la ética antigua es justamente el hecho que en ese modelo ético el
individuo no se sentía aislado de su comunidad, se sentía naturalmente parte de ella. En ese modelo ético
antiguo, que es un modelo contextualista, lo que importa no es el individuo aislado, sino el individuo
inmerso en su propia sociedad, en sus propias costumbres. Eso es lo que tenemos que tomar en cuenta, dice
Hegel, para entender el problema ético en toda su dimensión.

Por eso, el modelo que propone ya no parte de un individuo aislado, sino de uno concreto que ha
nacido y ha crecido en su familia, donde la relación es fundamentalmente de amor; pero la familia no es
capaz de satisfacer todas las necesidades de sus miembros y, por consiguiente, el individuo tiene que salir
de la familia y enfrentarse a otras familias: la familia del carpintero tiene que comerciar con la familia del
agricultor y ésta con la del ganadero para que entre todos consigan lo que necesitan para vivir. Es lo que
Hegel llama la “sociedad civil".
Esta sociedad civil es un ámbito ya más completo que la familia y permite satisfacer otro tipo de
necesidades, y significa un avance hacia un plano más concreto -y esto es ya un avance en la racionalidad,
dice Hegel-.

Por último, la dinámica misma de la sociedad civil exige que pasemos a un ámbito superior que es el
del Estado y el Estado ya no se rige ni por el amor ni por la pura competencia, sino por la voluntad general
que es un término que tomo de Rousseau, queriendo decir que la voluntad general que se expresa en el
Estado no es la suma de las voluntades particulares, sino lo que quieren todos los individuos en tanto son
miembros de una sociedad completa que se manifiesta recién en el Estado.

“En cuanto realidad de la voluntad sustancial, realidad que ésta tiene en la autoconciencia particular elevada
a su universalidad, el Estado es lo racional en sí y para sí. Esta unidad sustancial es autofinalidad absoluta,
inmóvil, donde la libertad llega a su derecho supremo, así como esta finalidad última tiene el derecho supremo
frente a los individuos, cuyo deber supremo consiste en ser miembros del Estado”. 3

La finalidad del Estado es la realización de la libertad. Es menester diferenciar, sin escindir el


momento de la libertad plenamente subjetiva en el ámbito de la sociedad civil, y el de la libertad objetiva en
el ámbito del Estado. El concepto de libertad que sustenta Hegel está influenciado por el concepto
rousseauniano. Se trata del concepto sustancial de libertad frente al concepto formal del liberalismo.

Hegel se relaciona directamente con el “espíritu” del ser humano, del individuo. Él hace la relación
directa con el estado, el cual debe estar relacionado y satisfacer las necesidades colectivas de el grupo
colectivo, así sus deseos, de manera libre y siempre teniendo un sentido racional. Este espíritu existe de
esta forma también en las familias, y es aquí donde inicialmente se le plantea al individuo hasta que este
madura y sale al mundo exterior a encontrarse con otras familias, es aquí afuera donde existen las leyes
morales y éticas establecidas con un fin común.

Para Hegel, ética es la idea de libertad, es decir, es que mi voluntad coincida con el concepto.
Se podría traducir esto afirmando que la ética es para Hegel, que la voluntad de establecer un espíritu ético
en la familia coincida con el hecho de que esta voluntad se plasme en las leyes del Estado.
Con la salvedad que según Hegel ese espíritu es el amor. El amor al igual que la razón, necesita antes
que nada un espacio donde desarrollarse libremente, para luego poder desplegarse.

3 (Hegel, FD § 258).

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