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RITMOS CIRCADIANOS Y SUEÑO

El sueño, al igual que otras funciones del organismo (hormonas, metabolismo, etc.) está
regulado por el llamado “reloj biológico”. Este es un centro neuronal situado en el
hipotálamo cerebral cuya función es dar la señal al resto de las estructuras del cerebro para
iniciar y para finalizar el sueño. De esta manera, el reloj biológico va ser quién establezca a
qué hora aumente y a qué hora disminuya la propensidad para dormir. Al activarse, el reloj
biológico envía una señal a la glándula pineal, situada junto al cerebro, para que esta
comience la producción de melatonina, y esta hormona coordina la adaptación de las
restantes funciones del organismo para comenzar el periodo de sueño.

En condiciones normales, el reloj biológico está sincronizado con la luminosidad externa y


recibe información directamente a través de la retina. Así, en condiciones naturales, el reloj
biológico se activa al acabar el día y disminuir la señal luminosa, de manera que notemos la
sensación de somnolencia unas horas más tarde. Llos centros reguladores del sueño reciben
la señal de activación al anochecer, y esto hace que sintamos sueño a esas horas, y se
desactivan progresivamente por la mañana. Sin embargo, el reloj biológico puede estar
alterado por diversos motivos, entre las que se encuentran:

Factores genéticos: varios genes (llamados en conjunto “clock genes” intervienen en este
proceso y cualquier anomalía genética de los mismos puede tener como consecuencia que
nos cueste dormir a determinadas horas.

Factores hormonales: diversos cambios hormonales como pueden ser la menstruación, la


menopausia, pero también algunas enfermedades endocrinológicas pueden alterar la
función del reloj biológico.

Fármacos: algunos fármacos con efectos sobre el Sistema Nervioso, como los
antidepresivos, pero también algunos antihipertensivos, alteran el ritmo sueño-vigilia.

Sueño y cerebro: Dormir un número de horas suficiente es fundamental para un correcto


funcionamiento cerebral. Durante el sueño nuestro cerebro consolida las memorias más
importantes y hace su propio mantenimiento, elimina los productos tóxicos generados
mientras estamos despiertos y limpia, entre otras cosas, el beta-amiloide, el material de las
placas seniles, una de las características distintivas de la enfermedad de Alzheimer.

Un sueño reparador dura en torno a ocho horas y se divide en fase REM (rapid-eye
movement, movimientos rápidos de los ojos), en la que el cerebro muestra tanta actividad
como cuando su dueño está despierto, y sueño no-REM, un estado de sueño más profundo
que predomina en la primera mitad de la noche. El sueño no-REM tiene una serie de fases y
entre las funciones de este período está consolidar las memorias y adquirir y refinar
nuestras habilidades motoras. El sueño REM interviene en nuestra capacidad para superar
los sentimientos negativos, leer adecuadamente las emociones de otras personas y resolver
problemas. Y no solo es importante el número de horas de sueño sino que necesitamos un
tiempo continuo, que nos permita entrar en el sueño no-REM, en el que se realizan esas
actividades de mantenimiento. Si nuestro sueño se interrumpe, no tenemos tiempo
suficiente para realizar las actividades restauradoras de la noche y podemos sufrir
alteraciones en nuestros procesos cognitivos y emocionales. Un sueño discontinuo rebaja
sensiblemente nuestro estado de ánimo. Dormir es la medida más eficaz para resetear y
renovar la salud de nuestro cerebro y el resto de nuestro cuerpo cada día.

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