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La unidad se
mantiene al concentrar energía y dirigir el pensamiento, al aceptar y
apreciar el valor de la rica indumentaria de los participantes y la
contribución única que cada uno puede hacer y al permanecer leal no
sólo el uno al otro sino también a la tarea.
En Armonía
Una reunión carece de unidad mientras no haya armonía dentro del
propio ser y entre las personas del grupo. Así como un músico necesita
ensayar a solas con su instrumento antes de formar parte de una
orquesta sinfónica, la persona necesita soledad para estar en contacto
con su capacidad, su potencial y su especialidad antes de unirse al
grupo.
El foco interno
Para crear unidad en el mundo hay que comenzar por cambiar la
conciencia individual. Esto requiere que el intelecto humano se aleje
del conflicto y la confusión —de manera progresiva durante un cierto
lapso— para concentrarse en direcciones positivas. Tal foco interno no
aísla al individuo, al contrario, hace lo opuesto: lo acerca a los demás, y
en este acercamiento, en esa humanidad compartida, hay una fuerza
colectiva para explorar y sostener una transformación fundamental y
constructiva.
4. Integridad: Es uno de los principales valores que todos deberíamos tener en nuestra
vida diaria y por ende, en la profesional, sobre todo, si trabajamos en equipo, ya que
convivimos con otras personas y que esforzarse para conseguir los objetivos. Dentro de
integridad entran en juego muchos otros valores que son muy importantes, como la
firmeza en las acciones, la humildad, la disciplina (básica para el trabajo en equipo), el
control emocional, el respeto e incluso, entre otras características, la puntualidad (algo
que puede parecer banal pero que cuando se trabaja con otros, hay que saber cumplir
para respetar al resto y su tiempo).
7. Confianza: Hay que confiar, pero además de en uno mismo, también hay que hacerlo
en los demás. Si no confías en los participantes del equipo y no crees que vayan a
cumplir con sus tareas, que lo vayan a hacer correctamente o con todo su interés, es
imposible que la relación funcione (ni la del equipo, ni ninguna otra).
8. Proactividad: Hay que tener ganas, hay que dar ideas, hay que aportar todo aquello
que se pueda y que ayude al equipo. Tener una actitud pasiva en la que vengan a decirte
lo que tienes que hacer, perjudicará a todos. Así que hay que ponerse las pilas y que
salga de nosotros todo aquello que podamos.
9. Organización: Sin orden, el caos tomará las riendas de todo y de todos, y nos sumirá
en el mayor de los fracasos. Hay que ser organizados, hay que ser ordenados, hay que
saber marcar los timings y las tareas que cada uno tiene que realizar.
10. Motivación: Y por supuesto, además de la proactividad, hay que tener motivación
para querer hacer las cosas bien, pero además, hacerlo motivado e ilusionado. Porque
pasamos más de la mitad de nuestra vida trabajando, y qué mejor que hacerlo con una
actitud positiva.